Nava-Luzardo et al . 200
Rev. Téc. Ing. Univ. Zulia. Vol. 44, No. 3, Septiembre-Diciembre, 2021.
Introducción
El plátano es un rubro de gran importancia en lo social, alimentario y económico; siendo un producto
característico en la dieta de muchas personas, por el consumo y los aportes nutricionales que ofrece; es un alimento
rico en vitamina C, potasio, fósforo, hierro, magnesio, entre otros (Nava, 2019a). Los plátanos y bananos son de gran
importancia en los países en vías de desarrollo. Más de 40 millones de personas que habitan en los trópicos y
subtrópicos dependen del cultivo de las musáceas; significando un ingreso económico relevante para muchos países
productores, al comercializarse tanto en los mercados locales como en los mercados de exportación, y constituyen
una importante fuente de empleo en numerosos países en desarrollo (PACAZ, 2008). En este sentido, el 72,7 % de la
producción de plátano se concentra en África, 22,9 % en América y 4,4 % en Asia. La mayoría de la producción
mundial se destina para consumo interno en cada país, sin embargo, varios países exportan este fruto (FAOSTAT,
2017).
El plátano es de gran importancia en la alimentación familiar, generando ingresos permanentes para
pequeños y medianos agricultores, además de aportar al desarrollo social de muchas regiones; el fruto constituye un
alimento básico en la dieta, tanto para la población urbana como para el sector rural (Marrufo et al., 2015). La
producción de plátano en Venezuela es de gran importancia socioeconómica desde el punto de vista de seguridad
alimentaria y la generación de empleo. Los principales centros productores de plátano, se encuentran concentrados
en la zona sur del Lago de Maracaibo (Zulia, Trujillo y Mérida), lo que tiene particular importancia debido a las
condiciones agroecológicas existentes; clima tropical, riqueza del suelo y la tradición que se mantiene por herencia
familiar (Hernández y Vit, 2013).
La Sigatoka negra (SN, causada por Mycosphaerella fijiensis); es muy importante y limitante en la
producción de las musáceas a nivel mundial; afecta el área foliar fotosintética de las plantas y en consecuencia, los
racimos y los frutos presentan una menor biomasa (Álvarez et al., 2013). Al respecto, se debe conocer la
enfermedad, sintomatología, importancia, manejo y monitoreo, para poder evaluarla en campo, con prácticas
culturales oportunas, entre otros, bajo la supervisión constante, donde se establezcan programas de control adecuados
para disminuir el grave deterioro ambiental y social causado por la aplicación continua e indiscriminada de
agroquímicos (Nava et al., 2017).
Los nuevos conocimientos y las nuevas realidades del entorno requieren un cambio de enfoque, orientando
hacia la optimización en las unidades productivas del uso de los recursos internos, externos y la protección
ambiental; tal enfoque pretende satisfacer las necesidades actuales de la población sin comprometer el ambiente,
utilizando las diferentes alternativas naturales que existen y que pueden ser producidas en cada unidad de
producción, antes de utilizar un determinado tipo de agroquímico (Nava, 2019b). En este contexto, se conocen
diferentes productos para tales fines, entre los que se encuentran: i) el lixiviado de raquis, es un abono orgánico
producido a partir de la deshidratación del raquis del racimo de plátano; es usado por los agricultores como abono
orgánico líquido, por ser rico en potasio y micro elementos, al mismo tiempo contiene gran cantidad de
microorganismos, considerados como pesticidas (Hernández, 2009); ii) el vermicompost, es producto de la
descomposición de materia orgánica, realizada únicamente por ciertas especies de lombrices, específicamente del
género Eisenia, la cual realiza un proceso de descomposición más rápidamente, transformando la materia orgánica en
lo que se denomina humus de lombriz o vermicompost (Alarcón, 2005); iii) el caldo sulfocálcico, es una mezcla de
azufre en polvo y cal; su preparación consiste en poner a hervir en agua durante 1 h. El caldo debe de tener una
apariencia amarillenta o anaranjada (Núñez et al., 2003); iv) el dióxido de cloro, es la mezcla de clorito de sodio y
algún ácido débil (comúnmente ácido cítrico). Elimina microorganismos por la interrupción del transporte de
nutrientes a través de la membrana celular; siendo un oxidante selectivo, eficaz, no corrosivo (Deininger et al.,
2000); y v) el Propizole 250 CE, es un fungicida; cuyo ingrediente activo es propiconazole, del grupo químico de los
triazoles; con una concentración de 250 g de ingrediente activo por litro de producto y es compatible con otros
fungicida de uso común, siendo ligeramente toxico (Fraga, 2008).
Ahora bien, el gran potencial de las zonas productoras de plátano se encuentra amenazado
significativamente, debido, en gran parte, por consecuencias de las altas precipitaciones, alta humedad relativa, mal
manejo de plantaciones y uso inadecuado de fungicidas químicos, lo cual favorece la proliferación de esporas de M.
fijiensis (Nava, 2002), lo que ha llevado a la necesidad de probar nuevas alternativas como fungicidas biológicos y
mejorar los planes de manejo, para controlar dicha enfermedad por parte de los productores. Es importante que el
productor de plátanos conozca las diferentes alternativas para el manejo de la SN, con la finalidad de mejorar las