REDIELUZ
ISSN 2244-7334 / Depósito legal pp201102ZU3769 Vol. 9 N° 2 • Julio - Diciembre 2019: 97 - 108
(The dialogic dialogue for university coexistence from an intercultural perspective)
Doctorado en Ciencias de la Educación, Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín (URBE), Venezuela dgutierrez@urbe.edu
Las sociedades están constituidas por culturas que de acuerdo con Graciano (2002:13) constru- yen su casa para llevar a cabo su vida y deberán sostener una relación armónica, y de respeto por la dignidad humana para el logro de la convivencia, planteada desde la posibilidad de una comunidad intercultural de mundos diferentes, pero solidarios, constituyendo, según Fornet-Betancourt (2002), mundos que se configuran por medio de la interac- ción de sus miembros en su vida cotidiana. Por su parte, Panikkar (2002) apunta que el método ade- cuado para que ocurra la interculturalidad es el diá- logo dialogal, en el que las reglas del diálogo no se presuponen unilateralmente ni se dan por sentado a priori sino que se establecen en el diálogo mismo y no a las condiciones externas de los interlocuto- res. De este modo, la convivencia estaría dada por una ética de la ciudadanía, practicada a través de la solidaridad, la alteridad, la tolerancia, igualdad res- peto a la diferencia en pro de un mejor vivir. Ahora bien, con lo expuesto se vislumbra la preocupación de la autora por indagar sobre la importancia del diálogo para la convivencia universitaria, desde la perspectiva intercultural con el propósito de pro- poner algunos enunciados teóricos a manera de consideraciones finales que contribuyan a la con- solidación de la convivencia. Esta investigación es de tipo documental hermenéutica y proyectiva, fun- damentada en el pensamiento y voces de autores
como Panikkar (1990, 2002), Graciano (2002), Raúl
Fornet-Betancourt (2000, 2001, 2002), Mauricio Beuchot (2002), Diana de Vallescar (2002) y Gon- zález y Marquínez (2000). La contrastación entre distintos documentos generó aportes que, a mane- ra de consideraciones, permitieron el surgimiento de enunciados teóricos en pro de una convivencia intercultural en la que se consideren las diferencias del otro, de modo que se tomen en cuenta lo social, cultural y político.
Societies are made up of cultures that according to Graciano (2002: 13) build their homes to carry out their lives and must maintain a harmonious re- lationship, and respect for human dignity to achieve coexistence, raised from the possibility of an inter- cultural community of different worlds, but in soli- darity, constituting, according to Fornet-Betancourt (2002), worlds that are configured through the in- teraction of its members in their daily lives. For his part, Panikkar (2002) points out that the appropriate method for interculturality to occur is dialogical dia- logue, in which the rules of dialogue are not unila- terally presupposed or taken for granted a priori but are established in dialogue itself and no to the ex- ternal conditions of the interlocutors. In this way, co- existence would be given by an ethic of citizenship,
practiced through solidarity, otherness, tolerance,
equality, respect for difference in favor of a better
life. Now, with the foregoing, the author’s concern for inquiring about the importance of dialogue for university coexistence is glimpsed, from an inter- cultural perspective, with the purpose of proposing some theoretical statements as final considerations that contribute to the consolidation of coexistence. This research is documentary hermeneutic and pro- jective, based on the thoughts and voices of authors such as Panikkar (1990, 2002), Graciano (2002),
Raúl Fornet-Betancourt (2000, 2001, 2002), Mauri- cio Beuchot (2002), Diana de Vallescar (2002) and González and Marquínez (2000). The contrast be- tween different documents generated contributions that, by way of considerations, allowed the emer- gence of theoretical statements in favor of an inter- cultural coexistence in which the differences of the other are considered, so that the social, cultural and political aspects are taken into account.
La investigación científica se aborda desde un paradigma o sintagma, dependiendo del estilo de pensamiento (a), modelo epistemológico seleccio- nado y el propósito del investigador, precisa de tres momentos esenciales en su desarrollo a saber: empírico, teórico y metodológico. En este sentido, se describe la situación que originó la presente in- dagación, a manera de idea central, se formula el cuestionamiento y el propósito de la investigación.
Asimismo, se plantean algunos referentes teó- ricos importantes para la comprensión del estudio relacionados con el diálogo dialogal, la convivencia y la interculturalidad, entre los que se mencionan a Raimon Panikkar (2002), Raúl Fornet Betancourt (2000, 2001, 2002), Diana de Vallescar (2002), Gra- ciano González (2002), Mauricio Beuchot (2002) y González y Marquínez (2000).
