Frontera resistencia y vulnerabilidad de mujeres migrantes emprendedoras en Colombia
Mentira si dijese que me siento norteamericano. Mentira si dijese que me siento argentino. Y sin embargo viajo con dos pasaportes y alguna vez hasta inicié averiguaciones para conseguir un tercero” (El común olvido. Molloy, Silvia)
Álvarez Sánchez, Yolanda١
Castro Mazanett, Diana Carol2
Resumen
En los últimos años la migración internacional ha estado marcada por el alto flujo de mujeres migrantes. Las razones se sustentan en la lucha de las mujeres por buscar su independencia y autonomía económica. En este contexto, el objetivo del presente trabajo es determinar las implicaciones que ha tenido la frontera en las mujeres migrantes trabajadoras en Colombia en aspectos relacionados con la resistencia y la vulnerabilidad, entendidos, en el presente estudio, como dispositivos de trasgresión y movilización en función de su reivindicación como personas. La investigación se guió por el proceso metodológico inductivo-deductivo y el enfoque cualitativo. Se trabajó con 20 mujeres migrantes internacionales emprendedoras radicadas en Colombia. Para la obtención de la información se hizo una caracterización sociodemográfica de las mujeres sujetos de estudio y se aplicó una entrevista a profundidad estructurada con base en tres ejes: motivaciones de la migración; situaciones de exclusión, miedo y riesgos sufridos en el proceso migratorio y razones que las motivaron a emprender en Colombia. Entre los resultados relevantes se encontró, entre otros, el aporte social y económico de las mujeres migrante al país receptor. Se llega a concluir que la motivación fundamental de la migración femenina radica en la búsqueda de una mejor calidad de vida para ellas y sus familias.
Palabras clave: frontera; emprendimiento femenino; mujer migrante; resistencia y vulnerabilidad
Recibido: 20-08-19 Aceptado: 15-10-19
1 Doctora en Arte y Humanidades de la Universidad de Jaén. Profesora Investigadora. Universidad de La Salle. Bogotá- Colombia. ORCID: https://orcid.org/٠٠٠٠-٠٠٠١-٩٢٠٤-٩٧٨١ Email: yalvarez@unisalle.edu.co
2 Magister en Salud Pública de la Universidad Javeriana de Bogotá. Profesora Investigadora. Universidad de La Salle. Bogotá – Colombia. ORCID: https://orcid.org./0000/0003/1634/7853 Email: dccm_casto@hostmail.com
Border. resistance and vulnerability of enterprising migrant women in Colombia
Abstract
In recent years, international migration has been marked by the high flow of migrant women. The reasons are based mainly on the struggle of women to seek their independence and economic autonomy. In this context, the objective of this paper is to determine implications that the border has had on women migrant workers in Colombia in aspects related to resistance and vulnerability, understood, in the present study, as transgression and mobilization devices in function of his vindication as people. The research was guided by the inductive-deductive methodological process and the qualitative approach. We worked with 20 women international migrant entrepreneurs based in Colombia. To obtain the information, a sociodemographic characterization of the women under study was carried out and an in-depth interview was applied, which was structured based on three axes: motivations for migration; situations of exclusion, fear and risks suffered in the migration process and reasons that motivated them to undertake in Colombia. Among the relevant results were, among others, the social and economic contribution of migrant women to the receiving country; It is concluded that the fundamental motivation of female migration lies in the search for migrant women for a better quality of life for themselves and their families.
Keywords: frontier; female entrepreneurship; migrant women; resistance and vulnerability.
1. Introducción
El alto flujo migratorio se ha caracterizado, en años recientes, por ser un indicador de desequilbrio social, político, económico y religioso de todas las naciones del mundo. Los migrantes son personas que buscan un lugar para sí en el que puedan hacer posible sus expectativas de vida. No obstante, la migración no siempre ha sido bien vista en los países receptores. El crecimiento demográfico y las consecuencias en términos de oportunidades educativas y laborales son fenómenos para los cuales los gobiernos deberían prestar mayor atención con el diseño de políticas orientadas a contrarrestar un fenómeno aún mayor, el aumento de la pobreza.
Si bien la migración es un derecho −aún con la incongruencia “real” que existe, entre el derecho a migrar y el derecho a la inmigración (Zapata, 2012)—al ser motivada por causas contrarias a la voluntad de las personas, esta adquiere un matiz diferenciado de aquella que se genera por la propia y particular necesidad de muchos migrantes de buscar rumbos distintos para sus vidas. Muchos de ellos, o de ellas, trabajan y desarrollan oportunidades para otros; son hombres o mujeres que han aportado, con sus capacidades profesionales y humanas, al desarrollo social y económico del país receptor.
