Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXVIII, No. 4, octubre - diciembre 2022. pp. 245-263
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como citar APA: Pertuz, A. P., Elías-Caro, J. E., y
Santamaría, Á. E. (2022). Sostenibilidad del sector ganadero colombiano: Una
aproximación historiográfica. Revista de Ciencias Sociales (Ve), XXVIII(4),
245-263.
Sostenibilidad del sector ganadero
colombiano: Una aproximación historiográfica
Pertuz Martínez, Aylin Patricia*
Elías-Caro,
Jorge Enrique**
Santamaría
Escobar, Álvaro Enrique***
Resumen
La
ganadería ha sido uno de los renglones más representativos de la economía
colombiana, siendo la sostenibilidad un elemento importante en su estudio. Este
trabajo tiene como finalidad analizar la sostenibilidad económica, social
y ambiental del sector ganadero a partir del siglo XIX, según lo expuesto en la
historiografía nacional. La investigación fue de enfoque cualitativo y
diseño documental. Se utilizó el método analítico – sintético. El método
de análisis fue heurístico, el cual permite hallar nuevo conocimiento, a partir
de los aspectos históricos. El método de síntesis fue el hermenéutico. Las
fuentes fueron secundarias. El mecanismo para la recabación de la información
fue el fichaje. La recuperación de la información se hizo mediante la
interpretación hermenéutica. Los resultados indican que la actividad ganadera
en Colombia, no ha sido sostenible social ni ambientalmente, lo cual se refleja
en el impacto negativo de la actividad sobre las comunidades campesinas y el
mundo natural. Ha sido sostenible económicamente para el empresario ganadero,
aunque la tasa de rentabilidad tiene visiones diversas entre los
autores. Se concluye que la sostenibilidad de la ganadería colombiana ha
sido débil, puesto que ha presentado beneficios económicos, pero no ha tenido
efectos sociales y ambientales positivos.
Palabras clave: Ganadería; sostenibilidad ambiental; sostenibilidad
social; sostenibilidad económica; Colombia.
* Doctora en Ciencias Sociales mención Gerencia. Magister
en Administración de Empresas. Especialista en Gestión Pública. Administradora
de Empresas. Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Económicas y
Administrativas en la Universidad de Sucre, Sincelejo, Colombia. E-mail: aylin.pertuz@unisucre.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2414-336X
** Doctor en Ciencias
Históricas. Magister en Administración de Empresas. Magister en Historia
Contemporánea. Docente Tiempo Completo en la Universidad del Magdalena, Santa
Marta, Colombia. E-mail: joelcar1@hotmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0188-6133
*** Doctor en Ciencias
Sociales. Magister en Administración de Empresas. Magister en Educación,
Especialista en Gerencia de Producción y Calidad. Ingeniero Industrial.
Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas en
la Universidad de Sucre, Sincelejo, Colombia. E-mail: alvaro.santamaria@unisucre.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7710-5973
Recibido:
2022-05-30 · Aceptado:
2022-08-18
Sustainability of the
Colombian livestock sector: A historiographic approach
Abstract
Livestock has been one of the most representative aspects of The Colombian economy, in which sustainability has been considered an important subject of study. The purpose of this work is to analyze the economic, social and environmental sustainability of the livestock sector from the 19th century, according to what has been exposed in the national historiography. The research was done with the qualitative approach and documentary design. The analytical-synthetic method was used. The method of analysis was heuristic, which allows finding new knowledge from historical aspects. The method of synthesis was hermeneuttical. The sources were secondary. The mechanism for collecting information was through a bibliographic record. Information retrieval was done through hermeneutic interpretation. The results indicate that livestock activity in Colombia has not been socially or environmentally sustainable, which is reflected in the negative impact of the activity on peasant communities and the natural world. It has been economically sustainable for the livestock entrepreneur, although the rate of return has different views among the authors. It is concluded that the sustainability of Colombian livestock has been weak, because it has presented economic benefits, but has not had positive social and environmental effects.
Keywords: Livestock; environmental sustainability; social sustainability; economic sustainability; Colombia.
Introducción
La
ganadería colombiana ha contado con una historiografía significativa. Revisar
la historiografía permite impulsar a la comunidad investigativa en el
desarrollo de debates científicos e ideológicos, con miras a la posible
obtención de nuevo conocimiento. La investigación entrega un estado del arte
relacionado con la actividad ganadera y su práctica sostenible desde el siglo XIX
hasta las dos primeras décadas del siglo XXI. El análisis del sector puede
permitir a organismos públicos establecer políticas públicas que impulsen la
sostenibilidad en sus tres componentes, así como a organismos privados en el
establecimiento de estrategias sostenibles para el sector.
La
investigación permite la posibilidad de crear conciencia en los empresarios
acerca de la sostenibilidad de la actividad ganadera, y, en los vacíos respecto
a su actuación, desarrollar cambios significativos y estructurales para el
desarrollo de la practica ganadera con criterios sostenibles.
Esta
investigación tuvo como objetivo analizar al sector ganadero en Colombia,
primordialmente en su fase primaria, en términos de la sostenibilidad en sus
tres componentes: Económica, social y ambiental, teniendo como soporte, la
historiografía económica y empresarial. El tiempo de estudio incluye los siglos
XIX, XX, y lo acontecido en el transcurso del siglo XXI.
