ARTÍCULOS

UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 22, n°. 76 (ENERO-MARZO), 2017, PP. 57-69 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL

CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA.


El Imaginario de lo Sustentable como Resonancia del Sistema Social Moderno

The Imaginary of the Sustentability as Resonance of the Modern Social System

Milton ARAGÓN

Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.


Resumen


En este texto se reflexiona sobre el vínculo entre los correlatos y sus resonancias con los imaginarios. Centrándose en los correlatos del miedo, que son producto de la crisis ambiental y el imaginario de lo sustentable. Imaginario que opera como una contingencia del sistema, dada la resonancia generada por la crisis ambiental en el sistema social moderno.

Palabras clave: Teoría de sistemas; contingencia; sustentabilidad; imaginarios

Abstract


In this text, we reflect on the link between the correlative and the resonance with the imaginary. We propose that the correlative of fear is product of the environmental crisis and the imaginary of the sustainable. Where the imagery of the sustainable, is a contingency arising by the resonance of the environmental crisis in the modern social system.

Keywords: Systems teory; contingency; sustentability;

imaginaries


Recibido: 13-09-2016 ● Aceptado: 02-12-2016


INTRODUCCIÓN

Este texto forma parte de una serie de trabajos que he venido realizando sobre imaginarios1 a los que llamo imaginarios adjetivados. Porque de esta forma se posibilita diferenciarlos entre ellos, en cuanto a su significación, al momento de ser materializados por medio de la designación del observador en su representación o simbolización. La hipótesis a explorar es: el correlato y la resonancia son formas en las que se manifiesta en los sistemas sociales los imaginarios en la construcción de la realidad. De ahí que la importancia de ubicar estos correlatos y sus resonancias, se encuentra en que nos permite acceder a las significaciones y al magma del que emerge el imaginario.

Entonces el imaginario forma parte de la comunicación de los sistemas funcionalmente diferenciados. Oculto en los correlatos e información de la urdimbre de significaciones que lo simbolizan, por lo que es un tipo especial de comunicación que interpenetra libremente en los sistemas sociales y, sus diferenciaciones funcionales, yendo inmerso de modo latente, en los acoplamientos comunicativos y clausuras operacionales. Eso lleva, en el nivel de las significaciones, a observar el imaginario como un componente del sentido del sistema, por lo tanto, el componente ontológico de los imaginarios por un lado, pero por el otro, permite observar cómo por medio de la identificación de los imaginarios adjetivados, se encuentra su orden epistemológico. Orden designado por medio de los esquemas, con los cuales Juan Luis Pintos define los imaginarios sociales, pues para él, el imaginario social opera como: “1. Esquemas socialmente construidos, 2. Que nos permiten percibir, explicar e intervenir, 3. En lo que en cada sistema social diferenciado, se tenga por realidad […]”2. Esto nos permite designar la diferenciación por medio de la estructura dada por los esquemas y la función por su policontexturalidad. Así como presentar el vínculo con la construcción de la realidad.

Esta postura sobre los imaginarios no es contraria a la propuesta de los imaginarios sociales de Cornelius Castoriadis, pero la ubica en otro nivel, justo en el operar del sistema social, ya que sitúa las significaciones como parte de la comunicación en los correlatos y la resonancia. Pues para él: “[…] la sociedad se instituye por medio de la institución de un mundo de significaciones [en la cual] la emergencia de los histórico-social es emergencia de la significación y de la significación en tanto instituida [De ahí que] La institución de la sociedad es institución del hacer social y del representar/decir social”3. Lo que presenta una dimensión identitaria-conjuntista que se manifiesta en el teukhei y legein. El primero corresponde a la dimensión identitaria del hacer social, por lo tanto funcional o instrumental. La segunda es la dimensión identitaria del representar/decir social, a la que corresponde el lenguaje4. De tal manera que esas dos dimensiones identitarias operan en el sistema social como diferenciadores entre ellos, pero no como elementos que la fundan o establecen, como lo sería una sociedad instituida por las significaciones.

Significaciones que divide Castoriadis en dos tipos: significaciones imaginarias centrales y significaciones imaginarias secundarias. En las cuales las primeras son creadoras de objetos y


  1. ARAGÓN, M (2010). “De la ciudad hedónica a la ciudad del miedo. Mutaciones intersubjetivas de los imaginarios de la ciudad”. Topofilia. Vol. (II), nº. 1; ARAGÓN, M (2013). “Imaginarios sobre la ciudad: las significaciones imaginarias del espacio urbano en los manifiestos Futurista y Estridentista”. Imagonautas. 2(3); ARAGÓN, M (2014). Ciudad, símbolo e imaginario: reflexiones sobre vivir el espacio urbano. Colección Hermenéutica Analógica. España: ACCI.; ARAGÓN, M (2015). “El imaginario tecnocientífico: Notas para su estudio”. Sociología y Tecnociencia. Vol. 2, nº. 5.; ARAGÓN, M (2015). “El observador onírico: entre la realidad, los sueños y lo imaginario”, in: NARVAÉZ, A; VÁSQUEZ, G & FITCH, J. (Coord.) (2015). Lo imaginario seis aproximaciones. México: UANL/Universidad de Lille.

  2. PINTOS, JL (2005). “Comunicación, construcción de la realidad e imaginarios sociales”. Utopía y Praxis Latinoamericana Vol. 10,

    n°. 29. CESA-LUZ, Maracaibo, Venezuela.

