Revista de Literatura Hispanoamericana

No. 76, Enero-Junio, 2018: 40-55


El espacio habitado. Análisis de la construcción del espacio desde la

perspectiva indígena en Cielos de la tierra de Carmen Boullosa


Flor Nazareth Rodríguez Ávila

Universidad Autónoma de Zacatecas, México nazareth682@gmail.com

RESUMEN


Dentro de las obras que ha publicado la autora mexicana Carmen Boullosa sobresalen tres por su énfasis en un período de la historia mexicana Duerme, Llanto: novelas imposibles y Cielos de la tierra, novelas que abordan el período novohispano desde una visión particular de la ciudad y del espacio en el que se desarrollan. El presente artículo tiene como fin analizar y enfatizar la transición de Tenochtitlán a la Ciudad de México desde la recreación de este lapso histórico así como su reconstrucción en la novela Cielos de la tierra. Para llevar a cabo el análisis del espacio se recurre a La Conquista de América. El problema del otro de Tzvetan Todorov y al uso del cronotopo planteado por Bajtín en Teoría y estética de la novela. La novela está compuesta por varios narradores, pero se estudia solo el relato de Hernando de Rivas, estudiante indígena del Colegio Santa Cruz de Tlatelolco ya que su relato está íntimamente ligado a los espacios que habita: Texcoco y el Colegio; así la novela es un manifiesto de esas voces indígenas silenciadas en el siglo XVI.

Palabras clave: indígena, espacio, cronotopo, ciudad.


Recibido: 24-04-2018 Aceptado: 27-05-2018

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Space to live in

Study of construction of space since indigenous

perspective in Cielos de la tierra of Carmen Boullosa


ABSTRACT


Among the novels written by the Mexican Carmen Boullosa Duerme, Llanto: novelas imposibles and Cielos de la tierra have a peculiar perspective about mexican story. These novels do a review about the New Spain episode from a particular vision of city and space. The purpose of this article is to study the transition of Tenochtitlán to México City since the re-creation of this period as well as the conquest and consequential events in Cielos de la tierra. In order to study the space, the theory of “chronotope” by Mijail Bajtin and the book La Conquista de América. El problema del otro by Tzvetan Todorov are used. The novel has many narrators, one of them is Hernando de Rivas an indigenous student, who was accepted in Santa Cruz de Tlatelolco. The Hernando´s story is related with the Colegio and Texcoco, in consequence the novel is a manifiesto of those silenced indigenous voices in the century XVI.

Key words: indigenous, space, chronotope, city.



El punto donde la novela concilia sus funciones estéticas y sociales, se encuentra en el descubrimiento de lo invisible, de lo no dicho, de lo olvidado, de lo marginado


Carlos Fuentes


Introducción


La generación nacida en la década de los cincuenta en México conforma un


peculiar grupo de lectores con influencias directas de escritores nacionales como Octavio Paz y Carlos Fuentes así como de sudamericanos Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Jorge Luis Borges. La importancia de los autores del “Boom latinoamericano” en la generación de Carmen Boullosa se explica desde sus palabras; en una entrevista, en la cual ella es la entrevistadora, cuenta como su generación, ávida de poesía, tenía como modelos a Octavio Paz, Efraín Huerta,



Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa.1


En palabras de la misma autora su generación, integrada por Daniel Sada, Enrique Serna, Javier Sicilia, Guillermo Sheridan, Juan Villoro, Roberto Bolaño entre otros, tiene un fuerte y profundo sentimiento poético, lo que puede observarse en las primeras publicaciones de Boullosa: El hilo olvida, Ingobernable, Lealtad y Abierta, fueron poemarios previos a Mejor desaparece y Antes sus


  1. Esta información puede encontrarse en la entrevista que realiza Carmen Boullosa a Mario Vargas Llosa en el programa que presenta a través de la Universidad de New York. Nueva York: Episodio #90: Mario Vargas Llosa, Evo Morales/Martín Sivak, Francisco Bello, en https://www. youtube.com/watch?v=A3mek9fg9vg.


