Universidad del Zulia (LUZ)

Revista Venezolana de Gerencia (RVG)

Año 26 Número Especial 5 2021, 370-387

ISSN 1315-9984 / e-ISSN 2477-9423

COMO CITAR: Cabrera Jiménez, M. F., y García-Castiblanco, C. P. (2021). Capital social y población vulnerable, un análisis desde entidades gubernamentales locales. Revista Venezolana De Gerencia26(Número Especial 5), 370-387. https://doi.org/10.52080/rvgluz.26.e5.24

Capital social y población vulnerable, un análisis desde entidades gubernamentales locales *

Cabrera Jiménez, Manuel Fernando**

García-Castiblanco, Claudia Paola***

Resumen

Este artículo se propone determinar la incidencia de variables socioeconómicas en la generación de capital social en localidades de la ciudad de Bogotá - Colombia con población en condición de pobreza y bajos ingresos. Se aplicó una metodología de análisis de regresión, teniendo en cuenta el capital social, datos oficiales en seguridad social y sus variables asociadas, generando así, un modelo estadístico para identificar la relevancia del capital social. En función de los resultados obtenidos, se pudo observar, que algunas variables analizadas no incidieron en el modelo, mostrando como hallazgo central que el bajo nivel de confianza condiciona la asociatividad. El capital social expresado por esta población, es débil en términos del aporte al desarrollo de las localidades estudiadas. Se requiere el fortalecimiento de redes colaborativas entre habitantes en función de mejorar el tejido social y por ende ampliar la confianza como factor relevante.

Palabras clave: capital social; población vulnerable; desarrollo; asociatividad; Juntas Administradoras Locales (JAL)

Recibido: 09.02.21 Aceptado: 05.05.21

* Se agradece el apoyo de la Universidad ECCI y Universitaria Agustiniana, Colombia

** PhD. en Estudios Políticos de la Universidad Externado de Colombia; Profesional en Relaciones Internacionales. Docente investigador de la Universidad ECCI. Bogotá, Colombia. ORCID https://orcid.org/0000-0003-1030-8626 E-mail: mcabreraj@ecci.edu.co

*** Magister en Asuntos Internacional de la Universidad Externado de Colombia; Profesional en Relaciones Internacionales. Docente investigadora de la Universitaria Agustiniana, Bogotá, Colombia. ORCID https://orcid.org/0000-0002-3882-5556 E-mail: claudia.garcia@uniagustiniana.edu.co

Social capital and vulnerable population: analysis from local government entities

Abstract

This article aims to determine the incidence of socioeconomic variables in the generation of social capital in localities of the city of Bogotá - Colombia with a population living in poverty and low income. A regression analysis methodology was applied, taking into account social capital, official data on social security and its associated variables, thus generating a statistical model to identify the relevance of social capital. Based on the results obtained, it could be observed that some variables analyzed did not affect the model, showing as a central finding that the low level of confidence conditions associativity. The social capital expressed by this population is weak in terms of the contribution to the development of the studied localities.

Keywords: Social capital; vulnerable population; development; associativity; Local Administrative Boards (JAL)

1. Introducción

Las Juntas Administradoras Locales (JAL) en Colombia surgen en 1968 y se reconocen como una asociación pública de representación del colectivo ciudadano, conformada por entre 7 y 11 miembros denominados ediles por localidad o comuna, cuya función principal es responder con su gestión a las necesidades de la comunidad. Desde la constitución política de 1991 se asumen bajo un régimen especial, en consonancia con la constitución del distrito capital en Bogotá, bajo la ley 1 de 1992. Su alcance jurídico está regulado por el art 131 de 1994, reglamentado por la ley 136, en el cual se reconoce como un ente que aporta a la descentralización del estado, pues abren el espacio para la participación ciudadana en los asuntos públicos.

Las Juntas Administradoras Locales identifican o no, la construcción y acumulación de capital social comunitario como un recurso incidente en el desarrollo social y endógeno del territorio y sus habitantes, en localidades con población con bajo ingreso monetario, y que se encuentran en vulnerabilidad social y condición de pobreza, situación presenta en el contexto de la ciudad de Bogotá, donde el fenómeno de la pobreza y exclusión, es una problemática incidente en la ciudad, y no exclusivo de un sector particular, sino que se presenta de forma amplia en más del 50% de la población con diferentes grados de complejidad.