En este contexto, la migración internacional femenina, como se ha anotado en el resumen del presente trabajo, ha estado marcada por la movilización de mujeres que deciden cruzar las fronteras para encontrar mejores oportunidades de crecimiento personal y obtener mayor autonomía en el desarrollo de sus capacidades. Por ello, el objetivo del presente trabajo consiste en determinar las implicaciones que ha tenido la frontera en las mujeres migrantes trabajadoras en Colombia en aspectos relacionados con la resistencia y la vulnerabilidad, entendidos, en el presente estudio, como dispositivos de trasgresión y movilización en función de su reivindicación como personas. Esto porque las mujeres migrantes, además de ser vulneradas, excluidas, estigmatizadas, por ser mujeres, lo son por ser migrantes. Lo anterior sin reparar el país de donde provienen, su etnia, sus preferencias sexuales, o su religión. Motivos estos, también, de transgresión.
La investigación se guío por el método inductivo-deductivo y el enfoque cualitativo. Lo anterior porque tanto el método como el enfoque permitieron acceder a la realidad social y hacer posible la cooperación entre el investigador y los actores sociales (Galeano, 2009). Se trabajó con 20 mujeres migrantes internacionales emprendedoras radicadas en Colombia. Para la obtención de la información se hizo una caracterización sociodemográfica de las mujeres sujetos de estudio y se aplicó una entrevista a profundidad que se estructuró con base en tres ejes: motivaciones de la migración; situaciones de exclusión, miedo y riesgos sufridos en el proceso migratorio y razones que las motivaron a emprender en Colombia.
2. La frontera: Los otros y nosotros
Escribir sobre frontera puede ser complejo si se consideran las perspectivas desde las que ha sido tratada en diversas disciplinas y campos de estudio, que abarcan desde la filosofía hasta la geopolítica. La frontera, como concepto polisémico, no sólo es el límite; también es un espacio real o simbólicamente construido que en movimiento dialéctico separa y une espacios de territorio geográficamente referenciados, sujetos y discursos. Cruzar la frontera significa llegar a un lugar, política, económica, cultural y socialmente distinto.
Desde perspectivas geopolíticas, la frontera connota el discurso dominante en el que se funda la soberanía de los Estados (Molano-Rojas y Zarama Salazar, 2016; Zapata, 2012). Por ello, se defiende y se protege mediante tratados internacionales que señalan los límites y signan el adentro y el afuera; de la misma manera, se protege mediante leyes migratorias que controlan, con engorrosos trámites migratorios, los procesos de movilidad tanto de entrada como de salida.
Actualmente, fenómenos socioeconómicos y políticos, tanto de Colombia como de algunos países de la región (Venezuela, Estados Unidos, Ecuador, Chile, Argentina, México, Perú, por ejemplo), −contrario a lo que afirma Zapata (2012)− el adentro puede representar un obstáculo igual o peor que el afuera y en este sentido, los fenómenos de inclusión y exclusión se presentan tanto de un lado como del otro.
Por otro lado, la frontera, como articulación y espacio social (Arriaga, 2012, Mora, 2012, Palma, 2016), pude absorver las diferencias y convertirse en un espacio híbrido de relaciones en las que se congráfico no sólo órdenes sociales distintos sino nuevas formas de economía y de política. Esta congráficoción de la frontera adquiere maneras de respresentación que evocan el poder soberano−discursivo de los límites de gobernabilidad de los Estados. Por ello, la frontera, como señala Weizman (citado por Mezzadra y Neilson, 2017: 27), se ha fragmentado en una multitud de sinónimos de borde temporales, transportables, desplegables y removibles: “muros de separación”, “barreras”, “bloques de bloques”. “cierres”, “bloqueos de carreteras”, “puestos de control”, “áreas estériles”, “zonas especiales de seguridad”, “áreas militares cerradas” y “zonas de matanza”.
En este sentido, Mora (2012:87), refiriéndose a las fronteras latinoamericanas señala que “a menudo, la acción del crimen organizado en las zonas fronterizas implica también violencia contra los migrantes que son extorsionados, secuestrados y obligados incluso a convertirse en sicarios”.
Pasar o, mejor, traspasar la frontera, por los riesgos que esta representa, evidencia la vulnerabilidad y el miedo de algunos Estados modernos por los “otros” que amenazan su seguridad. Las fronteras cumplen un rol en los nuevos escenarios mundiales: excluir y, por tanto, vulnerar (Zapata, 2012; Mezzadra y Neilson, 2017). Por consiguiente, los tentáculos de la frontera se desplazan tras los movimientos del migrante que, aún del otro lado, se le vigila, se le controla y puede ser objeto de persecución.
La frontera, entonces, entendida no sólo en términos de orden geopolítico, sino como espacio simbólico, conGráfico los límites a partir de los cuales no solo se estructuran los territorios, sino que se construyen discursos polisémicos, diversos, pluralizados, en los que predominan los dominantes.