    primeras novelas.2


    Ese sentimiento lírico es una constante en su obra y el tránsito hacia la narración no ha impedido que ese yo poético se circunscriba a su poesía: “por un lado, está la poeta poseída por un yo lírico poderosísimo…que ejerce su dominio de una manera hiperactiva y teatral” (Domínguez, 2011: 76). Ese yo poético puede encontrarse incluso en otros de sus textos, en Cuando me volví mortal, libro de carácter intimista, la autora revela parte de sí al tratar la importancia del pasado en su escritura:


  2. Sin afán de afectar el hilo conductor del argumento enlisto a continuación las obras de Boullosa. Novelas: Mejor desaparece (1987), Antes (1989), Son vacas, somos puercos filibusteros del mar Caribe (1991), El médico de los piratas: bucaneros y filibusteros en el Caribe (1992), Llanto: novelas imposibles (1992), La Milagrosa (1992), Duerme (1994), Cielos de la tierra (1997), Treinta años (1999), Prosa rota (2000), De un salto descabalga la reina (2002), La otra mano de Lepanto (2005), La novela perfecta (2006), El Velázquez de París (2007), La virgen y el violín (2008), El complot de los románticos (2009), Las paredes hablan (2010), Texas: la gran ladronería en el lejano norte (2013), El libro de Ana (2016). Teatro: Cocinar hombres: obra de teatro íntimo (1985), Tetro herético: propusieron a María (1987), Cocinar hombres (1987), Aura y las once mil vírgenes (1987), Mi versión de los hechos (1997), Los totoles (2000). Poesía: El hilo olvida (1979), Ingobernable (1979), Lealtad (1981), Abierta (1983), La salvaja (1988), Soledumbre (1992), Envenenada: antología personal (1993), Niebla (1997), Los Delirios (1998), Jardín Eliseo (1999), Agua (2000), Salto de mantarraya (2004), La patria insomne (2011), Corro a mirarme en ti (2012), Otoño en Brooklyn (2012).

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mi mentira tenía una verdad literaria exacta. Representaba con precisión lo que me había ocurrido…mi barco mentira era para la fuga y para el retorno, para el encuentro y para la huida…cumplía puntualmente con sus deberes: proteger mi secreto, representar la situación, regalarme algo sólido para sortear la persecución de la muerte (Boullosa, 2010: 20)


El pasado, una de las claves para entender su obra, es también una estratagema para hablar de lo oculto, de lo que permanece en la periferia y para dar pie a nuevas historias y voces. Así lo afirma en La destrucción de la escritura: “la escritura es destrucción, pero de su estallido debe brotar la chispa y el gas, el resplandor de la carne que se entrega a la vitalidad de la memoria.” (Boullosa, 1995: 6).


El cronotopo y la transformación de la ciudad

Bajtín en Teoría y estética de la novela habla de la importancia de la dualidad espacio-tiempo en la construcción de la novela, a la que define como una manifestación inherente al ejercicio literario y a la forma en la que se recupera el tiempo y el espacio:


(En) El cronotopo artístico literario tiene lugar la unión de los elementos espaciales y temporales en un todo inteligible y concreto. El tiempo se condensa aquí, se comprime, se convierte en visible desde el punto de vista artístico; y el espacio, a su vez, se intensifica, penetra en el movimiento del tiempo, del

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argumento, de la historia. Los elementos de tiempo se revelan en el espacio, y el espacio es entendido y medido a través del tiempo (Bajtín, 1989: 237-238)


En las novelas de Boullosa el pasado tiene un rol trascendental en la construcción de la historia, en Cielos de la tierra el tiempo y el espacio se construyen desde documentos históricos, pero con un filtro que tiende hacia el contexto y las circunstancias. Esta cualidad espacio temporal cobra un valor más que estético puesto que condensa la visión del personaje en los márgenes espacio temporales que la autora recrea en su novela. Sin llegar al extremo del determinismo, en el personaje se filtran la perspectiva indígena del siglo XVI, una perspectiva silenciada y permeada por la fuerza del conquistador.

