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Revista Arbitrada de la Facultad Experimental de Arte
de la Universidad del Zulia
Maracaibo - Venezuela
AÑO 17 N° 29. ENERO - JUNIO 2022
Dep. Legal ppi 201502ZU4671
Esta publicación científica en formato digital es continuidad de la revista impresa
ISSN 2542-3231 / Depósito legal pp 200602ZU2376
Resumen Abstract
Revista Arbitrada de la Facultad Experimental de Arte
de la Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela
AÑO 17 N° 29 ENERO - JUNIO 2022 ~ pp. 16-23
Enrique Vega-Dávila
Universidad Iberoamericana
Ciudad de México, México
cenveda@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-1359-5010
Recibido: 12-09-21
Aceptado: 21-10-21
Mirada crítica desde género y religión a Ternura de
Guayasamín
A critical look from gender and religion in Ternura by
Guayasamín
El arte es un hecho sensible, pero también social que
permite aproximarnos al mundo de quien representa y
los componentes ideológicos que le han congurado, en
el complejo ámbito de lo que implica el arte popular que
establece una crítica a su mirada romántica e ilustrada
(Escobar, 2014). El siguiente artículo propone una pieza
del artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, llamada
Ternura, y una lectura bíblica para cuestionar las estructuras
patriarcales de lo religioso, particularmente de lo cristiano.
Para ello se considerará la perspectiva de conceptos
viajeros propuestos por el análisis de cultura visual (Bal,
2016). Se hace un aporte en la intersección entre género
y religión desde el arte popular empleando herramientas
de ambas disciplinas. A través de lo examinado se
valora la signicatividad de la ternura y cómo puede ser
propuesta como una categoría política para la praxis social.
Palabras clave: Género y religión, Guayasamín, visualidad,
queer, cuir.
Art is a sensitive fact, but also a social one that allows us
to approach the world of the person it represents and the
ideological components that have shaped it. In the complex
scope of what popular art implies, which establishes a
critique of its romantic and enlightened gaze (Escobar, 2014).
The following article proposes a piece by the Ecuadorian
artist Oswaldo Guayasamín, called Ternura, to question the
patriarchal structures of the religious, particularly of the
Christian. For this, the perspective of traveling concepts
proposed by the analysis of visual culture will be considered
(Bal, 2016). This article contributes to the intersection
between gender and religion from popular art using tools
from both disciplines. Through what has been examined,
the signicance of tenderness and how it can be proposed
as a political category for social praxis is assessed.
Keywords: Gender and religion, Guayasamín, visuality,
queer, cuir.
17
Mirada crítica desde género y religión a Ternura de Guayasamín
Enrique Vega-Dávila
Introducción
1
Si no hay mimos,
si no hay derramamiento de caricias,
palabras tiernas
y abrazos innitos,
no es mi revolución.
(Irusta, 2014)
El siguiente texto toma como punto de partida el
trabajo de Oswaldo Guayasamín y ofrece una aproximación
a la Ternura desde algunos datos del contexto del artista. En
la segunda parte, teniendo en cuenta los viajes conceptuales
(Bal, 2016) se ofrecerá un análisis visual de esta obra; luego
el mismo concepto de la “ternura realizará otro viaje hacia
una perspectiva bíblica que permitirá obtener conclusiones
para una crítica de género a la religión.
1. El artista, el encuadre y su obra
El arte popular es un mito que se ha establecido
desde dos ideas concretas: asumirlo desde lo romántico,
ensalzando la imagen de pueblo y exaltando todo lo que
ideológicamente coincida con ciertas líneas políticas y, por
otro lado, de una manera ilustrada, teniendo la concepción
de arte como una experiencia educativa que eleva a
quienes son capaces de comprenderlo (Escobar, 2014). En
ese sentido, la siguiente presentación asume esta crítica
sin exaltar lo propuesto por Guayasamín, pero sí valora su
propuesta artística como punto de partida para establecer
otras reexiones de manera interdisciplinar, teniendo
presente la corriente con la que se identica al artista: un
expresionismo que inuye en la postura indigenista (Frick,
2014).
