Universidad del Zulia (LUZ)

Revista Venezolana de Gerencia (RVG)

Año 28 No. Especial 10, 2023, 922-935

octubre-diciembre

ISSN 1315-9984 / e-ISSN 2477-9423

Como citar: García Cedeño, M. L., Moreira Chica, T. K., Quijano Velásquez, N. T., y Gutiérrez Santana, J. A. (2023). Resiliencia a través de programas de intervención social: enfoque basado en evidencias. Revista Venezolana De Gerencia28(Edición Especial 10), 922-935. https://doi.org/10.52080/rvgluz.28.e10.4

Resiliencia a través de programas de intervención social: enfoque basado en evidencias

García Cedeño, María Leonila*

Moreira Chica, Tatiana Katiuska**

Quijano Velásquez, Nelly Tatiana***

Gutiérrez Santana, Jhimmy Andrés****

Resumen

Los programas de intervención social son iniciativas diseñadas para abordar problemas sociales y promover cambios positivos en individuos, grupos o comunidades. La resiliencia es un aspecto que toma cada vez más relevancia en estos contextos, jugando un papel clave en el bienestar y la capacidad de recuperación de los individuos y las comunidades frente a los desafíos y adversidades que enfrentan. En los últimos años se ha incrementado el número de deslizamiento de tierra en Santa Isabel, Provincia de Azuay, Ecuador. Esta región ha sido declarada desde el 2019 como zona de emergencia por riesgo de deslave, desde entonces, centenares de familias han abandonado sus hogares, viéndose forzados a reubicarse en otras regiones, incrementando el número de desplazados. El presente trabajo se ha trazado como objetivo describir el impacto de los programas de intervención social en el desarrollo de la resiliencia en individuos y comunidades. Para ello, se desarrolló una investigación de carácter documental-bibliográfico a partir de fuentes especializadas en la materia. Los modelos para el desarrollo de la resiliencia que mejor se adaptan a los casos de desplazados por deslizamiento de tierras son el modelo de Compensación y Protección y el Modelo Ecológico de Resiliencia. Los programas de intervención social pueden tener un impacto significativo en las comunidades víctimas de desplazamiento de tierras, fortaleciendo la resiliencia individual y colectiva, mejorando la calidad de vida, restaurando el tejido social, promoviendo la prevención y preparación para futuros desastres, y empoderando a las personas afectadas. Se requiere más investigación para comprender mejor los mecanismos subyacentes de la resiliencia y su aplicabilidad en diferentes contextos y poblaciones.

Palabras clave: programas de intervención social; resiliencia; desplazamiento de tierras.

Recibido: 25.04.23 Aceptado: 12.07.23

* Departamento Ciencias Sociales y del Comportamiento. Facultad Ciencias Humanísticas y Sociales. Universidad Técnica de Manabí. Docente Titular de la Universidad Técnica de Manabí, Licenciada en Ciencias de la Educación. Especialidad en Psicología y Orientación Vocacional, Magister en Desarrollo Social y Educación. Email: maría.garcia@utm.edu.ec, ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0202-2193

** Lic. Trabajo Social. Magister en Educación y Desarrollo Social. Docente Agregado Tiempo Completo Universidad Técnica de Manabí. Email: tatiana.moreira@utm.edu.ec. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5655-4721

*** Abogada de los tribunales de la república del Ecuador. Magister en educación y desarrollo social Docente de la Universidad Técnica de Manabí. Email: nelly.quijano@utm.edu.ec ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4730

**** Lic. Ciencias de la Educación especialidad Psicología y Orientación Vocacional. Magister en Docencia e Investigación Educativa. Docente Agregado Tiempo Completo Universidad Técnica de Manabí. Email: jhimmy.gutierrez@utm.edu.ec. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2442-5815

