Revista Arbitrada de la Facultad Experimental de Arte
de la Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela
AÑO 17 N° 30. JULIO - DICIEMBRE 2022 ~ pp. 15-21
Lizett Paola López
Universidad Nacional Autónoma de México
Cartagena, Colombia
lizethlopezb@gmail.com
Recibido: 30-03-22
Aceptado: 02-05-22
Feminismo y expresión artística: los tendederos
en la Universidad de Cartagena
Feminism and artistic expression: tendederos at the
University of Cartagena
Los tendedores son actos colectivos donde se realizan
acusaciones públicas sobre conductas de acoso; han
sido usados como forma de denuncia en instituciones
educativas para llamar la atención sobre este tema. El
objetivo de este trabajo es analizar una serie de fotografías
tomadas por el colectivo Juntanza Feminista Cartagena en
el marco de la conmemoración del 08 de marzo de 2022,
Día Internacional de la Mujer, para dilucidar una política
estética generada a partir del uso de los tendederos. El
análisis se realiza a partir de fotografías, tomadas en días
previos y durante el evento; las fotos transmiten emociones
y dan cuenta de una situación o hecho particular: el efecto
curativo de este agenciamiento colectivo de enunciación,
entendiendo los tendederos como práctica de resistencia.
Uso un enfoque feminista para revisar las estructuras y
dinámicas de poder en las cuales sucede un acoso, a partir
de la experiencia concreta de los tendederos.
Palabras clave: feminismo, expresión artística, tendederos,
movimiento social.
Tendederos are collective acts where public accusations
are made about harassing behaviors; They have been
used as a form of complaint in educational institutions to
draw attention to bullying. The objective of this work is
to analyze a series of photographs taken by the collective
Juntanza Feminista Cartagena in the framework of the
commemoration of March 8, 2022, International Women’s
Day, to elucidate an aesthetic policy generated from the
use of the clothes lines The analysis is carried out from
photographs, taken in previous days and during the event;
the photos convey emotions and account for a particular
situation or fact, the curative eect of this collective
enunciation assemblage, understanding the clotheslines as
a practice of resistance. I use a feminist approach to review
the power structures and dynamics in which harassment
occurs, based on the concrete experience of clotheslines.
Keywords: feminism, artistic expression, tendederos, social
movement.
Resumen Abstract
REVISTA ARBITRADA DE LA FACULTAD EXPERIMENTAL DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. AÑO 17 Nº 30. JULIO - DICIEMBRE 2022
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SituArte
Apenas comenzaba a poblarse con la historia de los míos, mis
aventuras recientes, el sendero del cual vengo, mi lugar en la
aldea, esa pertenencia de la cual nos vamos nutriendo, en la cual
crecen las raíces que nos sujetan y nos alimentan y nos hacen
fuertes como las ceibas que nacieron de semillas de ceibas
untadas de lluvia y de tormentas.
Roberto Burgos Cantor, La ceiba de la memoria.
Introducción
El 08 de marzo de 2022 y durante toda esa
semana se expusieron en el claustro de San Agustín, de la
Universidad de Cartagena, ubicado en el centro histórico
de la ciudad de Cartagena, tendederos con los nombres
de supuestos agresores en el patio central del claustro
universitario. Un árbol hecho en madera que asemeja a
las ceibas, las cuales se encuentran en el trópico desde el
sur de México hasta Venezuela, Brasil, Colombia y Ecuador,
contenía en sus ramas los nombres de los señalados; las
ceibas también simbolizan la fuerza, como dice el escritor
cartagenero Roberto Burgos Cantor en su novela La ceiba de
la memoria, fuerza que se genera de situaciones complejas.
El arte y las manifestaciones artísticas forman
parte de los repertorios de los movimientos sociales, es decir,
de las estrategias usadas para re-presentar sus demandas
(Tilly & Woods, 2010). Los movimientos tienen una capacidad
histórica de transformación de los imaginarios sociales,
de los modos de amalgamar los malestares colectivos,
sistemas narrativos, prácticas colectivas y la necesidad de
trabajar con sistemas de deconstrucción, al atacar las bases
normalizadoras de la sociedad y, de genealogización, es
decir, a través del análisis de la noción de origen de esas
normas en la construcción de un cuerpo teórico a su vez
práctico de acción (Marzo, 2006) para procurar cambiar
aquellas situaciones que consideran injustas (Tarrow, 2012).
