Homenaje póstumo a nuestro querido director-fundador

Álvaro B. Márquez-Fernández

 

 

 

1 9 5 2  -  2 0 1 8


 


 


A la memoria de Álvaro, por siempre

 

Roberto FOLLARI

Universidad Nacional de Cuyo

Argentina

 

Y caminábamos por Buenos Aires aquella noche, hará seis o siete años. Nos había tocado el mismo hotel, de modo más o menos casual: y hacia allá nos dirigíamos desde el sitial del Congreso académico. Bromeábamos porque las 14 ó 15 cuadras no parecieron pocas a nuestro cansancio de la hora. Allí Álvaro dejó plasmada una vez más su conversación tan inteligente como tolerante, tan comprometida como abierta: para hablar de Borges, de Rómulo Gallegos, del perfume de la noche o el talante de algún colega…

Es que, si algo lo caracterizó, fue la defensa de un compromiso ético con nuestras sociedades latinoamericanas. Aquello ético que nunca dejó de hacer eco en lo político, ese espacio donde los antagonismos son a menudo inevitables, y en algunos casos fecundos. Él sabía cómo abrir opciones, y los proyectos editoriales que sucesivamente dirigió fueron siempre ejemplo de una amplia pluralidad, a la vez que ella se sostenía sin renuncias en la orientación de defensa de los intereses de nuestros pueblos, y de los más pobres dentro de ellos.

Su palabra pausada –que me había acompañado diariamente cuando su invitación a Maracaibo, no pocos años antes-, se mantuvo hasta el final, no por prudente menos incisiva. Y su afecto presente en cada texto, en cada mensaje, en cada detalle, no podrá abandonarnos.

No está su silueta para acompañar una caminata en algún sitial del continente, pero el espacio de su ausencia se constituye como positividad viva, como recuerdo querido y valioso en quienes tuvimos el privilegio de frecuentarlo.

 

Seguirás con nosotros en tus obras y en tus afectos, querido Álvaro.

 

 


 


Muy querido amigo Álvaro

 

Walter Omar KOHAN

Universidad del Estado de Rio de Janeiro

Brasil

 

Quiero darle forma al título de este breve y sincero homenaje con una fórmula con la que siempre empezaban las cartas / mensajes que recibía de Álvaro: “Muy querido amigo Walter”. Me sentía tan bien al leer esos comienzos, tan querido, tan amigo, que casi siempre le respondía de la misma manera, tratando de generar lo que Álvaro generaba en mí: “Muy querido amigo Álvaro” solían comenzar mis mensajes hacia él.

Nos escribimos por última vez el día 3 de noviembre de 2018, apenas un par de semanas ante de que el muy querido amigo Álvaro se nos muriera. Yo lo invité aquel día en nombre del comité organizador del XX Congreso Mundial del ICPIC (Consejo Internacional para la Investigación Filosófica con Niñas y Niños) a ofrecer uno de los pre-cursos del Evento. El ICPIC es la asociación mundial que nuclea personas que trabajan en proyectos de investigaciones filosóficas con niñas y niños que tanta cautivaba a Álvaro y por el que tanto trabajó.

Álvaro aceptó prontamente la invitación. Menos de media hora después de enviarle la invitación ya tenía su respuesta positiva y dos días después una propuesta de programa del curso (que pondré como anexo a este mensaje). El Congreso tendrá lugar en la UNIMINUTO, en Bogotá, entre el 22 y 27 de julio de este año, lamentablemente sin su pre-curso, sin la presencia física de Álvaro, pero de alguna forma estará muy presente y a él será dedicado el Congreso.

En ese mensaje de noviembre último, Álvaro también me contaba de los recientes momentos inmerecidamente difíciles de su dilatada trayectoria académica, la no renovación del contrato por la Universidad de La Guajira… pero siempre en sus mensajes había lugar para el entusiasmo y en este caso me compartía su proyecto de trabajo en un internado indígena de nombre Aremasaín, para trabajar en la formación de maestros rurales pedagogías interculturales. Parecía muy animado con el proyecto.

Terminaba su mensaje compartiendo un sentipensar: “Y, sí, efectivamente, las cosas en NustrAmérica están muy complicadas socio-políticamente…” antes de su siempre entrañable saludo: “Un abrazo, en afectos, Álvaro”. 

Eso era Álvaro: un manojo de pensamientos y sentimientos que se expresaban siempre entrelazados y comprometidos con esta tierra que nos da tanta vida y también se nos lleva tanta vida. Como la inmensa vida de Álvaro, que se ha terminado demasiado joven. Me siento privilegiado de haber compartido su humanidad, siempre generoso, siempre atento, siempre reflexivo. Tuve el honor, la suerte y la alegría que me dedicara un número especial de la revista Entretextos (2016-2, n. 19). Nos encontramos en muchos encuentros, en varios países de nuestra América. Lo recuerdo siempre sonriendo, amable, solidario. Así sigue estando en mí, sentipensando, afirmando una manera singularmente única e inspiradora de andar por este mundo.

Aquí en la posdata, entrego el programa del curso que iría a ofrecer el próximo mes de julio. El título lo dice todo: “La felicidad en el aula”. Parece que fuera un curso dedicado a él mismo.

 

 

Rio de Janeiro, 20 de enero de 2019

 

 

------------

Posdata: Curso propuesto al XX Congreso del ICPIC, Bogotá, julio de 2019

 

La Felicidad en el Aula

De la enseñanza efectiva a la enseñanza afectiva

 

Álvaro B. Márquez-Fernández

Zulay C. Díaz-Montiel

Universidad del Zulia

Maracaibo, Venezuela.

 

Presentación

 

                Educar a los otros requiere la creación de un discurso donde las palabras que se escuchan no sólo son enunciadas desde un orden lógico de la racionalidad formal; es, también, necesaria una praxis semántica de valoraciones y percepciones que deben sensibilizar emotivamente al interlocutor a fin de lograr la comprensión del sentido que se transfiere en el significado de cada palabra.

                El discurso pedagógico de quien enseña no puede ser reducido o confiscado por un dominio instrumental del proceso de conocimiento y sus lógicas deductivas; es, por el contrario, un descubrimiento afectivo entre el educado y el mundo anónimo que descubre por medio de sus intuiciones o percepciones emocionales.

                Precisamente, se trata de interpretar desde la subjetividad de los mundos simbólicos del educando un sentido de la existencia desde ese otro ángulo de la cognición donde surge el pensamiento sensible de las emociones que permiten sentir la vida como un resultado feliz del aprender a conocer.

                En este taller se presentará, desde una hermenéutica filosófica, el sistema complejo de la experiencia de pensar fundamentado a través de la razón sensible o creadora. Eso haría posible la génesis de una pedagogía del aprender a ser que es capaz de responder a la pregunta acerca del porqué de las cosas de un modo menos racionalista y más volitivo.

Objetivo General:

Establecer el correlato filosófico entre razón sensible y pensamiento a fin de caracterizar una fenomenología de las emociones en la experiencia cognitiva de la enseñanza y aprendizaje en los escolares.

Objetivos particulares:

Distinguir el sentido teórico de la razón del sentido práctico de la sensibilidad.

Analizar los componentes filosóficos de la experiencia de pensar y la vivencia subjetiva de las emociones.

Interpretar las prácticas dialógicas de la enseñanza a partir de la experiencia sensible de las emociones y sus representaciones sociales.

 

Cronograma de trabajo

Número de sesiones: Presencial: 8 horas

Evaluación:

Se evaluará a través de la participación dialógica entre los participantes, privilegiando el método socrático de la pregunta.

TEMARIO

El ser en el mundo de la existencia: el sentido de la vida.

La razón y la sensibilidad:

La racionalidad: el mundo objetivo del sujeto (la lógica)

La sensibilidad: el mundo intersubjetivo de los sujetos (las artes)

El pensar con los sentimientos:

Razón y co-razón: frontera entre imaginación y realidad

El aprendizaje emocional: la convivencia afectiva. 

Hacia una pedagogía de los afectos.

 

Bibliografía básica

BARRENA, Sara (2007). La razón creativa. Rialp, Madrid.

BRENEFIER, Oscar (2005). ¿Qué son los sentimientos? Destino, Grupo Planeta, España.

GARCÍA MORIYÓN, Félix (2006). Pregunto, dialogo, aprendo. Ed. De La Torre, Madrid.

KOHAN, Walter (2007). Infancia, política y pensamiento. Ed. El Estante, Argentina.

MARQUEZ-FERNÁNDEZ, Álvaro (2015). Pensar con os sentimentos. Nova Harmonia, Brasil.

ORTÍZ-OSÉS, Andrés (2003). La razón afectiva. Ed. San Esteban, Salamanca.

PALLARÉS, Marc & CHIVA BARTOLL, Óscar (2017).  La pedagogía de la presencia. Editorial UOC, Barcelona.

VV. AA (2016). Homenaje a Walter Kohan. Entretextos. Año: 10, n°.19, jul-dic, Universidad de la Guajira, Riohacha, Colombia.

 

 

 


Tu pensamiento y tu obra proseguirán…

 

Jorge ALONSO

Universidad de Guadalajara

México

 

El Dr. Álvaro Márquez Fernández creó, desarrolló y fortaleció una de las revistas latinoamericanas más emblemáticas y de gran prestigio académico: Utopía y Praxis Latinoamericana, que dirigió sabiamente durante más de dos décadas y cuidó atentamente sus 23 volúmenes con esmero y atingencia, dando respuesta a la conflictividad de la democracia en América Latina por medio de análisis filosóficos, históricos y de ciencias sociales, destacando la emergencia de actores y sus alternativas. Tuve contacto directo con su personalidad profunda, comprometida y solidaria por medio de un mutuo amigo, el Dr. Robinson Salazar.

Conocí a Álvaro en el esfuerzo conjunto del proyecto de insumisos latinoamericanos. Dialogamos más a fondo a raíz de algunos escritos míos que cuidó en torno a movimientos y la construcción de una teoría crítica. Álvaro impulsaba proyectos colectivos muy novedosos de jóvenes escritores con gran confianza y esperanza, cosa que siempre le admiré. Rompía con el eurocentrismo y estaba atento a las enseñanzas de los pueblos originarios de nuestra América. Daba seguimiento a movimientos de insurgencia, resistencias y desacatos que ponían en jaque al poder hegemónico. Estaba atento a todos los signos de potencia creadora que buscaban un mundo más humano. Sabía vivir al filo de la navaja. Contrastaba ideas con la realidad, y hacía entrar en juego la phronēsis para discernir por dónde la luz se hacía penumbra.

A partir de su visita a México para su participación en la Feria Internacional del Libro de 2016 en donde tuvo una conferencia magistral en el XVI Encuentro Internacional sobre Cultura Democrática su familia y la mía estrecharon lazos y nos fuimos comunicando el quehacer cotidiano de su familia y la mía en medio de reflexiones sobre las coyunturas por las que pasaban los países de América Latina. Ante los problemas de salud que nos compartíamos, Álvaro nos recomendaba que a veces era bueno saber controlarse. Nos comentaba sus nuevos contratos de trabajo en Colombia, y los apoyos que daba a nuevos esfuerzos editoriales en varias revistas. Se alegraba de que hubiéramos entrelazado destinos intelectuales y familiares.

También creaba doctorados bien estructurados para la formación de jóvenes intelectuales con compromiso social. Le entusiasmaba el proyecto de vida autónoma, alternativa y emancipadora. Profundizaba en utopías y movimientos que desde el presente hacían otro mundo posible. A mediados de 2017 me comunicó adolorido que no sólo lo atribulaba el conflicto que se agravaba en Venezuela, sino que le habían diagnosticado un cáncer de mama a su nuera, que era una mujer muy alegre con sonrisa a flor de piel, muy joven y que tenía una niña que era un encanto de amor e inteligencia. La noticia también era que lo habían detectado a tiempo y que se esperaba una terapia de tres meses. Criticaba la excesiva ideologización estatista y el clientelismo. Precisaba que la bonanza petrolera había encandilado las ansias de poder de muchos grupos. Estaba en contra de cualquier autoritarismo. Aspiraba a que reinara la cordura. Enfatizaba que la construcción de subjetividades no se decretaba, sino que se realizaba por medio de prácticas contrahegemónicas.

Creía en la condición de generosidad (él lo era en grado sumo) y paz de los seres humanos que luchan diariamente por esos valores. Permitía que se usaran sus palabras, pero acotando que esto se hiciera siempre del lado de la justicia, que no era ciega, sino que buscaba su luz interior para mirar con el corazón el bien humano. Era un pensador y escritor que no eludía el compromiso del deber hacia los de abajo. Comentaba que sostenía la periodización de Utopía y Praxis Latinoamericana “contra viento y marea” en una situación de gran fragilidad política en Venezuela. Álvaro era un ser excepcional que suscitaba lo mejor de los demás.

Formó consejos editoriales de gran valía para nuevas revistas. Colaboró en la preparación del doctorado honoris causa para otro amigo mutuo muy respetado y productivo: Boaventura de Sousa Santos en la Universidad de la Guajira. También preparó números de revistas en homenaje a varios intelectuales internacionales. Además, colaboraba con seminarios de redacción y metodología de la investigación a nivel regional.  Ahondaba en el malestar civilizatorio en clave filosófica y de crítica poscapitalista.

A inicios de 2018 me comunicó, con un “saluti de 2da luna nueva del mes de enero” que estaba terminando de compilar algunos de sus artículos sobre democracia y el estado hegemónico y quería incluir también apreciaciones de colegas que se habían referido a sus ideas. Tenía a la revista Utopía y Praxis Latinoamericana en los más prestigiados índices internacionales y se esmeraba por cumplir puntualmente con sus requisitos. En agosto de 2018 me comentaba que había gestionado algunas opciones laborales en Colombia, pero que, fuera de asesorías eventuales, no había contratos en firme. Era incansable. Si se presentaban problemas, buscaba y encontraba soluciones propias con mucha creatividad, pese a la difícil situación. A finales de septiembre apareció el libro Democracia sub-alterna y Estado hegemónico. Crítica política desde América Latina con intervenciones de Álvaro y con un diálogo entre varios académicos en torno a los valiosos aportes de Álvaro.

Me alegra que haya querido incluir en él un texto mío con el título “Álvaro Márquez Fernández: contra el despojo de la democracia”, en donde alabo su producción intelectual porque ha destacado la forma de pensar al sujeto y ha profundizado en las transformaciones sociopolíticas en América Latina enfatizando el pensamiento contrahegemónico y la ética de liberación. Resalté su cuestionamiento al uso del poder como dominio y represión, que haya develado que la hegemonía del Estado neoliberal se reforzara por el control mediático de la política. También apunté su acertado planteamiento de que la ética contrahegemónica era ética de pluralidades intersubjetivas para esclarecer el mundo de los otros. Me parecía muy importante que abordara el proyecto emancipatorio latinoamericano en términos del reconocimiento del otro como alteridad para ampliar los procesos de integración social garantizando condiciones de igualdad y equidad social. Concordaba con él en su planteamiento de que para superar la dominación se requerían sujetos solidarios que preguntaran por la condición de vida del otro. Revisé su texto presentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2016 donde se pronunciaba por una democracia de movilidad sub-alterna. Concordaba también en su perspectiva de un discurso liberador que se pudiera relacionar con las praxis transformadoras de los espacios de convivencia. 

