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Cultura y clima de seguridad: ¿Hacia una gestión integrada?
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Rev. Téc. Ing. Univ. Zulia, 2025, Vol. 48, e254807
molares que las personas tienen de sus entornos laborales. Después de Ryan (1970), Dieterly (1974) y Schneider
(1975), estos modelos asumen que estas percepciones se desarrollan porque son necesarios como marco de referencia
para medir la adecuación de la conducta.
El concepto de cultura de seguridad, su distinción con el clima de seguridad, la naturaleza de dicha diferenciación
—ya sea funcionalmente académica o meramente terminológica— y la relevancia de comprender estas diferencias,
son interrogantes que han sido objeto de debate persistente en círculos académicos y profesionales durante años. El
presente trabajo se propone definir ambos constructos de un modo comprensible y útil para su aplicación práctica.
Cabe señalar que este documento no pretende establecer métodos para potenciar la cultura o el clima de seguridad, ni
evaluar la validez de sus métricas o la eficacia de las intervenciones en los procesos de seguridad o en los resultados
de desempeño. Una labor considerable ya ha sido realizada en estas áreas, la cual, no obstante, excede el alcance del
presente análisis (Pidgeon, 1991, 1994, 1998, 2001).
El objetivo principal del presente trabajo es realizar una revisión de las numerosas definiciones de los términos
de la cultura de seguridad y el clima de seguridad para establecer si existe diferencias entre los dos términos, o debido
a sus similitudes, se podrían alinear en su utilidad para formar una “alianza" que podría funcionar al ser aplicado en
el diseño de un programa de salud y seguridad en el trabajo, con el fin de reducir al mínimo los accidentes en industrias
de alto riesgo. Breve reseña
El término cultura de seguridad obtuvo su primer uso oficial en el informe inicial sobre el accidente de Chernóbil
(Cox, 1998; 2000). Dicho informe introdujo el concepto para explicar los errores organizativos y las violaciones de
los operadores que sentaron las bases del desastre. Desde entonces, informes de investigación pública han señalado
culturas de seguridad deficientes en empresas operadoras como factor determinante en varios accidentes de alto perfil,
tales como la explosión de la plataforma petrolera Piper Alpha en el Mar del Norte (Mearns y Flin, 1998; 1999; 2012;
Glendon et al., 2000); el incendio en la estación de metro de Kings Cross (Ostrom, 2013); el hundimiento del ferry
Herald of Free Enterprise (Glendon et al., 2000), y el choque de trenes en Clapham Junction (Carroll, 2008, p. 272).
La relevancia de la cultura de seguridad para las operaciones seguras es indiscutible; de hecho, se sostiene que
es un concepto «cuyo tiempo ha llegado». Sin embargo, no existe una definición universalmente aceptada,
principalmente por dos razones: (i) distintos investigadores enfatizan diferentes elementos de la cultura como los más
relevantes, y (ii) toda cultura —de cualquier tipo— resulta intrínsecamente difícil de definir de manera sucinta (Fazio,
2012). Como señala Reason (1997, p. 234), definir la cultura organizacional tiene «…la precisión de una nube». Esta
misma crítica puede aplicarse también a la definición de la cultura de seguridad (Cox y Cheyne, 2000; Vaughan,
2011).
En la literatura se encuentran múltiples definiciones del concepto de cultura de seguridad. Para un análisis
exhaustivo de 18 de estas —incluyendo también definiciones de clima de seguridad—, se puede consultar a Pritchard
(2013) y Faridah (2009, 2011). Entre las definiciones más influyentes destacan las siguientes. A raíz del desastre de
Chernóbil, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) la definió como: «aquel conjunto de características
y actitudes en las organizaciones y en los individuos que establece que, como prioridad absoluta, las cuestiones de
seguridad nuclear reciban la atención que merecen por su importancia» (IAEA, 1986, 1991, 1997).
La mayoría de las definiciones de cultura de seguridad encapsulan creencias, valores y actitudes que son
compartidas por un grupo. A medida que las conductas humanas (y por lo tanto a nivel individual, comportamientos
seguros o inseguros) se guían en parte por creencias, valores y actitudes personales), Uttal (2013), Dedobbeleer et al.,
(1991), la seguridad continua en el lugar de trabajo puede tener su base en creencias compartidas organizadas y
organizadas de que la seguridad es importante. Un tema relacionado evidente en las definiciones de cultura de
seguridad ofrecidas es el de las normas individuales, Donald et al., (2013) sostienen que una cultura está compuesta
de normas sociales, que son reglas de conducta tácitas que, si no se siguen, dan lugar a sanciones.
Por otro lado, Zohar (2002; 2003, pp. 567) acuñó el término clima de seguridad en una investigación empírica
de las actitudes de seguridad en la fabricación israelí y lo definió como "un resumen de las percepciones molares que
los empleados comparten sobre sus entornos de trabajo". Las definiciones más recientes hacen eco de esto, por
ejemplo, Niskanen (1994, pp. 237; 2011) define el clima de seguridad como "... un conjunto de atributos que se pueden
percibir sobre las organizaciones de trabajo en particular y que pueden ser inducidos por las políticas y prácticas que