3. Migración y emprendimiento femenino
Pasar la frontera tiene causas incluso contrarias a la propia voluntad de los migrantes. Si bien, como señala el Secretario de las Naciones Unidas (2016:4) “la gente se desplaza por muchas razones”, hay un fenómeno migratorio que empuja la salida de hombres, mujeres, niñas y niños, y de familias enteras hacia países en desarrollo o países desarrollados. Estos migrantes sean cuales sean los móviles que generan la salida de sus países de origen, llegan −los que no mueren por el camino− a los países receptores no sólo a buscar un lugar para estar y para recibir reconocimiento de su vulnerabilidad (en términos de Butler, 2015), sino a aportar con su trabajo al desarrollo social y económico del país receptor (Secretario de las Naciones Unidas, 2016). En este sentido, la migración, contrario a lo que generalmente se cree, es un hecho positivo.
Los fenómenos globalizantes de las últimas décadas, unidos a la desestabilización política, social, económica y religiosa tanto de países de la región como de Europa, muestran un incremento de la migración internacional en los últimos años. De acuerdo con los datos del informe sobre refuigados y migrantes (Secretario de las Naciones Unidas, 2016: 5):
En 2015, el número de migrantes internacionales y refugiados alcanzó 244 millones, lo que representa un aumento de 71 millones (41%) desde el año 2003. La proporción de migrantes internacionales respecto a la población mundial ascendió del 2,8% en el año 2000 al 3,3% en 2015. La mayoría de los migrantes internacionales (150 millones) son trabajadores migratorios, lo que representa el 72,7% de la población migrante en edad de trabajar (15 años o más), cifrada en 206,6 millones. Alrededor de la mitad de los migrantes internacionales del mundo son mujeres y la tercera parte son jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 34 años.
Una de las muchas explicaciones del alto flujo migratorio femenino radica, fundamentalmente, en la necesidad que tienen las mujeres de encontrar en otros países oportunidades que les permitan desarrollar su propia autonomía y mejorar las condiciones de vida de su familia. A la vez que, como señala el informe del Grupo del Banco Mundial (2015: iv) la migración puede generar “…numerosos beneficios, incluido el aumento del comercio, la inversión, el conocimiento y la transferencia de tecnología... Frente a esto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT:v) indica que “según las estimaciones actuales, en el mundo hay 67,1 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos, de los que 11,5 millones son migrantes internacionales…Un 73,4 % (o alrededor de 8,5 millones) del total de trabajadores domésticos migrantes son mujeres y sólo 26, 6% son hombres.
La misma OIT advierte que las mujeres migrantes superan la tasa de participación laboral de las no migrantes. En efecto, la participación laboral de las mujeres migrantes asciende a 63.9% en relación con el 50.8% de las no migrantes. Lo anterior porque las mujeres migran solas o con sus hijas e hijos; por lo tanto, se convierten en las únicas personas que generan ingresos para su hogar y para su familia que se quedó en el país de origen.
No obstante, pese a la existencia de acuerdos internacionales y políticas internas creados con el propósito de garantizar migraciones organizadas y respetuosas de la vida y dignidad de los migrantes, no desaparece el temor de quienes migran al llegar a los países receptores, sobre todo si los migrantes son mujeres o niñas. Esto porque la migración impacta de manera diferenciada a hombres y a mujeres (ONU mujeres, 2015) y “este tipo de discriminación, por género, se agudiza aún más por la raza, el origen étnico, la situación socioeconómica, la nacionalidad, la edad, el estatus migratorio” (ONU mujeres, 2015: 4).
El fenómeno migratorio femenino en Colombia no es distinto a los demás países de la región. La diferencia radica en que este se ha incrementado debido a los conflictos sociales y políticos del país vecino, Venezuela, con 355.339 migrantes en los últimos años (DANE, 2018). También los hay de otras nacionalidades y constituyen un número significativo.
En Colombia, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE, 2018) residen 965.015 extranjeros de distintas nacionalidades (venezolanos, estadounidenses, ecuatorianos, chilenos, españoles, argentinos, mexicanos, panameños, brasileños, peruanos, entre otros) (Gráficos 1 y 2).
Gráfico 1
Características de los extranjeros según país de nacimiento residentes en Colombia (sexo, edad, ocupación)
Fuente: Departamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE- (2018)
De acuerdo con el gráfico 1, el 62% de la población extranjera residente en Colombia son mujeres y el 37, 5% son hombres. La edad, tanto de los hombres como de las mujeres en su gran mayoría, oscila entre los 20 a 39 años de edad. Lo que significa que son personas en edad productiva.