Comprendo la obra de Guayasamín cuestionando
la idea de lo popular en obras como las de E. Dussel (Dussel,
2012), considerando más bien que,
[n]o es popular solo lo relacionado con los
pueblos ancestrales o indígenas, sino que dado
los contextos globales en los que habitamos
urge rescatar lo signicativo y evitar las
generalizaciones que pueden esencializar,
especialmente en un contexto donde la
institucionalidad está siendo deslegitimada por
varias razones. (Vega-Dávila, 2021)
2
1 Agradezco la colaboración, apoyo y comentarios al Dr. Se-
bastián Lomelí Bravo, a la Lic. Carola Suárez Arispe y al Mtro.
Carlos Castrillón. Además, al proyecto PIFyL _02_005_2019
Filosofía del arte.
2 Este texto será presentado con el título: Arte popular cris-
tiano. Una mirada desde género y religión. Ponencia en
el Seminario Internacional permanente de Filosofía de la
liberación. Perspectivas y prospectivas. En el mes de sep-
tiembre. Su redacción nal para publicación se encuentra
en revisión.
En ese sentido, la obra de Guayasamín
encarnaría lo popular desde el valor que le otorgaría a lo
relacional y emocional, particularmente en la Ternura y no
necesariamente desde la perspectiva ideológica, exaltada
de modo romántico.
Nacido en Quito, este artista conoció la realidad
latinoamericana, e intentó retratarla en su obra. Al hablar de
su trabajo se insiste en que “su voz es la voz del ciudadano
marginado por la sociedad” (Rodríguez Álvarez et al., 2021,
p. 36) que cuestiona la violencia estructural. Una de las fases
del trabajo de este artista ecuatoriano, es llamada la Edad
de la ternura
3
, que se considerará como una calma ante el
patetismo y la angustia de la edad de la ira (Arias Peraza,
2014, p. 48), su fase anterior. En esta parte de su obra se
destaca su posición frente al mundo a través de la gura de
la madre, de su madre, de la que se expresó así:
Mi madre era una verdadera poesía, estaba
siempre en gestación, tocaba la guitarra y cantaba
a maravilla. Me enseñó los primeros acordes, las
primeras voces. Recuerdo que de niño trataba de
copiar un cielo rojizo, tormentoso. Seguramente
no podía darle luminosidad y mi madre que
entendía mi angustia, sacó en un platito de barro
un poco de leche de su seno y me la dio, para ver si
mezclando su esencia con mis colores, alcanzaba
la luz. Mi madre era como el pan recién salido del
horno. Me dio las dos vidas que tengo. Era y sigue
siendo una tierna poesía. (Guayasamin, 1988)
En una reexión sobre el trabajo de Guayasamín,
Arias plantea lo siguiente acerca del rol que poseen las
mujeres y su signicado en la obra del artista:
Las mujeres pintadas por Guayasamín son las
bregadoras incansables de los pobres del mundo.
En el camino del llanto, es la mujer indígena que
se muestra desde su faena diaria, en la edad
de la ira, es la mujer viuda que llora a sus seres
queridos desaparecidos, mutilados, es la mujer
que debe salir al frente para seguir viviendo pese
a las tragedias, en la edad de la ternura será la
madre protectora la que con su calidez guardará
sus tristezas para llenar con su manto de amor a
los más desprotegidos. (Arias Peraza, 2014, p. 51)
Toda esta etapa llamada “Edad de la ternura
nos abre un horizonte que no solo habla del llamado arte
comprometido, sino que permite insistir en la experiencia
estética como una profunda experiencia política (Stiegler,
2014) para analizar tanto el sentido como el contexto.
Retomando a Arias:
[e]n la obra de Oswaldo Guayasamín, puede
observarse una tendencia a representar la
3 Existen, además, dos etapas anteriores a esta. La primera
se le llama “Camino de llanto que consta de más de cien
piezas. La segunda se llama “Edad de la violencia” y posee
150 cuadros (Moreano, 2000).
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SituArte
realidad de su tiempo, y en efecto fue así: el
reiterado interés de mostrar la crueldad de un
mundo que había desarrollado dos guerras
mundiales, dictaduras militares (la dictadura de
Franco y las dictaduras latinoamericanas) había
invadido a otros pueblos hermanos, al mismo
tiempo que comenzaba a hablarse de la utopía
por la salvación de los pueblos. (Arias Peraza,
2014, p. 46)
Ese asentamiento en la realidad ayuda a valorar
y profundizar aún más en su obra. En este momento del
artista, especialmente en la pieza examinada, tomada de la
colección “Mientras viva siempre te recuerdo”, se mantiene
una diferencia, no solo temática en relación con sus otros
momentos de trabajo, sino que además hay, como tiene
presente Moreano:
líneas circulares, colores agudos que llenan
los cuerpos de carne y de una luz escurridiza;
volúmenes que, en lugar de tratar de separarse
exasperadamente, procuran aproximarse, rozarse,
intercalarse, incluirse unos en otros; un tiempo
más que suspendido quieto, inmovilizado no en
su fragilidad o fugacidad sino en una especie de
vaciedad taciturna y, a la vez, plena. (Moreano,
2000, p. 5)
Esto se convierte en una pauta para examinar
otras piezas debido a la persistencia en la colección.
