Factores psicosociales durante el confinamiento por el Covid-19 – Perú
Apaza P., Cynthia M.1
Seminario Sanz, Roberto Simón2
Santa-Cruz Arévalo, Johanna Elena3
1 C.D. a Doctor en Economía y Políticas Públicas. Lic. Administración y Marketing. M.Sc. Docente Auxiliar de la Universidad Nacional de Frontera, Facultad de Administración Hotelera y de Turismo, Sullana-Perú. Correo electrónico: capaza@unf.edu.pe Código ORCID 0000-0002-5524-2627.
2 Ing. Ingeniero Agroindustrial e Industrias Alimentarias. Mag. Docente Auxiliar de la Universidad Nacional de Frontera, Facultad de Ingeniería de Industrias Alimentarias, Sullana-Perú. Correo electrónico: rseminario@unf.edu.pe Código ORCID 0000-0003-3427-2891.
3 Lic. Administración Hotelera, Turismo, Ecoturismo y Gastronomía. M.Sc. Docente de la Universidad Nacional de Frontera, Facultad de Administración Hotelera y de Turismo, Sullana-Perú. Correo electrónico: jsantacruz@unf.edu.pe Código ORCID 0000-0003-0213-5534
1. A manera de introducción
En 12 de diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud de Wuhan, provincia de Hubei en la República Popular de China, hizo público un reporte de 27 casos de personas con una neumonía viral (Hui et al, 2020; Rodriguez-Morales et al, 2020). El Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCDC) identificó un nuevo beta-coronavirus denominado 2019-nCoV, siendo nombrado oficialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como enfermedad por coronavirus (Covid-19) el 11 de febrero de 2020, convirtiéndose así en una amenaza global por su rápida propagación, y un problema de salud pública (Jung & Jun, 2020; Nishiura et al., 2020; Xie & Chen, 2020).
Como enfermedad respiratoria desconocida, se convirtió en una prioridad, sin manual de tratamiento y control para los países afectados (Suganthan, 2019)a new type viral pneumonia cases occurred in Wuhan, Hubei Province; and then named \”2019 novel coronavirus (2019-nCoV. Es así, que el 11 de marzo de 2020, la OMS decreta el estado de pandemia (OMS, 2020).
En Perú, desde el 06 de marzo hasta el 09 de mayo, se han reportado 65.015 casos confirmados y 1.814 muertes (Plataforma digital única del Estado Peruano, 2020), pese a las medidas adoptadas, la realidad no es distinta a la de otros países. En ese contexto, la OMS recomendó limitar los traslados a lugares fuera de su lugar de residencia para evitar una posible propagación; situación que ha conllevado a los gobiernos a implementar aislamiento social obligatorio, bajo normativas de alcance nacional (Ayala et al, 2018, Harapan et al, 2020; Palacios Cruz et al, 2020), decisión compartida por la mayoría de expertos dada la experiencia en China (Jiménez-Pavón et al., 2020; Mukhtar, 2020; Valero-Cedeño et al, 2020)SARS-CoV-2 o COVID-19.
Como señala Cava et al, (2005), los epidemiólogos de salud pública se basan en modelos matemáticos y marcos éticos para determinar si la cuarentena a gran escala es un curso de acción razonable tanto para la efectividad en contener epidemias, como en relación con sus costos sociales. Bajo esa premisa, las medidas adoptadas por la mayoría de gobiernos deben tener resultados efectivos. No obstante, sería importante conocer si también son considerados factores como la cultura local, la tipología de familia y el grado de vulnerabilidad de cada ámbito de acción.
Empleando las palabras de Brooks et al, (2020); Chatterjee y Chauhan (2020), la cuarentena es la separación y restricción del movimiento de personas que han estado expuestas a una enfermedad de alto contagio para determinar si se enferman, reduciendo así el riesgo de que infecten a otros. Definición que difiere de aislamiento, que implica la separación de las personas que han sido diagnosticadas con una enfermedad de alto contagio, de personas que no están enfermas.
