Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXX, Número Especial 10,
julio/diciembre 2024. pp.
325-338
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como citar: Reinoso, Y., Ojeda,
D. D. C., y Alturo, S. M. (2024). Bulling y convivencia escolar en las
instituciones públicas del distrito especial turístico y cultural de
Riohacha-Colombia. Revista De Ciencias Sociales, XXX(Número
Especial 10), 325-338.
Bulling y convivencia escolar en las instituciones públicas del distrito
especial turístico y cultural de Riohacha-Colombia
Reinoso
Pérez, Yalexi*
Ojeda Pertuz, Decired
del Carmen**
Alturo Mendigaña, Sandra Mireya***
Resumen
La región de Riohacha,
una ciudad situada en el Departamento de la Guajira, en Colombia, enfrenta
desafíos únicos debido a su contexto multicultural, a la incidencia de la
violencia armada, al tráfico de drogas y a factores socio-familiares adversos.
Tomando en consideración estos elementos, la investigación explora las causas y
efectos de la violencia escolar y su incidencia en este sector de la población.
Mediante una propuesta cualitativa, orientada por el método de revisión
hermenéutico-documental, se deja en evidencia que un alto sector de la
población infantil carece de protección parental y docente, enfrentando altos
índices de acoso escolar, con predominio de la violencia física. Asimismo, se
destaca que el bullying afecta el rendimiento académico y el bienestar
emocional y mental de la población estudiantil. Se concluye que es necesario
implementar propuestas claras, transversales e interdisciplinares que conecten
la familia, la escuela y la comunidad, con la finalidad de promover entornos
inclusivos, garantes de la paz y del bienestar común, cualidades esenciales
para el progreso de la nación colombiana.
Palabras clave: Violencia; acoso;
convivencia escolar; intervención educativa; Riohacha-Colombia.
Bullying
and school coexistence in public institutions of the special tourist and
cultural district of Riohacha-Colombia
Abstract
The Riohacha region, a
city located in the Department of La Guajira, in Colombia, faces unique
challenges due to its multicultural context, the incidence of armed violence,
drug trafficking, and adverse socio-family factors. Taking these elements into
consideration, the research explores the causes and effects of school violence
and its impact on this sector of the population. Through a qualitative
proposal, guided by the hermeneutic-documentary review method, it is evident
that a large sector of the child population lacks parental and teacher
protection, facing high rates of bullying, with a predominance of physical
violence. Likewise, it is highlighted that bullying affects academic
performance and the emotional and mental well-being of the student population.
It is concluded that it is necessary to implement clear, transversal and
interdisciplinary proposals that connect the family, the school and the
community, in order to promote inclusive environments, guarantors of peace and
common well-being, essential qualities for the progress of the Colombian nation.
Keywords: Violence; bullying; school
coexistence; educational intervention; Riohacha-Colombia.
Introducción
El
bullying o acoso escolar es un problema social que esta in crescendo, no solo en Colombia sino a nivel global. Por tanto,
el entorno escolar se concibe como un espacio común para generar conflictos
entre pares, incluso conflictos pedagógicos. Para Barreiro (1999), las causas del conflicto en los centros
escolares son de carácter exógeno, situación socio política de Colombia, y
endógenos, que son aquellos vinculados al centro educativo producidos por la
interrelación entre estudiantes y estudiante-profesor.
En
este sentido, los indicadores de acoso escolar en la ciudad de Riohacha,
capital del Departamento de La Guajira de Colombia, que cuenta con una
población para el año 2021 cercana a 222.541 habitantes, siendo un distrito
especial, turístico y cultural, la población es inminentemente multicultural
donde coexisten culturas indígenas ancestrales, blancos criollos, mestizos y
afrodescendientes, se dan multivariadas connotaciones en sus causales de
violencia, que van desde políticas, económicas, sociales hasta culturales (Amaya,
Reinoso y Fragozo, 2019).
La
población objeto de esta investigación son los escolares de educación básica
primaria y secundaria, que sufren bullying
o acoso durante el tiempo que pasan en la escuela. Si bien es cierto que los
conflictos forman parte de la naturaleza humana y los centros educativos no
escapan a ello (Terán, Cardona y Terán, 2018; Ramón, Longoria
y Olalde, 2020), los promedios de acoso
escolar en la ciudad están por encima del promedio nacional, por tanto, justifica
una intervención indagativa exploratoria.
