Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXXI, No. 2, Abril - Junio
2025. pp. 471-486
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como citar: Santi-Huaranca, I., Asencios-Gonzalez, Z., Chafloque-Céspedes,
R., y Zevallos-Callupe, R. (2025). Factores asociados
a la perpetración de violencia contra las mujeres: Estudio en docentes de
educación básica. Revista De Ciencias Sociales, XXXI(2),
471-486.
Factores asociados a la
perpetración de violencia contra las mujeres: Estudio en docentes de educación
básica
Santi-Huaranca, Inés*
Asencios-Gonzalez,
Zaida**
Chafloque-Céspedes,
Raquel***
Zevallos-Callupe, Rocío****
Resumen
La
violencia contra la mujer es una grave violación de los derechos humanos y
representa un problema de salud pública y clínica a nivel mundial. En las
relaciones de pareja, la pareja o expareja es el principal agente perpetrador
de esta violencia. Diversas investigaciones han vinculado este comportamiento
agresivo con múltiples factores sociodemográficos y laborales. El objetivo del
estudio es determinar los factores asociados a la perpetración de violencia
contra la mujer en una muestra de 626 docentes de educación básica de una región
del Perú. Se utilizó un diseño descriptivo transversal y se realizó un análisis
de regresión logística. Los resultados indican que el 32,3% de los docentes ha
infligido algún tipo de violencia psicológica, física, sexual y/o económica a
su actual o anterior pareja en algún momento de su vida. Asimismo, se evidenció
que el riesgo de perpetración disminuye cuando el docente tiene más de 55 años
y si realiza un posgrado; mientras que incrementa en aquellos que están
separados o divorciados. En conclusión, estos hallazgos aportan evidencia sobre
un grupo profesional poco estudiado, contribuyendo a la comprensión de los
factores de riesgo en el ámbito educativo y facilitando el diseño de
estrategias preventivas y de intervención específicas.
Palabras clave: Perpetración de violencia; violencia contra la
mujer; comportamiento del docente; prevención de violencia; estudios de género.
* Doctoranda en Economía y Gestión Empresarial por la Universidad Alcalá, España. Magister Scientiae en Economía Agrícola. Docente Investigadora de la Facultad de Ciencias Administrativas y Recursos Humanos en la Universidad de San Martin de Porres, Lima, Perú. E-mail: isantih@usmp.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4656-5731
** Doctora en Filosofía. Especialista en Administración. Docente Investigadora de la Facultad de Ciencias Administrativas y Recursos Humanos en la Universidad de San Martin de Porres, Lima, Perú. E-mail: zasenciosg@usmp.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0254-8208
*** Doctora en Filosofía. Especialista en Administración. Docente Tiempo Completo e Investigadora de la Escuela de Posgrado en la Universidad San Ignacio de Loyola, Lima, Perú. E-mail: mchafloquec@usil.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0314-5603
**** Magister en Psicología Organizacional y Recursos Humanos. Docente Investigadora de la Facultad de Negocios en la Universidad Privada del Norte, Lima, Perú. E-mail: rocio.zevallos@upn.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6834-9482
Recibido: 2024-11-20 · Aceptado: 2025-02-06
Factors associated with the perpetration of violence against women: Study of basic education teachers
Abstract
Violence against women is a serious human rights violation and represents a global public health and clinical problem. In intimate relationships, the partner or ex-partner is the main perpetrator of this violence. Various studies have linked this aggressive behavior to multiple sociodemographic and occupational factors. The objective of this study was to determine the factors associated with the perpetration of violence against women in a sample of 626 elementary school teachers from a region of Peru. A cross-sectional descriptive design was used, and a logistic regression analysis was performed. The results indicate that 32.3% of teachers have inflicted some type of psychological, physical, sexual, and/or economic violence on their current or former partner at some point in their lives. Furthermore, it was found that the risk of perpetration decreases when the teacher is over 55 years of age and if he or she has a postgraduate degree; while it increases among those who are separated or divorced. In conclusion, these findings provide evidence on a poorly studied professional group, contributing to the understanding of risk factors in the educational field and facilitating the design of specific preventive and intervention strategies.
Keywords: Perpetration of violence; violence against women; teacher behavior; violence prevention; gender studies.
Introducción
Según
las estadísticas de la World Health
Organization (WHO, 2013) a nivel mundial, una de cada
tres mujeres experimenta violencia física y/o sexual a lo largo de su vida,
principalmente por parte de una pareja íntima. En América del Sur, el 23,7% de
las mujeres es agredida por sus parejas. En Perú, el 55,7% de mujeres de 15
años a más han experimentado violencia psicológica, física y/o sexual en algún
momento de sus vidas, por parte de su esposo o compañero (Instituto Nacional de
Estadística e Informática [INEI], 2023).