  3. CASTORIADIS, C (2013). La institución imaginaria de la sociedad. México: Tusqutes, p. 558.


organizadoras del mundo que no están agregadas a algo, mientas que las segundas corresponden al mundo de significaciones y permiten pensar sin nombrar. Significaciones organizadas en el magma5. De tal forma que: “La institución de la sociedad es en cada momento institución de un magma de significaciones que sólo es posible en y gracias a la imposición de la organización identitario-conjuntista a lo que es para la sociedad (esto es, a su instrumentación identitario-conjuntista”6. Hay que agregar que para Castoriadis no existe diferencia entre los imaginarios sociales y la sociedad instituyente7, pero lo importante es que aquí es donde ubica la creación las significaciones imaginarias sociales, organizadas en el magma y, la institución es su presentificación, instituyéndose. Pero es por su dimensión identitaria, que los imaginarios sociales forman parte de la comunicación del sistema y están presente en la clausura operacional, pues tanto el teukhei y legein, forman parte de esa comunicación, de ahí que como se dijo antes, el imaginario corresponde a un tipo especial de comunicación dentro de la comunicación con la que opera el sistema social contemporáneo. Además, que los imaginarios adjetivados, en lugar de instituir las significaciones, emergen de estas y el magma.

De ahí que la postura de Juan Coca, que apuesta por la creatividad de los imaginarios sociales frente a la capacidad de creación de los mismos de Castoriadis, nos permite ubicarlos como ese tipo especial de comunicación que construye la realidad, porque: “[…] los imaginarios sociales, en líneas generales, pueden ser delimitados como el conjunto de posibles materializaciones de nuestra realidad”8. Pues para él, lo irreal circunda lo real lo que permite posibilidades en la construcción de la realidad, por lo tanto, los imaginarios son creativos, por su vínculo con lo irreal como horizonte de posibilidad de la realidad.

Es por este vínculo con lo irreal que posibilita la realidad, permite ubicar a los imaginarios como un elemento de la contingencia de los sistemas funcionalmente diferenciados, principalmente en ciertos correlatos y la resonancia como una consecuencia. Presentándose la resonancia para Luhmann cuando: “[…] los acontecimientos que suceden en el entorno sólo pueden producir efectos en un sistema bajo condiciones muy especiales y sobre todo si se colocan en la propia frecuencia del sistema”9. Entonces estos acontecimientos del entorno: “[…] conducen a una secuencia de reacciones en el sistema dependiendo de las condiciones estructurales del propio sistema. La resonancia, por tanto, es siempre resonancia delimitada, resonancia dependiente de las estructuras”10. La consecuencia que puede traer la resonancia al sistema es modificarlo, afectándolo o destruyéndolo, porque incide al momento de ingresar información que pertenece al entorno, por lo tanto no corresponde a la comunicación con la cual el sistema lleva a cabo su clausura operacional, de ahí que: “La delimitación de la capacidad de resonancia tiene que ver con la diferenciación de un sistema: ya que si éste no pudiera filtrar, sino que ante cualquier acontecimiento del medio ambiente pudiera quedar afectado, entonces no sería ningún sistema”11. Esa resonancia presenta mayor incidencia como una comunicación especial de lo imaginario, que en la comunicación con la cual el sistema lleva a cabo su diferenciación funcional en los sistemas sociales modernos, porque:


Cuando los subsistemas más importantes de la sociedad están diferenciados sobre la base de las funciones, y la sociedad misma comienza a orientarse a la diferenciación funcional, caen los presupuestos


  1. CASTORIADIS, C (2005). Los dominios del hombre. Las encrucijadas del laberinto. España: Gedisa.

  2. CASTORIADIS, C (2013). Op. cit., p. 571.

7 Ibídem.

  1. COCA, J (2015). “Propuesta de una nueva conceptualización de los imaginarios sociales”, in: NARVAÉZ, A; VÁSQUEZ, G & FITCH, J. (Coord.) (2015). Op. cit., p. 120.

  2. LUHMANN, N (2012). “¿Puede la sociedad moderna evitar los peligros ecológicos?” Argumentos, n°. 69, p. 84.

  1. Ibídem.

  2. Ibídem.


    de una representación de la sociedad en la sociedad. Ya no existen posiciones únicas que puedan hacerlo: ni la política ni la educación, ni la economía ni la ciencia pueden pretender representar a la sociedad mejor que los otros12.


    Esto resulta importante en cuanto a los imaginarios, porque en las sociedades funcionalmente diferenciadas estos dejan de instituir la realidad. Además, esas diferenciaciones funcionales tienen la capacidad de invisibilizar la afectación de la resonancia. Donde a los acontecimientos del entorno que la gatillan corresponden los correlatos.

    Ante lo dicho en todo lo anterior, el objetivo del presente trabajo es reflexionar sobre la relación entre los correlatos y sus resonancias con los imaginarios. En lo específico, en aquellos correlatos del miedo producto de la crisis ambiental y el imaginario de lo sustentable. Imaginario que opera como una contingencia ante la resonancia producto de la crisis ambiental en el sistema social moderno. Porque en las últimas décadas, ante esta crisis, se va construyendo un correlato moralizante sustentado en el riesgo y el peligro, pero que poco, tiene que ver con la comunicación de cada sistema, pues al respecto, Luhmann menciona que: “La consecuencia de estas deliberaciones, es que la resonancia del sistema de la sociedad respecto a los peligros ecológicos corren referidos a cada uno de los sistemas de funciones y no pueden ser regulados desde una posición central”13. De lo contrario el sistema se afectaría. Además, que en la sociedad moderna el imaginario ha dejado de ser esa posición central con la que operaba y se instituía en sociedad diferenciadas como centro periferia.


