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NOTAS Y DEBATES DE ACTUALIDAD

UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 23 , n° 81 (ABRIL-JUNIO), 2018, pp . 129-135 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL

CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA. ISSN 1315-5216 / ISSN-e: 2477-9555


Globalización, internet y transculturación. Reflexiones desde el pensamiento de Fernando Ortiz

Globalization, Internet and Transculturation. Reflections from Fernando Ortiz's Thought


Jimena AGUIRRE

jaguirre@mendoza-conicet.gob.ar

ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8681-247X Universidad Nacional de Cuyo / CONICET, Mendoza, Argentina


Este trabajo está depositado en Zenodo:

DOI: http://doi.org/10.5281/zenodo.2253482


RESUMEN


La globalización ha implicado, en gran medida, el fortalecimiento de una cultura del mercado que violenta el ámbito de otras culturas. En este abordaje proponemos volcarnos a la mirada propia, aquella que permite adentrarnos en tradiciones del pensamiento latinoamericano con vigencia en torno al problema de lo humano. Fernando Ortiz, específicamente, desde categorías como desculturación, inculturación, transculturación y neoculturación echa luz para repensar la cultura y las culturas. La transculturación como un proceso de intercambio entre culturas se vuelve una posibilidad necesaria en el marco de una circulación “global” –con claras hegemonías– promovida fundamentalmente por las tecnologías de la comunicación.


Palabras clave: Humanismo latinoamericano; globalización; transculturación; tecnologías.

ABSTRACT


Globalization has involved, largely, the strengthening of a market culture that violates the scope of other cultures. In this study, we propose to analyse the current Latin American thought traditions about the human problem. Fernando Ortiz, specifically, from categories such as deculturation, inculturation, transculturation and neoculturation allows reflection on culture and cultures. We are interested in speculating about the possibilities of transculturation as a process of exchange between cultures that is necessary within the framework of the circulation of information and communication technologies. Transculturation as a process of exchange between cultures becomes a necessary possibility in the framework of a "global" circulation –therefore, with clear hegemonies– promoted fundamentally by communication technologies


Key words: Latin American Humanism; Globalization; Transculturation;Technologies.


Recibido: 10-05-2018 ● Aceptado: 06-06-2018


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Utopía y Praxis Latinoamericana publica bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported (CC BY-NC-SA 3.0). Para más información diríjase a https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es_ES


“CONCIENCIA DE MUNDO” Y TRANSCULTURIZACIÓN


En este recorrido intentamos recuperar conceptos como “conciencia de mundo” y transculturación, desarrollados por Rüsen y Kozlarek (2009), pensando en la globalización y el humanismo. Asimismo, desde una perspectiva latinoamericanista –en especial– aludimos a nociones filosóficas, sociológicas y políticas trabajadas por Fernando Ortiz en su obra Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar (1940), que facilitan repensar las posibilidades de lo transcultural, entendiendo –hoy en día, más que nunca– la complejidad como inherente a la vida.

Para ello abordamos tres ejes relacionados entre sí, que viabilizan la reflexión en torno a la cuestión

que nos ocupa. El primer eje involucra lo espacio-temporal y la tensión globalización-localización. A continuación, nos enfocamos en la transculturación, entendida por Ortiz como categoría que permite analizar el cambio cultural. El tercer eje, profundiza en las tecnologías de la información y de la comunicación como parte de nuevas condiciones culturales, que de hecho aportan a cierta inculturación – en términos del pensador cubano– y al desenvolvimiento de ciertas dinámicas de dominación cultural invisibilizadas.

El trabajo pretende problematizar –en varios sentidos– lo humano, con categorías particulares de Ortiz, en el contexto actual. Ello constituye un interesante desafío. Pues, se tratan de categorías transpolables a la contemporaneidad que entretejen diferentes dimensiones (las cuales aluden a lo económico, cultural y social) y permiten penetrar, analizar y criticar realidades que aparecen dadas, cuasi- verdades que ocultan y obturan otras realidades y a “otros”.


