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Mirada crítica desde género y religión a Ternura de Guayasamín
Enrique Vega-Dávila
la necesidad de aproximarse a su hijo, que ha
prodigado su dinero. La idea de compasión-
ternura se expresa en acudir hacia él, en
movilizarse, en salir de sí hacia la otra persona.
2. También puede considerarse la compasión-
ternura como una experiencia de identidad
solidaria, tal y como puede observarse en Lucas
10:33, escena en la que un extranjero se porta
con una cercanía inusual hacia una persona que
ha sido asaltada en el camino y dejada tirada allí.
La xenofobia entre samaritanxs y judíxs venía
de muchos siglos atrás; una actitud tal presenta
la ternura-compasión como una superación de
barreras culturales y sociales.
Desde la perspectiva bíblica planteada, la ternura
implica actos que se relacionan también en el cuidado de
otrxs. En una sociedad patriarcal como es la que da origen
a la Biblia, la hermenéutica de la sospecha ha colocado, por
un lado, el cuestionamiento de la ausencia de mujeres en
los textos bíblicos (Schüssler-Fiorenza, 1989), pero también
ha reconocido el rostro femenino de la divinidad (Radford,
1997), lo que permitiría destacar cómo es que desde
una perspectiva estereotipada de género la ternura es
considerada como femenina y que, por sobre el patriarcado
mismo, hayan sido colocadas para denir a la divinidad.
Si, por un lado, lo femenino ha quedado invisibilizado y
se consiguió en medio de narrativas que sea considerado
como se menciona anteriormente, es de destacar que esta
–como se ha dicho ya– puede ser reducida a lo femenino
como si perteneciese intrínsecamente a las mujeres.
Lo mencionado tiene consecuencias teológicas
que nos aproximan de modo diferente a la obra de
Guayasamín examinada en este artículo: si la ternura es un
acto divino que la identica consigo misma, representarla
no solo es un acto religioso sino también político que,
en el caso de la Ternura, obra que presenta a una madre
abrazando a su criatura, pone en la palestra a las olvidadas
del mundo, a las que, ejerciendo la maternidad, no poseen
reconocimiento laboral por ello, a las madres buscadoras en
Ciudad Juárez, Jalisco o Cuernavaca, a las abuelas de mayo
celebrando el encuentro del nieto 132 (y esperemos que
vengan más), a las madres de desaparecidxs en el conicto
armado interno del Perú, a las madres que la dictadura
pinochetista en Chile les arrancó sus hijxs, a las madres
palestinas que hoy se juegan la vida al igual que hace más
de dos mil años, a las madres migrantes de Centroamérica,
a las madres trans* de las casas de voguing y ballroom, a las
madres que son las abuelas o las tías, a las madres que crían
y no han engendrado. La lista es enorme.
El viaje del concepto ternura en el campo
creyente cuestiona la realidad misma con posibilidades
nuevas de existencia y relación que demandan coherencia.
En el diálogo presentado entre el análisis bíblico y la Ternura
de Guayasamín se muestra de modo actual una crítica a la
estructura patriarcal que coloca énfasis en la destrucción,
la que cuestiona el artista desde su arte, y la que hace de
la gura de cuidado un acto político que tiene la ternura
como base.
A modo de conclusión: una lectura
crítica desde género y religión
Los movimientos activistas por diferentes
causas habitan el espacio público colocando sus cuerpos
e identidades y éstos han sido moldeados a partir de las
diferentes emociones que han surgido (Ahmed, 2015, p. 24),
al punto que la fuerza o la intensidad son característicos de
algunos de ellos. Ciertamente la indignación forma parte
de estos, pero también se encuentran el espíritu de esta,
la cercanía e intimidad que permiten lo que desde los
feminismos comunitarios ha sido llamado acuerpamiento,
que en palabras de Lorena Cabnal es:
la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos
indignados ante las injusticias que viven otros
cuerpos. Que se auto convocan para proveerse
de energía política para resistir y actuar contra las
múltiples opresiones patriarcales, colonialistas,
racistas y capitalistas (…) nos provee cercanía,
indignación colectiva pero también revitalización
y nuevas fuerzas, para recuperar la alegría sin
perder la indignación. (Cabnal, 2015, s/p)
Al igual que la experiencia activista, la experiencia
religiosa podría fomentar que un grupo de individualidades
puedan agruparse; por esa razón, colocar la ternura como
una forma de vincular se convierte al mismo tiempo en
un camino y una meta que permite cuestionar prácticas
que hacen del cuidado y de la protección herramientas
críticas en el desarrollo de diferentes comunidades de fe
y rompe con la estructura patriarcal que se sostiene en la
verticalidad (Lerner, 2017) y la institucionalidad, que han
sido también reproducidos por espacios religiosos de la
diversidad sexogenérica (Vega-Dávila, 2019).
10
Los diferentes viajes que el concepto ternura han
tenido en este texto partieron de la obra de Guayasamín, lo
que me lleva a considerar la agencia visual y la composición
interdisciplinaria (Bal, 2016, p. 42) para sacar consecuencias
que también permiten pensar en lo divino en contra de
situaciones de opresión y desamparo, lo que demanda
actitudes éticas que van más allá de la contemplación
y se establecen en el vínculo, y cuestionan el modo de
participar en el espacio público por parte de quienes son
creyentes, cuestionando así la estructura patriarcal que se
10 Esta ponencia se encuentra en revisión para su publicación
en la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, en
un número dedicado a fundamentalismos, que llevará por
nombre “Patriarcado y patriarcabro: Homofobia, discursos
religiosos y violencia. Identicando algunos rasgos de las
necroeclesiologías. Una reexión desde una perspectiva
crítica de género”.