    TRAGEDIA Y CONTINGENCIA EN LA ERA DE LOS DAÑOS COLATERALES

    En un texto sobre filosofía de lo trágico, Carlo Genteli y Gialuca Gareli mencionan que la máxima que define la esencia de lo trágico pertenece a Heráclito, la cual es: “ethos anthropoi diamon”, porque “[…] gracias a sus dos normativos, puede ser leída en ambos sentidos: ‘el carácter es el demonio del hombre’, pero también: ‘el demonio es el carácter del hombre’. Mientras la primera traducción afirma aquello que el hombre cree divino, y contra lo que resulta imposible luchar […] la segunda en cambio nos dice que aquello que el hombre cree que depende solo de su propio carácter […] se revela en realidad voluntad divina a la que no puede sustraerse”14. En la primera el humano muestra su incapacidad de acción hacia su carácter, el cual contiene su propio sentido. En la segunda se presenta el carácter como algo trazado por algo superior al hombre, que lo dota de sentido. Además la coexistencia de los dos sentidos conforman la tragedia, pues siempre se están moviendo en ambos planos las cualidades y condiciones que distinguen el obrar humano15.

    En esta forma de interpretar lo trágico ¿Acaso no ocurre algo similar en los discursos que sustentan las acciones frente a la crisis ambiental? Los cuales se dividen entre las causas y consecuencias del actuar humano y la respuesta de la Naturaleza a ese actuar, podríamos decir, pensado en la máxima de Heráclito, que la naturaleza suple a ese demonio del hombre en la sociedad contemporánea, puesto que, ante el operar del sistema ecológico, tenemos una incapacidad de acción, pues sólo podemos proyectar posibles efectos, por lo tanto, contingentes y vinculados a un correlato del miedo sustentado en el riesgo y el peligro.

    La diferencia entre riesgo y peligro para Josexto Beriain, se encuentra en la estructura de los daños que se producen como consecuencia de determinadas decisiones, porque: “[…] hay que distinguir


  3. LUHMANN, N (2015). Mujeres, hombres y George Spencer Brown. México: UNAM, p. 48.

13 LUHMANN, N (2012). Op. cit., p. 88.

14 GENTILI, C & GARELL, G (2015). Lo trágico. España: Antonio Machado Libros, p. 18.


dos aspectos importantes, por una parte, aquellos que deciden sobre un curso de acción específico, y, por otra parte, aquellos afectados (víctimas en algunos casos) por esas decisiones. En el caso de la autoatribución de los daños hablamos de riesgo […] en el caso de una atribución de los daños a

«terceros» hablamos de peligro”16. De tal forma que en el caso del riesgo: “[…] los daños se producen como consecuencia de la propia decisión y afectan sólo a la toma de decisión [mientras que en el peligro] los daños se atribuyen a causas fuera del propio control y afectan a otros que no son los que han tomado la decisión”17. Encontramos de nuevo similitud con la máxima de Heráclito sobre la tragedia, donde el riesgo y el peligro operan como lo interno/externo de una toma de decisión de lo humano, de ahí que: “[…] el riesgo es «una construcción social-histórica» [porque] Cualquier tipo de decisión sobre posibles cursos de acción que se toman conlleva riesgos”18. Donde esta toma de decisión que conlleva un riesgo, que puede volverse un peligro, según sea su consecuencia, pertenece a la contingencia, que se refiere: “[…] a lo que podría no ser o a lo que podría ser de otra manera”19. De ahí que en lo contingente se marque la diferencia entre lo que podemos cambiar y lo que no podemos cambiar, donde “[…] cada época produce umbral socio-histórico de determinación de la propia existencia humana y, consiguientemente, de indeterminación [que en la época actual] Es como si hubiéramos llegado a un estadio en el que todo pudiera cambiar –y de hecho cambia-, pero nada pudiéramos hacer para controlarlo o evitarlo en su caso”20. De nuevo ese demonio del carácter, donde lo contingente se vuelve una constante incertidumbre en la operación de los sistemas sociales, pero que reduce la complejidad el designar las diferencias, permite que en la sociedad moderna se viva contingentemente, lo que significa: “[…] vivir sin garantías, con sólo una certeza provisional, pragmática, pirrónica, que sirve sólo hasta que logramos falsarla, pero este vivir contingentemente es al mismo tiempo un vivir con posibilidades, es acción en el modo subjuntivo, más orientada a lo que pudiera llegar a ser que a lo que fue (pasado) o lo que tienen que ser (el destino)”21.

De tal forma que ese demonio del carácter se transustancia en futuro en la sociedad moderna, así como la racionalidad vinculada a la toma de decisiones que conllevan a un riesgo y la posibilidad del peligro marcan el horizonte de posibilidad. Horizonte, en el caso de la crisis ambiental, ligado a lo escatológico por el correlato del miedo que emerge de los riesgos y los peligros observados en las catástrofes ambientales. Así mismo esa vida contingente y su correlato del miedo se vinculan a la era de los efectos colaterales mencionada por Peter Sloterdijk. Para él, la expresión colateral:


[…] designa el excedente de consecuencias no intencionales sobre los efectos, conscientemente provocados, de medidas, empresas e innovaciones. Hace tiempo que esa expresión se ha separado del campo farmacológico para hacerse valer en todos los contextos ecosistémicos. Reformula el descubrimiento conocido desde la Antigüedad de que las acciones humanas van acompañadas de un susurro. Esta toma de conciencia encontró su primer medio en la tragedia griega. Su análisis contemporáneo arraiga en institutos para la estimación de las consecuencias de la técnica, para la teoría de conflictos, estadísticas de accidentes y prognosis de catástrofes; por no hablar del fueillton alarmista22.


  1. BERIAIN, J (2006). “Miedo y riesgo”, in: ORTIZ-OSÉS, A & LANCEROS, P (Directores). Diccionario de la existencia. Asuntos relevantes de la vida humana. España: Anthropos/UNAM, p. 367.

