Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXIX, No. 4, Octubre - Diciembre 2023. pp. 125-138
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como citar: Sepúlveda, R. D., Taborda, M. A., y Fuentes, D. D. (2023). Políticas públicas para la gestión de la felicidad organizacional. Revista De Ciencias Sociales, 29(4), 125-138.
Naturaleza Humanizada: Análisis documental para configurar reflexiones desde la economía política en tiempos de crisis*
Sepúlveda Vargas, Rubén Darío**
Taborda Caro, María Alejandra**
Fuentes Doria, Deivi David***
Resumen
Cada vez se hace necesario reflexionar las contradicciones y disputas socioecológicas del modelo de desarrollo capitalista que privilegia la economía de mercado y deteriora la ecología. En este contexto, el objetivo del presente artículo es explicar el concepto de naturaleza desde una postura crítica planteada por la teoría neomarxista. Apoyado en el enfoque de investigación cualitativa, método, análisis documental y técnica de revisión bibliográfica de 56 repositorios diversos (libros, capítulos en libros y artículos científicos) determinados mediante muestreo no probabilístico intencional, el trabajo hace parte de una indagación teórica caracterizada por reflexionar el concepto de naturaleza humanizada que permanece hoy, aún estancado y escaso en los desarrollos discursivos. Los resultados indican que hay una necesidad ontológica y epistemológica por restablecer el vínculo sociedad-naturaleza, donde esta última no es una mercancía, por tanto, requiere desmercantilizarse para concebirla como un medio para la vida que funciona con sus propias leyes naturales, externa y mayor al sistema económico, que no puede ser regulada por los mecanismos de la economía de mercado. Se concluye que para desmercantilizar la noción de naturaleza se debe fortalecer el paradigma ecocéntrico, donde las acciones públicas y privadas se alineen a las leyes naturales como condición universal de supervivencia.
Palabras clave: Mercantilización; fuerza de trabajo; naturaleza humanizada; crisis ecológica; neomarxismo.
* Articulo resultado del proyecto de investigación financiado por la Universidad Pontificia Bolivariana, Montería, Colombia, titulado: “Prácticas socioecológicas de comunidades resilientes frente a los conflictos por el agua en el bajo Sinú, Colombia, radicado ٢٦١-٠٧/٢١-G٠٠١.
** Doctor en Ciencias Sociales. Profesor Titular del Programa de Economía en la Universidad Pontificia Bolivariana, Montería, Colombia. E-mail: ruben.sepulveda@upb.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6694-3907
*** Doctora en Educación. Profesor Investigador del Departamento de Ciencias Sociales en la Universidad de Córdoba, Montería, Colombia. E-mail: mtaborda@correo.unicordoba.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9170-661X
**** Doctor en Ciencias mención Gerencia. Postdoctorado en Gestión de la Ciencia y la Tecnología. Profesor Asociado del Programa Administración de Empresas en la Universidad Pontificia Bolivariana, Montería, Colombia. E-mail: deivi.fuentesd@upb.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0699-286X
Recibido: 2023-06-24 · Aceptado: 2023-09-11
Humanized Nature: Documentary analysis to shape reflections from the political economy in times of crisis
Abstract
It is increasingly necessary to reflect on the contradictions and socioecological disputes of the capitalist development model that privileges the market economy and deteriorates ecology. In this context, the objective of this article is to explain the concept of nature from a critical stance proposed by neo-Marxist theory. Supported by the qualitative research approach, documentary analysis method and bibliographic review technique of 56 different repositories (books, chapters in books and scientific articles) determined by non-probabilistic intentional sampling, the work is part of a theoretical inquiry characterized by reflecting on the concept of humanized nature that remains today, still stagnant and scarce in discursive developments. The results indicate that there is an ontological and epistemological need to reestablish the link between society-nature, where the latter is not a commodity, therefore, it needs to be decommodified to conceive it as a means for life that works with its own natural laws, external and greater than the economic system, which cannot be regulated by the mechanisms of the market economy. It is concluded that in order to decommodify the notion of nature, the ecocentric paradigm must be strengthened, where public and private actions are aligned with natural laws as a universal condition for survival.
Keywords: Commodification; labor force; humanized nature; ecological crisis; neomarxism.
Introducción
El debate académico sobre la relación conflictiva entre los seres humanos y la naturaleza es cada vez más claro e importante para comprender los acontecimientos económicos actuales que están provocando crisis económicas y ecológicas globales. La noción de naturaleza humanizada es una aproximación epistemológica que explica fenómenos socioecológicos en disputa y muestra esquemas alternativos desde distintas posturas de la economía política (Rošker, 2018). Uno de ellos, es el paradigma que plantea la escuela de pensamiento económico neomarxistas en su interés por cuestionar y revelar la contradicción del sistema capitalista en torno a la relación capital - naturaleza, como bien lo explica O´Connor (2000) al enunciar la segunda contradicción (capital – naturaleza) en el contexto de la teoría marxista ecológica.
En esta investigación la noción de naturaleza humanizada se presenta desde varias posturas ideológicas que permitan explicar el proceso histórico de la naturaleza hecha por el hombre o construida por este, centrando el análisis en los argumentos planteados por Schmidt (1977), al confirmar que la acción del hombre por extraer sustrato material de la naturaleza y transformarla en mercancía con el uso de la fuerza de trabajo, ha dado como resultado una naturaleza humanizada, que altera los ecosistemas y, por tanto, el equilibrio natural.