Cielos de la tierra es una novela compuesta por varios narradores, el hilo conductor está dado por Hernando de Rivas quien escribe la historia verdadera del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco cuando ya es un viejo, el manuscrito de éste llega a las manos de Esthela en el siglo XX en México, quien se dedica a su traducción del latín y español; por último, el texto traducido es reconstruido por Lear en una época posterior a la historia del hombre, como el mismo personaje futurista indica.

El período inmediatamente posterior a la conquista y sobre todo el elemento indígena son factores de suma importancia en el entramado de la novela, así desde la perspectiva del estudio del tiempo y del

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espacio puede hablarse de: Tenochtiltán, la Ciudad de México en el siglo XVI, XX y L´Atlàntide que se vinculan con tres temporalidades que la autora abarca también en Duerme y Llanto: novelas imposibles.

Existe en Boullosa una preocupación casi natural por la Ciudad de México, preocupación reflejada en las variadas citas que la autora trabaja en sus novelas y en las descripciones que obtiene de las crónicas de españoles durante la conquista. La naturaleza y la ciudad se abren paso entre los personajes para encaminar al lector a una experiencia que raya en el asombro del descubrimiento así como en el dolor y la fuerza detonante del cambio. Esta cualidad en las novelas de Boullosa está íntimamente ligada a la presencia del indígena, en Hernando de Rivas, Moctezuma Xocoyotzin y en la “mujer de manos tibias” que ayuda a Claire en Duerme. La ciudad prevalece en estos personajes con tanta fuerza y a la vez de manera tan sutil que para entender por completo la razón de ser del espacio en las novelas se debe primero comprender la historia del indígena así como Boullosa la plantea en sus novelas, entenderlos por separado resulta un ejercicio estéril.


Las fuentes de la historia: el descubrimiento y la conquista


Para delimitar el elemento indígena es fundamental entender el uso de textos del


siglo XVI así como posteriores, ya que con base en la literatura se crea la visión indígena del periodo en las novelas. Para entender primero la intención de la autora al abordar el siglo XVI en México, conviene hacer un poco de historia respecto a los factores esenciales para abordar el uso del espacio y del tiempo, las crónicas son el elemento primigenio para entender el mundo de esa época y por consiguiente el uso que la autora hace en sus novelas.

Las crónicas tienen como principal función la descripción del nuevo continente a la corona española, así como lo plasma Cortés (2002) en las Cartas de relación. Fray Bernardino de Sahagún, por su parte, en un período posterior trata más que de describir el nuevo continente de recopilar toda la información referente a los indígenas para dar mejor tratamiento a sus pecados:


El médico no puede acertadamente aplicar las medicinas al enfermo, (sin) que primero conozca de qué humor, o de qué causa, procede la enfermedad; de manera, que el buen médico conviene sea docto en el conocimiento de las medicinas, y en el de las enfermedades, para aplicar conveniblemente a cada enfermedad la medicina contraria (y porque), los predicadores y confesores médicos son de las ánimas, para curar las enfermedades espirituales, conviene (que) tengan experiencia de las medicinas y de las enfermedades espirituales: el predicador, de los vicios de la república, para enderezar contra ellos su doctrina; y el confesor, para saber preguntar lo que conviene y entender lo que dijeren tocante a su oficio, conviene mucho sepan lo necesario para ejercitar sus oficios: ni conviene se descuiden los ministros de esta conversión, con decir que entre esta gente

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no hay más pecados de borracheras, hurto y carnalidad, porque otros muchos pecados hay entre ellos muy más graves, y que tienen gran necesidad de remedio. (De Sahagún, 2005: 27)


La tendencia descriptiva prevalece en Boullosa y con ella estructura en varias ocasiones episodios de sus novelas, lo que constituye un punto en el que se apoyan las historias de sus personajes, ellos también imitan esa tendencia descriptiva. La otra característica fundamental para entender la postura de Boullosa se lee entre líneas en el texto de Sahagún, el indígena es diferente y por tanto inferior. A partir de estas características se forma la revisión de un momento histórico, y más que eso el valor que adquiere el espacio, la tierra, el nuevo continente y la nueva y vieja ciudad.