  2. Ibídem.

18 Ibídem.

19 Ibíd., p. 368.

20 Ibíd., p. 369.

  1. Ibídem.

  2. SLOTERDIJK, P (2015). Los hijos terribles de la edad moderna. Sobre el experimento antigenealógico de la modernidad. España:

Siruela, p. 66.


Para Sloterdijk este efecto colateral está dominado por los temas ecológicos y tiene su desarrollo en la fase más reciente del “proceso de civilización”, además que presenta la asimetría dada por lo que llama “el principio dinámico civilizatorio”, el cual se presenta cuando: “En el proceso de mundo tras el hiato se liberan continuamente más energías de las que podrían acoplarse bajo formas de civilización capaz de transmitirse23. Pues para él: “[…] el exceso crónico de movilizaciones de actividades y el desencadenamiento creciente de corrientes de acontecimientos, movidas por la acción, que se condesan en vestigios objetivos, lleva la relación con el mundo y la vivencia de la realidad de los modernos a asimetrías que no dejan de crecer”24. Esto es importante porque esas asimetrías son producto de la diferenciación con la cual operan los sistemas funcionalmente diferenciados, como lo es la sociedad moderna en la teoría de Niklas Luhmann.

De hecho para Sloterdijk: “El principio dinámico-civilizatorio y sus veinticinco proposiciones menores completan la tesis de Niklas Luhmann sobre la diferenciación de subsistemas sociales en la modernidad añadiéndole una dimensión histórica-sistémica, a cuyo efecto ponen el acento en las «emisiones», o mejor, en los excesos de efecto de juegos de praxis modernizados”25. Esas emisiones son correlatos ligados a la diferenciación del sistema que inciden como indicadores en la asimetría respecto a sus funciones por medio de los grandes conceptos con los opera la sociedad contemporánea en pormenores discretos26. Donde uno de esos correlatos, respecto a la contingencia y crisis ambiental, es el del miedo. Pero antes de abordar el correlato del miedo y sus vínculos con los imaginarios modernos, principalmente el de lo sustentable en la sociedad funcionalmente diferenciada, es pertinente mencionar un par de ejemplos de estos.

Slavoj Žižek en su libro En defensa de las causas perdidas, en el capítulo final, habla sobre la naturaleza y el terror igualitario en el capitalismo contemporáneo en un sugerente apartado donde modifica el título de Freud del Malestar de la cultura por el Malestar de la naturaleza. Su tesis en este apartado se centra en la idea que el capitalismo global contemporáneo presenta cuatro antagonismos, que son: la ecología; la propiedad intelectual; las consecuencias socioéticas de los avances tecnocientíficos; las nuevas formas de exclusión27. Por lo que se ha venido desarrollando en párrafos anteriores, lo que nos interesa presentar de forma general, es la parte de la ecología, por su relación con el correlato del miedo y la sustentabilidad como alternativa.

El capitalismo actual, para Žižek, presenta una infinita adaptabilidad a las catástrofes y crisis ecológicas, porque: “[…] fácilmente puede convertir la ecología en un nuevo campo de inversión y competencia capitalista, la propia naturaleza de ese riesgo excluye esencialmente una solución mercantil”28. Lo anterior lo podemos ejemplificar con los pagos por servicios ambientales o bonos verdes. El correlato del miedo, sustentado en el riesgo y la contingencia, se presenta cuando habla de la Sustancia histórica y la ecología, pues: “Lo que en la actualidad se cierne en el horizonte es la posibilidad inaudita de que una intervención subjetiva actúe directamente en la Sustancia histórica y perturbe de manera catastrófica su curso al desencadenar un desastre ecológico, una aciaga mutación ecológica, una catástrofe nuclear o militar-social análoga, etc”29. Por lo tanto, se pone en crisis la idea de que la Historia sigue su curso independientemente de los actos. Esta intervención subjetiva de la que nos habla


23 Ibíd., p. 61.

24 Ibídem.

25 Ibíd., p. 66.

  1. Ibídem.

  2. ŽIŽEK, S (2011). En defensa de las causas perdidas. España: Akal. 28 Ibíd., p. 432.


el filósofo eslavo, corresponde al riesgo y peligro como consecuencias de la contingencia de los sistemas funcionales, producto del operar de un sistema que es independiente a ellos como lo es el ecológico, de ahí que se acrecienta la incertidumbre y su contingencia.

Además, este correlato del miedo adquiere fuerza con la diferenciación entre incluidos/excluidos, la cual para Žižek, es central y sirve de referencia para los otros, porque:


[…] sin él, todos los demás pierden su toque subversivo: la ecología se convierte en un «problema de desarrollo sostenible», la propiedad intelectual en un «complejo asunto legal» y la biogenética en una cuestión «ética». Es posible luchar sinceramente en pro de la ecología, defender una noción más amplia de propiedad intelectual, oponerse al registro de los derechos de los genes, sin cuestionar el antagonismo entre lo Incluido y lo Excluido; más aún, es posible explicar algunas de estas luchas a partir de la idea de lo Incluido amenazado por lo Excluido contaminante30.


De tal forma que no se construyen universales sino solo intereses privados. Donde esos intereses privados son los que generan mayor cantidad de riesgos y peligros por su toma de decisiones, la cual opera con otro sentido: el de la diferenciación Incluidos/Excluidos que marca una asimetría que es invisibilizada en esa toma de decisión, como pagar por servicios ambientales a comunidades campesinas e indígenas sin entender cómo operan y los efectos que pueden tener en sus tradiciones, pero estas acciones se presentan como si fueran en pro de los excluidos incluyéndolos en la lógica monetaria del capital de la sociedad moderna, aunque su función corresponda a otra forma de comunicación. Este antagonismo entre los Incluidos/Excluidos y la presión de los Excluidos genera el miedo que produce el terror por la negatividad referida a sí misma que se genera por el terror a que no haya otro que nos ancle, lo que lleva a una política el terror emancipador31.