El 11 de octubre Álvaro participaba buenas noticias. Después de un año de incertidumbre que lo había agotado emocionalmente, por fin veía resultados: había logrado unas visas hasta diciembre de 2019 y la promesa de cédulas. Estaba gestionando la creación de un instituto de educación indígena con énfasis en tecnologías e interculturalidad. También estaba en curso el sello editorial El Pregonero; anunciaba que pronto haría llegar los detalles y esperaba que a finales de ese año se concretaran más cosas.

Me alegraban sus “Saluti di matines” o “Saluti vespertinos” con que iniciaba sus correos. El 19 de noviembre otro amigo mutuo, Javier Capera, me dio la noticia de que Álvaro había fallecido por problemas cardiacos. No lo quise creer, y le insistí en que confirmara, porque debía ser una más de las falsas noticias. Desgraciadamente nuestro amigo Álvaro había expirado. Su partida es un duro golpe al pensamiento libertario latinoamericano, y perdemos una persona muy creativa, productiva y solidaria que deja un hueco que nadie podrá llenar. Esto me ha producido un pesar muy grande, pero sé que su pensamiento y su obra proseguirá inspirándonos y alumbrándonos.

 

 

 


Saluti di matines

 

Marc PALLARÈS PIQUER

Universidad Internacional de la Rioja

España

 

Saluti di matines, así comenzaban todos los mensajes que, aunque enviados por correo electrónico, eran manifestaciones de un género epistolar que, durante casi tres años, me han portado a encender con emoción el ordenador cada mañana antes de desayunar, para comprobar si mi estimado Álvaro me había escrito aquel día.

Recibir una carta (en forma de mensaje electrónico) significaba que, en el despacho, a pesar de que el sol no hubiese salido, la oscuridad se iluminara; las palabras que seguían al saluti di matines tenían la capacidad de restaurar gran parte de aquello que las primeras luces matinales, por sí solas, no podían restituir. Los párrafos se iban convirtiendo en un dibujo electrizante del tiempo colectivo, y leer antes de las seis de la mañana lo que Álvaro había escrito se convertía en una experiencia matinal que me aproximaba a la consecución de emociones de un valor casi sempiterno.

Su energía, sus ganas por emprender proyectos y su constancia eran tan consistentes que incluso conseguían agrietar ciertas costumbres, porque nos despertaban sensaciones situadas más allá de la lógica de ciertos órdenes preestablecidos durante la jornada anterior. A esto, algunos lo llaman optimismo, pero aplicarlo a Álvaro significa entender que su vitalidad abría huecos del vivir diario ajeno, que él sabía organizar como filas hechas en el patio de un colegio y que tenían la potestad de acercarnos hacia algunas de las laderas más amables de la realidad. La vitalidad de Álvaro no era sino un reloj en el que él tenía la habilidad de detener el transcurso del tiempo.

El día a día depende de nuestras personas más queridas, la solidez personal y el hecho de tener que afrontar nuevos retos necesitan de la amistad. En mi caso, a pesar de la distancia, sentir el calor humano de Álvaro me ayudaba a asumir algunas obligaciones cotidianas y convertía ciertas adversidades en una simple versión colectiva de la metamorfosis, gracias a su habilidad para fluir por las vidas del resto sin alterar nuestros campos gravitatorios propios.

Aunque las mañanas ya nunca puedan a volver ser lo mismo, no recibir más correos encabezados con un saluti di matines no presenta ninguna distancia insalvable entre vida y recuerdo, porque Álvaro no ha dejado de estar en la carnalidad de los días que vivimos ni en la solemnidad de nuestras historias evocadas.

Quizás ya no pueda escribirnos, tal vez ya no pueda coordinar ningún número más de Utopía y Praxis Latinoamericana, seguro que no nos encontraremos este verano que viene en Colombia, como teníamos previsto, pero Álvaro continúa siendo el guardián de esa vasta puerta existencial por la que entra la vida y salen las desesperanzas. Su no presencia no es ausencia sino una anestesia que pone a dormir el paisaje, que deja reposar los libros y que sigue cavando túneles en la memoria colectiva.

Allá donde esté, seguro que encuentra la manera de leer los labios de quien calla, seguro que sigue actuando como una suma que dota a los obstáculos de nuevas perspectivas y seguro que es capaz de que sus proyectos penetran en aquel lugar como si fueran un fluido.

Descanse en paz, avive nuestros sentidos, ensanche nuestras conciencias y continúe iluminando la comunión de nuestro futuro, maestro. Nosotros nunca le olvidaremos.

 

 

 


Álvaro B. Márquez-Fernández:

Un amigo en el espacio contrahegemónico latinoamericano

 

Robinson SALAZAR PÉREZ

Director de www. insumisos.com

México

 

Al inicio del Siglo XXI, en las aventuras reflexivas y en la imperiosa necesidad de construir una urdimbre del pensamiento latinoamericano, cuya matriz no tuviese tensionada con los intelectuales de la generación 1943 los cuales habían cimentado el pensamiento crítico por razones circunstanciales, históricas, acuciosa y crítica del momento que vivieron en su transitar caviloso y formativo. En ellos hubo efectos importantes, el pensamiento de Amilcar Cabral, Frantz Fanon, Patricio Lumumba, Nelson Mandela, Amilcar Cabral, Fidel Castro, el Che Guevara, Camilo Torres, Ho Chi Ming, Vo Nguyen Giap, Lucio Cabañas. Se fundaron también organizaciones internacionales como el Movimiento de Países No Alineados (1961) y se creó la organización antiimperialista y de solidaridad con los pueblos de África, Asia y América Latina –OSPAAAL- (1966). Salvador Allende arribó al gobierno de Chile en 1970.

La generación subsiguiente, años 50 del Siglo XX, fue la era de los praxiólogos, intelectuales que combinaron los estudios con la militancia activa, la pluma fue más comprometida, tuvo un sello de clases, acompañó de cerca los movimientos populares de Centroamérica y el Caribe, su preocupación estaba en la direccionalidad del cambio, la conducción estratégica y en la búsqueda y conformación del sujeto emancipador, distante de los liderazgos compulsivos y eternos, cercanos a reproducir el poder desde abajo y con los de abajo.

Justo en ese andar y desandar en el año 2001 fue un encuentro, primero de plumas en ristre sobre las páginas de un libro colectivo: "Sujetos y alternativas contrahegemónicas en el espacio andino amazónico"(2002). Álvaro Márquez Fernández tocó las puertas de la Red de Investigadores Insumisos Latinoamericanos (www.insumisos.com), la amistad sembraba semilla que germinó fecundamente, él al igual que yo andábamos cavilando sobre el sujeto emancipador, Venezuela denotaba algunos cambios substanciales y en 2003 nuestras conversaciones, intercambios, escritos y reflexiones ahondaban sobre las condiciones políticas necesarias para la aparición del sujeto tanto referido en las pláticas cercanas y por las redes sociales.

Praxiólogo portador de su herramienta eficaz y concertadora como fue y seguirá siendo “Utopía y Praxis Latinoamericana", empedraba el sendero de las discusiones, en Cuba, Argentina, México, Perú y Venezuela coincidimos, mis amigos eran sus amigos y viceversa; las controversias y novedades de pensamiento en Arturo A. Roig, Hugo Biagini, Boaventura de Sousa Santos, François Houtart, Franz Josef Hinkelammert, entre otros la compartíamos y derivábamos conjeturas para futuros escritos.

Inquieto por  reproducir la filosofía y pensamiento social latinoamericano, prestó su escalera de conocimiento para que muchos jóvenes escalaran y fuesen resituándose en el escenario de las Ciencias Sociales,  enemistado con las discusiones que desembocaban en actos atentatorios contra la dignidad del otro, sacerdotal para hablar e inducir al diálogo, pausado en los relanzamientos de ideas, contundente en sus afirmaciones argumentadas, dócil con las sugerencias de convivencia sana y metódico con la copa de vino. 

El presente para él estaba descontado, todo su empeño lo cifraba en el futuro, qué podemos hacer, cuales textos hay que elaborar, los números de la revista siempre estaban al día, adelantaba sus quehaceres, avizoraba nuevos temas, proponía actividades que sumaran otros actores, la mirada inescrutable tras de sus lentes daba el mensaje de preocupación, pero si la acompañaba con una sonrisa entonces había descubierto una luz en  su pensamiento que le ahondaba el cofre gris de la inteligencia.  Era un amigo excepcional.

La última vez que convivimos fue en Cúcuta, Colombia, había en él una preocupación, no pude descifrarla, en los espacios no ocupados por el evento al cual fuimos convocados, expuso tres ideas, la necesaria e imperiosa necesidad de un sello propio para las futuras publicaciones, algunos trámites logré realizar en Argentina, pero fu firma era vital, en esos recursos burocráticos nos asaltó su fallecimiento.  Armar una gaceta especial sobre el pensamiento de la Generación 50, ya habíamos elaborado y publicado la G-43. La familia intelectual de los praxiólogos era vital escribirla, hicimos una lista de escritores latinoamericanos de esas fechas y programamos su realización para junio 2019, el proyecto quedó ahí, la complicidad de Álvaro Márquez no la tengo y por tanto guardo en el baúl de las utopías esa encomienda. Finalmente, una apertura laboral corta en México, cuya finalidad era tomar distancia de las experiencias en las universidades de Colombia, afianzar los proyectos editoriales, abrir un campo en asesorías para editar revistas científicas y dar cuerpo a una red de asesores en el campo de las publicaciones académicas, hubo un acuerdo con universidad mexicana, pero el suceso de su temprana partida nos dejó las cartas sobre la mesa de juego y las luces apagadas.

El camino que tenemos enfrente y reclamante para andarlo es ineludible, sólo hay ese atajo, esta vez sin un amigo,  la columna de escribientes comprometidos toma su alforja y la echamos sobre nuestras espaldas,  es pesada por tu capital intelectual, sin embargo nos sentimos acompañados porque la ausencia no es nostálgica, su humos nos acaricia los recuerdos, el compromiso encadenado a su legado nos alienta y ante todo, cumplir la tarea que el osado Quijote zuliano:  El sujeto contrahegemónico está actuando, existe y lucha al lado de los que pretendemos construir la circunstancia de lo posible ante la nueva colonización, el resurgimiento del militarismo y el despertar iracundo  de la nueva derecha. La tarea es con los de abajo, la vista puesta en la emancipación y el pensamiento latinoamericano vestido de libertad.

 

México, invierno 2019

 


 


Recordando mi colaboración con Álvaro Márquez Fernández

 

Pedro L. SOTOLONGO

Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales (IGLOBAL)

República Dominicana

 

Jamás pensé escribir éstas líneas… Pero en esta vida los seres humanos proponen y el destino dispone… Por lógica –la más ilógica de los campos del Saber- dada mi edad debí “partir” antes que Álvaro. Pero no ha sido así y heme aquí redactando estas líneas…

Mi primer contacto con Álvaro fue a través del correo electrónico, y muy sui generis. Corrían los comienzos de este Siglo, por allá por el 2006, si la memoria no me traiciona. Sucedía por entonces que Don Edgar Morin, el principal referente de lo que ha dado en denominarse “Pensamiento Complejo”  (campo –el de Pensamiento y Ciencias de la Complejidad- en el que desenvuelvo mi labor profesional) había abierto en La Habana, invitado por mí, nuestro 3er. Seminario Bienal Internacional en este campo del Saber y como es natural, la Cátedra de La Habana para el Estudio de “la Complejidad”, creada por el que esto escribe, poseía los derechos de publicación de todas las intervenciones hechas por Don Edgar durante su participación en el aludido Evento científico.

Más arriba expresé que nuestro contacto inicial con Álvaro había sido sui generis. Efectivamente lo fue y por lo siguiente… He aquí que un colega nuestro –cuyo nombre omito por elemental ética y siendo estos hechos cosa del pasado- se tomó indebidamente la atribución inconsulta de querer publicar lo hecho por Morin en la Revista Utopía y Praxis Latinoamericana, a través de Álvaro, a quién conocía. Enterado fortuitamente del hecho, contacté por e-mail a Álvaro –a la sazón Director de la mencionada Revista- y sin conocerlo personalmente le planteé la situación y nuestro criterio de no publicar tales materiales sin la autorización -y por mediación- de nuestra Cátedra.

Álvaro me respondió enseguida y para mi agrado fue muy receptivo ante nuestros argumentos. Entonces, como resultado de nuestros intercambios hubimos de fungir como Editor Invitado de un Número completo, el 38 del 2007, de Utopía y Praxis Latinoamericana, dedicado al Pensamiento y Ciencias de la Complejidad, adosado al cuál se publicaron los aludidos aportes de Don Edgar a nuestro Evento. Invitamos, pues, a lo(a)s que esto leen a repasar aquel Número de la Revista. Pronto nos conocimos personalmente con Álvaro, al invitarme él a visitar Maracaibo, Venezuela, dónde me atendió como anfitrión en la Universidad del Zulia.

Por cierto, no es el ya mencionado Número el único en el que hemos colaborado con Álvaro y la Revista. Más recientemente, a propuesta suya, vió la luz otro Número, en el 2018, asimismo con artículos dedicados a ese importante y actual campo del Saber contemporáneo ya mencionado; que no es una nueva teoría, sino una nueva manera de teorizar y no es un nuevo hecho empírico, sino una nueva manera de buscar –y hallar- evidencias empíricas. En resumen, una nueva manera –dinámico procesual, sistémico-compleja- de obtener Saber, de “hacer Ciencia”.

Gracias, pues, a la generosidad y profesionalidad editorial de Álvaro Márquez Fernández, las mencionadas fueron algunas, pero no todas las colaboraciones entre ambos. Otras iniciativas sobrevendrían, de las que han sido resultados Números de Revistas Colombianas, con las cuales colaboró asimismo Álvaro. La desagradable noticia de su fallecimiento, conocida por nosotros con dilación, nos sorprendió natural y amargamente, y ha interrumpido más de una colaboración ya iniciada.  ¡Descansa en paz, apreciado Álvaro!


 


Solidaridad: don y reciprocidad. Elementos pertinentes en la tarea intelectual latinoamericana

 

Alex IBARRA PEÑA

Universidad Católica Silva Henríquez

Chile

 

Es una pérdida el fallecimiento de este maestro y amigo. En tiempos en que la impostura intelectual se impone al interior de las academias, los testimonios de vocación intelectual genuina son una luz que funciona como faro para el navegante. La memoria recurso humano invaluable permanece, aunque sea como efecto pareidólico. Rememorar es un acto de agradecimiento por la fiesta del “don y de la reciprocidad”, como me lo ha hecho recordar el filósofo argentino Sebastián Castiñeira en su libro dedicado a la vida y obra de Bartomeu Meliá al interior de los pueblos guaraníes.

Álvaro Márquez-Fernández fue uno de los principales protagonistas en la construcción de redes intelectuales para el desarrollo del pensamiento crítico latinoamericano contemporáneo. Es esta práctica intelectual la que nos permitió desarrollar un constante intercambio de opiniones caracterizado siempre por una preocupación reflexiva sobre lo político. Según mi modo de ver nunca abandonó su vocación crítica y política, precisiones que resultaban siempre pertinentes, dado el amplio conocimiento que tenía en torno a la realidad histórica de América Latina. Sin duda, siempre atento a la búsqueda de significación de los distintos hitos que conforman los ejes epistemológicos, ideológicos y éticos de nuestra época, por esta razón me parecía un maestro atento a la horizontalidad enriquecedora en el diálogo, esto a pesar de esa gran trayectoria académica acumulada que no le dificultaba su ser comprometido con la cultura y vida democrática.