Por su parte, los datos de la inmigración internacional reciente (gráfico 2) muestran que los principales países de origen de los inmigrantes internacionales son de Venezuela (355.339 migrantes), seguido por Estados Unidos (4.863); Ecuador (2.499); España (2.348); Chile (1.299); Argentina (1.234); México (1.152); Panamá (1.112); Brasil (1.088) y Perú (868).
Gráfico 2
Inmigración Internacional reciente (2018)
Fuente: Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE- (2018)
Por otro lado, los datos del Ministerio de Relaciones Exteriores (2019), en su boletín anual de estadísticas de flujos migratorios, señala el “ranking” de extranjeros según el país de nacionalidad (gráfico 3).
Gráfico 3
País de nacionalidad de entrada de extranjeros
Fuente: Migración Colombia (2018).
El gráfico 3 indica que al país han entrado 1.359.815 extranjeros provenientes de Venezuela, seguido de Estados Unidos con 650.464 extranjeros; del país que menos personas han entrado a Colombia es de Panamá con 105.510.
La tabla 1, entrada al extranjero por actividad autorizada, se nota que un gran número de personas ingresan por turismo (3.271.654); por negocios (313.028); por eventos (93.462); por capacitación (54.076); por trabajo (48.189); residente (39,524); por tratamiento médico (23.736); por estudios (19.131); por cortesía (18.321); beneficiario (17.693); temporal conyugue (17.322); otros (235.430).
Tabla 1
Entrada de extranjeros según actividad autorizada
Actividad Autorizada |
2018 |
Turismo |
3.271.654 |
Negocios |
313.028 |
Eventos |
93.462 |
Capacitación |
54.076 |
Trabajo |
48.189 |
Residente |
39.524 |
Tratamiento Médico |
23.735 |
Estudios |
19.131 |
Cortesía |
18.321 |
Beneficiario |
17.693 |
Temporal Cónyuge |
17.322 |
Otros |
235.430 |
Total |
4.151.565 |
Fuente: Migración Colombia (2018)
En lo relacionado con el emprendimiento femenino, este ha estado signado, a través de los años, en todos los países de la Región, por los marcados roles de género que han asumido las mujeres en relación con los hombres (Kargwell, 2012) y el difícil acceso, por su misma condición de mujeres, a beneficios económicos. Estos han sido los principales obstáculos para que las mujeres no emprendan o emprendan con gran dificultad (Likadi, 2004; Castiblanco, 2013; Ortiz, Camargo y Duque, 2015; Díaz, 2017).
El significado de la palabra emprendimiento hay que buscarlo en el francés “entrepreuner”. Fue Richard Cantillon, economista irlandés-francés autor del libro “Essay upon the Nature of Comerce in General” (1775) quien introdujo por primera vez, en la literatura económica del siglo XVIII, el término “entrepreneur” (Castillo, 1999; Cardona, et al, 2008) y se refiere al tipo de personas que tienen iniciativas encaminadas a la generación de nuevos productos, no esperan un retorno seguro de las ganancias y asumen riesgos (Dyer, 1993; Cardona, et al, 2008). En este contexto, el emprendimiento femenino se concibe para este estudio como aquellas iniciativas individuales o comunitarias que impulsan a las mujeres a asumir riesgos, incluso el riesgo de ser mujer y migrante, y desarrollar proyectos comerciales o sociales que satisfagan sus propias necesidades, las de sus familias, y las de sus comunidades.
En cuanto al perfil de las mujeres emprendedoras en Colombia (Gráfico 4), de acuerdo con la Cámara de Comercio de Bogotá (2018), la mitad de los diagnósticos para fortalecimiento empresarial realizados por mujeres se concentran en los servicios y la mayoría de las mujeres que accede a los servicios de fortalecimiento empresarial, según indica la Gráfico 5, tienen formación profesional y 38 años en promedio.
Gráfico 4
Perfil de la mujer emprendedora
Fuente: Cámara de Comercio de Bogotá, (2018)
Finalmente, en la Gráfico 6 se muestra el porcentaje de mujeres propietarias de sus emprendimientos. El 66.1% son propietarias; el 12.9% son gerentes; el 4.3% son administradoras; el 3.9% son representantes legales, entre otras. No se discrimina si son mujeres emprendedoras extranjeras o no. Hecho que indica la falta de estudios que caractericen y den cuenta de los aportes que las mujeres emprendedoras migrantes hacen al país que las acoge.
Gráfico 6
Mujeres propietarias de sus emprendimientos
Fuente: Cámara de Comercio de Bogotá (2018)
4. Construcción de subjetividades en torno a los fenómenos de vulnerabilidad y resistencia
La subjetividad es el resultado de factores de índole social. Se construye en relación con los otros y está motivada por las prácticas cotidianas que conGráficon la visión del mundo de los sujetos en comunidad. La subjetividad es entonces el resultado de las prácticas discursivas de los sujetos en torno a sus creencias, sus estereotipos, sus miedos, sus expectativas, sus valores, en fin, de todos las acciones propias de la actividad humana que se expresan de manera discursiva y que inciden en la construcción, también, de la subjetividad de los otros. Se puede afirmar, en consecuencia, que la “subjetividad individual y social se construye en la interrelación entre el hombre y su contexto social y natural, en el marco de su actividad cotidiana. Es, por tanto, un producto histórico-cultural” (Hernández, 2004:3).