Es en la ecología donde Žižek ubica la línea que separa al terror emancipador de la política del miedo

en estado puro, porque:


La versión predominante de la ecología es la ecología del miedo, del miedo a una catástrofe –provocada por el ser humano natural- que pueda perturbar de raíz, destruir incluso, la civilización humana, del miedo que nos impulsa a idear medidas para salvaguardar nuestra seguridad. Este miedo y pesimismo son, por lo general, una pura farsa, como ha señalado Hans-Georg Gadamer: «El pesimista es poco honrado, pues trata de engañarse con su propia queja. Precisamente al actuar como pesimista, desea en secreto que las cosas no vayan tan mal como teme». ¿Acaso el actual pesimismo ecológico no está caracterizado por la misma tensión entre el enunciado y la posición de la enunciación: cuando más insisten quienes predicen una catástrofe, más desean en secreto que no ocurre?32.


Pero esa ecología de la que nos habla Žižek tiene que ver más con los correlatos de los ambientalistas y la divulgación pseudocientífica, que con la comunicación del sistema científico al que corresponde la ciencia de la Ecología, de autores como los hermanos Odum o Ramón Margalef.

Por lo tanto, esa ecología (con minúscula para diferenciarla de la ciencia), encuentra su significación por medio de dos imaginarios: el del miedo y el de lo sustentable. Los dos son contingentes, pero uno se vincula al terror y el otro a la esperanza, con lo cual designan su diferenciación, pero esos imaginarios operan como una resonancia en el sistema y no como comunicación, como lo podemos ver en lo dicho por Žižek: “[…] aunque los ecologistas no dejan de pedir que cambiemos radicalmente nuestro modo de


30 Ibíd., p. 442.

31 Ibídem.


vida, en esa exigencia subyace otra de signo contrario, una profunda desconfianza ante el cambio, el desarrollo, el progreso: cualquier cambio radical puede tener la consecuencia imprevista de desencadenar una catástrofe”33. Nos encontramos de nuevo ante el correlato del miedo y la vida contingente de la sociedad moderna, pero además, el de la moralización del problema ambiental que se cuestiona Luhmann: “¿Cómo se puede creer con seriedad que una nueva moral pueda traducirse en una conducta adecuada con respecto al entorno, sin entrar en conflicto con otras exigencias sociales?”34. Encontramos ese conflicto en el hecho de que Žižek plantee la posibilidad de otra catástrofe, que no necesariamente tiene que ser ambiental, sino también social, que acrecentaría la asimetría de la diferenciación entre Incluidos/Excluidos. Pero en la postura del filósofo esloveno, existen ciertas coincidencias con lo dicho por Luhmann, respecto a las consecuencias de las exigencias de los ambientalistas, pues para el sociólogo alemán es importante observar que: “[…] no hay seguridad de que una moralización de los problemas ecológicos no desencadene consecuencias peores que los propios cambios ecológicos”35.

El punto ciego que se encuentra en Žižek sobre el problema ambiental, se ubica en que lleva el correlato del miedo al nivel de la comunicación del sistema y sus diferenciaciones respecto a otros sistemas funcionales, específicamente entre el científico y el social. Los cuales tienen necesidades operacionales diferentes, pues para él:


Los científicos se consideran seres racionales, capaces de evaluar objetivamente los posibles riesgos; para ellos, los únicos elementos impredecibles-irracionales son las reacciones de pánico de las masas incultas: con las personas comunes y corrientes siempre cabe la posibilidad de que un riesgo pequeño y controlable se extienda y desencadene un pánico global, ya que proyectan en la situación sus miedos y fantasías repudiados. Lo que los científicos son incapaces de comprender es el carácter «irracional», inadecuado, de su propia evaluación «fría y distante». La ciencia contemporánea sirve a dos necesidades propiamente ideológicas, «la esperanza y la censura», de las que tradicionalmente se ocupada la religión36.


Lo anterior nos presenta lo dicho sobre el núcleo del punto ciego de Žižek respecto al papel de la ciencia en la crisis ambiental ¿porque una lectura en sentido contrario no sería también una postura ideológica que incidiera en la comunicación del sistema científico? Además, la ciencia es independiente a otros sistemas de la sociedad, por lo tanto, opera con su propia realidad autoconstruida.

Realidad que no es solo una en el sistema de la ciencia, pues: “El valor de realidad cambia de la “indicación” (referencia) a la “diferenciación” que se actualiza paralelamente en cualquier indicación”.37 Lo que lleva que en la sociedad contemporánea funcionalmente diferenciada: “La ciencia ya no se puede concebir más como representación del mundo tal como es y, por eso, debe renunciar a su pretensión de poder instruir a otros sobre el mundo. Produce una exploración de posibles construcciones que se pueden introducir en el mundo, y producen el efecto de la forma, es decir, producen una diferencia”38. El riesgo de llevar a la ciencia a un plano de diferenciación de esperanza y censura de la sociedad, ya no le corresponde a la misma ciencia, es un discurso que tiende a la moralización de los resultados de las investigaciones tecnocientíficas, que corren el riesgo de caer en lo que Luhmann llama una reacción febrilmente emocional, en la cual: “[…] se moraliza el problema (lo que implica que debe haber un enemigo), y se exige una nueva ética sobre el medio ambiente o un cambio de mentalidad en la


33 Ibíd., p. 452.

34 LUHMANN, N. (2012). Op. cit., p. 83.

35 Ibídem.

36 ŽIŽEK, S. (2011). Op. cit., p. 459.