Su tenaz valoración por la democracia no le resultaba un impedimento para comprender los procesos transformativos revolucionarios, incluso asumiendo en vida las consecuencias de intervención en la comodidad propia de las condiciones que conforman el statu quo, siempre seductor para algunas personas que son parte de la academia y vida universitaria. La figura de Márquez-Fernández me pareció siempre como extra ordinaria.  Al día siguiente de su fallecimiento pude constatar que tal percepción no era sólo mi apreciación personal, el listado de correos electrónicos lamentando su partida todavía no ha cesado.

Supe del trabajo de Álvaro por los maestros argentinos Hugo Biagini y Dina Picotti, ambos también importantes protagonistas en la formación de redes intelectuales. A mi vuelta a Chile me enteré del cultivo de relaciones de fraternidad que mantenía con colegas vinculados a la Universidad Católica Silva Henríquez, principalmente con Ricardo Salas, Cristián Valdés y Fernando Vergara, exponentes de la hermenéutica intercultural. Todos ellos consideraban un aporte las reflexiones propuestas en relación a la interculturalidad, cuestión que ve confirmada en los estrechos lazos que mantuvo con el portugués Boaventura de Sousa Santos y con el brasileño Antonio Sidekum. Por cierto, son muchos más los testimonios que valorizan esta línea de investigación. Recuerdo un intercambio de opiniones en torno a la ausencia del indigenismo en algunas propuestas interculturales latinoamericanas, llegando a la exposición más crítica aún, en torno al desconocimiento de las lenguas de los Pueblos Originarios. Dicho diálogo fortalecía mi decisión de realizar estudios de nuestras lenguas vivas. Claramente uno de sus dones tenía que ver con esa capacidad de infundir motivación para la realización de tareas intelectuales serias.

Otra afortunada coincidencia temática que teníamos era cierta crítica a los autores latinoamericanistas que no demostraban esfuerzos por conocer el canon de autores de la tradición de pensamiento nuestra americana. Veíamos esta cuestión como una grave deficiencia y compartíamos un compromiso por difundir la obra de autores latinoamericanos. Alguna vez me manifestó la sorpresa que le representaba el haberse enterado de la obra del chileno Juan Rivano, creo que fue la primera caricia intelectual que recibí de él. Teníamos un interés común por la producción teórica de Hugo Biagini en torno al pensamiento alternativo y también por las categorías de contracultura juvenil como por la del neuroliberalismo (quedó en deuda con el envío de un artículo para un libro que preparo reconociendo los aportes de este filósofo argentino). Sé también del interés que sentía por la obra de los peruanos José Carlos Mariátegui y Alberto Wagner de Reyna. Muchos recordarán la capacidad que tenía para pedir colaboraciones, cuestión esencial en los buenos gestores la de pedir de acuerdo a las capacidades de cada cual, pero estarán de conformes conmigo en aceptar que con él también se podía truequear, característica tan propia de nuestros ancestros todavía presente en nuestra identidad resistente al individualismo.

Sin embargo, eran otros los temas sobre los que pudimos intercambiar más ideas, estos son: la utopía y el “marxismo latinoamericano”. Para ambos temas pensamos realizar algunos dossiers, por suerte uno de ellos lo alcanzamos a dejar preparado y será publicado por la Revista Utopía y Praxis Latinoamericana, gracias a la labor que emprenden Zulay Díaz y Dionisio Márquez comprometidos responsablemente con el legado que heredan.

Considerando la obra de José Carlos Mariátegui, Gabriel Vargas Lozano, Adolfo Sánchez Vásquez, Alejandro Serrano Caldera, Pablo Guadarrama, Helio Gallardo, Horacio Cerutti, Néstor Kohan, y tantos otros, resulta innegable el fortalecimiento de la tradición “marxista latinoamericana”. Esto hacía necesario elaborar un número que contribuyera a la difusión de esta corriente de pensamiento latinoamericano. Tal vez ésta sea la mayor caricia intelectual que recibí de parte de él al invitarme a ser coordinador de este dossier.

Sobre la utopía la discusión quedó pendiente, pero logramos manifestar el acuerdo en la importancia del pensamiento utópico en América Latina, reconociendo el aporte de los argentinos Horacio Cerutti y Arturo Roig, asumiendo una tarea reconstructiva hasta la obra utópica de Manuel Lacunza. Sobre estas reflexiones los estudios del chileno Marcelo Alvarado revitalizan la pertinencia de esta temática. Afirmó lo siguiente, en una entrevista realizada por Sara Beatriz Guardia publicada por la Cátedra Mariátegui: “el sujeto utópico es conciencia anticipada”. Es ese estado de conciencia el que rescata a la utopía desde su función como programa de realización, como nos ha enseñado Fernando Aínsa. Aunque siempre tuvo especial atención hacia la realidad tenía la convicción de que otro mundo era posible.

En este pequeño texto he querido resaltar los aportes, según mi apreciación, que Márquez-Fernández deja al pensamiento latinoamericano contemporáneo en torno a la interculturalidad, el pensamiento “marxista latinoamericano” y el pensamiento utópico. Todos estos fértiles tópicos para un pensamiento alternativo y liberador. Los esfuerzos de este filósofo nuestro serán revitalizados en el quehacer intelectual demandado por el crecimiento de un sistema opresor fortalecido por los gobiernos de derecha, representantes de la clase herodiana, siempre dueña de todo y que nos recuerdan que el pensamiento marxista siempre surge en los contextos de crisis. No hay crisis del marxismo, el marxismo es un pensamiento que siempre se da al interior de la crisis. En tu honor no decaeremos frente a ese aparente poder del lenguaje hegemónico con pretensiones de aplacar nuestra demanda liberadora a favor de todos los oprimidos de nuestra américa explotada y engañada. Tus ideas seguirán acompañando nuestra tarea intelectual, siempre ibas adelante, y como dicen en mi tierra en estos momentos de pérdida de un ser querido, nuevamente, “sólo nos llevas la delantera”:

Compañero Álvaro

tu partida no fue silenciosa

se alza un coro de lamento

gritando por la liberación.

América Latina sigue palpitando

con sus venas abiertas

nos dejas tu testimonio

y la utopía encendida

brotando en el horizonte.

 

 

 


Un Gran Maestro: el filósofo amigo

 

Flor María ÁVILA HERNÁNDEZ

Universidad Católica de Colombia

Colombia

 

Qué decir de un querido amigo y Maestro. Amigo es quien ama incondicionalmente al otro. Quien da la vida por sus amigos. El Maestro Álvaro, un verdadero amigo y mi Maestro académico. Sus influjos sobre mi persona, primero luego de haber culminado mi experiencia doctoral en la Universidad de Nápoles, Federico II, con la tesis sobre La Universalidad de los Derechos Humanos a confrontación: tesis a favor y en contra, el Profesor Álvaro fue el primero en acogerla con el máximo de entusiasmo, basada también en las obras iusfilosóficas del maestro italiano Gino Capozzi, con su influencia de la praxeologia, inspirado en Gramsci, también profundamente estudiado por el Maestro Álvaro. De esta forma, la vida me permitió colocar en contacto a ambos maestros, dos filósofos, uno del sur de Italia, en Nápoles, con su filosofía del hacer, de la praxis, y el otro, con su filosofía y praxis latinoamericana. De este encuentro entre Maestros, resultó un rico intercambio epistolar entre ambos, publicaciones, reflexiones sobre el poder, el derecho, el Estado, los sistemas de las fuerzas, del Poder y del Estado. Seguidamente el Maestro Álvaro acogió con gran generosidad las publicaciones en español por mí traducidas del pensamiento humanista de Gino Capozzi, sobre la génesis y fundamentación de los derechos humanos, entre otras.

De esta manera, fue mediador e interlocutor entre Italia y América Latina, su visión del mundo latinoamericano puesto a fuego por los impulsos teóricos del mundo europeo. El profesor Álvaro siempre acogía con cariño y alegría nuestras iniciativas y coloquios entre Italia y Venezuela, en Nápoles, en el marco de mi Doctorado y años siguientes, nos acompañó en la Universidad de Cassino y del Lazio Meridionale, en nuestros Encuentros sobre la hermenéutica de la Temporalidad Jurídica, con varios académicos distinguidos, dirigidos por mi querido Colega Luigi di Santo. Pero lo más valioso y el recuerdo más afectuoso que tengo del Maestro Álvaro fue su interés por las publicaciones filosóficas de mi padre Don Alfonso Avila Mayor, a través del cual pudo trascender su pensamiento con un poema ad morten muy hermoso, dedicado a mi papá, a propósito de su libro filosófico Aprende a Vivir eternamente y muere tranquilo. Esta obra de mi padre, constituía una frónesis para la vida, una invitación a la vida y a la metamorfosis de la muerte. Del mismo modo, el Maestro Álvaro me apoyó en toda mi gestión donde me debuté como Editora de la Revista Frónesis, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia, acompañándome ininterrumpidamente por 7 años, respaldando incondicionalmente toda mi labor editorial. De manera que son estas líneas un agradecimiento sentido a la generosidad de alma y de espíritu, que confluían en la sencillez de un gran hombre. ¿Qué más decir de nuestro querido Maestro Álvaro, donde se correspondía el saber, la frónesis, la humildad y la sapienza? Una vocación verdadera para la filosofía y para la ciencia. Mi profunda gratitud a quien puedo denominar Maestro. Su amor por su mamá me impresionaba, cumpliendo el mandamiento cristiano de honrar a padre y madre, y luego su amor por su esposa, siempre unidos, mi querida amiga Zulay. Tuve el privilegio de compartir su linda amistad en la ciudad de Riohacha, ya en sus últimos andares por la tierra hermana de Colombia. Un saludo desde la distancia, saludos nocturnos, querido Maestro.

 

 

 


Un homenaje a mi padre académico: Álvaro B. Márquez-Fernández

 

Jennifer FUENMAYOR

Universidad del Zulia

Venezuela

 

Hace 19 años conocí a un gran profesor y amigo, al profe Álvaro, como le decía; en uno de los salones de clase de la División de Estudios para Graduados de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FCES), cuando, en calidad de doctoranda de la Universidad del Zulia, cursé en el año 2000 el seminario: La postmodernidad entre la historia y la razón, para luego continuar con sus brillantes clases con otro de sus seminarios en el año 2001: Modernidad y postmodernidad o la incertidumbre de la razón histórica, fueron dos años de mucho aprendizaje; de debates teóricos de grandes pensadores y lecturas fascinantes de autores como: Jurgen Habermas; Franz Hinkelammert y Henry Mora; Martin Heidegger; Rigoberto Lanz; Richard Rorty; Gianni Vattimo; Hugo Zemelman; Max Horkheimer; Hans-Georg Gadamer; Jacques Derrida, entre otros autores y artículos científicos del maestro Álvaro Márquez- Fernández.

Paralelamente, mientras cursaba el doctorado; como Economista, también cursaba una segunda maestría en Economía (la primera fue en ciencias política), como una manera de darle continuidad y profundizar mis conocimientos de las materias cursadas en la carrera de economía del pregrado, sin embargo, luego de culminar los seminarios con el maestro Álvaro, me surgieron muchas inquietudes en el plano del conocimiento, ya que tenía una fuerte influencia del conocimiento convencional de la Ciencia Económica (de la Escuela Neoclásica), ahora era el momento de mirar a la Ciencia Económica, a sus modelos, enfoques, teorías y metodología con una perspectiva crítica y de la mano del maestro Álvaro, quien aceptó ser mi tutor del trabajo de tesis titulada: Posiciones teóricas sobre la racionalidad en la ciencia económica: Un enfoque transdisciplinario, la cual presenté en noviembre de 2002, fue un trabajo con un riguroso análisis y desde el pensamiento crítico dentro del paradigma posmoderno, toda una novedad para la comunidad científica del momento, donde casi nadie se atrevía a cuestionar ni a las escuelas del pensamiento económico, ni mucho menos sus enfoques, teorías, supuestos y modelos.

Un año después, en el marco del XLV aniversario de la FCES de LUZ, se publica el libro: La crisis de la racionalidad en la ciencia económica moderna: En búsqueda de un paradigma transdisciplinar en ciencias sociales, con el prólogo de mi tutor y maestro Álvaro Márquez.

¿Cómo no agradecerle al profesor Álvaro su apoyo incondicional en mi trayectoria académica?, no solo me brindó su apoyo como tutor, sino que además ejerció enorme influencia en mi pensamiento y formación como investigadora con una perspectiva crítica, también me abrió las puertas en la Revista Utopía y Praxis Latinoamericana al brindarme un espacio en el No.23, Año 8, Octubre –Diciembre con la publicación de un trabajo producto de la tesis asesorada, en la sección de Estudio. Este sería el primero, de varios artículos publicados en la revista en diferentes números, el último se publicó en el No. 62. Año 18, julio-septiembre de 2013 en coautoría con la Dra. Haydée Ochoa Henríquez, titulado: Aportes de la filosofía política latinoamericana a la comprensión de la gestión pública en tiempos de transformación.

En los años 2005 y 2006 publiqué dos trabajos en coautoría con el profe Álvaro sobre el tema de la racionalidad en la ciencia económica, uno en la Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia en Bogotá Colombia, y el otro en la Revista Venezolana de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt, revista de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, Venezuela.    

A través del vínculo con el profesor Álvaro, también conocí a otro maestro y gran amigo, el profesor Robinson Salazar, de la Universidad de Sinaloa, México, a quien le agradezco su apoyo incondicional en esta travesía investigativa, quien vino a Maracaibo invitado por él. Fue una oportunidad de oro tenerlo en los salones de clase de nuestra ilustre universidad, durante su encuentro, recordé los seminarios con el profe Álvaro, de buenas tertulias y discusiones a un alto nivel académico, desde ese entonces, el profesor Robinson se convirtió en otro maestro guía que me invitó a publicar en varios libros de la Colección Insumisos Latinoamericanos. Compartimos gratos momentos en su compañía, junto al profesor Álvaro y su esposa, la profesora y amiga Zulay Díaz, fuera de los espacios universitarios, como buenos amigos donde continuaban las discusiones filosóficas sobre diversos temas.

El apoyo del maestro Álvaro también llegó a la Revista de Ciencias Sociales (RCS), durante los cinco años que estuve como Editora (2011-2015), recibí su generoso respaldo; recuerdo una tarde en el Instituto de Investigaciones que contamos con la bendición de su presencia en un conversatorio sobre revistas científicas, nos deleitó con su extraordinaria presentación, la cual tuvo el reconocimiento del público presente.

En el año 2015 también me acompañó como asesor de un proyecto de investigación adscrito al Instituto de Investigaciones con financiamiento del CONDES-LUZ, proyecto que finalizó en el año 2017. Fueron diecisiete años de trabajo conjunto con el maestro Álvaro, de mucho conocimiento compartido, de una amistad que se consolidó en el tiempo, de cómo influyó su pensamiento crítico en mí, dan cuenta de ello muchas de mis publicaciones donde está presente la crítica a la racionalidad instrumental, la cual he venido desarrollando en mis estudios sobre el Estado y las políticas públicas, la metodología y epistemología en la ciencia económica, el desarrollo, entre otros temas estudiados con una perspectiva crítica, todo lo descrito aquí son suficiente razones para considerar al maestro Álvaro como mi padre académico.

Pero el recuerdo más significativo que conservo en mi memoria ha sido sus palabras de consuelo cuando murió mi abuela en el 2004, la escritora y poetiza zuliana Elsa Büsing de Carroz, él sabía lo que significaba mi abuela para mí, sus palabras fueron tan elevadas y espirituales que parecían de otro plano existencial, me habló sobre el sentido de la vida y de la muerte, palabras que me dieron la fortaleza que necesitaba en ese momento.