Del mismo modo, se indica la metodología apli- cada para el logro del propósito establecido, se- leccionando para este efecto un camino orientado hacia el enfoque cualitativo, en una ruta epistemo- lógica interpretativa, hermenéutica y documental en la que se realizó, una revisión de los argumentos teóricos y la posición de los autores nombrados
anteriormente, que permitieron la comparación, si- guiendo el método de la contrastación en este caso, de la realidad del contexto universitario.
Como resultado de la comparación hermenéu- tica se anotaron algunas derivaciones teóricas importantes para el logro del propósito de esta investigación. Posteriormente, se establecieron consideraciones finales, producto de las derivacio- nes encontradas y por ende, se formulan algunas consideraciones finales que van a contribuir con la convivencia en el contexto universitario y su trans- formación para lograr un mejor vivir.
La convivencia de seres humanos que provie- nen de culturas diferentes se plantea desde varias perspectivas, correspondiendo una de ellas a la so- ciedad multicultural. También se enfoca en la cons- trucción de una sociedad homogénea, encontrando, la posibilidad es ver la comunidad desde la intercul- turalidad, como praxis de la filosofía intercultural, interpretada por mundos diferentes, pero solidarios, encontrando que esos mundos, se configuran por la interacción de sus miembros en la vida cotidia- na. Estos se comprometen como procesos en los cuales, las fronteras entre lo propio y lo ajeno son concebidas como espacios de encuentro y de ne- gociación organizados bajo la idea de mutualidad.
En ese sentido, la interculturalidad, supeditada al dialogo intercultural, donde los intérpretes son los mismos dialogantes, comprendiendo así que el hombre es por naturaleza un ser dialogante, debe presentar su método y el más adecuado, según Pa- nikkar (2002) el diálogo dialogal en tanto reglas del diálogo, no se presupone unilateralmente ni se dan por sentado a priori, por el contrario, se establecen en el dialogo mismo.
Ahora bien, la convivencia universitaria mediante el dialogo dialogal desde la perspectiva intercultural, se caracterizará en su deber ser, por una ética de la ciudadanía, practicada a través de la solidaridad, alteridad, tolerancia, democracia, libertad, igualdad y respeto a la diferencia. Esta caracterización no se observa en su realidad aparente en el contexto de las universidades, por las distintas dificultades que enfrentan sus miembros, de tal manera, surge la
necesidad apremiante de preguntarse lo siguiente:
¿Cuáles serían los argumentos teóricos acordes para la construcción de la convivencia universitaria fundamentada en el diálogo dialogal y vista desde la perspectiva intercultural?.
De ese modo, se encuentra el reconocimiento de etnias dentro de una misma nación y también, de extranjeros, quienes como seres humanos tie- nen derecho a la diferencia y a vivir su cultura. Pues, al interpretar la vivencia de una determinada cultura se produce aceptación o rechazo a rasgos respetables y también indeseables, pero que, al tratar de universalizarlos, se pudiera acudir al diá- logo intercultural, más propiamente, dialogal como la vía que permite la convivencia entre sus actores, caracterizado por el respeto y reconocimiento del derecho que le pertenece a cada civilización al im- pulsar su progreso.
En consecuencia, este propósito de investiga- ción orientada a la construcción de una convivencia para el buen vivir, se pudiera lograr con el consenso de quienes componen y participan de la cotidiani- dad de la comunidad, en este caso, la universidad venezolana y cualquier otros lugares ajenos, pero que le son propios a todo ser humano. De esta ma- nera, tanto gerentes como docentes y estudiantes deben concretar estrategias que favorezcan la con- vivencia, por lo que se signa como producto de la indagación y reflexiones que apuestan a direccio- nar este discurso.
La plataforma teórica considerada para la con- trastación, al comparar el ser con el deber ser en la búsqueda de una mejor convivencia, mediante el logro de la transformación universitaria, se apuntan hacia algunas referencias significativas encontra- das en el desarrollo teórico.
Con relación al diálogo dialogal, se destaca el enunciado de Panikkar (2002:34), quien a partir de su afirmación “El hombre como tal es un ser dia- logal”, sostiene que la defensa que prescinde el diálogo en cualquier dificultad humana, equivale a decir, no se puede prescindir al mismo tiempo del hombre en cualquier cuestión que se refiera al hombre. Asimismo, el autor citado refiere el diálo- go dialogal es el método adecuado para la filosofía intercultural, en el que las reglas del diálogo no se presuponen unilateralmente, ni se dan por sentado a priori, sino que se establecen en el diálogo mis- mo y al mismo tiempo, se pregunta el autor ¿Pero cómo sabemos la forma de proceder si no conoce- mos el procedimiento? ¿No estaremos cayendo en un círculo vicioso?.