La ciudad de Tenochtitlán, que ha dejado de existir, así como la naciente Ciudad de México determinan también la construcción del personaje histórico recreado en Cielos de la tierra Hernando de Rivas —se usa el plural “determinan” porque a pesar de situarse en el mismo espacio físico las ciudades son distintas y representan dos aspectos cronotópicos dentro de la novela; mientras una está ligada a una cultura que termina, la otra a penas se está formando—. El punto de partida para el análisis está en las evidencias históricas, en los documentos y personajes del siglo XVI que Boullosa trabaja en sus páginas.

El fin de dichos personajes, de esa

revisión histórica se revelará conforme

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se exploren las relaciones espacio temporales del siglo con la novela, pero es necesario volver a la intención de Boullosa ¿para qué retomar el siglo XVI?, de acuerdo con lo expuesto hasta ahora en la novela se enfoca al indígena, a su espacio, su voz, a la ciudad y la identidad que se perdió en ella. En las Cartas de relación lo primero que anota Cortés a Carlos V y su madre Doña Juana es el deseo de servirles y relatarles el modo de vivir así como la organización de la tierra:


porque vuestras majestades sepan la tierra que es, la gente que la posee y la manera de su vivir y el rito y ceremonias, secta o ley que tienen, y el feudo que en ella vuestras reales altezas podrán hacer y de ella podrán recibir y de quién en ella vuestras majestades han sido servidos. (Cortés, 2002: 7)


El fin que prevalece en el texto respecto al espacio es la apropiación; no es Cortés un personaje que se aborde en las novelas de Boullosa pero sí representa un punto de partida para entender la visión que la autora plasma sobre el espacio. Para los españoles el nuevo continente es objeto de deseo porque representa poder, un lugar del cual pueden proveerse de riquezas, deseo que prevalece en las Cartas de relación:

Y para que tuviese por bien de le mandar recibir a su real servicio, que le rogaba que me diese algún oro que yo enviase a su majestad, y él me respondió que oro, que él lo tenía, pero que no me lo quería dar si Mutezuma no se lo mandase, y que mandándolo él, que el oro y su persona y cuanto tuviese daría (Cortés, 2002: 43).

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Sin abordar la importancia que tiene Moctezuma en el fragmento citado, es claro que el paso de Cortés implica ante todo subordinar a los indios al poder de la corona española y con ello ganar presencia ante el rey y figurar como un personaje importante. En la conquista, la tierra y las riquezas que de ella provienen son susceptibles de ser apropiadas, incluso los mismos indígenas. Cada palabra de Cortés al Emperador Carlos V, evidencia el tono y la finalidad de los soldados españoles respecto a la tierra recién descubierta, el deseo de poseer, y la necesidad de riqueza se imponen.

En las Cartas de relación de Cortés y la Historia general de las cosas de la Nueva España, prevalecen dos puntos de vista distintos: en el caso de Cortés es casi palpable la intención y el deseo del conquistador, en el caso de Sahagún su intención está permeada por motivos religiosos, que como él mismo explica tienen su origen en la salvación de almas y bajo dicho propósito recoge la historia y costumbres de los indígenas. En ambos casos prevalece el sentido de superioridad, pero mientras uno busca arrasar el otro busca comprender para modificar. Se concluye pues que de los dos puntos de vista, del religioso y del conquistador el indígena no es más que objeto de, o medio para un fin. No obstante, esta primera aproximación a los textos de la época, no puede leerse en un solo sentido, si bien prevalece la visión del conquistador, los textos proporcionan más información que puede ser leída y comprendida desde diferentes ámbitos.