La investigación realizada por el centro de
estudios jurídicos y sociales DeJusticia (Dávila Contreras
& Chaparro González, 2021) realizada durante el periodo
2019-2021, da cuenta de 413 denuncias de acoso en 12
universidades colombianas, de las cuales 83 se reeren
a actos de acoso sexual. De acuerdo con la misma
investigación, antes de 2016, en Colombia, no existían
protocolos para la prevención y atención de los casos de
violencias de género. Ante este panorama, el acoso en las
universidades es una realidad y una práctica extendida que
debe ser pensada en el contexto de la violencia de género,
como bien señalan María Ximena Dávila y Nina Chaparro,
autoras de la investigación.
En este texto, analizo una serie de fotografías
tomadas por el colectivo Juntanza Feminista Cartagena
en el marco de la conmemoración del 08 de marzo de
2022, Día Internacional de la Mujer, para dilucidar una
política estética que genera otro tipo de relaciones con el
arte. La estética se halla “vinculada con la realidad y, por
ende, con la esfera de lo político y lo ético (Arcos Palma,
2009, p. 140); esto permite abrir un horizonte cambiante,
que revela el devenir de las mujeres como sujeto político
activo. El colectivo mencionado es una organización
social de mujeres que se congura como un espacio de
articulación integrado por estudiantes universitarias
quienes empezaron sus actividades desde febrero de 2022.
Tiene dentro de sus banderas de lucha el respeto hacia la
diversidad, el antirracismo, la decolonialidad y desde su
conformación han realizado denuncias de acoso sexual a
través de sus redes sociales.
1
El artículo se ha dividido de la siguiente forma:
en primer lugar, expongo el lugar que han tenido las
manifestaciones artísticas como forma de repertorio
usado por los movimientos sociales. Segundo, a partir de
fotografías tomadas en el marco del evento, realizo un
análisis de las imágenes y lo que representan. Finalmente,
expongo el posible efecto curativo de este agenciamiento
colectivo de enunciación, entendiendo los tendederos
como práctica de resistencia y un nuevo despertar en las
luchas de las mujeres.
Figura 1
Fotografía tomada por el colectivo Juntanza Feminista Cartagena
en el marco de la conmemoración del 08 de marzo de 2022, Día
Internacional de la Mujer.
I. El arte para los movimientos sociales
Los repertorios son las distintas formas de acción
política que usan los movimientos sociales: creación
de coaliciones y asociaciones con un n especíco,
reuniones públicas, procesiones solemnes, vigilias, mítines,
manifestaciones, peticiones, declaraciones a y en medios
públicos, y propaganda (Tilly & Wood, 2010, p. 22). Los
movimientos los usan de manera combinada con el
propósito de presentar a las autoridades correspondientes
sus demandas y peticiones.
Ahora bien, los repertorios están “sujetos al
sistema cultural y político bajo el cual se desarrollan (Inclán
Oseguera, 2017, p. 203), es decir, no se producen sin un
contexto. En América Latina, los movimientos sociales han
1 Pueden ver sus actividades a través de sus redes sociales:
Juntanza Feminista [@juntanzafyd_ctg] https://www.
instagram.com/juntanzafyd_ctg/ Facebook: https://www.
facebook.com/prole.php?id=100083134758195
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Feminismo y expresión artística: los tendederos en la Universidad de Cartagena
Lizett Paola López
hecho uso de las manifestaciones artísticas y son vehículos
de transmisión por parte de sus creadores para enviar un
mensaje a través del arte, convirtiéndolo en un acto político.
Por ejemplo, la música ha sido central para los movimientos
en nuestro continente, en especial durante las dictaduras
que se vivieron en las décadas de los sesenta, setenta y
ochenta. Haciendo descripciones de lo que pasaba durante
este periodo, la música fue una crónica sonora de gran
alcance entre la población. Es así que, la trova cubana,
la música de protesta, la canción rebelde y la canción
popular latinoamericana son algunas de estas expresiones
musicales creadas en contextos de lucha (Escobar Fuentes,
2021, p. 8).