Antes tales interrogantes, se presentan como un dilema ¿Cómo podemos establecer las reglas del diálogo si el diálogo no puede tener lugar sin algunas reglas previas?. Esto tiene respuesta, en el diálogo dialogal y no dialógico, donde las reglas obedecen a las reglas internas del dialogo mismo y no a las condiciones externas de los interlocuto- res, tales como el atrevimiento de decir la verdad y la disposición de escuchar. Al respecto, se deduce que, si consideramos solo el pensar dialectico, en cuanto a que, o previamente estamos de acuerdo sobre las reglas del juego o no hay diálogo posible, lo que a juicio de Panikkar (2002), el argumento no tiene defecto, pero coloca la racionalidad lógica an- tes de la realidad humana, lo que no se correspon- dería con el nivel de convivencia.
En cuanto al diálogo Fornet-Betancourt (2001) manifiesta que se pudiera acudir a este medio como vía que permite la convivencia entre sus ac- tores, definido en un esquema de respeto y recono- cimiento da cada civilización y corresponde a una nueva forma del hacer filosófico, como tarea de la
filosofía intercultural. Esto contribuye a develar in- compatibilidades existentes en una contextualidad en la que se considera tanto la situación histórica, como su articulación con las vivencias y esperan- zas de una comunidad humana específicas, lo que implica uniformidad en el quehacer filosófico en sus razones hermenéuticas y epistemológicas median- te sus presupuestos.
Asimismo, Fornet-Betancourt (2000) advierte, es importante tener presente las dialécticas refe- ridas a determinación y libertad, que pudieran ser vista desde la perspectiva sartriana, en tanto que la cultura es la situación humana, y no la situación humana misma. Asimismo, considerar la dialécti- ca opresión y liberación, recomendando estudiarla a través de la ética de Enrique Dussel (1998) en su concepto de liberar a las víctimas, aplicando el principio de liberación, puesto que este principio pudiera ser argumento de la comprensión de los conflictos y diferencias ocurridas en los universos culturales específicos, asumiendo una ética crítica cuando refiere lo siguiente:
Se trata de una ética (…) que parte de la vida co- tidiana, de los modelos vigentes, desde sus efectos negativos, no intencionales (victimas) de todo tipo de estructuras auto organizadas, autocorregidas, que desarrolla un discurso ético material (de con- tenidos), formal (intersubjetivo y valido) que tiene en cuenta la factibilidad empírica siempre desde las víctimas de todos los niveles intersubjetivos posi- bles (…) cumple una función importante en los pro- cesos de aprendizaje de la conciencia crítica, en la organización política, económica, social de los mo- vimientos sociales emergentes en la sociedad civil (…) se trata de una ética cotidiana, desde y a favor de las inmensas mayorías de la humanidad exclui- das de la globalización (Dussel, 1998:14).
Para Fornet-Betancourt (2000) ambas dialécti- cas, referidas anteriormente, se complementan y no pueden estudiarse en una forma aislada, porque para discutir sobre las contradicciones que se dan en el seno de las culturas, sería necesario aplicar el principio de liberación a la dialéctica de la libertad, considerando la liberación en un sentido solidario, tal como lo manifiesta Ortega y Gasset, cuando afirman “yo soy yo y mis circunstancia”, es decir,
al salvar el otro, (en este caso la circunstancia), se salvará él, incluyendo la otredad en esa relación intersubjetiva (entre sujetos).
En relación con la interculturalidad, puede inter- pretare como intraculturalidad, referida al ámbito personal como mitos, influencias y cosmovisiones y a la interculturalidad en tanto sociedad, tal como el reconocimiento al derecho de la diversidad cul- tural y a la lucha contra las formas de discrimina- ción y desigualdad social, política y educativa en el contexto universitario. Al respecto, Graciano González (2002) refiere la interculturalidad es uno de los lugares filosóficos más privilegiados, desde los cuales se pueden dar cuenta de nuestros mo- dos de ser y de estar en la realidad, escenifica una nueva visión (cosmovisión) y una estructuración social (marco sociocultural) y por ende, debe ser contemplada como la exigencia moral, donde hom- bres y mujeres; venidos de cualquier parte puedan llevar a cabo su propia manera de ser en compañía de otros.