Resilience through social intervention programs: evidence-based approach

Abstract

Social intervention programs are initiatives designed to address social problems and promote positive changes in individuals, groups or communities. Resilience is an aspect that is becoming increasingly relevant in these contexts, playing a key role in the well-being and recovery capacity of individuals and communities in the face of the challenges and adversities they face. In recent years, the number of landslides in Santa Isabel, Province of Azuay, Ecuador, has increased. This region has been declared since 2019 as an emergency zone due to the risk of landslides. Since then, hundreds of families have abandoned their homes, being forced to relocate to other regions, increasing the number of displaced persons. The objective of this work has been drawn up to describe the impact of social intervention programs on the development of resilience in individuals and communities. For this, a documentary-bibliographical investigation was developed from specialized sources on the subject. The models for the development of resilience that are best adapted to the cases of those displaced by landslides are the Compensation and Protection model and the Ecological Model of Resilience. Social intervention programs can have a significant impact on communities that are victims of land displacement, strengthening individual and collective resilience, improving quality of life, restoring the social fabric, promoting prevention and preparation for future disasters, and empowering communities. Affected people. More research is required to better understand the underlying mechanisms of resilience and their applicability in different contexts and populations.

Keywords: social intervention programs; resilience; land displacement.

1. Introducción

Ante las diversas problemáticas que pueden afectar a una población, profesionales de lo social, principalmente los trabajadores sociales, poseen herramientas metodológicas para la formulación y aplicación de los llamados programas de intervención social. Los programas de intervención social son iniciativas diseñadas para abordar problemas sociales y promover cambios positivos en individuos, grupos o comunidades. Estos programas se implementan con el propósito de mejorar la calidad de vida, fortalecer habilidades y capacidades, y promover el bienestar social en diversos ámbitos (Barranco, 2009; De la Red y Barranco, 2014).

Los programas de intervención social pueden abordar una amplia gama de problemas sociales, como la pobreza, la exclusión social, la violencia, la discriminación, la salud mental, el desempleo, la falta de educación, entre otros. Estos programas suelen ser desarrollados e implementados por organizaciones sin fines de lucro, agencias gubernamentales, instituciones educativas o grupos comunitarios.

En este sentido, la resiliencia es un aspecto que toma cada vez más relevancia en estos contextos, jugando un papel clave en el bienestar y la capacidad de recuperación de los individuos y las comunidades frente a los desafíos y adversidades que enfrentan. El fortalecimiento de la resiliencia facilita la adaptación al cambio ante situaciones como pérdidas, enfermedades, desastres naturales u otros; del mismo modo, está estrechamente relacionada con la salud mental de los individuos (Páez, 2020; Martínez et al, 2021).

La resiliencia implica el desarrollo de habilidades de afrontamiento efectivas, como la capacidad de resolver problemas, buscar apoyo social, adaptarse a nuevas circunstancias y mantener una actitud optimista. Estas habilidades ayudan a las personas y comunidades a enfrentar desafíos y superar obstáculos de manera constructiva. De igual modo, está estrechamente relacionada con las relaciones sociales y el apoyo mutuo. Las personas y comunidades resilientes tienden a tener redes de apoyo sólidas, lo que les brinda un mayor respaldo emocional, recursos y oportunidades para superar las dificultades (Uriarte, 2010).

Los deslizamientos de tierra son un tipo de desastre natural que ocurre cuando una masa de suelo, rocas y otros materiales se mueve rápidamente cuesta abajo, generando un desprendimiento en una ladera o pendiente. Estos pueden ser provocados por una combinación de factores, como la saturación del suelo debido a lluvias intensas, terremotos, actividad volcánica, deforestación, construcción inadecuada en áreas inclinadas o alteración de la estructura del suelo. Estos fenómenos traen consigo consecuencias como daños significativos a la infraestructura, la pérdida de vidas humanas y lesiones, desplazamiento de la población afectada, así como impactar negativamente la economía local.