Las contradicciones entre los sistemas socioeconómicos y ecológico, toman fuerza con las crisis sanitarias, locales y mundiales ocurridas en las últimas dos décadas y en especial, la del “Coronavirus del Covid-19”, que tiene correlación con el equilibrio del sistema natural y el cambio climático (Luna-Nemecio, 2020; Rasul, 2021; Ahmad et al., 2021). Al respecto, se argumenta que la actual pandemia generada por el Coronavirus surge por la alta influencia que impacta la especie humana sobre la biosfera, hechos que se relacionan con la presión que ejerce la humanidad sobre los ecosistemas del planeta tierra (Keen, 2020). Arguye este autor, que son los efectos de una economía neoclásica que se ha heredado y que sus defensores se resisten a aceptarlo.
Respecto a lo anterior, este trabajo busca explicar el concepto de naturaleza desde una postura crítica planteada por los neomarxistas, como una forma de entender la crisis socioecológica actual y aportar a la discusión del constructo de la economía política. El enfoque de esta investigación es cualitativo, de tipo explicativo y se apoya en el método de análisis documental, técnica de revisión bibliográfica. Se hace una revisión exhaustiva de 56 repositorios diversos (libros, capítulos en libros y artículos científicos) determinados mediante muestreo no probabilístico intencional, sobre la relación sociedad – economía - naturaleza desde una perspectiva histórica social, resaltando las posturas ideológicas que debaten sobre el fenómeno y que permitan ampliar la visión epistemológica de la noción naturaleza humanizada.
1. Fundamentaciones teóricas
Las preocupaciones relacionadas con el impacto de la naturaleza y sus conexiones sociales surgen de la verificación que el desarrollo económico contemporáneo impacta y deteriora la calidad ambiental, sino también con la certeza que estos cambios han incidido nuevos estilos que deterioran la calidad de vida (Korsgaard et al., 2020). Hoy no se refiere al cambio climático, sino a la crisis climática, con esta denominación se busca evidenciar que la situación medioambiental del planeta ha empeorado en los últimos años de manera significativa, según lo afirma El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, 2021).
El estado de pandemia de COVID-19 viene intensificando el aumento del consumo de plásticos desechables: Bolsas, botellas de agua y refrescos, depósitos para enviar comida a domicilio o cajas del comercio por internet. Estas preocupaciones impactan en el contexto local, nacional y global (Richards, Meynecke y Sahin, 2021). Pero adicionalmente, el medio natural registra hoy sobreexplotación de recursos, impactando la calidad del aire y del agua (Bhat et al., 2021).
Evidencias empíricas indican que las actividades económicas son generadoras de conflictos socioambientales, los cuales se revelan y generalizan desde la década de los años sesenta (Sepúlveda, 2015), forzando a las ciencias naturales, sociales e ingenieriles a crear armazones teóricos y metodológicos con impactantes recursos tecnológicos para hacerle frente a los cambios y disputas suscitadas.
Frente a estas preocupaciones, la escuela de pensamiento neoclásica desarrolló las proposiciones epistemológicas de la economía ambiental para corregir o mitigar externalidades negativas de la producción, entendida como una falla de mercado. Viladrich (2004), apoyado en la teoría de la regulación ambiental, sistematiza desde una perspectiva histórica (década de los años sesenta) los marcos conceptuales que gobiernan la explotación de los recursos naturales y el control de la contaminación, lo que permitió una vertiginosa modelización de problemas económicos asociados a la categoría calidad ambiental.
Las ciencias naturales se vieron cortas para teorizar los nuevos impactos ambientales que requerían ser explicados desde campos de conocimientos amplios. Novedoso y de gran impacto fue la creación de las ciencias ambientales que fusionaron, hombre, sociedad, y naturaleza en una sola dinámica inacabable. La complejidad ambiental se le denominó a esta nueva apuesta teórica, concebida en la perspectiva de una crisis del conocimiento, de la comprensión del mundo, de la mediación del saber sobre la naturaleza y de la emergencia de una nueva ontología y la epistemología ecológica (Leff, 2007; Eschenhagen y Maldonado; 2018; Sepúlveda, 2017).
La racionalidad ambiental desde esta perspectiva involucra no solo la creación de una teoría, con conceptos y categorías, sino un diálogo de saberes, cuyo fin último no es resguardar, sino reconfigurar el ser desde las comunidades y sus grupos sociales, la ética colectiva y la justicia para la reapropiación social de naturaleza (Leff, 2004). Surgen nuevas posibilidades del conocer como la pluriversidad, la interculturalidad, ecología crítica, ecología de saberes y el buen vivir, además de las sabidurías y pensamientos de frontera donde los diálogos de saberes reconfiguran las epistemologías tradicionales de racionalismo vertical.
Otros campos muy promisorios de investigación surgen de las teorías marxistas y de la Escuela de Frankfurt desde una perspectiva renovada para la crítica de las condiciones sociales. La corriente ambiental crítica nace como respuesta alterna a la crisis ecológica, con teorías sustantivas como la ecología política y la economía ecológica, que toman de la sociología, la ética, la filosofía y la economía, para denunciar el injusto reparto de los bienes y el creciente metabolismo social de la actividad económica, tanto en el uso y explotación de los recursos naturales como en la concentración de la riqueza y la acción de un mercado que funciona en atención a juicios racionales, por lo que ignora las externalidades negativas que provoca (Thezá, 2011; Gudynas y Acosta, 2011; Maldonado y Sepúlveda, 2023).