La construcción subjetiva conlleva también al reconocimiento de sí mismo frente a los otros. Puesto que es una construcción, no es fija, sino que se moldea de manera permanente dependiendo de los contextos, del tipo de relaciones, de las experiencias vividas, de las expectativas, de los sueños, en fin, de las motivaciones intrínsecas al sujeto, pero también de los factores discursivos externos en los que este construya el “mundo de la vida”. Briuoli (1997:83) señala que:
…la subjetividad además de construirse de manera permanente, moldea nuestros cuerpos, mentes y relaciones sociales. Entonces, el modo en que se construya la subjetividad de cada individuo, así como el modo en que se transita este proceso, es resultado de un proceso de construcción social. Depende de los significados que se le asignen en cada cultura, en cada momento histórico, en cada contexto sociocultural.
Las mujeres históricamente han construido su subjetividad en sociedades patriarcales fuertemente marcadas por discursos dominantes. Los estereotipos de género, y la violencia producto de estos, han vulnerado los derechos de miles de mujeres. La historia está marcada con la lucha que, frente al reconocimiento de ser sujetos de derecho, han tenido que librar y que aún hoy no se detiene. Esto porque las mujeres continúan siendo objeto de violencia física, psicológica, sexual, económica; y siguen siendo discriminadas en el trabajo, en el estudio, en la calle, en el seno mismo de sus familias. Las mujeres y las minorías, incluídas las minorías sexuales, están, como señala Butler (2006:46), “como comunidad, sujetas a la violencia, expuestas a su posibilidad o a su realización. Esto significa que en parte cada uno de nosotros se constituye políticamente en virtud de la vulnerabilidad social de nuestros cuerpos -como lugar de deseo y de vulnerabilidad física, como lugar público de afirmación y de exposición−”.
En este orden de ideas, la vulnerabilidad es una construcción social y “política” en función de la exposición de nuestros cuerpos (Butler, 2006); pero también en relación con la construcción subjetiva que se ha construido, histórica, social y culturalmente, como sujetos en relación con lo que significa el cuerpo (de mujer) en los distintos momentos históricos. Y puesto que la condición de vulnerabilidad puede acarrear violencia y muerte sobre los cuerpos, “estamos autorizados a reclamar autonomía sobre ellos” (Butler, 2006: 51); a reclamar libertad, en una palabra, a reclamar derechos.
Sin embargo, la vulnerabilidad parece incrementarse cuando además de ser mujer, se adquiere el estatus de migrante; la exposición, como señala Butler (2006), se exacerba no sólo bajo ciertas condiciones políticas o sociales causantes de la migración; sino, también, en relación con las condiciones políticas y sociales del país receptor y las subjetividades con las que se relaciona.
La vulnerabilidad exige reconocimiento. No obstante, ese reconocimiento instiga una transformación; exige, en palabras de Butler (2006: 72), un futuro siempre en relación con el Otro. También significa poner en juego el propio ser y persistir en él, en la lucha por el reconocimiento”. Esta lucha por el reconocimiento del propio ser en relación con el Otro, es lo que podríamos llamar el fenómeno de la “resistencia”. Resistir, como acto político, significa estar dispuestos a actuar en función de la trasformación de la subjetividad de los otros y en concordancia con lo que ven, conciben, piensan, del cuerpo (mujer) vulnerable. La vulnerabilidad, como forma de movilización social mueve y provoca la resistencia.
En tal sentido, la vulnerabilidad no se debe entender como estado de indefensión, sino como construcción subjetiva resultado de circunstancias políticas y sociales determinadas por campos discursivos de poder que regulan nuestras vidas en sociedad. Por ello, la resistencia es su antítesis, es la que transforma la vulnerabilidad en lucha. Resistir es, en último término, la acción del ser (mujer en este caso) hacia la búsqueda del reconocimiento como sujeto de derechos.
