Universidad del Zulia (LUZ)

Revista Venezolana de Gerencia (RVG)

Año 27 No. 100, 2022, 1559-1576

ISSN 1315-9984 / e-ISSN 2477-9423

Cómo citar: Muñoz Arroyave, E. A., López Martínez, A., Pineda Gómez, H. D., y Ruiz Arias, M. (2022). Migración y turismo en territorios de flujo en el contexto de la globalización. Revista Venezolana De Gerencia27(100), 1559-1576. https://doi.org/10.52080/rvgluz.27.100.17

Migración y turismo en territorios de flujo en el contexto de la globalización

Muñoz Arroyave, Elkin Argiro*

López Martínez, Alexandra**

Pineda Gómez, Hernán Darío***

Ruiz Arias, Miriam****

Resumen

La movilidad desplegada por el turismo y la migración en las condiciones actuales de la globalización no solo refleja condiciones de desigualdad entre quién se moviliza y los efectos donde llega, sino que produce un tipo particular de territorio, de flujos. El objetivo de este artículo es analizar la manera en que el proceso de globalización produce un territorio de flujos a través de dos fenómenos de la movilidad humana como el turismo y la migración. Se emplea una metodología mixta, estructurada en dos momentos: primero se desarrolla una revisión y análisis de literatura sobre la relación entre turismo y migración; segundo, se realiza un análisis estadístico y cartográfico de los comportamientos recientes de ambos fenómenos. Se concluye que tanto el turismo como la migración representan la movilidad que caracteriza la globalización actual y al mismo tiempo, las relaciones local-global-local, configurando un territorio de flujos que refleja las condiciones socioeconómicas desiguales y dominantes de la época actual. Por un lado, una creciente exclusión de los migrantes y, por el otro, una opulencia consumista a partir de los viajes turísticos.

Palabras clave: globalización; turismo; migración; territorio; desigualdad.

Recibido: 15.03.22. Aceptado: 20.06.22

* Artículo derivado de investigación, asociado al grupo de investigación Observatorio Público del Tecnológico de Antioquia y de la investigación titulada “Incidencia de las movilidades globales en el territorio. Comparación de la apropiación espacial de turistas y migrantes en Medellín, 2018-2020”. Financiado por el Tecnológico de Antioquia – CODEI (Comité para el Desarrollo de la Investigación).

** Doctor en Estudios Territoriales. Docente Auxiliar de la Escuela Superior de Administración Pública -ESAP-, Núcleo Desarrollo y Gestión del Territorio - Territorial Antioquia, Colombia. Email: elkina.munoz@esap.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1667-5849

*** Doctora en Estudios Territoriales. Docente investigadora del Tecnológico de Antioquia, Colombia. Email: alexandra.lopez55@tdea.edu.co, ORCID https://orcid.org/0000-0002-2966-4965

**** Doctor en Ciencias Sociales. Docente investigador Instituto de Estudios Regionales (INER), Universidad de Antioquia, Colombia. Email: hernan.pineda@udea.edu.co, ORCID https://orcid.org/0000-0002-5691-7390

***** Doctora en Estado de Derecho y Gobernanza Global. Profesora Ayudante Doctora, Universidad de Salamanca, Colombia. Email: miriam.ruiz@usal.es, ORCID https://orcid.org/0000-0001-6109-1215

Migration and tourism in flow territories in the context of globalization

Abstract

The mobility displayed by tourism and migration in the current conditions of globalization not only reflects conditions of inequality between who mobilizes and the effects where it arrives, but also produces a particular type of territory, of flows. The objective of this article is to analyze the way in which the globalization process produces a territory of flows through two phenomena of human mobility such as tourism and migration. A mixed methodology is used, structured in two moments: first, a review and analysis of the literature on the relationship between tourism and migration is developed; Second, a statistical and cartographic analysis of the recent behavior of both phenomena is carried out. It is concluded that both tourism and migration represent the mobility that characterizes current globalization and, at the same time, local-global-local relations, configuring a territory of flows that reflects the unequal and dominant socioeconomic conditions of the current era. On the one hand, a growing exclusion of migrants and, on the other, a consumerist opulence from tourist trips.

Key words: globalization; tourism; migration; territory; inequality.