Muy a pesar de lo anterior, dentro de la investigación ambiental han predominado los métodos que tienen como principio la aplicación y experimentación tanto de tecnologías como de una producción teórica capaz de desarrollar, analizar y sintetizar. Sin embargo, la crítica para la reelaboración conceptual permanece poco desarrollada en los grupos interdisciplinarios ambientales, donde se genera una mayor inclinación por el uso de los métodos de las ciencias naturales, en contraposición de los de las ciencias sociales.
Dado lo anterior, es menester una mayor reflexión del rol de la teoría en la investigación aplicada, en razón a que la construcción del conocimiento no surge en pruebas de laboratorio desprovistas de marcos conceptuales e hipótesis (Barahona 2013). En términos generales, se concibe la investigación teórica como una actividad sistemática de elaborar, construir, reconstruir, explorar y analizar críticamente conceptos y categorías construidos en distintas áreas del saber.
Las teorías permiten la construcción de su propio objeto de estudio, su desarrollo proporciona las bases para nuevos objetos de conocimiento y para multiplicar novedosos ámbitos de interés académicos. En esta dimensión, la investigación teórica se concentra en la búsqueda de explicaciones y reflexiones sobre los distintos fenómenos propios de cada una de las áreas del saber, para comprenderlas como parte del pasado (como ocurre en disciplinas reconstructivas como la historia, la paleoantropología, la psicología evolucionaría o la lingüística histórica); bien para vislumbrarlos tal y como es en la actualidad.
Finalmente, es importante precisar que la investigación teórica no es necesariamente documental bibliográfico, emplea el examen a la literatura científica para explorar teorías existentes con el fin de criticarlas, validarlas, cuestionarlas o refutarlas, tal cual se realiza en este artículo. Por lo que el análisis de los textos y documentos únicamente estaría como una etapa del proceso de creación de teoría.
2. Metodología
El presente trabajo utiliza un diseño de investigación no experimental longitudinal de tipo explicativo, que permite presentar desde varias posturas ideológicas el proceso histórico de la naturaleza hecha por el hombre o construida por este. Además, tiene la ventaja de facilitar información de cómo las categorías y conceptos y sus relaciones, evolucionan a través del tiempo y hacer inferencias respecto a cambios, determinantes y efectos (Hernández, Fernández y Baptista, 2014).
Respecto al análisis documental, ofrece elementos significativos que aportan al objetivo de investigación y tributan a la configuración de reflexiones sobre el objeto de estudio desde la economía política. Peña y Pirela (2007), lo definen como un “proceso ideado por el individuo como medio para organizar y representar el conocimiento registrado en los documentos, cuyo índice de producción excede sus posibilidades de lectura y captura” (p. 59).
El método análisis documental se complementa con el enfoque metodológico de la teoría de la economía política de Karl Marx. El marxismo en su concepción de método de construcción de teoría tiene una intención común con otras metodologías, pero con una visión diferente: “La del movimiento de lo real y que lo real tiene una cara objetiva y otra subjetiva” (De la Garza, 2012, p. 248). En ese proceso lo que se pretende es comprender la historia de la actividad humana, dado que la práctica social, como actividad, requiere del estudio de la adaptación del hombre al ambiente cultural. Napoli (1992), indica que el punto de partida correcto del método de la economía política de Marx, es lo concreto representado (imágenes de la realidad) que permite el conocimiento del concreto real y conduce a descubrir categorías simples por abstracción en el desarrollo complejo histórico-social.
2.1. Muestra y técnicas de recolección de datos
Se seleccionó una muestra de 56 repertorios bibliográficos teniendo en cuenta lo sugerido por Miguel, Codutti y Zarycz (2012), los cuales se organizaron por subgrupos, a saber: Artículos científicos consultados en bases de datos (Elsevier, Redalyc, Scielo, Latindex) y de las hemerotecas electrónicas (Dialnet, repositorios institucionales de universidades públicas y privadas); libros, capítulos de libros, trabajos de grado versión electrónica y blog. Los criterios de selección de las bibliografías se hicieron por ecuaciones de búsqueda previa definición del problema a investigar (Gómez-Luna et al., 2014), soportado en un muestreo no probabilístico intencional (Otzen y Manterola, 2017), tal como se muestra en el Cuadro 1.
Cuadro 1
Muestra de repertorios bibliográficos
Ecuación de búsqueda |
Repertorio bibliográfico consultado |
Tipo de repertorio |
Cantidad |
Concepto naturaleza en Marx |
Artículos científicos |
Electrónico |
29 |
La ecología de Marx |
Libros |
Electrónico |
11 |
Revisión bibliográfica AND Análisis documental |
Artículos científicos y libros |
Electrónico |
8 |
Crisis civilizatoria |
Trabajos de grado |
Electrónico |
5 |
Progreso en América Latina AND Marx |
Capítulos en libros |
Electrónico |
2 |
Ecosocialismo AND Neomarxista |
Blog |
Electrónico |
1 |
Total …> |
56 |
Fuente: Elaboración propia, 2021.