Por su parte, Mauricio Beuchot (2002) expresa la interculturalidad, con base en una filosofía inter- cultural transformada, nos ayuda a comprender que las diferencias culturales y sus correspondientes modos de vida, no son contradicciones que ame- nazan la vida de la humanidad, al contrario son las riquezas que nos regala la vida y el cultivo de esas diferencias, es la mejor forma de cultivar la vida y de alcanzar el buen vivir. En ese contexto de ideas sobre la interculturalidad y pluralidad cultural, For- net-Betancourt (2000) inscribe el diálogo intercultu- ral, a manera de proyecto, más que como una rea- lidad que se impone. Es decir, tiene como propósito la comunicación y el intercambio entre las culturas, amén de sus contradicciones y conflictos, mencio- nados anteriormente.
Al respecto, Diana de Vallescar (2002) refiere las diferencias culturales nos aportan la novedad, la esperanza y pueden constituirse en principios importantes, para forjar un mundo diferente, más humano, solidario e intercultural, el cual requiere de apertura y disposición, para retomar mediante el diálogo, la propia visión y percepción del mun- do, buscando la adecuación del comportamiento a la realidad y construir un “modelo capaz de re-
conocer las propias necesidades en el respeto de los otros” (143).
Con relación al concepto e importancia de la convivencia como tal, González y Marquínez (2000) manifiestan para lograr la convivencia humana civi- lizada, se requiere de la práctica de valores como libertad, autonomía, justicia, solidaridad, diálogo, tolerancia, considerados esto, como valores míni- mos; democracia y ciudadanía, siendo esto, la me- jor expresión política para la convivencia; ecología, como expresión de responsabilidad con nuestro planeta tierra e incluye la paz, como condición del buen vivir y ser feliz; por tanto, realidad, posibilidad, Identidad cultural y persona moral como valores personales y sociales.
Al respecto, conviene recordar el Manifiesto 2000, que centra la cultura de paz y de no violencia, emitido por las Naciones Unidas, citado en Gonzá- lez y Marquínez (2000: 2) donde se expresa. “Me comprometo en mi vida cotidiana, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a:
Respetar la vida y la dignidad de cada perso- na, sin discriminación, ni prejuicios.
Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, se- xual, sicológica, económica y social, en par- ticular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes.
Compartir mi tiempo y mis recursos materia- les, cultivando la generosidad a fin de termi- nar con la exclusión, la injusticia y la opre- sión política y económica.
Defender la libertad de expresión y la diver- sidad cultural, privilegiando siempre la escu- cha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo.
Promover el consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del pla- neta”.
En suma, los teóricos referidos nos anuncian hi- potéticamente que para el logro del buen vivir, será necesario llegar a la convivencia mediante la prác- tica de valores, utilizando la vía del diálogo dialo- gal, visto desde la interculturalidad y exhorta a la
sociedad a considerar lo declarado en el Manifies- to 2000, citado por González y Marquínez (2000), para lograr el buen vivir será necesario respetar lo dictado en tales numerales y en el caso de la pre- sente investigación, el número 4, sin hacer caso omiso del resto de los numerales.
La metodología de la investigación que se aplicó a la presente indagación se orientó desde la pers- pectiva interpretativa, documental y hermenéutica en tanto se interpretan algunos de los textos de: Raimon Panikkar (1990, 2002), Raúl Fornet Be- tancourt (2000-2001-2002), Diana de Vallescar (2002), Graciano González (2002), Mauricio Beu- chot (2002), González y Marquínez (2000), entre otros que contribuyeron al entramado discursivo, tal como refiere Enrique Dussel (1998) sobre la convivencia, diálogo dialogal e interculturalidad, ca- tegorías expuestas en los argumentos teóricos, es- pecíficamente en el cuadro de categorías , llegando a un nivel proyectivo en tanto se proponen acciones a manera de consideraciones finales en pro de la transformación universitaria.
En ese sentido, se hizo un análisis interpretati- vo reflexivo de hechos de la realidad aparente, y enunciados teóricos de textos y artículos arbitrados entre otros. Se aplicó la contratación como método para tal fin, llegando a reflexiones finales que apun- tan y apuestan al mejoramiento del estado de con- vivencia en el contexto universitario como espacio importante de la sociedad y el mercado de trabajo.