Las localidades con más bajo ingreso en esta ciudad, conforman el cuartil 1, y están representadas por Bosa, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Sumapaz, Usme; en términos de Uribe-Mallarino (2008), son las comunidades que concentran mayor número de hogares en condición de vulnerabilidad; reúnen los estratos 0, 1 y 2. Su población se caracteriza por tener bajo acceso a servicios públicos, riesgo en seguridad alimentaria y de salud, así como alto grado de vulnerabilidad en términos de ingreso y educación, siendo las de la mayor concentración de personas con alto nivel en condición de pobreza monetaria y multidimensional de la ciudad, lo que conlleva a un retraso en el desarrollo económico y social de la ciudad.

Esta investigación parte de reconocer el problema del desarrollo inclusivo en población vulnerable con la finalidad de establecer estrategias sociales articuladas a un conjunto de recursos materiales e inmateriales disponibles (de tipo financieros, naturales, tecnológicos humanos, sociales y culturales) de forma óptima, vinculando la participación dinámica de la comunidad, como fomento del desarrollo inclusivo de estas localidades.

Al analizar esta realidad, es evidente que se definen estrategias que no llegan a impactar en el desarrollo local. Se implementan políticas sociales como instrumentos de gobierno pensadas solo desde la gestión pública, situación que no permite integrar los modelos económicos y sus asimetrías con la población. Esta realidad demanda un mayor compromiso de la gestión de las JAL, de manera que se satisfagan las necesidades sociales de la población que más lo necesita. En este sentido, plantea Ortiz (2007:6), la política social es definida en términos de servicios sociales como educación, salud o seguridad social, sin embargo, la política social incluye mucho más: distribución, protección, asociatividad y justicia social.

El redireccionamiento de estrategias mejoraría su impacto en la comunidad, más aún si estas se conciben desde el capital social comunitario disponible en estos entornos, el cual está condicionado al uso racional de los recursos disponibles y al dinamismo con que se gestionen. A partir de la asociatividad y de los niveles de confianza generados, se fortalecerían las redes comunales, y las relaciones horizontales y verticales entre Estado y población civil, en función de potencializar el desarrollo local, sustentado en las capacidades endógenas de la población, y así, privilegiar el interés colectivo, situación que se presume es débil en el contexto de la ciudad de Bogotá, donde están establecidas actualmente 20 JAL, una por localidad.

En tal sentido, surge como pregunta de investigación, ¿en qué medida el capital social generado por entidades del gobierno local tiene incidencia en población vulnerable?, en función a ello, se propone como hipótesis central: “el capital social es altamente incidente en el desarrollo social y económico de la población en las localidades del cuartil 1 en la ciudad de Bogotá, potencializando la asociatividad a nivel horizontal y vertical y generando redes, siguiendo la tendencia de otros contextos sociales a nivel global”.

Se propone como objetivo central, determinar la incidencia de variables socioeconómicas en la generación de capital social en localidades de la ciudad de Bogotá - Colombia con población en condición de pobreza y bajos ingresos. Con base en este diagnóstico, se pretende generar un cálculo de un índice de capital social en tres dimensiones (Cognitivo, estructural y valoración social del recurso), de manera que este permita acceder a un análisis de correlación entre variables socioeconómicas y el capital social, para demostrar si tienen o no incidencia en el desarrollo comunitario de esta población, en perspectiva desde la entidades gubernamentales como lo son las JAL.

Desde la perspectiva metodológica, se trabajó con un total de 47 ediles pertenecientes a JAL del cuartil 1 de la ciudad de Bogotá, que reúne localidades con bajo ingreso en la ciudad y mayor grado de vulnerabilidad social y económica.

2. Capital social: revisión de su evolución y alcance

Para abordar el estudio del capital social como agente incidente en el desarrollo comunitario, se realizó una revisión de la literatura en el campo de las ciencias sociales y económicas. Según plantea Linares, Colmenares y Espinoza (2011), existe una gran variedad de aportes teóricos, que reflejan la perspectiva del capital social para evaluar los problemas con las comunidades, por ello, se identifican aportes teóricos que permiten moldear su categoría de análisis, con el fin de identificar una noción del recurso integradora que reconozca sus fuentes y fines; y permita caracterizar sus dimensiones: estructural y cultural en virtud de su campo de acción.