En los últimos años se ha incrementado el número de deslizamiento de tierra en Santa Isabel, Provincia de Azuay, Ecuador (El Universo, 2023). Esta región ha sido declarada desde el 2019 como zona de emergencia por riesgo de deslave, desde entonces, centenares de familias han abandonado sus hogares, viéndose forzados a reubicarse en otras regiones, incrementando el número de desplazados. De este modo, el presente trabajo se ha trazado como objetivo describir el impacto de los programas de intervención social en el desarrollo de la resiliencia en individuos y comunidades. Para ello, se desarrolló una investigación de carácter documental-bibliográfico a partir de fuentes especializadas en la materia.

En este sentido, los programas de intervención social desempeñan un papel fundamental en la promoción de la resiliencia en comunidades, pueden brindar apoyo psicológico, emocional y práctico a los afectados, fomentando la recuperación y reconstrucción de sus vidas. Están en la capacidad de proporcionar recursos y herramientas necesarias, como asesoramiento, capacitación en habilidades de afrontamiento, fortalecimiento de redes de apoyo y acceso a servicios básicos, los programas de intervención social ayudan a las comunidades a superar los impactos devastadores de los deslizamientos de tierra, fortalecer su capacidad de adaptación y desarrollar un sentido de esperanza y resiliencia en el proceso de recuperación.

2. Resiliencia: aspectos teóricos

La resiliencia es un concepto ampliamente estudiado en diversos campos, incluyendo la psicología, la sociología y la ecología. Esta se ha convertido en un tema de interés creciente en la investigación científica debido a su capacidad para influir en el bienestar y la adaptación humana frente a la adversidad (Rodríguez, 2009; Tarazona et al, 2020). A pesar de que el término resiliencia ha sido utilizado en diferentes disciplinas y contextos, existe una falta de consenso en cuanto a su definición precisa y su conceptualización teórica.

La resiliencia se define como la capacidad de los individuos o sistemas para resistir, adaptarse y recuperarse de situaciones adversas. Se reconocen varios factores clave que influyen en la resiliencia, incluyendo características individuales (por ejemplo, la autoeficacia, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de afrontamiento), factores familiares y sociales (como el apoyo social, la cohesión familiar y las redes de apoyo comunitario) y características contextuales (como el acceso a recursos y servicios) (Rirkin Y Hoopman, 1991; Higgins, 1994; Acevedo y Mondragón, 2005; Audisio et al, 2011).

De esta manera, la resiliencia puede comprenderse como un constructo multidimensional que implica la capacidad de adaptación y recuperación frente a la adversidad. La promoción de la resiliencia puede tener importantes implicaciones prácticas para el diseño de programas de intervención social y la implementación de políticas públicas orientadas a fortalecer la capacidad de adaptación de individuos y comunidades (Masten et al, 1990; Masten y Garmezy, 1985; Masten y Obradovic, 2006; Llobet y Wegsman, 2004; Carretero, 2010).

La resiliencia es un factor clave en el proceso de adaptación y superación de la adversidad. Se ha encontrado que las personas resilientes tienen una mayor capacidad para hacer frente a situaciones estresantes, mantener un estado de bienestar psicológico y recuperarse de eventos traumáticos. Además, la resiliencia se ha asociado con un mejor rendimiento académico, mayor satisfacción laboral y una mayor calidad de vida en general (Morgan, 2021).

En cuanto a los programas de intervención social, se ha evidenciado su efectividad para promover la resiliencia en diversos grupos de población. Estos programas suelen incluir estrategias de apoyo emocional, fortalecimiento de habilidades de afrontamiento, promoción de redes de apoyo social y desarrollo de recursos internos. Aguiar y Acle-Tomasini (2012) y García-Vesga y Domínguez-de la Ossa (2013) sostienen que los enfoques de intervención basados en la resiliencia buscan fortalecer los factores protectores y reducir los factores de riesgo en la vida de las personas y comunidades.