37 LUHMANN, N. (1996). La ciencia de la sociedad. España: Anthropos/UIA/ITESO, p. 497. 38 Ibíd., p. 501.


conciencia de los seres humanos”39. Lo cual trae consecuencias a nivel de operación de sistema, aunque esto no descarta que las discusiones sobre ética ambiental sean inútiles, sino que permiten ubicarlas en los correlatos y la resonancia que genera ligeros cambios en el sistema.

La cuestión aquí es el cómo es posible lo anterior, pues la mayoría de los discursos sobre esta problemática se vinculan a la vida contingente, como veremos también en lo dicho por Saskia Sassen en su libro Expulsiones.

Para Sassen: “En nuestra economía global enfrentamos un problema formidable: el surgimiento de nuevas lógicas de exclusión”40. Exclusiones producto de los nuevos modelos de mercantilización de la economía global. Donde una parte de ellos de vincula con los problemas ambientales como producto y, posible solución, a través del mercancificación de la tierra y la fiscalización de las mercancías vinculadas a ésta, lo que da como resultado que exista:


[…] un hiato profundo entre esa condición planetaria y sus fuentes, por un lado, y la lógica dominante que conforma las respuestas gubernamentales y buena parte de la política, por el otro. El aire, la tierra y el agua destruidos pasan a ser una condición genérica, un hecho separado del paisaje geopolítico de los países y las políticas de la línea general. Los estados se centran principalmente en beneficiarse del enfoque político básico consensuado del cambio climático, que es el comercio de carbono. El esfuerzo no se orienta a reducir la destrucción sino a maximizar la ventaja de cada Estado en el derecho a destruir: los gobiernos pugnan por aumentar su cuota “legitima”, ya sea por aumentar su derecho a contaminar o por aumentar lo que puedan vender a gobiernos que quieren contaminar más. Aparentemente, para las dirigencias de este tipo es imposible encarar el hecho de la destrucción planetaria, y prefieren rebajar sus esfuerzos al mínimo denominador común, lo que parece hacer más manejable la tarea41.


En lo dicho por Sassen podemos observar los elementos que refieren a la vida contingente y la era de los daños colaterales, pues el mercado de la captura de carbono opera bajo esa diferenciación entre Incluidos/Excluidos, cuyo desequilibrio se da entre el quien puede contaminar y quién no. Solución por la que apuestan los organismos internacionales, como el caso de proponer como alternativa para alcanzar el desarrollo sustentable, el uso de la economía verde, como se planeta en las resoluciones de la cumbre de Rio+20.

Además encontramos el correlato del miedo en lo que refiere a los riesgo y peligros de la toma de decisión de los Estados, en cuanto al uso o renta de territorios en el proceso de mercancificación de la tierra y la fiscalización de las mercancías, porque esto puede traer como consecuencia: “[…] desmembrar lo social a través de la desigualdad extrema, para destruir buena parte de la vida de clases medias prometidas por la democracia liberal, para expulsar a los pobres y los vulnerables de tierras, empleos y hogares, y para expulsar a trozos de la biosfera de su espacio vital”42. Dado lo anterior, nos encontramos ante un escenario contingente que incrementa más los peligros que los riegos ¿pero cuál puede ser la solución ante esto, si la apuesta moralizante puede traer más consecuencias que soluciones?


EL IMAGINARIO DE LO SUSTENTABLE

Si hablamos de los imaginarios instituidos debemos dejar claro que estos no operan ya en la sociedad moderna, en cuanto a su institución, pues han dejado de ser reguladores de una posición central respecto a la diferenciación y la realidad del sistema. De ahí que el imaginario se ubique en los correlatos


39 LUHMANN, N (2012). Op. cit., p. 83.

40 SASSEN, S (2015). Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global. España: Katz, p. 11.

41 Ibíd., p. 234.


y sus significaciones primarias y secundarias. Los cuales interpenetran los otros sistemas funcionales, generando resonancias, porque, para Luhmann: “La modernidad de la sociedad no reside en sus características, sino en sus formas; esto significa: en las distinciones que usa para dirigir sus operaciones comunicativas”43. Formas que emergen de la diferenciación entre lo designado y no designado por medio de la distinción que realiza el sistema para su operar, lo anterior por: “La introducción de una distinción es en primer lugar la introducción de una forma. Una forma es la distinción de un lado interno (aquello que es distinguido) de un lado externo (el resto). La introducción de una distinción, entonces, es ella misma una distinción”.44 Por lo cual, lo que importa en la sociedad moderna es la forma con la que los sistema funcionalmente diferenciados distinguen su comunicación con la del entorno.

Distinción en la cual el imaginario está presente, pero no es ni determinante ni fundante, pues estos como instituyentes corresponden a una sociedad estratificada en la cual: “[…] un sistema puede reaparecer en sí mismo, y era resuelto con el concepto de representación”45. Por lo tanto eran instituidos desde el imaginario social hasta sus significaciones y materializaciones por medio de la representación, pero: “Por lo menos hoy, en la sociedad no existe una posición sin competencia por la representación. Ningún sistema de función puede ocuparla; o, en otros términos, cada uno de ellos puede hacerlo, mientras competa a su función. Se deben entonces poder encontrar una semántica y una disposición socio-estructural que prescindan de una representación del sistema en el sistema”46. Entonces, por el hecho de no existir una comunicación omniabarcadora para todos los sistemas, tampoco existen imaginarios universales para toda la sociedad, de ahí que a cada sistema funcionalmente diferenciado, le corresponde también un imaginario.