Todorov en La conquista de América el problema del otro se centra en un aspecto especialmente importante en la lectura de los textos del período: “el único remedio es no leer estos textos como enunciados transparentes, sino tratar de tener en cuenta al mismo tiempo el acto y las circunstancias de su enunciación”. (Todorov, 2008: 60). Todorov plantea en el segundo capítulo de su libro una lectura sobre la conquista de Tenochtitlán y la derrota de la civilización azteca, partiendo precisamente desde las circunstancias del acontecimiento. Son varios los puntos a considerar, pero Todorov resalta dos importantes: primero el acontecimiento de la conquista, y segundo, las versiones existentes. Al hablar específicamente de la versión indígena señala:

el caso de los textos que presentan el punto de vista de los indios es especialmente grave: en efecto, dada la falta de una escritura indígena, todos son posteriores a la conquista y, por tanto, han sufrido la influencia de los conquistadores (Todorov, 2008: 59).


La principal característica que se hace manifiesta en las novelas de Boullosa cuando se toca a los personajes históricos es la del vacío, no existe realmente una versión indígena de la conquista que date del año, por ende, si no existen fuentes sobre el acontecimiento, reconstruir la acción es un acto que implica hurgar entre las versiones disponibles, y sobre todo, definir la estrategia a utilizar para llenar el vacío.

La respuesta de Boullosa, sigue la línea planteada por Todorov y se centra en la lectura de los textos disponibles

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y en el consecuente desarrollo de la perspectiva indígena. La versión indígena que Boullosa plantea en las páginas se desarrolla en Cielos de la tierra en tres temporalidades: el siglo XVI, XX y un futuro indeterminado cronológicamente; el espacio por su parte se divide en las ciudades de México y Tenochtitlán y L’Atlàntide un lugar sin muros formado por el aire. Estos tres tiempos están vinculados por un escenario: la Ciudad de México, a la que también se vinculan los otros dos.

Dentro del grupo de investigadores que trabajan la obra de Boullosa pueden encontrarse diferentes temas, los que coinciden en el trabajo de la novela histórica plantean en su mayoría que la visión indígena desarrollada es marginal, ya que aborda la versión indígena de la conquista. El tratamiento de los textos de la época, así como la nula información directa que se tiene sobre este sector de la población durante el siglo XVI, y en concreto sobre la conquista, refuerzan la visión marginal de los acontecimientos, ya que dada la ausencia de dicha voz es difícil reconstruirla y para ello se recurre a diferentes estrategias.

Los textos existentes parten de la palabra del conquistador, incluso los textos posteriores indígenas están permeados por esa visión, tal como afirma Todorov. El conquistador se hace presente, tiene una posición de poder sobre los indios que permea su discurso, lo que vuelve la versión de los naturales a lo marginal. Así al margen del discurso oficial la autora de Duerme reconstruye

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con palabras de los españoles el acontecimiento.

Boullosa toma en sus novelas dos personajes que permanecen al margen de los acontecimientos registrados de la época: Hernando de Rivas, mencionado como parte del equipo que ayuda a Alonso de Molina en su labor sobre la lengua castellana y mexicana, alumno del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, personaje de quien solo se conoce el nombre y Moctezuma Xocoyotzin, último emperador azteca, actor y protagonista de la conquista, junto con Cortés, pero de quien se sabe poco. Estos personajes, que en las novelas de Boullosa tienen roles protagónicos en las crónicas y relatos sobre el siglo XVI tienen una participación que raya en la penumbra, por un lado Moctezuma es descrito incluso por los españoles con tintes un tanto contradictorios (lo que obvia Boullosa en Llanto) y por el otro Hernando es prácticamente invisible, solo mencionado como alumno del Colegio de la Santa Cruz.

Lo marginal es un elemento indiscutible en la obra de Boullosa, y sobre la construcción del personaje de Hernando la autora parte de una especie de vacío, de datos que rodean y dan pauta a la ficción. Más allá de la acción misma o del personaje los lugares que habita: la casa de su infancia y el Colegio, su hogar definitivo, tienen características fuertemente marginales. La gran metrópoli de Tenochtitlán que Cortés y otros conquistadores describen en sus textos cae con los indígenas y la

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transformación de los aztecas es también la transformación de la ciudad.