1.
Fundamentación teórica
El
informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, del año
1987, menciona que el desarrollo sostenible, es aquel capaz de satisfacer las
necesidades actuales de los seres humanos, sin arriesgar la capacidad de las
futuras generaciones para satisfacer las propias (Naciones Unidas, 1987).
Contempla tres aspectos esenciales: El económico, el social y el ambiental
(Pulido, 2003; Guillén et al. 2020; Ormaza et al., 2020). En ese sentido,
Constanza et al. (2000); y, Paredes-Chacín, López-Orozco y Cajigas-Romero
(2019), definen la sostenibilidad como la perseverancia de la integridad y la
estructura de cualquier sistema en el tiempo; así como la preservación y
conservación de entornos marcados por contradicciones.
Un
principio del desarrollo sostenible es el principio o enfoque de precaución. En
la eventualidad de no conocer con seguridad cuáles serán los efectos de algún
proyecto, el principio de precaución ampara u opone a cualquier intervención
para prevenir cualquier deterioro medioambiental antes que se cuente con
suficiente certeza que dicha intervención realmente es requerida (Cooney,
2004).
Existen
dos visiones de la sostenibilidad: La sostenibilidad débil y la sostenibilidad
fuerte. Según Luffiego y Rabadán (2000), la débil, se relaciona con lo viable
de un sistema de carácter socio económico en un tiempo. La viabilidad se
consigue con el mantenimiento del capital global que resulta del capital
natural y el capital de formación humana. De acuerdo con esta perspectiva no
existe incompatibilidad entre conservar el mundo natural y el crecimiento
económico. Para esto se requiere del principio de sustituibilidad. En la
sostenibilidad fuerte, según Arias (2006) existe una interacción entre el
ecosistema y el sistema socioeconómico, en el que el sistema socioeconómico
depende del ecosistema.
La
sostenibilidad empresarial, consiste en la forma en que las organizaciones
agregan valor en el ámbito económico, social, y ambiental, de forma ética a
largo plazo. De igual forma, los Objetivos de Desarrollo del Milenio son una
orientación para la representación de sus propios principios, normas y
propósitos (Naciones Unidas, 2013).
Un
tema importante es el de la competitividad y la sostenibilidad. Se entiende por
competitividad sostenible, aquella actividad de la economía capaz de generar
desarrollo económico y bienestar no sólo en la actualidad, sino propiciar dicho
desarrollo económico en generaciones futuras (Aguado, 2010).
1.1.
Sostenibilidad económica
La
sostenibilidad económica, está asociada con el logro de los objetivos
(financieros) de las empresas y las personas, con apertura a la participación
de capital de múltiples socios, excelentes relaciones con los clientes, buen
trato y remuneración digna a los trabajadores (Zarta, 2018); ésta debe impactar
positivamente en las actividades económicas locales, desempeñando un papel
esencial en el mantenimiento de las comunidades rurales, en los ecosistemas y
en la producción de alimentos únicos y valiosos (Teixeira et al., 2020).
Para
Priego (2003), la sostenibilidad económica está encaminada al proceso de
desarrollo económico de manera óptima, la maximización del bienestar de las
personas, observando las limitaciones de la disponibilidad del capital natural.
De igual forma, puede definirse como la capacidad de gestionar permanentemente
el uso de los recursos económicos, para el logro de los objetivos de las
organizaciones, garantizando responsablemente su perdurabilidad, el equilibro
ambiental y social del área de influencia, respetando el futuro de las nuevas
generaciones.
1.2.
Sostenibilidad social
La sostenibilidad
social, tiene que ver con el apoyo brindado a proyectos o emprendimientos que
preserven la participación de las comunidades, en el desarrollo de objetivos
comunes, y la mejora en las condiciones de vida y el bienestar de las personas
(Zarta, 2018).
Asimismo,
la sostenibilidad social puede definirse como la capacidad de las
organizaciones de integrar a las comunidades en los planes, programas y
proyectos, para la obtención de desarrollo y bienestar para las personas y el
territorio, en proporciones equilibradas, acordes en magnitud, al uso razonable
de los recursos; esto debe garantizar como mínimo, la satisfacción de la
necesidad alimentaria, la vivienda, la educación, el trabajo, así como la
infraestructura de servicios en términos actuales y futuros.
1.3.
Sostenibilidad ambiental
De
acuerdo con Vega (2013), la sostenibilidad ambiental implica la garantía en
tiempo y espacio de dos aspectos: La dotación de recursos naturales y servicios
ambientales; y una actuación del ser humano acorde con las leyes de la
naturaleza, gracias a lo cual se puede preservar los procesos que guían la
energía, la materia y la biodiversidad del medio ambiente. González et al.
(2014), argumentan que ello permite optimizar el uso de la materia prima,
mejorar la eficiencia energética, disminuir el consumo de agua y los
vertimientos contaminantes.
Para
Horton y Horton (2019), la forma de prevenir la catástrofe ambiental es
generando una transformación trascendental en los objetivos de la civilización,
aceptando que el ser humano es sólo una especie entre millones. Para
Bom-Camargo (2021), se hace necesario encontrar un equilibrio que logre la
equidad social, la sostenibilidad de la empresa y el entorno natural. La
sostenibilidad ambiental se concibe como la deliberada decisión de las
organizaciones de gestionar efectivamente los recursos naturales inmersos en la
actividad productiva de forma tal que estos puedan conservarse para las
generaciones futuras.