5. Motivaciones de la migración, situaciones de exclusión, miedo y riesgos sufridos por el proceso migratorio de mujeres en Colombia
En relación con el análisis sociodemográfico de las mujeres migrantes entrevistadas se logra determinar que el rango de edad está entre los 25 y los 50 años. Las mujeres que superan los 40 años llevan entre 6 y 13 años viviendo en Colombia; el 25% son casadas y el 75% son solteras; el 100% son mujeres profesionales (contadoras, administradoras, coaching, licenciadas, chefs, entre otras); el 100% son de países de la región y el 100% ubican sus emprendimientos en el sector de servicios, tienen actualmente el estatus de residentes y su estrato socioeconómico en Colombia es medio y medio alto (4,5). Es importante señalar que estas mujeres antes de crear su propio emprendimiento fueron cajeras, cocineras, actrices, profesoras por horas, coaching personales, secretarias, secretarias de lavadero de autos o auto lavados, desempleadas, vendedoras de distintos tipos de productos (chocolates, por ejemplo), entre otras.
Para el análisis de las entrevistas se partió de los tres ejes o categorías de análisis: motivaciones de la migración; situaciones de exclusión, miedo y riesgos sufridos por el proceso migratorio y razones que las motivaron a emprender en Colombia. Para determinar las categorías, se siguió el proceso de “comparación constante” que, de acuerdo con Hernández Sampieri et al, (2008: 234) permite que el investigador vaya “otorgando significados -por similitud y diferencia- a los segmentos transcritos (unidades de análisis) y descubriendo categorías”.
Posteriormente, se determinaron subcategorías que surgieron de las unidades de análisis y que, al agruparse significativamente, dieron como resultado las categorías inclusivas. En la interpretación de los datos se tuvo en cuenta lo expresado por Bonilla y Rodríguez Sehk (2000: 269): “aseguramos que la evidencia sustentara nuestras interpretaciones, apoyándonos y ejemplificando con citas textuales consignadas en los datos” cuadro 1.
Cuadro 1
Sistema de categorías y subcategorías
Ejes o categorías |
Subcategorías |
Categorías inclusivas |
1.Motivaciones de la migración |
A1. Estudiar y trabajar. A2. Mejorar las condiciones de vida de la familia. A3. Situaciones políticas y económicas del país de origen. A4. Autonomía |
a). Mejorar la calidad de vida. |
2. Situaciones de exclusión, miedo y riesgos sufridos por el proceso migratorio. |
||
2.1. Situaciones de exclusión sufridas en el proceso migratorio. |
B1. Xenofobia B2. Dificultades para conseguir empleo B3. Comentarios incómodos. B4. En los procesos legales para tramitar la visa de residencia |
b) Manifestaciones Xenófobas |
2.2. Riesgos sufridos en el proceso migratorio. |
C1. Temor a violencia física. C2. Temor hurto. C3. Rechazo social C4. Temor a rechazo social y a la obtención de estatus legal permanente. |
c) Temor al rechazo social y a la violencia física |
2.3. Situaciones de miedo sufrido en el proceso migratorio |
||
2.4. Situaciones de exclusión sufridas al emprender en Colombia. |
D1. Ninguna D2. Discriminación por el país de origen D3. Miedo a robos por la inseguridad del país. D4. Fracasar y quedar sin empleo. |
d) Discriminación, miedo por a la inseguridad del país (extorsión) y al desempleo. |
2.5. Miedo sufrido al emprender en Colombia |
E1. Como en todo emprendimiento, el miedo a fracasar. E2. A perder la inversión hecha. E3. A no lograr las expectativas. E4. A tener que empezar de cero. |
e) Miedo al fracaso del emprendimiento |
2.6. Riesgos sufridos al emprender en Colombia |
F1. Confianza en las personas con las que se trabaja. F2. Es un riego conocer el nivel de compromiso de las personas con las que se trabaja. F3. Riesgo al fracaso. F4. Los créditos con los Bancos. |
f) Riesgo a confiar en las personas con las que se decide trabajar. |
3.Razones que las motivaron a emprender en Colombia |
G1. Mejorar la calidad de vida. G2. Aplicar los conocimientos. G3. Demostrar que las mujeres podemos crear y desarrollar negocios. G4. Salir adelante como mujer y como profesional. |
g) Capacidad de resistencia y empoderamiento |
Fuente: elaboración propia con base en las entrevistas realizadas
En este sentido, las categorías inclusivas se tomaron como proposiciones de análisis y permitieron generar procesos de interpretación relacionados con las motivaciones y situaciones que han tenido que enfrentar las mujeres migrantes emprendedoras en Colombia.
a) Mejorar la calidad de vida
Con la categoría calidad de vida se hace referencia al estado de bienestar que tiene o busca una persona a partir de la satisfacción de sus necesidades básicas en las que se incluye, para la población mujer - migrante, valores como el respeto y el reconocimiento de sus capacidades. En este contexto, las mujeres entrevistadas, en su gran mayoría, manifiestan que han emigrado para mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Al respecto, algunas de ellas señalan: “las condiciones de vida de mi país no son las mejores. Tenía que salir de allí para buscar nuevas expectativas de vida”; “salí de mi país acompañando a mi esposo. A él le habían dado trabajo en Colombia y toda la familia, bueno, mis dos hijos y yo, llegamos al país con él”; “Salí porque quería ser más independiente de mi familia. Llegué a Colombia a estudiar una especialización y luego empecé a trabajar. Luego me enamoré y me casé”; “salí por la carencia de calidad de vida”; salí porque me enamoré de un colombiano y me casé”; “quería conocer este maravilloso país”.