De
acuerdo con datos proporcionados por el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE, 2022) en Riohacha
hay 51 colegios, de los cuales 32 son públicos oficiales, solo 6
están clasificados en la versión tipo A+ del Ranking Col-Sapiens. Por otra parte, la pobreza multidimensional de la ciudad
está concentrada en la periferia del centro urbano, donde se reúnen algunas
unidades educativas que son reincidente en casos de bullying. Datos concretos apuntan que en el Departamento de La
Guajira para el año 2020, un 43,2% de niños y niñas menores de 5
años, asistieron a un hogar comunitario, centro de desarrollo infantil o
colegio (Alcaldía de Riohacha-USAID, 2022), indicador este que denota un alto grado de ausencia y
permanencia escolar a temprana edad.
En el año 2023 Riohacha
contaba con 57.683 menores de 12 años y 25.611 adolescentes, de ellos más de 4.500
niños para el año 2020 estaban fuera del sistema escolar, algunos ejerciendo
labores de trabajo, siendo menores (Ministerio
de Educación de Colombia, 2022).
Estos indicadores
socio-educativos y otros relacionados con altas tasas de matoneo o acoso escolar,
proponen que esta investigación tenga como objetivo,
abordar a través del reconocimiento descriptivo las variables causales exógenas
y endógenas que intervienen, para posteriormente, proponer una estrategia
didáctica-pedagógica que contribuya a minimizar tendencias de eventos y
conflictos de acoso escolar característicos del bullying, para el logro de la paz y la convivencia escolar en
armonía. La metodología empleada se basó en elementos subjetivos y valorativos propios
del análisis documental cualitativo.
1. El bullying: Conceptualizaciones y datos
preliminares
El acoso escolar,
denominado también matoneo, pero conocido comúnmente por el expresionismo
lingüístico anglosajón como bullying,
es un tipo específico de violencia con agresiones físicas o psicológicas,
caracterizado por comportamientos violentos reiterados sobre la misma persona,
produciendo una visible desigualdad entre el agresor y la víctima, con la
intencionalidad del agresor de hacer daño (Leganés, 2013; Muñoz, Matallana y Lozano, 2022; Morales, 2024).
En los últimos años ha surgido una nueva forma tecnológica de afectar a niños y
adolescentes denominada cyberbullying,
que consiste en utilizar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC),
así como redes sociales (Flores et al., 2023) para generar acoso.
La definición del término
ha traído confusión –sobre todo en miembros de la familia- debido a los
arraigos y paradigmas culturales aceptados, una de las primigenias y más aceptadas
definiciones fue formulada por Olweus (1973; 1993; 2014). Según su acepción
conceptual, considera que un estudiante está siendo intimidado cuando otro
estudiante o grupo de estudiantes de poder influyente en el centro educativo,
le dice cosas desagradables, se ríe de él o ella o, le conmina por apodos
hirientes, es ignorado completamente, por tanto se le excluye de los grupos
sociales, también es golpeado o empujado físicamente y sometido a amenazas, que
impactan psicológicamente tratando de
convencer a los demás escolares para que no se relacionen con él o ella.
Está tan arraigado el bullying en los últimos años que la
convivencia escolar pacifica en sus diversas manifestaciones se ha convertido
en una línea directriz de gestión escolar, puesto que, los casos son muy
comúnmente recurrentes, constituyéndose en una de las principales temáticas a
abordar como principal reto educativo de la educación del siglo XXI (Gálvez-Algaba y García-González, 2022). En sentido
territorial, Latinoamérica no escapa de esta situación escolar, en las últimas
décadas, este fenómeno es frecuente entre niños y adolescentes, reflejo de las
injusticias y desigualdades sociales imperantes en el subcontinente americano.
El bullying, es uno de los fenómenos que más está afectando a nivel
mundial a las instituciones educativas, poniendo en riesgo no sólo la
convivencia pacífica escolar, sino también la integridad física y mental de los
estudiantes, pues, altera su autoestima, sus relaciones interpersonales e incluso,
en algunos casos la vida. De acuerdo con Orgilés
et al. (2018), el bullying se refiere a cualquier forma de
maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada y deliberada a lo largo
de un tiempo determinado.