1. Introducción

La creciente movilidad, sea a través de los procesos de migración, turismo o encuentros virtuales por medio del uso masivo de las tecnologías de la información y las comunicaciones permiten una interacción espacio-temporal más estrecha, configurando una multiplicidad de relaciones con los otros (Díez-Pisonero, 2020; Martner-Peyrelongue, 2020). Ese otro puede ser un individuo que desde otros territorios visitan o migran a los nuestros, o aquellos individuos que residen en territorios que visitemos o a los que migremos. Esta interacción produce una serie de encuentros, vínculos y dinámicas territoriales. Esto no quiere decir que los territorios, prácticas y comportamientos tiendan a estandarizarse, sino que cada vez la distancia y la otredad es menor, aunque se mantengan las particularidades territoriales en el discurso y acciones de las personas.

La forma en que se relacionan las personas con el otro, con lo propio, con lo que se percibe distante, diferente a su entorno inmediato es lo que incentiva los diversos tipos de movilidad. La época actual caracterizada por la constante generación de información sobre lugares distantes geográficamente ha impulsado la creación de imaginarios frente a las diferencias de esos lugares con la cotidianidad del individuo, estimulando una idea de salto, de mirada hacia afuera (Muñoz & Llanos, 2021; Ramírez et al, 2017).

De esta manera, se incentivan fenómenos de movilidad que, dependiendo de las condiciones socioeconómicas particulares, pueden situarse entre el turismo, los viajes de estudios, de negocios o la migración. Parecieran ser fenómenos que representan acciones humanas muy diferentes, pero en estudios recientes se han venido tejiendo relaciones, especialmente entre turismo y migración (Alcazar, 2013; Huete & Mantecón, 2010; Lanquar, 2007; Morales & Rainer, 2013; Williams & Hall, 2002).

La mayoría de los estudios sobre la movilidad toma estos fenómenos de manera independiente. En las últimas décadas, sin embargo, se han venido realizando algunos que estudian simultáneamente el turismo y la migración; pero se sesgan a hacer un análisis centrado en el turismo (Williams & Hall, 2002). Es decir, se enfatiza en el hecho que cuando el turismo se va haciendo más duradero lleva a una migración definitiva o esporádica, la cual motiva la movilidad de familiares y amigos, lo que a su vez fortalece el mismo turismo.

La movilidad desplegada por estos dos fenómenos -turismo y migración- en las condiciones actuales de la globalización, no solo refleja condiciones de desigualdad entre quién se moviliza y los efectos dónde llega, sino que produce un tipo particular de territorio, de flujos, el cual se adapta y modifica a medida que el fenómeno se intensifica o desestimula. De esta forma, el objetivo de este artículo es analizar la manera en que el proceso de globalización produce un territorio de flujos a través de dos fenómenos de la movilidad humana como el turismo y la migración.

El presente artículo emplea una metodología mixta, estructurada en dos momentos: primero se desarrolla una revisión y análisis de literatura sobre la relación entre turismo y migración. Para ello, se parte de unas reflexiones teóricas que proponen analizar de una manera particular flujos y movilidades humanas en el contexto de la globalización. Esta revisión se realiza utilizando una posición epistemológica crítica, que busca hacer visibles relaciones desiguales, estigmatizantes u opresoras que desde algunas élites o intereses particulares se tratan de mostrar como diáfanas y emancipadoras.

Luego, en un segundo momento, se realiza un análisis estadístico y cartográfico de los comportamientos recientes de ambos fenómenos en el contexto de flujos globales, haciendo uso de una estadística descriptiva para evidenciar cuál es el comportamiento de los flujos de migrantes y de turistas a nivel mundial. Para ello se hace uso de las bases de datos generadas por el Banco Mundial, pero se debe tener presente que la información sobre el volumen de la migración sólo está actualizada hasta el año 2015, ya que se reporta quinquenalmente. Este contraste, entre las reflexiones sobre turismo-migración y los flujos producidos posibilitan una mirada más amplia para comprender los efectos y tensiones territoriales, entre ellos, los territorios de flujos.

2. Del espacio de flujos al territorio de flujos

A partir de los postulados de autores como García (1976), Haesbaert (2013), Raffestin (2011) y Santos (2000), la categoría territorio se asume como un proceso de apropiación espacial adelantado por actores sociales a través del tiempo. Esta interacción constante entre unos componentes geográficos, históricos y sociales dan como resultado un tipo particular de comportamiento entre los actores. Esto significa que se concibe al territorio como un producto y productor de relaciones sociales, que no es estático, sino que cambia en la medida que los actores sociales se adaptan a otros ritmos, se insertan nuevos actores y hay cambios temporales o espaciales.