b) Manifestaciones xenófobas
Los fenómenos de exclusión sufridos, sentidos o temidos, por las mujeres migrantes entrevistadas para el presente estudio están relacionados con las diversas manifestaciones xenófobas. Es importante señalar que las mujeres temen a la violencia física, a ser robadas, explotadas o a ser excluidas socialmente. El grado de manifestación xenófoba está dado por, el estado civil (las casadas sienten menos temor a la violencia física que las solteras, por ejemplo) el nivel de estudios, el estatus migratorio y el estrato socioeconómico que ocupan en el país receptor. En este caso, Colombia. Por ejemplo, una de las mujeres entrevistadas manifestó que “Cuando llegué a Colombia tenía miedo a ser víctima de hurto o de muerte”.
c) Temor al rechazo social y a la violencia física
Las mujeres exponen su temor más que al rechazo social, a la invisibilización social y a las manifestaciones violentas. Esto significa temor al no reconocimiento de su vulnerabilidad (Butler, 2006) y a las expresiones de odio que puedan desprenderse de este. Este temor nace dado que se sienten pertenecientes a la categoría de lo que Emcke (2017:14) llama “lo otro”, lo que oprime o amenaza “lo propio”; lo “otro” se concibe como la fantasía de un poder supuestamente peligroso o de algo supuestamente inferior…el otro es aquel a quien cualquiera puede denunciar, despreciar, herir o matar impunemente”.
d) Discriminación, miedo por a la inseguridad del país (extorsión) y al desempleo
Si bien muchas de las mujeres entrevistadas manifestaron que no sintieron ningún tipo de exclusión al emprender en Colombia, sí dejaron entrever las preocupaciones latentes en el proceso: “discriminación”, “miedo por la inseguridad del país”, “temor a ser extorsionadas”. Pues si bien todas reconocen las bondades de Colombia para los migrantes, también reconocen que es un país violento por la presencia de grupos al margen de la ley y el narcotráfico; finalmente, es continuo el temor “a fracasar”, a “que el negocio no sea rentable” y “temor a quedar desempleadas”.
e) Miedo al fracaso del emprendimiento
Como en toda iniciativa emprendedora, el miedo a fracasar es una constante. Este miedo está, a la vez, relacionado con los riegos que se corren para emprender en un país ajeno al propio. En tal sentido, las mujeres entrevistadas no solo sienten el miedo propio de lo que significa ser mujer y emprender en contextos como Colombia, sino que, también, se agrega la variable migrante. “Mujer”, “migrante” y “emprendedora” es una triada de categorías que poco a poco se han ganado el reconocimiento de derechos y el ejercicio de lucha (resistencia) de procesos de inclusión. Eso significa que el emprendimiento, particularmente en Colombia, es una manera para incluir a las personas migrantes y hacerlas parte de la sociedad. A pesar de lo que ellas, algunas de las mujeres entrevistadas, señalan: “Nos ha pasado de todo”.
f) Riesgo a confiar en las personas con las que se decide trabajar
Se comprende, en este análisis, la confianza como la acción intencionada de establecer vínculos interpersonales o laborales que permitan adecuados niveles de interacción personal y social. Esta categoría da cuenta, en dimensiones distintas, de los roles que se asumen para confiar en “los otros”. La confianza, por tanto, se construye sobre valores relativos y sobre claros principios de empatía hacia los otros. En este contexto, y de acuerdo con las entrevistas realizadas, el emprendimiento se constituye como una estrategia creadora de confianza sobre la base de tres principios o valores: responsabilidad, honestidad (honradez) y compromiso. Las mujeres, al respecto, manifiestan que al iniciar sus emprendimientos siempre les fue difícil confiar en las personas que contratarían o con las cuales se relacionarían para trabajar con ellas. “Siempre estuve dispuesta a confiar, pero temía no encontrar la gente adecuada”, afirma una de las mujeres entrevistadas; sin embargo, “la confianza en este tipo de iniciativas con temor y cautela se construye día a día”, afirma otra.