En la literatura, se han identificado diferentes tipos de programas de intervención social orientados a promover la resiliencia en distintos contextos. Algunos ejemplos incluyen programas de mentoría, programas de prevención de la violencia, intervenciones psicosociales en situaciones de desastres naturales y programas de desarrollo comunitario. Estos programas han demostrado ser efectivos para mejorar la resiliencia de los participantes, fortaleciendo su capacidad para hacer frente a situaciones adversas y fomentando su recuperación y adaptación positiva (Vaquero, 2013; Gonçalves y Sala, 2021). Según Carretero (2010) es fundamental tener en cuenta los factores contextuales y culturales al diseñar e implementar programas de intervención social para la resiliencia. Los programas deben adaptarse a las características y necesidades específicas de la población objetivo, considerando aspectos como la cultura, el género, la edad y el contexto socioeconómico.

La comprensión de la resiliencia se ha desarrollado a través de diversos modelos teóricos y marcos conceptuales. A continuación, se presenta una revisión de algunos de los modelos más relevantes en la Tabla 1:

Tabla 1

Modelos de resiliencia

Modelos

Definición

Modelo de Compensación y Protección

Este modelo propone que los factores de riesgo y los factores protectores interactúan para influir en la resiliencia. Los factores de riesgo son aquellos que aumentan la probabilidad de experimentar dificultades, mientras que los factores protectores son recursos personales, familiares o sociales que promueven la adaptación positiva. El modelo sugiere que los individuos resilientes pueden compensar los efectos negativos de los factores de riesgo mediante la activación y fortalecimiento de los factores protectores (Werner, 1982; 1989; 1993, Rutter, 1985; 1987; 1991; 1993; 2000 y Masten 2001; 2007).

Modelo de Desarrollo de Competencias

Este enfoque se centra en el desarrollo de habilidades y competencias que fortalecen la resiliencia. El modelo destaca la importancia de adquirir habilidades de afrontamiento, resolución de problemas, regulación emocional y pensamiento flexible. A través de la adquisición de estas competencias, los individuos pueden enfrentar eficazmente los desafíos y superar la adversidad (Grotberg, 1996; 1999).

Modelo Ecológico de Resiliencia

Este marco conceptual considera la resiliencia como un proceso que ocurre en diferentes niveles: individual, familiar, comunitario y societal. El modelo enfatiza la interacción entre los individuos y su entorno, reconociendo la influencia de factores contextuales y sociales en la resiliencia. Destaca la importancia de los sistemas de apoyo social, la disponibilidad de recursos y la calidad de las relaciones en la promoción de la resiliencia en diferentes niveles (Bronfenbrenner, 1979).

Modelo de Sistema Adaptativo Complejo

Este enfoque conceptualiza la resiliencia como un sistema dinámico y complejo que se adapta a través de interacciones entre múltiples componentes. El modelo considera que la resiliencia emerge de la interacción entre factores personales, familiares, sociales y ambientales, y destaca la importancia de la flexibilidad, la adaptabilidad y la capacidad de aprendizaje en la resiliencia (Morín, 2002).

Fuente: Elaboración propia.

Estos modelos teóricos y marcos conceptuales proporcionan perspectivas complementarias para comprender la resiliencia. Cada uno de ellos enfatiza diferentes aspectos, como la interacción entre factores de riesgo y protectores, el desarrollo de habilidades y competencias, la influencia del entorno social y contextual, y la naturaleza dinámica del proceso resiliente. La integración de estos modelos puede enriquecer nuestra comprensión y guiar el diseño de programas de intervención social dirigidos a promover la resiliencia en individuos y comunidades.

Por su parte, los programas de intervención social basados en evidencias son aquellos que se fundamentan en la investigación científica y en la evidencia empírica para abordar las necesidades de individuos y comunidades (Pereñíguez, 2012). Estos programas se basan en la idea de que las intervenciones efectivas deben estar respaldadas por investigaciones rigurosas y sólidas, que demuestren su eficacia en la promoción del bienestar y la mejora de los resultados deseados. Para ello, se basan en teorías y modelos bien establecidos que explican los procesos subyacentes de cambio y adaptación. Estas teorías proporcionan un marco conceptual sólido para comprender los factores que influyen en el bienestar y las estrategias eficaces para promoverlo.