Pero para poder diferenciarlos mediante sus significaciones, se les ubica como imaginarios adjetivados, porque hasta el mundo es un:


[…] correlato de las operaciones que en él se efectúan [además que] el mundo es el correlato de la unidad de todas las formas; o bien, aquello que como unmarked state, se corta con la herida de la línea que limita a la forma, y que luego puede explorarse sólo en referencia a una distinción, sólo en el movimiento que va de un lado de la distinción a otro [por lo tanto] el mundo es la totalidad de lo que para cada sistema significa sistema/entorno”47.


De tal forma que en el mundo encontramos los correlatos de los correlatos, así como también las significaciones que organizan el magma del cual emerge el imaginario, pero al ubicarse en ese horizonte de toda vivencia, se vuelve invisible a los sistemas de sentido y al observador, tan sólo podemos encontrar fragmentos dispersos en los correlatos y en sus imaginarios inherentes.

Ante lo anterior, en el estudio de los imaginarios es pertinente designar imaginarios específicos según su cualidad para delimitar su alcance. De ahí la necesidad de adjetivarlos y vincularlos con un correlato de los sistemas funcionalmente diferenciados, para poder distinguir sus significaciones y representaciones.

En el apartado anterior exploramos el correlato del miedo sustentado en el riesgo y el peligro producto de la crisis ambiental, ahora bien, este correlato tiene relación con dos imaginarios principalmente: el del miedo de la catástrofe y el de la sustentabilidad como esperanza. Nos centraremos en este último,


43 LUHMANN, N (2007). La sociedad de la sociedad. México: Herder/UIA, p. 124.

44 LUHMANN, N (2015). Op. cit., p. 17.

45 Ibíd., p. 37.

46 Ibíd. p. 31.

47 LUHMANN, N (2007). Op. cit., p. 115.


porque lo sustentable es uno de los imaginarios adjetivados modernos que opera bajo la distinción entre la utopía y la ideología, según sea su significación. Ya que bajo esta forma, puede incidir en la resonancia del sistema y en los correlatos de los sistemas a través de la interpenetración, pues de entrada, desde su definición más popularizada, involucra al sistema económico y social. El sistema ecológico, en cuanto a lo sustentable, opera con sus propias reglas ante lo cual sólo es posible la contingencia hacia los sistemas sociales.

El concepto de la sustentabilidad se deriva del concepto de desarrollo sustentable o sostenible, el cual tiene su origen en el documento Nuestro Futuro Común realizado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CMMAD) para la ONU en el año de 1987. Dicho documento es mejor conocido como el Informe Brundtland, pues los trabajos de dicha comisión fueron encabezados por la exministro noruega Gro Harlem Brundtland. En la versión al español de dicho documento se traduce la sustentabilidad por duradero a falta del concepto en castellano, porque es hasta la 239 edición del Diccionario de la Real Academia Española, publicado en el 2014, que aparece el concepto como sostenible, definido como: “Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”. Mientras que en el informe definen al desarrollo sustentable como: “El desarrollo duradero es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”48. Agregando que encierra en sí dos conceptos fundamentales: necesidades y limitaciones impuestas. La primera en cuanto las necesidades de los pobres y la segunda en cuanto a la capacidad de recuperación del ambiente.

Tanto la definición del informe como la de la RAE tienen en común la referencia clara hacia el sistema social y económico. Donde este último es el que tiene mayor incidencia en la sustentabilidad, pues lo determinante en esas necesidades y las limitaciones impuestas, es la comunicación con la que lleva a cabo su diferenciación el sistema entre igual/desigual y aprovechamiento/explotación.

Como se puede ver en los objetivos del desarrollo sustentable del informe:


[…] desarrollo económico y social se deben definir desde el punto de vista de la durabilidad en todos los países, ya sean desarrollados o en desarrollo, de economía de mercado o de planificación centralizada. Las interpretaciones pueden variar, pero deben compartir ciertas características generales y resultar de un consenso sobre el concepto básico de desarrollo duradero y sobre un marco estratégico amplio para lograrlo49.


En esto podemos observar que lo planteado en los objetivos, era proponer a la sustentabilidad como una forma de la distinción de la economía mundial, sin importar si operan con distinciones diferentes como capitalistas/socialistas, por lo tanto, planteaba un correlato de lo contingente, porque: “[…] el desarrollo duradero es un proceso de cambio en el cual la explotación de los recursos, la orientación de la evolución tecnológica y la modificación de las instituciones están acordes y acrecientan el potencial actual y futuro para satisfacer las necesidades y aspiraciones humanas”50. Es justo en lo dicho en este párrafo, donde se presenta el magma del que emerge el imaginario de lo sustentable, pues se presentan las significaciones vinculadas a la forma de la contingencia que son: la explotación de los recursos, la orientación de la evolución tecnológica y la modificación de las instituciones. Las cuales construyen correlatos que generan una distinción del miedo/esperanza, generando un desequilibrio en el sistema social, por la resonancia que ocasiona la moralización de la sustentabilidad como imaginario. Pero si en esta diferenciación su forma es la esperanza, lleva a una diferenciación entre utopía/ideología.

48 COMISIÓN MUNDIAL SOBRE MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO (1987). Nuestro Futuro Común. EEUU: ONU, p. 59.

49 Ibídem.


Para Javier Martínez Contreras la esperanza se hermana con la utopía y, esta: “[…] sólo es posible pensarla alimentada por la esperanza”51. La esperanza como correlato contingente puede llevar también a una significación ideológica, pero corre el riesgo de volverse una esperanza tirana, la cual: “[…] ya no esperanza, porque se encierra sobre una única posibilidad de futuro, no mantiene su apertura ni su búsqueda, se desnaturaliza, yerra”52. Esta desnaturalización de la esperanza ocurre porque se pasa de los futuros posibles a un futuro concreto con una función clara, determinada por los correlatos hegemónicos, porque:


La esperanza es el afecto más radical porque en él se mantienen abiertos todos esos deseos irrenunciables del ser humano, y se mantienen en lo mejor, en su posibilidad de realización, en su capacidad de enfrentamiento y transformación de una realidad objetiva que todavía no se ha conformado a la descomunal medida del deseo que la acosa para que entregue lo mejor de sí misma, su propia perfección, que es también la de quien desea53.