Otras expresiones artísticas han sido usadas para
presentar sus reivindicaciones colectivas; en este tipo de
manifestaciones lo académico, lo vivencial y el proceso
creativo están interconectados en distintas formas artísticas:
la poesía, la música, la fotografía, el grati, se constituyen
como formas no convencionales de llamar la atención de
las autoridades, así como para atraer participantes (Inclán
Oseguera, 2017). Las expresiones artísticas utilizadas
por los movimientos sociales de mujeres hacen uso del
cuerpo, donde este es a su vez sujeto y objeto del arte,
convirtiéndolo en un campo de batalla, así como objetos
asociados típicamente a labores femeninas, como lo son
las actividades que implican cuidado; esto ha llevado a la
teórica británica especializada en artes visuales, Griselda
Pollock (1999), a proponer una crítica y la búsqueda de
nuevos cánones, llegando así al desarrollo de la subjetividad
performativa que tanto impacto ha tenido en el ámbito de
la creación artística.
Un caso signicativo del movimiento feminista
es el performance Un violador en tu camino, creado
por el colectivo feminista chileno “Las tesis, el cual fue
presentado por primera vez en la ciudad de Valparaíso el 20
de noviembre de 2019, en medio de las protestas sociales
que sacudieron a Chile desde mediados de octubre de ese
mismo año. Este performance fue rápidamente replicado
por otros colectivos en distintas ciudades del mundo y
muestra algo que ha estado latente dentro del movimiento
feminista, la performatividad: letra, coreografía e
iconografía usan las manifestaciones artísticas como medio
de exposición de la protesta social (López Bajo, 2022) y de
reivindicación política.
Ahora bien, “Los tendederos” son actos colectivos
en donde se realizan denuncias escritas en una hoja de
papel con nombres de hombres y sus prácticas de acoso,
y son pegadas en las paredes de las escuelas y centros
universitarios o colgadas por un hilo (Chan Pech, 2021) en
los patios. La historia de estos se remonta a 1978:
El Tendedero se presenta en 1978 en la exposición
colectiva Nuevas Tendencias, en el Museo de
Arte Moderno de la ciudad de México. Es una
exposición de artistas jóvenes que incursionan
en la instalación y la performance, y el tema de
la exposición es: la ciudad. Mónica construye un
tendedero, en clara referencia a una actividad
cotidiana que se considera femenina, lo coloca en
el Museo, y sale a la calle para pedir a las mujeres
que en un pequeño papel color de rosa escriban
su respuesta a la pregunta: ¿Qué es lo que, como
mujeres, detestas más de la ciudad? Todos los
papelitos rosas que recolecta los coloca en El
Tendedero que mide tres metros de alto y dos
de largo. En esta pieza Mónica Mayer entrelaza
la creatividad artística con la búsqueda de
crear conciencia, es lo que hoy se conoce como
activismo, haciendo evidente que lo personal es
político. (Alcázar, 2021, p. 14)
Los relatos de las mujeres revelaban el acoso
callejero que vivían a diario, aunque para ese momento no
se podía denominar así. Como bien señala la antropóloga
mexicana Marta Lamas (2018), en América Latina la
violencia sexual, las distintas formas de acoso y el abuso
sexual son situaciones muy graves; en nuestros contextos
el acoso es más que una importunación torpe” (p. 15), es
una práctica violenta y sistemática.
Las denuncias en “Los tendederos han sido claves
para llamar la atención pública sobre casos de acoso. Estos
no son usados única y exclusivamente por una organización
en particular; por ejemplo, en México encontramos los
llamados Tendederos de la vergüenza que hicieron
presencia en instituciones educativas de Baja California y
Jalisco en el 2020, ante el cúmulo de historias de acoso y
la impunidad de las autoridades (Martínez & Torres, 2020).
Estos hechos ya se habían presentado en otros Estados del
país azteca como en Pachuca (Hidalgo) en la Universidad
Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), donde se decidió
remplazar al defensor universitario y despedir a un profesor
en el Colegio de Bachilleres del estado de Oaxaca (COBAO).
En todas aquellas ocasiones, los nombres de los agresores
aparecieron escritos en cartulinas y pegados sobre las vallas
y paredes de las instituciones educativas.
