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UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 23, n°. 83 (OCTUBRE-DICIEMBRE), 2018, PP.68-84 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL

CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA. ISSN 1315-5216 / ISSN-e: 2477-9555


Salud, Malestar y Padecimiento: La Sociedad de lo Peor. La democracia y la Sociedad Abierta en peligro

Health, Upset and Suffering: The Society of the Worst. Democracy and the Open Society in Danger


Mario LAGOMARSINO MONTOYA

ORCID: http://orcid.org/0000-0001-9204-4745

marioazzurro@gmail.com

Universidad Adventista de Chile, Chile

Lorena MORAGA GÁLVEZ

Universidad de Valparaíso, Chile

Carolina CABEZAS CÁCERES carolinacabezascaceres@gmail.com Universidad de Las Américas, Chile

Juan Guillermo ESTAY SEPÚLVEDA ORCID: http://orcid.org/0000-0001-7348-5529 juanguillermoestay@yahoo.es

Universidad Católica de Temuco, Chile


Este trabajo está depositado en Zenodo:

DOI: http://doi.org/10.5281/zenodo.1438545


RESUMEN


La sociedad de mercado, tecnológicamente avanzada es una maraña completa de contradicciones, que seguramente muestran que no será sostenible en el tiempo. Uno de los temas que caen dentro de lo señalado, dice relación con lo siguiente. Existe un mercado enorme de medicinas, se han hecho tal vez los más grandes avances en esta materia. Las expectativas de vida son las más altas en la historia. Pero, al mismo tiempo, es una sociedad enferma, que ha naturalizado el malestar y su tratamiento “Clínico” a través de drogas legales y de las otras. Sin duda, lo anterior es tan sólo un efecto de causas muy profundas, las cuales dice relación con nuestras formas de producción y nuestra manera de vivir. Al fin y al cabo, una sociedad que ha generado la mayor cantidad de enfermedades psicosomáticas y neuronales en la historia de la construcción societal. Entre ellas, la depresión, con su veloz avance.


Palabras Clave: Salud; Enfermedad; El Hábitat del Pánico; Bienestar; Sociedad Abierta

ABSTRACT


The market society, technologically advanced is a complete tangle of contradictions, which surely show that it will not be sustainable over time. One of the issues that fall within the stated, says related to the following. There is a huge market of medicines, perhaps the greatest advances have been made in this area. Life expectancies are the highest in history. But, at the same time, it is a sick society, which has naturalized the malaise and its "Clinical" treatment through legal and other drugs. Undoubtedly, the foregoing is only an effect of very profound causes, which is related to our forms of production and our way of life. At the end of the day a society that has generated the greatest amount of psychosomatic and neuronal diseases in the history of societal construction. Among them, the depression, with its rapid advance.


Keywords: Health; Disease; The Habitat of Scare; Well being; Open Society


Recibido: 02-04-2018 ● Aceptado: 22-06-2018


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“Padre, Perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Cristo, Lucas, 23, 34.


  1. LA SALUD DE LA SOCIEDAD COMO EJE FUNDAMENTAL DEL DESARROLLO SUSTENTABLE

    Deontológicamente tenemos la obligación, es decir, el “deber ser” de avanzar hacia una sociedad que se le pueda llamar “Sana”. Algo muy fácil de decir, pero muy complejo de llevar a efecto en los tiempos que corren. Según la definición que entrega la WHO (World Health Organization)

    La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social. La salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad y depende de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados. Los resultados alcanzados por cada Estado en el fomento y protección de la salud son valiosos para todos. La desigualdad de los diversos países en lo relativo al fomento de la salud y el control de las enfermedades, sobre todo las transmisibles, constituye un peligro común. El desarrollo saludable del niño es de importancia fundamental; la capacidad de vivir en armonía en un mundo que cambia constantemente es indispensable para este desarrollo. La extensión a todos los pueblos de los beneficios de los conocimientos médicos, psicológicos y afines es esencial para alcanzar el más alto grado de salud. Una opinión pública bien informada y una cooperación activa por parte del público son de importancia capital para el mejoramiento de la salud del pueblo. Los gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar la salud de sus pueblos, la cual solo puede ser cumplida mediante la adopción de medidas sanitarias y sociales adecuadas (WHO: 2006, p. 1).


    Sin embargo, lo anterior, la situación resulta ser algo muy distinto del planteamiento de la WHO en su Constitución, aprobada por los Estados Miembros y ratificada por la Organización de las Naciones Unidas.

    Esta sociedad del siglo XXI en la cual vivimos, por lo menos en Occidente y en gran parte del Oriente, es tal vez la sociedad más avanzada de la historia de la humanidad. Es la sociedad que ha realizado los mayores avances científicos en todas las disciplinas, los mayores avances técnicos y tecnológicos, llegando a generar una de las más amplias cantidades de condiciones para el mejor disfrute de los seres humanos. Pero el resultado es muy distinto. Esta instancia societal que hemos alcanzado está en condiciones de liberar y hacer felices a los seres humanos. No obstante es la sociedad, que los mantiene en un estado de permanente sometimiento, producto de las exigencias que implica la forma de desarrollo y vida que hemos construido en la época de la cual somos habitantes. Las personas tienen (tenemos) muchas cosas, muchos bienes y elementos inimaginables para generaciones no tan anteriores. Sin embargo, prima un permanente descontento. Una permanente percepción de no estar satisfecho. De que falta algo que nos haga feliz de una vez. Y ese algo no se alcanza nunca o tal vez sea peor no se sepa de qué se trata.

    La situación, que hemos tratado de describir, entre otras ha generado una de las patologías más extendidas en nuestra era. Esta patología dice relación con las enfermedades psicosomáticas; la plaga del siglo XXI, como veremos más adelante. Particularmente en lo que se refiere a la patología individualizada como depresión.

    ¿Por qué se produce la enfermedad Psicosomática? En algún tiempo no muy lejano no se le tomaba en serio a este tipo de sufrimiento, de hecho muchos pacientes eran objeto de burlas cuando mencionaban que sufrían una aflicción de este tipo. No obstante, el avance científico y tecnológico nos ha permitido palpar en


    un sentido positivista1, la cruda realidad de estos padecimientos. La enfermedad Psicosomática es entonces una realidad. Una dura realidad para quien la debe sobrellevar. Es un padecimiento silencioso, de mucho dolor, un dolor no solamente físico, sino que neurológico, que es un dolor que no duele, pero que trastorna todo el funcionamiento físico una vez que se padece. En ocasiones, los pacientes quisieran tener un dolor físico, por muy brutal que sea, pero no una molestia neurológica que es tan molesta que hasta cuesta de explicar; pero más cuesta de soportar. El dolor producto de un traumatismo tiene un punto basal, puede irradiar hacia otras partes del cuerpo, pero se puede controlar. Mientras que el dolor o padecimiento neuronal es un todo holístico, que perturba la movilidad y las acciones diarias. Genera en el paciente desde el sueño y las ganas de no estar con nada y nadie hasta la más profunda irritación.