Entonces podemos observar que la esperanza se simboliza y significa principalmente desde el imaginario, pues construye horizontes de posibilidades del futuro basados en un ideal de transformación de la realidad.

Realidad construida por las designaciones y diferenciaciones de las comunicaciones, pero en el plano de los correlatos conlleva sus imaginarios, pues estos permiten entrecruzar entre los designado y no designado. Como en el caso de la utopía e ideología en el correlato de la esperanza del imaginario de lo sustentable, que presentan lo que Paul Ricouer llama la paradoja del imaginario social, en la cual: “[…] para poder soñar con otro lugar es necesario haber ya conquistado, mediante una interpretación siempre nueva de las tradiciones de las que procedemos, algo así como una identidad narrativa. Pero, por otra parte, las ideologías en las cuales esta identidad se disimula reclaman una conciencia capaz de contemplarse a sí misma sin vacilar, a partir de ningún lugar”54. De ahí que el imaginario y sus significaciones construyan imagines e ideas sin materializarlas al pensar sin nombrarlo, además permiten las posibilidades de ese otro lugar y ese ningún lugar en el que encontramos la utopía y el primer momento de la ideología, cuando aún se encuentran en el correlato de la esperanza.

A la utopía le corresponde un imaginario productor y la ideología un imaginario reproductor, donde los primeros tienen una función excéntrica y los segundos una función de refuerzo de lo real55. De ahí que ese imaginario productor será creativo y cree significaciones primarias, mientras que el imaginario reproductor simboliza por medio de significaciones secundarias, por lo tanto, tenga mayor incidencia en la resonancia del sistema. Esto porque, para Ricoeur, se presentan tres niveles que operan en sentido contrario, para la utopía, se inicia con la significación de otro lugar u otro modo de ser, lo que lleva a un cuestionamiento del poder que desvanece lo real en esquemas que son perfeccionistas e irrealizables. Mientras que en la ideología, se inicia disimulando por medio de la producción de una imagen invertida de la realidad, lo que permite la legitimización y justificación de esa forma de realidad que culmina en la integración de la ideología en la estructura simbólica de la sociedad. De ahí que la utopía construye imaginarios y posibilidades de realidad, mientras que la ideología designa representaciones que construyen alternativas de la realidad por medio de la ilusión porque: “Mientras que la patología de la ideología consistía en su afinidad con la ilusión, el disimulo, el engaño, la patología de la utopía consiste


51 MARTÍNEZ-CONTRERAS, J (2006). “Esperanza”, in: ORTIZ-OSÉS, A & LANCEROS, P (Directores) (2006). Op. cit., p. 204.

52 Ibíd., p. 205.

53 Ibíd., p. 204.

  1. RICOUER, P (2010). Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II. Argentina: FCE, p. 360.

  2. Ibídem.


en una locura inversa”56. Esa locura inversa de la utopía, que parte de la representación al imaginario, es reforzada por las significaciones del correlato de la esperanza.

En el caso del imaginario de la sustentabilidad ¿Qué ocurre con su relación a los correlatos de la esperanza y el miedo? Porque como hemos visto, cada uno conlleva a significaciones diferentes, que en un nivel de diferenciación de los correlatos: el correlato del correlato, presentan elementos similares a los tres niveles que presentan la utopía e ideología para Ricouer.

Si partimos de una designación de la esperanza/utopía, esta nos lleva a la idea de la erradicación de la pobreza y el fin de la crisis ambiental. Si se designa esperanza/ideología, nos lleva a la generación de políticas sociales enfocadas en la desigualdad, pero se pierde el sentido de la esperanza al no presentar otra posibilidad de realidad. Por otro lado, si la designación es miedo/utopía lo que se obtiene es el sentido negativo que representa la distopía. Si la designación es miedo/ideología, nos lleva a la mercancificación y fiscalización de la lucha contra la crisis ambiental. Este último escenario es el que se presentó como propuesta para la sustentabilidad en la última Cumbre de la Tierra de Rio+20.


CONCLUSIONES

En este texto se planteó la relación entre los correlatos y sus resonancias con los imaginarios. Centrándonos en el imaginario de la sustentabilidad y su relación con los correlatos del miedo y la esperanza, productos de la crisis ambiental. Crisis que opera como una resonancia de la sociedad moderna que genera impacto en la comunicación del sistema social y el económico. Además, por la contingencia que genera la crisis ambiental, se han construido nuevos imaginarios, el principal, el que es producto de la sustentabilidad el cual opera con las significaciones de los correlatos del miedo y de la esperanza. Los cuales, a su vez, operan con un correlato del correlato, que son el de la utopía y la ideología. La forma en la cual se hacen presentes estos correlatos es por medio de la designación y la forma que se presenta en ellos, siendo la forma miedo/ideología la que mayor resonancia presenta en el sistema social. De ahí que la importancia del comprender cómo se da la relación y operación entre los correlatos y sus imaginarios adjetivados nos permite llevar a cabo un modo de acercarnos al estudio de la realidad, la cual emerge del operar de los sistemas modernos funcionalmente diferenciados.


AÑO 22, n° 76


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en diciembre de 2016, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


www.luz.edu.ve www.serbi.luz.edu.ve produccioncientifica.luz.edu.ve