Se utilizó la revisión bibliográfica como técnica de recolección de datos (Gómez-Luna et al., 2014), la cual se compone de tres fases: (I) Búsqueda de la información a partir de la definición del problema; (II) Organización de la información; y, (III) Análisis de la información.
2.2. Análisis de la información
Apoyado en Fox (2005); y, Miguel et al. (2012), el análisis de la información de las bibliografías se hizo en tres etapas secuenciales: 1. Análisis documental de contenidos; 2. Resumen, síntesis y condensación de la información; y, 3. Escrito de la revisión bibliográfica o artículo de revisión, en torno al estudio de las interrelaciones y las estructuras (Kabalen y Sánchez, 1997) del concepto naturaleza con economía, sociedad, cultura y el humano, como proceso dinámico para organizar y representar el conocimiento patentado en los documentos (Perelló, 1998), con el fin de explicar desde una perspectiva histórica y de pensamiento crítico (Gómez-Luna et al., 2014), la noción de naturaleza humanizada.
Teniendo en cuenta lo anterior, la hipótesis cualitativa de investigación es que la economía se distanció de la naturaleza y esto ha generado una naturaleza humanizada, causa principal de la crisis ecológica actual.
3. Naturaleza desde una postura crítica planteada por la teoría neomarxista: Resultados y discusión
La naturaleza humanizada se entiende como todo espacio natural mediado o configurado a merced del hombre para la obtención de bienes y recursos naturales (Zanuccoli y Portapila, 2012). No obstante, la humanización de la naturaleza no siempre ha estado ligada a procesos socio-productivos, durante el teocentrismo había una necesidad de desligar a la naturaleza del trono cósmico, y con el antropocentrismo se consideraba al hombre centro del universo, el cual debía tener control del resto de seres de vivos y así demostrar su poder y soberanía sobre la naturaleza (Descola y Pálsson, 2001; Aledo, 2010).
En el proceso de la naturaleza humanizada desde una concepción material tiene dos momentos de inflexión, el primero, es la revolución neolítica, donde se efectúa un dominio de las plantas y se consolida la actividad agrícola; y el segundo, es con la revolución industrial con la aparición de maquinaria que requieren de un uso considerable de recursos naturales, con lo cual se empiezan a generar grandes impactos ecológicos (Díaz, 2009).
Partiendo de la noción de naturaleza humanizada presentada por Altvater (2006), como aquella construida o hecha por el hombre, es posible debatir diversas posiciones que explican el alcance de este concepto. Una primera postura, es la construcción social de lo natural no solo en lo material, sino también en lo simbólico (Palacios, 2006), donde la ciencia y la sociedad se articulan para inventar formas de apropiación y control, enfoques que se heredan de las lógicas colonialistas e imperialistas y que se consolidan en el siglo XIX.
Bajo esa lógica, la naturaleza humanizada se presenta como el espacio territorial donde se ejerce un dominio social, económico y cultural de un hombre hacia otros. Dentro de ese contexto, se considera que lo natural obtiene significado a medida que es civilizado y sirve para satisfacer necesidades humanas, entre tanto, todo espacio sin humanizar es asociado con lo salvaje, también conocida como “naturaleza de primera” la cual era vista como misteriosa y distante (Folch y Bru, 2017).
Una segunda postura, se asocia al conjunto de acciones que la sociedad desarrolla para apropiarse de los bienes y servicios de la naturaleza, conocido como el metabolismo rural (Toledo, 2008), situación que debe ser analizada en profundidad a partir de las categorías de uso, aprovechamiento, explotación y manejo de los recursos naturales. Esto lleva forzosamente a estudiar la relación de intercambio material de las dimensiones ecología y economía, que explican las causas de los problemas y conflictos socio-ambientales contemporáneos.
En relación con esta postura, se establece que las actividades de agricultura y ganadería fueron causales en la separación de la relación hombre-medio. El aumento de la población humana y el incremento en la demanda de alimento, hubo una necesidad de explorar y conquistar lo natural a fin de ampliar la frontera agrícola y eliminar o modificar elementos naturales que inciden en el desarrollo productivo (Castillo, Suárez y Mosquera, 2017), evidenciado en el desvío o secamiento de afluentes, la extinción de roedores e insectos que frecuentaban los cultivos, entre otras intervenciones.
Una tercera postura, presentada por Schmidt (1977), se refiere a la acción del hombre por extraer sustrato material de la naturaleza con el fin de transformarla en mercancía a través del uso de la fuerza de trabajo. En este sentido, la trilogía ecología – trabajo – mercancía, genera como resultado una naturaleza construida por el individuo, que transforma los ecosistemas y altera el equilibrio natural. A partir de esta consideración, por ambientes humanizados o construidos, es aquel donde lo natural se ve como un elemento (objeto) que se ha desgarrado en su relación con el ser humano.
Como consecuencia de la naturaleza humanizada, el ambiente se presenta como un entorno de transformación, producto de los procesos productivos y extractivos, además de ser espacio receptor de los desperdicios humanos, por lo cual se considera que la degradación de la naturaleza no es algo externo del desarrollo social y económico de la humanidad sino un aspecto de su carácter contradictorio (Aledo, 2010; Aguilera, 2015).