2.
Metodología
Los
análisis fueron de carácter cualitativo de diseño documental. El método fue
analítico – sintético: El de análisis fue heurístico; mientras el método de
síntesis fue el hermenéutico, el cual alberga el propósito de esclarecer la
significancia de documentos escritos, desde sus aspectos objetivos y subjetivos.
Las
fuentes fueron secundarias, correspondieron a 80 textos, entre libros e
informes de investigación de entidades especializadas y reconocidas como la
Federación Colombiana de Ganaderos, Ministerio de Agricultura, Banco de la
República, entre otros; capítulos de libros, trabajos de pregrado y posgrado;
artículos arbitrados en lengua española y en inglés, así como ciertos artículos
de base de datos Scopus.
El
mecanismo para la recabación de información se apoyó en el uso de fichas acerca
de la historiografía existente especialmente en Colombia. La recuperación de la
información se logró mediante la interpretación hermenéutica.
3.
Resultados y discusión
3.1.
Sostenibilidad ambiental
En la
Figura I, se observa un siglo XIX con una destrucción del medio ambiente para
la colonización de las tierras que serían utilizadas en la ganadería. Los años
treinta evidencian una problemática relacionada con el ganado criollo, pero
ante esta situación se destaca la formulación de políticas públicas para su
protección, lo que es un pequeño avance; pero para las siguientes décadas en el
sector se presentan acciones en contra de la sostenibilidad ambiental,
relacionadas con la expansión ganadera y agrícola, lo cual continúa finalizando
el siglo XX y en las primeras décadas del siglo XXI, con nuevos elementos
tecnológicos que impactan negativamente al medio natural.
Fuente: Elaboración propia (2022),
con base en Fals-Borda (1987); Gallini (2005); Negrete (2006); Ortega (2007);
Gallini (2008); Bolívar (2008); Aguilera (2009); Steinfeld et al. (2009); Ossa
et al. (2011); Sánchez (2013); Van Ausdal y Wilcox (2013); Acero, Riaño y
Cardona (2013); Medina (2016); Mora, Ríos y Almario (2017); Lerner et al.
(2017).
Figura I: Sostenibilidad de la ganadería: Factores
ambientales
La
quema de bosques fue común para abrir haciendas. Van Ausdal (2009), expone que,
en la región Antioqueña, en 1851 prevalecían 5 grandes hatos ganaderos y en
1867 habían 67. En Bolívar, en 1940, existían alrededor de 4’000.000 de
hectáreas (has) de pastos artificiales sembradas. Según Fals-Borda (1987), en
la hacienda Marta Magdalena se tumbaron y quemaron unas 3.000 has.
En los
años treinta, respecto a las razas criollas, Gallini (2008), expone que,
ciertos productores estimaban que estas razas eran en gran medida atrasadas, y,
en consecuencia, tenían que ser sustituidas. Algunos expertos en la veterinaria
no estaban de acuerdo con esto. En 1939 se liberó el veto a la introducción del
ganado cebú, difundiéndose finalmente esta raza en el país.
Sin
embargo, en el trascurso de los años treinta, el Min-agricultura aprobó los
lineamientos y normas para la protección de la ganadería criolla (Bejarano,
1982). En 1936 se establecieron granjas en el Caribe Colombiano, para impulsar
la ganadería criolla, actividad que continuó incluso en 1962 (Pinzón, 1991;
Martínez, 1998). De acuerdo con Martínez (1999), en 1999 existían en el Caribe
416 animales criollos, es decir, en peligro de extinción.
En los
años cincuenta, según Van Ausdal y Wilcox (2013), había 10’000.000 de has
sembradas con pasturas artificiales. Según Montes y Candelo (1980), entre los
años de 1950 a 1978, hubo un incremento en el Magdalena medio, Llanos
Orientales, Caquetá, Putumayo, y los valles de los ríos Sinú, San Jorge y
Atrato, de la tala y quema de bosques.
Murgueitio
(1999), al tomar las cifras del Instituto Geográfico Agustín Codazzi muestra
que el territorio cultivado de pasturas era de 40’000.000 de hectáreas. Afirma
que, a pesar que muchos de los terrenos deforestados poseían métodos de
producción ganadera, no se podía establecer una correlación entre la
deforestación y las prácticas ganaderas, puesto que la primera podía deberse a
una agricultura fracasada o la construcción de carreteras.
Recientemente,
a diferencia de lo expresado por Murgueitio (1999), el Instituto Amazónico de
Investigaciones Científicas (2006), indica que la región amazónica sufre una
deforestación pavorosa por la ganadería, especialmente en el departamento de
Caquetá. De acuerdo con Etter et al. (2006), se estima que, a finales del siglo
XX, el 45% de la deforestación en el país terminó en pastos para el ganado.
Por
otra parte, Ortega (2007) demuestra que, en los hatos ganaderos con producción
intensiva en el Quindío, hubo una disminución en la fauna y la flora. Con
relación a los recursos hídricos, se comprobó que los afluentes en el área de
influencia de prácticas ganaderas, registraron incrementos en las medidas de
“demanda bioquímica de oxígeno (DBO), sólidos suspendidos, turbiedad, nitrógeno
amoniacal, coliformes totales y coliformes fecales” (p.39).