    ¿Qué tipo de sociedad hemos construido para generar un padecimiento de estas características? ¿Qué tipo de ocupaciones hemos generado para que un sujeto se encuentre en semejantes condiciones? ¿Cuánto padecimiento puede soportar nuestro sistema nervioso para que un sujeto manifieste este dolor total?

    El hombre y la mujer no vienen equipados (usando la terminología que se utiliza para promocionar la ruda industria de la compra/ venta de automóviles) para soportar el ritmo que imponen las actuales sociedades de mercado para la producción y la supervivencia humana. El resultado será uno y el mismo. El sujeto se enfermará. Así de fácil y sencillo. Pero como somos una de las sociedades más avanzadas de toda la historia de la humanidad, tenemos los medios para que el sujeto a pesar del padecimiento siga funcionando y no se pare la cadena productiva, que es finalmente lo único que importa. De alguna manera, los principios que bosqueja la WHO, aunque sea de forma torcida se pueden sustituir artificialmente y tener al sujeto de vuelta y aparentemente feliz en el trafago social –racional– dirigido en el que se encuentra envuelto. Pero aquí la vida no fluirá, en el sentido propiamente humano. El tiempo se ha acelerado y distorsionado. Por su parte, la ocupación se ha vuelto insoportable, pero a la vez imprescindible para sobrevivir. Es nada menos que la tormenta perfecta contra aquello que se llama todavía Humanidad2.

    Como se podrá apreciar a simple vista el tema de la salud y el bienestar están bastante lejos del mínimo en este tipo de sociedades. Al contrario, se mantiene al individuo enfermo, viviendo en tal condición. Una suerte de naturalización de la enfermedad. Como si fuera lo más natural que haya existido. En la sociedad tecnológicamente avanzada del siglo XXI, se ha ido normalizando esta situación que dista mucho de la sanidad integral que plantea la WHO en su declaración de principios constitucionales. Ciertamente en este texto nos concentraremos en las patologías de carácter Psicosomáticas y su carácter de pandemias (en particular sobre la depresión por exceso de positividad), pero también es oportuno destacar todas las demás epidemias que soporta el sujeto del siglo XXI (y que atacan de forma paralela y en tiempo real), tales como: afecciones cardiovasculares, cáncer, diabetes, enfermedades respiratorias crónicas, gripes (con multiplicidad de cepas), infecciones estomacales, cirrosis, enfermedades digestivas, accidentes de tránsito (cuya causa es la monumental y anómala concentración de las poblaciones que produce una enorme demografía en pequeños territorios), obesidad (también generada por un tipo de crecimiento que implica una ecuación maligna. Poco tiempo, comida chatarra, además de todas las patologías derivadas de la obesidad), cuadros derivados de la contaminación (por saturación de población, uso de pesticidas y herbicidas, siembra de cultivos obtenidos por ingeniería genética), etc. Todo este cuadro desolador convive de forma paralela con la plaga que constituyen las enfermedades psicosomáticas. Parece que fuéramos pesimistas en dibujar un mundo sombrío, pero más que pesimistas, somos solamente empírico-analíticos. Es una pena. Ojala el problema fuera solamente de quienes escriben estas líneas; pero la Realidad está ahí cruda y dura. Y la idea


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    1. Nos referimos a la posibilidad de constatar “Un hecho” a la usanza del antiguo positivismo, nacido con A. Comte y de tanta im portancia para bien y mal en el desarrollo de las ciencias posteriormente.

    2. Decimos todavía humanidad, porque los grandes avances que nos está dejando nuestra civilización se plasmaran en algo que podemos denominar como de post-humanidad. Para lo anterior podemos revisar las disquisiciones de Yuval Noah Harari (2017), en su gran obra denominada, Homo Deus. Breve Historia del Mañana, Editorial Debate, Santiago.


      es remecer las conciencias, para intentar realizar un vuelco en esta alarmante situación; que tiene a las personas inconscientemente desesperados.

      En el próximo apartado veremos las consecuencias de esta pandemia que nos afecta como especie, en vinculación estrecha con una ideología, realmente nefasta, y que sostiene el absurdo de la producción- exponencial que exige altísimas cuotas de positividad y rendimiento, para saciar semejante caldera. Podríamos decir, que partimos de un supuesto que ya viene enfermo. Por lo mismo, el resultado no puede ser más que la anomalía.


  2. MALESTAR Y PADECIMIENTO. EL NEGOCIO DE LA SALUD

    Alguien alguna vez se ha cuestionado el hecho de que existan tantas farmacias. No nos referimos a las farmacias de los hospitales o de la atención primaria sino que hacemos referencia a la existencia de las farmacias como unidades de negocios en cada ciudad del mundo. Lo anterior, permite, incluso que se hable de la industria farmacéutica. Y claro cuando existe una determinada oferta es porque la misma es simétrica con la demanda (hablando en términos de la economía de mercado). Sin embargo, estamos tratando no de una industria que produce cemento, combustible o casas prefabricadas, en las cuales el mercado se puede hacer cargo de las mismas sin la mayor dificultad. En este caso, estamos tratando sobre el estado de la salud de las poblaciones. Un algoritmo simple. Si hay muchas farmacias entonces existe una gran cantidad de demandas por remedios; finalmente por drogas que buscaran producir cambios en los organismos que las consuman. Porque si hablamos de industria farmacéutica, entonces debiéramos entender que solamente, se trataría de una industria más, que a fin de mes revisará su balance para determinar cómo han andado las ventas de medicamentos ¿Cuántas unidades han sido vendidas? Esa será la pregunta desde una estricta razón mercantil. Si las ventas han aumentado, es que las cosas andan bien, si es lo contrario el negocio no estará siendo rentable. Si en el caso de los medicamentos esa es la lógica que impera, querrá decir que estamos muy mal como sociedad. Peor aún. El razonamiento anterior implica, que será rentable mantener a las personas enfermas en una suerte de maligno círculo para la producción y venta de productos de la industria farmacéutica, en vista que la demanda estaría creciendo3. Algo propio de una situación que podríamos definir como de la “Sociedad Cerrada”, que no entiende la dinámica social y sus necesidades.

    ¿Qué hemos hecho en prevención? Algo, poco o tal vez nada. ¿Interesa hacer algo? O tal vez la idea de fondo es que los cuerpos funcionen hasta donde puedan y en uno de esos tramos necesitará de la industria farmacéutica y comprara muchos medicamentos, produciendo una demanda excelente desde la lógica de mercado. La realidad se parece un poco más a esto último. Es bastante crudo y frío, pero es.