El capital social, como campo de estudio sociológico se remonta a inicios del siglo XX, sus primeros referentes se ubican en el estado de West Virginia, donde se identificaron un conjunto de problemáticas sociales, incidentes en la gobernanza y el desarrollo de la población a partir de identificar el desinterés de los ciudadanos. Hanifan (1916), acuña el término, y lo utiliza para explicar cómo a partir de la asociatividad de los vecinos y el trabajo de la comunidad en función del interés colectivo, se puede llegar a incidir substancialmente en el desarrollo y mejora frente a las problemáticas cotidianas de pobreza, delincuencia y falta de oportunidades, articuladas con el desarrollo y creación de vida cívica comunitaria.

Después del periodo de posguerras, el capital social fue ganando mayor visibilidad en escenarios académicos, políticos y económicos en el transcurso de su evolución fue abordado en gran parte de las obras de Bourdieu (1984), Coleman (1990) y Putnam (1994) concibiendo así, un grueso importante de referentes conceptuales que en algunos casos generan ciertas confusiones en sus concepciones en función de su “uso”, “fuente” o como “fin” debido al grado de complejidad planteado para fundamentarlo. Actualmente, se evidencia alto nivel de relación del capital social con la cultura, y los procesos democráticos y de participación cívica de la población, así como de su relación con el campo y el habitus de los sujetos en sus estructuras sociales.

Desde la posición de Durlauf y Fafchamps (2004), la construcción del campo hermenéutico del capital social evidencia que el amplio acervo teórico generado, ha combinado varios de sus componentes equiparándoles en algunos casos como un todo, situación que puede llegar a generar confusión o limitación en su alcance pues desde algunas perspectivas se identifica como un atributo social o como una fuente de desarrollo y no como un constructo que genera posibilidades positivas, o en su defecto excluyente de parte de la sociedad.

El capital social ha evolucionado en las últimas décadas y se caracteriza por presentar una perspectiva holística del término, que esboce complejidad e integralidad en la articulación de sus elementos y permita comprenderse como un constructo en el cual interactúan de forma ineludible e indisoluble las instituciones, la confianza y la cultura (Dasgupta, 2002). De esta forma, se busca comprenderlo en una perspectiva integral, sin ignorar ninguna de sus dimensiones cognitivas y culturales y su incidencia en los grupos sociales.

Para Hanifan, en términos de Putnam y Goss (2010), el capital social se puede comprender como el conjunto de compendios intangibles constituidos y reconocidos colectivamente que inciden en la cotidianidad de las personas y que fomenta una cercanía dentro del colectivo social, fortaleciendo Linares et al, (2011) la definición, al plantear el capital social representa la capacidad de los individuos para utilizar sus recursos y los de su comunidad, lo que se expresa en una interrelación de redes organizadas para concebir y ejecutar el uso de los valores del capital social comunitario; puede en gran medida favorece el alcance de la superación de problemas y necesidades colectivas.

El capital social como recurso se comprende como un constructo que posibilita la generación y expansión de redes sociales basadas en la asociatividad, las cuales forjan un conjunto de compromisos recíprocos formales e informales a nivel horizontal y vertical, entre organizaciones y ciudadanos (Burt, 2004). Por su parte Granovetter (1973), establece que el capital social se fortalece en función de confianza y reciprocidad frente al entorno, comprendiendo esta como parte de la acción racional del sujeto y el reconocimiento y vínculo que genera con el territorio, es decir, en estas perspectivas el capital social es moldeado lo estructural en la esfera de relaciones con organizaciones y lo cognitivo haciendo alusión a lo individual en el escenario social.

El capital social puede llegar a concebirse desde distintas alternativas, generado de esta forma diferentes contribuciones en la comunidad y su desarrollo; ya que se percibe como la capacidad de los individuos para implementar recursos propios y los del entorno en redes organizadas para el beneficio de todos (Linares et al, 2011); en términos de Camagni (2003) se puede utilizar como herramienta y parte de las políticas públicas, en una perspectiva mucho más comunitaria, también se puede utilizar en función de la generación de redes inclusivas, que involucren al sujeto desde su cotidianidad y permitan el reconocimiento de la confianza como un factor primario base del desarrollo. Sin embargo, para Rubio (1997), el capital social también puede llegar a generar exclusión e incrementar los niveles de desigualdad en una comunidad a partir de determinar quién tienen acceso o no a su uso, dejando ver así su lado más perverso.

En términos de Woolcock y Narayan (2000), el capital social se consolida a partir de establecer relaciones reciprocas con sentido de interés colectivo entre personas y agentes sociales quienes generan vínculos con potencialidad de aportar a la solución de problemáticas en función de generar nuevos escenarios y circunstancias que permean la interacción social y su potencial desarrollo, creando así, su acumulado de este recurso, comprendido como un bien intangible público, que facilita y mejora el desarrollo económico y social en aquellos grupos que lo ostentan y promueven; y por el contrario, también su inexistencia conlleva a agudizar condiciones y circunstancias adversas en aquellos comunidades que no lo poseen.