La ciudad no es sólo un escenario, es un punto de encuentro entre lo que fue y será, un enclave en la visión temporal de los aztecas: “no es casual el que la imagen, tanto gráfica como mental, del tiempo entre los aztecas y los mayas esté dada por la rueda (mientras que la nuestra más bien estaría representada por la flecha)” (Todorov, 2008: 92). La idea temporal sobre el ciclo entraña un principio, comienzo y final no como destrucción definitiva sino como renovación y este concepto puede encontrarse en Boullosa en lo referente al espacio habitado. Los lugares de la ciudad pueden verse desde dichas perspectivas y cobran significados que los dotan de fuerza:


Toda la historia de los aztecas, tal como se cuenta en sus propias crónicas, está llena de profecías cumplidas, como si el hecho no pudiera suceder si no ha sido anunciado previamente: la salida del lugar de origen, la elección de un sitio para instalarse, tal o cual guerra victoriosa o tal derrota. Aquí sólo puede volverse acto lo que antes ha sido verbo. (Todorov, 2008, 72)


El valor de la profecía, de la suerte en los aztecas también está presente en la versión de Boullosa, y los lugares que se mencionan en las novelas conforman a los personajes, los dotan de identidad, de pertenencia, así en Cielos de la tierra el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco conforma a sus habitantes: españoles e indígenas. En el espacio los ciclos se cierran y se cumplen.


El espacio habitado

Lino Gómez Canedo (1982) en su libro La educación de los marginados durante la época colonial, escuela y colegios para indios y mestizos en la Nueva España, dedica un capítulo completo al Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. En poco menos de cien páginas Gómez Canedo plantea diversas cuestiones sobre el Colegio, desde aspectos sociales y culturales hasta pedagógicos. En esta relación que el autor realiza sobresalen varios datos de la época, importantes para determinar la fundación y funcionamiento del colegio, pero desde el título el autor brinda un aspecto más llamativo para develar la calidad de la educación que describirá: “marginados” no es una palabra tomada al azar y describe a conciencia lo que en la época eran considerados los indios y su educación.


El Colegio de la Santa Cruz fue fundado en 1536 por frailes franciscanos bajo la simpatía de personajes importantes de la época como Zumárraga o el Virrey Antonio de Mendoza, considerado padre de los indios, según Mendieta una de las fuentes de Gómez Canedo. La fundación del Colegio fue motivo de regocijo y de una iniciativa que tenía como propósito educar a los hijos de familias principales indígenas:


No hay duda de que uno de los fines del colegio de Tlatelolco fue la formación de clérigos, religiosos y sacerdotes. Tal propósito expresaba ya Rodrigo de Albornoz en 1525,

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como hemos visto. Pero llama la atención que no se diga esto expresamente en ninguno de los testimonios posteriores, ni siquiera en los procedentes de Zumárraga (Gómez, 1982:146)


Como sucede en el caso de las crónicas los textos que hablan del Colegio de la Santa Cruz también pueden leerse desde el acto y las circunstancias, la correspondencia de Zumarraga así como de los personajes de la época y la de Gómez Canedo denotan superioridad y ventaja. Desde la mirada del siglo XVI los indios no tenían posibilidad de convertirse en sacerdotes puesto que eran considerados inferiores. Desde esta inferioridad implícita, incluso en el discurso de Gómez Canedo, Boullosa describe la historia del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco y en voz de Hernando de Rivas narra la verdadera historia del Colegio de la Santa Cruz.

