REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. 3ª época. Año 12 N° 34, 2021
más florecientes. En realidad, podría considerarse un sector emergente que aún mantiene
predominio de técnicas de carácter artesanal y –por ende– su industrialización se encuentra
limitada. Estos rasgos derivan de la congruencia entre las convicciones que mantienen los
pescadores, desde el punto de vista cultural, y sus incapacidades para hacer inversiones a gran
escala, dadas las condiciones socioeconómicas en las que la mayoría de ellos vive, así como las
limitaciones o regulaciones impuestas por el Estado.
Conceptualmente, la pesquería artesanal o a pequeña escala en el país, representa una
opción de vida para las comunidades ecuatorianas, la mayoría de origen socioeconómico con
mayor posibilidad de vulnerabilidad en su derecho a la alimentación, que optan por dedicarse a
ese oficio como alternativa de subsistencia, en algunos casos, o como mecanismo de movilidad
social. En su gran mayoría, estos pescadores utilizan pequeñas o medianas embarcaciones
movilizadas manualmente o con motores de pocas dimensiones para sus actividades, además,
usan materiales manuales para la captura del recurso pesquero.
No solo en el territorio ecuatoriano, sino en otras latitudes, la producción de la pesca
artesanal suple una buena cantidad de los nutrientes que requieren las poblaciones de menores
recursos, representando una verdadera alternativa, frente al costo de los alimentos de primera
necesidad en la mayoría de los países de Latinoamérica. Incluso, la aparición de las flotas
industriales para la pesca a gran escala, lo único que han logrado es el encarecimiento de un
producto animal que, para los pueblos y las nacionalidades indígenas, siempre ha estado allí,
como una contribución de la naturaleza, sin mayores condicionamientos que la preservación de
los equilibrios ecológicos.
Las características naturales de este país refuerzan esa percepción de la posibilidad de la
pesca como un verdadero premio de la madre tierra, pues, Ecuador cuenta con una gran
extensión de aguas territoriales, que quintuplica su disponibilidad de superficie terrestre,
presentando además, un auténtico santuario ecológico, como lo es las “Islas Galápagos” (Soriano,
2019). No extraña entonces, que un numeroso grupo de poblaciones ecuatorianas mantengan
una trayectoria fuertemente ligada a la explotación pesquera, particularmente de corte artesanal,
la cual –por cierto– es la encargada de suplir el consumo de pescado en el país, al tiempo que
abastece algunas demandas específicas del sector exportador de productos pesqueros.
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