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La procreación prematura, aumenta el riesgo
tanto para las madres como para los recién naci-
dos. En los países de ingresos bajos y medianos,
los bebés de madres menores de 20 años, se en-
frentan a un riesgo un 50% superior de mortalidad
prenatal o de morir en las primeras semanas de
vida, que los bebés de mujeres de 20 a 29 años.
Cuanto más joven sea la madre, mayor el riesgo
para el bebé. Además, los recién nacidos de ma-
dres adolescentes, tienen una mayor probabilidad
de registrar peso bajo al nacer, con el consiguiente
riesgo de efectos a largo plazo. OMS, (2020).
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en
el año 2014, reportó que cada año dan a luz unos
16 millones de mujeres entre 15 y 19 años, lo que
representa aproximadamente un 11% de los partos
a nivel mundial. El 95% de esos partos se produce
en países de ingresos bajos y medios, 2% en Chi-
na, el 18% en América Latina y el Caribe y más del
50% en África subsahariana. OMS, (2020). En Ve-
nezuela, según las últimas cifras ociales del Insti-
tuto Nacional de Estadística (INE) para el 2013, 1
de cada 5 embarazos se corresponden a mujeres
menores de 20 años, según el Fondo de Población
de las Naciones Unidas (UNFPA), en un estudio del
2013, expone que Venezuela acusa una alta inci-
dencia de embarazo adolescente dentro de la re-
gión latinoamericana.
Ahora bien, las complicaciones tanto en el em-
barazo como en el parto en la adolescencia, consti-
tuyen la primera causa de muerte en mujeres de 15
a 19 años a nivel mundial, por lo que Gaete (2015)
citado en Martínez, (2020) “reere que se lo trata
como una etapa de riesgo, ya que es un estado de
cambio en el que aún no se ha alcanzado el desa-
rrollo físico y emocional propio de la madurez”.
Cabe destacar, que las adolescentes represen-
tan un grupo de alto riesgo obstétrico, debido a que
su estructura corporal no está preparada para la
gestación y el parto, conduciendo a la aparición de
parto prematuro, retardo en el crecimiento intrau-
terino, bajo peso al nacer, malformaciones congé-
nitas, desnutrición, anemia, además, de una serie
de desventajas sociales como los bajos logros edu-
cacionales, deserción escolar y desempleo. Bohór-
quez y col, (2013).
En el mismo estudio, Bohórquez sugiere, “la eva-
luación del estado nutricional integral desde el pri-
mer trimestre del embarazo, es de vital importancia
para prevenir dichos riesgos, además, utilizar todas
las dimensiones posibles como la antropométrica,
clínica, bioquímica, dietética y socioeconómica,
garantizarán su diagnóstico, control y adecuación
para alcanzar un desarrollo óptimo en la gestación”.
En este sentido, Liliana et al. (2015), describen,
uno de los aspectos trascendentales en la salud del
binomio madre-hijo es el estado nutricional previo a
la gestación y durante ésta, en especial, en el em-
barazo adolescente que demanda mayor consumo
de nutrientes. Restrepo et al. (2015), señalan, en
esta etapa; se experimenta un aumento acelerado
de la masa muscular, del volumen sanguíneo, del
tejido esquelético y rápidas divisiones celulares de-
bido al crecimiento, lo que genera un incremento en
los requerimientos para todos los nutrientes.
Restrepo arma en su estudio, las adolescentes
embarazadas el riesgo de desarrollar deciencias
nutricionales se incrementa, ya que, en la mayo-
ría de los casos, hay competencia con el feto, por
los nutrientes, lo que afecta su estado nutricional,
pues, debe satisfacer las necesidades de energía
y nutrientes de su crecimiento, además, de cubrir
las demandas propias del embarazo. Por su parte,
Zapata et al. (2013) exponen en su investigación, el
estado nutricional deciente en la madre, afecta el
desarrollo general y neurológico del hijo.
Bajo esta premisa, la Organización de las Na-
ciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
FAO. (2011), arma, existe asociación del estado
nutricional de la gestante adolescente con los re-
sultados obstétricos, factores socioeconómicos,
seguridad alimentaria nutricional (SAN) y salud, ya
que esto, puede condicionar el estado materno y
fetal. Por esta razón, es importante estudiar la SAN
en esta población, según la FAO; se habla de Se-
guridad Alimentaria, en efecto, cuando todas las
personas tienen en todo momento acceso físico y
económico a sucientes alimentos nutritivos, para
satisfacer sus necesidades alimenticias y sus pre-
ferencias, en cuanto a los alimentos a n de llevar
una vida activa y sana.
Se inere, que actualmente Venezuela atravie-
sa una crisis de carácter social, acompañado de un
incremento en el precio de los alimentos, pudiendo
ocasionar alteraciones nutricionales en los grupos
más vulnerables de la población. En consecuencia,
debido a esta situación de escasez, el recibimiento
y crianza de un niño, no sólo viene acompañado
de la felicidad de la nueva vida, sino, también, de
la incertidumbre que genera en los padres, por la
ausencia de rubros signicativos para su cuidado y
alimentación, lo que puede causar una desestabili-
zación de la seguridad alimentaria de las familias.