La historia que narra Hernando comienza con la imagen de un viejo sentado en una silla en uno de los patios del Colegio, silla que tendrá la función de confidente y guardará su testimonio para que en el siglo XX sea descubierto y entregado a Esthela. La escritura de Hernando implica recordar, hablar desde la memoria de los acontecimientos históricos que rodean a la escuela y hace evidente el contexto en el que aparece y termina el proyecto del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. La versión de Hernando dista de la versión histórica de Gómez Canedo basada escrupulosamente en fuentes de la época, puesto que Hernando toma la postura del indígena, su discurso implica una apuesta y un reto sorteable gracias a la ficción. No

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obstante, desde el punto de vista de la reconstrucción del momento histórico la distinción entre la versión que desarrolla Canedo y la que Boullosa plantea en la voz de Hernando de Rivas tienen rasgos en común, puesto que ambos intentan recopilar datos suficientes para desentrañar un hecho histórico, Canedo se centra en la versión de los españoles y Boullosa en la del indígena:


A riesgo de escribir disparates, pues soy persona sin lumbre de fe, contaré aquí la historia que creo preciso anotar para que no la desvanezca el olvido o el caos, que temible se predice en los gestos y en el poder sin riendas de la vileza y la envidia. Mi recuento corre el riesgo de hacerse, como las falsas memorias, inverosímil, o más que ellas, pues para conseguir parecer ciertas bailan cualquier farsa encantadora, y yo no haré valer bailes ni embustes. (Boullosa, 1997: 69)


La palabra de Hernando está sumergida en un contexto en el que su versión sobre el Colegio y también sobre la conquista no es válida porque no proviene del círculo de los españoles, qué puede la palabra de un indio frente a la del Obispo de México, el Virrey u otro personaje importante de la época. La cualidad de marginal del texto de Boullosa se presenta desde las letras mismas, dota a las palabras de una cualidad humana, la del personaje. Y es el personaje de Hernando, quien en las palabras encuentra no sólo el medio de expresión, sino su propia historia: “yo voy a contarles una historia, lo más detallado que mi vieja memoria me

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permita, y evitaré hasta donde pueda las preguntas”. (Boullosa, 1997: 70)

La historia de Hernando es la verdadera historia del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco desde diferentes niveles, desde un panorama histórico en el que los indios son considerados inferiores y desde la óptica del discurso en el que no se puede encontrar una versión indígena que date de la época. Boullosa elige buscar en el discurso oficial la voz silenciada y cuestionar lo otro que no se dice, es dentro de la versión del “otro”, apócrifa desde lo histórico y político oficial, que se construye el testimonio de Hernando:


Mentiría si dijera que el aire mismo se ha contaminado con el peso del mal o del odio. Mentiría, aunque poco me falta para atreverme a hacerlo. Siento el aire enfermo, martirizado por tanto yerro. Sucio con la húmeda arena de la vileza y el error. Pero no la percibo cuando toca mi rostro, y el viento trae a mí intactos el aletear de las cigarras y las risas de los niños, sin enfermarlos del mal de la envidia (Boullosa, 1997: 75)


La idea de la verdad dentro de una mentira es una de las estrategias que usa la autora en el personaje de Hernando, y dentro de la estrategia sobresale la naturaleza como una reminiscencia de la cultura indígena, de un orden superior, el divino-natural. La visión del cíclico temporal de los indígenas se vincula a una natural de renovación. La naturaleza es uno de los componentes fundamentales de lo temporal indígena y está presente


en los sitios que habita Hernando.

La naturaleza se encuentra en los espacios abiertos y cerrados, y se vincula de manera directa con los personajes que se acercan emocionalmente al pasado prehispánico como la madre de Hernando, espacio que contrasta con el del Colegio por su cercana relación con el período prehispánico, Texcoco fue una importante ciudad del imperio azteca, y el Colegio es un emblema de la conquista. Hay por ende, dos espacios bien delimitados y marcados en la memoria de Hernando de Rivas, el primero es Texcoco, que destaca por su laguna y por importancia en la cultura prehispánica, fue el hogar de Nezahualcóyotl, y el segundo el Colegio, un espacio que desde el tema de la educación denota la formación del personaje, y desde el ámbito cultural y social el acercamiento con la nueva cultura en la que el indígena no tenía un lugar determinado o agradable.