    Ahora bien, entre las enfermedades de origen psicosomáticas con afección de la temática neuronal y que más se ha extendido y en consecuencia afectado a la humanidad y notoriamente en nuestra época se encuentra la patología individualizada como depresión4. La depresión avanza, a paso agigantado, en la perspectiva de llegar a ser un nuevo tipo de pandemia, distinta a lo que fueron las patologías virales y bacteriales, pero tal vez con una capacidad de propagación bastante mayor. En este sentido, observemos, lo que nos señala, en su famosa investigación, Isabel Mercado


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    1. En el caso de Chile, se llegó a un extremo en este sentido, donde las grandes cadenas de farmacia (que además de terminar con todas las farmacias, tipo botica de propiedad de pequeños y medianos empresarios y de propiedad familiar generacional) se coludieron para poner precios estandarizados a los medicamentos de los adultos mayores, eliminando en la práctica cualquier tipo de competencia de mercado. Uno de los crímenes más grandes cometidos contra la población civil, en particular con quienes más demandan de medicamentos, como es la población antes señalada. La lógica extrema e implacable actuando. Tratando de obtener ganancias económicas a costa de tod o. Ahí la axiología no tenía cabida.

    2. Será la patología que escogeremos como buque insignia de la pandemia neuronal. Lo anterior, pues se trata de la enfermedad que causa más problemas a los seres humanos y lo interesante será también observar que se trata de una patología que se genera sin contagio. Cada individuo (en su pugna por el rendimiento) en una especie de macabra libertad será quien decidirá contraerla. Aunque sin duda, el ambiente para su adquisición es el mejor posible. Esta es sin duda una de las mayores trampas que ha planteado, la denominada “Sociedad Libre” al sujeto.


      (…) de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, OMS, la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y entre el 35% el 50% no saben que la padecen. La depresión es considerada una enfermedad que muchas veces no se le toma la importancia debida, ocasionando que los daños sean cada vez más elevados. Este mal va en aumento, se calcula que para el año 2020 la depresión afectará al 20% de la población mundial, superando enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Los síntomas van desde falta de apetito, comer por ansiedad, insomnio, pérdida o aumento de peso, falta de ganas para laborar, poca productividad, sentimiento de culpa y también afecciones psicomotrices (Mercado: 2017).


      ¿Por qué se producen este tipo de patologías? Por inseguridad, por miedo a perder el empleo (en medio de un mercado laboral tremendamente inestable y competitivo), por las metas y apariencias que hay que cumplir, por los compromisos adquiridos, por intentar mantener un nivel de vida que podría eventualmente caer, por las largas horas de trabajo y desplazamiento que implica el sistema productivo, por los miedos a ser víctimas de la delincuencia, por temor a dejar de pertenecer a ciertas elites o grupos sociales, por soledad, por el extremado exceso de positividad, por la extenuante conexión a la que nos vemos sometidos a través de nuestros dispositivos electrónicos, etc. ¿A todas las anteriores juntas, como variables entrecruzadas? O quizás a otras que no somos capaces de imaginar en la actual situación.

      Un elemento que puede ayudarnos en algo a explicar esta situación, absolutamente desatada a comienzos del siglo XXI, dice relación con una forma de pensamiento en occidente que puso a la idea de progreso como la más fundamental para el desarrollo de la humanidad. Para esta postura el progreso es una posición vectorial unidireccional que nunca debe variar. El mejor expositor de esta postura fue el sociólogo Augusto Comte. Veamos lo que nos señala el propio padre del positivismo, a saber “el progreso es el desarrollo del orden. Esta ley, ya conveniente en matemáticas, se aplica tanto mejor cuanto más complejos son los fenómenos” (Comte: 1982, p. 135). Esta idea de progreso impulsada por el positivismo ha sido muy importante generando mejores estadios y situaciones de confort para la humanidad, no obstante bajo ciertas interpretaciones totalitarias del capitalismo ha generado un enorme daño a los seres humanos al transformar a los mismo en una suerte de tornillos, que son parte de un modelo de autorecursivo y desquiciado que convierte al sujeto en esclavo y posteriormente en un enfermo. En este sentido, el representante de la Escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse sostiene que

      (…) la abrumadora racionalidad dentro de la irracionalidad de la sociedad industrial avanzada en la sofocación efectiva de aquellas necesidades que requieren ser liberadas mientras que sostiene y absuelve el poder destructivo y la función represiva de la sociedad opulenta. Aquí los controles sociales exigen la abrumadora necesidad de producir y consumir el despilfarro; la necesidad de un trabajo embrutecedor cuando ha dejado de ser una verdadera necesidad; la necesidad de modos de descanso que alivian y prolongan ese embrutecimiento; la necesidad de mantener libertades engañosas tales como la libre competencia a precios políticos, una elección libre entre marcas y gadgets (Marcuse: 1984, p. 34).


      Es una forma de vivir que se ha robado el tiempo de los individuos. Los ha exprimido en una suerte de Poder–Hacer infinito y quienes no calzan con este fenotipo, no tendrán cabida quedando a la vera del camino de este supuesto progreso en que se ha enrielado la humanidad. Como ha sostenido la documentalista, Cosima Dannoritzer, la pobreza de tiempo nos está afectando a todos. Así lo ha podido ver en Estados Unidos, Japón, Francia o España, y en todas las profesiones. En la lista de los derechos por los que hay que luchar hay que incluir, señala, el derecho al tiempo libre porque nos lo están robando, el burn-out –entendido como la sobreadaptación al exceso de trabajo– está en todas partes. Estos ladrones de tiempo están en


      todos lados y en el día a día en las estrategias de las empresas, en las redes sociales, etc. Así a modo de ejemplo, Dannoritzer explica que

      En los aeropuertos, las máquinas de check in han sustituido a las personas, en las bibliotecas también se puede autogestionar la solicitud de un libro, los muebles se montan en casa o el online banking es casi obligatorio. El consumidor se convierte cada vez más en un trabajador parcial, debe dedicar gratuitamente horas de su tiempo a lo que antes hacían las empresas mientras que se destruyen millones de empleos. En sus planes de negocios, las corporaciones ya cuentan con esta inversión ‘gratuita’ de los usuarios (Dannoritzer: 2018, s/p).


      Es otra forma de cansancio sobre los sujetos que simplemente está acabando con los últimos espacios con los que éstos podían contar. Para, por ejemplo, estar un poco solos y hacer algo tan simple, pero tan complicado de realizar en este tiempo, pensar y meditar ciertas decisiones, que pueda llegar a tomar sobre algo significativo para sus vidas. La idea es que esto no se haga. De esta forma, el sujeto se ve como envuelto en una gran telaraña que no lo deja “Ser”5, en el sentido más profundo de este término, y que lo va agotando, volviéndolo cada vez más esclavo del quehacer infinito. Sin la más mínima capacidad de nada que implique un proceso racional y analítico; el sujeto rebajado a la condición más precaria. Como dicen los jóvenes, “SER NADA”.