GLOBALIZACIÓN-LOCALIZACIÓN


En relación a la ubicación espacio-temporal, esta reflexión se desarrolla en el marco de inquietudes investigativas de un grupo de trabajo interdisciplinario que se dedica a la Filosofía Práctica, la Filosofía Argentina y Americana y la Historia de las Ideas Latinoamericanas en Mendoza. En este caso, nos enfocamos en la categoría de transculturación, teniendo en cuenta el propósito de contribuir a la caracterización de un humanismo crítico de Nuestra América. Algunos de los interrogantes que nos orientan pueden ser formulados de la siguiente manera: ¿cuál es la especificidad y originalidad de la perspectiva de Fernando Ortiz en relación a al concepto de transculturalidad de acuerdo al contexto de pensamiento filosófico europeo y estadounidense?; ¿qué significación aporta el traspolar esta categoría de una tradición latinoamericana de pensamiento filosófico y sociológico, al contexto de lo que se conoce como globalización?; ¿qué problemáticas subyacen en las manifestaciones discursivas del humanismo en América Latina durante el siglo XX?

Intentamos desarrollar una reflexión con coordenadas espacio-temporales localizadas, teniendo en cuenta, siempre, el contexto de la globalización. Respecto al concepto mencionado, nos despojamos de la lógica de la monocultura del tiempo lineal (Santos: 2010) que sostiene un sentido y una dirección única de la historia, desconociendo a lo distinto, a lo particular, a lo que está afuera de lo dominante, lo “desconocido”, lo latinoamericano, el “Sur”. Es decir, reconocemos lo que es diferente y diverso, fuera del “canon”, lo subalterno, lo contrahegemónico gestado en sociedades de la periferia de la globalización hegemónica –enarbolada desde los países centrales como un sistema mundo moderno. Hablamos, entonces, de globalizaciones, en plural.

Nuestro afán de penetrar en lo singular, nos lleva a recuperar la idea de Edgar Montiel (2000) acerca de que las producciones intelectuales/culturales involucran tensiones, luchas que pueden y deben liberarse antes que las estructuras políticas y económicas. En otras palabras, es posible pensar y poner en práctica iniciativas contrahegemónicas, que reflejen lo local/identitario y el diálogo con lo global desde una cultura y una intelectualidad propias.

El hombre se ha vuelto un logófago o devorador compulsivo de símbolos (Montiel, 2002) en el marco de procesos complejos (globalizaciones) en el que las tecnologías de la información y la comunicación


(TICs) asumen un papel muy importante. Se potencian nuevas y otras experiencias humanas a través de las industrias de las telecomunicaciones, lo audiovisual y la denominada revolución digital. Ello significa un cambio de época donde se desdibujan fronteras (territoriales), nos inundan símbolos principalmente asociados al consumo y al mercado. Las culturas de diferentes países experimentan (y/o sufren) procesos de hibridación entre la cultura de masas/masificación simbólica (globales) y la cultura comunitaria (local).

La masificación simbólica alude a la necesidad de las industrias culturales de colocar sus productos de un modo global, generando para ello un mercado que tiende a constituir un lenguaje homólogo y modelos de comunicación direccionados. En torno a esta compra-venta cultural se puede plantear si surgen, realmente, procesos de transculturación, pues, en la base de esta masificación existen desigualdades y una tendencia a promover una sociedad acrítica, cerrada y arbitraria, más bien una sociedad aturdida e infoxicada.

La cultura es relato, creatividad para producir nuevas formas en permanente construcción. La cultura renace en el lenguaje, que expresa nuestra forma de comprender el mundo. Tal como sostiene Galeano (2002), lo mejor que el mundo tiene consiste en la cantidad de mundos que contiene. La diversidad cultural se constituye en patrimonio de la humanidad. Por supuesto, existe la tendencia global a la uniformidad asociada a intereses provenientes de la concentración de poder, promovida por los medios de comunicación dominantes.

Por lo dicho, queremos subrayar con el concepto de mundo nos referimos a “modos de regular la vida” que involucran valores y diferencias y, como refieren Bauman y Donskis (2015), mundo/mundos que diluyen, pierden, destruyen sentidos de comunidad y se vuelven cada vez más individualistas.