2. A partir de la Ternura de Guayasamín
En consideración a las distinciones que establece
Mieke Bal (2016) quien insiste en tener en cuenta los
conceptos y no las doctrinas para realizar un análisis, no
de cosas –como lo propone esta teoría– sino de eventos
de visión y de visibilidad (Bal, 2016, p. 20), no me explayaré
necesariamente en un análisis semiótico, que ya existe sobre
la obra (Rodríguez Álvarez et al., 2021), como sí insistiré en
aquello que puede ser notado siguiendo la pauta de análisis
que propone la autora, buscando tomar en cuenta el primer
viaje del concepto ternura.
Tal y como se mencionó en el apartado anterior,
la presencia de doña Dolores Calero, madre del artista,
ocupará el lugar central de la obra, la que transmite a
través del expresionismo, el que “pretende plasmar la cruda
realidad y el sufrimiento humano (Gómez Campos, 2018,
p. 6).
Si en la etapa de la ira, como arman comentadores
de Guayasamín, habría “una estética del vacío (Moreano,
2000, p. 13), en la serie “Madre y el hijo el centro de la
imagen y casi todo el espacio es ocupado por la madre
junto a su criatura, la representación en toda la etapa de la
ternura, como arma Moreano, estará cargada de:
formas redondas, colores agudos que llenan de
carne los cuerpos y sus líneas que mantienen aún
el diseño anguloso y óseo del período anterior,
carnes puras, atravesadas por la inocencia del
espíritu, ausencia de fuerzas centrífugas y de
esa violencia crispada de volúmenes a punto de
trizarse (sic) y estallar; atmósfera bañada por una
luz de nostalgia; el dolor y la ira que ceden el paso
a la exhalación, el suspiro. (Moreano, 2000, p. 16)
La madre abraza a su wawa
4
y se unen
fuertemente los cuerpos, ambos están marcados por la piel
pegada a los huesos, lo que remonta inmediatamente a la
miseria en la que viven muchísimas madres, quienes lidian
con la lucha por el pan y por la vida en todo el continente.
Da la impresión de que ese abrazo se remonta al embarazo
mismo, solo que en este caso no se presentaría una matriz,
sino “un encaje perfecto de huesos” (Moreano, 2000, p. 17).
No hay fusión alguna de ambos cuerpos, puede notarse la
diferencia y al mismo tiempo lo que les une.
Figura 1
Oswaldo Guayasamín (1989). Medidas: 135x100. Técnica: Óleo
sobre tela. Colección: Mientras viva siempre te recuerdo.
Movimiento estético: Expresionista, Indigenista.
4 Palabra quechua, de uso también en el castellano, que sig-
nica niñx, recién nacidx o de corta edad.
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Mirada crítica desde género y religión a Ternura de Guayasamín
Enrique Vega-Dávila
La ternura es presentada como un vínculo
que sostiene a pesar del desamparo, de no poseer nada.
Modicando el texto de Galeano podría decirse que en esta
imagen se encuentran “Las nadies: lxs hijxs de nadie, las
dueñas de nada. Las nadies: las ningunas, las ninguneadas,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidas, rejodidas”
(Gaelano, 2003, p. 52). Pero que en el vínculo y soporte sí
son alguien la una para la otra, es la madre para su criatura
y ambas frente al mundo.
La ternura, así, se encuentra en la relación, en
el cuidado, en la protección. Ni el colonialismo, ni el yugo
histórico podrán borrar el rostro indígena que ha sostenido
vidas en resistencia, algunas veces más activa, otras veces
almacenando en sus venas indignación, pero que a través
del arte se hacen visibles como en la obra de Guayasamín y
en el impulso que este traerá a otras generaciones.