A nivel social, las medidas adoptadas pueden conducir a trastornos psicológicos y psiquiátricos como el estrés postraumático, confusión, frustración, depresión, ansiedad, trastornos de pánico y de conducta, por factores como separación de la familia, dolor, duelo, soledad, vergüenza, culpa, ira, miedo, xenofobia, histeria colectiva, desinformación en las redes sociales, inseguridad financiera, la estigmatización y otros problemas de salud mental como afirman (Choi et al, 2017; Egan et al, 2008; Sood, 2020; Zhu et al, 2020)tabulated and synthesised. Results. Thirty-one reviews met our inclusion criteria. These explored a variety of psychosocial factors including social support and networks, social capital, social cohesion, collective efficacy, participation in local organisations - and less favourable psychosocial risk factors such as demands, exposure to community violence or anti-social behaviour, exposure to discrimination, and stress related to acculturation to western society. Most of the reviews focused on associations between social networks/support and physical or mental health. We identified some evidence of favourable psychosocial environments associated with better health. Reviews also found evidence of unfavourable psychosocial risk factors linked to poorer health, particularly among socially disadvantaged groups. However, the more robust reviews each identified studies with inconclusive findings, as well as studies finding evidence of associations. We also identified some evidence of apparently favourable psychosocial risk factors associated with poorer health. Conclusion. From the review literature we have synthesised, where associations have been identified, they generally support the view that favourable psychosocial environments go hand in hand with better health. Poor psychosocial environments may be health damaging and contribute to health inequalities. The evidence that underpins our understanding of these associations is of variable quality and consistency. Future research should seek to improve this evidence base, with more longitudinal analysis (and intervention evaluations que requerirán una intervención efectiva ante una crisis psicológica posterior para el individuo y la sociedad (Duchaine et al, 2017; Ho et al, 2020)including adverse psychosocial work factors, could contribute to the development of MHP including psychological distress. However, the contribution of psychosocial work factors to social inequalities in MHP remains unclear. This study evaluates the contribution of psychosocial work factors from two highly supported models, the Demand-Control-Support (DCS.
Ante ello, las personas mayores tienen una desventaja social, por motivo de su edad y de la situación de confinamiento producto del Covid-19; situación casi similar a un estudio realizado por Pastor Seller y Torres Torres (2017) en personas mayores de edad privadas de su libertad. Sumado a ello, la no disponibilidad de una vacuna, y de medicamentos efectivos contra el virus del SARS-CoV-2, consideraron el aislamiento social obligatorio como el único remedio conocido para la sociedad (Thakur y Jain, 2020).
En la actualidad, los pacientes usualmente presentan síntomas como remordimiento, resentimiento, soledad e impotencia, depresión, ansiedad, fobia, enfado y privación de sueño, hasta ataques de pánico, según un estudio donde el 48% de los pacientes confirmados con Covid-19 presentaron estrés psicológico en la fase inicial afirma (Liang, 2020). Siendo necesario contar con una línea base con enfoque prospectivo para comprender los reales efectos psicosociales de la pandemia (Mak et al, 2010: 596), y que permita diseñar e implementar políticas públicas de salud mental durante brotes de enfermedades infecciosas (Tracy, Rea & Upshur, 2009)pandemic influenza.
Otro estudio chino, tuvo como objetivo examinar el impacto emocional de la cuarentena en niños y adolescentes de Italia y España, donde participaron 1.143 padres de niños y adolescentes entre 3 y 18 años, se observó que el 85.7% de los padres percibieron en sus hijos síntomas como dificultad para concentrarse (76.6%), aburrimiento (52%), irritabilidad (39%), inquietud (38.8%), entre otros, en tanto, los padres españoles manifestaron más síntomas que los padres italianos (Pate et al., 2017). El estudio sugiere detectar a tiempo a los niños y adolescentes con problemas emocionales y de comportamiento a fin de mejorar su bienestar psicológico (Orgilés et al, 2020).
Frente a diversos factores psicosociales con los que tienen que lidiar las personas infectadas y no infectadas en epidemias de enfermedades infecciosas emergentes es indispensable evidenciar las necesidades de salud mental de todas las poblaciones (Torales et al, 2020; Zhang et al, 2020). Como respuesta a esta necesidad, la provincia de Sichuan publicó un manual de intervención psicológica y autoayuda, además de la apertura de varias líneas telefónicas de asistencia psicológica y de consulta, así como la transmisión de programas para aliviar sus emociones negativas (Zhou, 2020).