Ese era el profesor Álvaro Márquez-Fernández, un ser de luz en este mundo, con una sabiduría única, apasionado con su revista Utopía y Praxis Latinoamericana y con su quehacer académico, buen amigo y de discusiones filosóficas de altura que compartía con sus discípulos, un ser humano excepcional, generoso, hombre de muchas virtudes y valores que ahora nos acompaña desde una dimensión superior, en el plano espiritual.

 

 

Gracias por siempre mi querido profe.

 

 

 


Una semblanza de Álvaro Márquez-Fernández

 

Víctor Martin FIORINO

Universidad Católica de Colombia-Bogotá

Colombia

 

Ver el mar Caribe desde lo alto del Monte Ávila en el teleférico que me transportó desde el Hotel Humboldt hasta Macuto, me dio una perspectiva de horizonte que me ayudó a valorar esa Venezuela libre, tierra de paz, de diálogo y de acogida en medio de las dictaduras de entonces. Viniendo yo de situaciones de persecución, fue una experiencia que contribuyó también a que recuperara la mirada hacia la utopía pendiente de una América latina unida, libre de dictaduras y construyéndose en equidad y justicia. Y esa experiencia la compartí con Álvaro, en los inicios de una amistad que nos unió por muchos años, nutrida en el afecto y también en esa valoración de la utopía latinoamericana y del trabajo para concretarla progresivamente.

Iniciando Álvaro su carrera académica e iniciando yo mi fecundo período en Venezuela, la Universidad del Zulia me pidió que fuera el asesor de su trabajo como becario docente. La primera tarea que nos propusimos fue asistir al Congreso Interamericano de Filosofía celebrado en Caracas en 1977. Con los limitados recursos económicos de filósofos, viajamos en autobús desde Maracaibo a Caracas y, gracias a la generosidad de Álvaro, nos alojamos en casa de familiares. En el Congreso, con los amplios recursos argumentativos de la filosofía, defendimos con fuerza la importancia de la filosofía latinoamericana, en un debate académico en el que confrontamos, entre otros, con Mario Bunge y con profesores de la Universidad Central de Venezuela que desde posiciones reductivas no aceptaban la perspectiva reflexiva de América Latina.

Mi amistad con Álvaro recorrió un largo camino, con momentos familiares en los que conocí a sus hijos aun pequeños, momentos intelectuales que abarcaron, entre otras, las perspectivas de Gramsci, de Enrique Dussel –a quien llevamos a nuestro postgrado en filosofía--o de Boaventura de Sousa Santos. En el arco de un largo y fecundo tiempo de amistad cercana, marcada por la reflexión crítica pero también siempre por el afecto sincero, compartimos desde el saludo a la italiana hasta el humor inteligente y la esperanza en el futuro. Testigo y visionario del tiempo latinoamericano, querido amigo Álvaro, nos sigues acompañando.

 


 


El ser desde la utopía y praxis latinoamericana.

A la memoria del Dr. Álvaro B. Márquez-Fernández

 

Gabriel ARGOTA CAICEDO

Rector Instituto Indígena Aremasain

Colombia

 

 

Hace unos años atrás en unos cursos libres del Doctorado en Ciencias Humanas, me topé con la enorme fortuna de entrar a clases magistrales con el creador de una revista que se me antojaba distinta:  Utopía y praxis latinoamericana  que es una “Respuesta comprometida con el análisis filosófico y la interpretación histórica de la cultura y las ciencias sociales frente a la crisis de la modernidad” (Márquez, 2011, p.1); teoría critica pura en unos ambientes de incomprensión académica, además,  una revista internacional de filosofía iberoamericana y teoría social, dando voz al silenciamiento sistemático generado por la univocidad eurocéntrica convocando a una plurivocidad de pensamiento filosófico desde la capacidad de un ser inmerso en un territorio.

Para quienes conocemos algo de lo que se planteó como filosofía latinoamericana en los años 70, esta revista vendría a ser como la biblioteca más completa de pensadores cuyo valor abre un espacio dentro de la filosofía Moderna. No conocía aún al osado gestor que compilaba artículos académicos profundos de pensadores que pregonaban un aire libertario del pensamiento en lo que, a mi modo de ver, fue la ruptura con la hegemónica verdad europea. Era un deleite en mis años de estudiante desentrañar los artículos allí plasmados, reconocer el trabajo de quienes subvertían el orden y alteraban la academia que se construía (aún lo hacemos). Autores subversivos, insurrectos muchos formados en la escuela de Filosofía de Europea: Bélgica, Paris, Alemania, alzaban sus voces demostrando que aquí se pensaba, se razonaba, se filosofaba.

Tuve entonces la fortuna de encontrar a un maestro de la escritura, a un pensador que rompía los cánones de las estructuras, de esos que incomodan hasta a sus propios colegas, a un incomprendido humanista del amor, a un apasionado de la verdad, de la justicia social y de la educación, pero, además, un profundo pensador y luchador por la transformación latinoamericana. Él fue también un ser sencillo en su grandeza, noble en su amistad, amoroso esposo, padre, hermano y amigo de sus amigos. Incansable luchador, pero critico de lo mal hecho y profundo conocedor del análisis filosófico. Saltaba de las profundidades del ser fenomenológico a la sociología, de allí a la ética sin ningún esfuerzo, lector crítico del marxismo, conocedor como pocos de los intrincados caminos del pensamiento, ávido lector, editor, investigador profundo de la complejidad del ser, de lo político, católico; ese humanista integral era el Dr. Álvaro B. Márquez-Fernández.

Fueron muchos cafés compartidos, en unión de su esposa Zulay, preocupado por la enorme crisis ética política vivida en Venezuela, critico profundo de la crisis de su país generada por la banalidad de grupos de uno y otro lado defendiendo intereses propios, pero empobreciendo cada vez más y sumiendo en la miseria a un país por la mala educación de tantos y por el oportunismo de uno y otro lado.

Pausadamente explicaba su sentir contra hegemónico; el respeto desde sus concepciones éticas le permitía convocar a grandes pensadores latinoamericanos y abrir el espacio para conversar y aportar rupturas para interpretar a un ser latinoamericano subyugado , esclavo de la imposición de los grupos de poder, sumido en la desesperanza por la arrogancia de unos pocos; acallados, silenciados, negados, para ellos estaba el acto de perturbar los espíritus libres que se atreven a romper con el silencio y a avivar la voz de quienes no tienen voz. Eso hizo el maestro Álvaro sin arrogancia ninguna; nos legó una joya latinoamericana que es la compilación más importante del pensamiento contra-hegemónico moderno y contemporáneo del pensamiento latinoamericano.

Quiero decirle maestro que sembró en mí la esperanza de un mundo ético ecológico intercultural,  la capacidad, desde sus enseñanzas, de encontramos desde lo que somos como seres en este aquí y ahora latinoamericano; queda la deuda de un doctorado en Interculturalidad, esa licenciatura en educación intercultural para el rescate de las voces propias de nuestros pueblos ancestrales, queda la tarea de honrar sus obras, su pensamiento, su lucha silenciosa, su incomprendido trabajo y la satisfacción de haber compartido con un humanista latinoamericano,  un filósofo verdadero, no por sus títulos, sino por la sencilla razón de entender que es el amor lo que verdaderamente mueve a quienes como usted, nos enseñaron la verdadera razón de ser MAESTRO.

 

 

 


Un hombre gentil, un académico generoso

[1]

 

Alessandro SERPE

Universitá de Pescara Chieti d’Anunzio

Italia

 

Es difícil encontrar las palabras justas. Sobre todo, cuando son los sentimientos los que hablan.

La amistad del Profesor Álvaro floreció en julio de 2009. Estaba en Maracaibo, en calidad de Profesor Invitado en la Facultad de Jurisprudencia, de la Universidad del Zulia. En aquella ocasión conocí al Maestro Álvaro. Su pensamiento luminario, se dirigió hacia mí, hacia mis estudios, mis investigaciones, mis expectativas futuras y mi quehacer científico. Nació enseguida una empatía, no sabría cómo llamarla. Hecha de cartas, intercambios, reflexiones, esperanzas, abrazos lejanos, sin nunca cambiar tono. Diez años de correspondencia epistolar ininterrumpida.

Álvaro estaba siempre allí, en el calor tropical del lago de Maracaibo y yo un poco más en el fresco: en Italia, después, frecuentemente en Noruega, otras veces en Portugal. Si bien la pesada lejanía, Álvaro estaba allí, lo miraba sentado sobre su silla, en ferviente actividad. Lo veía siempre así, y siempre había escuchado su voz, desde la distancia. Como un eco intenso directo hacia mis sentidos.

Nuestra correspondencia era hecha de pocas reflexiones, de comentarios, a veces de frases no escritas o de palabras no dichas. El derecho, la democracia, el poder. Después las formas degeneradas del derecho, de la democracia, del poder. La demagogia, la oligarquía, la tiranía, y con ello la actualidad, la dura realidad de su país, así desesperadamente amado y también deseperadamente sufrido por su realidad sociopolítica. Su País, de rosas y de espinas.

Su lección para mí ha sido ésta: si bien el sufrimiento condiciona la realidad, con las palabras de Álvaro, “uma realidad muy real” – esta conserva siempre el perfume de la dignidad. Un auténtico himno para el despertar moral y al empeño social. Tantas pequeñas y grandes lecciones. Con delicadeza, Álvaro me acogió desde el primer contacto. Con gentileza, Álvaro me estimuló sin desfallecer mi pasión: la investigación. Con generosidad, Álvaro se ofreció a introducirme en su amada y prestigiosa Revista Utopia y Praxis Latinoamericana, primeramente, como autor de artículos, después como miembro del Comité de Redacción, y después también como organizador y Editor invitado de un número internacional dedicado exclusivamente al pensamiento de un gigante europeo de la filosofía del derecho, Alf Ross. Un gigante del cual Álvaro se había dejado fascinar.

Delicadeza, gentileza, y generosidad. Son estos los sentimientos que lo hacían un hombre noble. También si no están a la vista, no desaparecen. Un Maestro es también esto.

Querido Profesor Álvaro, esta vez mi saludo está hecho de palabras que tú siempre solías usar conmigo: Un fuerte abrazo, caluroso y tropical.

 

Gracias, por siempre.

 

 

 


Homenaje del CENFIN

Al amigo Álvaro Márquez- Fernández

 

Beatriz SÁNCHEZ PIRELA

Universidad Católica Cecilio Acosta

Venezuela

 

 

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”

Antonio Machado

 

El Centro de Filosofía para Niñas y Niños, de la Universidad Católica Cecilio Acosta está de duelo, pues ha perdido unos de sus baluartes, nos referimos al Dr. Álvaro Márquez- Fernández, por ello es con mucha tristeza que reseñamos una pequeña parte de la vasta experiencia del Amigo, del Caballero, del Señor, del Profesor, del Intelectual, del Director de la Revista Utopía y Praxis Latinoamericana, del Benemérito, del Compañero de viaje de aquellos y aquellas que tuvimos la oportunidad de emprender la construcción del mencionado Centro, donde Álvaro constituyó uno de los pilares fundamentales.

Vale destacar la participación de Álvaro, quien con toda su trayectoria y, dando muestras de una gran humildad formó parte del grupo, recibiendo y aportando como maestro de saberes a los cursos y talleres, organizados a través del CENFIN. Luego en el plano de formador de formadores fue muy brillante su estilo impartiendo cursos y talleres, Diplomados para Docentes, en principio fundamentalmente para las Escuelas Arquidiocesanas, más tarde, logramos expandirnos a otros sectores de la sociedad marabina (Coro, Machiques, Carora, Barquisimeto).

Como investigador y docente en la Especialización en Filosofía para Niños y Niñas, desplegó sus alas en el ámbito de la investigación en esta área del saber, dejando reflexiones y propiciando el estudio del programa desde otras aristas en el plano cognoscente, tocando temas del programa FpN en el plano existencial.

En este sentido, mencionamos su obra Pensar con los Sentimientos, publicada en Brasil por la edit. Novaharmonía, obra que precisamente aborda la razón, el pensar desde los afectos, a la cual haremos especial referencia. En la misma, Álvaro da muestras de una gran sensibilidad filosófica para poner de manifiesto su carismática ternura cubierta en momentos por su barba de intelectual, lo cual no era una máscara, todo lo contrario, fue un intelectual de calibre con una gran sensibilidad hacia el otro y la otra.

En vista de la innovación filosófica y pedagógica que logramos desplegar durante el desarrollo de FpN, la Facultad de Filosofía y Teología se propuso modificación curricular, donde se incluyó como materia electiva a Filosofía para Niños (as) tanto en la Facultad de Filosofía y Teología como en la Facultad de Educación.

Al respecto, resaltamos la experiencia y la participación de Álvaro, la cual resultó ser muy elocuente, pues siempre trascendía las pautas del programa para posesionarse del campo filosófico en el orden del diálogo, soltándose por completo de las amarras del conocimiento tradicional de la filosofía occidental, para volar a las contiendas de una filosofía más humana, más espiritual, más poética y más cónsona con las necesidades y los sentimientos.

En esta dimensión, cabe mencionar una muy linda experiencia desarrollada por Álvaro en una de las diferentes oportunidades que dictó la materia de Filosofía para Niñ@s en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino (Facultad de Filosofía), al desarrollar una experiencia muy interesante con el grupo, al dirigir su curso el Instituto de Educación Especial Maracaibo, donde asisten niños y niñas sordomudos(as), ahí propició con sus estudiantes, no sólo, el diálogo filosófico sino la interacción espiritual entre ambas partes.

 

Nuestra proximidad sensible a través de los sentidos quiebra cualquier tipo o modo de distanciamiento de la existencia, poder reconocer los sentires humanos como forma de existencia con el otro, significa una convivencia afectiva que de hecho abre el mundo interior al Otro y propicia un compartir de experiencias sensibles que cristalizan y alianzas y compromisos más esperanzadores en bien de todos (Márquez-Fernández, 2014:59).

 

En otra ocasión, en el momento de la partida definitiva de su madre, cuando los sentimientos de tristeza de Álvaro se desbordaron, abordó desde su profundo pesar el tema de la muerte a partir de los sentimientos y el afecto, durante el desarrollo de la materia de filosofía para Niños, dando muestra de lo que constituye la filosofía para Niñ@ en el ámbito de la deconstrucción de los parámetros establecidos por la filosofía occidental. “Necesitamos estar conscientes de nuestra sensibilidad para hacernos afectos a la vida y a nuestra experiencia para ir aprendiendo a convivir, constantemente, a través de nuestros razonamientos y sentimientos” (Márquez-Fernández, 2014:11).

En el desarrollo de los estudios a nivel de postgrado, donde emprendimos la implementación de la Especialización Filosofía para Niños y Niñas, la personalidad de Álvaro se desplegó con mucho entusiasmo, sobresaliendo en las Comunidades de Diálogo, en la medida que el tema de los afectos y los sentimientos tenían fundamental atención y aceptación por parte de los participantes. Nadie como él versado en la materia para establecer el diálogo, poniendo frente a frente la poesía y la filosofía.

Vale destacar que también desarrollamos una programación en el maravilloso espacio de la interacción con niños y niñas, a fin de contar con una experiencia propia que nos permitiera tener conocimiento en torno a la razón infantil. Dicha programación se denominó Arte y Filosofía, ofrecida a un grupo de veinte niños en edad comprendida entre 6 y 12 años, a fin de continuar el trabajo con niños y niñas, paralelamente al trabajo de formación para docente, lo cual ha sido una praxis muy esperanzadora porque hemos tenido la oportunidad de adquirir una hermosa experiencia tanto en el plano personal como en el profesional, en la medida que nos ha permitido comprobar el razonamiento infantil y dejar de ver la filosofía para niños y niñas como una utopía.

