AÑO 17 Nº 29. ENERO - JUNIO 2022
La investigación en las artes, dada la naturaleza libre y creativa de éstas, exige del
analista-investigador una gran sensibilidad en general, pero también en particular, en cuanto
al manejo de métodos, técnicas y procedimientos, sin renunciar al rigor y la sistematicidad que
requiere el ámbito académico.
De esta manera, es oportuno reconocer y felicitar el esfuerzo de los autores cuyos
trabajos se incluyen en éste y en cada número de la revista, en tanto logran reexionar sobre
las artes, sin forzar sus corpus hacia una rigidez cientíca inadecuada, sino permitiéndoles, a
través de estrategias más cercanas, mostrar estilos y acciones de las artes y de los artistas, que
representan al mismo tiempo modos de pensar, vivir y sentir, ideas y tradiciones de determinados
momentos históricos.
Iniciamos este número con dos artículos cuyos autores nos entregan valiosas
reexiones sobre las artes plásticas desde distintas perspectivas. En el primero, La pintura de
Édouard Manet como ininteligibilidad interpelante, Carmen Gutiérrez-Jordano muestra
que Manet concibe la pintura como interpelación del cuadro al espectador. Como propuesta
metodológica, la autora analiza el contexto pictórico en el que se produce la obra de Manet;
luego comparte los dos modos dominantes hasta entonces de entender la pintura: la pintura
teatral, totalmente expuesta y abierta al público, y la pintura ensimismada, cerrada sobre sí
misma, como si no hubiera público; y, nalmente, Gutiérrez-Jordano expone la posición propia de
Manet, quien evita aquellas dos perspectivas tradicionales y considera que la pintura solo puede
ser interpelación si pinta lo invisible y, sobre todo, si pinta escenas que representen instantes no
inmediatamente comprensibles; entonces la pintura consistirá en una confrontación entre el
cuadro y el espectador.
Seguidamente Enrique Vega-Dávila nos comparte una Mirada crítica desde género
y religión a Ternura de Guayasamín, a través del análisis de una pieza del artista ecuatoriano
Oswaldo Guayasamín, llamada Ternura, y plantea una lectura bíblica para cuestionar las
estructuras patriarcales de lo religioso y, particularmente, de lo cristiano. Para ello, Vega-
Dávila considera la perspectiva de conceptos viajeros propuestos por el análisis de cultura
visual (Bal, 2016), y hace un aporte en la intersección entre género y religión desde el arte
popular, empleando herramientas de ambas disciplinas. El estudio realizado permite valorar la
signicatividad de la ternura y cómo ésta puede ser propuesta como una categoría política para
la praxis social.
Por su parte, Vicente Monleón nos presenta Figuras malvadas principales en las
secuelas de los clásicos Disney, explicando que el cine de animación es un recurso a través
del cual se transmiten valores concretos a la sociedad consumidora de dichos productos, y la
compañía norteamericana Disney lo ha hecho en toda su trayectoria, de manera muy intencional.
A través de una metodología mixta, Monleón analiza las características estéticas y éticas que la
productora difunde a través de la creación de sus guras perversas y que ayudan a entender el
concepto de “maldad” presentado. Para ello, se trabajó con una muestra de 19 largometrajes,
que representan secuelas de películas clásicas. Los hallazgos maniestan una continuación en
el maniqueísmo ofrecido por Disney en sus guras antagónicas. No obstante, se comienza a
advertir una explicación de la humanización de las mismas.