Revista Arbitrada de la Facultad Experimental de Arte
de la Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela
AÑO 17 N° 30. JULIO - DICIEMBRE 2022 ~ pp. 38-44
Eduardo Agustín Eckhardt
Universidad de Turín
Turín, Italia
eck_ea@yahoo.com.ar
Recibido: 24-10-21
Aceptado: 13-01-22
Música, terapia y formación: educación emocional
a través del ritmo
Music, therapy and formation: emotional education
through rhythm
Rhythm is the foundation of life, guiding emotional,
metabolic, and functional balance of body, mind, and
spirit. Emotional states that promote disparity in reactions
develop in situations of stress, terror, exaltation, melancholy,
deep pleasure, joy, or anxiety, increasingly aecting
young people and children. The alternative to imbalance
is conscious breathing, which aims to recover balance
and functional metric state of the body. However, what
happens to those who cannot attend in fullness due to their
nature? This article discusses experiences and professional
exercises in non-formal education, rehabilitation, and
welfare of people with disabilities, using music driven
by objective parameters to stimulate essential aspects
of humanity: emotions, imagination, and corporeality.
Keywords: music therapy, special education, emotional
education, rhythm.
El ritmo es la base de la vida, pues guía el equilibrio
emocional, metabólico y funcional del cuerpo, la mente
y el espíritu. Los estados emocionales que favorecen la
disparidad de reacciones se desarrollan en situaciones
de estrés, terror, exaltación, melancolía, placer profundo,
alegría o ansiedad, afectando cada vez más a jóvenes
y niños. La alternativa al desequilibrio es la respiración
consciente, que pretende recuperar el equilibrio y el estado
métrico funcional del cuerpo. Sin embargo, ¿qué ocurre
con quienes no pueden atender en plenitud debido a su
naturaleza? En este artículo se describen experiencias
y ejercicios profesionales en educación no formal,
rehabilitación y bienestar de personas con discapacidad,
utilizando la música conducida por parámetros objetivos
para estimular aspectos esenciales de la humanidad:
emociones, imaginación y corporalidad.
Palabras clave: musicoterapia, educación especial,
educación emocional, ritmo.
Resumen Abstract
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Música, terapia y formación: educación emocional a través del ritmo
Eduardo Agustín Eckhardt
Introducción
La música, observada por su cualidad dialéctica,
representa un instrumento de proximidad y común-
unión (comunión, en sentido etimológico). Sea desde su
oferta didáctica, su práctica –amateur o profesional– o su
asistencia curativa, quienes hacen música tienen en sus
manos la responsabilidad de guiar a quienes acompañan
por este mundo invisible de ilimitadas posibilidades. Estas
primeras experiencias musicales deben estar nutridas de
sensaciones capaces de crear signicados emotivos. Son
esos puentes los que dan forma a las emociones al lograr
proyectar los más variados caminos de gustos, juicios
y, ulteriormente, críticas estéticas. Desde su propuesta
ontológica primitiva, la música inunda de ritmo los cuerpos,
los iguala en frecuencia.
Muchos han sido los estudios que, en una
perspectiva histórica o transdiciplinar, han abarcado uno o
más aspectos del ritmo como elemento esencial dentro de
la musicoterapia: desde los enfoques motrices/siológicos
(Yao et al., 2021; Braun Janzen et al., 2021), pasando por la
dimensión neurológica (Galińska, 2015; Thaut, McIntosh y
Hoemberg, 2015), los aspectos psicológicos relacionados
con las personas diversamente hábiles (Roth y Wisser, 2004;
Bharathi et al., 2019), así como los procesos de aplicación
de la musicoterapia en la educación especial (Lacarcel
Moreno, 1995; Salamanca Herrero, 2003). Este último
ámbito, sin menoscabo de los anteriores, presenta un gran
espectro de posibilidades de “inter-acción” psicológica,
emocional, social, educativa –humana, a n de cuentas–
con los participantes, convirtiéndose además en un campo
de investigación y experimentación notable en la sociedad
contemporánea.