De esta forma, el territorio no se reduce a una manifestación al interior de las fronteras nacionales o subnacionales, sino que también se produce en espacios que las sobrepasan o que son inferiores a ellas, ya que las relaciones sociales y su interacción con el espacio son las que determinan un territorio particular. Las relaciones sociales al interior de esas fronteras empiezan a definir discursos y comportamientos particulares que diferencian los territorios; pero, simultáneamente, existen otras relaciones territoriales que quiebran esas fronteras.

Por ejemplo, en Latinoamérica es posible encontrar diferencias particulares en cada una de las naciones que la componen, pero al mismo tiempo, hay toda una historia que permite hablar de unas relaciones territoriales trasnacionales como las construidas por las comunidades indígenas existentes entre Colombia y Venezuela, incluso la misma morfología de las ciudades configuradas por movimientos poblacionales vinculadas con los procesos de industrialización o desplazamientos por confrontaciones armadas, entre otros aspectos que rompen las fronteras administrativas.

En el contexto actual, en la llamada sociedad globalizada o en proceso de globalización, las relaciones territoriales son cada vez más amplias y no están circunscritas a lo local, sino que están en una constante interacción local-global-local. Por lo que el territorio tampoco se puede definir exclusivamente por un elemento escalar limitado, sino por el alcance de los fenómenos que lo constituyen. Cuando una persona sale de su lugar de residencia habitual no es un abandono de su territorio, al contrario, con él se van todas sus tradiciones, discursos, comportamientos e imaginarios creados allí, pero, además, estos vínculos empiezan a ser permeados por actores de ese lugar a donde se dirige (Salguero, 2018).

En el nuevo lugar, los actores que llegan se vinculan con las territorialidades locales, pero también continuarán con las propias en este nuevo espacio, lo que alterará los comportamientos locales. Es decir, el territorio nunca es estático, está en constante adaptación y transformación, alterado por diversos flujos, que en un contexto de movilidades aceleradas, los procesos de cambio, de mutación y de imbricación son más constantes.

Esta mirada conceptual del territorio nos permite ampliar la significación del concepto de espacio de flujos propuesto por Castells (2011), el cual aporta a la reflexión sobre la relación entre migración y turismo en el contexto de la globalización. Castells (2011) propone:

El espacio de los flujos es la organización material de las prácticas sociales en tiempo compartido que funcionan a través de los flujos. Por flujo entiendo las secuencias de intercambio e interacción determinadas, repetitivas y programables entre las posiciones físicamente inconexas que mantienen los actores sociales en las estructuras económicas, políticas y simbólicas de la sociedad. (Castells, 2011:445)

Castells (2011) al referirse a este concepto hace hincapié en la materialidad del espacio. Si bien también se refiere a lo simbólico, las prácticas, entre otros elementos, la relación sigue centrándose en la manifestación arquitectónica, ubicación de objetos y organización en general del espacio geográfico a partir de las relaciones entre los actores sociales. Estos flujos van delimitando el espacio geográfico, forjando un tipo de territorio, en el cual se conectan las variables presentes e históricas que lo configuraron, con los nuevos ritmos, actividades y expectativas de los nuevos actores que llegan, lo que forja un territorio de flujos, expandible, moldeable, adaptable de acuerdo con las intensidades y expectativas de los actores presentes, por las acciones de atracción o las expulsiones que se generan.

En este sentido, lo que permite pasar de un espacio de flujos a un territorio de flujos es el proceso de apropiación y significación que realizan los actores que se movilizan y hacen parte de los flujos globales. Tal apropiación necesariamente está ligada a unas relaciones de poder, las cuales pueden ser tan sutiles que los individuos en muchas ocasiones no se dan cuenta que existen (Foucault, 1984).

El mismo Foucault (1984) propone que efectivamente un componente fundamental de esa relación de poder es que sea una relación entre sujetos libres de decidir; donde hay una dominación sobre las acciones del otro, pero que ese otro se sienta capaz de elegir y actuar por sí mismo. Esto implica que la misma movilidad puede ser resultado de una construcción internacional del territorio de flujos que obligue a movilizar personas de unos lugares a otros, en beneficio de unos intereses particulares, aunque esas personas consideren que fue una decisión individual de mejora de sus condiciones.