Mientras que la madre cierra sus ojos porque
quiere sentir a su wawa, la criatura los tiene abiertos. La
ternura allana el camino, no evita que sea andado. Vivir
la ternura coloca un brazo para arropar, pero deja el otro
abierto, porque el camino debe seguir. ¡Cuántas madres
quisieran que sus hijxs no sufran y luchan para que tengan
mejores condiciones de vida! Esta es la historia de muchas
madres que con sus gestos siguen dando vida y de quienes
los hombres deberían aprender, porque la ternura no está
reducida a una mirada estereotipada de género. Y si bien no
puede generalizarse la experiencia de maternidad, sí puede
visualizarse en esta obra y, quienes no la han vivido, pueden
anhelar en ella un abrazo permanente de cuidado que se
extiende a la humanidad.
Si en sus trabajos anteriores, Guayasamín se unió
a través de su arte a lxs despojadxs del mundo, en esta obra
plasma la lógica de la utopía, la esperanza que se construye
a través de una nueva humanidad que levanta su brazo para
abrir camino, como la madre de la pintura que al mismo
tiempo abraza y acaricia.
En este viaje del concepto ternura a través
de la pintura de Oswaldo Guayasamín se encuentra
una politización de los gestos de cuidado partiendo
del desamparo de lo indígena y de su resistencia a la
colonialidad. La ternura no es un concepto romántico de
pareja, es una posición ética que cuida y abre camino, se
trata de la solidaridad de los pueblos en la miseria que no
permiten que la muerte tenga la última palabra. Podría
colocarse en labios de esa madre y de los hombres que nos
esforcemos en vivir la ternura aquella expresión vallejiana
en la que se reclama y anhela:
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que, a medianoche, llora de hambre, desvelado...
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todxs!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran. (Vallejo, 2018, p.
155)
3. Ternura, una mirada bíblica
La idea de la ternura empleada por Guayasamín
a partir de las mujeres, de su madre, puede viajar hacia
otros espacios y permitirnos leer de otro modo, desde
lxs espectadores, en este caso, la misma Biblia, con
provocaciones que hacen nueva la aproximación (Bal,
2016). La división realizada en este apartado responde
a una sistematización que permita establecer entradas
desde diferentes ángulos. No se trata de segmentar el
conocimiento, sino de apreciar de modo más visible una
mirada interdisciplinar.
En ese sentido, me parece importante destacar
–desde una perspectiva bíblica– el hecho que la palabra
que podría ser traducida por “ternura” en la Biblia hebrea
5
se intercambie en otras traducciones por la palabra
compasión. Esto trae a colación la problemática misma de
la traducción, lo que requeriría de una tarea arqueológica
para establecer momentos de quiebre en las diferentes
versiones, pero que en este contexto me parece innecesario,
considerando también que en el trabajo sobre los textos
bíblicos –desde la lectura teológica queer/cuir implícita en
este trabajo– se insiste más en cómo estos son valorados e
interpretados por parte de las comunidades ahora (Althaus-
Reid, 2019).
A continuación, coloco diferentes traducciones
realizadas de Éxodo 34:6; las dos primeras de tradición
católica y las otras dos de tradición protestante. Ocupo
este texto por su relevancia en el contexto bíblico, el que es
considerado una profesión de fe (Sisti, 1990):
Biblia de las Américas: “Entonces pasó el SEÑOR
por delante de él y proclamó: El SEÑOR, el SEÑOR,
Dios compasivo y clemente, lento para la ira y
abundante en misericordia y delidad.
Nueva Biblia Latinoamericana: “Entonces pasó el
SEÑOR por delante de él y proclamó: ‘El SEÑOR,
el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento
para la ira y abundante en misericordia y verdad
(delidad).
Nueva Versión Internacional: “Pasando delante de
él, proclamó: –El Señor, el Señor, Dios compasivo y
misericordioso, lento para la ira y grande en amor
y delidad.
Reina Valera 1960: “Y pasando Jehová por
delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte,
misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y
grande en misericordia y verdad”
5 Preero el término de Biblia hebrea para designar lo que
en el mundo cristiano es conocido por Antiguo Testamen-
to. Existen otras forma de nombrarlo también como Primer
Testamento (Zenger, 2000). Ambas son de uso más acadé-
mico y poco extendido.