La
Violencia contra las Mujeres (VcM) no solo constituye
un delito (Suhardi, 2019), sino que también
representa una grave violación de los derechos humanos y un problema
significativo de salud pública y clínica a nivel mundial (WHO, 2020). Los actos
de violencia afectan directamente la vida, la salud y, en muchos casos, la
supervivencia de las mujeres (Guedes, Medeiros y Godoy, 2009; Donoso et al., 2021; Denegri et al., 2022). También limitan su capacidad de
afrontamiento en las actividades cotidianas, afectando su bienestar físico y
emocional (Moreira et al., 2015).
Desde
un enfoque de género, la VcM tiene su origen en la
falta de igualdad entre hombres y mujeres, así como en la persistencia de un
sistema patriarcal que sostiene la dominación masculina (Rohman
y Widyawati, 2018; Rincón et al., 2024). Este sistema
se traduce en una relación asimétrica entre los géneros, reforzada por factores
históricos y culturales que legitiman el poder, la autoridad y la superioridad
de los hombres. A su vez, estas dinámicas perpetúan la subordinación de las
mujeres mediante mecanismos de control y violencia (Guedes
et al., 2009; Silva, Rolim y Torres, 2016; Fadlia y Ramadani, 2018).
La
violencia contra las mujeres (VcM) es un fenómeno
multifacético que se manifiesta a través de diversas expresiones, como la
psicológica (humillación, control), física (agresiones), sexual (coacción) y
económica (control financiero) (Silva et al., 2013; Wang, 2020; López et al.,
2023). Estos patrones de violencia, estrechamente vinculados entre sí (Watson,
2002; Trevillion, Agnew-Davies
y Howard, 2011; Health Sector Brief,
2015; Oneri y Uzunboylu,
2015; Öztürk, 2017), perpetúan relaciones de poder
desiguales.
Este
estudio se centra en el rol de los docentes hombres en la reproducción y
desafío de estos patrones de violencia. A través de un análisis de las
percepciones y prácticas de un grupo de docentes masculinos, se busca comprender
cómo se construyen y se refuerzan las normas de género que sustentan la VcM. Si se considera los efectos duraderos de la violencia
psicológica, que pueden persistir incluso después de que haya cesado la
violencia física o sexual (Cakir, 2009), y la frecuencia
con la que distintos tipos de violencia coexisten, las cifras oficiales sobre
la prevalencia de la violencia contra las mujeres (VcM)
subestiman la magnitud real del problema. Esta subestimación puede contribuir a
la impunidad de los agresores y dificultar la implementación de medidas de
prevención y atención adecuadas (Reiter et al., 2014;
Ramírez, Alarcón y Ortega, 2020).
La
pareja o expareja es el principal agente perpetrador de VcM
en las relaciones de pareja. Echeburúa, Del Corral y
Amor (2004), señalan que la violencia de género está influenciada por factores
psicológicos y sociales. Los agresores suelen presentar dificultades para
relacionarse y controlar sus impulsos, además de adherir a creencias machistas
que justifican su dominio y posición (Fadlia y Ramadani, 2018). Estos individuos buscan reafirmar su
poder, especialmente en el hogar, donde perciben tener mayor control (Pérez, 1995; Madina, 1998; Reiter et al., 2014; Ribeiro y Andrade, 2016).
El
comportamiento agresor ha sido relacionado en diversas investigaciones con
múltiples factores sociodemográficos (Rasoulian et
al., 2014) y niveles educativos (Barros et al., 2013; Madureira
et al., 2014; Scott y De Oliveira, 2018). Por ejemplo, en el estudio de Ribeiro
y Andrade (2016) sobre mujeres víctimas de violencia sexual en Teresina
(Brasil), se encontró que la mayoría de perpetradores tenían entre 18 y 35
años, una educación primaria completa o incompleta y residían cerca de la
víctima. En contraste, otras investigaciones han caracterizado al perpetrador
como mayor de 35 años, con educación primaria completa (Brasileiro y Barbosa,
2016) y empleo remunerado (Leôncio et al., 2008; Madureira et al., 2014).
Asimismo,
Silva et al. (2016) en una muestra censal de perpetradores de VcM en el estado de Pernambuco, identificaron que los
agresores en su mayoría eran jóvenes en unión estable con las víctimas. Según Madureira et al. (2014), en el estado de Paraná, encontró
que los agresores eran casados y con bajo nivel educativo.