Es decir, el capital social está conformado por componentes que individualmente no podrían considerarse a sí mismos como capital social sino de forma colectiva, pues su construcción debe estar basada en la interacción de sus componentes y la capacidad que genera no se concentra en uno solo, sino en su constructo como recurso (Bolívar y Elizalde, 2011:2).

Asímismo, el capital social ya en tiempos actuales está estrechamente relacionado con procesos económicos, sociales, educativos y democráticos, y reconocido como factor incidente en la optimización de costes de transacción1, teoría planteada por Coase (1994), como parte de las posibilidades reales de desarrollo.

Los estudios realizados en este campo han evidenciado que al disponer de un buen nivel de stock acumulado de capital social al interior de una comunidad, estos costes disminuyen, fenómeno que promueve una mayor optimización y eficiencia en la consecución, manejo y ejecución de estos (Cuellar, 2001). Complementa esta argumentación, el origen de muchos problemas sociales radica en la disminución del capital social, pues es una tendencia que ha estado sucediendo en diversas organizaciones modernas de las últimas tres décadas (Rodríguez y Urbiola, 2019:14).

En perspectiva particular de las ciencias económicas, se asume el capital social como un recurso altamente incidente en el desarrollo de los gobiernos, perspectiva es planteada por North (1992), quien articula la asociatividad y respeto a las normas con las reglas de juego formalizadas y establecidas en una sociedad, esta perspectiva va más allá, resaltando que las instituciones deben velar por los costes de transacción y de esta forma se genera capital social.

Por su parte Ostrom (1994), plantea que la comunidad de forma consciente debe exteriorizar su compromiso como ciudadano frente al control político y la gestión pública en relación con la gerencia y gestión de los bienes comunes, escenario que implica reconocer el interés de los ciudadanos y equiparar su beneficio con los estímulos, servicios y elementos propios de las políticas públicas de participación democrática, en función de favorecer la equidad, fundamentada en la concepción de vínculos sociales expresados en redes comunitarias.

3. Dimensiones del capital social

El capital social dependiendo de su uso se puede categorizar en dos grandes dimensiones denominadas estructural y cultural; la primera de ellas, hace alusión a las relaciones formales dentro de la estructura de diferentes agentes (Gobierno local, Instituciones, Estado), mientras que la segunda, la dimensión cultural se fundamenta en la cognición del sujeto y como esta potencializa su participación en las estructuras a partir de la interacción próxima (familiares, amigos, vecinos).

La concepción del capital social estructural surge de los postulados de Bourdieu (1986), Coleman (1990) y Lin (2001), este último asume el capital social como un recurso en el cual se debe invertir para obtener bienes y mejoras colectivas. En general, los autores comparten la concepción que el capital social es un conjunto de recursos poseídos en redes institucionalizadas y legitimados de los cuales la población puede disponer, asumiéndose que es una posesión de aquellos que se articulan a una red. Este capital, en términos de Bourdieu (1986) requiere de la disponibilidad de otros capitales como el económico, humano y el físico.

Woolcock y Narayan (2000), se alinean con esta perspectiva estructuralista argumentado que una persona se beneficia del capital social, a partir de las redes disponibles que goza, disponiendo de este recurso en momentos de crisis, posibilitando así un beneficio y uso específico, caracterizando así el capital social estructural como un recurso objetivo susceptible de medición.

Por otro lado, Fukuyama, Newton y Herreros entre otros autores, consideran que el capital cultural se vincula directamente con los valores como la confianza la fraternidad y la asociatividad principios, que moldean su comportamiento social; son subjetivos moldeados por la educación y la cultura. Bajo estas dos perspectivas de comprensión del capital social, sus diferencias radican en que, desde el enfoque estructuralista, se asume el capital social como un fenómeno conmensurable y concreto y desde la perspectiva cultural, es un constructo fundamentado en valores, difícilmente medible con manifestaciones subjetivas del ser social fundamentado en sus procesos cognitivos y comportamientos individuales (Herreros, 2002).