En este orden de ideas, destacamos el curso impartido por Álvaro, quien lo denominó Los Colores y las Palabras, lo cual le permitió relacionar la elocuencia del arte con el razonamiento creativo y crítico, desde los protagonistas del Programa (niños y niñas), en Comunidad de Diálogo, mostrando su propio razonamiento e interpretaciones, libres, emotivas, crítica y creativa desde la particularidad infantil.

También vale mencionar la experiencia de FpN con niños y niñas en la Escuela Arquidiocesana, Monseñor Olegario Villalobos, en el popular Barrio Torito Fernández. Nuestra experiencia logró llegar a espacios aún no trabajados por el equipo, donde fundamentalmente logramos cultivar muchas cosas muy lindas en la infancia vulnerable. Álvaro especialmente, con el tema de los sentimientos cristalizó su contribución al programa, volcándose en una especie de apostolado, lo que le permitió fomentar el diálogo filosófico, enseñando a pensar, razonando a partir de temas de gran interés para los niños y las niñas, tan carentes de todo y fundamentalmente algunos y algunas del afecto tan necesario en el crecimiento infantil.

Nos despedimos del amigo y compañero blandiendo la sublimidad de su propio razonamiento crítico, creativo y ético, el cual plasma su gran preocupación por el mundo y especialmente por la infancia. Por ello, no existe ni existirá un adiós para Álvaro, sino un para siempre, pues perdurará entre nosotros con gran respeto, cariño y admiración.

 


 


El filósofo del pensamiento anti-hegemónico de Nuestra América

Álvaro B. Márquez-Fernández

 

Eduardo Andrés SANDOVAL FORERO

Universidad Autónoma del Estado de México

 

José Javier CAPERA FIGUEROA

Universidad Iberoamericana

México

 

El diálogo abierto y caluroso que empezó en un correo enviado por el Maestro Jorge Alonso, se convertiría en un espacio de aprendizaje, reflexión y maduración al lado de nuestro querido “Álvaro Márquez-Fernández[2]” director y editor de la prestigiosa Revista Utopía y Praxis Latinoamericana – Universidad del Zulia (Venezuela), y cofundador de la “Asociación para la difusión de la Investigación Descolonial (ADID)[3]”.

La capacidad analítica y crítica de Álvaro, se constituyó como un pilar en las discusiones de pensar desde y con los de abajo “otras” formas de hacer, sentir y escribir las ciencias en Nuestra América. Un proyecto que se constituirá en la materialización de Deycrit- Sur[4] como un directorio que apuesta por ir más allá de los cánones moderno/coloniales propio de los grupos corporativos que han generado un capitalismo cognitivo y cada vez se apoderan de las universidades e instituciones de educación, a través de la negligencia e incapacidad de las burocracias, los grupos mafiosos, clientelares y mercantilistas del saber.

Así pues, la lucha de pensar los poderes populares desde la praxis subalterna del sujeto sería una de las premisas que el Maestro Álvaro, propuso como ruta para construir un directorio que en su práctica rompiera con ser un simple catálogo que indexara revistas, y diera el paso hacia una estrategia que pusiera en jaque las prácticas extractivistas del conocimiento y apostara por la integración, ecología y diálogo de saberes en el Sur Global. La necesidad de construir caminos en esta misión se convertiría en un canal de experiencias compartidas enfocadas a la auto-crítica de nuestros sentipensar como sujetos políticos, investigadores y académicos situados en esta orilla de una praxis liberadora y contra-hegemónica de nuestros tiempos.

La capacidad profunda, sencilla y calidad de demostrar sus conocimientos o expresar sus sentimientos, fue una pieza fundamental que demostraba la calidez humana del Maestro Álvaro en sus distintas facetas de vida en comunidad. Su apuesta por enfrentar la guerra del capitalismo moderno, las sociedades situadas en el poder político dominante y su iniciativa por re-pensar las democracias desde la necesidades e intereses de los subalternos en medio de un proceso intercultural, simbolizaría un paradigma alternativo propio de sus tesis como investigador social, constituyéndose en uno de las columnas de su proyecto como pensador de Nuestra América, que tomarían fuerza en los distintos proyectos que se realizaron en estos años. Un ámbito de gran importancia que convergió en la necesidad de coexistir y convivir en medio de un espacio, realidad y contexto descolonial que uniera nuestras fuerzas contra el capital privado y la cultura mercantilista de la sociedad contemporánea.

Su colaboración invaluable por reconocer la investigación científica y popular desde la perspectiva descolonial y el pensamiento crítico latinoamericano en general, permitió enriquecer los debates sobre las propuestas antisistémicas o descolonizadoras de los pueblos indígenas, comunidades populares y rebeliones étnicas entre otras. Parte de esta serie de fenómenos sociales emergentes en el sur global, serían aspectos de análisis del filósofo del pensamiento anti-hegemónico Álvaro Márquez-Fernández.  

A nuestro querido amigo y Maestro se le recordará como un ser humano activo, participativo, solidario y luchador en cada uno de los proyectos que tenía como eje reflexionar sobre el quehacer intercultural de la comunicación horizontal y la praxis comunal del sujeto político, situado en las luchas descoloniales y las autonomías por construir otros mundos posibles y necesarios. Dicho legado de uno de los grandes pensadores venezolanos no pasará desapercibido en estas generaciones y las futuras, ahora el reto consiste en seguir materializando sus propuestas de los poderes populares y la praxis del sujeto liberador enmarcado en la capacidad intercultural de materializar proyectos desde la periferia que  tengan la pericia de romper con el velo de la modernidad/colonialidad, y dar el salto hacia propias formas de organizaciones comunal, horizontal y subalternas, tal como fue planteado en su último libro “Democracia sub-alterna y Estado hegemónico. Crítica política desde América Latina”.

Muchas gracias querido amigo Álvaro, por darnos luces en medio de este mundo desbocado que todavía guarda esperanza por los cambios, las luchas y las trasformaciones sociales desde abajo. Sabemos que tu legado y apuesta por otros mundos posibles es el aliciente que toma fuerzas en las luchas subalternas y descoloniales que seguimos construyendo en cada uno de nuestros espacios como sujetos sentipensantes de Nuestra América.

 

 

 


En memoria del maestro Álvaro B. Márquez-Fernández:

Un admirador del praxeologismo

 

Laura ZAVATTA

Universitá Degli Studi del Sannio Benevento

Italia

 

 

Con la emoción y el arrepentimiento de una “estudiante” que no quiere aceptar la desaparición de dos grandes Maestros con pocos días de diferencia uno del otro, recuerdo las espléndidas conversaciones y las cartas de intercambio que tuve desde 2007 con el Profesor Álvaro Márquez-Fernández y el entusiasmo que él sintió por el pensamiento del Profesor Capozzi.

 

A la sapientia del Maestro Dr. Gino Capozzi

y a la memoria del Dr. J.M. Delgado Ocando (1928-2014,) con admiración y afecto…

 

A Capozzi, Álvaro había dedicado su último volumen Democracia sub-alterna y Estado Hegemònico. Critica politica desde América Latina, escribiéndome estas hermosas palabras el 28 de septiembre de 2018:

 

Muy querida amiga Laura:

[…] Se publica una recopilación de mis últimos artículos y varias interlocuciones de investigadores que trabajan algunas de mis ideas filosóficas. En esta 1a edición de mi libro me he tomado la licencia de nombralo en la dedictoria, junto a mi otro gran Maestro.

Un gran abrazo, desde un país que atraviesa su peor crisis política en sus años de democracia, y tenemos el compromiso intelectual y moral de levantar nuestra voz...

Un gran abrazo, Álvaro”.

 

Muy fascinado por el praxeologismo, las tesis de Capozzi que más impresionaron positivamente al Profesor Álvaro fueron las que ahora describo brevemente.

La praxis como principium philosophiae, es muy importante - me dijo - porque se remonta a acontecimientos históricos que implican una nueva forma de interpretar la relación entre “trabajo” y “cultura”, con efectos que implican “trabajo” y afectan a la “cultura”, como el Prof. Capozzi escribe. La creación de la gran industria y el avance del trabajador en la escena de la gran historia comienzan a modificar profundamente el concepto moderno de cultura que siempre había descuidado esa área de la humanidad más pobre que está “en la base de la cultura humana, donde el hombre está en contacto con la naturaleza, y trabaja”. La “clave para entender” el poder creativo del hombre está en las transformaciones experimentadas por el concepto de “trabajo”. El “trabajo” ya no sigue la concepción de los Manuscritos económico-filosóficos de 1944 de Marx, sino que es una práctica como el Sistema de Vitalidad, y se articula como un acto desde el cual se desarrollan cambios, tanto objetivos como subjetivos, gracias a los cuales el hombre contribuye a transformar las cosas de la naturaleza en “el mundo” y a formarse a sí mismo y a los demás en “seres sociales” o “socialidad”. “Desde que trabaja, el hombre es un hombre” y el mundo que crea es “su mundo, él mismo”. El hombre trabajador es faber fortunae suae, de hecho, faber sui ipsius.

El lenguaje del praxeologismo nos permite mejorar esta sugerente intuición. El “trabajo” adquiere conciencia de sí mismo como “cultura” en la reversión de la praxis, con el retiro de una modificación objetiva que es la creación del “mundo” a una modificación subjetiva para la cual “el hombre es el hombre”. La cultura del hombre, propia del humanismo literario y filosófico, se extiende para abarcar toda forma de actividad para la cual el hombre que trabaja crea su humanidad. Siguiendo la indicación de esta concepción posmoderna, podemos alcanzar una redefinición del estatus de trabajador. Trabajador no solo es el que está en contacto con la naturaleza y con las cosas, sino con cada ser social que, a través de técnicas asombrosas debido a la complejidad de las estructuras y funciones, o con las herramientas y funciones simples de su cuerpo y espíritu, contribuye a la elevación de sí mismo y de sus compañeros en el desarrollo de la sociedad.

Después del Sistema de Vitalidad y Cultura, el Sistema de la Institución se analiza praxeológicamente explicando el significado y la correlación de organismos tales como “Sociedad”, “Derecho”, “Estado” que se articulan como funciones como “Fuerza”, “Ley”, “Poder”. Sociedad, Derecho y Estado, por un lado, y Fuerza, Ley y Poder, por el otro, son organismos y funciones que no se ponen rígidos en el estancamiento del hecho, sino que están animados por el ritmo racional del ek-stàsi de hacer en su forma congénita: praxeologismo. Y aquí está el esquematismo: por un lado, la Sociedad a través del Derecho se convierte en Estado y el Estado a través de la Derecho gobierna a la Sociedad; por otro lado, la Fuerza a través de la Ley garantiza el ejercicio del Poder, y el Poder a través de la Ley organiza la Fuerza.

El esquematismo legal de la Ley se organiza como una función intermedia entre dos esferas heterogéneas de la praxis, que tiene dos lados, uno congruente y homogéneo con el Poder el otro congruente y homogéneo con la Fuerza. El Poder y la Fuerza, heterogéneos entre ellos, se vuelven homogéneos con la intermediación de la Ley. El Estado con su Poder actúa a través del esquematismo del Derecho con su Ley sobre la “Fuerza” de la sociedad, la Sociedad reacciona a través del esquematismo del Derecho sobre el poder del Estado.

Para Álvaro, estas tesis escritas por el Prof. Capozzi fueron el resultado de una intuición muy perspicaz.

Quisiera concluir mi breve recuerdo del Profesor Álvaro al transcribir sus inolvidables palabras de consuelo que me escribió el 12 de noviembre de 2016 después de una grave pérdida que afectó a mi familia: la desaparición en el mar de mi sobrino Matteo a la edad de 29 años durante una inmersión. Las mismas palabras que debemos mantener con vida en el corazón para consolarnos por su repentina desaparición.

 

Muy apreciada y querida amiga Laura:

Me uno a la tristeza que en este momento vive tu familia, con la muerte tan trágica del hijo de tu hermano. 

Me ha dejado muy desolado esta noticia pues la muerte en sí misma ya es un hecho muy doloroso que nos desborda y hace desfallecer.

Más, en una situación tan inesperada y fuera de control. 

El destino en su fatalidad es muy cruel y desolador; sobre todo, cuando no logramos explicarnos que seres tan amados dejen este plano existencial de una forma tan accidental que nos deja perplejos. 

Recibe de mi parte mis más sentidas palabras de condolencias y afectos, para ti y tu familia.

Deseo que el Espíritu Creador de la Vida logre darle el consuelo por esta pérdida tan amada, pues en esta Vida todo es relativo y estamos siempre en los límites de la muerte.

Un gran abrazo para ti y el Prof. Gino, y a todos tus familiares mis oraciones de paz y de consuelo en esta hora tan dolorosa de vuestras vidas, Álvaro”.             

 

 

 


Álvaro B. Márquez-Fernández

En memoria a un maestro

 

Wileidys ARTIGAS

Universidad del Zulia

Venezuela

 

Hablar del profe Álvaro en términos de lo que fue o hizo es un poco complicado. Pues el maestro sigue haciéndonos hoy día, o por lo menos es el caso particular de todo aquello que aprendí de él a lo largo de este corto, pero fructífero camino que pude transitar a su lado.

Siempre fue una persona con exceso de inteligencia, pero no una inteligencia vaga o de mera memoria, sino una inteligencia para ver más allá de las circunstancias y de las posibilidades de las personas que apreciaba. Es cierto, mi profe no era el más popular puesto que muchas personas no entendían sus muy inteligentes comentarios, que bien tomados te llevarían a retarte personalmente en el avance de la ciencia y en el avance personal.

Conocí al profe en clases de un seminario doctoral, muchos me advertían que no era una buena idea tomar ese seminario, pero como lo retador no es temible, decidí hacerlo. Hasta hoy fue una de las decisiones que ha cambiado mi vida, en ese seminario se me ocurrió hacer un documento sobre Marx y culmine con éxitos y felicitaciones dicha labor. Este trabajo me abrió las puertas a uno de los grandes editores de Revista de Latinoamérica, confieso que para ese entonces el tema de las revistas era para mí un simple proceso de sometimiento de documentos.

Tiempo después me fue asignado el rol de editora de una de las revistas científicas en donde actualmente trabajo y me encontré al profe Álvaro y le comenté; me invito a una conversación de esas que determina el camino a seguir, me regalo unos libros sobre cómo editar revistas que se convirtieron en mi guía para ese entonces. Quién iba a pensar que esos libros y esa conversación determinarían mi destino profesional.

Siempre conté con sus acertados comentarios, siempre pude consultarle sobre algún procedimiento editorial y nunca pasaba más de un día antes de que el correo o mensaje fuese respondido, la diligencia que lo caracterizaba marco mis pasos hacia lo que un profesor debe otorgar a un alumno: lo mejor de sus conocimientos en el tiempo requerido.

Para que hablar de las cartas de recomendación, como todo lo que escribía, se convertía en una prosa para quien lo leía, cada cosa que leía me impresionaba y me animaba a seguir adelante, hasta un simple correo en donde me decía que no podría responderme pronto, era la invitación al respeto académico entre pares y amigos.