Para sistematizar la comprensión de la metódi- ca, ruta epistémica desarrollada y las derivaciones de primer y segundo orden, que centran los re- sultados se presenta un cuadro matriz, donde se observan diferentes posiciones y convergencia en- tre los autores informante que aportaron ideas y diálogos. Es decir, la hermenéutica como método permitió develar las categorías de la investigación, por individual y en el entramado diálogo dialogal-in- terculturalidad- convivencia, tal como se presenta. (Cuadro 1)
Cuadro 1. entramado diálogo dialogal-interculturalidad- convivencia
Categorías Autores | Diálogo Dialogal | Interculturalidad | Convivencia | Derivaciones: autor-categoría (1er or- den) |
Raimon Panikkar (1990) (2002) | El método adecuado para que ocurra la in- terculturalidad es el diálogo dialogal, en el que las reglas del diálogo no se pre- suponen unilateral- mente ni se dan por sentado a priori sino que se establecen en el diálogo mismo y no a las condicio- nes externas de los interlocutores. en el diálogo dialo- gal y no dialógico, las reglas obedecen a las reglas internas del dialogo mismo y no a las condicio- nes externas de los interlocutores, tales como el atrevimiento de decir la verdad y la disposición de es- cuchar. (2002) El autor declara re- husar el conflicto dialéctico y transfor- marlo en una ten- sión dialógica (1990) | Diferencia la intercul- turalidad con la disci- plinariedad y la trans- disciplinariedad. “la interculturalidad no tiene tanto que ver con las disciplinas como con las culturas” (2002:29) y estas son géneros de especies humanas. Asimismo acota el au- tor que la interculturali- dad, “no intenta ofrecer una respuesta multi- cultural a los proble- mas supuestamente universales, sino que comienza por investi- gar la presunta univer- salidad de estos pro- blemas· (30). Esto con base en su afirmación “el multiculturalismo exhibe todavía el sín- drome colonialista que consiste en creer que existe una supracultu- ra superior a todas las demás (2002:30) | Si las reglas del juego o los acuerdos se estable- cen previamente y no en el diálogo, prevalece la racionalidad lógica antes de la racionalidad huma- na, lo que no se corres- ponde con el nivel de convivencia | Raimon Panikkar apues- ta al diálogo dialogar y no dialógico como método para que ocurra la inter- culturalidad sin conside- rar el multiculturalismo y aplicando una raciona- lidad humana en busca de la convivencia donde se minimice el nivel de conflicto |
Raúl Fornet Betan- court (2000) (2001) (2002) | El diálogo se ins- cribe a manera de proyecto, más que una realidad que se impone, como propósito de la co- municación y el in- tercambio entre las culturas, amén de sus contradicciones y conflictos, mencio- nados anteriormente (2000) | Interculturalidad es una cualidad que pue- de obtener cualquier persona y cualquier cultura a partir de una praxis de vida con- creta en la que se cultiva precisamente la relación con el otro de una manera en- volvente, es decir, no limitada a la posible comunicación racional a través de conceptos sino más bien en el dejarse afectar, tocar, impresionar por el otro en el trato diario de nuestra vida cotidiana. (2001:256-257) La interculturalidad, puede interpretare como intraculturali- dad, referida al ámbito personal como mitos, influencias y cosmo- visiones y a la inter- culturalidad en tanto sociedad, tal como el reconocimiento al de- recho de la diversidad cultural y a la lucha contra las formas de discriminación y des- igualdad social, políti- ca y educativa de cada contexto (2002) | El nivel de convivencia se pudiera lograr mediante el diálogo, definido en un esquema de respeto y reconocimiento da cada civilización y correspon- de a una nueva forma del hacer filosófico, como tarea de la filosofía inter- cultural (2001) | Fornet-Betancourt con- sidera al diálogo como medio para lograr la co- municación humana, in- tercambio y la interacción la entre las culturas, vale decir, la interculturalidad, reconociéndose el dere- cho del otro, enfrentán- dose a la exclusión so- cial, política y educativa, como en el caso que nos atañe, universitario. as- pectos necesarios para el logro de una convivencia con armonía, paz y bien- estar, donde se respeten los derechos humanos y para todos los contex- tos. Este modo de vida se debe mirar desde la perspectiva de la filoso- fía intercultural, filosofía de vida donde la praxis de los valores y la ética se hacen indispensables para el nivel de conviven- cia. |