Para
Aguilera (2009), las malas prácticas generadas por la trashumancia en la zona
del San Jorge afectaban el ecosistema, al utilizar el mangle para la
construcción de corrales, debilitando la biomasa de las ciénagas; además, ha
acelerado la degradación de la fauna. Según Ortiz, Pérez y Muñoz (2007), en el
último quinquenio se desecaron 10 ciénagas en el territorio. Según la
Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán, 2014), la degradación de la
naturaleza continúa.
Otro
elemento son las emisiones de carbono de la acumulación de material orgánico
tal como lo plantea el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales (2010). En el encadenamiento industrial y agroindustrial del
sector, Ortega (2007), afirma que, a principios del s. XXI, existía contaminación
por vertimiento de residuos a los cuerpos de agua, emisiones al aire, uso de
plásticos, polietilenos, mezclas de aluminio y plástico, entre otros residuos.
En el
negocio cárnico, de acuerdo con Acero et al. (2013), aproximadamente el 70% de
los frigoríficos tipo I cumplía con la normativa ambiental, pero no se habían
realizado inversiones para reducir las afectaciones medioambientales,
relacionadas con el incumplimiento de las leyes tributarias, el atraso
tecnológico, y la clandestinidad de los pequeños mataderos sin capital. Las
entidades del Estado han tenido limitaciones para hacer cumplir la legislación.
Como
puede observarse la ganadería colombiana está alejada de la sostenibilidad
ambiental, lo cual se refleja en la destrucción de los ecosistemas, la casi
extinción de ciertas razas criollas, la inmensa deforestación, la contaminación
ambiental, el no cumplimiento de condiciones fitosanitarias, políticas
gubernamentales sin fuerza en su aplicación. Esta situación puede considerarse
crítica dado que el daño ha sido constante.
3.2.
Sostenibilidad social
La
Figura II, evidencia en el transcurso de los siglos expuestos una serie amplia
de factores que han impactado negativamente a las comunidades involucradas con
el sector. Varios de estos factores presentes en el siglo XIX y primeras
décadas del siglo XX, como los conflictos por tierras, las condiciones de
trabajo, el poco empleo, los bajos salarios, tienden a mantenerse en la línea
de tiempo siendo persistentes, aun en estas décadas de siglo XXI. Solo a
mediados del siglo XX se observa un factor positivo para las comunidades
relacionado con la adquisición de tierras en una región del país, pero es una
situación excepcional.
Fuente: Elaboración propia, 2022
con base en Rivas (1946); Reyes (1978); Mahecha, Gallego y Peláez (2002);
Solano y Flórez (2007); Barrientos y Castrillón (2007); Ortíz et al. (2007);
Van Ausdal (2009); Ramírez (2009); Botero (2010); Ministerio de Agricultura y
Desarrollo Rural (2014); Bejarano (2015); Santos, Sánchez y Blanquiceth (2015).
Figura II: Sostenibilidad de la ganadería colombiana:
Factores sociales
Desde
sus inicios, la ganadería fue una estrategia de poder económico y político, que
le quitó las tierras a los indígenas. En el s. XIX, la ganadería avanzó con la
cesión de latifundios a ciertas personas. Estos crecieron además con la
desamortización de manos muertas, la abolición de la esclavitud y la disolución
de los resguardos indígenas (Yepes, 1992). Para LeGrand (1988), los dueños de
grandes cantidades de tierras, exigieron a los agricultores trabajar para
ellos, apropiándose de tierras baldías. Estos terratenientes seguían a los
colonos que ya habían despejado las zonas, unos treinta años después.
Los
ganaderos utilizaron a la fuerza laboral campesina por medio del uso de las
matrículas o arriendos por pastos. Cuando el campesino desmontaba un terreno,
seguía con otro, en recompensa, obtenía permiso para cultivar una pequeña
parcela con productos de pan coger (Reyes, 1978).
Las
circunstancias anteriores generaron conflictos. Durante el s. XIX, Llanos
(1979), referenció el conflicto de la hacienda Japio (Cauca). Según Gómez,
Molina y Suárez (2012), en los llanos, el impacto de la ganadería sobre los
llamados “cazadores recolectores”, no sólo trajo con sigo usurpación sino
también genocidios. Además, en los llanos, según Barona, Gómez y Domínguez
(1998), la ganadería y la hacienda agrícola eliminaron las economías de
subsistencia.
Según
LeGrand (1988), entre 1847 y 1920 los numerosos conflictos se dieron porque los
colonos no aceptaron los términos de relaciones contractuales laborales en las
cuales tenían que renunciar a la propiedad de las fincas y se convertían en
arrendatarios.
Por
otra parte, Solano y Flórez (2007), reafirman que, en la segunda mitad del s.
XIX, en las sabanas y en el bajo Sinú, el sector ganadero influyó en la
legislación del “Estado de Bolívar”, y con el gravamen del degüello de ganado,
trasladaron la carga tributaria al consumidor final y no al productor; de la
misma manera, revertieron las iniciativas de imponer impuestos a la práctica de
la ganadería en períodos en los cuales el Estado sufría dificultades fiscales
(1863–1870).