El capital social estructural, en perspectiva de Bolívar y Flores (2011) quienes retoman los postulados de Bourdieu, se soporta en un andamiaje constituido por instituciones y normas que conforman un contexto que generan y promueven la presencia de redes, comprendidas estas como dispositivos generados por sujetos que disponen de diversos capitales, los cuales en procesos de interacción con otros potencializan el beneficio del colectivo o grupo que los posee.

El capital social cultural se relaciona con principios de educación e idiosincrasia (Fukuyama, 1999), se expresa con manifestaciones y representaciones de valores que realizan las personas en sus entornos de lo público y lo social. En una representación integradora de estos dos enfoques. Inkpen y Tsang (2005) argumentan que, ninguna de las dos perspectivas puede existir sin la otra e identifican dos dispositivos primordiales en relación con el capital social los cuáles son altamente incidentes en el desarrollo de una sociedad como lo son el reconocimiento de la cultura aceptada y las capacidades, expresadas en mediaciones existentes para el fomento de la asociatividad como lo son las redes.

Bajo la perspectiva del capital social cultural, la confianza en los valores y comportamientos de las personas se incrementa o disminuye a partir de cómo estos se expresan y correlacionan en estamentos colectivos a través de acciones cotidianas intangibles que se desarrollan en escenarios políticos, educativos y cívicos reconociendo la normatividad y la estructura social (Putnam, 2003).

Desde esta perspectiva integradora de sus dimensiones se puede conceptualizar que el capital social como un bien colectivo e intangible incide en el bienestar y desarrollo de una comunidad, derivado de la consolidación de redes en un contexto de estructuras sociales que posibilitan vínculos formales e informales entre agentes en pro de la generación e incremento de la asociatividad, a través del reconocimiento de la cultura, valores y el contexto normativo establecidos como finalidad de su medición, como lo explica Sudarzky (2019) en la evaluación y análisis de las mediciones realizadas en Colombia, 1997, 2005, 2011 y 2018 a nivel nacional.

4. Consideraciones metodológicas de la investigación

Esta investigación emplea una metodología de tipo descriptivo con enfoque de análisis mixto que permite análisis de datos y hechos teóricos para generar un análisis de correlación simple entre variables, se tiene como fuente de información datos primarios (medición de capital social dimensiones estructural y cultural) en las JAL.

El número total de ediles de la ciudad es de 184, para las 20 localidades de Bogotá, de acuerdo con la ley 136 de 1994 y la Constitución Política de Colombia que determinan que cada localidad debe tener entre 7, 9 o 11 ediles en periodos de cuatro años elegidos por votación popular de acuerdo con el número de población que alberga.

Se diseño una encuesta en profundidad a partir del modelo del documento Integrated Questionnaire for the Measurement of Social Capital (SC-IQ) (Grootaert, et al, 2004) diseñado para el Banco Mundial. Dicho instrumento se ajustó a las características del entorno particular del contexto de la investigación donde se definen tres dimensiones con sus correspondientes variables: en primer lugar, Percepción de capital social (Comprensión del concepto, apropiación, cultura ciudadana), en segundo lugar, capital social cultural (valores sociales, confianza y asociatividad horizontal) y finalmente, capital social estructural (redes, participación cívica, asociatividad vertical, trabajo en red comunidad) entre otras. Se asumió como muestra 47 ediles, en el periodo 2016 – 2020, como número total de ediles del cuartil 1 que corresponda a las 5 localidades con bajo ingresos en la ciudad: Bosa, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Sumapaz, Usme, el cual se toma como muestra de análisis.

5. Capital social y población vulnerable en localidades de bajo ingresos en Bogotá – Colombia. Resultados

A partir de la recolección de datos con los ediles pertenecientes al cuartil 1 de la ciudad de Bogotá, donde se evidencia que prima el género masculino sobre el femenino, lo que conlleva a evidenciar una falta de equidad que visibiliza problemas sociales de fondo entorno a la valoración y credibilidad de la mujer en cargos de elección popular, igualmente, se puede plantear como posibles causas de esta realidad, un desinterés permanente por parte de la mujer frente a este tipo de procesos democráticos o disponer de poco apoyo de los partidos políticos que apoyan las elecciones locales en la ciudad.

Las causas de esta realidad no obedecen a bajos nivel de educación pues la gran mayoría de los ediles y edilesas cuentan con educación universitaria o superior, lo que conlleva a identificar este fenómeno como endógeno en la idiosincrasia social del contexto. La realidad del cuartil 1 localidades con menor ingreso en la ciudad, no es ajena a la inequidad de género, siendo una constante en el ejercicio democrático como se observó para el periodo de 2019-2022 cuando se presentaron como candidatos 1016 hombres equivalente a un 59% y 697 mujeres equivalente a 41%, en disputa por 184 curules las cuales fueron distribuidos así: 51 curules para mujeres que equivalen a 27.7% y 133 para hombres equivalente a un 72.3% (Registraduría Nacional del Estado Civil, 2019).