Estos
estudios evidencian que el bajo nivel educativo del perpetrador puede estar
asociado a la VcM (Scott y De Oliveira, 2018). No
obstante, también hay investigaciones que revelan que la perpetración puede
manifestarse en hombres con un nivel educativo superior, ocupando profesiones
como abogados, administradores, dentistas, ingenieros, médicos, entre otros
(Silva et al., 2013). Esto sugiere que un bajo nivel educativo no siempre es un
determinante de la perpetración de la VcM, puesto que
esta depende del análisis de diferentes contextos (Camacho-Valadez y
Pérez-García, 2013) y de otros factores personales, sociodemográficos,
laborales, entre otros, asociados a los perpetradores.
En
efecto, la educación formal no solo es un factor que causa la desigualdad de
género, sino que también puede impactar directamente en las competencias
profesionales (Díaz, 2015) y se explica a través de enfoques biológicos, sociales,
culturales e institucionales, a nivel macro y micro (Stromquist,
2006). Sin embargo, las barreras inequitativas relacionadas con el nivel
educativo pueden ser deconstruidas en el sistema
educativo si se deja de normalizar los roles de género (Salinas y Romaní,
2020).
Por lo
tanto, la educación cumple un rol imprescindible en la formación de las
actitudes, tanto en la perpetración como en la victimización de VcM en las relaciones de pareja (Shen,
Chiu y Gao, 2012; Wang,
2019). Aunque en algunas situaciones los hombres son víctimas y las mujeres las
perpetradoras, en la mayoría de los casos las víctimas de violencia en
relaciones de pareja íntima son las mujeres (Wang, 2016; Orozco, Jiménez y Cudris-Torres, 2020). Además, a medida que aumenta el nivel
educativo, las actitudes sobre los roles de género cambian y la aceptación de
la violencia de pareja disminuye (Terzioglu, et al.,
2018).
Hasta
el momento no se han realizado estudios que analicen directamente los factores
laborales del perpetrador y la prevalencia de la VcM.
Sin embargo, se ha identificado que generalmente los perpetradores tienen un
trabajo remunerado (Madureira et al., 2014), y que
pueden laborar como porteros, peluqueros, militares, jardineros, electricistas,
vendedores, entre otros (Scott y De Oliveira, 2018), y como personal de
seguridad (Camacho-Valadez y Pérez-García, 2013).
Además,
un estudio realizado en una comisaría especializada en atención a la mujer en
Rio Grande, Brasil, reveló que los perpetradores tenían altos niveles educativos
y empleos remunerados en zonas urbanas (Silva et al., 2013). Esto sugiere la
necesidad de ampliar investigaciones en esta línea para comprender mejor las
características de la actividad laboral en diferentes contextos y determinar si
estos factores pueden ser elementos de riesgo que influyen en la perpetración
de la VcM.
Con
base en lo expuesto, se considera innovador y relevante analizar los factores
sociodemográficos y laborales asociados a la perpetración de la VcM en una muestra de docentes con un nivel educativo
superior y que se encuentran ejerciendo su profesión. Identificar los factores
asociados a la perpetración de violencia es fundamental para reconocer las
características de los perpetradores, como su personalidad y la forma de
cometer un delito (Kolarević, 2002). Sin embargo,
hasta donde se tiene conocimiento, aún no existen investigaciones con datos
empíricos que permitan conocer mejor esta realidad, puesto que la mayoría de
información proviene de comisarías y centros de intervención destinados a
modificar el comportamiento de los perpetradores.
1.
Metodología
El
diseño de investigación es no experimental, de enfoque cuantitativo y de
alcance correlacional. Se considera no experimental porque no se manipuló la
variable independiente. Es cuantitativo, debido a que las variables fueron
medidas y se aplicaron técnicas estadísticas para su análisis. Asimismo, el
estudio es correlacional porque busca identificar los factores asociados a la
perpetración de la violencia contra las mujeres. Finalmente, es de corte
transversal, puesto que los datos se recolectaron en un único momento en el
tiempo (Hernández, Fernández y Baptista, 2014).
En
cuanto a los participantes, el estudio incluyó una muestra de 626 docentes de
educación básica que laboraban en instituciones públicas de la región del
Callao, Perú. La selección de la muestra se realizó mediante un muestreo no
probabilístico por conveniencia, asegurando una tasa de confianza del 95% y un
margen de error del 5%. La recolección de datos se llevó a cabo en 2017,
garantizando el consentimiento informado de cada participante previo a la
aplicación del instrumento.
Aunque
los datos fueron obtenidos en 2017, la violencia contra las mujeres sigue
siendo un problema vigente en el Perú (Rincón et al., 2024). Según el Instituto
Nacional de Estadística e Informática (INEI, 2024), en el 2023, el 53,8% de las
mujeres han sido víctimas de violencia psicológica, física o sexual por parte
de su pareja en algún momento de sus vidas. Estas cifras evidencian la persistencia
del problema y la relevancia de estudios que analicen los factores asociados a
su perpetración.