En China y Corea del Sur, actualmente se brindan servicios de asesoramiento psicológico con base en Jung y Jun (2020); Liu et al, (2020), por medio de aplicaciones, teléfonos inteligentes, chat online (Carvalho et al, 2020). Entre tanto, Mamun y Griffiths (2020) proponen intervenir problemas de salud mental por medio de la telemedicina, y no dejar de lado la ayuda básica de alimentos y medicamentos a sectores vulnerables; que muchas veces se convierten en causas del problema. En un estudio canadiense, realizado por Asmundson y Taylor (2020) donde participaron 1.354 personas adultas, se revela que el 33% no considera que su sistema de salud esté preparado para una nueva epidemia en situaciones similares al Covid.19, lo que da lugar a otra epidemia que se propaga rápidamente en la personas la “coronofobia”, que describe el miedo a contraer Covid-19.
Otro estudio en Bangladesh, realizado por Ahorsu et al. (2020)worries, and anxiety among individuals worldwide. The present study developed the Fear of COVID-19 Scale (FCV-19S destaca que aún no se conoce cuál es el nivel de miedo al Covid-19, presumiendo que los niveles son más altos en los países con más muertes evidentemente. En tanto, Pate et al. (2017) considera que el miedo psicológico conlleva a un comportamiento sedentario convirtiéndose en un riesgo inherente, que se asocia con enfermedades como la diabetes tipo II y la obesidad (Lafrenz et al, 2018).
Para el Hindustan Times citado por Goyal et al, (2020) el proporcionar información verdadera, podría evitar situaciones no deseadas como es el caso de un hombre de 50 años que producto del pánico y miedo decidió ahorcarse, posterior al hecho el paciente fue diagnosticado con una enfermedad viral que se correlacionó con el Covid-19 erróneamente.
En consecuencia, Huarcaya (2020) revela que durante la fase inicial de la pandemia del Covid-19, fue frecuente la presencia de ansiedad, depresión y reacción al estrés en individuos, familias y sociedad. Por tanto, el presente estudio tiene como objetivo identificar los factores psicosociales como el estrés, la depresión y ansiedad durante el confinamiento por el Covid-19, Perú.
2. Factores psicosociales ante el confinamiento por el Covid-19: Consideraciones teóricas
A nivel de los factores psicosociales, Chu et al, (2018) (Chu, Lin, Lin, & Wen, 2018), considera que la atención médica, debe centrarse no solo en las enfermedades físicas, sino también en las narrativas psicosociales de los pacientes; de esta forma, estudios realizados han evidenciado 108 problemas psicosociales en pacientes bajo este enfoque. Los factores psicosociales se convierten en determinantes de longevidad, siendo los estados emocionales positivos aspectos influyentes para los resultados de salud física.
En el ámbito laboral, los factores psicosociales, se relacionan con la productividad del trabajador (Cequea y Núñez, ٢٠١١)dicha influencia implica procesos psicológicos y psicosociales complejos de cuantificar que constituyen los factores humanos. El objetivo general de la investigación, es analizar los factores humanos y su influencia en la productividad, vista desde la perspectiva de tres unidades diferentes; individuo, grupo y organización. Para tal fin, se plantearon tres modelos diseñados con relaciones causales diferentes, a objeto de determinar el modelo que mejor explica esta influencia. La metodología utilizada fue explicativa de tipo experimental. El método aplicado fue el hipotético deductivo. Se compararon tres modelos utilizando la técnica de modelos rivales de la metodología de Ecuaciones Estructurales. Este criterio permite contrastar modelos a fin de determinar el de mejor ajuste. El resultado determinó que los tres modelos presentan ajustes razonables de aceptación y explican las relaciones causales planteadas y su influencia en la productividad. Del análisis de los ajustes de los tres modelos se concluye que el Modelo B es el que mejor explica la relación de los factores humanos y la productividad.”(Cequea & Núñez Bottini, 2011, toda vez que muchos empleadores han implementado hoy, el trabajo remoto en sus empresas, siendo ya una tendencia a corto y mediano plazo.
Uno de los principales factores psicosociales, está representado por el estrés, definido por la Organización Mundial de la Salud, citando a Hugo et al. (2014) como el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción. En la opinión de Sweeney (2013); Pérez et al, 2014) es una reacción no específica del organismo a cualquier cambio generado en este, debido a acontecimientos positivos o negativos.