En la
entrada del siglo XX, respecto a los baldíos, de 923.743 hectáreas de baldíos
que se otorgaron entre 1910 y 1937, el 29,6% se adjudicó en Bolívar, con un
promedio de 1.688 hectáreas por propiedad (Bejarano, 2015). De acuerdo con
Yepes (1992), el antiguo Bolívar ya registraba en 1930 con 1.500.000 cabezas de
ganado. En los treinta, se dieron movilizaciones campesinas que pretendían
modificar las relaciones mixtas de arrendamiento y trabajo. Otro aspecto
importante lo revela Rivas (1946), quien expone que no existen evidencias de
cuántos campesinos perdieron la vida en la acometida de la implantación de los
pastos guinea y para qué perduró por años.
En la
década de los veinte, López (1976), afirma que, la práctica ganadera necesitaba
de pocos “brazos” para la producción de pastos artificiales y estos por lo
general podían ser “arrendados”, por consiguiente, cultivar pasto artificial no
era recomendado para generar trabajo remunerado, a diferencia de la agricultura
cafetera.
Para
Van Ausdal (2009), estimar que dentro de los fines de la ganadería no estaba la
producción de carne sino el dominio sobre la tierra, y las utilidades de la
práctica ganadera se referían a labores extraeconómicas, representa un
estereotipo. Para este investigador, nunca se ha estimado el costo de
transformar los bosques en potreros. Adicionalmente, la ganadería no constituía
la única manera para apoderarse del territorio, debido a que se podía acceder a
la tierra por medio de títulos.
Santos
et al. (2015), aseguran que a diferencia de otras regiones en las cuales se
desataron controversias por el derecho a la propiedad, en Valledupar, coexistió
una “frontera de tierras abierta”, y gracias a la intervención del gobierno se
minimizaron las controversias por la tierra durante los años de 1920 a 1940.
Puede
observarse que existen visiones distintas entre los autores, así Van Ausdal
(2009), no comparte la idea del ganadero como controlador del territorio, a
diferencia de Reyes (1978); Fals-Borda (1987); LeGrand (1988); y, Yepes (1992).
Según el autor Van Ausdal (2009), la motivación principal del ganadero no es
tierra, ganado y poder, puesto que esto no explica en realidad el crecimiento
de la ganadería en el período de 1850 a 1950.
Similar
a Van Ausdal (2009), son los autores Santos et al. (2015), quienes expresan que
en algunas regiones no se presentan conflictos en épocas cercanas a 1950. Por
su parte, Gómez (1993); así como, Murgueitio y Calle (1999), manifiestan que, a
finales del siglo XX, existen dos tipos de ganadería, una relacionada con el
negocio ganadero y otra con el negocio de las tierras.
Hacia
los años ochenta del siglo XX, según Fajardo (2002), las grandes cantidades de
tierra utilizadas en la ganadería, hicieron peligrar la seguridad alimentaria.
Para 1987, existía 9 millones de hectáreas indicadas para la agricultura, pero
sólo se usaron 5 millones. Para la actividad ganadera se contaba con 18
millones de hectáreas y se manejó una cantidad superior a 35 millones; 30
millones en ganadería del tipo extensivo.
De
igual manera, Murgueitio y Calle (1999), expresan que en los años noventa se presentaban
dos formas de actividad ganadera: La primera relacionada con los sistemas de
producción del ganado; y la segunda, tenía como fin la compra y venta de
extensiones de tierras que se habían valorizado (Gómez, 1993), o la actividad
de lavado de activos que se desprendía del narcotráfico (Bejarano,1988).
En
esta década, en las regiones en las que predominaba el sistema extensivo, los
indicadores sociales mostraban una gran pobreza, asociada a la poca presencia
del sector público y a la concentración tanto de los recursos productivos como
los ingresos (Mahecha et al., 2002). De
acuerdo con Molano (1990), este tipo de sistema, más que un sistema productivo,
es una “ocupación del territorio”; no es para beneficio de carácter económico,
sino para ejercer poder político y social.
Con
relación al empleo derivado de la actividad ganadera, la calidad y sus
respectivos salarios, a finales de la década del noventa e inicios de la década
del 2000, Holmann et al. (2004), consideran que presentó una mejoría. Hacia el
año 1999, el negocio del ganado generó 1.400.000 empleos, en otras palabras, el
38,1% de la mano de obra del área rural y el 8,3% del empleo total en Colombia.
Viloria-de-la-Hoz (2005), manifiesta que, en la costa Caribe, algunos cultivos
producían más empleos tanto directos como indirectos por hectárea que la
ganadería.
Una
finca con el sistema doble propósito, tenía un promedio de 111 has, 146 cabezas
de ganado y requería siete empleados. La actividad lechera producía más empleo.
En el 2002, la ganadería generaba unos 824.000 empleos permanentes, de estos,
el 54% correspondía a doble propósito, 36% a la ceba, y el restante 9% a la
producción de leche, según la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán,
2002), datos menores que los de 1999.