En este sentido, los procesos de apropiación y control de la naturaleza se pueden analizar desde los aportes hechos por la escuela de pensamiento clásica de la economía a partir de los conceptos de producción, circulación y consumo. Con el surgimiento del capitalismo industrial del siglo XVIII se reconoce como factores productivos fundamentales para la actividad económica de esa época, el trabajo y el capital, necesarios para usufructuar la acumulación de riqueza con el uso de los combustibles fósiles. En términos de Harvey (1989; 2004), se refiere a un medio ambiente construido para la producción y para el consumo, una causa importante de la dinámica y crisis de la acumulación capitalista.
Adam Smith, principal exponente de esta escuela, indicó que el objeto de la economía era producir investigaciones sobre la formación de las riquezas de las naciones, donde el eje central era aumentar la producción, es decir, el crecimiento económico (Aguilera, 2015). Este enfoque prevaleció hasta que David Ricardo argumentara que la finalidad debería ser la distribución en la actividad económica. Nótese que ambos objetos de estudio definen como prioridad lo crematístico, sin considerar los efectos que generaría las acciones de apropiación de la naturaleza por los procesos económicos del capitalismo industrial de la época.
Paralelo a estos dos debates, están los fisiócratas con François Quesnay, quien encontró en la agricultura el único sector productivo que genera riqueza. La existencia de un orden natural subyace al desarrollo de las actividades económicas, con lo que se indica la supremacía de lo ecológico sobre lo económico, pues al deteriorarse lo primero consecuentemente declina lo segundo. De allí la gran importancia de la palabra “fisiocracia” que significa el “poder de la naturaleza” (physis = naturaleza y kratos = poder). De esta forma, las creencias de esta doctrina económica no comparten con los planteamientos ideológicos de Smith y Ricardo, en torno al análisis de la producción y distribución de la riqueza (Roll, 1994).
El problema económico de la sociedad contemporánea es con la naturaleza, al aparecer dos tipos de visiones que distan sobre su uso y manejo. Primero, los que se aferran en humanizar lo natural y otros en no hacerlo. Desde el mercantilismo, en los siglos XVI y XVII, con la aparición del capitalismo mercantil, donde se instaura la racionalidad económica de acumular metales preciosos, hasta el liberalismo económico en el siglo XVIII, con el surgimiento del capitalismo industrial, los procesos de apropiación y control del medio ambiente fueron evidentes. No obstante, como lo indican Borgucci y Gutiérrez (2023), las interpretaciones a los pensamientos del economista clásico John Stuart Mill, les permiten inferir que al menos en Inglaterra sí se abordó el tema ambiental y su relación con la actividad económica.
La visión de no humanizar estuvo oculta en todo este período hasta finales de la segunda mitad del siglo XX, cuando surgen los movimientos ecologistas reclamando justicia ambiental. Las protestas y la defensa por lo ecológico, ha avanzado de forma vertiginosa y satisfactoria, acompañado del desarrollo de corpus teóricos que fundan sus bases en la crítica al capitalismo y promueve formas alternativas de bienestar, como se verá más adelante.
Marx, en sus manuscritos concibe la naturaleza como el cuerpo inorgánico del hombre. El hombre vive de la naturaleza, lo cual significa que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe persistir en un proceso continuo, con la finalidad de no perecer (Biblioteca Virtual Universal, 2010) Así, lo natural es dimensionado como medio subsidiario del sostenimiento de la vida humana, de donde se obtiene la materia, el objeto y la herramienta de actividad vital, es decir, el trabajo.
En el pensamiento de Marx toda naturaleza distanciada del hombre se muestra de forma abstracta y se concibe como la “nada” para este. En ese sentido, la naturaleza y el hombre constituyen una relación activa, productiva, indisoluble lo uno de lo otro, así pues, el hombre tiene en la naturaleza su objeto inmediato y a su vez la naturaleza adquiere un carácter antropológico dentro de un escenario de realidad histórica (Pinilla, 1985; Sánchez, 2003).
Si bien es cierto que Marx en la teoría de la sociedad no centró su atención al estudio de la naturaleza, es conveniente resaltar que cuando lo hizo consideró su carácter sociohistórico, el cual le permitió concluir que es la primera fuente de todos los medios y objeto de trabajo, reconociendo la interconexión que existe entre hombre y naturaleza. No obstante, en sus manuscritos parisinos revela el sometimiento de la especie humana a las condiciones materiales de conservar su existencia, manifestación que lleva a entender por qué Marx criticó el concepto de sujeto idealista con relación a la autonomía de la existencia a sí mismo.
En sus escritos, Marx, permite comprender las teorías evolucionistas desde la historia natural (proceso histórico), donde prevalece el enfoque que el origen y evolución de las especies está determinado por el medio de la selección natural y de esta manera, rechaza la explicación ontológica que plantea la creación del primer hombre y la naturaleza como un producto de la abstracción.
Para profundizar en el estudio de esta noción, se usa como argumento de referencia el concepto de naturaleza en Marx, editado en 1962 por Alfred Schmidt. Filósofo, politólogo y escritor alemán, miembro de la segunda generación de la escuela de Fráncfort; estudió a Marx y sus manuscritos con relación a la naturaleza, los cuales sirvieron de fundamentos para su tesis doctoral en el texto antes citado.