El estrés y los trastornos emocionales, afecta a las personas en sus diferentes etapas de vida. En el caso particular de jóvenes estudiantes, el estrés se considera una problemática importante a nivel mundial (Bedoya-lau, Matos y Zelaya, (2014), que se puede reflejar en reacciones psicológicas, físicas y de comportamiento. Al respecto, Domínguez et al, citado por Hugo et al., (2014) clasifican como fuentes de estrés, elementos ambientales, familiares y aspectos laborales e interpersonales; fuentes éstas, que, ante una pandemia, pueden combinarse mostrando explicaciones multicausales en un individuo o familia confinada.
A nivel de los estudiantes, las reacciones estresantes más frecuentes son la somnolencia, la inquietud y aumento o reducción del consumo de alimentos (Hugo et al, (2014). Desde la posición de Beery y Kaufer (2015), cada día interactuamos con el estrés, y nuestro comportamiento social cambia, enfatizando que el virus ha afectado a nivel psicológico, a quienes luchan por sobrevivir, a los que se quedan en casa durante la cuarentena, a los desfavorecidos de la economía, y a los que han perdido sus trabajos; bajo estas circunstancias, resulta evidente la presencia de factores estresantes para las familias.
Las familias se han reinventado, por necesidad o no, considerando que una vida familiar con buenas relaciones ayudará a disminuir posibles factores psicosociales. No obstante, el aislamiento social ha obligado a repensar el comportamiento familiar, siendo necesario en esta situación de confinamiento, el apoyo familiar, tanto desde la perspectiva emocional, como a nivel económico. La pandemia del Covid-19, ha demostrado que un núcleo familiar sólido y estable es de vital importancia en la sociedad, no solo durante los buenos tiempos, sino también durante momentos difíciles (Gunes, 2020).
Otro factor psicosocial, importante es la ansiedad, la cual proviene de la percepción de eventos incontrolables, ante los cuales se sugiere realizar actividades controlables como cuidar la higiene, comer saludable, hacer ejercicios, bailar, leer libros, entre otros (Mukhtar, 2020). El aislamiento social induce mucha ansiedad en muchos ciudadanos de diferentes países (Thakur y Jain, 2020), destacando los autores que los más vulnerables son los que tienen problemas de salud mental (depresión), y adultos mayores que viven en soledad y aislamiento; aludiendo que tienen pensamientos suicidas extremos.
A lo anterior, se suma la depresión, definida como un trastorno mental y emocional (J. Li et al, 2015). Surge de una interacción de factores biológico, psicológicos y sociales (Ellis et al, 2017); y se constituye en un factor de riesgo en personas mayores (65 años y más), a quienes asumen la soledad como un factor psicosocial de riesgo permanente en ellos.
Los factores psicosociales, están presentes desde la individualidad del ser humano, siendo vulnerables en los ámbitos familiar, laboral y social. Sobrepasar las capacidades de las personas produciendo agotamiento, depresión o estrés laboral, representa riesgos psicosociales importantes que afectan la salud (Orozco et al, 2019). Según plantea Tsutsumi (2004), proponer métodos para evaluar, prevenir y controlar el estrés relacionado con el trabajo y sus efectos sobre la salud, es fundamental. Por tanto, la salud y el trabajo son derechos humanos fundamentales, por lo que resulta inaceptable la perdida de uno de ellos, en el ejercicio del otro (Luz et al, 2019).
3. Estrés, depresión y ansiedad en tiempos de confinamiento: Cifras de estudiantes de una Universidad Pública de Perú
Partiendo de una exploración realizada bajo un diseño no experimental, cuantitativo-descriptivo, transversal y correlacional con muestreo no probabilístico por conveniencia, se recopiló la opinión de 296 estudiantes universitarios de pregrado del 2º al 9º ciclo, a quienes se les remitió una encuesta online entre los meses de abril y mayo de 2020. De un total de 296 estudiantes universitarios, el 66,2% fueron mujeres y el 33,8% varones, con edades entre 20 y 30 años (53%) en mayor proporción, y entre 15 y 19 años (47%),
El estudio da cuenta de la presencia de estrés, depresión y ansiedad en los estudiantes universitarios en una situación de confinamiento derivada de la situación pandémica por la presencia del Covid-19, de mayor incidencia en mujeres, que en varones; y, donde la fatiga y el insomnio fueron los síntomas más significativos en estudiantes con prevalencia de estrés, depresión y ansiedad.