TRANSCULTURIZACIÓN


Según Ortiz (1978), la misma historia de Cuba –y en cierta medida, de Latinoamérica– está atravesada por intrincadísimas transculturaciones. Es decir, procesos que dan cuenta de desarraigos y sincretismos culturales provocados –en el pasado– por las inmigraciones (españolas y de africanos de razas y culturas diferentes) con los nativos de la isla (y del subcontinente). En ese marco, el autor piensa el vocablo transculturación como síntesis del doble trance de desajuste y de reajuste, de desculturación o exculturación y de aculturación o inculturación. Tras las mutaciones de culturas se transita un amestizamiento de razas y culturas en el devenir histórico.

Las condiciones que reflejan desagarre y amputación social, sobre todo, de quienes fueron sometidos (indios y esclavos negros) a la cultura colonizante son claramente descriptas en torno a dos fenómenos económicos (y sociales) como la producción del tabaco y el azúcar. Estos productos permiten dilucidar diferencias o contrastes: por una parte, el “cultivo de tabaco” involucra la inmigración de blancos, lo artesanal, la “cubanidad”, la libertad, “una tarea en la que participan pocos”; mientras que el “cultivo del azúcar” supone la trata de negros, “un trabajo de muchos”, la extranjería, el coloniaje, la esclavitud.

El tabaco y el azúcar se entraman con las razas. Para el tabaco, históricamente, se enlazan indios y negros y el blanco que obtiene rédito mientras que, para el azúcar, fundamentalmente, el blanco explota al negro. La lógica de la caña de azúcar y el tabaco devela la historia del pueblo cubano desde la misma formación étnica hasta su contextura social, sus dinámicas políticas y relaciones internacionales.

La transculturación, por lo mencionado, hace visibles relaciones de poder que acompañan procesos que el antropólogo cubano desentrama acabadamente y –además– analiza el papel activo y creativo que a menudo le es negado o se ha omitido de la cultura más débil.


Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del este proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana aculturation, sino que el proceso implica necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que podría decirse una parcial desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de


nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación (Ortiz: 1978, p. 96).


Y agrega más adelante:


La historia del tabaco ofrece uno de los más extraordinarios procesos de transculturación. Por la rapidez y extensión con los que se propagaron los usos de aquella planta apenas fue conocida por los descubridores de América, por las grandes oposiciones que se presentaron y vencieron y por el radicalísimo cambio que el tabaco experimentó en toda la significación social al pasar de las culturas del Nuevo Mundo a las del Mundo Viejo. “El tabaco “se regó por el mundo como la pólvora, dice un historiador. (Ibíd.: p. 204).


El concepto de transculturación atraviesa uno de los acontecimientos de la historia global del siglo XX que señala Chakrabarty (2009) a partir de Du Bois: el problema de la línea de color. Es decir, la relación entre las razas más oscuras con las más claras en América, en Asia y África marcada por la explotación, la esclavitud, el asesinato, el exterminio y libertinaje de la civilización europea sobre los pueblos menos desarrollados/subdesarrollados.


Las cañas han de molerse apenas cortadas, porque si no su jugo merma, se fermenta y se echa a perder. Esta condición de la caña es de enormes consecuencias sociales e históricas. […] No fue, pues, el latifundio el que causó la gran población negra de Cuba, como erróneamente ha sido dicho, sino la carencia de brazos indígenas, de indios y de blancos y la dificultad de traerlos de otra parte del globo que no fuese África, en igualdad de condiciones de baratura, permanencia y sumisión (Ibíd.: p. 38).


Fernando Ortiz sostiene que en la Cuba del siglo XX se entrelazan el tabaco y el azúcar con las razas. El tabaco se constituye en un legado por el indio, cuidado y estimado por el negro; luego, explotado por el blanco. Para el ingenio azucarero fue el trabajador exclusivamente negro.