De esta forma, el territorio de flujos será entendido como la configuración contemporánea de relaciones sociales que vienen siendo mediadas, transformadas, adaptadas y son mediadoras, transformadoras y adaptadoras de flujos globales. Es decir, es un territorio inmerso en la creciente movilidad de bienes, servicios, información y personas, configurando nuevas formas de relacionamiento que se hacen particulares en cada lugar a partir de los acumulados territoriales y del intercambio específico entre el espacio, la historia y lo social. Es importante aclarar que esa especificidad no implica autarquía o unicidad de lo local, pero tampoco significa que el territorio sea efímero y se pierda en los flujos globales; es en este punto que radica la complejidad de este tipo de territorio.

Dos de los flujos que componen ese territorio son la migración y el turismo. Ambos fenómenos han sido ampliamente estudiados, especialmente a partir de la década de 1970 cuando se afianzan estas acciones a nivel internacional. Para el primero se han identificado desde diferentes teorías, como lo resalta Arango (2000) o Micolta (2005), algunas explicaciones para la generación de este fenómeno. Tal es el caso de la teoría económica neoclásica que explica la migración internacional a partir de la distribución diferenciada de factores de producción, existiendo países con un capital abundante y otros con trabajo abundante, en tal sentido, en los primeros donde el trabajo es relativamente más escaso, tienen un precio (salario) mayor, lo que hace movilizarse a los trabajadores de aquellos países con este factor abundante (Arango, 2000; Micolta, 2005). Pero es una teoría unidimensional (Arango, 2000) que tiene en cuenta sólo las decisiones económicas y no otras condiciones actuales que explican la migración, tal es el caso de la dimensión política, ya que hay barreras muy altas a la movilidad humana.

Otros avances en las reflexiones teóricas han permitido identificar factores diferentes al económico en el estudio de la migración como son las familias, la demanda de los países industrializados de mano de obra para cumplir con labores que sus trabajadores no quieren realizar; y las redes de migración como el soporte de ayuda entre migrantes que facilitan la inserción de nuevos migrantes (Arango, 2000; Huiliñir-Curío & Zunino, 2017; Vaccotti, 2017). Una línea muy fuerte en estos estudios de migración se da alrededor de la explicación de la movilidad, es decir, el por qué las personas deciden migrar. Pero no sólo desde la decisión individual de migrar sino también desde las condiciones macro que hacen migrar parte de la población (García, 2003). Igualmente, la relación de la migración con los niveles de desarrollo de los países involucrados es central en los análisis. Uno de los principales resultados de esta relación es que el país de origen tiene un menor nivel de desarrollo que aquel que recibe al migrante (Casas & Cobarrubias, 2022; Edwards & Greene, 2022). Las remesas también se convierten en un punto clave de estudio (Urbano, 2015), ya que se identifica como una inyección de capital para países que tienen este factor relativamente escaso.

En el caso particular de este artículo se va a centrar la atención en un tipo específico de migración, la que es resultado de expulsiones dadas desde aspectos económicos, políticos, sociales e incluso de desarrollo (Rodríguez, Romero, & Hidalgo, 2016; Viruela, 2016). Sassen (2015) menciona que en la sociedad globalizada actual se “ha presenciado un fuerte crecimiento del número de personas, empresas y lugares expulsados de los órdenes sociales y económicos centrales […] Esas expulsiones no son espontáneas, sino hechas. Los instrumentos para hacerlas van desde políticas elementales hasta instituciones, técnicas y sistemas complejos que requieren conocimiento especializado y formatos institucionales intrincados.” (Sassen, 2015:11-12).

La migración que surge como resultado de expulsiones ha sufrido estigmatizaciones, diferenciaciones y una serie de acciones que muestran la brutalidad de la sociedad actual (Sassen, 2015). Se elige esta migración porque es la que más se ha venido afianzando con los procesos globales, migraciones de otra clase son menos numerosas y responden a decisiones individuales más que a relaciones de poder, como se pretende demostrar en el caso de la migración seleccionada.

El segundo flujo de interés es el del turismo. Este fenómeno de movilidad humana se caracteriza porque tiene un carácter económico que se va a relacionar directamente con el desarrollo de los países. Es decir, como el turismo se trata de un desplazamiento esporádico a un lugar que el turista desea conocer, debe consumir en el destino para satisfacer sus necesidades básicas, inyectando recursos frescos a la economía local. Estos recursos se presentan como dinamizadores de procesos productivos locales, lo que se supone tiene una incidencia directa en el desarrollo local. Esta visión, también desde la teoría económica neoclásica, determina el hecho que la mayoría de países intenten atraer turistas a su territorio.