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De fondo, en todos los casos señalados con
cursiva, se encuentra la palabra hebrea רַח֖ם /rahum/ que
aparece también en otros versos de esta Biblia
6
. Esta misma
palabra es traducida en otras versiones intercambiando
compasión por ternura, presentándose también como
alternativa:
Traducción en Lenguaje Actual: “Mientras pasaba
delante de Moisés, Dios dijo en voz alta: «¡Soy el
Dios de Israel! ¡Yo soy es el nombre con que me
di a conocer! Soy un Dios tierno y bondadoso. No
me enojo fácilmente, y mi amor por mi pueblo es
muy grande.
Dios Habla Hoy: “Pasó delante de Moisés, diciendo
en voz alta: –¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y
compasivo, paciente y grande en amor y verdad!”
En medio de casi 20 versiones en el portal virtual
Biblegateway, que permite establecer paralelos entre
diferentes versos, solo estas dos últimas traducciones tienen
una visión alternativa en la traducción de la palabra, lo que
lleva a considerar la posición política de quienes traducen.
La identicación de ambos términos,
especialmente porque existen reexiones que colocan la
compasión como una forma concreta de manifestación
divina (Pagola, 2008, pp. 80-107), permite colocar una
ruta crítica con consecuencias concretas; se trataría, pues,
de la ternura como forma de identicación con lo divino,
como forma de presentación ante la humanidad. Teniendo
esto en cuenta, se puede considerar desde lo planteado
en líneas anteriores un viaje del concepto que ha pasado
ciertamente por la traducción, pero que adquiere un
nuevo valor desde la experiencia más contemporánea. Un
dato, quizá minúsculo para muchas personas, es que las
traducciones bíblicas que emplean la palabra ternura se
enfrentan a sus lectorxs
7
a partir de la contextualización y
signicatividad en el uso de las palabras.
8
Si bien es importante este punto, en relación
con el empleo de palabras que son signicativas en un
castellano más comprensible y asequible, no quita que estas
traducciones bíblicas operen también desde la LGBTIQfobia.
Un ejemplo de ello se encuentra en la traducción de
la palabra griega ἀρσενοκοῖται /arsenokoitai/ que es
traducida sin más por homosexuales en 1 Corintios 6:9 en
6 Los otros versos son Deuteronomio 4:31; Salmo 78:38; Sal-
mo 86:15; Salmo 103:8. Una forma conjugada de la misma
expresión es: וְרַחם֙ /weharum/ que aparece en 2 Crónicas
30:9; Nehemías 9:17; Nehemías 9:31; Salmo 111:4; Salmo
112:4; Salmo 145:8; Joel 2:13; Jonás 4:2; Eclesiástico 2:11.
7 En el texto se emplea la “x” para generar los plurales. Esto
es un acto político en la academia que exige pensar el gé-
nero gramatical con el que queremos referirnos (Vega-Dá-
vila, 2021).
8 Sobre la Traducción en Lenguaje Actual puede revisarse
esta nota en el portal Biblegateway (Sociedad Bíblicas Uni-
das, 2000), de modo similar acerca de la versión Dios Ha-
bla Hoy en el portal Bibliatodo (Sociedad Bíblicas Unidas,
1996).
la traducción DHH, o el uso de afeminados por la palabra
μαλακοὶ /malakoi/ en ambas traducciones (DHH y TLA).
El uso de esos términos no hace justicia al contexto de los
pasajes, ni al nuestro, poniendo, como arma Renato Lings,
el amor bajo censura (Lings, 2021).
Regresando al tema que nos ocupa y teniendo
presente la exégesis de ciertos pasajes bíblicos que
hablan de compasión en la Biblia hebrea (Pikaza, 2013),
me parece importante destacar algunos puntos que
colocarían en evidencia la relevancia del término ternura,
que se enriquece con otros tales como gracia חֶ֕סֶד /hesed/ y
delidad אֱמֶ֔ת /emet/:
1. La similitud entre רַח֖ם /rahum/ y רַחֲמֶיהָ֮ /
rahameha/, que coinciden en la misma raíz
consonántica, y que se traduce por entrañas,
seno materno o vísceras (Sisti, 1990). La idea
de ternura, en esa línea, se ubica no en la idea
occidental de corazón, sino en una zona del
cuerpo que se estremece, en este caso ante lo
que está fuera. La ternura, de este modo, aparece
como transgresora del espacio público, como un
gesto divino que es visceral y que irrumpe en la
historia.