El azúcar y el tabaco son todo contraste […]. Cuidado mimoso en el tabaco y abandono confiante en el azúcar; faena continua en uno y labor intermitente en la otra; cultivo de intensidad y cultivo de extensión; trabajo de pocos y tarea de muchos; inmigración de blancos y trata de negros; libertad y esclavitud; artesanía y peonaje, […]. Cubanidad y extranjería. Soberanía y coloniaje. Altiva corona y humilde saco (Ibíd.: pp. 13-14).


El pensador uruguayo Ángel Rama (2007) pone en juego en su narrativa la resistencia a considerar a la cultura propia –en este caso, la cubanidad– como pasiva o inferior al impacto externo de otra cultura que habrá de modificarla. Ello es un aporte original en el que se recoge el potencial creador de la cultura cubana/latinoamericana. En otras palabras, la transculturación resignifica el lugar de la cultura (aparentemente) débil, habilita la resistencia y la mirada sobre las raíces; la necesidad y urgencia de repensar lo propio.

Ortiz, desde una perspectiva histórica muy atenta, recupera hechos de una sociedad y una cultura que “mira” desde dentro (Cossío Woodward: 2008). Retoma dificultades y conflictos económicos y de la técnica de ese momento, formas del trabajo, la esclavitud, las implicancias políticas y sociales de las industrias del tabaco y del azúcar que se plasmaron en las relaciones entretejidas de lo cubano y lo extranjero.


“CONCIENCIA DE MUNDO” E INTERNET


En la actualidad, desde otros espacios y lugares se renueva el interés, la preocupación en el carácter político del cambio cultural y de la diversidad cultural. Como hemos dicho, cuestionarnos sobre las posibilidades de lo transcultural refiere a “mirar” y analizar las complejidades de los cambios culturales. Las tecnologías como parte de nuevas condiciones culturales desarrollan dinámicas de dominación invisibilizadas. En otros términos, la tecnología, surge de ciertas condiciones culturales particulares y de forma concomitante ayuda a generar, producir otras nuevas (Escobar, 2005). Los antropólogos, en especial, pueden comprender muy bien estos procesos si están abiertos a la idea de que la ciencia y la tecnología son campos cruciales para la creación cultural en el mundo contemporáneo.

La incorporación de las denominadas TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) ha implicado repensar la vida cultural, social, política y económica del hombre. Ello conlleva –aunque queda aún mucho por recorrer– a generar espacios de reflexión en diferentes campos en torno al concepto de tecnología, tales como: la sociología, la psicología, la filosofía, la educación, entre otros. Sin embargo, según Díaz (1995), se requiere fortalecer la antropología social de la tecnología, debido a la necesidad de elaborar un marco conceptual integral y renovado para los cambios. Se observan de manera cada vez más significativa la preocupación sobre la articulación tecnología, sociedad y cultura (Escobar: 2005; 2009). La red de redes involucra una trama de relaciones; en ciertos casos, formas de organización del trabajo, procesos políticos e incluso rituales en torno a internet.

De acuerdo a Arturo Escobar, el lenguaje de la complejidad presente –tal vez– esté señalando que es

posible para la(s) tecnociencia(s) y, en específico, para la cibercultura contribuir al diseño de otras formas de vida y de mecanismos de estructuración de la vida y del mundo. Se trata de posibilidades de repensar lo que circula en la red, muy marcado y condicionado por intereses económicos de lógica neoliberal; donde el mercado, rige y reina en lo que subyace y predomina en las redes. Se trata de hegemonías invisibles que circulan y formatean modos de hacer, de interactuar y de pensar.

Si nos enfocamos en lo económico, a partir de fines de los ‘70, el financiamiento y las corporaciones trasnacionales se han vuelto el núcleo del capitalismo de los países centrales del Atlántico Norte (Ferrer, 2013). Estos procesos se potencian en el marco de las tecnologías que facilitan la proyección y el alcance mundial de las reglas del mercado. La globalización se ha acrecentado y profundizado respecto de la primera mitad del siglo XX, la acumulación y la distribución de la riqueza y el ingreso se asocian a las cadenas trasnacionales de valor y a la especulación financiera.