Barrientos
y Castrillón (2007), expresan que, el empleo en la producción animal ha ido
descendiendo, caso diferente del subsector agrícola, teniendo como causas la
tecnificación y a la especialización, por lo que se ha reducido, en su mayoría,
la mano de obra no calificada, la cual es copiosa en el campo. Es de anotar,
que la tecnificación podría ser beneficiosa para la exportación, requiriéndose
empleos de mano de obra calificada. De acuerdo con Garzón (2014), la
informalidad permea la ganadería colombiana. Los empleados de las fincas no
cuentan con seguridad social, tampoco poseen prestaciones sociales ni otros
beneficios. Su jornada de trabajo es de 12 horas al día. Los contratos se hacen
por jornal y los ganaderos creen que no tienen vinculación laboral con los trabajadores.
La
gran desigualdad de género es evidente en el uso y propiedad de la tierra,
puesto que la tenencia de ésta se concede por vía masculina. Los ingresos de
las mujeres corresponden al 45% de los hombres. Generalmente, su trabajo se
atribuye al del hombre, lo cual no le permite escapar de la pobreza (Ministerio
de Agricultura y Desarrollo Rural, 2014).
Los
problemas entre ganaderos y campesinos han continuado. Según Aguilera (2004),
muchos ganaderos de los departamentos de Córdoba, Bolívar y Sucre, tenían
tierras en la subregión de la Mojana, lugar utilizado para trasladar los
ganados en época de sequía, fenómeno conocido como trashumancia, generándose
conflictos entre ellos, puesto que los ganaderos agrandaban los límites de sus
predios con el cierre de los caños sedimentando artificialmente las ciénagas.
En la
región de San Jorge, la productividad del suelo y las potencialidades agrícolas
mermaron cuando los ganaderos cambiaron el sistema hidráulico de los indios
zenúes por la ganadería extensiva. Debido a la pérdida del control hídrico se
han presentado inundaciones que han afectado enormemente a la población. La
construcción de jarillones ha alterado el medio ambiente, lo cual ha impactado
negativamente la actividad pesquera (Sánchez, 2013). En lo organizativo,
Betancur (2015), expone que, en el año 2013, 742 predios obtuvieron
certificación en Buenas Prácticas Ganaderas (BPG).
Lo
expuesto en la historiografía indica una situación compleja desde la visión de
la sostenibilidad social, en donde las organizaciones del sector no han sido
sostenibles con las comunidades o áreas de influencia. La problemática ha sido
permanente, en términos de relaciones laborales, adquisición de tierras por
parte de los ganaderos, utilización del Estado en beneficio propio,
enfermedades y muertes de campesinos, inseguridad alimentaria, pobreza de las
comunidades, control político y social, escasa generación de empleo,
informalidad laboral, desigualdad de género, entre otros. A pesar de la
información acerca del tema y la creación de políticas públicas sociales, la
situación se mantiene sin soluciones estructurales.
3.3.
Sostenibilidad económica
Van
Ausdal (2009), expone que, hacia 1850, la rentabilidad del negocio de cebado de
las haciendas antioqueñas, hizo que otros negociantes entraran en la actividad.
Para Posada (1998), se presentaron precios bajos en los años de 1870, 1920 y
1930, debido a las exportaciones que se realizaron. El precio estaba influido
por el sistema de transporte; los costos de producción; el incremento
poblacional; el número de cabezas de ganado en existencia. Las utilidades eran
diferentes puesto que dependían de los sistemas de producción y el marketing. La mejor posición la tenían los grandes
ganaderos respecto a los ganaderos de crianza y el levante, puesto que podían
evitar el costo de la intermediación.
Posada
(1998), indica que hacia 1923, Amin Meluk deducía una ganancia en la actividad
de levante del 15% anual, y el ganadero Diego Martínez Camargo, calculaba
utilidades netas en un rango entre 10% y 30%. Pero se pensaba que los ganaderos
no miraban todos los costos administrativos para prever las utilidades del
ejercicio. Las ganancias eran superiores para las grandes fincas dedicadas a la
cría y la ceba con un precio de la tierra bajo y las condiciones para
comunicarse con el mercado eran malas.
Según Ocampo
(2007), en el año 1925, la Sociedad Agrícola del Sinú, terminó el negocio de
“compra de ganado en comisión” debido a las escasas utilidades. Por su parte,
Posada (1994), expresa que entre 1850–1950, la rentabilidad de la actividad
ganadera tuvo muchas variaciones. Los intermediarios presentaron un margen más
alto que los productores.
De
acuerdo con Arias (1992), en 1951 se presentó el primer brote de aftosa, razón
por lo cual el ganado colombiano no era un producto deseable en los países
carentes de esta situación, cerrándose las posibilidades de exportación. Estas
regresaron en los años sesenta.
A
mediados de la década de 1950, en regiones, como en San Marcos –Sucre–, la
ganadería se vio afectada por los precios inestables del ganado en pie, carne y
leche, ocasionado por la carencia de adecuadas vías de acceso (Huertas, 2006).
Currie y Anderson (1961), indican que, un ganadero había ejecutado mejoras
técnicas y había obtenido una buena producción en leche por vaca y lactancia,
pero no resultaba rentable, dado que los costos para tener una productividad
representativa por vaca aún no eran justificables.
De
acuerdo con Flórez-Malagón (2008), la rentabilidad del negocio ganadero no era
“nada despreciable”, pero generalmente, se ejemplifica una visión negativa en
el aspecto económico. Rivas (1973), señala que, en términos generales, se creía
que la ganadería era de baja rentabilidad; es así como en la década del sesenta
y principios de los setenta, no había cifras que permitiesen calcular su
rentabilidad.