Es claro que el turismo tiene implicaciones territoriales (Goycoolea, 2008; Muñoz, 2017; Rivas, 2001), pero en este caso el mayor interés se centra en el flujo producido. Sin embargo, es importante señalar que el turismo no siempre tiene esa relación directa con el desarrollo y sus efectos en el territorio son variados y dependen de las territorialidades y territorializaciones que se han creado para ver los resultados de su implementación (Escalera, Palafox-Muñoz, & Ángeles, 2020; Guerrero, 2018; Torres et al, 2018). Es innegable que el turismo tiene un flujo económico que lo acompaña, pero también tiene un carácter fragmentador entre espacios dedicados al turista y espacios para el residente, lo que hace que sus acciones por afianzar el desarrollo no sean tan claras.

Para el presente artículo, el turismo de interés es el internacional, es decir, los flujos entre países. Esto se debe a que el foco son los flujos globales y la manera en que reflejan las relaciones territoriales del proceso actual de globalización. Esto no significa que se desconozca las dinámicas internas de las naciones, ya que como afirma Sassen (2007) las dinámicas subnacionales en buena medida reflejan lo que está sucediendo a nivel internacional, pero dado el objetivo del artículo aquí interesa el flujo internacional de turistas.

Ahora, ambos flujos se observan con una gran cantidad de elementos comunes como el desplazamiento de un lugar habitual de residencia y el encuentro con el otro, es decir, la vinculación con actores locales; pero también son claras las diferencias entre ellos que llevan a que el turismo sea atraído y la migración rechazada (la migración por expulsiones), en la mayoría de los casos. En el Cuadro 1 se hace una comparación entre ambos fenómenos a partir de unos criterios determinados.

Cuadro 1

Diferencias y similitudes entre turismo y migración

Criterio

Turismo

Migración

Espacio

Nuevo contexto espacial durante la visita

Nuevo contexto espacial durante la visita

Tiempo

Periodos cortos

Periodos largos o indefinidos

Social

Responde a una necesidad de estatus social y de asombro individual

Busca un contexto diferente al que lo expulsa, pero con ciertos anclajes de cercanía

Residencia

Se mantiene el lugar de residencia

Cambia el lugar de residencia

Económico

Consume en el destino para satisfacer necesidades (inyecta recursos al destino)

Trabaja en el destino para conseguir ingresos y enviarlos al lugar de origen (extrae recursos del destino)

Fuente: Elaboración propia

Las principales diferencias entre ambos fenómenos se centran en el tiempo de permanencia, el cambio de residencia y en lo económico. En este último aspecto radica la principal diferencia, ya que en una visión tradicional el turismo es visto como un flujo que atrae recursos económicos, mientras la migración se ve como la salida de recursos locales. Desde esa mirada tradicional y economicista, esta salida se sustenta en el hecho que el migrante ocupa empleos que podrían destinarse a personas locales, igualmente, parte de sus ingresos son enviados al exterior y no se consumen localmente. En la realidad se observa que esa división no es tan tajante, ya que los migrantes hacen parte del territorio y aportan en él, pero no se puede desconocer que esta visión economicista tiene un peso social y político en muchos destinos de migrantes por expulsión.

Estas diferencias entre los flujos estudiados son reflejo de la desigualdad que promueve actualmente la globalización a través del capitalismo artístico (Lipovetsky & Serroy, 2015) y la sociedad de consumo (Bauman, 2007). La desigualdad se centra en el acceso que tienen unas y otras personas a la movilidad, ya que, a pesar de existir todo el medio técnico para los desplazamientos, sólo aquellos con recursos económicos suficientes van a ser capaces de insertarse a esas dinámicas de movilidad que ofrece la globalización. Es paradójico que se plantee que la movilidad sea un derecho y un gozo dentro de la vida social actual cuando, al mismo tiempo, se cierran las fronteras de los diferentes países del Norte e incluso del Sur1 a aquellas personas de naciones pobres o en conflictos. Ello sin importar sus condiciones individuales, sino teniendo en cuenta simplemente la nacionalidad, la cultura y/o sus ingresos económicos.