Respecto
al instrumento de recolección de datos, se utilizó un cuestionario
estructurado, compuesto por tres secciones.
a.
Factores sociodemográficos asociados a la perpetración de la VcM: Esta sección
examina la edad de los docentes, su formación educativa (incluyendo posgrado),
el tipo de relación con su pareja o expareja (enamorados, novios, casados,
conviviente, separados, entre otros), la duración de la relación, la
convivencia, la presencia de hijos en común, si la pareja trabaja y la
remuneración que recibe.
b.
Factores laborales asociados a la perpetración de la VcM:
Se abordaron aspectos como la antigüedad laboral, el tipo de contrato (nombrado
o contratado), el nivel de enseñanza (primaria o secundaria), el tipo de
institución educativa (pública o privada), el distrito donde labora, las horas
de trabajo y los ingresos recibidos.
c.
Violencia contra las mujeres (VcM): La VcM se define como cualquier acción ejercida por hombres
contra mujeres en una relación presente o pasada, considerando todas sus formas
(enamorados, novios, cónyuges, convivientes, exparejas) en un contexto de
desigualdad de poder. La violencia se manifiesta a través de agresiones físicas,
psicológicas, económicas y sexuales (Vara-Horna, 2015). La VcM
se midió usando una escala unidireccional de 11 ítems,
evaluando si los docentes infligieron violencia (económica, psicológica, física
y/o sexual) a sus parejas o exparejas antes y durante los últimos doce meses.
Los ítems fueron adaptados del Conflict Tactis Scale (CTS-2) (Straus, 2007) y de la encuesta usada en el National Violence Against
Women Survey (NVAWS)
del Center for Disease Control and Prevention
(Tjaden y Thoennes, 2000).
El CTS-2 es ampliamente utilizado y validado en más de 40 países y 600 estudios
empíricos (Vara, 2013). Los participantes indicaron la frecuencia de la
violencia ejercida en una escala ordinal de 15 puntos: Nunca (0); pasó antes,
ahora no (99) (el valor 99 se utilizó para codificar en la matriz y se le
asignó el valor de 0.5 para análisis posteriores); 1 vez (1); 2 veces (2); 3
veces (3); hasta más de 20 veces (21).
La
escala diferencia dos periodos: 1) Prevalencia de la VcM
en el último año: Cualquier acto de violencia ocurrido dentro de un periodo de
12 meses; y, 2) Cese de violencia: Violencia ocurrida en un periodo anterior a
los 12 meses. La escala de violencia contra las mujeres evidenció adecuados
índices psicométricos, con una varianza explica del 67% a nivel factorial y una
consistencia interna (alfa de Cronbach = 0.792).
Los
datos fueron tabulados en una matriz R utilizando el paquete estadístico SPSS
versión 24. Se emplearon tablas descriptivas para reportar la información
sociodemográfica y laboral. Para determinar la probabilidad de ocurrencia de
los indicadores vinculados a la perpetración, se utilizó la técnica de
regresión logística, considerando la estimación de los Odds Ratios
(OR) con sus intervalos de confianza de 95% (IC del 95%) (Cerda, Vera y Rada,
2013).
2.
Resultados y discusión
En
relación con la prevalencia de perpetración de VcM,
se encontró que el 32,3% de los docentes en la muestra ha infligido algún tipo
de violencia (psicológica, física, sexual y/o económica) a su actual o anterior
pareja en algún momento de sus vidas. En el último año (12 meses), el 17,5% de
los docentes reportó haber infligido violencia a su pareja o expareja. Como se
muestra en el Gráfico I, la violencia psicológica fue la más frecuente (28,9%),
seguida por la violencia física (11,9%), la violencia sexual (4%) y violencia
económica (3,4%). Estos datos reflejan la prevalencia de cada tipo de violencia
tanto a lo largo de su vida como en el último año.
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Gráfico
I: Profesores de educación básica involucrados en
violencia contra las mujeres, según tipo de daño (%)
Los
resultados evidencian una problemática que trasciende el ámbito privado y
adquiere relevancia en el contexto educativo, puesto que reflejan que un
porcentaje significativo de docentes ha ejercido algún tipo de violencia contra
su pareja. La alta incidencia de violencia psicológica indica que estos
comportamientos pueden estar normalizados y escasamente cuestionados, lo que
dificulta su reconocimiento y prevención. Ante esta situación, es fundamental
que las instituciones educativas implementen estrategias de sensibilización y
formación en igualdad de género para prevenir y mitigar estas conductas.