Desde una perspectiva didáctica, pretendo
narrar una experiencia que demuestra la importancia de
una formación profesional adecuada y una vasta cultura
musical como soporte fundamental del proceso por el
cual se introduce un grupo de personas con discapacidad
a la música en una terapia de bienestar focalizada en el
mejoramiento de su calidad de vida. Dicha experiencia
tiene lugar semanalmente en un centro de asistencia y
discapacidad en la ciudad de Turín, Italia, con un grupo
de estudio conformado por 12 pacientes pertenecientes
al Centro Diurno con Núcleo Residencial Nocturno
“Diecidecimi” de la Cooperativa Animazione Valdocco.
Entre las distintas condiciones presentes están el autismo;
la parálisis cerebral; así como varios niveles de dicultades
cognitivas, intelectuales y motrices, presentes en personas
de entre 34 y 50 años de edad.
Pulso y respiración
Musicalmente, el pulso es aquel elemento que
divide el tiempo en intervalos de igual duración, de forma
regular y periódica (Sánchez Ramos, 2019). Referirnos a
lo primitivo en este concepto es conducirnos al sentido
orgánico del ritmo en la vida. La respiración y los latidos
gobiernan nuestro primer encuentro con un tipo de
realidad métrica, medida, expresada por eventos regulares
que suceden uno después de otro. Las pulsaciones reejan
la frecuencia cardíaca, así como el pulso estructura la
construcción del tiempo en la música; ambos equilibran
y dan sentido funcional a las estructuras que soportan.
El pulso puede cambiar de velocidad, puede ser más
lento o rápido, pero debe cumplir dos características
fundamentales: regularidad y periodicidad.
Orientados desde una perspectiva de conciencia,
reconocemos que tanto la respiración como los latidos
son actos involuntarios que cotidianamente permanecen
alejados de nuestra atención. No obstante, esa indiferencia,
los latidos y la respiración son nuestras primeras y últimas
manifestaciones de vida.
En todo Arte existe el principio de equilibrio. La
Música no es excepción. En música, el principio
de equilibrio se maniesta en la denición de
ritmo, que es, sustancialmente, tensión seguida
de relajación, repetidamente. El ritmo es un
agregado natural a la propia vida. La tensión
está seguida por la relajación. Inhalamos, lo que
demanda un esfuerzo; exhalamos, lo que es
un proceso de relajación. El corazón bombea/
descansa-bombea/descansa. (Green, 1957, p. 3)
La energía es un principio funcional con la
potencia de obrar y surgir. Se maniesta en el movimiento y
se dene como la capacidad de realizar un trabajo (Bueche,
2009). Estas expresiones suelen interpretar las causas que
determinan una consecuencia y exhiben el porqué de las
cosas, intentando denir el orden de las circunstancias
en el universo y procurando el entendimiento cientíco.
La energía como fundamento es un principio activo en
todas las cosas con voluntad de devenir (Korn, 1949).
Si bien la ciencia interpreta el innito de causas por el
que las cosas cambian y evolucionan, las bellas artes
consideran la energía de las emociones como principio de
manifestación. Un origen que, en movimiento, adquiere
estructura y determina el cuerpo del afecto. Un origen que,
en conciencia, exhibe el universo de nuestra voluntad. En
esta reexión nos permitimos hablar de universos externos
e internos, considerando que estas realidades subjetivas se
comunican a través del simple gesto de inhalar y exhalar.
La música, como sistema de representación
natural y afectivo, ha incluido ciertos conceptos que
determinan la agógica musical. En su conjunto, revelan
el carácter y la velocidad de una obra; tanto, como si
procuraran describir el proceso dinámico de la emoción
que se intenta comunicar. Expresiones como allegro
(alegre), vivace (vívido), andante (tranquilo), moderato
(moderado), largo (lento), adagio (a gusto, con comodidad),
agitato (agitado), con fuoco (con furia), presto (apresurado),
son ejemplos de lo que ha signicado la velocidad en la
frecuencia de los pulsos en música.
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Si entendemos por agógica un concepto anterior
a la división metronómica del tempo, y recordamos que
el metrónomo como instrumento de medición rítmica es
posterior al 1800, podemos suponer que las indicaciones
agógicas no solo procuran una mayor libertad en la
interpretación subjetiva de aquello que indican, sino
que son conceptos íntimamente ligados a la conciencia
siológica de los estados afectivos y al cómo estos afectan
la respiración y el ritmo cardíaco. Es natural suponer que
una indicación como presto agitato intente sugerir una
velocidad rápida al entender la aceleración de nuestros
latidos cuando atravesamos un determinado estado de
agitación.