En un
informe presentado por especialistas en Derechos de la Niñez, complementados
por los datos publicados por la ONG, Bullying Sin Fronteras (2021), afirma que en
América Latina el 70 por ciento de los niños son directa o indirectamente
afectados por el acoso en la escuela, niños que han sido acosados o han sido
testigos del acoso, en Estados Unidos 6 de cada 10 niños sufren acoso escolar. De
acuerdo a una recopilación de la literatura y a estudios bibliométricos, entre
los países de la región con mayor incidencia por este flagelo se encuentran
Colombia, Brasil, Paraguay, Perú, Honduras, Guatemala, República Dominicana y
Panamá (Garaigordobil,
Mollo-Torrico y Larrain, 2018), siendo
Colombia una nación muy reincidente en casos de acoso escolar.
En el mismo sentido, Gómez-Nashiki (2013) expresa que el Bullying consiste en la intimidación, el
abuso, el maltrato físico y psicológico de un niño o grupo de niños sobre otro
u otros en la escuela, que abarca la educación primaria y secundaria. El autor
expresa en su estudio teórico referencial, que este fenómeno incluye una serie
de acciones negativas de distinta índole, como bromas, burlas, golpes,
exclusión, conductas de abuso con connotaciones sexuales y, desde luego, agresiones físicas. Estas
actitudes traen consigo una mala convivencia e inestabilidad entre los jóvenes
que comparten su tiempo de aprendizaje en el salón de clase, por tanto,
la escuela pudiese representar un espacio que modela traumas.
Investigaciones han
demostrado que el aula de clase es el lugar donde se produce con mayor
frecuencia el acoso y las agresiones –aun con la presencia del docente- que
definitivamente toma una postura reactiva ante el evento. La violencia escolar es independiente del tipo de escuela, rango
social, edad y procedencia (López et
al., 2013). Los profesores, a pesar que muchos son dotados de alta autoestima,
funcionalidad familiar y bienestar subjetivo, los estudiantes promedios de
clases populares parecieran provenir de espacios donde hay conflictos
familiares y sociales, por tanto, muchos de ellos de hogares disfuncionales.
Tal situación, puede
ser extendida al departamento de La Guajira colombiana y su capital Riohacha,
donde según datos del gobierno nacional, en el
año 2022 los departamentos que experimentaron mayor pobreza monetaria fueron
Chocó con 66,7%; seguido de La Guajira con 65,4% (DANE, 2023). Esto sugiere mayor pobreza y por tanto disfuncionalidad
familiar en estas regiones, lo cual es un detonante del bullying.
Por
ello, se requieren a mediano plazo programas de Educación para la No Violencia
a Niños y Adolescentes, que, aunque el gobierno ha implementado iniciativas al
respecto, aún siguen siendo muy tímidas. Estos programas asegurarían la
prevención en el maltrato infantil, abuso familiar, maltrato y acoso en la
escuela (Arón, 2000), seguro generarán reducciones importantes en indicadores sobre
el maltrato al niño y al adolescente.
Por otra parte, sumándose
al problema social existente en La Guajira colombiana, fronterizo con
Venezuela, donde la migración y éxodo masivo proveniente del país vecino, que
trajo trabajo informal, xenofobia y aumento de la pobreza, puesto que, las
familias migrantes buscan colocar a sus hijos en el sistema escolar del país
receptor, a la vez trata de buscar un empleó inmediato añadiendo xenofobia
hacia niños y adolescente extranjeros.
En tal sentido, es perentorio
que los padres de niños migrantes asuman competencias parentales positivas,
especialmente las de apoyo emocional, puesto que esto incide positivamente en
la preparación del menor para enfrentar el acoso escolar (Andreucci-Annunziata, Mansilla-Turra
y Montecino-Ávila, 2021),
disminuyendo así, las múltiples implicancias y
desafíos de inclusión de sus hijos en las instituciones y las comunidades donde
se relacionan.
