De los sistemas orgánicos a los sistemas simbólicos. La cultura y la articulación de lo real Apuntes para una etnoepistemología desde Wittgenstein.
Resumen
Aunque es reiterado el señalamiento en muchas obras filosóficas y antropológicas sobre el carácter constitutivo de la cultura y la percepción, encarar el mecanismo que hace esto posible es siempre el gran reto. Todo organismo vivo necesita información del entorno para funcionar; ningún sistema viviente usa sólo sus procesos internos para generar las condiciones que lo desarrolla y le da equilibrio. Ahora bien, como organismos vivos no escapamos a ello, pero como organismos culturales la primera forma que toma el entorno -el mundo y la experiencia- es una imagen -información real- de las cosas. En tal sentido, la cultura articula lo real y le impone un sentido desde lo que, en Sobre la certeza, Wittgenstein llama certeza. Este concepto, que trataremos bajo el nombre de certeza cultural, ampliándolo al plano epistemológico y antropológico -permitiéndonos consolidar una posible etnoepistemología2-, permite entender el paso de la vida humana desde lo orgánico a lo simbólico, así como el mecanismo que la da posibilidad a lo real. Con todo ello, podríamos decir, por los momentos, que el hombre no es sólo un animal racional o un homo symbolicus -recordando a Aristóteles y a Cassirer-, sino un animal de realidad.