Fue por los días en que vi al señor principal ser detenido impunemente por los soldados de los enemigos de Cortés (proveyéndome de mi más leal compañía, mi joya, mi tesoro, el puñal que ellos jamás imaginaron pasaría a ser de un niño indio) cuando probé por vez primera el queso de tierra. Hasta hoy asocio su sabor con el arresto del señor; la violencia y la elegancia, la súplica y la impiedad se entremezclan en su verde suculento. El sabor del limo del lago (de esto se hace el exquisito queso de tierra) tiene para mí resonancias del puñal cortando la tela y la premura de sangre sacada al vientre. (Boullosa, 1997: 104)


Dentro de los recuerdos de Hernando éste es particularmente importante porque

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vincula dos aspectos fundamentales para comprender la visión desarraigada del indígena en lo que antes fuera su propiedad; el puñal y el queso de tierra son emblemáticos porque representan la violencia y el placer. El puñal imaginario acompaña a Hernando en el Colegio fuertemente unido al recuerdo de su madre, es un objeto simbólico de transición que contrasta con el queso de tierra, emblema de lo natural, de lo puramente indígena. El contraste entre la violencia y el placer son factores que se funden en el Colegio de Tlatelolco, ahí Hernando cambia y se adentra en el terreno de los españoles.

Hasta antes de su llegada al Colegio Hernando vivía con su madre, en la casa de un noble indígena que los tenía de acogida y en la que su madre era lo equivalente a una sirvienta, en ella Hernando no era considerado igual al hijo del dueño, pero estaba entre sus semejantes a pesar de no tener padre y de estar despojado de su rango. Lo que ya lo pone en un lugar marginal incluso dentro de los suyos. El día que parte al Colegio el dueño de la casa lo envía en lugar de su primogénito y cambia su nombre por el de Hernando. En Santa Cruz el niño Hernando se enfrenta de manera directa con el proyecto franciscano de educar a los indígenas y sueña como ellos con una educación equitativa entre españoles e indios.

En Santa Cruz Hernando hace propio el proyecto de los franciscanos y se aplica en el estudio, en el que destaca, pero su sueño queda truncado cuando el colegio deja de recibir apoyo a causa de un incidente con un ex alumno Carlos

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Ometochtzin, quien es juzgado por delitos contra la fe y es quemado como hereje. Luego de este suceso Hernando igual que los otros alumnos queda a la deriva y aunque la educación es retomada después el ideal de educar a los indígenas para que tuviesen un puesto de maestros, sacerdotes o dirigentes en la clase política novohispana queda deshecho.

¿Pero para qué me he dejado caer en estas inútiles meditaciones? De nada sirve el recuerdo de la facilidad para la destrucción que tienen estas tierras. ¡Ah, punta de envidiosos, ejército sin armas! Su envidia destruyó lo mejor de mí, acabó de raíz con la alegría. (Boullosa, 1997: 229).


El Colegio de la Santa Cruz como espacio apropiado por el español no puede albergar de buena manera al indígena, así la envidia que habita la tierra, mora también al sujeto. Con la llegada de los españoles el espacio, la ciudad de Tenochtitlán cambió, no fue solo su nombre sino su esencia, el lugar que era propio se tornó ajeno y violento. Ello puede observarse desde las palabras de los conquistadores, su nuevo orden cobró forma de edificios, calles y colegios que alienaron al indígena, lo sacaron de su ciudad. El intento de incluir de manera pacífica a los indígenas en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco no fue tal.

La claridad en las sensaciones que se vinculan con los lugares que habita el personaje hacen evidente la mezcla de emociones que lo embargan, pero también lo sostienen; así como el puñal y el queso de tierra que lo ayudan a superar la transición entre Texcoco y Tlatelolco, al final de su historia el indígena

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Hernando se pierde en los hechos de la historia y echa raíces en la silla fabricada con los árboles de los antiguos bosques

de México, al final el destino del indio es

el destino de la tierra.

Referencias bibliográficas

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Nº76 Enero-Junio 2018


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en Junio de 2018, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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