Algunas obras musicales adecuadas en la
regulación del pulso y la aplicación de la agógica musical
en un tratamiento musicoterapéutico efectivas, según mi
experiencia profesional, incluyen: Andante cantabile y presto
agitato para piano (F. Mendelssohn); Sonata para piano n. 14
(L. von Beethoven), y la Sinfonía n. 41 “Júpiter” (W. A. Mozart).
Asimismo, es menester recordar que la conciencia
es un estado de atención orientado a identicar y reconocer
las causas que motivan un afecto y cómo repercuten en el
organismo. Observar de manera activa nuestra respiración
permite entender el proceso metabólico del oxígeno
cuando entra al cuerpo para ser transformado en dióxido
de carbono y ser devuelto al mundo. Es aquí donde se
comunican los aspectos internos y externos de la vida, en los
gestos de lo que permitimos ingresar y emitimos al exterior.
No es un razonamiento obvio: la respiración como símbolo
nos predispone a un inicio, cualquiera fuere. Musicalmente,
la respiración organiza la comunión de quienes participan
del hecho acústico igualando en frecuencia el ritmo interno
que gobierna el momento musical.
Respirar profundamente, visualizar el tránsito del
aire por nuestro cuerpo y atender a los latidos del corazón
es un principio necesario en la comprensión de lo que se
reere al ritmo.
Esta descripción expone el razonamiento con
el que procede una práctica rítmica. Lejos de percibir las
marchas, los aplausos o los bailes como ejercicios simples,
la observación de estas experiencias con la perspectiva
propuesta involucra las capacidades perceptivas,
cognitivas, emocionales y motrices de los participantes,
sugiriendo, además, una breve teorización del proceso
orgánico por el que es manifestado el ritmo. Estos saberes
son fundamentales durante el ejercicio rítmico; permiten
al docente empatizar con las dicultades del proceso al
reconocer los fundamentos del equilibrio que no logran
exteriorizarse.
Discapacidad, la constante evolución de
un signicado sin nombre
Como se lee en la “Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), “la discapacidad
es aquella condición bajo la cual ciertas personas presentan
alguna deciencia física, intelectual o sensorial (entre otras)
que, a corto o a largo plazo, afectan la forma de interactuar
y participar plenamente en la sociedad” (ONU, 2006, p. 4).
En este mismo orden de ideas, es importante resaltar lo que
sigue:
La discapacidad es una realidad humana que ha
sido percibida de manera diferente en diferentes
períodos históricos y civilizaciones. La visión que le
fue dada a lo largo del siglo XX estaba relacionada
con una condición física considerada como
deteriorada respecto del estándar general de un
individuo o de su grupo. El término, originado
luego de la Segunda guerra mundial, se reere al
funcionamiento individual e incluye discapacidad
física, discapacidad sensorial, discapacidad
cognitiva, discapacidad intelectual, enfermedad
mental y varios tipos de enfermedades crónicas
(La batalla de los discapacitados por sus derechos
en el mundo, 07 de julio de 2016).
Aunque “individuo con discapacidad” sea la
acepción considerada correcta actualmente, quisiera
permitirme algunos comentarios al respecto. Aún no existe
una palabra que logre denir o admitir el prodigio de lo
distinto o lo distinto como algo prodigioso. Discapacidad
(deciencia), minusvalía (de menor valor) e invalidez
(no válido) son acuerdos que no reconocen la virtud de
lo diferente. La discapacidad es una condición que no
disminuye el valor de las personas que la transitan, aunque
históricamente los términos relativos hayan sido utilizados
de manera peyorativa.
Sin dejar de lado este problema semántico,
también debemos tener en cuenta que caracterizar es
plantear una propuesta de identidad resultante en la
independencia del sujeto respecto del concepto a él
asociado. Las personas, como tales, compartimos una
serie de características que nos permiten comprender la
energía que el acuerdo lingüístico sugiere. Sin embargo,
trascender el concepto implica evaluar las condiciones
que le garantizan singularidad y distinción. Sabemos, pues,
que raciocinio, inteligencia, voluntad y sensibilidad son
aspectos típicos de la humanidad inherentes a todas las
personas (Pérez Porto y Gardey, 2021).