Según
Lorente (1986), la actividad ganadera, para los grandes y medianos productores,
especialmente en la cría, era de lenta rotación y baja liquidez en la década
del setenta y parte de los ochenta. La cría era un negocio atractivo para
dueños de tierra, puesto que el margen sobre los costos era relativamente alto:
34% anual. La actividad de cría no era adecuada en tierras arrendadas. La ceba
y la lechería poseían mayor liquidez; en la actividad lechera se podía contar
con ingresos día a día.
Para
los años setenta, la exportación terminó siendo rentable, gracias a los tipos
de cambio y los subsidios directos otorgados (Espinosa, 2014). Una mayor
rentabilidad relativa generó más exportación; al bajar la rentabilidad fueron
bajando las exportaciones. La baja rentabilidad presente a partir de 1974 se
debió a la bonanza del café y a las medidas cambiarias (García, 2006).
De
acuerdo con Rivas (1981), la rentabilidad inmediata de la ganadería en
comparación con la rentabilidad de activos financieros de bajo riesgo y
liquidez era muy poca. Entre los años de 1950 a 1970, la escasa adopción de
tecnologías era un causante de la baja rentabilidad.
Diferente
es el caso de la leche, es así como Aldana (1990), señala que la rentabilidad
fue mayor en los sistemas especializados que en los de doble propósito. Las
fincas con más alta productividad tenían mayor rentabilidad sin importar el
sistema de producción.
Respecto
al ciclo ganadero, es necesario anotar, que el ganadero toma la decisión de
criar un animal motivado por los precios que hay en ese momento de los animales
destetados; espera que en un tiempo posterior los precios sean iguales o
mayores a los precios actuales (Pérez, 2004). El crédito podía afectar el ciclo
ganadero siendo en ocasiones perjudicial porque agravaba este ciclo (Lorente,
1986).
Mahecha
et al. (2002), indican que, finalizando el siglo XX, la ganadería mostraba
niveles muy bajos de productividad; además de ello, era difícil determinar la
rentabilidad de la actividad dada la utilización de distintos sistemas de
producción. La ceba ya no tenía la misma participación, pero la actividad
lechera había generado más ingresos, lo cual fue muy importante para
transformar la ganadería de cría a doble propósito. Es de anotar que, en el
caso de los intermediarios cárnicos, aunque se bajaran los precios al
productor, los precios al detal no disminuían.
Para
la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán, 2001), la razón principal se
debía al costo de la mano de obra que era superior al 50%, exceptuando la
ganadería lechera. La ganadería en los comienzos de cada año, mostraba una
dinámica relacionada con sus costos, mientras que el precio estaba sujeto a las
fuerzas del mercado, quedándose parte del margen en el proceso de
intermediación. La ganadería estaba a pérdida a comienzos del año, y no siempre
obtenía el equilibrio entre los costos y precios en el trascurso del año.
La
Federación Colombiana de Ganaderos y Servicio Nacional de Aprendizaje (Fedegán
y SENA, 2013), muestran que, en los inicios del siglo XXI, la estructura de
costos de producción en la ganadería del trópico alto era: Un 37% en
alimentación, 27% en mano de obra, 7% en insumos para pastos, 7% en
medicamentos, y 22% en otros costos indirectos. Las fincas de la costa Caribe
contaban con una actividad de ceba lucrativa, con un margen superior al 20%, en
el que no se incluía la depreciación, los costos del transporte o el precio de
la tierra. Los ganaderos cebadores que poseían más de 500 animales eran más
eficientes que los medianos o pequeños productores.
Las
causas de los altos costos de producción en la cadena de valor transversal en
carne y leche en la producción, es debido a la mano de obra; la alimentación;
los insumos (importación de semillas forrajeras); procesos de sanidad; el
mantenimiento de los potreros; compra y mantenimiento de maquinaria; energía
eléctrica; y, la operatividad de los distritos de riesgo (Cuenca, Chavarro y
Díaz, 2008; Bravo, 2021).
De
acuerdo con la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán, 2010), en la cría,
la rentabilidad en las empresas destacadas era del 33%. Una empresa promedio
tenía entre un 17% y un 24%; en el sistema doble propósito promedio la
rentabilidad era del 11%, y en las empresas destacadas era de 23%. En cuanto a
la ganadería de ceba, en las empresas sobresalientes la rentabilidad era del
50%, y en las empresas promedio contaban con una rentabilidad del 16%. La
lechería especializada mostraba unas empresas promedio con una rentabilidad
operativa de 14,5%, y en las sobresalientes una rentabilidad del 22,1%.
Según
la Federación Nacional de Ganaderos y el Fondo Nacional del Ganado (Fedegán y
FNG, 2014), la ganadería ha afrontado una crisis en su rentabilidad debido a
factores externos e internos, como, por ejemplo, los tratados de libre
comercio, el impacto del clima, altos precios de los insumos, la ausencia de
inversiones por parte del Estado.
Las
evidencias indican que la ganadería colombiana es sostenible desde lo económico
puesto que presenta una rentabilidad debido al ejercicio de sus operaciones,
aunque las cifran sean diferentes en los distintos periodos de tiempo y por el
tipo de ganadería desarrollado.