El texto fue reeditado en 1993 con el prólogo para un Materialismo Ecológico, abriendo el debate a nivel mundial en torno a las categorías: Conciencia ecológica, límites del crecimiento, civilización alternativa, técnica blanda y crisis ecológica, que se desconocían cuando escribió sus tesis en la década de los 60 y que son hoy predominante en el ámbito académico – científico y político (Schmidt, 2013). Manuscrito de gran utilidad por ser el único en recuperar y presentar el concepto de naturaleza con profundidad de los escritos de Marx. Schmidt, no intenta caracterizar las relaciones hombre y naturaleza, más bien lo que busca es desentrañar las razones que expliquen la separación y de estas dos y, comprender cómo, el sujeto cognoscente evoluciona hasta hacerse independiente de la relación con su entorno natural.
La naturaleza provee de sustancia material a los hombres. Sustrato formado y sometido a las leyes físicas y químicas que se producen al interior de las ciencias naturales. Tiene sus propios estatutos y, sobre ella, se pueden realizar los fines de la actividad humana que no solamente están condicionados a procesos históricos y sociales, sino también a la estructura misma de la materia. El intercambio material entre el hombre y la naturaleza en un tiempo histórico es lo que determina el mundo material y el sujeto humano (Martínez, 2010).
En este orden de ideas, la estructura de la materia, su uso y aprovechamiento, dependerá siempre de la intensidad y nivel alcanzado por las fuerzas productivas, materiales e intelectuales. La apropiación de lo material en este contexto es lo que llama la atención, puesto que los hombres, sin importar sus condiciones históricas de vida, se enfrentan a un mundo de situaciones que no pueden suprimir y de la cual deben apropiarse para sobrevivir.
En la lógica capitalista, la naturaleza es un medio de acumulación material, donde el hombre la apropia, explota y transforma para obtener mercancías con fines de incrementar riqueza. Desde esta perspectiva, hay un determinismo económico, que pone en entredicho las posibilidades de lo ecológico para proveer de materia al individuo en el futuro. En la concepción marxista, tanto el sujeto como sus acciones, en última instancia, están determinados por lo natural, es decir, el ser humano está limitado por el sustrato material existente como son el agua, la tierra y el aire, elementos que no los ha creado este, sino que hace parte de la inmanencia de la naturaleza (Schmidt, 1977).
En la relación sujeto – objeto, el hombre es un elemento sensible, vivo y autoconsciente que crea cosas con su fuerza laboral y apoyada en el sustrato material, obtiene “mercancías”. La mercancía contiene la naturaleza como ser en sí y para otro. Esta incorpora un valor de uso y de intercambio y denota una relación de lo natural en distintos procesos históricos. En los valores de uso, los componentes de la mercancía se forman de dos partes o combinaciones; la sustancia material y el trabajo (Schmidt, 1977). Para comprender mejor esta afirmación, se tiene Valor de uso de una mercancía = sustancia material + trabajo incluido en la mercancía.
Excluyendo el trabajo incluido en la mercancía, el resultado es que siempre subsiste un sustrato material que es la naturaleza, que, al ser transformada por el trabajo del hombre, se tiene la naturaleza humanizada. Por tanto, lo que le da valor a una mercancía no solamente es el trabajo social para producirla, también se debe tener en cuenta la sustancia material representada en la naturaleza.
En este orden de ideas, la sustancia natural es “creador de valor” en el plano material; mientras que el trabajo es “creador de valor” en el plano formal; de tal manera que, para la obtención de mercancías, no puede haber separación absoluta. Para Schmidt (1977), el valor de uso es lo fundamental para explicar el concepto de naturaleza, en razón a que es material natural particular, portador del valor de intercambio. El valor de la mercancía, para Marx, es lo que el obrero necesita para mantenerse en vida, que se representa en la fuerza de trabajo para producir la mercancía, y esto es el salario.
En la relación sujeto – objeto, cada sujeto tiene una especificidad con respecto al desarrollo de la historia, de tal manera que cuando este es igual al objeto (naturaleza no sometida al hombre), se presenta un sujeto distinto respecto a la correlación sujeto superior al objeto. Esta última relación desigual se traduce en un proceso antropocéntrico característico de la modernidad.
De allí la importancia de distinguir entre las ciencias naturales y ciencias sociales en cuanto a la formulación y dominio de leyes naturales sobre leyes sociales o viceversa, puesto que el debate está abierto, al considerar en definitiva que las leyes naturales se explican por leyes sociales (naturaleza sometida al hombre), conduciendo ello a un determinismo de las leyes sociales. Por su parte, si los seres humanos se someten a la naturaleza, significa que no se pueden cambiar las relaciones sociales en razón al sometimiento.
Para reconstruir el vínculo hombre – naturaleza, es necesario aumentar la conciencia en el sujeto, que se logra a través de la praxis. La unión entre el pensamiento y la materia da como resultado la práctica, que es clave para el materialismo dialéctico en Marx. Por tanto, para que se lleve a cabo la transformación de la conciencia del dominado, primero hay que interpretar el mundo natural, sus leyes y funciones biológicas, es necesario conocer lo real para transformarlo. Con el uso de la crítica se toma conciencia de la realidad, se conoce y se piensa la vida cotidiana. La conciencia ayuda a aclarar lo oculto e interpreta lo que está pasando.