En la
Tabla 1, se presentan los factores sociodemográficos asociados a la
perpetración de VcM por parte de los docentes. Los
resultados indican que estar en una situación de separación o divorcio, ya sea
en los últimos 12 meses o en un periodo anterior, puede incrementar el riesgo
de perpetración en más de 4 veces en comparación con quienes mantienen otros
tipos de relación (enamorados, novios, casados o conviviente y otros). Además,
tener una edad mayor a los 55 años y haber completado estudios de posgrado,
parecen ser factores que reducen el riesgo de perpetración. Las demás variables
analizadas no mostraron estadísticas significativas.
Tabla
1
Factores
sociodemográficos asociados a docentes perpetradores de violencia contra las
mujeres en una región del Perú
Violencia vida |
Violencia año |
||
n (%) |
OR (95% IC) |
OR (95% IC) |
|
Edad |
|||
Hasta 36 años |
62 (10.5) |
1 |
1 |
Entre 37 a 42 años |
113 (19.2) |
0.902 (0.476-1.708) |
0.890 (0.428-1.850) |
Entre 43 a 48 años |
158 (26.8) |
0.894 (0.488-0.637) |
0.675 (0.332-1.373) |
Entre 49 a 54 años |
130 (22.0) |
0.704 (0.374-1.324) |
0.570 (0.269-1.208) |
Más de 55 años |
127 (21.5) |
0.490 (0.254- 0.943) * |
0.484 (0.223-1.050) |
Nivel educativo a nivel de Posgrado |
|||
No |
403(68.2) |
1 |
1 |
Sí |
188 (31.8) |
0.446(0.297- 0.670) *** |
0.552 (0.332- 0.918) * |
Tipo de relación con su pareja |
|||
Enamorados |
50 (8.6) |
1 |
1 |
Novios |
26 (4.5) |
0.944 (0.340-2.627) |
1.085 (0.322-3.649) |
Casados o convivientes |
460 (79.2) |
0.930 (0.497-1.740) |
0.790 (0.367-1.700) |
Separados o divorciados |
27 (4.6) |
4.250(1.569- 11.514) ** |
4.230 (1.489-12.019) *** |
Otros |
18 (3.1) |
0.817 (0.249-2.687) |
1.302 (0.346-4.896) |
Años de relación |
|||
Menos de 1 año |
19 (3.4) |
1 |
1 |
Entre 1 a 5 años |
98 (17.3) |
0.742 (0.255-2.160) |
1.119 (0.293-4.272) |
Entre 6 a 10 años |
102 (18.0) |
1.517 (0.534-4.311) |
1.825 (0.492-6.769) |
Entre 11 a 15 años |
84 (14.8) |
1.625 (0.563-4.688) |
1.559 (0.410-5.923) |
Entre 16 a 20 años |
124 (21.9) |
0.754 (0.264-2.149) |
0.468 (0.116-1.883) |
Más de 20 |
139 (24.6) |
1.004 (0.358-2.814) |
1.057 (0.285-3.926) |
Convive con su pareja |
|||
Sí |
450 (80.1) |
1 |
1 |
No |
112 (19.9) |
1.091 (0.704-1.692) |
1.408 (0.840-2.360) |
Tiene hijos |
|||
No |
100 (17.4) |
1 |
1 |
Sí |
475 (82.6) |
1.331 (0.827-2.142) |
1.049 (0.592-1.859) |
Tipo de trabajo de su pareja |
|||
Está desempleada |
92 (16.7) |
1 |
1 |
También es docente |
272 (49.3) |
0.912 (0.554-1.501) |
1.380 (0.726-2.623) |
Trabaja en otra organización |
81 (14.7) |
0.886 (0.470-1.671) |
1.065 (0.468-2.423) |
Independiente (negocio propio) |
107 (19.3) |
0.765 (0.420-1.392) |
0.839 (0.377-1.866) |
Ingreso de la pareja |
|||
Hasta 900 |
58 (16.0) |
1 |
1 |
Entre 901 a 1126 |
43 (11.9) |
0.461 (0.191-1.114) |
0.883 (0.289-2.700) |
Entre1127 a 1352 |
61 (16.9) |
0.921 (0.440-1.927) |
0.942 (0.346-2.569) |
Entre 1353 a 1578 |
86 (23.8) |
0.589 (0.291-1.194) |
1.059 (0.425-2.637) |
Entre 1579 a 1804 |
42 (11.6) |
0.540 (0.227-1.284) |
1.089 (0.370-3.203) |
Más de 1804 |
72 (19.9) |
0.761 (0.371-1.561) |
1.433 (0.577-3.561) |
Nota: OR = Odds
Ratio; IC = Intervalo de confianza; *p < 0,05; **p < 0,01; ***p <
0,001.