      El modelamiento de nuestro tiempo, que estos componentes que van en absoluto sentido contrario de lo “Sano”, muestra colectivos alienados, presos de una situación holísticamente muy compleja, que ha ido enfermando a la población en los guarismos que nos entregaba Mercado más arriba. Por ello hoy tal vez podemos comprender más la postura de Campillo cuando sostiene que

      (…) la lógica propia de la sociedad (actual) es cada vez menos la del progreso y cada vez más la de la supervivencia. El futuro no está ya cargado de promesas, sino más bien, de amenazas, no suscita esperanzas, sino miedo. No se espera, en todo caso, que las cosas mejoren, sino, simplemente, que no sigan empeorando. En este sentido, creo que es posible hablar de una situación posmoderna (Campillo: 1985, p. 79).


      Por todo lo anterior, se puede mantener a manera de una hipótesis con bastante sustento en la realidad, que la gran idea y propuesta de Foucault, relativa a la sociedad disciplinaria ha sido rebasada, por esta versión que podríamos denominar como del agotamiento total del sujeto. Esa teoría estructuralista tuvo gran existo y ayudo a explicar una forma en que las sociedades se modelaron por la fuerza. En este sentido, recordemos un tanto lo que entendía Foucault por sociedad disciplinaría. El pensador estructuralista, sostuvo que dicha sociedad había surgido entre los siglos XVII y XVIII, producto de una nueva mecánica del poder

      (…) que tiene procedimientos muy particulares, instrumentos completamente novedosos, un aparato muy diferente… esta nueva mecánica de poder recae, en primer lugar, sobre los cuerpos y lo que hacen más que sobre la tierra y su producto. Es un mecanismo que permite extraer cuerpos, tiempo y trabajo más que bienes y riqueza. Es un tipo de poder que se ejerce continuamente mediante la vigilancia (Foucault: 2000, p. 43).


      Es la sociedad del dominio por la vigilancia y el castigo del cuerpo. Es una forma de dominio brutal, que como sosteníamos, moldeo y configuro sociedades por medio de los dispositivos de poder más crueles y


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    3. No lo deja “Ser”, sino que además se crean todas las condiciones para que el sujeto solamente esté preocupado del “hacer”, lo que claramente muestra una involución en términos de la cadena de avance de la humanidad. Uno de los elementos graves, es el no darse cuenta de esto y además creer que se goza de una gran libertad, cuando este régimen, viene a ser como la esclavitud perfecta e imperceptible.


      toscos. La sociedad disciplinaria de Foucault se plasmó y materializo en hospitales, manicomios, cárceles, cuarteles, etc. El sujeto que represento esta forma de socialización fue el “Sujeto de Obediencia”. En suma, la sociedad disciplinaria es una instancia de prohibiciones. Mientras que lo que tenemos ahora es diametralmente opuesto. Una sociedad del rendimiento que ha hecho de la positividad y del poder hacer su leiv motiv.

      En su pequeña gran obra del siglo XXI, La Sociedad del Cansancio, Byung-Chul Han delineara los grandes elementos de la actual sociedad y las peligrosas patologías que genera, además de la depresión.

      En esta manera señala que

      (…) toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así existe una época bacterial que, sin embargo, toca a su fin con el descubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. Estas enfermedades no son infecciones, son infartos ocasionados no por la negatividad de lo otro inmunológico, sino por un exceso de positividad. De este modo, se sustraen de cualquier técnica inmunológica destinada a repeler la negatividad de lo extraño (Byung-Chul Han: 2012, pp. 11-12).


      En este punto el autor coreano define dos elementos centrales en la postura que anhelamos desarrollar. Por un lado, la característica central de la sociedad del rendimiento, puesto en su positividad y por otro, se puede desprender la diferencia esencial que existe con lo que Foucault llamo como: “Sociedad Disciplinaria”. Mientras la figura foucaultiana, causaba locos, oprimidos y criminales, nuestra actual figura societal, origina fracasados y depresivos; con un sufrimiento y un arrastre tan grande, que se parecen a una de las figuras más populares de las actuales series de entretención: los zombies. Con todo lo que esta palabra denota.

      La actual sociedad que avanza con sus patologías intrínsecas, tiene un pluricausalidad interior que la hace ser autocontradictoria, es decir, que en algún momento esas contradicciones le harán caer por no ser sostenibles. Ahora bien, una de esas contradicciones dice relación con que para su mantenimiento es necesario que el sujeto entregue mucha sangre y energía a la misma. De otra forma, esta es una sociedad (media carnívora) que mide al sujeto casi exclusivamente por el éxito que es capaz de conseguir en cualquier medio o medios en los que se desenvuelva. Y cuanta materialidad pueda producir ese sujeto para su palpación. Así las cosas, este modelo obliga al sujeto y a los colectivos a estar muy despiertos y hacer todo (poder – hacer – todo) para mantener cierto estatus y ser reconocido en el grupo societal como “Alguien”. Sin embargo, esa característica central de esta forma societal es su propia destrucción, por que en algún momento los sujetos no serán capaces de mantener los ritmos y la depresión tal vez ya no sea suficiente su tratamiento con drogas psicotrópicas. Mientras el sujeto aguante el ritmo, la sociedad del rendimiento se mantendrá. ¿Hasta cuándo? Habrá que verlo. En la actual configuración social de rendimiento, a pesar de la depresión, existe un elemento que hace que el sujeto sea productivo y se mantenga. Ese elemento es el miedo. ¿El miedo a qué? Tal vez el miedo a ser pobre y a no ser considerado ni reconocido por los grupos que al sujeto le interesan. Por ejemplo, por los amigos del gimnasio; uno de los templos sociales actuales, junto con lo mall, grandes centros comerciales, las torres de oficina, etc.

      Uno de los miedos centrales es el miedo a ser pobre. Situación peor que la lepra en esta época6. Ya Zygmunt Bauman nos ha advertido en torno a esta situación


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    4. De hecho es tan mal mirado ser pobre, que existe toda una sociología empírica que se desprende lo que plantea la población en las cuales simplemente no se quiere a los pobres. Pero literalmente no se les quiere ni cerca. La teoría sociológica ha generado un conc epto (con


      (…) en una sociedad de consumo, la ´vida normal´ es la de los consumidores, siempre preocupados por elegir entre la gran variedad de oportunidades, sensaciones placenteras y ricas experiencias que el mundo les ofrece. Una ´vida feliz´ es aquella en la que todas las oportunidades se aprovechan, dejando pasar muy pocas o ninguna; se aprovechan las oportunidades de las que se habla y, por lo tanto, las más codiciadas, como en cualquier comunidad, los pobres de la sociedad de consumo no tienen acceso a una vida normal; menos aún, a una existencia feliz. En nuestra sociedad, esa limitación los pone en condición de consumidores manques: consumidores defectuosos o frustrados, expulsados del mercado. A los pobres de la sociedad de consumo se los define ante todo (y así se autodefinen) como consumidores imperfectos, deficientes; en otras palabras, incapaces de adaptarse a nuestro mundo (Bauman: 2011, p. 64).