Un elemento importante
a destacar en la discusión, es que el bullying
afecta no solo al agredido, también afecta al agresor e inclusive a
espectadores (González et al., 2020; Morales, 2024). De allí, que es necesario hacer
diagnósticos, incorporando alternativas de tratamiento con programas oficiales
y privados para tratar esta problemática a nivel integral en instituciones
escolares, para sensibilizar a todos los actores educativos de una convivencia
escolar para la paz y la armonía (Castro, Niño y
Fernández, 2020).
Las víctimas de bullying pueden presentar depresión,
ansiedad, adicciones y hasta inducción al suicidio (León et al., 2016).
Mientras que los agresores, reflejan una personalidad donde admiran el
reconocimiento debido a los miedos que enfrentan (Cano-Echeverri y
Vargas-González, 2018). Finalmente, los espectadores sufren de «ninguneo» a la
vez piensan que las relaciones interpersonales son indebidas, por tanto, se
sumerge en la soledad (Ramón, Longoria y Olalde, 2019).
Según
investigaciones realizas por Delgado y Rodríguez (2020), para el año 2019 el
acoso escolar en Colombia estuvo ubicado por encima de la línea promedio de
Latinoamérica, con altas tasas de incidencia, cercanas al 66%, que son más
proclives en colegios rurales de estratos sociales bajos; también el estudio
establece que, los promedios de rendimiento académico se ven afectados, hasta
más de 10 puntos de diferencia comparados con estudiantes que no lo han sido. En
un estudio realizado por Amaya et al. (2019), en los centros educativos del
Distrito Turístico y Cultural de Riohacha, del Departamento de La Guajira, encontró
que el 79% ha presentado conflictos con los compañeros del mismo grado escolar,
es decir, casi todos en el aula de clase.
En este orden de ideas,
si se compara la información ofrecida con datos globales, la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, 2022),
en su informe de ese año indica que 36% de estudiantes en el mundo sufren acoso
y violencia escolar, los cuales advierten que el hostigamiento verbal es el más
típico, pero que también ha aumentado el ejercido a través de Internet y las redes sociales, indicando
que los datos locales son exageradamente alarmantes. Su estudio calcula que
cada año hay 246 millones de niños y adolescentes sometidos a una forma u otra
de violencia en el entorno escolar.
En este sentido
comparativo, Cuevas y Marmolejo (2014), explican que en Colombia durante mucho
tiempo se ha vivido en violencia cuya magnitud e incidencia tiene efectos
devastadores, en especial en los jóvenes
escolares, por tanto, es urgente detectar las formas agresivas y violentas
tempranas para ejercer la prevención.
El bullying, así como
en su manifestación digital de cyberbulling,
más que categorizaciones teóricas, son problemáticas educativas significativas,
que afectan la convivencia escolar. Su incidencia ha venido acrecentándose en
los últimos tiempos, especialmente en contextos vulnerables, lo que demanda la
masificación de la educación formal e informal de la no violencia, para la
convivencia y para implantar relaciones integrales y perdurables en el tiempo.
Este tipo de educación
debe estar pensada no sólo para las víctimas, sino para brindar tratamiento a
los agresores, a los espectadores y a la comunidad en general, fomentando así
una cultura de paz, de respeto y de relaciones equitativas dentro de la
escuela. La intervención temprana, es garantía de apoyo emocional adecuado, lo
que se traduce en minimización de los efectos del bullying.
2. Agresiones
recurrentes y convivencia escolar
Es importante denotar,
que las agresiones escolares según Muñoz-Sánchez, Azabache-Alvarado y Quiroz (2018),
definen los diferentes comportamientos que se presentan en las instituciones
educativas que pueden generar diferencias e inciden en la convivencia y en el
ambiente escolar, esta forma de interacción cambiante, centrada en la
competitividad y el dominio, conduciría a la presencia de dificultades de
convivencia entre los integrantes de una comunidad. Esta conceptualización crea
situaciones de agresión manifestadas mediante la alteración de las conductas
que van afectando sentimientos, emociones, necesidades, percepciones, opiniones
e intereses de los actores educativos.