Esta ambiente conlleva a un posible tipo de gestión que explique los indicadores obtenidos en el estudio realizado, donde se observa bajo grado de valoración del capital social, así como escasa visibilidad en la comunidad y el reconocimiento de este recurso así como desconocimiento por el respeto de la cultura ciudadana y los valores sociales, elementos que afectas la asociatividad y por ende la generación de redes formales entre gobierno y ciudadanía en términos de Putnam (2003).

Este panorama que se observó en el cuartil 1 conformado por las localidades de bajo ingreso de la ciudad de Bogotá, en gran medida explica la realidad del entorno de ciudad y nacional, observándose un bajo nivel de capacidad y reconocimiento para construir capital social, a partir del fomento de trabajo asociativo entre diversos agentes que permiten generar estrategias de desarrollo autónomo comunitario en una sociedad atomizada por sus carencias y necesidades individuales.

Se generó la siguiente ponderación de los resultados descriptivos obtenidos en el grupo de ediles pertenecientes al cuartil 1 de localidades con bajo ingresos en la ciudad de Bogotá como resultado del trabajo de campo realizado (Tabla 1).

Tabla 1

Frecuencia de resultados

Perfil Demográfico

Edil Género

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Femenino

32%

Masculino

68%

Edil Nivel de formación

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Educación media

08%

Universitario

30%

Posgrados

62%

Percepción del capital social

Importancia del capital social

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Si

39%

No

38%

NS/NR

23%

Edil reconoce capital social en la comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Si

18%

No

48%

NS/NR

34%

Edil avance de la gestión de la JAL

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Servicios públicos

17%

Educación

39%

Programas sociales

32%

Inseguridad

12%

Percepción sobre respeto cultura ciudadana en comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

39%

No

33%

NS/NR

28%

Capital social cultural

Valores sociales

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Confianza general

21%

Reciprocidad

14%

Solidaridad

23%

Respeto normas

32%

Tolerancia

10%

Percepción exclusión en la comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

49%

No

43%

NS/NR

08%

Percepción de confianza en el gobierno local

Ítem o variable

Frecuencia relativa

45%

No

36%

NS/NR

19%

Percepción de existencia de participación cívica en la comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Si

24%

No

56%

NS/NR

20%

Percepción de solidaridad en la comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

55%

No

36%

NS/NR

09%

Percepción de uso del dialogo frente a diferencias

Ítem o variable

Frecuencia relativa

35%

No

30%

NS/NR

35%

Percepción de uso de la violencia frente a diferencias

Ítem o variable

Frecuencia relativa

60%

No

28%

NS/NR

12%

Percepción de participación democrática población

Ítem o variable

Frecuencia relativa

71%

No

20%

NS/NR

09%

Percepción del reconocimiento de las JAL

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Positiva

29%

Negativa

40%

NS/NR

31%

Capital social estructural

Percepción sobre importancia de las redes población

Ítem o variable

Frecuencia relativa

21%

No

65%

NS/NR

14%

Percepción sobre participación en redes población

Ítem o variable

Frecuencia relativa

32%

No

59%

NS/NR

09%

Apoyo de la JAL a proyectos comunitarios

Ítem o variable

Frecuencia relativa

52%

No

39%

NS/NR

09%

Reconocimiento de liderazgo en la comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

24%

No

69%

NS/NR

07%

Trabajo en red con comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

71%

No

26%

NS/NR

03%

Identificación de necesidades en la comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

53%

No

39%

NS/NR

08%

Ejecución del plan de desarrollo localidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

57%

No

26%

NS/NR

17%

Percepción de satisfacción de la gestión de la JAL

Ítem o variable

Frecuencia relativa

51%

No

36%

NS/NR

13%

Percepción de comunicación eficiente entre JAL - población

Ítem o variable

Frecuencia relativa

Si

42%

No

40%

NS/NR

18%

Percepción de control político de la comunidad

Ítem o variable

Frecuencia relativa

18%

No

56%

NS/NR

24%

Fuente. Producción propia

Con base en datos oficiales generados por entidades públicas como el Ministerio de Salud, la Secretaria de Educación, el Ministerio de Protección Social y La Alcaldía Mayor de Bogotá, así como la encuesta multipropósito (2018), se pudo evidenciar que, el total de hogares de este cuartil representa el 19,35% de ciudad, se cuenta con una cobertura en servicios públicos del 92.43%.