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Los
resultados muestran que la separación o el divorcio pueden estar relacionados
con un aumento en la perpetración de violencia, lo que podría explicarse por el
impacto emocional y los conflictos derivados de la ruptura. En contraste, la
menor incidencia de violencia en docentes mayores de 55 años y con estudios de
posgrado, podría deberse a una mayor estabilidad emocional y al desarrollo de
estrategias más efectivas para resolver conflictos. Estos hallazgos destacan la
necesidad de considerar el contexto sociodemográfico en las estrategias de
prevención, asegurando que las intervenciones sean pertinentes y efectivas para
los distintos perfiles de docentes.
En la
Tabla 2, se presentan los factores laborales de los docentes, como antigüedad
laboral, el tipo de contrato, el nivel de enseñanza (primaria o secundaria), el
tipo de institución educativa y el distrito donde labora, horas de trabajo e
ingresos. Los resultados indican que ninguno de estos factores se asocia
significativamente con el riesgo de perpetración de VcM,
ya sea para incrementarlo o disminuirlo.
Tabla
2
Factores
laborales asociados a docentes perpetradores de violencia contra las mujeres en
una región del Perú
Violencia vida |
Violencia año |
||
n (%) |
OR (95% IC) |
OR (95% IC) |
|
Años laborales |
|||
Menos de 1 año |
72 (12,1) |
1 |
1 |
Entre 1 a 9 años |
242 (40,6) |
0,857 (0,494-1,488) |
0,870 (0,444-1,703) |
Entre 10 a 18 años |
150 (25,2) |
0,833 (0,461-1,503 |
1,079 (0,533-2,184) |
Entre 18 a 27 años |
80 (13,4) |
1,006 (0,519-1,952) |
0,592 (0,245-1,431) |
Más de 27 años |
52 (8,7) |
0,475 (0,209-1,079) |
0,753 (0,290-1,953) |
Tipo de contrato |
|||
Nombrado |
419 (70,2) |
1 |
1 |
Contratado |
178 (29,8) |
1,043 (0,718-1,515) |
1,039 (0,657-1,643) |
Nivel de enseñanza |
|||
Primaria |
185 (31,4) |
1 |
1 |
Secundaria |
405 (68,6) |
1,123 (0,772-1,633) |
1,111 (0,701-1,761) |
Tipo de institución educativa |
|||
Pública |
541 (90,5) |
1 |
1 |
Privada |
57 (9,5) |
0,653 (0,348-1,225) |
0,869 (0,412-1,831) |
Distrito |
|||
Mí Perú |
53 (8,8) |
1 |
1 |
Carmen de la Legua |
27 (4,5) |
0,661 (0,224-1,946) |
1,143 (0,303-4,306) |
La Perla |
50 (8,3) |
0,991 (0,427-2,301) |
1,853 (0,656-5,240) |
Callao |
195 (32,5) |
0,979 (0,505-1,898) |
1,148 (0,473-2,789) |
Bellavista |
42 (7,0) |
0,925 (0,380-2,252) |
0,888 (0,260-3,028) |
La Punta |
3 (0,5) |
1,156 (0,098-13,684) |
--- |
Ventanilla |
230 (38,3) |
1,381 (0,725-2,631) |
1,779 (0,756-4,185) |
Horas laborales semanales |
|||
Menos de 30 horas |
162 (29,6) |
1 |
1 |
30 horas |
307 (56,1) |
1,021 (0,678-1,537) |
1,091 (0,653-1,824) |
Más de 30 horas |
78 (14,3) |
1,088 (0,612-1,935) |
1,144 (0,560-2,338) |
Remuneración sin descuento |
|||
Hasta 900 |
10 (1,7) |
1 |
1 |
Entre 901 a 1126 |
28 (4,8) |
1,750 (0,373-8,210) |
2,222 (0,393-12,555) |
Entre 1127 a 1352 |
112 (19,1) |
1,017 (0,248-4,171) |
0,766 (0,150-3,907) |
Entre 1353 a 1578 |
211 (36,1) |
1,314 (0,330-5,229) |
0,936 (0,191-4,576) |
Entre 1579 a 1804 |
110 (18,8) |
0,957 (0,233-3,935) |
0,731 (0,143-3,745) |
Más de 1804 |
114 (19,5) |
1,034 (0,252-4,234) |
0,701 (0,137-3,588) |
Nota: OR = Odds
Ratio; IC = Intervalo de confianza; *p < 0,05; **p < 0,01; ***p <
0,001.
Fuente: Elaboración propia, 2024.
La
falta de asociación entre los factores laborales y la perpetración de violencia
contra las mujeres indica que el riesgo de ejercer violencia no depende
directamente de las condiciones de empleo de los docentes. Este hallazgo indica
que la violencia de pareja podría estar más influenciada por factores
personales o socioculturales que por el entorno laboral. No obstante, el rol de
las instituciones educativas sigue siendo fundamental en la prevención, puesto
que pueden promover espacios de formación y reflexión que contribuyan a
modificar creencias y comportamientos que perpetúan la violencia.