Este acuerdo común adquiere peculiaridad a
través de las condiciones que lo vuelven exclusivo. En este
sentido, raza, credo, género, orientación sexual, preferencias
políticas, lugar de procedencia, naturaleza, edad, son
particularidades intransferibles que especican a un sujeto,
conriéndole unicidad y otorgándole identidad. Por esto,
deendo la idea de que las personas con discapacidad se
distinguen del resto solo porque entre sus cualidades no
está la de camuarse en su entorno, esconderse en una
multitud, parecerse a alguien más.
Seguramente aquellas condiciones que dicultan
el tránsito de estas personas por caminos expresivos más
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Música, terapia y formación: educación emocional a través del ritmo
Eduardo Agustín Eckhardt
comunes les permiten asistir entusiastas y afanosos al
encuentro con sus emociones. La musicoterapia y las
terapias artísticas en general procuran acercarnos a lo
distinto porque el lenguaje de las emociones no es ajeno
a la discapacidad, pero resulta increíblemente extraño a la
“norma-lidad”. Así como activamos una alternativa efectiva
de comunicación al permitirnos asignar valor solidario
y democrático al aprendizaje del lenguaje de señas,
deberíamos comprender que las artes operan de igual
modo.
No se trata de deshacer una condición, sino
de considerar lo distinto como posibilidad y apreciarlo
desde sus cualidades únicas. Las terapias que asisten estas
condiciones tratan de revertir o mejorar una situación
vinculada con la calidad de vida del individuo, no con la
incomodidad que su presencia le signique al contexto.
Es un imperativo educativo procurar los espacios donde
lo diferente sea contemplado como realidad y existencia,
como posibilidad y alternativa.
Esta aclaración es necesaria porque la
multidimensionalidad de las personas (Savater, 2006), en
tanto que substancia de un ser compuesto y complejo,
reconoce que el espíritu, la mente o el cuerpo constituyen
en sí mismos un parámetro de humanidad. Además, es
importante hablar de discapacidad en cuanto cuerpo
o mente, porque la disfuncionalidad de un cuerpo o de
una mente difícilmente logre interferir con la evolución
del espíritu. Urge encontrar los canales que nos permitan
explorar el mundo de las emociones, manifestaciones
sensibles a través de las cuales conectar con nuestra
humanidad.
¿No estará allí la diferencia esencial entre la
música y el resto de las artes, en que estas se
muestran accesibles a otros sentidos aparte del
alma? ¿No radicará en eso, acaso, su superioridad
espiritual haciéndonos calibrar mejor el tiempo
humano respecto a la eternidad? (Deschaussées,
1991, p. 22)
La oferta de lamentaciones, tragedias,
decepciones, ausencias, carencias, desgracias, lucha,
corrupción, hambre, es la propuesta cotidiana que
alimenta la apatía, la indiferencia, la fatiga. Esta promoción
masiva, que exhibe el dolor como única opción, descarta
la necesidad de opuestos para procurar el equilibrio. Si
bien atravesar estadios emocionales de pena y angustia es
requerido en una comprensión afectiva saludable, nutrir
nuestra mente solo de emociones negativas la sumerge
en nostalgia y tristeza. En este escenario, la búsqueda de
belleza es una necesidad que, de brindar una experiencia
estética positiva, puede signicar lo sublime.
Inercia y mindfulness
La inercia en la música, según Martínez, Valles y
Tanco (2012), es “la tendencia de un patrón percibido que
conduce nuestra expectación a que dicho patrón continúe”.
Ampliando esta premisa, me permito sugerir: la inercia es
el estado de consonancia que logran nuestras emociones
con la propuesta que la acústica sugiere, gracias a la
antedicha expectación, haciendo resonar nuestro cuerpo
en frecuencia y movimiento con la estimulación rítmica
experimentada. En este sentido, frecuencia y movimiento
son condiciones del proceder cíclico del ritmo, tal como
insinúa Zorrilla (2018).
Sin embargo, aquello que sucede en el ejercicio
de imaginar e interpretar es el reconocimiento de eventos
musicales que suscitan una respuesta emocional. Yo los
llamo “momentos de universo”; son esos instantes del
discurso artístico en los que la energía del hecho estético
se transere y adquiere signicado afectivo siendo
estructurada por un código distinto al de origen. Lograr
identicar la ira, la alegría, la pasión o virtud en un acabado
artístico y permitirnos conmovernos con la propuesta
sensible es un “momento de universo”. La universalidad
afectiva reconoce la singularidad en el sentir y la intensidad
con la cual se transitan los estados emocionales, pero la
comprensión de aquello que tristeza o gozo suponen
de manera consciente, nos hace susceptibles de percibir
“momentos de universo más frecuentemente.