      Ser pobre es lo peor que le puede pasar a un individuo de las sociedades occidentales del siglo XXI y en esta fase del capitalismo financiero sostenedor bicondicional de la sociedad del rendimiento. La instalación de la aporobofia es tan potente, que una misma persona que pasa a ser pobre siente un autorechazo hacia sí mismo. Para destruir todavía más la psicología de los individuos, la época y sociedad actual presentan como un elemento positivo la posibilidad de cambiar de trabajos, de empleos y de ocupaciones. Es algo de los tiempos, en los cuales usando mi libertad `puedo decidir trabajar en lo que yo quiera’. El tema es que el marcado laboral es tremendamente frágil e inestable. Y una persona que ha logrado ir subiendo y alcanzar cierto nivel, no lo va a querer perder por el miedo. El miedo a ser pobre. Su gran terror será volver a caer, pues recibirá no solamente el repudio social, sino posiblemente, algo peor: la indiferencia. El volverse invisible para los demás, que antes hacían grupo. Entonces hoy cualquiera puede volver a ser pobre. Por ello uno de los elementos que se utilizan hoy desde los Estados para medir pobreza es el aspecto multidimensional de la misma. Esto es, la pobreza no va a depender única y exclusivamente de ciertos tipos de ingresos que presente un grupo familiar7. La apreciación de malestar mental se hace crudamente visible. Todo ello redundará, entre otras patologías, a engrosar las estadísticas de depresión.

      Como se puede apreciar el panorama que enfrenta el hombre contemporáneo con respecto a su vida y a su salud, en este caso mental, no son para nada halagüeñas. Por el contrario, aparecen una serie de situaciones que nos dicen que esta situación de no ser corregida podrá provocar graves consecuencias de insospechada profundidad y extensión en el siglo XXI.


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      ayuda de la antropología) que se denomina: “Aporofobia”. Igualmente, gran parte de la creación de este término se debe a la obra de la filósofa española Adela Cortina, quien lo expone explícitamente en su magnífica obra, Aporofobia, el rechazo al pobre: Un Desafío para la Democracia, Editorial Paidós, Barcelona, 2017.

    5. El concepto de “Multidimensionalidad de la Pobreza”, dice relación dice relación con la consideración de un conjunto de varia bles para medir pobreza y no solamente lo que se vincula con el tema de ingresos (que es una variable más). Por el contrario, se i ncorporan dimensiones tales como: acceso y calidad, otras privaciones, vivienda y entorno, redes y cohesión social. Lo anterior, implic a una conceptualización más compleja de la pobreza, considerando sus distintas características, formas, dimensiones (materiales y no materiales; tangibles e intangibles). También esta consideración multidimensional, se vinculará de forma equivalente con el diseño de políticas públicas más innovadoras, audaces y con pertinencia territorial. La aparición del concepto señalado muestra de cuerpo entero una sociedad que es más frágil, donde no hay seguridades y por ello la lucha diaria por la producción y el rendimiento es tan fuerte que finalmente terminan por acabar con la salud mental de los sujetos, que se encuentran sometido a este tipo de exigencias; tan concretas y tan complejas.


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      Fuente: Elaboración de los autores, 2018.


      He aquí donde observaremos las temáticas propias para alcanzar la sanidad y cómo a partir de la misma se puede llegar a un buen estado de bienestar, ya aflojado de las amarras de la sociedad que nos enferma. En este sentido, expresiones como “contener a una persona” no se pueden naturalizar. No debe ser natural que a las personas las andemos conteniendo porque sufren todo tipo de trastornos psicosomáticos y neuronales, como resultado del tipo de vida que llevan donde la entropía se impone sobre la homeóstasis de sus organismos. Simplemente es algo que no corresponde, por ejemplo, con la búsqueda de la felicidad y el hecho de ser feliz. Y en una sociedad, donde esta posibilidad está condicionada, será un conglomerado social que navega hacia su propio precipicio.


  3. SALUD Y BIENESTAR. LA LUZ AL FINAL DEL LARGO Y OSCURO TÚNEL DEL PODER – HACER

    El sujeto del siglo XXI, el siglo de los mayores avances sobre la tierra, y los que podrían generar las mejores condiciones para la liberación de los seres humanos es paradójicamente uno de los momentos de mayor padecimientos de grandes sectores de las poblaciones que enfrentan modos de producción y largos desplazamientos que se apartan absolutamente de cualquier consideración que podamos encasillar, en la órbita de la sanidad. Sin embargo, lo anterior debe implicar la lucha por la emancipación, de una forma permanente y constante, en la perspectiva de la liberación de los seres humanos; una liberación que también implicará como elemento inducido, mejores niveles de salud mental y el alejamiento del uso de drogas para intentar llevar un mejor modo de vivir. En este sentido, Jurgen Habermas ha sostenido lo siguiente,

    (…) mientras que el interés cognoscitivo práctico y el interés cognoscitivo técnico tienen sus bases en estructuras de acción y experiencias profundas y están vinculados a los elementos constitutivos de los sistemas sociales, el EMANCIPATORIO posee un estatuto derivado. Asegura la conexión del saber teórico con una práctica vivida, es decir, con un ‘dominio objetual’ que no aparece sino bajo las condiciones de una comunicación sistemáticamente deformada y de una representación sólo legitimada en apariencia (Habermas: 1986, pp. 324-325).


    Por ello lo fundamental de un instrumento de ‘dominio objetual’ como el indicado. Mientras que la depresión amenaza en convertirse en una epidemia y verdadera plaga en el presente siglo, a pesar de todas las drogas, tratamientos y avances médicos. Esta situación recuerda a aquella que relata Stefan Cunha con respecto a la aparición de las bacterias resistentes en la así denominada época de oro de los antibióticos. Esta enfermedad psicosomática y luego neuronal, más allá de todos los medicamentos existentes y convertidos en un super negocio podría ser superada por la realidad, como en el caso de las superbacterias que señala Stefan Cunha. De este modo, veamos el relato que hace Cunh sobre un tema similar,

    (…) el renombrado cirujano americano William H. Stewart declaro al fin de la década de 1960: ’es la hora de cerrar nuestros libros sobre las dolencias infecciosas y declarar que la guerra se ha ganado’. Esta predicción se hizo en la era de oro de los antibióticos. Las bacterias eran arrasadas con la llegada de la penicilina, la sulfa, clorafenicol, cefalosporinas, vancomicina, tetraciclina, eritromicina y otros antibióticos. Un paciente internado, debilitado por la fiebre, recibía alta médica curado de las infecciones que en el pasado lo hubieran condenado a la muerte. Sin embargo, un detalle había pasado desapercibido para los médicos: con excepción de las sulfas, todos los antibióticos fueron descubiertos y no inventados. Innumerables bacterias y hongos producían los antibióticos, y los hombres apenas los descubrieron. Esas sustancias estaban en la naturaleza por milenios y por lo mismo había una enorme probabilidad de la evolución de bacterias resistentes a los antibióticos descubiertos (Cunha: 2011, p. 103)8.