Por su parte, los escraches
2
aparecieron en
Argentina en la década de los noventas como una nueva
forma de protesta ejercida por la sociedad en búsqueda de
la verdad:
constituyeron protestas sociales que se generaron
como respuesta al Estado ante la impunidad de los
crímenes cometidos durante la última dictadura
cívico-militar en Argentina. Las protestas se
realizaban en los domicilios particulares o
laborales de los genocidas. Con estos actos se
pretendía una condena social” ya que no existía
condena legal por parte del Estado. Se buscaba
visibilizar los victimarios. “La condena social” no
2 Manifestación popular de protesta contra una persona,
generalmente del ámbito de la política o de la
administración, que se realiza frente a su domicilio o en
algún lugar público al que deba concurrir (https://dle.rae.
es/escrache).
REVISTA ARBITRADA DE LA FACULTAD EXPERIMENTAL DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. AÑO 17 Nº 30. JULIO - DICIEMBRE 2022
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SituArte
era solamente el día del escrache, comenzaba
días antes “marcando la casa”, se hablaba con los
vecinos y continuaba días después del escrache,
cuando tomaba estado público que allí vivía un
genocida, y se visibilizaba para toda la sociedad.
Más allá de las múltiples visiones desde donde
se puede analizar esta nueva forma de acción
colectiva, a nosotras nos interesa el análisis de
su visión como acto veraz (o verídico). Vemos al
escrache como forma de protesta social, ejercida
por toda la sociedad como víctima del terrorismo
de Estado instalado por el autodenominado
“proceso de reorganización. (Dadiuk & Torres,
2019, p. 514)
Luego ha sido reapropiado por los movimientos
feministas para denunciar distintos tipos de violencias de
género, consolidándose como una práctica cada vez más
frecuente. El escrache a través de los tendederos se ha
convertido en una herramienta de denuncia pública; ayuda
a las mujeres a visibilizar la violencia de género, en general
de manera anónima y convierte la experiencia traumática
del acoso sexual en una lucha política.
El escrache “transforma las modalidades que
adquieren las disputas públicas” (Manso, 2020), visibiliza
las desigualdades y se presenta como demanda de justicia.
Se ha argumentado que no es la manera más eciente
para resolver los problemas asociados al acoso sexual en
contextos escolares, pues lo pertinente es presentar la
denuncia ante las autoridades correspondientes siguiendo
los protocolos para la prevención, atención y sanción del
hostigamiento y acoso sexual. A pesar de ello, algunos
tribunales como la Corte Constitucional de Colombia en
su Sentencia T-289/21 legitimó el escrache, pues se han
evidenciado carencias para sancionar y prevenir estos
casos: “los escraches por violencia sexual tienen el carácter
de discurso especialmente protegido” por ser de interés
público y político (Ruiz Navarro, 2021).
En el escenario de las universidades han nacido
distintos colectivos de mujeres que se han organizado para
denunciar la violencia machista, de la cual no han quedado
exentas. Lo que hacen los y las activistas es emplear
marcos, con el n de destacar un problema social o alguna
situación en particular, denirla como injusta y merecedora
de una acción correctiva (Snow et al, 1986). Los marcos
funcionan como esquemas interpretativos que simplican
y condensan el mundo que está ahí afuera puntuando
y codicando selectivamente objetos, situaciones,
acontecimientos, experiencias y secuencias de acciones
en el pasado y presente de los individuos (Goman, 2006).
El marco de acción es la violencia y el hostigamiento
sexual que han sufrido estudiantes en una clase o en una
reunión con grupos de investigación, con la complicidad de
compañeros y autoridades.
II. La puesta en escena
Las pintas a los monumentos, los tendederos en las
universidades, no son solo lugares de exposición y protesta
social, sino también lugares de donde brota la iconografía
que permiten exponer la creatividad performativa. Para
realizar la cartografía del evento analizado, utilicé las
fotografías tomadas por el colectivo Juntanza feminista” en
la conmemoración del 08 de marzo de 2022, en las cuales
recogen los momentos signicativos de la fecha. A la luz de
este trabajo “las imágenes tienen un potencial performativo
inmenso para la construcción de otra política, en tanto que
materializan los afectos, cuerpos y discursos de la lucha
feminista (Rodal, 2021, p. 217). Las fotografías contienen
códigos directos que explotan las narrativas aprendidas
a través de la cultura, con lo cual leemos los contenidos
observados (Panchoaga & Martínez, 2016).