Las actividades rítmicas en grupo tienden a
entrelazar las frecuencias individuales de los participantes
localizando puntos (momentos) de encuentro. En el
contexto de la educación especial, esos puntos suceden
muy alejados del inicio de la actividad. Hay que permitir que
la inercia actúe. Seguramente, la conducción de la actividad
deberá trabajar con los agentes externos: familiares o
acompañantes. Comprender la dinámica del ejercicio es
necesario para albergar expectativas sanas acordes a los
resultados que se espera obtener. Es importante reconocer
que, en personas con condiciones cognitivas diferentes, la
paciencia es la guía. Asimismo, la música como terapia debe
ser conducida por un profesional a n de construir hábitos
cotidianos relevantes dentro de las diversas circunstancias
en que estas personas se desenvuelven.
Luego de algunas semanas utilizando referencias
musicales especícas, los patrones propuestos comenzaron
a ejercer la inercia; el tiempo de acción común (de
coordinación) empezó a acortarse signicativamente. Esto
nos permitió comprobar (a todos los asistentes terapéuticos
y enfermeros) que estas personas lograban seguir un tipo de
instrucción cada vez más especíca y compleja en un marco
temporal más restringido. Aquello que antes debíamos
repetir, quizás, unas treinta veces antes de encontrarnos en
alguno de los puntos de referencia, comenzaba a suceder
luego de tan solo cuatro o cinco repeticiones.
Una sesión de musicoterapia se organiza en
distintos momentos que propician espacios para ejercicios
lúdicos, de improvisación, especícos de atención y
especícos de movilidad. Las actividades se diseñan según
los objetivos terapéuticos o de bienestar, de desarrollo
cognitivo o perceptivo. A modo ilustrativo, comparto el
repertorio musical a través del cual trabajo con este grupo
de personas:
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a) Encuentro y preparación. De Philip Glass,
Aguas da Amazonia n. 1, Madeira River. La cualidad repetitiva
de la obra, factor predominante en el estilo minimalista
de Glass, promueve un estado de trance –o mantra–
ideal para la intervención. En este primer momento, el
ejercicio inicia recordando a quienes nos acompañan,
a quienes intervendrán durante la jornada y a quienes
no están, también. Los minutos iniciales son ocupados
en respirar profundamente hasta lograr un instante de
comunión rítmica. Al principio de un ciclo de terapia como
este, se ocupa todo el espacio musical solo en buscar la
sincronicidad. Luego de los primeros minutos, además, se
preparan y calientan nuestros cuerpos para disponerlos a las
siguientes actividades a través de ejercicios de estiramiento
y exibilidad.
b) Improvisación. De John Psathas, View from
Olympus n. 2, to Yelasto Paidi. La composición se desarrolla
instrumentalmente por un piano y distintos elementos
percusivos. En un comienzo, la dimensión rítmica no es
clara porque el objetivo de la propuesta es romper con el
patrón de regularidad y periodicidad. Esto permite que el
grupo, previamente provisto de pequeñas percusiones,
pueda intervenir en el momento que crea conveniente.
Así, ningún evento sonoro producido aleatoriamente
puede resultar extraño. Es importante permitir que el
grupo participe de la performance musical sin percibir que
su colaboración afecta el resultado estético de la pieza.
Durante esta práctica, al inicio, los participantes tañían sus
instrumentos en modo no ordenado, como resultado de la
euforia de tener un objeto sonoro desconocido por primera
vez entre las manos. Al pasar algunas semanas, el caos se
fue disipando en la medida en que aumentaba la atención,
hasta comprender que el timbre de cada instrumento
incidía de modo particular y único en el resultado musical.