    Así como el tema que muestra Cunha, de la misma forma puede acontecer con la depresión, si es que esta enfermedad, que no es una infección bacterial, no se controla a tiempo. ¿Y cómo se controla? Simplemente9 cambiando el paradigma de desarrollo y progreso que esta sociedad ha tomado y que la convertido en una ficción que lleva a los seres humanos a entregar todas las energías que estos poseen, terminado ulteriormente como cuerpos, que ya no serán capaces de nada. De alguna manera, esta será una decisión de carácter político que tendrá como objeto final tratar de salvar a la humanidad de esta verdadera “Infección Social”.

    Ahora bien, la extensión del fenómeno de la depresión, no solamente tiene efecto y tendrá efectos sobre la salud mental de las personas, sino que también lo tendrá sobre su salud física. Así podemos entender el alegato que hace el médico Gilbert Tordjman, quien señala que lo psíquico y lo somático no son entidades separadas y que lo que afecta a una afecta a la otra. De esta forma, declara que

    (…) la medicina psicosomática no pertenece al dominio de la fe. No se trata de creer o no creer. Ya no es necesario probar la imbricación entre el espíritu y el cuerpo. Sabemos que todo conflicto psíquico tiene su contraparte en una perturbación física y viceversa. Lo psíquico y lo somático no son dos entidades separadas: deben ser tomadas como dos aspectos particulares del conjunto viviente constituido por toda persona humana (Tordjman: 2002, p. 15).


    Por lo anterior, se torna tan amenazante para el cuerpo social el avance de la depresión, que puede llegar a tener consecuencias incalculables sobre los individuos y, por consiguiente lógica, sobre el tejido social en su completitud. Por ello es una temática, como veremos en el apartado cuatro, que debe ser tomada con la mayor seriedad que amerita. De forma de transitar hacia la reducción de los efectos que ya ha fraguado e intentar ir generando condiciones, ya de largo plazo, para que sus efectos ojala no los tengamos que lamentar en un posible futuro. Es decir, evitar a toda costa que esta situación se pudiera llegar a colonizar definitivamente a la sociedad.


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    1. Traducción libre de los autores.

    2. Sin dudas esa situación lo menos que tiene es de “Simple”. Se trata de una sociedad construida y montada sobre esta forma de producir, con la irradiación que produce sobre los seres humanos. En la mayoría de los casos haciéndolos inconscientes de sus propios padecimientos.


      La depresión ha contaminado la sociedad, sin para ello tener las características de ser viral o bacterial. No obstante, ha impregnado a la sociedad y lo hace además de forma continua y lineal. Pero ahora es más grave, pues existe una tendencia exponencial de esta pandemia. Tal como se ha manifestado más arriba, la depresión tiene evidentemente aspecto biológicos y químicos (bioquímicos), pero su origen sociológico es también muy importante y de alguna manera es muy significativo en el marco de la sociedad de rendimiento. El destacado Psicólogo clínico, Michael Yapko, desde este punto de visto, ha declarado lo siguiente:


      (…) ¿qué contribuye al número creciente de individuos con depresión? Cuando planteo dicha pregunta a mis colegas, mencionan situaciones como el rompimiento del núcleo familiar, el cambio de roles, el constante temor a una guerra nuclear, migraciones masivas y la consiguiente falta de estabilidad en las relaciones, así como el creciente énfasis en la tecnología, que deriva en una sobrecarga de información y en la desvinculación del contacto humano, también, hay varios factores más. La vida se ha convertido en un aspecto más estresante y más difícil de sobrellevar para la mayoría. ¿Tienes más tiempo libre ahora que hace una década? ¿Menos? ¿Tienen más actividades recreativas? ¿Menos? ¿Tienes más control sobre la calidad de tu vida? ¿Menos? Muchos dicen que cada época tiene su cuota de estrés y retos. Es cierto. Sin embargo, los problemas que hoy deben ser enfrentados son bastante más complejos que los de antaño. Consideremos algunos cambios en la sociedad. Antes las personas confiaban en sus empleos. Un empleado leal permanecía en una empresa hasta la época de su retiro. Ahora el cambio de un trabajo a otro sucede, en promedio, cada cinco años, y casi ninguna empresa se disculpa cuando debe liquidar a un empleado, antes que éste haya cumplido la edad suficiente para retirarse y antes de que deban pagarle la compensación. Las personas solían sentirse económicamente seguras; tenían los beneficios de un seguro social. Hoy, a veces, este beneficio ya no es parte de su jubilación. Es difícil encontrar empleo y la competencia para ser contratado está muy reñida. Antes existía la familia. Hoy hay mudanzas por todo el mundo y con frecuencia la relación familiar es a larga distancia. Las familias se separan y la custodia de los hijos es un asunto que debe ser negociado, y los horarios de las visitas deben intercalarse con el trabajo y las obligaciones. Una consecuencia de reconocer la influencia sociológica en la depresión es que no puede considerarla como un problema individual. Por el contrario, tendemos a pensar que la influencia de la sociedad durante la vida es la que forma nuestras opiniones. La cultura ayuda a definir y también influye en los puntos de vista en general, incluido el amor, la familia, el tiempo, el dinero, el estrato social, la política, el arte, la religión, la moda, el gobierno, la educación, la profesión y todo cuanto puedas pensar. La sociedad nos moldea desde el instante en que nacemos, casi siempre de manera tan profundamente arraigada que es parte de nuestro inconsciente (Yapko: 2006, pp. 17-18).


      Por lo mismo, la depresión sociológicamente también se podría heredar en cuanto a un estado cultural que asola a una sociedad y se transmite de tiempo en tiempo. Por ello, debe ser erradicada en dos ámbitos. Trabajar sobre los daños que están y luego sobre su eliminación a largo plazo. Algo muy complejo que implica modificar nuestras formas de ser, vivir y producir. Por lo mismo resultan tan importantes las consideraciones de Chul Han sobre este tema.

      En este sentido, y como hemos tomado a la depresión como una de las más peligrosas pandemias que

      afectarán al siglo XXI, observaremos a continuación como la describe Byung-Chul Han su origen y sus enmarañadas tramas internas. Así sostiene que

      Al principio, la depresión consiste en un ‘cansancio del crear y del poder hacer’. El lamento del individuo depresivo, ‘Nada es posible’, solamente puede manifestarse dentro de una sociedad que cree que ‘Nada es imposible’. No – poder – poder – más conduce a un destructivo reproche de sí


      mismo y a la autoagresión. El sujeto de rendimiento se encuentra en guerra consigo y el depresivo es el inválido de esta guerra interiorizada. La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre bajo el exceso de positividad. Refleja aquella humanidad que dirige la guerra contra sí misma. El sujeto de rendimiento está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo (Chul Han: 2012, p. 31).