Conclusiones
La
ganadería colombiana no es sostenible ambientalmente. Desde el siglo XIX, la
actividad ganadera unida a otros cultivos, modifica el ecosistema de varias
zonas del país, al arrasar con bosques y selvas para la construcción de
potreros, lo cual se agudiza con la expansión de la hacienda ganadera. Talar y
quemar bosques naturales para la ganadería y agricultura es una estrategia que
continua.
Un
aspecto importante está relacionado con la absorción de las razas criollas,
dado que el ganado cebú y sus cruces se convierten en el sostén genético de
gran parte la ganadería colombiana en el siglo XX. Otras variables críticas lo
constituyen la liberación de carbono de los depósitos de materia orgánica,
agroindustrias que vierten contaminantes a los cuerpos de agua; drogas,
fertilizantes, entre otros, que muchas veces toman destinos por fuera de los
rellenos sanitarios; muchos frigoríficos no cumplen con las normas ambientales,
y muchísimo menos aquellos que están por fuera de su propia normatividad.
En la
literatura no se observa la aplicación de las directrices medioambientales por
parte de la industria ganadera, sólo contadas empresas desarrollan algunos
elementos que coadyuven en la reducción de impactos ambientales de la actividad
productiva. Tampoco está presente el principio de precaución, por lo tanto,
está alejada de lo expuesto por el Informe “Nuestro Futuro Común”.
La
ganadería colombiana no es sostenible socialmente. La apropiación de los
latifundios por parte de los hacendados propicia los conflictos entre estos y
los colonos por las tierras, conflictos que perduran en las décadas con
distintas magnitudes y formas. La implantación de los pastos es crítica para
los trabajadores, siendo desconocido el número de muertes por estas
operaciones. La concentración de la tierra, y su utilización en sistemas de
producción extensivo, genera pobreza en las comunidades. La concentración de la
tierra presenta un incentivo externo – entrada de dineros ilegales -, a finales
del siglo XX.
Respecto
al empleo, la ganadería requiere menor personal que en la agricultura. El
empleo no es de calidad y el salario tampoco; además, existe desigualdad de
género en el empleo y la posesión de la tierra.
Organizacionalmente
las empresas que trabajan con modelos de calidad son excepciones. Las empresas
ganaderas no ponen en práctica lo dispuesto por los objetivos de Desarrollo del
Milenio de las Naciones Unidas. Otro elemento que no evidencia una
sostenibilidad social es el control del Estado por parte de las organizaciones
ganaderas para satisfacción de intereses propios especialmente en el siglo XIX.
La
ganadería si es sostenible económicamente. La rentabilidad del negocio ganadero
se evidencia desde el siglo XIX. Los distintos tipos de ganadería, cría,
levante y ceba, presentan distintas rentabilidades; de igual forma, si es de
carne, leche o doble propósito; el tipo de negocio o contrato; o, si se es
pequeño o gran productor. Los costos de producción tienen gran incidencia en la
rentabilidad, pero también la aparición de factores de contexto. El ciclo
ganadero también influye en la rentabilidad.
La
determinación de la rentabilidad de la actividad es complicada por la falta de
información, los tipos de ganadería y las variables involucradas en los costos
de producción. Existen discrepancias entre los autores entre si es rentable o
no, pero, en general, se concibe como una actividad rentable, aunque con tasas
diferenciadas. Dado la baja competitividad de la ganadería colombiana, algunos
autores evidencian que la productividad y la calidad elevan los costos de
producción; otros consideran que una mayor productividad aumenta la
rentabilidad. En la cadena productiva, los intermediarios obtienen mayor
rentabilidad que los productores.
La
ganadería colombiana, se ha desarrollado contrario a lo establecido en el
concepto de la sostenibilidad fuerte, puesto que no es sostenible en los tres
aspectos mencionados. Por lo tanto, los cambios requeridos deben ser profundos
para mejorar las condiciones de las personas que viven en el campo. Tampoco
existe competitividad sostenible puesto que no se observa un bienestar actual
ni una salvaguarda de los recursos para las generaciones futuras.
Por lo
antes expuesto, la ganadería en Colombia se halla en el concepto de
sostenibilidad débil que pone por encima unos ingresos económicos crecientes,
sobre los aspectos sociales y ambientales.
Este
estudio se convierte entonces, en un insumo importante para el desarrollo de
políticas y estrategias tanto del sector público como las agremiaciones que
guían al sector, de forma tal, que la actividad cumpla con las disposiciones que
en materia de sostenibilidad ambiental y social especifican los organismos
internacionales y nacionales. A las organizaciones ganaderas del país
pertenecientes a la fase primaria, le es imperioso desarrollar alternativas que
permitan reponer en lo posible los daños ambientales ocasionados, mitigar los
impactos negativos en la sociedad, ambos desde modelos gerenciales compatibles
con la sostenibilidad y la competitividad.
Se
sugiere para futuras investigaciones profundizar desde la perspectiva de la
sostenibilidad en el análisis del eslabón secundario y terciario del sector, la
búsqueda de un equilibrio armónico entre las dinámicas de productividad y
sostenibilidad a lo largo y ancho de la cadena de suministro, el análisis de
las limitantes en la aplicación del principio de precaución, así como el
desarrollo de soluciones innovadoras que desde la integración entre la
ganadería y la agricultura disminuyan la degradación de los bosques.
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