2. La compasión, y consecuentemente la ternura,
implican actos concretos que las pongan de
maniesto en relaciones interpersonales. Estos
deben ser realizados por quienes creen en esa
divinidad. La posición antropológica cristiana que
coloca al ser humano como imagen y semejanza
de lo divino, desde la óptica semítica, se convierte
al mismo tiempo que en una declaración, en
una tarea que debe ser realizada y que genera
identidad por su repetición (Butler, 2007).
En el caso del Segundo Testamento, la palabra
ternura aparece varias veces
9
, pero en un contexto
diferente, no como identidad con lo divino; por esta razón,
la sinonimia con misericordia y compasión se hace mucho
más necesaria, ya que permite establecer vínculos de
continuidad y discontinuidad en la experiencia cristiana. De
los diferentes pasajes del Testamento cristiano, que emplea
la palabra ἐσπλαγχνίσθη /esplanchnisthē/ se puede
destacar lo siguiente:
1. Se trata de una experiencia que se concreta en
obras. Al igual que en el Testamento hebreo, la
compasión-ternura no es una suerte de mero
sentimiento, sino que puede identicarse como
una emoción que modica los cuerpos (Ahmed,
2015) y las posiciones éticas de las personas.
Puede notarse, por ejemplo, el pasaje de Lucas
15:20, en donde el padre del relato se siente en
9 Se trata de 1 Corintios 4:21; 2 Corintios 10:1; Gálatas 6:1;
Efesios 4:2; 1 Pedro 3:15.
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Mirada crítica desde género y religión a Ternura de Guayasamín
Enrique Vega-Dávila
la necesidad de aproximarse a su hijo, que ha
prodigado su dinero. La idea de compasión-
ternura se expresa en acudir hacia él, en
movilizarse, en salir de sí hacia la otra persona.
2. También puede considerarse la compasión-
ternura como una experiencia de identidad
solidaria, tal y como puede observarse en Lucas
10:33, escena en la que un extranjero se porta
con una cercanía inusual hacia una persona que
ha sido asaltada en el camino y dejada tirada allí.
La xenofobia entre samaritanxs y judíxs venía
de muchos siglos atrás; una actitud tal presenta
la ternura-compasión como una superación de
barreras culturales y sociales.
Desde la perspectiva bíblica planteada, la ternura
implica actos que se relacionan también en el cuidado de
otrxs. En una sociedad patriarcal como es la que da origen
a la Biblia, la hermenéutica de la sospecha ha colocado, por
un lado, el cuestionamiento de la ausencia de mujeres en
los textos bíblicos (Schüssler-Fiorenza, 1989), pero también
ha reconocido el rostro femenino de la divinidad (Radford,
1997), lo que permitiría destacar cómo es que desde
una perspectiva estereotipada de género la ternura es
considerada como femenina y que, por sobre el patriarcado
mismo, hayan sido colocadas para denir a la divinidad.
Si, por un lado, lo femenino ha quedado invisibilizado y
se consiguió en medio de narrativas que sea considerado
como se menciona anteriormente, es de destacar que esta
–como se ha dicho ya– puede ser reducida a lo femenino
como si perteneciese intrínsecamente a las mujeres.
Lo mencionado tiene consecuencias teológicas
que nos aproximan de modo diferente a la obra de
Guayasamín examinada en este artículo: si la ternura es un
acto divino que la identica consigo misma, representarla
no solo es un acto religioso sino también político que,
en el caso de la Ternura, obra que presenta a una madre
abrazando a su criatura, pone en la palestra a las olvidadas
del mundo, a las que, ejerciendo la maternidad, no poseen
reconocimiento laboral por ello, a las madres buscadoras en
Ciudad Juárez, Jalisco o Cuernavaca, a las abuelas de mayo
celebrando el encuentro del nieto 132 (y esperemos que
vengan más), a las madres de desaparecidxs en el conicto
armado interno del Perú, a las madres que la dictadura
pinochetista en Chile les arrancó sus hijxs, a las madres
palestinas que hoy se juegan la vida al igual que hace más
de dos mil años, a las madres migrantes de Centroamérica,
a las madres trans* de las casas de voguing y ballroom, a las
madres que son las abuelas o las tías, a las madres que crían
y no han engendrado. La lista es enorme.