g) Capacidad de resistencia y empoderamiento
La resistencia se entiende, en este artículo, como un acto político de lucha por el reconocimiento de ser sujetos de derechos. El empoderamiento, por su parte, se refiere a la capacidad de transformación de la vulnerabilidad en función de la exigencia de derechos y libertades para el cumplimiento de las metas o de los sueños. Se refiere también a la anulación de paradigmas de género que han confinado a la mujer a la reproducción y han invisibilizado su esencia, su cuerpo y su discurso. Al respecto, las mujeres entrevistadas coinciden en afirmar que las razones que las motivaron a emprender en Colombia tienen que ver con su “desarrollo profesional”; con “hacer realidad su proyecto de vida”; “por la experiencia que tienen en temas de emprendimiento”; “Por mi familia en México, donde no creen en la mujer, ni para estudiar o para trabajar… a uno lo tienen para casarse y tener hijos…decidí demostrar que sí podía, estudiando y trabajando al tiempo”; “porque me encanta trabajar y, me gusta el dinero”; “Colombia es un país de gente maravillosa, mujeres increíbles que me han enseñado que ser independiente es bueno, que ser culta es valioso y que tener dinero es libertad”; “he aprendido a ser colombiana sin dejar mi nacionalidad a un lado…pero, pago impuestos, hago empresa, reciclo, participo , enseño y creo empresa”; “tuve que salir de mi país por su situación y las ganas de no dejar que eso me arrastrara. Me tocó inventarme aquí”.
6. Conclusiones
El trabajo desarrollado con las mujeres migrantes permite, en primer lugar, dejar abierto un campo de estudio poco estudiado en el contexto académico y que tiene que ver con el aporte que las mujeres migrantes emprendedoras, por tipo de empresa (grande, mediana, pequeña) por sectores, por regiones, le han hecho y le están haciendo al desarrollo social, económico y cultural del país.
En este mismo sentido, escasos estudios sobre mujeres emprendedoras migrantes dan cuenta de las dificultades que muchas de ellas tienen que enfrentar antes de emprender: situaciones de exclusión, miedo, engorrosos trámites tanto migratorios como en el proceso de emprendimiento, desempleo, insultos, invisibilización, entre otros fenómenos producto de sentimientos xenófobos combinados con manifestaciones discriminatorias por ser mujeres, por el color de su piel, por su identidad de género y por el país de origen. Es evidente, en estas mujeres, su capacidad para resistir y superar el impacto psicológico, social y económico de la frontera, y de su nuevo país, y el estado de incertidumbre y soledad ante lo desconocido.
Asimismo, se ha notado que la polisemia en la que se sumerge el término frontera traza un antes y un después de ciudadanas que deciden traspasarla en búsqueda de nuevos horizontes para sus vidas y para las de sus familias. Las mujeres migrantes entrevistadas vieron en la frontera una oportunidad y “lo arriesgaron todo”, como señala alguna de las entrevistadas, por amor o para no dejarse arrastar por la situación política o de exclusión de sus países de origen.
En relación con las mujeres migrantes emprendedoras, manifiesta el emprendimiento femenino como aquéllas iniciativas individuales o comunitarias que impulsan a las mujeres a asumir riesgos (entre ellos los de ser migrante) y desarrollar proyectos comerciales o sociales que satisfagan sus propias necesidades, las de sus familias, y las de sus comunidades.
Lo verdaderamente significativo es el aporte social y económico que la mujer migrante trabajadora hace al país receptor. Lo anterior deja claro que la migración es positiva cuando se logra reconocer las capacidades de las mujeres y se ofrecen oportunidades de integración. Por ello, se puede afirmar que emprender en Colombia es un paso para el reconocimiento de derechos y el ejercicio de proceso de inclusión de las personas migrantes: “he aprendido a ser colombiana, pago impuestos, hago empresa, reciclo, participo, enseño y así contribuyo y doy ejemplo a mis hijos para hacer lo mismo en el futuro”, concluye una de las mujeres participantes del estudio.
Finalmente, con el análisis de las entrevistas, y a partir de la interpretación de las categorías inclusivas, se ha podido determinar que las mujeres migran con el propósito de mejorar su calidad de vida y la de sus familias. No obstante, se encuentran con manifestaciones xenófobas que crean miedo y desorientación en sus propósitos. Muchas incluso temen al maltrato físico y a la muerte. Lo anterior por dos categorías claramente expuestas en este artículo, ser mujeres y ser migrantes. Categorías en las que se enmarca el rostro de “lo otro”, “lo foráneo”, “lo extraño”, en consecuencia, “lo peligroso” o “lo poco fiable”. Por ello, las mujeres migrantes, durante el proceso migratorio, son víctimas del miedo a la invisibilización social (particularmente, las mujeres casadas) a la violencia física (particularmente, las mujeres solteras) a los discursos discriminatorios y al fracaso de sus metas, de sus sueños. No obstante, vale la pena resaltar, de estas mujeres, su capacidad de resiliencia, de lucha y de persistencia para ser lo que son hoy, mujeres colombianas orgullosas de sus lugares de origen y orgullosas de contribuir con su trabajo al país receptor.
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