Así mismo, los programas basados en evidencias se apoyan en la investigación empírica rigurosa y metodológicamente sólida. Esto implica la realización de estudios controlados y aleatorizados, revisiones sistemáticas y metaanálisis que evalúen la efectividad de las intervenciones. Ortegón et al, (2005) sostienen que la investigación empírica proporciona evidencia sólida sobre la eficacia, los mecanismos de cambio y los resultados de los programas.

Los programas de intervención social basados en evidencias se someten a una evaluación continua para monitorear y mejorar su efectividad. Se utilizan medidas objetivas y validadas para evaluar los resultados y se recopilan datos de manera sistemática para evaluar el impacto de las intervenciones (Pereñíguez, 2012). Aunque los programas se basen en evidencia científica, también deben tener en cuenta el contexto en el que se implementarán. Las intervenciones deben adaptarse a las características y necesidades específicas de la población objetivo, considerando factores culturales, sociales, económicos y otros factores contextuales relevantes (Carretero, 2010).

Estos programas basados en evidencias deben involucrar a los individuos y las comunidades a quienes se dirigen. La participación de los interesados garantiza que las intervenciones sean culturalmente apropiadas, relevantes y aceptables para la población objetivo (Ortegón et al, 2005). Además, la participación de los interesados facilita la implementación efectiva y la sostenibilidad a largo plazo de los programas.

3. Elementos metodológicos

La metodología utilizada en este estudio se basa en una revisión documental-bibliográfica, la cual implica una búsqueda sistemática de la literatura científica relacionada con la resiliencia. Se llevó a cabo una búsqueda exhaustiva en bases de datos electrónicas. Se seleccionaron estudios empíricos, revisiones teóricas y metaanálisis que abordaban el tema de la resiliencia desde diferentes perspectivas disciplinarias. Se aplicaron criterios de inclusión y exclusión para garantizar la calidad y relevancia de los artículos seleccionados.

Es fundamental mencionar que la metodología de investigación documental bibliográfica se basa en el análisis y la síntesis de la información existente, sin involucrar la recolección de datos primarios a través de la recopilación de información original (Morales, 2003; Gómez, 2011; Gómez-Luna et al, 2014). Sin embargo, esta metodología proporciona una base sólida para comprender el estado actual del conocimiento en un campo determinado y puede servir como punto de partida para futuras investigaciones.

4. Programas de intervención social: desarrollo de resilencia

Según la literatura analizada, los modelos para el desarrollo de la resiliencia que mejor se adaptan a los casos de desplazados por deslizamiento de tierras son el modelo de Compensación y Protección (Werner, 1982; 1989; 1993; Rutter, 1985; 1987; 1991; 1993; 2000 y Masten 2001; 2007) y el Modelo Ecológico de Resiliencia (Bronfenbrenner, 1979). A continuación, se presenta en la tabla 2 algunos elementos en contraste entre estos dos modelos.

Tabla 2

Contraste modelo ecológico y modelo de compensación-protección

Modelo de compensación-protección

Modelo ecológico

Explora la relación entre los factores de riesgo y los factores protectores en el desarrollo de la resiliencia.

Es un enfoque teórico que destaca la importancia de comprender y abordar los diversos niveles de influencia que pueden afectar el desarrollo de la resiliencia.

Propone que los factores de riesgo aumentan la probabilidad de enfrentar adversidades y dificultades, mientras que los factores protectores promueven la adaptación positiva y la superación de las adversidades.

Este modelo se basa en la idea de que el desarrollo de la resiliencia es un proceso complejo que está influenciado por múltiples factores interrelacionados en diferentes niveles del entorno de una persona. Propone que los individuos se desarrollan dentro de múltiples sistemas interconectados que influyen en su desarrollo y funcionamiento. Estos sistemas incluyen el microsistema (entorno inmediato), el mesosistema (interacciones entre los entornos microsistémicos), el exosistema (contextos externos indirectamente relacionados) y el macrosistema (valores culturales y sociales más amplios).