El viaje del concepto ternura en el campo
creyente cuestiona la realidad misma con posibilidades
nuevas de existencia y relación que demandan coherencia.
En el diálogo presentado entre el análisis bíblico y la Ternura
de Guayasamín se muestra de modo actual una crítica a la
estructura patriarcal que coloca énfasis en la destrucción,
la que cuestiona el artista desde su arte, y la que hace de
la gura de cuidado un acto político que tiene la ternura
como base.
A modo de conclusión: una lectura
crítica desde género y religión
Los movimientos activistas por diferentes
causas habitan el espacio público colocando sus cuerpos
e identidades y éstos han sido moldeados a partir de las
diferentes emociones que han surgido (Ahmed, 2015, p. 24),
al punto que la fuerza o la intensidad son característicos de
algunos de ellos. Ciertamente la indignación forma parte
de estos, pero también se encuentran el espíritu de esta,
la cercanía e intimidad que permiten lo que desde los
feminismos comunitarios ha sido llamado acuerpamiento,
que en palabras de Lorena Cabnal es:
la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos
indignados ante las injusticias que viven otros
cuerpos. Que se auto convocan para proveerse
de energía política para resistir y actuar contra las
múltiples opresiones patriarcales, colonialistas,
racistas y capitalistas (…) nos provee cercanía,
indignación colectiva pero también revitalización
y nuevas fuerzas, para recuperar la alegría sin
perder la indignación. (Cabnal, 2015, s/p)
Al igual que la experiencia activista, la experiencia
religiosa podría fomentar que un grupo de individualidades
puedan agruparse; por esa razón, colocar la ternura como
una forma de vincular se convierte al mismo tiempo en
un camino y una meta que permite cuestionar prácticas
que hacen del cuidado y de la protección herramientas
críticas en el desarrollo de diferentes comunidades de fe
y rompe con la estructura patriarcal que se sostiene en la
verticalidad (Lerner, 2017) y la institucionalidad, que han
sido también reproducidos por espacios religiosos de la
diversidad sexogenérica (Vega-Dávila, 2019).
10
Los diferentes viajes que el concepto ternura han
tenido en este texto partieron de la obra de Guayasamín, lo
que me lleva a considerar la agencia visual y la composición
interdisciplinaria (Bal, 2016, p. 42) para sacar consecuencias
que también permiten pensar en lo divino en contra de
situaciones de opresión y desamparo, lo que demanda
actitudes éticas que van más allá de la contemplación
y se establecen en el vínculo, y cuestionan el modo de
participar en el espacio público por parte de quienes son
creyentes, cuestionando así la estructura patriarcal que se
10 Esta ponencia se encuentra en revisión para su publicación
en la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, en
un número dedicado a fundamentalismos, que llevará por
nombre “Patriarcado y patriarcabro: Homofobia, discursos
religiosos y violencia. Identicando algunos rasgos de las
necroeclesiologías. Una reexión desde una perspectiva
crítica de género.
REVISTA ARBITRADA DE LA FACULTAD EXPERIMENTAL DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. AÑO 17 Nº 29. ENERO - JUNIO 2022
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SituArte
institucionaliza y anula identidades. Si se lleva la ternura
como actitud ética y se da espacio a la interpelación, lo bíblico
puede ser leído desde otras formas que son enriquecidas
por la lucha desde lo artístico y sus consecuencias políticas.
La ternura no puede ser considerada solamente
desde la mera experiencia sentimental e individual, se trata
de un acto político que desestabiliza el orden de poder, que
subsume identidades y las anula. Esta idea puede afectar
la forma de asociación religiosa, particularmente cristiana,
que se ha desarrollado desde la verticalidad.
En la obra de Guayasamín sobre la que he
reexionado no hay un componente intimista, se trata más
bien de una provocación generadora de posibilidades, que
permite reconocerse como sujetxs y es que, como arma
Vidarte: “[l]a existencia política nace de una posición de
sujetx que lucha. Una posición de sujetx que nace de una
decisión voluntaria, estratégica, coyuntural a partir de una
situación de opresión e injusticia dada (Vidarte 2010, pp.
61-62). Pensar desde ahí las experiencias cristianas invierte
el orden clásico de lo religioso y ubica a quienes viven el
postergo como parte central de la reexión y acción.