Hace un par de años iniciaba un nuevo camino en el tema de la edición de revistas científicas y lo confieso, estaba muerta de miedo, por eso le consulte, que si lo que iniciaba le parecía en función de que todo aquello que había recorrido había sido guiado por él. Su respuesta fue inmediata: ¡Wileidys tu puedes hacerlo! Esa respuesta me hizo iniciar un gran proyecto, en el cual sigo hoy día. Su gran visión acerca de los procesos editoriales era una visión que estaba en constante evolución y eso lo ayudaba a estar siempre a la vanguardia del proceso.

¡Cómo le agradezco tanto al profe! Una semana antes de su partida física le escribí que estaba en un proceso de evaluación de la revista para un gran índice y que me gustaría ampliar el comité editorial y para mi sorpresa en menos de un día me envío una lista de correos y me decía que les escribiera sin problemas y que lo nombrara en el correo como quien me había dado los contactos, ese fue su último regalo, su gran legado de amistades y colegas. Realmente no hubo un correo que no respondieran con agradado sobre la solicitud, y todos me comunicaron: “Si Álvaro te envía no tengo problemas”.

Más que respeto y admiración por su gran trabajo, hoy por hoy, siento admiración por que si miro hacia atrás definitivamente nada de lo que soy en esta carrera editorial hubiese sido posible sin sus comentarios y acertadas orientaciones. La educación es la única arma para cambiar el mundo, particularmente el profe Álvaro pudo utilizar sus conocimientos para cambiar el mío y quisiera que mis estudiantes algún día pensaran lo mismo de mí.

 


 


Álvaro B. Márquez-Fernández, el maestro de vida

 

Oneida CHIRINO FERRER

Universidad Católica Cecilio Acosta

Universidad del Zulia

Venezuela

 

 

Desde este pequeño escrito el cual sólo busca homenajear a nuestro inolvidable profesor Álvaro Márquez, pretendo lograr una aproximación de lo que en vida significó para mí y otras tantas personas el maestro, colega y buen amigo, corriendo el riesgo y del cual estoy segura me quedaré corta para alcanzar no sólo lo que significa su legado y su entrega, sino la sintonía en muchas cosas las cuales nos unieron.

 

Álvaro Márquez…el maestro

 

Cuando lo conocí en el año 1988, era en la clase de filosofía del lenguaje en la Universidad del Zulia. Álvaro Márquez se presentaba ante su alumnado con características muy particulares que describo con elegante presencia física y elocuente lenguaje. Hacíamos el esfuerzo por escuchar y comprender su voz suave y baja, llenaba el pizarrón con bibliografía obligatoria y sugerida para las lecturas correspondientes.

El profesor Álvaro vislumbraba y a la vez; ejercía un control de la clase donde asumíamos fácilmente que sabía mucho, conocía la materia y para entonces, poco interveníamos en sus clases (eso cambiaría a lo largo de los años y todo lo contrario, sus clases serían un diálogo abierto y permanente, donde no faltaban las provocaciones socráticas y las reflexiones personales que conllevan a convertir las mismas, en largas disertaciones filosóficas).

Al transcurrir el tiempo, creo que todos nos hicimos una idea inicial del profesor Márquez desde su vestimenta, sus gestos y sus clases magistrales. Profesor de ideas radicales expresadas con crítica y cierta confusión. Era buen profesor, tenía sus méritos académicos, muy amable frente a las preguntas, pero también; podrían saltar aquellas cosas sarcásticas o respuestas con preguntas que nos conducían a no comprender del todo sus provocaciones intelectuales lo cual hacía muy difícil algunas clases y, nos tocaba leer mucho o quizás criticarlo fuera del salón.

También fue mi profesor en la Maestría; además de ser otro nivel de estudio, nuestra relación tenía igualmente otro nivel. Se daba el inicio de una relación y aprecio mutuo que nos acompañaría por siempre. Sin embargo, el profesor marcaba pauta con sus críticas antisistema, antihegemónicas, anticolonialistas y su defensa a lo intercultural, a la otredad, al diálogo, y sus influencias ciertamente en su alumnado que por supuesto, comenzaron a perfilar nuevos caminos y horizontes en el pensamiento filosófico latinoamericano.

El profesor Álvaro Márquez y su condición humana, comenzaron a suscitarme inquietudes que provocaron preguntas, dudas, asombros tal cual lo hace un maestro, especialmente sobre lo que acontecía en el mundo de la filosofía y en el mundo en que vivimos del que nunca se aisló, lo conocía e interpretaba muy bien.

En los años sucesivos ya por distintas vías nos cruzábamos como alumna-profesor, amiga-amigo, compañeros de trabajo e incluso me toca ser su “jefa”. En la Universidad Católica Cecilio Acosta, nuestros lazos se profundizan porque hicimos el equipo ideal de trabajo: la confianza, el compromiso, el disfrute de lo que hacíamos, los proyectos emprendidos en la mesa del café y la lucha conjunta para verlos concretarse, fueron los caminos que se hicieron uno en el día a día.

         En los viajes dentro y fuera del país que hicimos juntos, ampliamos horizontes y crecimos mucho en varios aspectos, especialmente yo que tenía que sentarme en varias ocasiones de “igual a igual” junto a mi maestro. Fue bastante difícil en mis inicios, pero él estuvo siempre atento a ayudarme a no caer en la trampa de colocarme en una situación de minusvalía, todo lo contrario, no me objetaba nada.

Fue entonces cuando me toca reconocer su valía ya no como intelectual puramente sino como persona que sufre, que sueña, que añora y lucha. Lo vimos feliz y triste, molesto e inquieto frente al burocratismo, y la falta de sentido común, lo vimos irse y regresarse con la misma sonrisa que era garantía de tolerancia, admiración y asombro.

Fue un apostador por la vida. Conoce bien que significado y que sabor tiene la vida para preocuparse por la banalidad de ésta, sabe cómo el verdadero maestro, lo que hay que hacer, por lo tanto, no pudo dejar de ser crítico e incisivo, entusiasta y optimista desde la filosofía misma.

Fue un humano, y, por lo tanto, en tantas cosas vividas, comprendí que era un pensador de la vida, donde los sentimientos por las personas que amaba, por sus amistades y por su trabajo al que tanto cuidó, eran simplemente regalos divinos que lo realizaban a plenitud.

 

 


 


Una mirada a la otredad

con el Dr. Álvaro B. Márquez-Fernández

 

Jinette LABRADOR

Universidad del Zulia

Venezuela

 

 

Este homenaje al profesor Márquez-Fernández, me hubiese gustado intitularlo: “La estrella inalcanzable”, porque era el sentir que escuchaba acerca de su trayectoria académica ¿se podrá tocar esa estrella con tantas publicaciones y la riqueza intelectual amalgamada en su ser histórico? Fue entonces, por medio de Gabriel Argota Caicedo cuando aconteció un encuentro, como diría Lévinas, cara a cara, donde el resplandor de ese cuerpo brillaba con luz propia. 

De modo que lo vivido-convivido fue una experiencia filosófica-epistemológica porque las conversaciones sobre interculturalidad, la cultura, lo humano, el respeto, entre muchas otras, hicieron emerger el  planteamiento de preguntas que generaron la reflexión, entendida como el “acto en la emoción en el que se abandona una certidumbre y se admite lo que se piensa, lo que se tiene, lo que se desea, lo que se opina, o lo que se hace” (Maturana, 2002, p.39); que permitieron las explicaciones científicas en la proposición de mecanismos generativos como resultado o consecuencia de la experiencia.

Entonces, el respeto en la escucha al otro/otra, abrieron paso a la otredad, esto es, desde un espacio psíquico inconsciente, vivimos en la dinámica relacional de esos encuentros al respeto a la legitimidad de cada quien, y, tomando consciencia de los propios fundamentos que aceptamos en la continua investigación-pregunta-reflexión del cómo es que hacemos lo que hacemos. Trayendo a la mano que cada presente cambiante continuo es una constante lectura-pregunta que termina en el momento en que morimos en lo físico para pasar a otra dimensión más espiritual. Así, el aprendizaje más significativo en torno al Dr. Márquez-Fernández, es el de seguir, como cuando se es estudiante, como si se tuviera una evaluación que presentar mañana, en un continuo estudio, en el que no hay hora cuando la idea surge.

El camino para quienes tocamos la estrella, fue una experiencia muy particular; tuvimos a un hombre humilde, respetuoso del pensamiento del otro, al que, desde el amor, se distinguió por el respeto a la legitimidad de cada persona.  Podía explicarte cómo mejorar tus escritos o cómo escribirlos, y eso, te llenaba de esperanza. La huella que dejó en quienes lo conocimos es imborrable y nos dará siempre el ánimo para decir, puedo lograrlo en la constancia de la investigación.

Finalmente, no se puede en tan corto escrito desarrollar toda la riqueza que dejó el Dr. Álvaro Márquez-Fernández, en especial, si quien escribe es detallista y desea contarlo todo sin dejar ningún cabo suelto en el discernimiento o tema solicitado.

 

Sólo queda decir, gracias por cada palabra escuchada MAESTRO.   

 

 


Álvaro B. Márquez-Fernández: legatum hominum

 

María Eugenia CHIRINOS

Universidad del Zulia

Venezuela

 

 

Escribir sobre el ser humano Álvaro Márquez-Fernández, es un acto en primera persona de una experiencia ineludiblemente subjetiva.  Un cruce de vías.  Es plasmar la memoria indeleble del testimonio de una gran bendición recibida, que dura toda la vida. Por eso me permito estas referencias privadas que para mí tienen mayor valor que sus excepcionales méritos académicos y profesionales, sus credenciales, publicaciones, años de experiencia, entre otros antecedentes que forman parte de la información pública de libre acceso.

Desde la mirada sensible y los sentidos de una niña de 6 años, la vista, el olfato, el tacto, el corazón, la primera impresión que mi hija menor tuvo del profesor Álvaro, fue “ese señor es buena gente y huele rico” (refiriéndose al aroma de su perfume). Fueron palabras nacidas desde su experiencia, desde su vivencia de aquel primer mutuo re-conocimiento. Este inusual encuentro entre mi hija y el filósofo académico, se produjo un día del año 2010, cuando yo cursaba un seminario que dictaba el profesor en el doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad del Zulia.

Aquella tarde, no tuve con quien dejar a mi hija pero tampoco quise faltar a la clase, así que con mi carga de cotidianidad y mucha vergüenza le consulté al profesor Álvaro si la niña podía permanecer en la sala, y el compromiso que ella no molestaría a los demás en la medida de lo posible.  La respuesta de aquel caballero, que recién iba conociendo, con cabellos y barba blanca, de hablar suave y pausado, de mirada profunda y franca, no solo accedió con agrado y alta cortesía, sino que le demostró una fraternal y dulce bienvenida a mi hija, mirándola a los ojos y ofreciéndole un beso y un abrazo antes de comenzar la jornada y, luego hizo un tiempo para saludarla al despedirnos. Inolvidable fue ese cálido y afectuoso recibimiento que este extraordinario hombre le dio a mi hija. Ese día, por primera vez, mi niña tuvo un mágico contacto con el mundo académico que habita entre los muros de un campus, y al mismo tiempo, conoció lo que era un insigne y digno profesor universitario y estuvo presente en una clase en toda la extensión de la palabra. Aquella persona tan especial que le abrió las puertas de su corazón a mi hija, era mi entrañable profesor Álvaro Márquez-Fernández.

Debo aclarar que tal deferencia, la cual me ha honrado siempre, no fue particular.  Álvaro Márquez-Fernández tuvo una relación de alteridad significativa con cada ser humano que con él tuvo contacto. Soy testigo de cómo, en la praxis intersubjetiva, tuvo una dedicación especial con todos y cada uno de mis compañeros de posgrado. Para los que se acercaban a él con alguna inquietud, siempre hubo tiempo, atención, dedicación, recomendaciones y sentires.  Cada uno de nosotros fue tratado con profundo respeto, generosidad, gentileza, entrega y mucha, mucha, pero mucha paciencia. Aún, cuando surgían polémicas durante algunas sesiones de los seminarios, siempre hubo de su parte una gran disposición a la escucha de las diversas opiniones, haciendo aportes o comentarios significativos, sin presumir, intimidar, descalificar, ningunear o invalidar a nadie.

Tuve la dicha y el gran honor de realizar mi tesis doctoral con Álvaro Márquez-Fernández como tutor, en ese largo proceso pude conocerle mejor, apreciar su amistad y talento, aprender a transitar el camino de la incertidumbre, de la complejidad; con su aliento y guía, me atreví a nadar un poco en las profundas aguas de la filosofía y a no temerle a la insaciable búsqueda y a los descubrimientos…

La generosidad de Álvaro Márquez-Fernández nunca dejaba de sorprenderme, me dio la oportunidad de conocer a su amada esposa, Zulay Díaz de Márquez, académica e investigadora que lo acompañó, no solo en el amor sino, a través de los años, en la loable y ardua labor editorial de Utopía y Praxis Latinoamericana.  Ambos abrieron sus corazones y afecto para brindarme su apoyo y sincera amistad.  Atesoro en mi alma los momentos valiosos que compartimos juntos. Mi agradecimiento y amor por siempre para ambos.

La humildad y sencillez siempre caracterizaron a Álvaro, su sapiencia y dones personales dimanaron siempre para edificar a quienes fuimos sus alumnos, a sus compañeros universitarios, a sus colegas, amigos, familiares, vecinos y conciudadanos.   Siempre presto a iluminar, a enseñar, a incentivar el pensar en voz alta, a amar la filosofía y a impregnar de sentido la existencia, “la realidad se transforma por el sentido”, decía en alguna de sus clases.  Su legado humano e intelectual es muy grande, nunca podrá ser conocido con exactitud. De seguro, ha dejado una huella afectiva en cada persona que tuvo una relación cercana o a distancia con él.

Para finalizar, sin lugar a dudas, creo que fue un cristiano ejemplar y que a modo de discípulo de Jesús, a su imagen y semejanza, pasó por la vida haciendo el bien a todos. Haber conocido a Álvaro Márquez-Fernández es para mí una gran bendición del Creador, un bienaventurado cruce de caminos.

 

 

 

Gracias Señor, gracias.

 

 


 

IN MEMORIAM

UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 24, n° 84 (ENERO-MARZO), 2019.

REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL

CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA.

ISSN 1315-5216 / ISSN-e: 2477-9555

 

Álvaro B. Márquez-Fernández y el pensar con el sentimiento

 

Luis Javier HERNÁNDEZ CARMONA

ULA-LISYL-Venezuela

 

El trabajo en la palabra y con la palabra es un ambiguo y complejo proceso creador que instituye enriquecidas formas de significación; ora desde la racionalidad, ora desde la sensibilidad, pero siempre apuntando hacia la construcción de lógicas de sentido a consolidarse, bien sea a través de la contradicción, el cuestionamiento o la reafirmación, pero siempre apelando a la dialéctica para proponer nuevas rutas de interpretación.

En mi caso particular, por mi formación en literatura, y hoy día, intentando bosquejar planteamientos desde la semiótica, me he inclinado por el camino de la sensibilidad; caminos trasegados bajo mirada de un filósofo: Isidoro Requena, quien me hizo ingresar por esas rutas de interpretación, en las cuales el mundo se diversifica en la reflexión desde el alma y la conciencia sensible. Y para quienes somos forasteros en esos predios el impacto y la novedad son constantes.

Precisamente, por Isidoro Requena conocí a Álvaro Márquez Fernández, además de compartir la profesión de filósofos, docencia e investigación en la Universidad del Zulia, compartieron la pasión por América y sus intrincados caminos simbólicos. A medida que fueron brotando las lecturas, seguí conociendo y redescubriendo a Álvaro Márquez en la dinámica textual, desdoblado en voz crítica y reflexiva para revelar con inigualable sapiencia el sentido intercultural en su utopía y praxis.