Los factores de riesgo pueden ser individuales, familiares, sociales o contextuales, y pueden incluir condiciones socioeconómicas desfavorables, experiencias traumáticas, falta de apoyo social, entre otros. Estos factores de riesgo pueden tener un impacto negativo en el desarrollo y bienestar de las personas.

El Modelo Ecológico de Resiliencia reconoce que los individuos interactúan constantemente con estos diferentes niveles de influencia y que cada nivel puede desempeñar un papel crucial en la promoción de la resiliencia.

Enfatiza la importancia de los factores protectores, que son aquellos recursos y características que pueden contrarrestar los efectos negativos de los factores de riesgo y promover la resiliencia. Estos factores protectores pueden ser tanto internos (personales) como externos (familiares, sociales o comunitarios). Algunos ejemplos de factores protectores internos pueden ser las habilidades de afrontamiento, la autoestima, la autoeficacia y la capacidad de regulación emocional. Estos recursos internos ayudan a las personas a enfrentar y superar las adversidades. Por otro lado, los factores protectores externos pueden incluir el apoyo familiar, el apoyo social, la calidad de las relaciones y la disponibilidad de recursos comunitarios.

Microsistema: Este nivel se refiere a los entornos inmediatos en los que los individuos interactúan directamente, como la familia, la escuela, los amigos y la comunidad local. Los factores en este nivel, como relaciones familiares saludables, apoyo social y oportunidades educativas, pueden desempeñar un papel fundamental en la promoción de la resiliencia.

Mesosistema: Este nivel se refiere a las interacciones y conexiones entre los diferentes entornos microsistémicos en los que los individuos participan. Por ejemplo, la relación entre la escuela y la familia puede influir en la resiliencia de un niño. Un mesosistema favorable puede proporcionar una red de apoyo y recursos adicionales para superar las adversidades.

Exosistema: Este nivel se refiere a los contextos externos indirectamente relacionados con el individuo, pero que aún tienen influencia en su vida. Esto puede incluir políticas gubernamentales, sistemas de salud, servicios comunitarios y factores económicos. Un exosistema que brinde acceso a recursos y oportunidades puede fortalecer la resiliencia de una persona.

Macrosistema: Este nivel se refiere a los valores culturales, las normas sociales y las creencias más amplias de una sociedad. Los aspectos culturales y sociales, como la equidad, la inclusión y la promoción de los derechos humanos, pueden proporcionar un marco de apoyo para el desarrollo de la resiliencia en una comunidad.

Los factores protectores pueden compensar o contrarrestar los efectos negativos de los factores de riesgo, promoviendo así la adaptación positiva y la resiliencia. En este sentido, los individuos resilientes son capaces de activar y fortalecer los factores protectores, lo que les permite enfrentar y superar las adversidades de manera más efectiva.

Reconoce que el desarrollo de la resiliencia es un proceso dinámico que se ve influenciado por la interacción de estos diferentes niveles de influencia. Al comprender y abordar los factores en cada nivel, se puede promover una resiliencia más sólida y sostenible en individuos y comunidades, teniendo en cuenta los contextos en los que viven y se desarrollan.

Fuente: Elaboración propia.

El Modelo Ecológico y el Modelo de Compensación y Protección son dos enfoques teóricos que buscan comprender y promover la resiliencia en individuos y comunidades. El primero se basa en la teoría ecológica del desarrollo humano de Bronfenbrenner (1979) y enfatiza la importancia de comprender y abordar los diferentes niveles de influencia ambiental en el desarrollo de la resiliencia. 

Por otro lado, el Modelo de Compensación y Protección se centra en los factores de riesgo y protectores, explorando cómo los recursos internos y externos pueden compensar los efectos negativos de los factores de riesgo. Mientras que el Modelo Ecológico destaca los entornos sociales y contextuales, el Modelo de Compensación y Protección pone más énfasis en los recursos personales y sociales para promover la resiliencia.