Cuando Marx aborda el concepto de naturaleza, su interés no es explicar la unidad en la relación sujeto corpóreo y el objeto natural, sino más bien dar a conocer las razones de la separación – divorcio - y de qué manera el sujeto se transforma hasta hacerse autónomo en dicha relación dialéctica, siendo este un enigma a resolver frente a la actual crisis civilizatoria. Crisis que se dimensiona en lo ambiental, en lo económico, en lo cultural, en lo político, causado por unas fuerzas hegemónicas que están en contravía con los ciclos vitales, lo cual puede conducir a la autoextinción (Gómez, 2019).
La separación del sujeto de lo natural, entendido como la construcción de un individuo autónomo, ocurre como proceso histórico que entraña lo socioeconómico y político, nace del sistema capitalista, donde se le infundió las necesidades de propiedad privada, acumulación de ganancias y la competencia, nociones que entran a rivalizar entre los individuos, en la búsqueda de lograr el progreso material. El hombre, así construido, consolida su proyecto de vida en torno a lo crematístico, dejando atrás las categorías esenciales de la vida, como son la cooperación, solidaridad, pluralidad, diversidad, heterogeneidad, adaptabilidad, resiliencia, propias de las leyes de la física y biológicas.
Transformado el hombre en ente autónomo, con prospección hacia el mercado y divorciado de la naturaleza, se presta a operar en el mundo de lo material, donde sus principales categorías para generar riqueza son la tierra y sus componentes (recursos naturales), el trabajo y la mercancía que se obtiene producto de este. Todo lo que gira en torno a este individuo divorciado de lo natural, es la construcción de conocimientos (ciencia y tecnología) que aporte y acelere los procesos de producción y consumo, que son la base de lo crematístico y de esta manera, incrementar el deseo de una productividad marginal del capital, que marca la dirección hacia un modelo homogéneo, único, es decir monopólico.
Desde esta perspectiva, el proceso naturaleza – trabajo – mercancía, define la trilogía del capitalista en su interés por generar riqueza, donde la naturaleza se ve como un insumo de la producción o materia prima que es incautada, explotada y transformada por el trabajo para incrementar capital. Según Taeli (2018), el trabajo produce un valor ecosocial en el mercado, con lo cual entre más se produce universalmente, consecuentemente más se enajena el hombre de la naturaleza, su cuerpo inorgánico.
Luego de analizar los aportes de Schmidt frente al concepto de naturaleza en Marx, los nuevos seguidores de esta escuela debaten sobre la necesidad de un ecologismo marxista a finales del siglo XX. El tema central de discusión se centró en la crisis ecológica que nace de los presupuestos del modelo capitalista al cuestionar una fractura o rompimiento entre el sistema social y ecológico, es decir, la presencia de un sistema económico insostenible que requiere buscar nuevas formas de ordenamiento (Polanyi, 1989; Bellamy, 2000; O´Connor, 2000; Riechmann, 2006; Altvater, 2006; Tagliavini y Sabbatella, 2011).
Los planeamientos giran en torno a las discutibles formas y modos de producción del sistema capitalista y, los efectos de estos sobre la naturaleza. En este contexto, Altvater (2006) indica que la naturaleza es concebida como un conjunto de recursos que pueden ser usados.
La naturaleza humanizada, de la que Marx habla enfáticamente en sus primeras obras, puede ser también entendida como una naturaleza hecha por el hombre. Nos referimos también al medio ambiente construido, es decir, las calles, los puentes, los puertos, los aeropuertos, las ciudades, los parques y la agricultura, todo lo cual cubre casi el 100% de la superficie terrestre. Incluso los océanos están cada vez más humanizados, son un producto del hombre, la contaminación cambia la calidad del agua, la pesca en exceso produce daños irreparables en la fauna y flora marítimos, y un ruido permanente interrumpe el silencio del mar. (p. 351)
En este sentido, la fuerza del progreso del capitalismo tocó techo (Bellamy, 2000), donde no solo está en peligro la población mundial, sino también las especies que habitan en la tierra. Hay indicios de una creatividad para la destrucción lejos de una construcción para la vida sustentable. El debate se plantea en torno a la recuperación del vínculo sociedad – naturaleza. Al respecto, Riechmann (2013) indica que tanto el trabajo como la naturaleza no deben ser mercancías, por tanto, se debe desmercantilizar y se debe concebir como un medio para la vida y no como recurso de producción ni como mercadería. Como bien señala Altvater (2006), la naturaleza funciona como un medio externo porque no puede ser regulada por los mecanismos del mercado.
El concepto de naturaleza en el capitalismo se quiere mostrar como aquello en lo que se trabaja incesantemente para alcanzar su conservación. El término que se ha acuñado es la sostenibilidad, que según O´Connor (2000) es ambiguo, al contradecirse lo que se dice con lo que se hace. Para Betto y Löwy (2014), el término de desarrollo sostenible impulsado desde los grandes conglomerados del capitalismo maneja un discurso vacío, con una serie de seudosoluciones técnicas que en nada contribuyen en la lucha contra el cambio climático y sí en acrecentar la burocracia mundial.
La palabra sostener, denota apoyar, mantener el curso o preservar el estado de una cosa. El significado como se presenta apartemente es difícil de rechazar, pero entre el discurso y la acción hay mucho distanciamiento. Lo verde se quiere cubrir con lo sostenible de forma engañosa, diciendo sostener lo ecológico, pero la verdadera pretensión es acelerar el proceso de acumulación de capital mediante la apropiación de la naturaleza (O´Connor, 2000; Silva, 2014; Oranges et al., 2020).