Hoy, esta experimentación les permite ser conscientes de la
espera de un gesto habilitante para “tocar”.
c) Coordinación y movilidad. De Daft Punk con
Pharrell Williams, Lose Yourself to Dance; y de The Pointer
Sisters, I’m so Excited. El ritmo es muy marcado en estas
canciones y, a estas alturas del laboratorio, la inercia es
automática. En este momento, la gimnasia rítmica cumple
una función coordinativa; tanto, como en una sesión de
gimnasia aeróbica o en un trabajo que supone una labor
física y repetitiva. Distintos ejercicios acompañan esta fase
en la que los participantes deben bailar o permanecer
inmóviles. Al inicio, el grupo debía ser conducido en cada
momento; ahora logran entender el ritmo en su estructura
formal: el compás musical. Contar en voz alta ayuda a
reconocer los patrones rítmicos en los que la música se
agrupa, pudiendo discriminar momentos para bailar o
permanecer inmóviles. Se añaden también palmas o
instrumentos de percusión con los que pueden intervenir
según sus posibilidades.
d) Percepción. De Eric Whitacre, When David
Heard. La música coral es de gran importancia para sugerir la
posibilidad de que el cuerpo es suciente en la exploración
sonora. Esta obra en particular es un instante precioso de
nuestras jornadas por las atmósferas que logra representar.
Sirve además como un recurso natural para calmar las
descargas de energía que supone el momento anterior.
Entre miradas profundas y silencio, estas personas sugieren
gestos de absoluta conexión con el hecho musical. Muchos
de ellos no se comunican con palabras, pero durante el
instante coral intentan participar emitiendo sonidos de
distinta duración. Me atrevo a pensar que son instantes de
profunda consonancia afectiva.
e) Relajación y cierre. De Marin Marais, Les Voix
Humaines. Esta composición para viola da gamba, de origen
francés, intenta recrear los instantes de respiración que los
intérpretes se permiten al cantar. De profunda sugestión, la
obra acompaña un último instante de relajación siológica
y psicológica de los participantes y la despedida del grupo.
La relevancia de tales ejercicios es el
reconocimiento auditivo logrado a través de la repetición.
Los tiempos en los que se consigue percibir son, quizás, más
dilatados. Quien conduce con paciencia estas actividades,
encuentra con fascinación la utilidad de la inercia como
recurso teleológico. El secreto está en intentar una y otra
vez, porque en algún momento sucederá. La observación
consciente de nuestro organismo es un ejercicio
inexplorado por la educación occidental. Disciplinas como
la meditación y conceptos como mindfulness han adquirido
protagonismo durante las últimas décadas al referirse a
la atención o conciencia plenas (Vásquez-Dextre, 2016).
Podemos denir mindfulness como la capacidad humana,
universal y básica, de ser conscientes de los contenidos de
la mente momento a momento (Simón, 2017). Esto tiene
gran potencialidad y aplicabilidad en el desarrollo de los
procesos de la musicoterapia en contextos de rehabilitación
o bienestar de personas con discapacidad, como en las
experiencias narradas en esta reexión.
La cuestión del mindfulness, en todo caso, se
relaciona con la pregunta inicial de este trabajo: ¿qué
sucede con aquellos que no pueden atender en plenitud,
porque su naturaleza no contempla esta posibilidad? La
musicoterapia asume los elementos del código musical
como instrumentos de asistencia externa. Básicamente,
la inercia rítmica, como propuesta, promueve el estado
de equilibrio asistido por sistemas musicales periódicos y
regulares. La percepción del ritmo musical subsana la falta
de atención sobre el ritmo interno.
Los ejemplos musicales son el resultado de una
selección no arbitraria: responden a un proceso de guía a la
audición donde se intentó dilatar los espectros de atención
a los que estas personas estaban acostumbradas. No resulta
un detalle menor, porque la duración de las composiciones
oscila entre los 4 y 17 minutos. Al ser, musicalmente, obras
de una complejidad compositiva, como el caso de When
David Heard; de una sencillez esencial y suciente, Les
Voix Humaines; o de incidencia popular, como Daft Punk,
procuro, en cada sesión dedicar un espacio a una audición
novedosa. Si bien el repertorio de los ejercicios es siempre
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Música, terapia y formación: educación emocional a través del ritmo
Eduardo Agustín Eckhardt
el mismo, para que la inercia sea, además, perceptiva, al
menos durante 15 minutos se escucha música totalmente
nueva para ellos. Esta decisión no tiene que ver con negar
placeres, gustos previos o manifestaciones culturales
propias o de identidad, sino con la permeabilidad y
exibilidad de tolerancia y de la capacidad de aceptar lo
diverso.