Figura 2
Tendedero de denuncias sobre acoso ubicado en la Universidad de
Cartagena, sede San Agustín. Fotografía tomada por el colectivo
Juntanza Feminista Cartagena en el marco de la conmemoración
del 08 de marzo de 2022, Día Internacional de la Mujer.
Este árbol (g. 2) ocupó el lugar central de la plaza
del claustro universitario y dividió la opinión de quienes
consideran que esas no son las formas de denunciar y
quienes consideran el tendedero como un espacio donde
desahogarse. En este espacio no me remito a ninguna de
esas lecturas, me interesa sobre todo la puesta en escena
de los tendederos. Es el proceso creativo con todos los
elementos simbólicos que contiene, la creatividad puesta
en escena, lo que me propongo explicar, intentando
comprender la práctica de resistencia en sí misma.
Parto de la tesis del lósofo francés Jacques
Rancière (1996), de que todo arte tiene una función política,
es decir, es posible orientarlo hacia la conguración de
espacios de desacuerdo, donde el orden existente se
replantea. Ello lo explica a partir de las dos concepciones
del arte que concibe: la primera se denomina radicalismo
artístico o estética de lo sublime, la cual considera que el arte
debe hacer pedazos la experiencia común, debe romper con
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Feminismo y expresión artística: los tendederos en la Universidad de Cartagena
Lizett Paola López
lo que vemos siempre. La segunda propuesta, denominada
arte modesto, apunta a la reorganización de los objetos
e imágenes de la experiencia común o a la creación de
situaciones dirigidas a modicar nuestra mirada y nuestras
actitudes con respecto a ese entorno colectivo (Rancière,
2005). En esta línea de argumentación, la toma de un
espacio público en la ciudad por parte de los movimientos
traspasa las barreras de que lo político atañe solo a las leyes,
implica también la manifestación, exposición y puesta en
escena de las violencias, desigualdades e injusticias a través
de la reconguración del espacio material y simbólico
compartido a través de las manifestaciones artísticas.
La ceiba, que es el árbol al que se asemeja el que
está en el patio central del claustro, es considerada sagrada,
presente en muchas historias y leyendas en el Caribe. Este
árbol signica vida, perpetuidad, grandeza, bondad, fuerza
y unión. El árbol del tendedero se logra visualizar desde
todos los ángulos del claustro. En sus ramas cuelgan los
nombres de los señalados y de estas mismas salen hilos
con hojas de papel que atraviesan todo el patio central.
Los papeles son anónimos, no tienen un orden especial ni
jerárquico, lo central aquí son los nombres que contienen,
nombres repetidos en varias ocasiones. Como no hay
un patrón denido más que el árbol puesto en la mitad
del patio, “la escena es una práctica de creación múltiple
(Rodal, 2021, p. 217); la imagen sirve entonces para pensar
la relación entre distintos elementos: la acción colectiva, las
expresiones artísticas, el feminismo.
Podemos entonces decir que estas
manifestaciones sirven “para pensar otro tipo de prácticas
que construyen experiencias e imágenes, en las cuales lo
sensible” aparece como un mecanismo de suspensión
y distanciamiento con respecto a los modelos de
representación (Rodal Linares, 2021, p. 214) trascendiendo
espacios formales. El tendedero por sí solo no pretende
determinar qué es lo artístico y lo cultural, el estar en el
centro del lugar de exposición, captura la atención de
los transeúntes que por allí pasan, es posible verlo desde
distintos lugares del claustro
3
, su lugar en el espacio
poco a poco se va nutriendo por cada una de las hojas
(las denuncias) de las cuales se va llenando hasta hacerse
frondoso; lo potente de él es que se cultiva con cada uno de
los nombres que allí se ubican.
III. Activismo social de mujeres
Me pregunto, ¿qué puede aportarle esto al
activismo? Mucho pues, el eje central de toda práctica
política es la visibilidad: bien la visibilidad externa de las
realidades que se quieren ocultas o incluso inexistentes;
bien la visibilidad interna que hace posible que las gentes
se alíen y se organicen (Marzo, 2006, p. 3).
Son las necesidades de ciertos grupos, en
3 Los claustros son tipos de patio de cuatro lados, en cada
uno de sus lados tienen galerías porticadas con arquerías
que descansan sobre columnas.
contextos variados lo que genera una cierta cantidad de
estrategias alrededor de una problemática. Una acción
maniesta de los movimientos pueden ser las barricadas,
las sentadas
4
o las manifestaciones; bien podrían usarse
estos repertorios tradicionales de la protesta social, pero
otras formas resultan interesantes y potentes a su vez.