Al mismo tiempo, la ternura se puede convertir
en un símbolo relacional que vincula a las personas con
su entorno y las compromete, les abre camino de modo
apasionado para generar vida plena y digna. De este modo,
lo religioso, particularmente lo cristiano, se puede convertir
en una crítica al poder patriarcal que presenta lo divino
desde categorías masculinas y totalitarias. Esto demanda
una búsqueda de nuevas expresiones religiosas que sean
laicas, lo cual puede hallarse en la obra de Guayasamín, que
puede ser identicada como “una vasta teofanía cristiana o
en la promesa de desalienación de la esencia humana de la
utopía revolucionaria (Moreano, 2000, p. 14).
Desde lo examinado en este texto, la mirada
interdisciplinar brinda a un concepto una riqueza para
la actualidad. Se hace necesario ciertamente realizar
arqueologías conceptuales, pero no deja de ser más
importante jar nuestra atención en lo signicativo que
pueden ser éstos para una comunidad humana en concreto.
Por eso, a partir de los viajes conceptuales del término
ternura me parece importante regresar a las prácticas y
retomar –para cerrar y concluir– este maniesto sobre la
Ternura radical de D’Emilia y Chávez (2015):
Ternura radical es ser críticx y amorosx, al mismo
tiempo.
Ternura radical es entender cómo utilizar la fuerza
como una caricia.
Ternura radical es saber acompañarnos entre
amigxs y amantes, a distintas distancias y
velocidades.
Ternura radical es escribir este texto al mismo
tiempo desde dos continentes lejanos… desde la
misma cama
escribiendo al acariciar.
Ternura radical es saber decir que no,
es cargar el peso de otro cuerpo como si fuera
tuyo,
es compartir el sudor con un extrañx.
Ternura radical es bailar entre cuerpos disidentes
en un taller,
estar encimadxs y mantener la sonrisa y la esta.
Ternura radical es dejarse mirar; dejarse llevar.
Ternura radical es no desplomarse frente a
nuestras contradicciones.
Ternura radical es no permitir que los demonios
existenciales se conviertan en cinismos
permanentes,
es no ser siempre las mismas, los mismos, les
mismes
es encarnar “In Lak’ech”:
porque tú eres mi otro yo
y viceversa.
Ternura radical es no tenerle miedo al miedo.
Ternura radical es vivir el amor efímero,
es inventar otras temporalidades.
Ternura radical es abrazar la fragilidad,
es enfrentar la neurosis de lxs demás con
creatividad.
Ternura radical es encarnar gestos performativos
que normalmente rechazarías.
Ternura radical es asumir el liderazgo cuando
tu comunidad te lo pide, aunque no sepas qué
hacer, ¡ni cómo hacerlo!
Ternura radical es prestarle tus tripas a lxs demás,
es ponerte el coño de tu amante como bigote,
es arriesgarse a amar a contra pelo.
Ternura radical es creer en la arquitectura de los
afectos,
es encontrarnos desde los músculos más cercanos
al hueso,
es creer en el efecto político de los movimientos
internos.
Ternura radical es no insistir en ser el centro de
atención,
es tener visión periférica; creer en lo que no es
visible.
Ternura radical es hacer del temblor un baile y del
suspiro un mantra,
es disentir con el máximo respeto,
transitar en espacios que no entiendes
Ternura radical es aceptar lo ambiguo,
es no pensar dándole vueltas a tu ombligo,
es romper con patrones afectivos, sin expectativas
claras.
Ternura radical es compartir sueños, locura
sintonizar, no solo empatizar,
es encontrar una galaxia en los ojos de otrx y no
dejar de mirar
es leer el cuerpo del otrx como un palimpsesto,
Ternura radical es canalizar energías irresistibles y
convertirlas en encarnaciones indominables,
es activar la memoria sensorial,
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Mirada crítica desde género y religión a Ternura de Guayasamín
Enrique Vega-Dávila
es reconocer al otro por su olor.
Ternura radical es sentir la posibilidad en cada
duda,
es dejarse atravesar por lo desconocido.
Ternura radical es darle la opción a un narcisista
de acoplarse, o re/pensarse.
Ternura radical es acariciar espinas.
Ternura radical es convivir con la falta,
es mirar a las cosas a la cara con el cariño de quien
las quiere ver,
es sostenerse desde distintos lugares, aunque no
todos sean hermosos.
Ternura radical es un concepto apropiable y
mutante.
Ternura radical es algo que no hace falta denir.
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de 2023, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del
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