Didáctica y creatividad
“La conducta imitativa automática de las
neuronas asume inmediatamente interés para la pedagogía
musical, al momento en que reeja la importancia de
contar con un docente que pueda demostrar cómo se
hace (Schöm, Akiva-Kabiri y Vecchi, 2018, p. 23). Entender
cómo ritmo, melodía y armonía se relacionan durante el
hecho musical, nos otorga ventaja por comprender nuestro
dominio de un lenguaje universal. Un tipo de lenguaje con
recursos sucientes para representar una circunstancia e
imprimir emotivamente la energía que signica una noción,
un conocimiento. La música programática, por ejemplo,
intenta describir acústicamente una escena, un paisaje, un
poema, una circunstancia.
Si yo enseñara geografía, ¿cómo no dramatizar
las costas y acantilados de Escocia con la obertura de
Mendelssohn Las Grutas de Fingal?; o si de historia se tratase,
¿cómo no signicar el genocidio napoleónico con la Sinfonía
Heróica de Beethoven? O contar incluso los horrores de la
guerra con las sinfonías de Shostakovich. ¿Cómo hablar de
esclavitud o algodón sin mencionar el góspel y cómo no
contar la organización de la actividad manual por el ritmo
que las dolientes canciones motivaban? ¿Cómo apoyar la
educación emocional sin el Carnaval de los Animales de
Saint Saëns?
Por diversión, por compasión, por compromiso y
entrega. La música, nuevamente, es un recurso inagotable
que inspiró genios y prodigios, que acompañó dichas y
sufrimientos. Su capacidad conmovedora es su fortaleza:
promover el movimiento; primero desde el corazón, luego
por nuestro cuerpo, nalmente por nuestro intelecto.
Es muy importante comprender que la música adquiere
cuerpo a través del sonido, se eleva espiritualmente por
los afectos y se maniesta intelectualmente en nuestra
capacidad de comprender y expresar su mensaje.
Consideraciones nales
En su cualidad dialéctica, la música es un lenguaje
universal. Todas las voluntades parecen resonar a los
estímulos que la música ofrece. Como recurso didáctico, el
código musical se presenta como una alternativa innita
que favorece el aprendizaje. Desde memorizar datos con
melodías, hasta igualar las frecuencias de nuestro corazón
y de nuestras respiraciones, la música fomenta el ejercicio
cognitivo estimulándolo desde el desarrollo emocional.
Reconocer y apropiarnos de los elementos que
estructuran un código permite una comunicación uida y
efectiva. Sin sugerir una formación musical profesional, me
permito alentar a los docentes a una búsqueda de opciones
asequibles. La actividad rítmica puede auspiciarse en
cualquier ámbito: es importante involucrar a las familias en
estas estrategias para que la práctica sea sostenida, habitual
y sostenible. El ritmo es una consecuencia natural de la
vida, se maniesta en casi cualquier hecho cotidiano: leer
en voz alta, separar en sílabas, marchar o aplaudir durante
esa lectura, bailar, cantar, incluso caminar puede resultar en
un ejercicio rítmico si la iniciativa atiende velocidades de
frecuencia diferentes; la percepción auditiva es el recurso
principal por el cual el ritmo inunda nuestro cuerpo.
La percepción, en sí misma, es la cualidad
primordial con la que transitamos la vida. Los cinco
sentidos son herramientas fundamentales en ese tránsito
que posibilitan una perspectiva integral de la realidad y
de las experiencias. Nuestra capacidad cognitiva traduce
los estímulos percibidos del exterior y los codica en
sensaciones. La aspereza de una roca, el lo de una laja, el
dulzor de la miel o el escándalo del bullicio son categorías
que utilizamos para referirnos a sensaciones intransferibles
pero que representan un tipo de energía que todos
comprendemos.
La educación especial crea alternativas de
aprendizaje que intentan guiar la exploración sensorial.
El conocimiento resulta de un proceso reexivo sobre las
experiencias que se viven, reconociendo una conciencia
temporal que, en muchas de estas condiciones de
discapacidad, no se logra. Recorrer un presente en
continuación hace de la inercia y la repetición ejercicios
necesarios para promover la regularidad en percepciones
que parecen no contemplar el recuerdo como recurso.
Para esto, el ritmo como propuesta didáctica no intenta
reemplazar un proceso de conciencia por un proceso
mecánico iterativo, pero alimenta la satisfacción y la
motivación de quienes participan del hecho, demostrando
que son capaces.
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