En el maltrato entre
iguales se presentan situaciones como la intención de hacer daño debido a
conductas de agresión dirigidas a la víctima, la reiteración de las conductas
de agresión dirigidas y el desequilibrio de poder o desventajas. Entre las
conductas agresivas en la convivencia escolar están las de tipo verbal y física,
aislamiento social, chantaje, destrozo o robo y acoso sexual en cualquiera de
sus manifestaciones (Cribilleros-Shigiha,
Gamarra-Chirinos y Vergara-Vázquez, 2024).
Los acosadores
escolares no son capaces de tomar en serio alguna solución para detener la
situación de acoso, más bien sienten poco interés por los sentimientos o emociones
producidas en los intimidados (Cuevas y Marmolejo, 2014), es decir, exhiben
poca o casi nula empatía. En la mayoría de las ocasiones el acosador ha tenido
problemas en familias disfuncionales, siendo muy altamente probable que haya
sufrido violencia intrafamiliar o uno de los parentales ha estado ausente.
Por otra parte, Olweus y
Limber (2009), mencionan que los hogares de la víctima y del agresor, tienen
factores familiares de riesgo muy similares: Familia disfuncional, poca
comunicación, prácticas de crianza opresoras o negligentes, sobreprotección,
escasez de amor y exceso de libertad, son desencadenantes para el posterior aumento
de conductas negativas y agresivas, sin duda, la violencia engendra más violencia. Por consiguiente, en algunas
familias las normas y reglas no tienen consistencia creando ambigüedad y confusión
en la mente de los hijos.
Todas estas condiciones
intrafamiliares, generan que el acosador traslade sus emociones y su pro victimización
a la escuela, queriendo de cierto modo, dominio de poder, pero en realidad hace
la convivencia se torne caótica. De acuerdo con
Barría et al. (2004), observar esta problemática de violencia escolar
denominada hoy en día como bullying,
ha venido afectando al estudiante, puesto que esto se refleja en clima de
convivencia escolar, que impide el desarrollo normal del aprendizaje, generando
distracciones en los estudiantes, que suelen manifestarse de diversas formas de
comportamiento al dirigirse hacia sus compañeras de clases.
Existen por otro lado,
factores como las bromas desagradables, los insultos, o instalación de apodos,
se discrimina y se hace racismo hacia el compañero, siendo muy común, lo cual
conlleva a la generación de violencia –como contra respuesta- en las aulas de
clases (Díaz y Doria, 2016). Cabe señalar que el reflejo de este tipo de
conducta agresiva conlleva en muchas ocasiones al menor, a provocar al otro con
el maltrato físico o verbal.
El bullying dentro de la institución escolar puede afectar la
convivencia de los estudiantes, creando
tensiones, divisiones entre pares, provoca aislamiento, desmotivación, entre
otros, afectando el rendimiento académico, además de causarle estrés al momento
de la jornada académica, afectando las habilidades sociales e individuales (Pérez, 2022).
En realidad, desde un
enfoque histórico-político en el sistema educativo latinoamericano actual, la
convivencia se manifiesta en forma de crisis interrelacional, debido
principalmente al cuestionado del ideario de igualdad-equidad (González y Rojas, 2004). Esta condición
representa un enorme e ingente desafío a superar, puesto que, el modelo de
sociedad actual, sigue enajenando valores, la empatía y la solidaridad,
fomentando comportamientos delictivos, agresivos, propensos a detonar diversas
patologías sociales (Rico, 2024).
En el
estudio realizado por Carrasco y González (2006) se exhiben
los distintos modelos explicativos de la conducta agresiva de escolares, tales
como: Modelos “instintivos, biológicos, del drive, conductuales, cognitivos,
aquellos centrados en la dinámica familiar y en los hábitos de crianza, así
como las aproximaciones evolutivas” (p. 7) y evolución social del mundo
globalizado, finalmente, generan modelos vinculantes al integrar los criterios
estudiados.
Por ello como contra
partida, la convivencia escolar en paz puede ser vista desde cuatro
dimensiones: Democrática, de seguridad ciudadana, de salud mental infanto-juvenil
y managerialista (Morales y
López, 2019), esta última, es referenciada como una conducta que procura la
visión colectiva y corporativista de la vida y la organización social ante la postura
individual (Varela, 2015).