El tendedero se combinó con una serie de
repertorios tradicionales como la marcha por el Día
Internacional de la Mujer, fecha para la cual también se
pintaron los murales en otros lugares de la ciudad (g.
3). Las expresiones artísticas usadas por los movimientos
salen del lugar de exposición hegemónico del arte como
galerías o museos y se pueden encontrar en las calles, o en
expresiones pictóricas en espacios públicos. La mayoría de
las veces las mujeres no se atreven a denunciar a su agresor,
ya sea por miedo, por vergüenza o por falta de garantías. Al
crear este lugar donde lo predominante es el anonimato de
quien denuncia, se garantiza la seguridad de quien lo hace.
Se hace relevante porque no es lineal, da de
que hablar, los acusados cobran rostro, relata experiencias
cotidianas y compartidas, por ello no se puede pedir que
opere bajo estrictos códigos lógicos, sobre un deber-
ser de las cosas. Lo performativo de las imágenes puede
ser entendido por un espectador atento a los detalles
particulares que estas proyectan, las coincidencias con
escenas pasadas en un contexto determinado guardan una
relación directa con lo colectivo.
Lo que aquí presenciamos es un entrelazamiento
de realidades que puedo ver desde la distancia y como
académica, por lo cual también lo asumo como mera
espectadora. La imagen me confronta con una realidad
que me cuestiona y me interpela; no podría agregarle más
signicados que los que me brinda y considerar su belleza
y su fuerza expresiva.
Figura 3
Mural ubicado en la Universidad de Cartagena, sede Piedra de
Bolívar. Fotografía tomada por el colectivo “Las callejeras”.
4 Como el movimiento “Occupy Wall Street” en los Estados
Unidos durante la crisis económica en el 2008 frente al
Wall Street Center en New York.
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SituArte
De igual manera, pintar un mural en una avenida
constituye una forma de expresión artística característica
asociada a los movimientos: su carácter local, el trabajo en
redes de las artistas/activistas, expresiones pedagógicas
donde se busca enseñar otra manera de hacer las cosas;
la espontaneidad de estas manifestaciones, la estructura
organizativa de los movimientos; retoman elementos
identitarios y culturales de una comunidad a su vez que
del movimiento global. Dos colores resaltan en el mural
analizado (ver g. 3), asociados al feminismo: el morado,
que es el color ocial del feminismo, usado por primera vez
por las sufragistas inglesas en la primera década del siglo
XX; y el verde, que simboliza la lucha por la garantía de los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
La consigna “pintamos por cada desaparecida”
expresa el dolor y la incertidumbre por las mujeres
desaparecidas en medio de circunstancias que en la
mayoría de los casos no se han esclarecido. Ese dolor se
narra a través del mural jo en las paredes de la ciudad
esperando ser visto, reparado en el olvido, tal vez olvidado
por el paso del tiempo, cuando los transeúntes del lugar se
hayan acostumbrado a su presencia.
Finalmente, las manifestaciones artísticas tienen
la capacidad de llamar la atención de quienes lo presencian,
tienen a su vez capacidad de creación y también de
provocación. En este sentido, usar manifestaciones
artísticas busca llamar la atención sobre una situación que
es considerada injusta, busca generar un impacto sobre
lo social, la política, la cultura. El poder imaginativo de los
colectivos que participan en la creación artística genera
formas de expresión donde les es posible expresar aquello
que sienten, piensan y desean transformar.
A manera de conclusión
He querido explicar la labor de los colectivos
feministas que se gestan al interior de las universidades,
los cuales a su vez desempeñan un lugar en la formación
de pensamiento crítico en las sociedades democráticas.
Las expresiones artísticas usadas por los movimientos
sociales se consolidan como forma de exigir justicia,
a la vez que reejan la identidad y los sentires de una
comunidad en especíco. Reivindico sobre todo su papel
subversivo en sociedades como la colombiana, donde
han sido más preponderantes otras formas de rebeldía.
Las manifestaciones artísticas abren un camino, sin duda
alguna, hacia la igualdad entre los géneros, narrando lo que
a veces no es posible narrar.
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