Graciano González (2002) | El dialogo debe te- ner en cuenta las dimensiones de asimetría, respeto, la no indiferencia y la responsabilidad como criterios de control y verificación de un discurso inter- cultural. | La interculturalidad “es uno de los lugares filosóficos más privile- giados desde los que se puede dar cuenta de nuestros modos de ser y de estar en la realidad, escenifi- ca una nueva visión (cosmovisión) y una estructuración social (marco sociocultural) y por ende, debe ser contemplada como la exigencia moral, don- de hombres y mujeres; venidos de cualquier parte puedan llevar a cabo su propia manera de ser en compañía de otros” (2002:77). Acota el autor que la deriva socio-política que tiene el multicul- turalismo, en el que muchos ven la sombra alargada de la menta- lidad occidental, nece- sita una cobertura más amplia, tal como la in- terculturalidad (79) | Este autor plantea la proximidad, humanismo y solidaridad originaria. Al respecto, esa proximi- dad se refiere al encuen- tro entre los hombres y las culturas, en la que se genera un fondo de humanidad y se fija la idea de una fraternidad universal de seres huma- nos, en cuanto tal, una convivencia con sentido óntico y referente ético. Afirma el autor “Esta ten- sión ontológica es la que se exterioriza en la inter- culturalidad entendida como categoría moral” (2002:105) | Graciano González ex- presa que el diálogo con- sidera la asimetría entre las culturas, para llevar- las a un plano de igual- dad, simétrico, respeto e indiferencia cultural, estableciéndose lugares reales y morales con ca- racterísticas intercultu- rales, donde el respeto entre culturas, la moral, diálogo de la no indife- rencia y solidaridad entre los hombres para poder llegar a espacios discur- sivos y significantes para la convivencia |
Diana de Vallescar (2002) | El diálogo es nece- sario para retomar la propia visión y percep- ción del mundo, bus- cando la adecuación del comportamiento a la realidad y construir un “modelo capaz de reconocer las propias necesidades en el respeto de los otros” (143). En la práctica del diá- logo se debe tener en cuenta la distancia cultural, definida en la cosmovisión, procesos cognitivos, formas lin- güísticas, patrones de comportamiento, es- tructuras sociales, re- cursos motivacionales e influencia de los me- dios. El diálogo ayuda en la comprensión de las culturas. | Las diferencias culturales nos aportan la novedad y la esperanza y pueden constituirse en principios importantes para forjar un mundo diferente, más humano y solidario, inter- cultural. Las contradicciones y los conflictos generan pre- ocupaciones cónsonas con el contexto europeo, norteamericano o Lati- noamericano que requie- ren dinámicas que pro- picien mayor inclusión y participación en las cultu- ras. La autora afirma que la relación intercultural supone una deliberada interrelación entre las cul- turas. Asimismo, expre- sa la diferencia entre la perspectiva multicultural, referida a la pretensión de asegurar el respeto, el reconocimiento y la to- lerancia y la perspectiva intercultural, además del respeto, reconocimien- to y tolerancia, procura conceder a cada uno de sus miembros la facultad de contribuir a dicha so- ciedad con su aportación particular y por ello cabe la frase “de lo multicultu- ral a lo intercultural” La interculturalidad se orienta por los procesos que fundamentan el re- conocimiento del dere- cho a la diversidad cultu- ral y a la lucha contra las formas de discriminación y desigualdad social. | Se destaca en el discurso de la autora la relevancia de la “cultura como un universo propio, con sus propias cla- ves de acceso, conocimien- to de la realidad e interre- lación, lo cual conlleva una serie de exigencias y con- secuencias teórico-practi- cas, si queremos lograr una aproximación y compren- sión intercultural, en el ám- bito socio-cultural y psicoló- gico individual”(2002:145). De ese modo, andando por el camino intercultural se podrá generar en el ser humano la capacidad de de- tectar conflictos y “líneas de ruptura afectiva y efectiva” e implementar un instrumen- tal hermenéutico y episte- mológico que nos ayude a vivir en una constante de interrelación, no obstante a los cambio contextuales. También resulta importante resaltar que de acuerdo con la autora, la cultura no solo se ve o analiza, sino que se percibe, se gusta, se siente y se vive y para la compren- sión del estado de convi- vencia de cada cultura es preciso conocer sus perfiles que funcionan como des- criptores (espacio, tiempo, género, identidad y diferen- cia, fronteras) y los centros principales que aportan la fuerza o tendencias sobre las que se cimienta una cul- tura (centros operativos, de acceso a la realidad y cen- tros categoriales y campos de conciencia | Se interpreta a Diana de Vallescar en su afán por los procesos que estructuran la distancia cultural en la ma- nera de percibir la realidad (cosmovisión), manifesta- ción de distintas maneras de pensar en función de oportunidades sociales y educacionales, maneras de expresar las ideas más importantes de una cultura, como formas lingüísticas, las maneras de actuar como patrones de comportamien- to, las maneras de interac- tuar que definen las estruc- turas sociales, las maneras de decidir de las personas que conforman las culturas y las maneras de canalizar nuestros mensajes con la influencia de los medios. Todo esto tiene que ver en el alcance de la trasforma- ción de la convivencia. |