Un aspecto importante a
discutir, consiste en reconocer que se está en presencia de formas de violencia
en instituciones educativas, es decir, espacios donde se adapta al individuo
para ser un ser social. Por ello, es necesario abordar dos cuestiones
interesantes, una, es la conceptualización del término «violencia» el cual ha
sido sometido a diferentes acepciones a lo largo de su recorrido histórico; y en
segundo plano, aprovechar el sistema educativo, puesto que es una de las áreas
más prometedoras para la promoción de la convivencia y la prevención de la
violencia (Castillo-Pulido, 2011).
La escuela con toda su
potencia puede desarrollar planes de acciones concretos para el mejoramiento de
la convivencia estudiantil, capacitando al personal docente, orientando al
estudiante e identificando espacios vulnerables (Miranda-Cedeño, Rovira-Rubio y
Quevedo-Mora, 2020). Es un acto de justicia y necesario el despliegue de esta
oportunidad, sobre todo en Colombia en los departamentos más deprimidos, como
La Guajira.
Para que la convivencia
en la escuela sea efectiva es necesario una articulación, puesto que el bullying es un fenómeno complejo, que
requiere de la comunidad académica, la familia, profesionales y la gobernanza (Páez
et al., 2020). Tan complejo es el acoso escolar, que deriva en variables extra
discriminantes como sexo y edad que forman parte de constructos sociales que
son transfigurados y conducen a los jóvenes a acciones de violencia física y
psicológicas en la escuela (Romera et al.,
2022). En una sociedad estable, lo jóvenes y profesionales del futuro tienen
derecho a una convivencia sana en la escuela y en la familia (Palomo, Machado y Sato, 2022), para que el derecho
y las reglas connacionales sirvan para preservar la integrad de los niños y
adolescentes.
La relación entre
profesores y estudiantes de interdependencia, orientativas y formativas debe
ser una acción de educación para la paz, los valores y para la ética con compromiso, psicoambientada a la personalidad única
del alumno, para que más allá del constructo epistemológico, sea necesario el
aprendizaje para confrontar situaciones violentas y transfiguradas complejas
(López et al., 2013). Es importante clarificar a la ciudadanía en Colombia y
sobre todo a los grupos sociales residentes en la costa del Caribe –debido a su
identidad cultural única- la relación y los delgados límites entre humor y el bullying, como una forma para
detener potenciales problemas de acoso psicológico (Villota et al., 2023), para que no se institucionalicen
expresiones más sutiles equívocas de la violencia escolar.
De esta manera, la
recurrencia a las agresiones y el bullying
representa un desafío complejo y multifacético, que afecta negativamente el
desarrollo integral y las dinámicas cotidianas de los entornos educativos. Las
consecuencias más significativas incluyen disfunciones sociales, problemas de
autoestima y sobre la salud mental. En consecuencia, es imperativo que las
instituciones educativas implementen planes de manejo de la violencia,
capacitando el personal docente, colaborando con la familia y la comunidad,
sensibilizando a todos los actores sobre la seriedad de esta problemática y sus
consecuencias presentes y futuras.
3.
Casos recurrentes en el distrito especial de Riohacha-Colombia
La
Guajira colombiana es un espacio territorial con condiciones especiales únicas
dentro del contexto multicultural del país, la violencia de grupos armados, la
producción y tráfico de drogas, sumado a los factores socio-familiares trascienden
el promedio nacional. De cada 10 niños, 4,5 se cría y crece sin la protección
de un parental, en la ciudad de Riohacha para el año 2020, el desempleo rondo
el 18,0% para hombres y 28,5% para
mujeres de la población económicamente activa (DANE, 2022).
Por
otra parte, la violencia de género, acoso infantil y otras formas de violencia,
experimentaron un crecimiento en la ciudad de Riohacha. Siendo
la violencia física el máximo exponente, para el año 2019, donde se reportaron
un total de 401 casos, y para el año 2020, esta cifra aumentó a 434,
continuando como mayor indicador, la violencia física (Alcaldía de
Riohacha-USAID, 2022).