Generalmente,
los estudios sobre la perpetración de violencia contra las mujeres (VcM) se ha enfocado en la victimización, tomando como
fuente de referencia el testimonio de las mujeres sobrevivientes de VcM (Zacarias et al., 2012). En
investigaciones que incluyen a perpetradores, la información proviene de
diversas fuentes: Testimonios de hombres condenados a medidas comunitarias por
delitos contra su pareja y/o expareja (Cunha y Gonçalves, 2018), encuestas nacionales (Hembling
y Andrinopoulos, 2014), programas de intervención
(Cantos et al., 2015) y tratamientos (Meyer, 2018; Mach et al., 2020;
Fernández-Montalvo et al., 2021). Estos estudios revelan características
heterogéneas de los perpetradores, sugiriendo la existencia de múltiples
perfiles en contextos diferentes.
Esta
investigación se centra en los factores sociodemográficos y laborales asociados
con la perpetración de la VcM, utilizando datos
primarios de docentes hombres. Esto permite una exploración más detallada de
esta realidad y el desarrollo de medidas más efectivas para la erradicación,
dado que los perpetradores son una pieza clave en el diseño de políticas de
prevención de VcM (Madureira
et al., 2020).
La
prevalencia de violencia contra las mujeres perpetrada por docentes de
educación básica es del 32,3%. Aunque no existen estudios previos específicos
sobre este grupo, investigaciones en otros sectores reportan prevalencias
variables. En el Perú, Vara (2013) encontró que el 25% de los trabajadores
hombres en el sector privado afirmaron haber ejercido violencia contra sus
parejas o exparejas en los últimos 12 meses. En Ecuador, Vara (2022) reportó
que el 27,3% de los hombres docentes o administrativos ejercieron violencia
contra su pareja o expareja en universidades. Al ser los primeros datos sobre
esta temática, no es posible determinar si esta prevalencia es superior o
inferior a otras muestras. No obstante, estos hallazgos son clave para el
diseño de estrategias de prevención primaria y secundaria en el sector
educativo.
En
cuanto a los factores sociodemográficos, se observó que estar en una situación
de separación o divorcio en los últimos 12 meses o más, incrementa el riesgo de
perpetración en más de cuatro veces en comparación con otros tipos de relación
(enamorados, novios, casados o conviviente, y otros). Este hallazgo es consistente
con estudios previos (Cunha y Gonçalves,
2018). La separación o divorcio no necesariamente conlleva al cese de la VcM, puesto que los vínculos persistentes como la crianza
de los hijos (Fernández-Montalvo et al., 2021), bienes compartidos, obligaciones
legales, persistencia de violencia psicológica (Vara-Horna, 2015), pueden
mantener la violencia en curso.
La
separación o divorcio tiende a disminuir la frecuencia y gravedad de la VcM (Abramsky et al., 2011), pero
la violencia puede continuar hasta que la mujer se desligue del perpetrador o
hasta que ambos decidan solucionar sus conflictos de pareja, a través de
diferentes vías como negociación, evasión u obediencia (Kurdek,
1994).
En
relación con la edad, los resultados muestran que tener una edad mayor de 55
años y tener posgrado podrían disminuir situaciones de perpetración de la VcM. La literatura muestra dos escenarios indistintos: Uno,
donde la mayor edad está asociada con menor prevalencia de VcM
(Camacho-Valadez y Pérez-García, 2013; Ribeiro y Andrade, 2016); y otro, donde
la mayor edad se relaciona con mayor prevalencia (Hembling
y Andrinopoulos, 2014). Esto evidencia que el rango
de edad es variado en cuanto a experiencias de perpetración, por lo que es
necesario incluir otras variables como valores, costumbres, adicciones (Cunha y Gonçalves, 2018),
antecedentes psiquiátricos (Fernández-Montalvo et al., 2021), y características
psicópatas (Cunha et al., 2020).
Los
resultados indican que haber completado estudios de posgrado parece reducir el
riesgo de perpetración de VcM. Este hallazgo difiere
de algunos estudios que han identificado una mayor prevalencia de violencia en
personas con niveles educativos más altos (Silva et al., 2013; Hembling y Andrinopoulos, 2014;
Mach et al., 2020). Sin embargo, la mayoría de las investigaciones han señalado
que un bajo nivel educativo está más asociado con la perpetración de VcM (Ribeiro y Andrade, 2016; Brasileiro y Barbosa, 2016;
Scott y De Oliveira, 2018; Cunha y Gonçalves, 2018; Siria et al., 2021). Estas diferencias
señalan que el nivel educativo, por sí solo, no es un factor determinante, sino
que su impacto puede depender del contexto, de las características de la
muestra y de otros factores individuales y sociales.