Mauricio Beuchot | El diálogo permite la | La interculturalidad nos | Este autor plantea la convi- | Se deriva de lo acotado por |
(2002) | exclusión o restricción | ayuda a comprender que | vencia pacífica y respetuosa | Mauricio Beuchot la nece- |
de ciertas costumbres | las diferencias culturales | de las culturas en el seno de | sidad del diálogo para la | |
y la permisión o pro- | y sus correspondien- | los Estados sostenida por el | defensa de los derechos hu- | |
moción de otras. El | tes modos de vida, no | pluralismo. Asimismo, la in- | manos y universales a favor | |
diálogo ayuda en la | son contradicciones que | teracción, enriquecimiento y | de la interculturalidad, acep- | |
defensa de los dere- | amenazan la vida de la | corrección que ocurre entre | tando las diferencias como | |
chos humanos y a la | humanidad, al contrario | las culturas | factor de riqueza y convi- | |
permisión y promoción | son las riquezas que nos | vencia de las culturas | ||
de otras costumbres | regala la vida y el cultivo | |||
acordes a los derechos | de esas diferencias es la | |||
universales en cuanto | mejor forma de cultivar | |||
a su mejor practica. | la vida y de alcanzar el | |||
buen vivir. | ||||
Luis González y Ger- mán Marquínez (2000) | Estos autores sostie- nen que el diálogo no solo ha servido para la construcción de una ética universal, en tan- to que en la actualidad nos permite llegar a acuerdos en las socie- dades democráticas, en las que cada ciuda- dano tiene derecho a expresar su voluntad y participar en la toma de decisiones políti- cas que le afecten. La auténtica democracia tiene que pasar por la práctica del diálogo y solo así se superan las diferencias y alcanza el consenso. El diálo- go es un medio para lograr la objetividad mediante la confronta- ción de pensamientos subjetivos. La actitud del dialogante debe centrarse en la acep- tación de la argumen- tación del otro y de este modo, para lograr una ética del diálogo, el dialogante debe es- tar siempre dispuesto a buscar el consenso en cualquier diferen- cia que se presente y ponerse en el lugar del otro. La tolerancia y la confianza son clave en este proceso. | Los autores acuñan los términos sociedad con- temporánea pluralista, la tolerancia e intolerancia, autonomía y otredad en- tre otros. Mencionan que el valor de la tolerancia se desprende del ser humano como persona, quien merece recono- cimiento y respeto. En este sentido todos so- mos iguales, por encima de cualquier diferencia, lo que hace que nadie pueda ser sometido a otro ni negado a su sin- gularidad. Complemen- tan el valor de la igualdad con el de la diferencia en cuanto a individuo, cada uno es singular, distinto en su personalidad, en su forma de pensar y de actuar. Es así como cabe recordar la alteridad como el reconocimiento del otro como un yo dife- rente a mi propio yo. Es- tas categorías asemejan se comparan de manera semejante con la inter- culturalidad | Para lograr la conviven- cia humana civilizada se requiere de la práctica de valores como libertad, auto- nomía, justicia, solidaridad, diálogo, tolerancia, consi- derados como valores míni- mos; democracia y ciudada- nía, como mejor expresión política para la convivencia; ecología, como expresión de responsabilidad con nuestro planeta Tierra; paz, como condición del buen vi- vir y ser feliz; realidad, po- sibilidad. Identidad cultural y persona moral como valores personales y sociales. Estos autores presentan dos ideas fundamentales en la concepción integral de la persona humana: 1. El hombre es persona y por tanto, la realidad fundamen- tal de todo ser humano y 2. La persona es una realidad compleja y para compren- derla debemos integrar sus potencialidades y manifes- taciones, dimensiones que están atadas entre si: cor- poreidad, comunicación. Afrontamiento, libertad con- dicionada, trascendencia y compromiso | De lo acotado por Gonzá- lez y Marquínes en esta investigación se interpreta el diálogo desde una pers- pectiva ética que contribuye con los procesos democrá- ticos, donde las socieda- des tengan el derecho que les corresponde en cuanto a participación y toma de decisiones, sin discrimina- ción, mirando al ser huma- no como ente complejo que no pierda su singularidad y permitan el buen vivir con respeto al otro, logrando así un estado satisfactorio en la convivencia, caracterizada por la presencia de valores que favorecen a la integrali- dad de la humanidad. |
Fuente: Gutiérrez (2019)
En consecuencia, una vez alcanzadas las de- rivaciones de primer orden, producto de algunos conceptos emitidos por los autores, tomados como informantes de este estudio hermenéutico en el que participaron las categorías referidas al diálogo dia- logal, interculturalidad y convivencia. (Ver cuadro 1), se procedió al levantamiento de derivaciones de segundo orden surgidas de la comparación teórica, realizada previamente por autor, aludiendo al con- texto de estudio.