      Tendremos que entender que, si queremos preservar una sociedad sana, el paradigma de que “todo es posible” tendrá que ser revisado. Porque si el individuo no está sano, la sociedad no lo estará y menos el régimen político democrático. Y de sociedad abierta, ni hablar en este tan mal marco teórico.


  4. MÁS SALUD, MÁS DEMOCRACIA, MÁS SOCIEDAD ABIERTA

El sujeto es un sistema abierto, también lo es la sociedad. En este sentido es un generador y receptor de los más diversos estímulos que se puedan producir en lo que se denomina su medio. Una suerte permanente de retroalimentación, que en términos simples contará con elementos tanto positivos como negativos en su transmisión. En un sistema social los diferentes individuos que lo integran tienen sus propios fines, los que luego deberán en equifinalidad ser armonizados con los fines generales del sistema. Esta es una de las características básicas de los sistemas abiertos, los cuales se pueden representar de la siguiente manera:


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De esta forma, en un sistema social (que sería el mayor de los sistemas) los diferentes sistemas individuales van a tender a emular al mayor. En este sentido, la asimilación de una patología tan extendida como la depresión, se explicaría por sí misma.

Ese sistema enfermo, no se puede perpetuar y por lo mismo deberemos de agitarlo tanto que se acentúe su entropía hasta el punto que no sea capaz de soportar y dar el sustento a la dispersión. De lo contrario, si prevaleciera la homeostasis, de ese cuerpo enfermo el resultado será un lento pero seguro avance de la patología sobre la totalidad del colectivo. En consecuencia, como el problema es holístico, la estrategia deberá ser en simetría.

Ahora bien, en términos físicos, por qué se ha producido tal plaga como la depresión. Un de las explicaciones la podemos encontrar conceptualmente en la propia ciencia física y da luces sobre la situación de los seres humanos en las sociedades de rendimiento. Finalmente, cuál es elemento más importante a la hora de la producción de la depresión. Ese elemento que altera de forma considerable los aspectos bioquímicos del cuerpo humano (que hemos arriba asimilado a un sistema abierto; y que lo es por lo demás), que activa los centros de placer y que reduce la producción de las enzimas necesarias, que bajan su producción, y que finalmente produce el fenómeno depresivo. A nuestro juicio, es la velocidad en la cual vivimos y con los constantes cambios de movimientos y de velocidades que sufrimos a diario. Los cambios


de tiempos, que realizamos a cada instante. Este es un fenómeno físico, sin duda, pero que puede ayudar a explicar la situación de nuestra humanidad en el primer cuarto del siglo XXI. Los seres humanos, además de ser máquinas, tenemos un psiquis como planteaba el médico y por ello que estos cambios de velocidad que experimentamos a cada instante, si bien no afectan de inmediato al cuerpo si afectan gravemente a su psiquis, la cual ulteriormente enviará los mensaje respectivo, la enfermedad se somatizará, como es el caso de la depresión. Recordemos la fórmula de la aceleración y de los cambios de velocidad, que antes solamente asimilábamos a los objetos. Ahora somos nosotros los que padecemos de esta situación física. Recordemos la famosa ecuación de la aceleración de la física. Lo lamentable es que ahora también es aplicable a nuestra biología social:


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Así estamos en una vorágine de la que muchas veces ni siquiera somos conscientes. No obstante, deberemos levantar la voz para romper con este sistema, que al igual que los castores, nosotros hemos creado. Creamos nuestra propia madriguera. Claro que al parecer hemos sido muy malos ingenieros. Quizás, por ejemplo, deberemos aprender más de los castores, que si realizan grandes obras de ingeniería, a pesar de desviar los cursos de los ríos.

Sin embargo, nuestro sentido, crítico de los que aún no somos abducidos completamente, nos lleva a plantear una postura de ruptura con este orden autogenerado. Por mismo, siendo ecos de muchas voces, concurrimos a enunciar lo siguiente. No queremos ver niños llorando por las extensas jornadas a las que son sometidos en los colegios. No queremos ver niños aterrados porque son objeto de bullying por parte de compañeros de escuela. No queremos ver a los viejos de la sociedad horrorizados por el futuro que les espera, en aspectos como Salud y Previsión. No queremos ver a las personas destruidas psicológicamente por la cantidad de deudas que han contraído y que materialmente no podrán pagar. No queremos ver a la gente cansada y desmotivadas de los pobres trabajos que han conseguido y que más que trabajos son una carga con la que tienen que convivir en sus menesterosas vidas. No queremos ver a las personas tan conectadas en redes sociales que al final terminan desconectados de lo humano. No queremos las ciudades de la congestión–colapso, donde ya no cabe ningún edificio y automóvil más, pues sencillamente el espacio público ha sido ocupado en su totalidad. No queremos más personas apretadas y comprimidas en precarios medios de transportes que prolongan la eterna agonía de sus días. No queremos la sociedad de la depresión. No queremos la sociedad enferma. No queremos la sociedad del pánico. La sociedad del correr sin sentido. La sociedad del “hasta donde aguantemos”. Para ello, ¡será necesario pedir lo imposible!

En el marco de las sociedades segmentadas y estratificadas, lo que hemos venido tratando se vuelve aún más complejo de resolver. Sin embargo habrá que intentarlo. La situación mental de las poblaciones tiende a empeorar. Pero habrá que hacer lo que la situación amerita. Como sostiene Mark Fisher luego de observar las situaciones de salud mental por la que atraviesan los sujetos señala:


No es sorprendente que sientan ansiedad, depresión o falta de esperanza quienes viven en estas condiciones, con horas de trabajo y términos de pago que pueden variar de modo infinito, en condiciones de empleo terriblemente tenues. Sin embargo, puede llamar la atención, a primera vista,


que se logre persuadir a tantos trabajadores de que acepten este deterioro en las condiciones de trabajo como ‘naturales’, y que se ponga el foco en su interioridad (ya sea en las características de su química cerebral o en la de su historia personal) para encontrar las fuentes del estrés que puedan sentir. En el campo de batalla ideológico que Southwood describe desde adentro, la privatización del estrés se convirtió en una más de las dimensiones que se aceptan de antemano en un mundo aparentemente despolitizado (Fisher: 2016, p. 126).


Esta constatación de hechos, nos hace recordar la extraordinaria anécdota que relata Cioran en una de sus obras y que dice relación con esa antigua situación en torno a determinar qué es lo normal y cuál su contrario. La experiencia que nos relata Emil Cioran, que aunque muy iluminadora como ejemplo, su eventual materialización sería un duro golpe no sólo para la salud mental sino que para la humanidad en su completitud. Así el pensador señala que


(…) paseando por el parque del hospital psiquiátrico de Sibia, en Transilvania, fui interpelado por un ‘huésped’. Intercambiamos algunas palabras y luego le dije: ‘Se está bien aquí’. – ‘Es cierto. Merece la pena estar loco’, me respondió. ‘Pero está usted, a pesar de todo, en una especie de prisión.’ – ‘Si usted quiere…; pero aquí se vive sin la menor preocupación. Además la guerra se acerca, usted lo sabe tan bien como yo, y este lugar es seguro. No se nos moviliza y no se bombardea un manicomio. Si yo fuera usted me haría internar inmediatamente’. Turbado y maravillado, le dejé e intenté informarme sobre él. Se me aseguro que estaba realmente loco. Loco o no, nunca nadie me ha dado un consejo más razonable (Cioran: 1987, p. 146).