En definitiva, tanto el turismo como la migración representan la movilidad que caracteriza la globalización actual y al mismo tiempo, las relaciones local-global-local. Por esta razón, configuran un territorio de flujos que refleja las condiciones socioeconómicas dominantes de la época actual. Por un lado, un grupo de personas con ingresos económicos altos (o con capacidad de endeudamiento) pueden movilizarse libremente con finalidades de ocio, esparcimiento y deseos de conocer nuevos lugares. Por otro lado, personas con bajos recursos que con esfuerzo logran desplazarse a otros lugares que ofrecen mayores oportunidades que sus lugares de origen, con el fin de mejorar sus condiciones socioeconómicas. Esta dualidad muestra la desigualdad en las condiciones sociales en el contexto social, que se evidenciará en la siguiente sección.

3. Relación turismo-migración en un contexto global

Tanto el turismo como la migración han crecido en las últimas décadas, como se observa en el Gráfico 1, sin embargo, el volumen de turistas ha sido más alto que el de migrantes. Ambos fenómenos representan dos caras de la movilidad en época de la globalización. De un lado, los migrantes reflejan las problemáticas socioeconómicas y excluyentes que se han creado, en parte, por el modelo económico. De otro lado, se encuentran los turistas quienes representan la opulencia y las virtudes de la movilidad.

Gráfico 1

Número de turistas (arribos) y migraciones a nivel mundial, 1995-2015

Fuente: Elaboración propia con base en el Banco Mundial (s/f, 2019a)

El crecimiento de estos fenómenos tiene una relación estrecha con las formas en que el proceso de globalización se ha afianzado en la actualidad. Primero, el fortalecimiento del capitalismo artístico (Lipovetsky & Serroy, 2015) predispone a los individuos a consumir a partir de la promulgación de imágenes e imaginarios de acciones, bienes, servicios y lugares que pueden estar al interior de su territorio de residencia o no. En segundo momento, la adaptación local, incluyendo las políticas, apuntan a mercantilizar la cultura, el patrimonio, el paisaje, donde la finalidad es atraer un público capaz de consumir el espacio promocionado. Esta idea de consumir el espacio expulsa de los beneficios a las personas que no tienen recursos suficientes para insertarse en estos procesos globales.

Este elemento, la sociedad del consumo, es expuesta ampliamente por Bauman (2007). Para él, la cultura consumista que caracteriza a la sociedad actual ha llevado a entender este fenómeno como la finalidad del individuo, a tal punto que quien no pueda consumir es tratado como un individuo fallido, ya que no cumple el papel que tiene en la sociedad. De allí que las acciones de los individuos en medio de la globalización, se pueden expresar fácilmente a través de la toma de decisión sobre la movilidad y la idea de consumir un producto que no se tiene en el contexto inmediato. Por ello, la decisión de migrar o de convertirse en turista pasa por una serie de información, relaciones territoriales y vínculos.

La decisión de migrar tiene que ver con la información que recibe el individuo sobre el entorno en el cual reside, las oportunidades que goza, las libertades sociales, políticas y económicas o las expectativas de vida. Si considera que este entorno territorial en el que está inserto no satisface sus expectativas puede buscar otros destinos que sí cumplan con ellas. Pero tanto las expectativas de cómo debería ser el entorno en el que reside, como el entorno al que quiere migrar, son construidas por relaciones territoriales que han sido influenciadas por los flujos globales. Por lo que el territorio de flujos incide considerablemente en esa decisión de migrar, así como lo hace también en la decisión de ser turista.

Convertirse en turista se ha estructurado como un objetivo dentro de la sociedad actual (incluso de los migrantes) y de ahí el auge de este fenómeno. Bauman (2007) plantea que la sociedad actual se caracteriza por haber pasado de una sociedad de productores a una de consumidores. En esta nueva sociedad, ya no interesa el ahorro, el largo plazo, el trabajo arduo para la satisfacción de necesidades básicas; sino el consumo inmediato, menores tiempos de trabajo que permitan un mayor esparcimiento y la satisfacción de necesidades básicas y especialmente suntuarias.

Por esta razón, también se puede afirmar que las relaciones territoriales actuales tienen un incentivo muy alto sobre el individuo para que se convierta en turista. Así, esta decisión turística parte del conocimiento de su entorno territorial. Al igual que al migrante, esas relaciones territoriales, le han construido unos imaginarios frente a lo que considera ocio, recreación y lo que su territorio considera un lugar digno de visitar o consumir. Con ello, se buscan esos otros lugares que le ofrezcan una experiencia diferente que satisfaga esas ideas de recreación y ocio. De esta forma, la información que se produzca sobre los destinos turísticos es fundamental para esta decisión; pero también las relaciones territoriales que le guían hacia lugares específicos de consumo.

