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REVISTA ARBITRADA DE LA FACULTAD EXPERIMENTAL DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. AÑO 15 Nº 26. ENERO - DICIEMBRE 2020
en lugares poco salubres o descuidados se ha vuelto un
problema común en la sociedad de hoy en día. La matanza,
procesamiento y venta de animales de primer consumo
es cosa de todos los días en “Las Pulgas”; sin embargo, el
ambiente en este mercado resulta más fascinante de lo que
se puede creer; entre palabras coloquiales, olores, colores,
el ajetreo de la "hora pico" y diferentes tipos de personas, se
puede observar algo más que un simple lugar de compra y
venta, al mirar más allá de los exhibidores.
Es así como en el Mercado Las Pulgas de Maracaibo
los ciudadanos están acostumbrados a comprar alimentos
de forma libre, sin notar a las personas que están detrás de
cada negocio: el señor que canta para las mujeres que se
detienen a escucharlo; la señora que cuenta su vida al que
pasa, como si de un viejo amigo se tratase; los trabajadores
que todos los días tienen diferentes anécdotas para contar;
la niña que pasea por los pasillos como si estuviera en su
casa; el que baila vallenato al lado de una corneta “mollejua”
(muy grande); y así, en un solo espacio conuye toda una
diversidad de personas, olores, colores y situaciones, que se
presentan a diario, cautivando a compradores o cualquier
tipo de observadores curiosos.
A pesar de que este lugar ha sido escenario de
varios trabajos, tanto fotográcos como cinematográcos,
sus trabajadores y el resto de personas que lo transitan
continuamente, no dejan de sorprenderse al ver a un
observador, un curioso que pregunta: “¿Y qué hace usted
después de cerrar el negocio?” O “¿Cuánto tiempo lleva
aquí?” e, incluso, una cámara. Entre risas y “tomáme una
foto aquí” pasan los minutos en este lugar lleno de personas
alegres, que tal vez los apresurados no perciben.
“Todos aquí nos conocemos” es lo que dicen
muchos de los trabajadores del mercado. “Es como una
familia que ves todos los días”, con lo cual demuestran
cierta identicación quienes laboran en la sección de
carnicería de Las Pulgas, algunos con más de 15 años en el
lugar, los cuales son tratados con apodos como “veteranos”
u otros, surgidos del ingenio zuliano, manteniendo así la
camaradería día tras día, hasta caer la noche y junto a ella
las “santamarías” de cada local, dando lugar a otro grupo
de personas “cuidadores y despachadores” los cuales llegan
con más historias, chistes y anécdotas que contar.
En este sentido, encontramos en el Diario
Panorama una reseña que resume muy bien la vida en este
mercado, escrita por Mendoza (2013):
A las 8:00 pm, la oscuridad está matizada por algún
bombillo que brilla en cualquier parte, iluminando
los carteles de negocios de cualquier tipo. Hay
carnicerías, joyerías, bancos, supermercados,
quincallerías, conterías, librerías, zapaterías,
detallistas de baratijas, casi todos cerrados. El
silencio está roto por algún vallenato, por risas
aisladas, por alguna escoba cepillando agua con
su charrasqueo sobre el cemento, o las voces en
mandarín de unos chinos que comen una sopa
albina en un restaurante listo para cerrar.
Siempre hay alguien despierto en el inmenso
laberinto que representa el Mercado Las Pulgas; siempre
hay ojos observando lo que pasa alrededor, diversas cosas
sucediendo y diferentes personas transitando. La diversidad
de este mercado es única, como también lo es su entorno,
estando este situado a orillas del Lago de Maracaibo y en
la zona histórica de la ciudad. Allí se puede ver vida hasta
en el rincón más recóndito, en los ojos más jóvenes que
pasean por el lugar; entre canciones
a capela
y piropos
mal armados se puede observar lo que parece un pequeño
pedazo de Maracaibo, el cual algunos creen muerto, pero
que alberga diariamente a miles de personas con sus
particulares historias.
Es allí, en la sección de comercialización de
carnes al mayor y detal, con una marcada diversidad de
personas, colores, olores y ambientes donde se concentra
el interés fotográco de la presente propuesta documental,
queriendo registrar este gran cúmulo de experiencias,
el andar cotidiano de quienes laboran o transitan por los
muchos pasillos en busca de ganarse el sustento diario o
simplemente para adquirir los productos que llevarán a la
mesa de sus hogares.
Para el abordaje de la propuesta fotográca se
realizaron una serie de visitas al mercado en un periodo