Las TICs tejen nuevos escenarios. Es decir, las tecnologías poseen una gravitación clave al interior de las sociedades y la política de las antes denominadas economías industriales (actualmente, empresas trasnacionales) para el afianzamiento del paradigma neoliberal. Las redes permiten la circulación no solo de ideas de globalización/globalizaciones sino que también de intereses trasnacionales que desdibujan a los Estados nacionales y sus mercados. El poder decisorio y real sigue siendo y se encuentra en el mercado.

El neoliberalismo supone un ejercicio del poder dentro del cual las potencias dominantes construyen formas de articular el sistema global. Para ello se plantean teorías que circulan, se mediatizan y se expanden con criterios de validez universal pero que, claramente, implican a los intereses de países centrales. En lo concreto tanto los recursos, la producción, la inversión y el empleo, el espacio interno son decisivos mientras que en el plano virtual las corrientes financieras y de la información, contribuyen con el imaginario de que se habita en una aldea global.


REFLEXIONES FINALES


¿Cuál es el tabaco o la caña de azúcar actuales? ¿Dónde se comercian? ¿Quién/quiénes comercian?

¿Quiénes explotan o son explotados? ¿Qué formas de relación de dominación y sumisión circulan a través de internet? ¿Cuáles nuevos procesos de aculturación se generan en torno a un mercado que


olvidó y olvida o no le importa la memoria de lo propio? Las tecnologías son fundamentales para las maneras de intercambio del neoliberalismo, la sociedad del consumo y de los vínculos efímeros; urgen los tamices críticos porque se diluye o invisibiliza a lo cultural más singular, más propio, lo diferente, lo distinto, lo (aparentemente) débil, lo marginal.

Como hemos sostenido a lo largo de este ensayo, se configuran rupturas/intersticios para construir otras visiones. Develar lo transcultural hace necesario mirarnos y valorarnos. Retomando ideas de fundadores del pensamiento de América Latina, volver al “nosotros”.

Si hablamos de "nosotros" y de lo “nuestro” (cfr. Roig: 1981) queremos decir simplemente "nosotros los latinoamericanos”; “los cubanos”, “los argentinos”, “los peruanos”, “los venezolanos”; se trata de desenvolver posibilidades reales de reflexión acerca de "valer sencillamente para nosotros". Ello habilita procesos de transculturalidad y neoculturalidad, volviendo a Ortiz.

Juan Francisco Martínez Peria (2012) resalta aportes de Roig en torno a su teoría del pensamiento

latinoamericano que permiten nutrir esta categoría de lo transcultural. Menciona que no podemos desentramar la historicidad de la existencia humana porque es radical; somos sujetos colectivos, concretos y empíricos, que desenvuelven su existencia en un constante gestarse y hacerse a sí mismos. En otras palabras, lo humano deviene en un permanente proceso de asunción y ruptura con el pasado hacia la construcción de un nuevo futuro. Por otra parte, la valoración del conocimiento de uno mismo supone un avance de la autoconciencia de ese sujeto colectivo, que pasa del en-sí al para-sí. La transculturalidad y la neoculturalidad solo pueden desarrollarse en la autoafirmación del conocimiento del nosotros.

Por último, nos permitimos sostener que, como la filosofía, lo humano debe comprenderse situado (históricamente), enmarcado por comienzos y recomienzos en diversos momentos, lugares geográficos y “a priori antropológicos” de la pluralidad de comunidades humanas (Roig, 1981). Lo humano es susceptible a volver a preguntarse en un contexto contemporáneo que se caracteriza por los cambios continuos, la incertidumbre, la velocidad, las redes digitales y, sobre todo, el fuerte mercantilismo global. “Pensarnos” se plantea como desafío y oportunidad de crear otros humanismos que resignifiquen la pregunta por el hombre, pero sobre raíces que refieran a “lo propio” en tiempos de aturdimiento.


Referencias bibliográfícas


Bauman, Z. & Donskis, L. (2015). Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida. Barcelona: Paidós.


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