En este orden de ideas, se propone que la fase actual del capitalismo, caracterizada por una sociedad orientada al consumo y una preeminencia de la imagen y el arte en los procesos productivos; incentiva a unos individuos que han logrado acumular ingresos o que pueden acceder fácilmente al sistema financiero a movilizarse por el mundo a través de la práctica turística; al mismo tiempo, incentiva a otros individuos que viven en territorios relegados por el sistema capitalista, que acceden a pocas oportunidades y no tienen acceso al sistema financiero a movilizarse con fines de migración a otros espacios que cuenten con mejores oportunidades para ellos.

En la ilustración 1 se observa el comportamiento de la migración a nivel internacional a 2017. Según este mapa, los países que presentan una migración neta positiva se encuentran ubicados en el hemisferio Norte en su mayoría. Hay algunas excepciones (Australia principalmente), pero son países que por sus condiciones socioeconómicas se pueden denominar como pertenecientes al Norte global, ya no por localización geográfica sino por compartir indicadores macroeconómicos similares. Los países del hemisferio sur parecen mantener una migración neta negativa (Colombia se muestra como excepción en el periodo debido a la migración venezolana), lo que implica que son países en los que predomina la emigración de personas.

Ilustración 1

Migración neta mundial, 2017

Fuente: Elaboración propia con base en el Banco Mundial (2018)

Esta relación expresada en la ilustración 2 muestra unos lugares con alta atracción, principalmente aquellos que en los imaginarios globales se han consolidado como industrializados o desarrollados (los del Norte); por el contrario, se observan otros países que expulsan población, los cuales se asocian a niveles de desarrollo bajo (Sur global). Los países con mejores indicadores en los procesos de inserción global y que alcanzan entornos con mayores oportunidades para sus habitantes suelen ser los que se observan como los mejores destinos para personas que identifican en su entorno inmediato deficiencias para satisfacer sus necesidades. De igual forma, en los países de mayor nivel de desarrollo es donde la cultura de consumo está más arraigada lo que los hace más atractivos para los migrantes que quieren alcanzar esos niveles de consumo.

En el caso del otro flujo, la mayoría de los turistas tienen su origen en los países del Norte, lo que refrenda también el hecho que ante un mayor nivel de desarrollo y de consumo, esta práctica se fortalece (Ilustración 2). Lo sorprendente es que los arribos, en buena medida, también se dirigen hacia los países del Norte.

Ilustración 2

Número de arribos y partidas de turistas, 2017

Imagen que contiene Mapa

Descripción generada automáticamente

Fuente: Elaboración propia con base en el Banco Mundial (2019a, 2019b)

Si se tiene en cuenta que en el discurso estatal se propone al turismo como un impulso para el desarrollo, sorprende que sus destinos sean en la mayoría hacia países desarrollados y no en vías de desarrollo como se esperaría. Pareciera que sigue siendo un flujo inserto entre países desarrollados, lo que explicaría por qué desde el Sur se está buscando atraer ese flujo. Aunque diferentes países del Norte están desincentivando la presencia de turistas (España, por ejemplo), lo que genera cierta oportunidad y riesgo a los del Sur.

En este orden de ideas, los flujos no son unidireccionales, el individuo que decide movilizarse llega a un destino y provoca allí una relación con ese nuevo entorno territorial. El nuevo entorno puede tomar diferentes posiciones frente a ese nuevo individuo que llega, permitiéndole acceder a lo que desea encontrar en el destino o no, es decir, si cuenta con condiciones para consumirlo o no. Una vez realizada la movilización, se logra el encuentro con el otro, que puede tener diversos resultados a partir de las condiciones territoriales de anfitriones y visitantes.

Pareciera ser que, en términos generales, los turistas son mejor acogidos que los migrantes. En la sociedad de consumo, el turista tiene un estatus social alto, ya que es la manifestación más clara de esta cultura; por tal motivo es tratado como igual por los residentes de los destinos. Para el caso del migrante el resultado es diferente, suele verse un comportamiento de mayor rechazo y aislamiento por parte de los residentes del destino, ya que son vistos como consumidores fallidos, que no son iguales a ellos y que, supuestamente, se apoderan de las oportunidades que deberían ser para los residentes.