Así el conocer-reflexionar creó un diálogo transpuesto sin necesidad de presencia física, porque siempre el gesto sensible, amable y afable del autor estaba presente como voz cálida que incitaba a apropiarse de lo allí contenido. Entonces sobrevino una amistad de extraordinaria significación, de esas que establecemos con los autores, aun cuando no los conozcamos personalmente, pero se va fortaleciendo a medida que transcurren los diálogos silentes de la lectura.

Aún más, cuando la dinámica académica exigió publicar trabajos y reflexiones sobre lo desarrollado en proyectos de investigación, surgió la colosal obra editorial de Álvaro Márquez a través de la Revista Utopía y praxis; fehaciente ejemplo del dialogismo intelectual para el fortalecimiento institucional y divulgación de aportes profundamente importantes sobre diversos temas en la conformación de una particular hermenéutica filosófica diversificada en múltiples acercamientos.

Luego los horizontes académicos me llevaron a cursar el doctorado en Ciencias Humanas de la Universidad del Zulia, y con ello, llegó la oportunidad de presentar el anteproyecto de tesis doctoral; con un tema convertido en un verdadero reto de trabajar la nostalgia desde la hermenéutica y la semiótica, puesto que estaba encontrando miradas de recelo ante una supuesto riesgo académico porque la sensibilidad no se puede  racionalizar o demostrarse; mucho menos responder a una ‘rigurosa’ aplicación metodológica, exigida por tales estudios.

De esta forma llegó la notificación de constitución del jurado de la tesis doctoral, presidido por Álvaro Márquez; entonces las dimensiones del reto se hicieron mayores; allí estaba la presencia académica de quien había enseñado a pensar con el sentimiento, a valorar el hombre en su más profunda dimensión, fuera del monopolio de la razón y convocando el poder de la capacidad imaginativa para pensar:

En clave estética, poética, sensible, sentimental: el otro modo de ser de quien existe y está en el mundo de los fenómenos y de la percepción intuitiva. A ese otro ámbito, por donde deseamos presentir la “realidad” como un fenómeno complejo, es que va dirigida la tesis de pensar con los sentimientos, o con el co-razón (al decir de Andrés Ortís-Osés). El mundo no es lineal, menos uniforme. El mundo no sólo es aprehensible por la ratio legis, ésta es apenas una de entre otras facultades del pensamiento[5].

Con la paulatina aprobación de los textos que iba produciendo, el día de la disertación volvieron a reunirse, junto a la tutora, Dra. Írida García, los maestros: el compañero de camino de siempre y el advenido como faro luminoso, para aprobar luego de una nutrida plática, el planteamiento sobre la semiótica de la afectividad-subjetividad y la red intersubjetiva de la nostalgia. Así, la nostalgia superaba los escepticismos para reiterar su fuerza vital en la construcción de lógicas de sentido subjetivadas.

Luego vino la conversación más sosegada, fuera de la protocolización académica, donde las tensiones se han convertido en anécdotas relajantes. En ella, sucedió un hecho profundamente significativo para mí: el maestro Álvaro Márquez me sugirió que la teoría allí esbozada se llamase Ontosemiótica por la preeminencia del sujeto en el texto, o como hoy lo he podido detallar: por la textualización del sujeto y la subjetivación del texto. Entonces, ontosemiótica comenzó a llamarse y a diversificarse bajo otras miradas y perspectivas teórico-metodológicas.

La particularidad de la ontosemiótica continúo acercando caminos y miradas, pues el maestro Márquez aupaba a mis estudiantes o asesorados a recorrer sus reflexiones en función de la afectividad-sensibilidad a manera de elemento dinámico dentro de las ciencias humanas. Consistiendo un orgullo y satisfacción personal-académica escuchar los criterios de tan autorizada y gentil voz; motivándome a seguir asumiendo retos con la propuesta refrendada por él.

De esta manera, con el maestro Márquez establecí un lazo indisoluble, representado por el agradecimiento y la admiración para quien con el más profundo desprendimiento me brindo su conocimiento y orientación; cumpliéndose de esta manera el implícito precepto que el trabajo académico forja consanguineidades fortalecidas en la palabra creadora que hace sublimes las acciones humanas.

Por eso hoy, rebujando en la memoria, quise encontrar palabras para honrar al maestro, encontrarlo siempre presente en esa grata experiencia académica, o en los textos legados a la humanidad para que sus aportes unan en la diversidad, en la diferencia consustancial; en la cual, pensar con el sentimiento sea la utopía alentadora de nuevos horizontes para la confluencia de voces anunciantes de las ‘conciencias anticipadas’: “donde la libertad es un principio de esperanzas”[6].

Principio de esperanzas sostenido en el gran proyecto de la palabra que nos rescata de la deshumanización a través de los proyectos creadores del hombre consustanciado consigo mismo y el otro. Fortalecidos en la amalgama sensible que permite quedarse cuando tenemos que marchar al lugar donde habita para la eternidad el maestro Álvaro Márquez-Fernández, quien se ha quedado por siempre en la palabra transfigurada en su más profunda expresión sensible, para permanecer entre nosotros y los que vendrán luego.

 

El Paraíso, enero, 2019.

 


In memoriam

Álvaro B. Márquez-Fernández

 

Gildardo MARTÍNEZ

Universidad del Zulia

Venezuela

 

 

"Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando"

Rabindranath Tagore

 

Cuando usamos la palabra "corazón" normalmente podemos asociarla a una parte del cuerpo humano o al más complejo de los sentimientos como el "amor". También en ocasiones hacemos con esta palabra analogías y le atribuimos propiedades especiales que la convierten en depositario de cualidades. 
A veces la empleo para hacer del "corazón" un especial y peculiar "cofre de recuerdos". De allí que, en ocasiones, por olvido o rapidez, no me percato que "recordar" es "traer de nuevo al corazón".

Escribo estas líneas precisamente para ello, para desde acá tener presente y hacer de alguna manera homenaje al profesor Álvaro. Le conocí en momentos diferentes. Fue mi profesor en seminarios de doctorado, compañero de trabajo en el centro de investigación. Su calidad académica fue incuestionable y reconocida allende la Universidad del Zulia. Más allá de lo que al profesor Álvaro le garantizaba su seguridad ontológica, esto es, el ser docente e investigador, publicar artículos científicos y ser editor de revistas científicas, lo tendré presente en mis recuerdos por su cualidad como ser humano. En su muy férrea seriedad académica me hacía bromas por mi afición a los "superhéroes" de "comics" o por el uso de corbatines con imágenes de los mismos.

 "¿Hoy a quienes tenemos acá, Gildardo?" me preguntaba...Igual con sus palabras de aliento en momentos del fallecimiento de mis padres. Allí estaba el también.

Creo, ya para terminar, que el trabajo del profesor Álvaro, seguirá de alguna manera con quienes lo conocimos ya bien como compañeros de trabajo o como discípulos.

Creo si, que las palabras de Fe y Razón pueden abrazarse por unos momentos para en medio de su ausencia física pensar que aún nos sigue hablando, haciéndonos bromas e incluso pensar que en algún momento podremos vernos...

 

 

 


Educación dialógica desde la perspectiva de Álvaro Márquez

 

Jairo Eduardo SOTO MOLINA

Universidad del Atlántico

Colombia

 

Para vivir hay que esperar, luchar para satisfacer nuestras necesidades y luchar por la supervivencia y luchar ante la muerte. En la vida todos nuestros pensamientos tienden hacia la acción, no vivimos para pensar, pensamos para vivir. Además, el hombre no busca la verdad, solo aspira a una cosa: Dicha. Todos los hombres, dice Pascal, “buscan ser felices”. Todos tienden a esa meta (De Villena, 2013).

Conocí a Álvaro B. Márquez-Fernández en un seminario del Programa de Doctorado en Ciencias Humanas, de la Facultad de Humanidades y educación de la Universidad del Zulia, de donde egresé. Era un seminario de Filosofía intercultural para la liberación y pensamiento del sur. Luego asistí a otros seminarios, por lo menos cuatro, en calidad de asistente invitado por el Doctor Márquez, con quien me unió una profunda amistad desde el año 2012 que luego se acrecentó al venir a trabajar a Barranquilla en la Universidad del Atlántico, de donde salió lamentablemente por razones de manejo interno de la institución.
Con Álvaro Márquez sostuvimos muchas charlas y tertulias sus discípulos, tales como Jaime Colpas Juan Trillos, Harold Ballesteros, entre otros, en temas diversos. Pero, lo que más me marcó fue lo que él llamaba “la educación dialogica”.   Álvaro, siempre planteaba la necesidad de aprender a dialogar razonadamente para comunicar y convencer con argumentos y principios esenciales y seguir creciendo en el movimiento hacia una educación pública gratuita.

Afirmaba que el dialogo debía ser construido por dos personas abiertas a las ideas en medio de las diferencias y aproximaciones en lo ideológico, y el respeto civilizado al derecho de palabra.
No debe haber, además, disonancia entre el discurso que se sostiene y las prácticas o acciones que al final valen más que las mismas palabras expresadas. Incluso las agresiones verbales y hasta física denotan la falta de razonamiento que nos hace humanos y la no argumentación producto de nuestra inteligencia y formación avanzada refleja la falta de cultura para el dialogo. Él, explicaba que sobre la base de un dialogo de saberes se podría plantear una propuesta pedagógica, fundamentada en el respeto y práctica de relaciones horizontales y democráticas.

Ese dialogo de saberes debe partir por reconocer al otro como sujeto responsable y actor de su propio destino, y a los demás compañeros estudiantes como seres inconclusos, que se construyen en su relación con el otro y con el mundo. El diálogo de saberes como un proceso comunicativo y significativo en el cual se ponen en interacción dos lógicas diferentes: la del conocimiento científico y la del saber cotidiano, con una clara intención de comprenderse mutuamente; implica el reconocimiento del otro como sujeto diferente, con conocimientos y posiciones diversas. No riñe con una intencionalidad en la educación, si se dirige a promover la libertad y la autonomía, para que cada uno tome las decisiones más apropiadas para sus condiciones y contextos particulares. Es un escenario donde se ponen en juego verdades, conocimientos, sentimientos y racionalidades diferentes, en la búsqueda de consensos, pero respetando los disensos. Es un encuentro entre seres humanos - educandos y educadores- donde ambos se construyen y fortalecen: un diálogo donde ambos se transforman.

Dialogar es conversar con otras personas sobre nuestras ideas, pensamientos, sentimientos. Nos permite crear y avanzar en las buenas, correctas y fructíferas relaciones, sean personales, sociales y profesionales. El diálogo es un valor fundamental para la convivencia. A pesar de que el refrán dice que “hablando se entiende la gente”, lo importante del diálogo no es hablar, sino el entendimiento o la comprensión. Donde hay diálogo es más fácil que haya entendimiento, que se puedan producir acuerdos y que ello facilite el desarrollo de un proyecto, de una actividad, de una amistad o de una relación, una mirada, un gesto, un tono, un momento o un lugar, pueden abrir o cerrar las puertas a la comunicación. Todos los educadores estamos de acuerdo en la necesidad de que los alumnos aprendan a argumentar de manera razonada, condición necesaria de un aprendizaje significativo y relevante.

Con este comentario intentamos aportar desde la perspectiva de nuestro gran maestro de la filosofía intercultural un modelo de aprendizaje de la argumentación, apoyado en la tradición filosófica de la disertación y en las más recientes aportaciones de la retórica y la argumentación, tanto en la pedagogía como en la lingüística y en la neuropedagogía. Lo contrario demuestra la grave crisis de pensamiento que vive el país y las universidades no pueden ni deben ser un reflejo de ello.
Recuerden señores estudiantes siempre necesitaras del profesor para que continúes con esa condición, con tu formación continua, sin el profesor jamás eres estudiante! Con Álvaro Márquez comprendí todas estas consideraciones y trato de ponerlas en práctica en mis clases.

 

 

Paz en tu tumba siempre recordado maestro. Que la luz eterna brille para ti por siempre.

 

 

 


La experiencia de conocer a un maestro…

 

Rafael LÁREZ PUCHE

Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt”

Venezuela

 

En el mismo momento en que uno pisaba la Escuela de Filosofía de LUZ, muchas cosas confluían o se encontraban; hablo de sentimientos, emociones, sueños; ero, además, nos encontrábamos jóvenes, aún sin pisar los veinte años de edad, con las historias más extraordinarias de esa Escuela que protagonizaron sus maestros. Entre los jóvenes estudiantes apoyados por algunos profesores, se hablaba del legado de Adolfo García Díaz, el fundador de la escuela, y de otros maestros, como Pérez Estévez, o Gloria Comesaña, en fin, lo importante era que esa emoción conducía a nuestros espíritus jóvenes y sedientos de conocer, a la lectura, a encontrarnos con diferentes temas, discusiones y debates.

Entre las conversaciones de los amigos de mi padre siempre se hablaba sobre un profesor, Álvaro Márquez, que, en los inicios de sus labores en la escuela - según estos amigos -, era denso y profundo en su discurso, y, por ende, en sus clases. Al llegar a la escuela, me encontré con una realidad devastadora: la mayoría de los profesores que eran referencia de esa escuela estaban jubilados, entre ellos, Álvaro Márquez.

Comencé a conocer al filósofo y al maestro Álvaro mediante una búsqueda minuciosa de su revista, Utopía y Praxis Latinoamericana, teniendo como cómplice a amigos que poseían alguna edición repetida en su biblioteca, y a otros allegados en las bibliotecas de las distintas facultades de LUZ que me regalaron algunas ediciones, también repetidas. Logré tener buena parte de la colección y buena parte de sus artículos publicados también en la Revista de Filosofía de LUZ. Así fue el primer acercamiento al amigo Álvaro, por medio de sus trabajos, artículos, y de su legado más hermoso que es la revista que él fundó y dirigió.

En el 40° aniversario de la Revista de Filosofía de LUZ, tuve la oportunidad de escuchar por primera vez al maestro Álvaro, en un debate, sobre la vigencia de la filosofía latinoamericana y las ciencias sociales. Ese debate, que confieso fue de mucha altura, se dio con otra profesora de la Escuela que ha sido referente para muchos, Sabine Knabenschuh de Porta y fue quizás, el primer debate filosófico que un joven estudiante del pregrado como yo presenció. De ese debate, cualquier joven sale con muchas preguntas, incertidumbres, cuestionamientos, pero, además, con la necesidad de conocer sobre el tema que se está discutiendo. De nuevo recurrí a Utopía y Praxis Latinoamericana, como una escuela paralela de la filosofía contemporánea y de los debates actuales.

Ya cuando obtuve mi primer pregrado, y sin ningún tipo de dudas de realizar otros estudios que profundizaran en los actuales debates latinoamericanos, me inscribí en una maestría que el mismo maestro Álvaro pensó y diseñó: la Maestría en Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Católica Cecilio Acosta. Allí, la injusticia que aquel joven del primer semestre de pregrado en filosofía había sentido al no poder estudiar con los maestros que tanto escuchó, se revirtió. El maestro Álvaro fue profesor de cinco seminarios en mi maestría. Nunca tuve mejor maestro.