En La
Guajira, de acuerdo con cifras reportadas, para el año 2015 el 88% de exámenes
médico legales por presunto delito sexual, realizados durante el último año,
corresponden a menores de 18 años (Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses, 2015). Igualmente, teniendo en cuenta informes del sector salud,
la violencia de género es un mal que aqueja a varios territorios de esta región
debido a que 83,3 mujeres de cada 100 mil habitantes –contando niñas y
adolescentes-, han sufrido algún tipo de agresión física y psicológica. Estas cifras
dan cuenta que el acoso escolar o expresiones de bullying en Riohacha y en todo el Departamento de La Guajira, es una
apófisis de la violencia física de género, intrafamiliar en toda Colombia.
Es tan consecuente la
pérdida de valores, que la violencia armada, violencia en todas sus expresiones
sociales y acoso escolar en notas de prensa, dan cuenta de las recientes
manifestaciones locales en Riohacha. En estos actos de protestas, los
pobladores tomaron las calles y alzaron la voz
en contra del maltrato intrafamiliar de niños y niñas, a la vez se
declararon en favor del cese de la violencia en todos sus géneros, además
solicitaron al Estado abordar la situación conflictiva de bullying y el matoneo escolar en todo el departamento de La
Guajira.
En este sentido, la
violencia intrafamiliar constituye una amenaza en ocasiones irreparable a la
integridad individual y familiar en los niños y adolescentes en el
departamento, en especial en Riohacha (Vanegas, 2014). El maltrato y el bullying son factores nocivos asociados
con patrones inadecuados de interacción familiar, problemas de aislamiento,
comportamientos agresivos, consumo de drogas, que ha generado bajo rendimiento
escolar en los niños.
En el Departamento de La Guajira la situación conflictiva de bullying, sin lugar a dudas ha venido
afectando al estudiante y este se refleja de distintas maneras, debido a que
esto impide el desarrollo normal de aprendizaje (Brito,
Villa y Mejia, 2017). No obstante, el bullying no solo afecta el aprendizaje, incluso trasciende la
reducción del rendimiento académico, recientemente en el país un niño de 12
años se quitó la vida suicidándose por efectos de las presiones ejercidas por
estar sometido a bullying (Castaño, 2022). Este evento desconsolador se
volvió viral y puso a toda la sociedad colombiana a reflexionar sobre el tema.
Es
transcendental, debido a estos actos impensables, diseñar
una propuesta didáctica en la escuela que contribuya a la prevención del bullying como fundamento para la
convivencia escolar, haciendo un trabajo interdisciplinario en donde intervenga
la familia, la escuela y la sociedad (Gámez y
Suarez, 2022). En el Distrito de Riohacha los tipos
de bullying más frecuente entre
escolares de una edad entre 8 y 16 años son los actos de
agresiones físicas a compañeros, burlas y acoso psicológico, ataques
corporales, situaciones de violencia de género (Amaya et al., 2019). Estos actos
de violencia definen patrones de interacción y el comportamiento social de los
estudiantes, por ello, es predecible que sus actuaciones están estrechamente
relacionadas con las vivencias que se originan desde la familia y la calle.
Es concluyente que el
campo de estudio de la violencia escolar en Riohacha y patrones similares en
todo el país, están influenciados principalmente por tendencias psicológicas y
socio-históricas derivados del conflicto armado colombiano, la pobreza, la
desigualdad y la injusticia social, que entienden en la violencia una salida a
un problema asociado a la conducta humana desde un enfoque filosófico,
fisiológico y mental (Caballero-León, 2020).
El
caso de la proliferación de violencia escolar en Riohacha y sus causales
multisociales y políticas, sugieren programas de disminución de roles en la
estructura educativa del agresor, de la víctima y del agresor-victimizado; los
programas deberán ser identitario que sean capaces de reconocer la dinámica del
conceptual del bullying en la
escuela, también se deberá reconocer la situación socioemocional del agresor,
así como también la situación en el contexto político-normativo nacional (Herrera et al., 2021). Un
elemento adicional que cubre el enjambre causal del bullying en Riohacha es, la explotación infantil, incluso en niños
escolarizados, esta causalidad agregada y compleja amerita
fomentar el debate crítico y una praxis social diferente, que conduzca a la
re-valorización y re-apreciación de los infantes y adolescentes (Vidal, Mejia y Curiel, 2021).