Esta diferencia entre la forma en que se recibe a turistas y migrantes también es el reflejo de las relaciones territoriales que se imponen en la globalización. De un lado, el modelo privilegia el consumo, la promoción del individuo en redes sociales, la inmediatez en las decisiones y la estética como elemento sensitivo-económico. Por otro, expulsa todo aquello que no se acopla a esas características. De ahí que el turista inmerso en todas esas condiciones sea bienvenido en la mayoría de los destinos a nivel mundial, se crean toda una serie de mecanismos para facilitar su movilidad y hacer que se sienta cómodo, incluso por encima del residente del destino. Mientras al migrante que no encaja en esas características de relaciones territoriales, se le aleja, se le imponen trámites para que la permanencia sea compleja, ya que en este caso el residente sí es el que debe ser prioridad para toda la prestación de servicios.

Al analizar la relación entre número de arribos de turistas y la migración neta de cada país (gráfico 2), se puede observar que hay una tendencia positiva. Es decir, a medida que la migración neta es más positiva, o lo que es lo mismo, atrae más migrantes, la cantidad de arribos de turistas también es mayor. Esta relación muestra el carácter concentrador de la fase del capitalismo actual. Esto se debe a que los países que más atraen migrantes son los de mayor desarrollo a nivel mundial, así mismo los que mayor cantidad de turistas reciben; esto se debe a que son los que en el imaginario colectivo se identifican como los de mejores condiciones socioeconómicas que se reflejan en unas prácticas de consumo mayores.

Gráfico 2

Relación entre migración neta y arribo de turistas

Fuente: elaboración propia con base en el Banco Mundial (2018, 2019a)

De esta forma, los flujos de la migración y el turismo estimulan diferentes formas de conexiones y enraizamientos en los lugares donde se materializan. Las expectativas y vínculos de los actores y las formas de recepción o expulsión que se promueven, generan unas formas específicas de conexiones, materialidades y morfologías espaciales, lo que desencadena formas de relacionamiento en cada lugar a partir de los acumulados territoriales y del intercambio específico entre el espacio, los elementos de la configuración territorial previa y las dinámicas sociales y las expectativas, así como las demandas de los nuevos actores que llegan, que forja un territorio de flujos, expandible, moldeable, adaptable de acuerdo a las intensidades de los fenómenos desencadenantes.

4. Conclusiones

La movilidad que caracteriza la sociedad global actual ha posibilitado el fortalecimiento de fenómenos que en otras épocas no podían tener la intensidad actual. Las migraciones internacionales es uno de ellos, pero no sólo se ha afianzado porque haya toda una nueva conectividad internacional, sino que también la exclusión y desigualdad socioeconómica de la globalización, le muestran a la población los países del Norte como soluciones frente al contexto de pobreza y conflictividad que experimentan en sus lugares de origen.

El turismo, por su parte, es el que mejor caracteriza el nuevo contexto global. Se posiciona a partir de la movilidad y conectividad actual, es resultado de la necesidad consumista de la sociedad, transforma los territorios en favor del capital extranjero, genera conexiones y vínculos entre actores con un anclaje espacial más fuerte (los residentes) con otros actores esporádicos (los turistas), pero inmersos en una serie de intercambios que los transforman mutuamente. Este fenómeno despierta un interés especial porque se muestra como una alternativa de desarrollo, lo que conlleva a debilitar las barreras locales para insertarlo en las dinámicas globales. Los actores sociales que incentivan el turismo impulsan la producción de territorios en los que se encuentra con otros actores modificándose y modificándolos, crea imaginarios que producen sensaciones de deseo y de consumo, entre otros aspectos. Todos estos elementos permiten afirmar que es un fenómeno multidimensional que se posiciona a partir de las relaciones territoriales de la época, se expande y es la mejor muestra de la cultura consumista.

La relación de estos dos fenómenos ayuda a entender las relaciones territoriales desiguales impulsadas por la globalización. De un lado, se excluye a una población que busca a través de la migración insertarse a dinámicas globales, pero en su destino vuelven a ser excluidos y tratados como diferentes. De otro lado, se encuentran individuos que gozan de recursos socioeconómicos suficientes para vivir su vida libremente, a tal punto que usan la movilidad como un medio para ampliar sus opciones de consumo; y cuando arriban a sus destinos las relaciones territoriales que se plantean allí provocan injusticias espaciales que excluyen a los residentes. Tales características de exclusión y opulencia, respectivamente, hacen que ambos fenómenos reflejen las relaciones territoriales que se afianzan en la época actual.

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