En términos de población vulnerable beneficiada por el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales el 43,69% del total de la población del cuartil 1 hacen parte de este programa. La tasa de mortalidad infantil es de 0,09% por cada mil niños, mientras que la tasa de desnutrición llega a un 24.22%, en promedio la cobertura en vacunación es de un 83,78%. La cobertura en educación básica llega a un 92% lo que representa un 39,53 del total del a ciudad (Sistema de Identificación de potenciales Beneficiarios para programas sociales [Sisben], 2019).

Con relación a la tasa de desempleo, se estima que al 2018 es de un 12.17%, el ingreso per cápita promedio de la población es de 3.9 veces menor que en la localidad con mayor ingreso en la ciudad (Chapinero) lo que equivale a 1.1 salarios mínimos legales vigentes (SMLV). Con relación al presupuesto oficial, el cuartil recibe en total el 41% del presupuesto total asignado por Fondo de Desarrollo Local de la Alcaldía Mayor de Bogotá, según el potencial electoral se ha registrado que el 51.35% participó en las últimas elecciones locales. Así mismo, se identificaron otros datos según DANE en términos de empleabilidad 76.6%, GINI 0,539 cobertura en salud, 87% calculados para el cuartil 1 de la ciudad de Bogotá.

Se presentan los resultados a partir del cálculo generado con la medición del capital social lo que permite deducir un índice necesario para el planteamiento del análisis de regresión propuesto en correlación con datos oficiales (Tabla 2).

Tabla 2

Cálculo índice de capital social

CÓDIGO

CUARTIL 1

Cultural CS

Estructural CS

Importancia CS

ICS

4

L. San Cristóbal

0,480

0,490

0,370

0,447

5

L. Usme

0,450

0,430

0,310

0,400

7

L. Bosa

0,490

0,440

0,370

0,433

19

L. Ciudad Bolívar

0,470

0,490

0,410

0,456

20

L. Sumapaz

0,480

0,530

0,420

0,481

Promedio cuartil 1

0,474

0,476

0,376

0,443

Promedio ciudad

0,483

0,497

0,397

0,467

Fuente: Elaboración propia (2021)

Se puede observar que en el promedio del cuartil 1 (localidades con mayor población vulnerable de bajo ingreso) su acumulado de capital social está por debajo del promedio de ciudad, presentándose un comportamiento atípico particular, pues con base en estudios externos, la tendencia de generar capital social comunitario tiende a generarse con mayor incremento, en comunidades con carencias o en condiciones de bajo desarrollo.

Los resultados permiten observar, que el acumulado de capital social en la ciudad obtenido se encuentra por debajo de la media en una escala de 0 a 1 (0,467), lo que indica que en general existe un déficit de este recurso en la sociedad en el contexto de ciudad. Llama la atención, el bajo reconocimiento del capital social que tienen las JAL sobre su aporte al desarrollo comunitario, por su parte el Capital Social Estructural y el Capital Social Cultural, no se diferencia substancialmente su relevancia en el promedio del cuartil.

Los resultados obtenidos en relación con capital social cultural, evidencian que los ediles de las localidades del cuartil 1, en términos de confianza perciben en general que la comunidad tiene bajo nivel de confianza, demostrando así, que se reconoce que es más la gente que desconfía, que la que confía en el entorno social. Esta tendencia evidencia la baja capacidad para generar redes solidarias y de asociatividad para enfrentar problemáticas de la población vulnerable, convirtiéndose este hallazgo, en un obstáculo para fortalecer las políticas públicas frente a la pobreza, desigualdad y marginalidad.

En correspondencia con los hallazgos en capital social estructural, se observa que la participación en redes evidencia baja participación en asociaciones, clubs, sindicatos, juntas de acción comunal, es de aclarar que aquí se excluyeron las asociaciones deportivas y religiosas, pues incluyéndolas se incrementaría substancialmente en resultado en participación, se observa que un porcentaje significativo de los miembros de las JAL no identifican asociatividad en su comunidad y vinculación a redes solidarias formales o informales, lo que evidencia, el desinterés de la población por asuntos comunitarios o la falta del liderazgo del gobierno local para su fomento.

