REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. 3ª época. Año 14, N° 40, 2023
Rosa María Medina Borges et al// Tribus urbanas y salud. Apuntes desde Cuba, 334-350
DOI: https://doi.org/10.46925//rdluz.40.19
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con un atuendo rayado. Por medio de esas lesiones catalizan el dolor y sienten placer o es una
conducta para ser aceptado por los integrantes como muestra de compromiso y tienen, además,
una tendencia suicida (Dávila, 2015).
La tribu repa, resulta muy peculiar por ser autóctona, pero con influencias del modo de
vestir y costumbres de los seguidores del Hip Hop, el Reguetón, y el Trap. Su nombre deriva de
la palabra criolla “reparto”, así se conocen los barrios capitalinos periféricos donde viven en lo
fundamental gente humilde. Son jóvenes que hacen vida social en la cuadra donde viven, se
reúnen para jugar dominó y compartir entre ellos. En ocasiones exhiben un lenguaje vulgar, usan
sus prendas de vestir anchas, pulóveres con brillos, manillas, prefieren la timba (género musical
bailable de origen cubano), el hip-hop y el reguetón y algunos bailan break dance. A veces
muestran mal comportamiento social en ómnibus, lugares públicos, gritan o hablan muy alto,
llevan bocinas con la música que escuchan imponiendo su consumo a los demás. Pueden
pronunciar ¨malas palabras¨ y en ocasiones algunos poseen comportamiento antisocial y
violento, con el uso de navajas, chavetas o cuchillos (Baños, 2009).
Los mikis de Cuba se asemejan a los que en otros países se denominan fresas, pijos o
chetos. Provienen por lo general de familias con buenos ingresos económicos, por lo tanto,
frecuentan sitios caros, con vestimentas de la última moda, son percibidos como banales,
superficiales, porque la tendencia es estar siempre a la moda, lo último en el boom, escogen la
música house, disco y el regguetón. Usan ropa y zapatos de marca. Suelen combinar su vestuario
con mucho cuidado y optan por tonos estridentes. Van a discotecas, bares, por lo cual también
son consumidores de alcohol, y tabaco; quizás algunos también consuman otras drogas ilícitas
(Baños, 2009).
Las rastas también se visualizan en la Isla. García (2014) realiza un acercamiento a sujetos
que se autodenominan “rastas” en el escenario habanero, con la identificación de dos grupos o
tendencias: por una parte, un segmento minoritario en el que constata una tangencial filiación al
contenido de creencias rastafari ( formado por personas maduras y algunas jóvenes) y, por otra,
un grupo juvenil, más numeroso y creciente; donde se observa la apropiación de símbolos
rastafaris (dreadlocks, uso de colores de la bandera de Etiopía, apariencia desaliñada y
desenfadada, preferencia por el reggae) pero sin relación o compromiso con el rastafarismo.