Más allá del pensamiento filosófico de Álvaro y de su capacidad como maestro -que es indiscutible-, recuerdo al humano. No suspendió nunca una clase. Llegaba antes que sus estudiantes. Nos obsequió las ediciones de Utopía y Praxis Latinoamericana que se publicaron mientras cursamos la maestría (lo que me permitió completar la colección). Nos enseñó que otro mundo hacía filosofía, y permitió que nos encontráramos con esos otros mundos. Con Álvaro, pudimos conocer de fondo la filosofía intercultural y la filosofía de la liberación latinoamericana, pero también la filosofía para niños y niñas, y el pensamiento contrahegemónico latinoamericano, nuevas alternativas para pensar la epistemología, entre otros temas donde el maestro dejó una obra importante.

Ya culminada la maestría, el contacto con aquel maestro era permanente. Siempre recibía alguna noticia de él vía correo electrónico, informándonos sobre alguna nueva edición, un nuevo libro o simplemente alguna colaboración de un colega. En mis labores como profesor de la Universidad Nacional Rafael María Baralt, se me designó la responsabilidad de dirigir el Centro de Estudios Socio-Históricos y Culturales. Lo llamé un día para estudiar la posibilidad de que dictara una conferencia sobre Pensamiento Crítico y no dudó en responder positivamente. Álvaro entendía la amistad de otra forma, le daba la importancia que merece. Nunca dejé de sentir su acompañamiento y asesoría constante.

Luego vinieron las colaboraciones, mientras él editaba en la UniGuajira la revista Entretextos, me pidió un trabajo sobre interculturalidad que se publicó en una edición homenaje a Raúl Fornet-Betancourt. Cuando fundé la revista Encuentros no dudó en colaborar en la primera edición. Y después, tuve el honor de participar en el último libro que era el principio de un proyecto editorial que tanto comentaba. En ese libro, Estado Hegemónico y democracia sub-alterna, publiqué un artículo sobre el pensamiento de Álvaro, el primero de muchos.

En ese noviembre desgarrador de 2018, habíamos planificado dos cosas, la primera, una conferencia sobre Alternativas epistemológicas de las Ciencias Sociales, de nuevo en mi Universidad, y la segunda, a propósito de mi visita a Buenos Aires para la Asamblea CLACSO, un encuentro con algunos colegas de él en Argentina. Pero esa mañana, que desperté en esa ciudad de la furia, recibí la peor noticia que puede recibir, quien se siente como un discípulo, de su maestro. Apenas tres días antes habíamos conversado.

De mi maestro y mi amigo Álvaro me quedan sus correos, su revista que considero la más prestigiosa del país, su enseñanza, su amistad, alguna tertulia matutina en un café de la ciudad, lo que aprendí cuando lo buscaba y cuando lo encontré. Mi amigo Álvaro fue y es una escuela. Considero que el Zulia y Venezuela deben reconocer en Álvaro un filósofo de los más importantes en la historia reciente. Nos toca, a quienes fuimos sus amigos, honrarlo a través de la permanencia de su obra y pensamiento. Ojalá sepamos cómo hacer de Álvaro, un referente, que no deje nunca de transcender, que Utopía y Praxis siga con el mismo propósito con el que se fundó, y que sigamos debatiendo esas inquietudes e incertidumbres que hacían de mi maestro, un filósofo preocupado, sobre todo, por el derecho a la vida.

 


 


¿Casualidad o causalidad de la vida?

 

Katia MARTÍNEZ HEREDIA

Universidad del Atlántico

Colombia

 

Conocí a Álvaro Márquez Fernández en el año 2015 gracias a la intermediación de un muy buen amigo en común el profesor Harold Ballesteros en la ciudad de Barranquilla, quien entre charla y charla sabía de mi necesidad de obtener un tutor de tesis doctoral, ya que en el último año yo sentía que no había podido ser entendida ni comprendida por el tutor que me había designado la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Zulia-LUZ. Sin embargo, mi amigo Harold que me conoce desde el año 2011 y sabe de mi trabajo de investigación sobre biopolíticas y Michel Foucault, vio mi preocupación y como un destello de luz me habló inmediatamente del Dr. Álvaro Márquez Fernández, quien en ese momento estaba trabajando, con muchas dificultades administrativas, como docente-investigador extranjero invitado en la Universidad del Atlántico.

Muy a pesar de esas dificultades administrativas y económicas que estaba viviendo el Dr. Álvaro Márquez, aceptó reunirse conmigo para escuchar mi propuesta de investigación en base a las investigaciones libres que ya había adelantado y sobre todo para entender mis pretensiones y digo pretensiones porque gracias a la solidez de sus conocimientos pude encontrar en tantas conversaciones claridades epistemológicas para poder continuar.

Nuestro primer encuentro fue muy informal en un café de un centro comercial al norte de la ciudad de barranquilla, como no lo conocía ni sabía de su aspecto físico lo busqué en internet, (yo me reía de mi misma, jajajaja) ya que según mi amigo Harold me estaba recomendando un grande del pensamiento anti-hegemónico latinoamericano y me di cuenta que su imagen de hombre barbudo, viejo y canoso le daban la autoridad. Nos habíamos sentado en dos mesas diferentes y yo aún no lo identificaba, tomé la decisión de acercarme a la mesa vecina y le pregunté directamente si era a quien buscaba. Muy amigable y muy decente el Dr. Álvaro me escuchó con mucha paciencia y sin interrupción por más de una hora y yo aún no me daba cuenta que estaba frente a un hombre de reconocida trayectoria, un hombre valiente, de una calidad ética y humana inigualable.

El 28 de marzo de 2016 recibí el prólogo escrito por el Dr. Álvaro Márquez Fernández, para mi segundo libro Políticas de la Globalización, a través de un correo electrónico a la 13:42 hrs, donde se devela su pensamiento y crítica al sistema que nos gobierna, pero también la esperanza como camino o alternativa para lograr un cambio:

 

Muy apreciada Katia:

 

Saluti de mediodía de Santo Santo......

Me apena mucho la demora en pasarte la versión final de mi Prólogo a tu libro, pero otras urgencias reclamaban mi tiempo.

Pero bien, por fin, acá está resuelto gratamente el compromiso. 

Gracias por la oportunidad de leer tu aporte y más todavía por hacer públicas estas palabras...

Un abrazo, en unión a tus queridos padres,

 

Álvaro B. Márquez-Fernández.

Universidad del Zulia, Maracaibo, CESA.

 

… somos testigos de que se viene acentuando una forma completamente desproporcionada y perversa de lo que pudiera llegar a darse como una relación simétrica entre el tener y el ser, el bien y la justicia, la equidad y solidaridad, de los seres humanos. Seguimos supeditados a un modo de producir la materialidad de la que pende la vida de todos, pero debe ser revertido desde La crítica de un humanismo socio-político capaz de garantizar la paz y el bien en común.

No se debe dejar al “libre arbitrio” de las nuevas tecnologías la evolución de la plusvalía del capital. La crítica contra hegemónica que se asume en este libro le da la bienvenida a una nueva Esperanza donde los sujetos de la política sean, en todo, sujetos éticos de la Política…

 

Nunca recibió un peso, ni un bolívar, ni un dólar por asesorar mi tesis doctoral desde el 2015 hasta agosto de 2018, día en que sustenté mi tesis doctoral de más de 400 páginas en el colegio de Abogados de la Ciudad de Maracaibo- Venezuela frente a tres jurados con formación en Economía pura de la misma Facultad de Economía de la Universidad del Zulia. El sábado 4 de agosto de 2018 a las 19:12 hrs recibí el último correo del Dr. Álvaro B. Márquez Fernández diciéndome lo siguiente:

 

Apreciada katia:

 

Saludos vespertinos de sábado por la tarde...

Ante todo, recibe mis más expresivas felicitaciones por la feliz culminación de tu trabajo de Doctorado. Al final, la cosecha ha rendido sus frutos y bien te los mereces. Fue una excelente disertación desde todos los puntos de vista y muy bien sostenida sin flaquezas. Así se demostró en los comentarios del Jurado, salvo quien hizo la excepción en razón de su propia incertidumbre.

Pero esa es la academia que tenemos y nos toca lidiar con eso.

Gracias por el obsequio de tu libro, me complace el honor que me haces de participar en él con algunas ideas de pregonero.

Acá te hago llegar el e-mail de la Dra. Flor Ávila, catedrática de la Fac, de Ciencias Políticas de LUZ y activista de DD HH a nivel internacional (actualmente docente de la Católica) que bajo el patrocinio del Dr. Víctor Martín (jubilado de Esc. de Filosofía de LUZ), están haciendo gestiones para crear la Red de Biopolítica en la Católica de Bogotá.

Puedes hacer contacto con ella para que te incorpore a la Red y dile que estás muy bien recomendada de mi parte. Yo por separado también le haré una notica, hoy o mañana.

Te deseo la mejor de las suertes profesionales y alegrías personales,

Un abrazo, desde los afectos,

Álvaro.

 

No sé si fue una casualidad de la vida o si la vida me llevó a estos causes premiándome con la amistad de tan grande intelectual de la academia latinoamericana.

En homenaje a lo que es y lo que representa el Dr. Álvaro B. Márquez Fernández, mi última dedicatoria, plasmada en mi tesis doctoral titulada: “PRAXIS INTERPRETATIVA DE LA BIOPOLÍTICA Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES LATINOAMERICANOS EMERGENTES EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN”:

 

A mi tutor de tesis, quien se convirtió en mi guía y mi orientador: el Dr. Álvaro Márquez-Fernández, un hombre disciplinado y riguroso, de quien me falta mucho por aprender.

 

 

 


Responsabilidades compartidas. Un saluti que continúa muy presente

 

Ismael CÁCERES-CORREA

Universidad de Concepción, Chile

Deycrit-Sur

 

Posiblemente, sea una de las personas que menos tiempo conoció a Álvaro. En mi ignorancia, desconocía completamente su nombre y su trabajo cuando recién en el año 2018 comencé a mantener comunicación constante con él. Esta misma razón hizo que siempre le hablase con proximidad, sin aquella barrera que inevitablemente tenemos con nuestros/as maestros/as. Es distinto, supongo, el respeto que nace hacia una persona de quien solo sabemos lo que vamos conociendo en el trato constante y lo que conocí de él provocó una gran admiración y un profundo respeto. Él era una persona siempre solícita, con ánimos de colaborar y que creía en los proyectos nuevos.

Nuestro encuentro fue en el trabajo como colegas del mundo de la edición académica, que es el complemento al trabajo intelectual que desarrollamos desde nuestras distintas patrias chicas. Él como editor de una prestigiosa revista con más de veinte años de tradición y yo como un entusiasta trabajador de la divulgación que se esfuerza por promover el pensamiento desde el Sur. En esto congeniamos enormemente.

Los proyectos que llevábamos se entrecruzaron cuando junto a Fernando Proto Gutiérrez y José Capera Figueroa dimos comienzo a la segunda etapa del proyecto Deycrit-Sur, el cual fue apoyado inmediatamente por Álvaro. Conjuntamente, como equipo, construimos la ADID, que sería el organismo para administrar a Deycrit-Sur. Fuimos cinco personas que asumimos el compromiso de trabajar para difundir el pensamiento crítico y descolonial en un diálogo Sur-Sur: Álvaro Márquez-Fernández, Eduardo Sandoval Forero, José Capera Figueroa, Fernando Proto Gutiérrez e Ismael Cáceres-Correa. Estas acciones nos llevaron a comunicarnos varias veces por semana y a apoyarnos en otros espacios.

Recuerdo muy bien cuando me invitó a colaborar en la edición de Utopía y Praxis Latinoamericana, la revista que había fundado hace ya tantos años. Cualquiera que esté aquí sabe que el nombre de esta revista está consagrado a través de la colaboración y participación de muchos/as intelectuales de renombre que en sus páginas han plasmado sus trabajos. Para mí el sentimiento fue de un agradecimiento enorme y el compromiso fue acérrimo. A veces se nos olvida que el pensamiento necesita ser transmitido y que eso solo es efectivo en lugares donde la comunidad académica ha depositado su confianza. Esta revista es uno de esos lugares, es un espacio de diálogo y, sobre todo, es un legado que nos brinda Álvaro.

Ahora bien, el recuerdo que me queda es de un gran intelectual comprometido con un pensamiento crítico, con la filosofía de la praxis, con la contrahegemonía. Un pensador que mostraba con sus acciones una rectitud y coherencia con sus valores. En una época en la que se vive una profunda crisis política, nunca le escuché un comentario que no fuese constructivo. Considero que en estas situaciones es cuando comprobamos la ética que nos guía, porque de nada sirve frustrarse y solo la acción consciente y constante nos permite continuar creciendo.

Con la constancia de la comunicación es imposible que las relaciones humanas no traspasen el límite de lo estrictamente académico, con Álvaro no fue la excepción. Conocí parte de su vida y sus proyectos y mientras lo hacía no pude evitar sorprenderme por el enorme ánimo y las fuerzas con las que los llevaba. En ese diálogo es que quise conocer también al otro Álvaro, al intelectual, al Dr. Márquez-Fernández, y me sorprendió agradablemente ver que compartimos miradas similares en lo intelectual. He leído varios de sus trabajos, he visto intervenciones y he visto diálogos con otras personas en las que se plasma su trabajo; todo aquello que sus colegas y estudiante muy bien conocen y de lo que ya han hablado en las palabras que anteceden a las mías. Lo que me queda es hablar de sentimientos y diálogos.

Recuerdo que nos estuvimos coordinando para reunirnos en un viaje que él realizaría a Chile, sería una gran oportunidad para conversar largo y tendido acerca de cómo potenciar los espacios que estamos construyendo y cómo seguir mejorando los que ya conducíamos. En nuestros diálogos ya habíamos coordinado para el trabajo en esta revista, eran responsabilidades compartidas las que él me permitió y así estuvimos avanzando un poco más cada vez.

En el corto tiempo que le conocí y en el que dialogamos, le tuve un enorme aprecio. La madrugada que me enteré de su partida primero sentí incredulidad y luego una gran tristeza. A varias de las personas que hemos plasmado aquí nuestros respetos, nos llegó el doloroso correo con la noticia de su deceso. Pienso que en general sentimos su partida no solo porque nos deja un gran intelectual, sino porque la persona que era Álvaro era cercana, amable y dispuesta a colaborar con quienes lo necesitaran.

Consideramos desde Deycrit-Sur que debemos recordar a nuestro compañero como alguien comprometido y como un aporte al pensamiento de nuestra América. Hemos decidido que su nombre esté presente en nuestro repositorio como forma de homenajearle constantemente.

En lo personal le recordaré con respeto, admiración y, sobre todo, cariño. Aunque no recibiré más sus “salutis”, estoy seguro que le recordaré siempre. Fue una gran persona y eso queda demostrado por el cariño que tanta le han expresado.

 

¡Te recordaremos, Álvaro!

 

 

 

 

Desde la ciudad de Concepción, Chile

Invierno de 2019

 

 

 

 


 



[1] Traducción realizada por la Dra. Flor María Ávila Hernández (Venezuela).

[2] Álvaro Márquez Fernández 14/04/1952 19/11/2018 - evocaciones y testimonios in memoriam http://cecies.org/imagenes/edicion_743.pdf

[3] Asociación para la Difusión de la Investigación Descolonial (ADID). Véase: http://deycrit-sur.com/index/adid.html

[4] Directorio de revistas descoloniales y de pensamiento crítico de nuestro Sur. Véase: http://www.deycrit-sur.com/index/directorio.html

[5] En entrevista con Sara Beatriz Guardia, en:

http://www.catedramariategui.com/anteriores/2014/4_1Entrevista_y_dialógo.pdf.

[6] Ibídem.