El ejercicio planteado busca dar a conocer si existe incidencia del capital social sobre variables socioeconómicas y posibilidades de asociatividad vertical entre gobierno y comunidad en las localidades del cuartil 1 de la ciudad de Bogotá. Para tal fin, se determinó como variable independiente el Índice de capital social calculado y como variables dependientes datos oficiales de empleabilidad, presupuesto, salud e índice GINI, presupuesto en estas localidades. El proceso se logró teniendo en cuenta el software (R) obteniéndose los siguientes resultados (Tabla 3):

Tabla 3

Primera corrida del modelo todas las variables

Fuente: Elaboración propia a partir del Software R.

En este primer análisis con base en el código del software, se observa que el p-valor mayor a 0.1 no tiene significancia frente a la hipótesis en relación con la significancia de la variable, demostrando que esta no existe relevancia estadística en el ejercicio de regresión propuesto. En una segunda corrida del software (Tabla 4), se retira el índice de capital social por no ser relevante y contener valores muy superiores al 0.1 y se procede nuevamente, observándose que (Tabla 5).

Tabla 4

Segunda corrida exclusión variable ICS

Fuente: Elaboración propia a partir del Software R

Tabla 5

Tercera corrida exclusión variable Intercept

Fuente: Elaboración propia a partir del Software R.

A partir de este nuevo resultado, se observa que el intercepto obtenido para las JAL no tiene incidencia para las variables de desarrollo omitiéndose estos datos y volviendo a correr el ejercicio también eliminado el presupuesto por no evidenciar relevancia (Tabla 6).

Tabla 6

Cuarta corrida exclusión variable presupuesto

Fuente: Elaboración propia a partir del Software R

Finalmente, se puede observar que (p-valor < 0.0001), observando la estadística F mayor a 100, encantándose como resultado del ejercicio la siguiente ecuación: ID Desarrollo = Gini 0.13 + 0.60 empleabilidad + salud 0.278. Resaltando como resultado que el recurso capital social no incide de forma categórica en el nivel de desarrollo y generación de asociatividad de los habitantes del cuartil 1 en la ciudad de Bogotá, demostrándose que otras variables como Gini, salud y empleabilidad evidencian relación e incidencia.

6. Conclusiones

Abordar el estudio del capital social, es reconocer un capital inherente a la construcción de ciudadanía y sociedad, vinculado con el territorio y moldeado por el acceso a otros recursos y la voluntad política de toda la estructura de la comunidad, este recurso goza de un alto reconocimiento por parte de científicos sociales y economistas, quienes han reconocido sus bondades altamente incidentes en el desarrollo productivo, político y social de colectivos y poblaciones, a partir de la generación de redes fundamentadas en confianza y respeto por las normas en virtud del desarrollo de asociatividad, en este sentido se rechaza la hipótesis propuesta por el investigador.

En el caso de las localidades estudiadas, ubicadas en el cuartil 1, de la ciudad de Bogotá en perspectiva de entidades como la JAL, se pudo demostrar que la hipótesis planteada no es válida en este contexto. Se logró demostrar que el capital social no incide drásticamente en la capacidad y el desarrollo de las localidades, pesando muchos más otros factores como el nivel de desigualdad y empleabilidad; se esta enfrentados a una sociedad que favorecen el individualismo, sobreponiendo al interés por fortalecer lo comunitario, y unas políticas públicas poco participativas, lo que se evidencia en el grado de articulación de las JAL con la comunidad.

El gobierno local de la ciudad, y las alcaldías locales con sus JAL, han desconocido el potencial del capital social como factor incidente para la disminución de la pobreza, pues se han desarrollado cuatro mediciones a nivel nacional (1999 – 2005 -2011- 2018), demostrándose un acumulado bastante precario de este capital en la sociedad colombiana en general concluyéndose que estos resultados no son ajenos a la tendencia nacional.

Un posible trabajo a futuro, se centraría en empoderar a los ediles miembros de las JAL, para que se responsabilicen de la realidad de su entorno y busquen estrategias para disminuir el alto grado de desconfianza y desmotivación existente de la población por la vida cívica, situación que obstaculiza la generación de redes y la vinculación de ciudadanos y representantes sociales a los planes de desarrollo local, actores que tienen la capacidad cognitiva y social de aportan desde su entorno próximo con conocimiento y experiencias significativas para la consolidación de un mejor entorno comunitario favoreciendo así, la creación de capital social en armonía con el principio de igualdad y equidad propio de la Constitución Política Colombiana de 1991.

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