El microrrelato de Cioran es realmente muy actual y pone de manifiesto las condiciones en que la salud mental de la sociedad se puede encontrar.

La tarea del siglo XXI es compleja. Se trata de una liberación. De la liberación de los sujetos y de las

sociedades del yugo de la depresión. Sin embargo la depresión es sin duda un efecto de causas mayores. En consecuencia, el quehacer debe estar dirigido a determinar esas causas para terminar con el efecto, en este caso la depresión y devolverle la salud mental y el buen vivir a los colectivos de personas. Lo anterior, se hace con un enunciado simple y concreto. Como han mantenido autores como Jean. F. Lyotard, a saber


(…) en la sociedad y en la cultura contemporáneas, sociedad posindustrial, cultura posmoderna, la cuestión de la legitimización se plantea, en otros términos. El gran relato (el macrorrelato) ha perdido su credibilidad, sea cual sea el modo de unificación que se le haya asignado: relato especulativo, relato de emancipación. Se puede ver en esa decadencia de los relatos un efecto del auge de las técnicas y las tecnologías a partir de la Segunda Guerra Mundial, que ha puesto el acento sobre los medios de la acción más que sobre sus fines; o bien el del redespliegue del capitalismo liberal avanzado tras su repliegue bajo la protección del keynesianismo durante los años 1930-1960, auge que ha eliminado la alternativa comunista y que ha revalorizado el disfrute individual de bienes y servicios (Lyotard: 1986, pp. 73-74).


Por lo mismo, el planteamiento tiene que ser simple, ante una situación tan multidimensionalmente ocasionada como es la depresión.

En el marco de la sociedad libre y emancipada, la salud mental ocupa una de las posiciones más importantes en esa construcción. Si la salud anda mal y en particular la salud mental, entonces la sociedad como cuerpo social estará muy mal. Y por lógica consecuencia, la estructura y régimen político y correlaciones de fuerza, que se de esa sociedad estará, al menos, mal equilibrada. La construcción y perfeccionamiento de la democracia requieren de sujetos con capacidad crítica, con el tiempo suficiente, para discutir las diferentes ideas y posturas que se dan al interior del conglomerado social. De igual manera, el


concepto de “Sociedad Abierta” que hemos defendido en otros lugares10 necesita que los individuos se encuentren en posiciones de libertad muy amplias para desarrollar, las estructuras capaces de hacer fluir todas las situaciones que una sociedad necesita ir tratando para el avance permanente e infinito hacia su puesta al días que se le exigirá en diferentes momentos y contextos históricos. Eso es lo que representa el concepto de “Sociedad Abierta”. Lo actuales sujetos y las vidas que desarrollan no están capacitados para este ejercicio de libertad y de emancipación. Solamente lo están algunas elites de las diversas sociedades que viven el flagelo del Rendimiento – Depresión. La elites que tienen tiempo, que tienen la capacidad material del ocio, que pueden reflexionar sobre el quehacer; que tienen en consecuencia, la capacidad de analizar lo que hacen y los por qué de sus acciones. En cambio, las grandes poblaciones del rendimiento, acogotadas por toda clase de vectores negativos, si apenas tienen tiempo para pasatiempos que aumentan su embrutecimiento y cansancio, entre otros: fútbol (a toneladas; además debe ser pagado), telenovelas (insípidas y que fomentan conductas básicas y consumistas), redes sociales (que cuando son analizadas saltan a la vista los contenidos realmente miserables que allí se tratan, que están fomentando la destrucción del lenguaje, la actitud narcisista, la frivolidad, el mal gusto, las faltas de respeto, las groserías y miles de etc., negativos) y tal vez lo peor los denominados “Matinales de la TV Abierta”, en donde se trata la chabacanería y la cultura de lo vulgar en su grado máximo. Por lo mismo, hoy ese sujeto no está en condiciones de nada. Excepto producir todo lo que pueda; por ello hemos hablado en el título de este artículo de la “Sociedad de lo Peor”. Mejor no hablemos de la unidimensionalidad de los medios de comunicación en Occidente, de la morbosidad y de la industria de la prostitución (realizada por personas que encuentran en ese oficio, como una forma de hacer dinero fácil y rápido). ¿Cuánta prostitución de todo tipo hay en nuestras ciudades? ¿Existe alguna regulación mínima sobre la misma? El éxito material no puede ser la única medida de las cosas. Por ello, también hacemos referencia a este orden, llamándolo: la sociedad de lo peor…

No obstante, aún están por algún lado los anticuerpos que rechazan este orden social enfermo. La

democracia y la sociedad abierta requieren de estos anticuerpos, para recomenzar a des-construir lo que el capitalismo financiero ha llevado hasta su más triste y pobre expresión. De esas cenizas, es que debe surgir la fuerza que intente la revisión de nuestras formas de vivir en la perspectiva de tener sociedades sanas y con desarrollos multidimensionales que incluyan como número uno el factor humano. Por eso, pedimos lo Imposible!!!

Seguramente la geopolítica del poder se opondrá a esta tentativa de recuperar el factor humano como un elemento central y determinante de todo el andamiaje social, el cual comienza ya a hacer estragos en el bienestar de las personas, a nivel estudiantil y la forma de ver los valores (Véliz et al: 2017; Dörner et al: 2017), que influirá en los futuros profesionales y personas en la toma de decisiones.


CONCLUSIONES

La lógica de la sociedad de mercado, de una supuesta productividad permanente ha colaborado de forma decisiva a la generación de colectivos cansados y de la patología – psicosomática – neuronal, en varias ramas.

El paradigma del rendimiento ha llevado a la sociedad a un enorme malestar en lo que a su salud mental se refiere. La Sociedad de Consumo, como causa de lo anterior está contribuyendo de forma decisiva con patología mentales como la depresión, entre otras.


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  1. Para una defensa del concepto de “Sociedad Abierta” ver, entre otros, el siguiente trabajo: Estay Sepúlveda & Lagomarsino Montoya (2016, pp. 75-929.


La salud mental, y la depresión en particular, es un tema que debe ser abordado de la forma más completa posible, por los Estados y las sociedades civiles respectivas. Se trata de una alianza en favor de la humanidad.

El bienestar, el buen vivir y el tiempo de ocio son elementos fundamentales en la construcción de sociedades equilibradas, bien estructuradas y con un alto estándar de sanidad.

La preocupación por una sociedad sana es uno de los elementos más importantes para preservar, ampliar y profundizar la democracia y crear las condiciones para la sociedad abierta.


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