Con base en lo anterior, Altvater (2006) recupera la necesidad de proveer reglas para aprovechar los recursos naturales escasos sin dañar ni comprometer su equilibrio. Indica que la clave está en regular los excesos de demanda, situación que es altamente cuestionada por el crecimiento económico que provoca agotamientos de recursos, además de los impactos que generan los conflictos de nuevas guerras.
Por su parte, Polanyi (1989) afirma que el proyecto del capitalismo de formar sociedades Laisez – Faire (dejar hacer) construyó un homo economicus en función y subordinado a la dimensión económica como eje central del progreso, lo cual generó una ola de miseria y desigualdad social a nivel mundial. En este sentido, las comunidades vulneradas iniciaron un trabajo continuo para priorizar la restauración de lo socio ecológico sobrepuesto a lo económico.
El manejo de la crisis ecológica amerita de respuestas radicales, pues las convenciones y acuerdos mundiales de sostenibilidad no son eficaces mientras se desarrollen bajo la lógica del mercado (Löwy y González, 2010). Los autores indican que se requiere atacar el problema de fondo, es decir, el capitalismo; para lo cual se debe revertir el ideal individualista y enajenante del capital, repensar la relación hombre-naturaleza, lo cual debe conllevar una revolución en los procesos de producción con fuentes de energía alternativa y patrones de consumo responsable.
Por su parte, Crevarok (2006) apoyado en el manuscrito del profesor Joel Kovel “El enemigo de la naturaleza:¿El fin del capitalismo o el fin del mundo?”, quien es uno de los promotores del ecosocialismo, sostiene que debe haber una liberación en los medios de producción para que a través de la autodeterminación de las comunidades se actúe en defensa de la naturaleza; asimismo, se plantea que la lucha ecologista no tiene ninguna relación con el capital, por lo que se está en desacuerdo con posturas académicas como la economía verde, que no hace una crítica al capitalismo, sino que busca legitimarlo a partir de pequeñas regulaciones.
El concepto de naturaleza en los marxistas contemporáneos se centra en la noción de un capitalismo que ha manipulado e ingresado a las esferas del mercado. Este se concibe como un “recurso” más de la producción, que ofrece al capitalista la posibilidad de incrementar la oferta de productos y las ganancias. Con esta premisa, se construyen conceptos que intentan sugerir un compromiso de responsabilidad empresarial y que no corresponden a la realidad cuando se revisan sus actuaciones. La incoherencia de estos procesos productivos a través de las falsas prácticas de gestión y conservación del ambiente, consolida aún más la crisis ecológica actual.
Conclusiones
La noción de naturaleza se interpreta de diversas maneras según su ideología. En la revisión de literatura de esta investigación, se sintetizan dos posturas de pensamiento antagónicas; los que entienden la naturaleza como un recurso para la producción, donde la ciencia y la sociedad se esfuerzan por inventar formas de apropiación y control para la obtención de bienes y servicios y que ello signifique un incremento de la oferta y las ganancias económicas. Es decir, lo natural se ve como mercancía, que se ha desgarrado en su relación con el ser humano, causa principal de la crisis ecológica actual.
Por otra parte, están los que cuestionan esas acciones de estirpe capitalista, apoyados en un análisis de la relación hombre – naturaleza o del concepto naturaleza humanizada, ideologías que exploran lo ecológico desde el pensamiento de Marx y proponen recuperar el vínculo sociedad – naturaleza, donde este último es un medio para la vida que funciona como un elemento externo y mayor al sistema económico que no puede ser regulada por los mecanismos de la economía de mercado.
Un hecho sorprendente es el surgimiento de la pandemia de COVID-19, que ha incrementado el consumo de plásticos desechable (vasos, botellas, bolsas, cartones) utilizados en distintas actividades económicas sin reutilizarse por consideraciones sanitarias, situación que provoca un aumento considerable de flujo de desechos y contaminación con detrimento de la calidad ambiental y cambios en el equilibrio de la naturaleza, y por ende mayores conflictos socioambientales.
La noción de desmercantilizar la naturaleza exige reafirmar el paradigma ecocentrico donde la vida del planeta sea el eje central de las acciones públicas y privadas, por encima de las reglas de la economía de mercado y que estas se perfeccionen alineadas a las leyes naturales como condición universal de supervivencia.
El aporte de la investigación a las ciencias sociales y en especial a la economía, radica en la necesidad de abrir el debate sobre los efectos del modelo de producción del sistema capitalista, el cual demuestra poca armonía en términos de equilibrio y conservación con la naturaleza. Esta situación obliga a la economía a repensarse epistemológicamente para imaginar otros tipos que promuevan una relación armoniosa entre economía y naturaleza, como la bioeconomía y sus derivados, como la economía ecológica y la ecología política.
La investigación sugiere profundizar en doctrinas de pensamiento políticas y económicas en ámbitos locales, nacionales e internacionales en torno a restablecer el vínculo economía - sociedad con la naturaleza, esfuerzos que se materializan con las agendas para la biodiversidad, el cambio climático, gestión de páramos y humedales, fomento de energías alternativas, gestión de desechos; con visión colectiva y de cooperación para construir vida sustentable.
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