El Modelo Ecológico considera múltiples niveles de influencia, desde el microsistema hasta el macrosistema, y destaca la interacción entre ellos. Reconoce que los individuos se desarrollan dentro de un entorno complejo y que cada nivel puede tener un impacto en la resiliencia. En contraste, el Modelo de Compensación y Protección se centra más en los factores individuales, familiares y sociales, y cómo estos pueden contrarrestar los efectos negativos de los factores de riesgo. Si bien ambos modelos reconocen la importancia de los contextos en el desarrollo de la resiliencia, el Modelo Ecológico ofrece un marco más amplio y complejo al considerar múltiples niveles de influencia.

Por una parte, el Modelo Ecológico pone un énfasis en la prevención y promoción de la resiliencia a través de la creación de entornos protectores y recursos accesibles. Considera cómo los diferentes niveles del entorno pueden influir en el desarrollo de la resiliencia y busca identificar estrategias para fortalecer estos niveles. Por otro lado, el Modelo de Compensación y Protección se centra más en la identificación y utilización de factores protectores para contrarrestar los efectos negativos de los factores de riesgo. Pone un énfasis en la intervención temprana y en el fortalecimiento de los recursos individuales y sociales para superar las adversidades.

A pesar de sus diferencias, ambos modelos pueden complementarse y proporcionar una comprensión más completa de la resiliencia. El Modelo Ecológico proporciona un marco teórico amplio que considera la influencia de los contextos y los sistemas sociales en la resiliencia. Por otro lado, el Modelo de Compensación y Protección se centra más en los mecanismos y recursos que pueden ayudar a superar las adversidades. Al combinar estos enfoques, se puede obtener una perspectiva más integradora y contextualizada de la resiliencia, considerando tanto los factores de riesgo como los factores protectores en diferentes niveles del entorno.

Si bien ambos modelos son enfoques teóricos, estos tiene un impacto significativo en la elaboración y desarrollo de programas de intervención social para personas afectadas por deslizamientos de tierra. Estos modelos proporcionan un marco conceptual sólido que puede guiar el diseño y la implementación de intervenciones efectivas para promover la resiliencia en dichas comunidades. Tanto el Modelo Ecológico como el Modelo de Compensación y Protección reconocen la importancia de comprender los diferentes niveles de influencia en el desarrollo de la resiliencia. En el caso de las comunidades afectadas por deslizamientos de tierra, esto implica comprender los factores de riesgo y protectores en los entornos microsistémicos (familia, escuela, comunidad) y cómo interactúan con los factores macro y exosistémicos. Esta comprensión permite identificar áreas de intervención y desarrollar estrategias que aborden de manera integral los desafíos específicos de cada nivel.

Ambos modelos enfatizan la importancia de la prevención y la promoción de la resiliencia. En el contexto de los deslizamientos de tierra, esto implica no solo abordar las necesidades inmediatas de las personas afectadas, como vivienda, atención médica y apoyo emocional, sino también desarrollar estrategias a largo plazo que fortalezcan los factores protectores y reduzcan los riesgos de futuros deslizamientos. Los programas de intervención pueden incluir la capacitación en medidas de prevención, el fortalecimiento de la infraestructura comunitaria y la promoción de la conciencia sobre la gestión del riesgo.

El Modelo de Compensación y Protección destaca la importancia de identificar y fortalecer los factores protectores en las personas y las comunidades afectadas. Esto implica identificar los recursos internos y externos que pueden ayudar a las personas a hacer frente a los efectos negativos de los deslizamientos de tierra y promover la resiliencia. Por ejemplo, programas de intervención podrían enfocarse en el desarrollo de habilidades de afrontamiento, el fortalecimiento de la red de apoyo social y el acceso a servicios y recursos comunitarios.