Con respecto al estrés, estuvo presente en el 37,8% de los estudiantes, los síntomas y reacciones físicas, psicológicas y de comportamiento más significativas fueron: cansancio o fatiga la mayoría del tiempo, incluso aun después de dormir (10,8%); sentir que los recursos propios son insuficientes para afrontar las situaciones difíciles (10,5%); trastornos del sueño como pesadillas o insomnio (9,5%); falta de motivación para emprender tareas académicas o laborales (9,8%); cefalea o dolor de cabeza (7,4%); sensación de falta de energía en la realización de tareas diarias (7,1%); sensibilidad excesiva ante eventos cotidianos (7,1%); y enfocado en aspectos negativos del futuro o el pasado (7,1%) durante los últimos 30 días en situación de confinamiento producto del Covid-19.
Se puede afirmar, en función de los resultados obtenidos, que las mujeres son más vulnerables al estrés en una situación de aislamiento social obligatorio producto del Covid-19 que los varones.
Con respecto a la depresión, del total de estudiantes el 45,9% se localizó en la condición de depresión leve4, de estos el 30,1% son mujeres y el 15.9% varones. Un 48% en depresión moderada, de estos el 31,4% mujeres y el 16,6% varones. En tanto, el 4,1% en depresión grave, siendo la mayor cantidad de datos distribuidos entre depresión leve y moderada; y, con mayor incidencia de depresión entre leve y grave en mujeres que en varones.
Los síntomas somáticos y cognitivos más significativos asociados a la depresión fueron: sentimiento de esperanza en el futuro (43,2%), insomnio (23,3%), el (18,9%) refirieron comer igual que antes del confinamiento obligatorio, un (15,9%) manifestaron sentirse que todavía disfrutan de las cosas que solían hacer antes, y un (15,5%) dijeron sentir que se irritan más de lo normal. Además, el (55,1%) refirió que nunca o muy pocas veces ha notado pérdida de peso y el (31,1%) que nunca o muy pocas veces ha estado con la mente despejada. Entre los síntomas psicomotores les resulto fácil hacer todo lo que solían hacer antes (11,8%) y la intranquilidad (9,1%).
Finalmente, en relación a la ansiedad el 65,2% refirió tener ansiedad moderada5, de estos el 40,9% son mujeres y el 24,3% varones. El 26,4% se encontró en la condición de ansiedad con intensidad grave, de estos el 18,2% son mujeres y el 8,1% son varones. Un 8,1% reportó ansiedad total, de los cuales el 7,1% son mujeres y el 1% varones. De los datos analizados, se revela que las mujeres tienden a presentar mayor intensidad de ansiedad en una situación de confinamiento que los varones.
Los signos y síntomas más significativos relacionados a la prevalencia de ansiedad psíquica fueron el insomnio (15,9%), la fatiga (10,5%), el humor depresivo (10,1%) y sentirse ansioso con preocupaciones o temor a que suceda lo peor (8,8%). Para la prevalencia de ansiedad somática fueron la presencia de síntomas somáticos sensoriales como zumbido de oídos, visión borrosa (9,5%), síntomas somáticos musculares como dolores musculares, calambres (6,8%) y síntomas del sistema nervioso autónomo como boca seca, cefalea, erectismo piloso (piel de gallina) en un (6,8%).
4. Reflexiones finales
Una situación de confinamiento social obligatorio está directamente relacionado con la presencia de factores psicosociales como el estrés, la depresión y ansiedad, particularmente en estudiantes universitarios, afectando en mayor proporción a mujeres.
El abordaje de los factores psicosociales presentes durante la pandemia por el Covid-19, requieren de estudios a profundidad y en muestras más amplias, considerando diferentes segmentos de la población y de diferentes ámbitos geográficos, a fin de contribuir a intervenciones efectivas por medio de política públicas de salud mental en situaciones de confinamiento, denotando que la salud física es tan importante como la salud mental.
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