Por tanto, la
intervención para su erradicación es de naturaleza compleja, demanda de actores
externos y situaciones conexas, en los cuales la gobernanza educativa y
municipal no tiene el control. Además, Riohacha es un punto de encuentro
multicultural entre conciudadanos y extranjeros que son migrantes residenciados
u otros que se han dedicado al comercio formal e informal.
La estrategia de
escenarios didácticos-pedagógicos para la paz con involucramiento de todos los
actores educativos y los juegos estéticos-lúdicos que promuevan escenarios de
aprendizaje basados en la igualdad de oportunidades, contrarresta las
discriminaciones y el conflicto escolar (Vásquez-Delgado y Cabrera-Constain, 2022), pudiese contravenir el
escenario de convivencia, reduciendo los indicadores internos de bullying en los centros educativos de
Riohacha a nivel de educación primaria y secundaria.
Abordar integral y efectivamente esta realidad, implica el empleo de
estrategias que involucren a todos los actores que hacen vida dentro de la
escuela, además de inculcar la formación en valores basados en el respeto, la
tolerancia, la equidad, la justicia y la igualdad. No se trata de abordar este
problema desde lo netamente teórico, sino que es requerido la creación de
programas y proyectos pedagógicos inclusivos, que fomenten la paz, el bienestar
emocional y la construcción de ambientes escolares seguros. Sólo así se podrá
hacer frente a este desafío, garantizando un futuro seguro a niños, niñas y
adolescentes colombianos.
Conclusiones
La violencia en Riohacha,
refleja una problemática social arraigada a factores históricos, culturales,
sociales, económicos, coincidentes con el contexto colombiano y con otras
formas de violencia manifestadas en esta nación. La materialización de la
violencia escolar es alarmante y se agudiza por indicadores como la pobreza, la
desigualdad social, los quiebres en las estructuras familiares, desatención
escolar, entre otros aspectos.
Los datos reportados en esta
investigación, si bien son predominantemente cualitativos, no dejan de ser
relevantes y demuestran la escalada de violencia y maltrato infantil en los
entornos escolares. Dentro de este tipo de violencia, la física es la más común
en los últimos tiempos, aunque esto no deja de lado la violencia psicológica,
verbal o el acoso digital, que afecta a numerosos estudiantes, con efectos
devastadores sobre su persona y estabilidad mental.
Finalmente, se destaca que
la principal fortaleza de esta investigación radica en su enfoque
interdisciplinario, con atención a diversos factores, que deriva en un análisis
profundo del fenómeno. Se aspira que la misma sirva de fundamentos para futuras
líneas de investigación, como la atención al bullying en contextos o escuelas específicas del Departamento de
Riohacha u otras regiones, además de la posibilidad de incursionar en
investigaciones longitudinales o cuantitativas para determinar la eficacia y
sostenibilidad de la educación para la convivencia en la nación colombiana,
haciendo énfasis en la urgencia de mejorar la calidad de vida estudiantil.
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* Doctoranda en Sociedad
y Cultura Caribe en la Universidad Simón Bolívar, Colombia. Magister en
Dirección Estratégica - Orientación en Resolución de Conflictos y Mediación.
Especialista en Manejo, Negociación y Resolución de Conflictos. Trabajadora Social.
Docente Investigadora en la Universidad de la Guajira, La Guajira, Colombia. E-mail:
yreinoso1@uniguajira.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1821-0896
** Doctora en Educación. Magister en Educación. Especialista en Estudios
Pedagógicos. Licenciada en Ciencias Sociales. Docente Investigadora en la
Universidad del Atlántico, Barranquilla, Colombia. E-mail: dojedapertuz@mail.uniatlantico.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5976-5815
*** Doctoranda en Educación en la Universidad
Benito Juárez, México. Magister en Desarrollo y Gestión de Empresas Sociales.
Especialista en Pedagogía y Docencia. Trabajadora social. Docente Ocasional
Tiempo Completo e Investigadora adscrita al Grupo de Investigación Tamaskal en
la Universidad de La Guajira, Riohacha, La Guajira, Colombia. E-mail:
sandraalturo@uniguajira.edu.co
ORDID: https://orcid.org/0000-0002-1788-5584
Recibido: 2024-04-25 · Aceptado:
2024-07-13