En
esta investigación, los docentes con estudios de posgrado mostraron una menor
probabilidad de ejercer violencia contra sus parejas o exparejas. Esto podría
deberse a que una formación académica avanzada fomenta habilidades
socioemocionales, pensamiento crítico y valores, que promueven relaciones más
equitativas y no violentas.
En
cuanto a los factores laborales, no se encontraron asociaciones significativas
con la perpetración de VcM. Este resultado discrepa
de otras investigaciones que han identificado que el empleo y los ingresos
pueden incrementar o reducir la probabilidad de perpetración de VcM, dependiendo del contexto y las condiciones específicas
(Silva et al., 2013; Cantos et al., 2015; Cunha y Gonçalves, 2018; Mach et al., 2020). Sin embargo, los
hallazgos de este estudio refuerzan la idea de que la violencia no está
determinada exclusivamente por factores económicos o laborales, sino que
responde a dinámicas más complejas.
Estos
hallazgos indican que los ingresos y la ocupación, por sí solos, no determinan
la perpetración de VcM, sino que su impacto puede
depender de otros factores individuales, relacionales y contextuales (Herreira et al., 2015). Aún es necesario profundizar en el
análisis de los factores laborales para comprender mejor su posible influencia
en la probabilidad de ejercer violencia.
Conclusiones
Este
estudio aporta evidencia sobre la perpetración de violencia contra las mujeres
en docentes de educación básica, un grupo poco explorado en la investigación.
Se encontró que un 32,3% de los docentes ha ejercido algún tipo de violencia
contra su pareja o expareja, siendo la violencia psicológica la más frecuente.
Este hallazgo resalta la importancia de incorporar estrategias de prevención
dentro del ámbito educativo, considerando el impacto que los docentes tienen en
la formación de sus estudiantes.
En
cuanto a los factores demográficos, se encontró que los docentes en situación
de separación o divorcio tienen una mayor probabilidad de perpetración de VcM, lo que coincide con estudios previos que han
identificado cambios en la estructura familiar como un factor de riesgo. Por
otra parte, haber completado estudios de posgrado parece reducir la
probabilidad de ejercer violencia. A diferencia de algunas investigaciones que
han reportado una mayor prevalencia de violencia en personas con niveles
educativos más altos, este estudio evidencia que una formación académica
avanzada podría estar relacionada con el desarrollo de habilidades
socioemocionales y una mayor conciencia sobre la equidad de género.
Con
relación a los factores laborales, no se encontraron asociaciones
significativas con la perpetración de VcM. Variables
como la antigüedad en el trabajo, el tipo de contrato, el nivel de enseñanza y
los ingresos, no mostraron relación con el riesgo de violencia. Estos
resultados sugieren que la violencia no puede explicarse únicamente desde la
estabilidad o condiciones laborales, sino que debe analizarse desde una
perspectiva más amplia, considerando factores individuales, relacionales y
socioculturales.
Esta
investigación presenta algunas limitaciones que deben considerarse al
interpretar los hallazgos. En primer lugar, el uso de autoinformes
podría haber generado un sesgo de deseabilidad social, afectando la veracidad
de las respuestas. Asimismo, la investigación se centró en una muestra
específica de docentes en una sola región del Perú, lo que restringe la
posibilidad de generalizar los resultados a nivel nacional o internacional.
Aunque esta región reporta altos niveles de VcM,
sería necesario ampliar la muestra a otras localidades para obtener una visión
más representativa de la problemática.
Otra
limitación radica en la falta de análisis de variables psicológicas, culturales
y contextuales que podrían influir en la perpetración de VcM.
Factores como creencias arraigadas sobre los roles de género, normas sociales
que toleran la violencia y el impacto de la socialización en el comportamiento
de los docentes, no fueron explorados en este estudio, pero podrían ser
determinantes clave en la comprensión de esta problemática. Asimismo, la
incorporación de variables relacionadas con la salud mental de los agresores
permitiría identificar con mayor precisión factores de riesgo y diseñar
estrategias de intervención más efectivas.
Los
hallazgos de esta investigación pueden ser útiles para los responsables de
políticas públicas en el diseño de estrategias para la prevención e
intervención de la violencia. En particular, la formación profesional continua
podría desempeñar un papel clave en la modificación de actitudes,
comportamientos y habilidades socioemocionales, contribuyendo a la reducción de
la VcM en el ámbito educativo.
Dado
que la violencia contra la mujer es un problema complejo y multifactorial, es
fundamental que futuras investigaciones amplíen su alcance a otras regiones y
poblaciones. Esto permitiría analizar si los factores asociados a la
perpetración de VcM varían según el contexto
geográfico y socioeconómico, proporcionando evidencia más sólida para el
desarrollo de políticas y programas preventivos adecuados a cada realidad.
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