En ese sentido, se alega que la convivencia de seres humanos proveniente de diferentes con- textos, y en caso universitario, podrá alcanzarse de manera satisfactoria atendiendo a la aplicación del diálogo dialogal desde la perspectiva de la intercul- turalidad, como práctica de la filosofía intercultural vista como quehacer contextual, no solo como dis- ciplina, haciendo de ella una posibilidad de encuen- tro con distintos lugares y formas de expresión, en tanto que:
El contexto universitario corresponde a un espacio donde existe el intercambio de dis- tintos grupos culturales, con disímiles mane- ras de pensar, actuar y es entonces, cuando el diálogo dialogal por corresponder al proce- so comunicacional en el que los acuerdos o consensos deben satisfacer a ambas partes dialogantes, dado a que la tarea no sea con- vencer al otro y en vez de esto, se produzca un encuentro de dos seres que hablan, escu- chan y donde se trascienda más allá de los intereses particulares de los participantes.
La interculturalidad se refiere a no solo la in- teracción de la cosmovisión de cada grupo cultural, pues tiene que ver con la sociedad, tal como el reconocimiento al derecho de la diversidad cultural y a la lucha contra las for- mas de discriminación y desigualdad social, política y educativa de cada contexto y en este caso, universitario.
La convivencia universitaria será entonces la transformación del individuo en un ser hu- mano socializado, complejo, pero sin perder su singularidad, su manera de pensar, ex- presando respeto al otro, valores, actitudes y conductas éticas, fundamentadas en los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia y solidaridad.
Como resultado de la presente investigación y partiendo de la idea central, inquietud a manera de pregunta, propósito, argumentos teóricos y ruta epistemológica, metodológica y derivaciones, se formulan las siguientes reflexiones:
El diálogo dialogal se convierte en el método más adecuado para alcanzar la convivencia universitaria.
Las reglas del diálogo se dan en el mismo diálogo, atendiendo a un discurso valido y a la buena escucha.
La interculturalidad necesaria para la convi- vencia corresponde a la interculturalidad en tanto sociedad, más que la intraculturalidad.
Las diferencias culturales no corresponden a contradicciones amenazantes. Son en esen- cia, riquezas que ayudan al buen vivir en tan- to aportan novedad y esperanza.
La convivencia se logrará con la puesta en práctica de valores mínimos, de expresión política, de responsabilidad con nuestro pla- neta y relacionados con la condición de la felicidad, mediante el diálogo.
Finalmente, se apuesta al logro de la con- vivencia universitaria en su nivel ideal, me- diante el diálogo intercultural, de tipo dialo- gal, aplicando acciones propias para tal fin, organizadas en fases tales como sensibiliza- ción, diagnostica, formativa y socializadora a los entes que hacen vida en la comunidad universitaria, e relacion con los enunciados teóricos sobre diálogo, valores, ética, convi- vencia, filosofía intercultural e interculturali- dad.
Beuchot, Mauricio (2002) El discurso intercultural. Prolegómenos a una Filosofía Intercultural. Plu- ralismo Cultural analógico y derechos humanos. Madrid. España. Editorial Biblioteca Nueva
Dussel, Enrique (1998) ética de la Liberación en la Edad de la Globalización y la Exclusión. México, Universidad Nacional Autónoma de México: Tro- tta
Fornet-Betancourt, Raúl (2000) Interculturalidad y Globalización. Costa Rica: DEL
Fornet-Betancourt, Raúl (2001) Transformación intercultural de la Filosofía. Palipesto. Derechos
Humanos y Desarrollo. Nº 11. Bilbao. España.
Editorial Desclèe De Brower
Fornet-Betancourt, Raúl (2002). El discurso inter- cultural. Prolegómenos a una Filosofía Intercultu- ral. Filosofía e Interculturalidad en América Lati- na: Intento de Introducción no filosófica. Madrid. España. Editorial Biblioteca Nueva.
González, Graciano (2002). El discurso intercultu- ral. Prolegómenos a una Filosofía Intercultural. La Interculturalidad como categoría moral. Madrid. España, Editorial Biblioteca Nueva.
González y Marquínez (2000). Valores éticos para la convivencia. Bogotá.. Editorial El Buho
Panikkar; Raimon (1990). Sobre el diálogo intercul- tural. España. Editorial San Esteban
Panikkar; Raimon (2002). El discurso intercultural. Prolegómenos a una Filosofía Intercultural. La interpelación intercultural. Madrid. España. Edito- rial Biblioteca Nueva.
Vallescar, de Diana (2002). La cultura: considera- ciones para el encuentro intercultural. Madrid. Es- paña. Editorial Biblioteca Nueva.