Ambos modelos enfatizan la importancia de la colaboración y la participación comunitaria en la promoción de la resiliencia. Los programas de intervención deben involucrar a las comunidades afectadas, fomentando su participación activa en la identificación de necesidades, la planificación de intervenciones y la toma de decisiones. Esto no solo fortalece la capacidad de las comunidades para hacer frente a los deslizamientos de tierra, sino que también fomenta un sentido de pertenencia, empoderamiento y solidaridad dentro de la comunidad. Tanto el Modelo Ecológico como el Modelo de Compensación y Protección pueden informar y enriquecer un programa de intervención social para personas afectadas por deslizamientos de tierra. Estos modelos brindan una comprensión más holística de los factores que influyen en la resiliencia y destacan la importancia de la prevención, la promoción, la identificación de factores protectores y la participación comunitaria en la superación de los desafíos relacionados con los deslizamientos de tierra. Al utilizar estos modelos como base teórica, los programas de intervención pueden ser más efectivos y adaptados a las necesidades específicas de las comunidades afectadas.

5. Conclusiones

Los modelos abordados son de gran importancia para abordar a las víctimas de deslizamientos de tierra, ya que proporcionan enfoques teóricos sólidos y perspectivas complementarias que pueden guiar los esfuerzos de intervención. Estas herramientas invitan a considerar no solo los efectos inmediatos de los deslizamientos de tierra en las personas y las comunidades, sino también los factores de riesgo y protectores en los entornos microsistémicos, mesosistémicos, exosistémicos y macrosistémicos. Al comprender y abordar estos factores, se pueden implementar estrategias más integrales y contextualizadas que promuevan la resiliencia a largo plazo.

Por otro lado, se enfocan en identificar y fortalecer los factores protectores que pueden contrarrestar los efectos negativos de los deslizamientos de tierra. Destacan la importancia de identificar los recursos internos y externos que pueden ayudar a las víctimas a hacer frente a la adversidad y promover su recuperación. Al fortalecer estos factores protectores, como el apoyo social, las habilidades de afrontamiento y el acceso a servicios y recursos, se puede aumentar la capacidad de las víctimas para hacer frente a los desafíos y reconstruir sus vidas después del deslizamiento de tierra.

En conjunto, estos modelos proporcionan una base teórica sólida para el diseño e implementación de programas de intervención social dirigidos a las víctimas de deslizamientos de tierra. Al combinar el enfoque ecológico con el enfoque de compensación y protección, se pueden abordar de manera integral los factores de riesgo y protectores en los diferentes niveles del entorno de las víctimas. Esto permite una intervención más holística, centrada en la prevención, la promoción de la resiliencia, la identificación de recursos y la participación comunitaria, con el objetivo de facilitar la recuperación y la reconstrucción de las vidas de las víctimas de deslizamientos de tierra.

Sin embargo, se requiere más investigación para comprender mejor los mecanismos subyacentes de la resiliencia y su aplicabilidad en diferentes contextos y poblaciones. Se recomienda investigar enfoques de intervención que fomenten la resiliencia y evaluar su efectividad a largo plazo.

Los programas de intervención social pueden tener un impacto significativo en las comunidades víctimas de desplazamiento de tierras, fortaleciendo la resiliencia individual y colectiva, mejorando la calidad de vida, restaurando el tejido social, promoviendo la prevención y preparación para futuros desastres, y empoderando a las personas afectadas. Estos impactos contribuyen a la recuperación y reconstrucción de las comunidades, promoviendo su resiliencia y capacidad de hacer frente a los desafíos futuros.

La elaboración de estos programas de intervención demanda la ejecución de estudios de seguimiento a largo plazo para evaluar el impacto sostenido del programa en las comunidades afectadas. De igual modo, se debe explorar cómo los factores contextuales, como la ubicación geográfica y las características socioeconómicas y culturales de las comunidades, influyen en la implementación y los resultados de los programas de intervención puede proporcionar información valiosa para adaptar las intervenciones a diferentes contextos. Estas áreas de investigación pueden contribuir al avance del conocimiento y al desarrollo de programas de intervención más efectivos y adaptados a las necesidades de las comunidades afectadas por deslizamientos de tierra.

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