Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXVIII,
No. 1, Enero - Marzo 2022. pp. 106-122
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Evaluación
de los aprendizajes por competencias: Una mirada teórica desde el contexto
colombiano
Hincapié
Parejo, Nair Farides*
Clemenza de Araujo, Caterina**
Resumen
La
evaluación de los aprendizajes por competencias debe ser vista como un proceso
de valorización de la enseñanza, que le permite, al docente y estudiante,
revisar continuamente los contenidos programáticos, a través de estrategias
contextualizadas, donde exista coherencia entre lo que se enseña y se aprende. Surge de allí la motivación de este artículo, en
el que se presenta una discusión teórica sobre la evaluación de los
aprendizajes por competencias en instituciones educativas colombianas del nivel
de básica secundaria. En ese sentido, se realizó la investigación documental de
la categoría de estudio, bajo un enfoque cualitativo, revisando fuentes
primarias, secundarias en español desde el año 2000 a la fecha, en buscadores
como: Scopus, Redalyc, Scielo, Latindex, Google académico, entre otros. Entre
los resultados se destaca la relevancia que tiene la evaluación por
competencias como un enfoque que promueve el aprendizaje significativo en los
estudiantes y docentes posibilitando el mejoramiento de la praxis pedagógica.
Asimismo, se concluye que en este proceso es imperante la participación de
todos sus actores, principalmente por la relevancia que orienta a los cambios
en la enseñanza y por ende en las prácticas evaluativas que serán fundamentales
para la prosecución de estudios de educación superior.
Palabras
clave: Evaluación
de los aprendizajes; evaluación por competencia; competencias educativas; formación
por competencias; estrategias evaluativas.
Assessment
of learning by competences: A theoretical look from the Colombian context
Abstract
The
evaluation of learning by competencies should be seen as a process of
valorization of teaching, which allows the teacher and student to continually
review the programmatic contents, through contextualized strategies, where
there is coherence between what is taught and what is taught. learn. The
motivation for this article arises from there, in which a theoretical
discussion is presented on the evaluation of learning by competencies in
Colombian educational institutions at the lower secondary level. In this sense,
the documentary research of the study category was carried out under a
qualitative approach, reviewing primary and secondary sources in Spanish since
2000 to date, in search engines such as: Scopus, Redalyc, Scielo, Latindex,
Academic Google, among others. Among the results, the relevance of competence
assessment is highlighted as an approach that promotes meaningful learning in
students and teachers, enabling the improvement of pedagogical practice.
Likewise, it is concluded that in this process the participation of all its
actors is imperative, mainly due to the relevance that guides the changes in
teaching and therefore in the evaluative practices that will be fundamental for
the pursuit of higher education studies.
Keywords: Assessment of learning; evaluation by competence; educational competencies; training by competencies; evaluative
strategies.
Introducción
La
educación constituye el pilar fundamental que puede impulsar el progreso de las
naciones, pues, ella es el andamiaje esencial para el desarrollo económico,
científico, tecnológico, político, social y cultural; a su vez, conlleva a la
construcción de espacios que propicien la solidez de la democracia, mercados de
trabajo productivos y consecución de un futuro sostenible, que promuevan la
aplicación de nuevas perspectivas encaminadas hacia el desarrollo integral y
mejoramiento de la calidad de vida de
las personas.
La
anterior afirmación obliga a las instituciones educativas, a trabajar por esos
espacios que privilegien la formación escolar de y con calidad, por lo que se
hace pertinente establecer cambios profundos en la estructura y procesos de
enseñanza y aprendizaje. Al respecto, el Ministerio de Educación Nacional de
Colombia (MEN, 2017), y el Instituto Internacional de la UNESCO para la
Educación en América Latina y el Caribe (IESALC-UNESCO, 2018), establecieron un
conjunto de lineamientos sobre la prioridad que tiene la educación como elemento
insustituible para lograr el desarrollo social, la convivencia democrática
aunada a la formación escolar de calidad.
A
juicio de Monereo y Pozo (2007), la formación escolar
debe consustanciarse con la preparación de personas para enfrentarse a
problemas propios del escenario social en el que se desenvuelve, capaces de
desarrollar competencias básicas asociadas a cuatro grandes escenarios sociales
en los que transcurre el desarrollo personal orientado hacia la integralidad,
bienestar personal, profesional: Aprender a aprender, aprender a cooperar,
aprender a comunicarse, aprender a desarrollar el sentido crítico y propiciar
la motivación intrínseca. De acuerdo con esta afirmación, se ratifica la
imperante necesidad de propiciar la formación educativa que fomente
aprendizajes por competencias, a través del trabajo pedagógico en las distintas
áreas de conocimiento.
En
la XX Conferencia Iberoamericana de Educación (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la
Ciencia y la Cultura [OEI], 2010), auspiciada por países Iberoamericanos,
se discutió el tema sobre las Metas Educativas 2021, el cual giró en torno al
compromiso de mejorar la calidad de la educación, mediante la implementación de
un currículo significativo que privilegie aprendizajes de calidad, en donde la
evaluación sea permanente en atención a la adquisición de las competencias
básicas para el desarrollo personal y escolar. Esto muestra la trascendencia de
la evaluación de los aprendizajes por competencias, por cuanto puede coadyuvar en
la consolidación del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Para
los autores, Díaz y Hernández (2010), es importante promover cambios en la
enseñanza, reconociendo la necesidad de impulsar simultáneamente
transformaciones profundas en la evaluación de los aprendizajes y en la
formación de los profesores. Del mismo modo, Cano y Ordoñez (2021), opinan que la
formación inicial del profesorado es un aspecto importante de todo el proceso
educativo, debido al efecto directo que su labor docente ejerce sobre la calidad
de la enseñanza que ofrezcan a los niños, niñas y jóvenes. “Esta relación entre
la formación de los maestros con la calidad educativa de los países se ve
expresada en el avance del conocimiento científico, tecnológico, humanístico y artístico
que tiene la sociedad” (p.284).
Tal
formación debe conducir al docente colombiano a un estado de reflexión de su
propia práctica pedagógica y conforme a ello, un reajuste de la planificación
escolar. De hecho, en dicho proceso, se debe considerar la valoración de los
aprendizajes que atiendan a la diversidad y a un sistema de evaluación
cimentado en competencias, especificándose con precisión y claridad los
indicadores de logro que se pretenden alcanzar en el proceso formativo de los
estudiantes de educación básica secundaria.
Por
ende, la planificación de la evaluación de los aprendizajes por competencias,
de acuerdo con Tobón (2015), muestra de manera explícita las condiciones, para
inferir la adquisición de los indicadores de logro de una competencia dada, a
través de evidencias de desempeño y niveles de ejecución, lo cual ofrece mayor
direccionalidad al proceso evaluativo, además, hacerlo más fidedigno.
A
criterio de Cabreras y González (2006), las competencias se refieren a la
concatenación de saberes, no solo pragmáticos y orientados a la producción,
sino aquellos que articulan una concepción del saber ser, saber convivir, saber
conocer y el saber hacer. Esto significa que, frente a un problema determinado,
quien tiene el conocimiento requerido suele ser competente para ejecutar lo
aprendido, asumiendo actitudes acordes con sus principios, valores y creencias.
Similarmente, González y Wagenaar (2003), afirman que las competencias, son las
capacidades o destrezas para realizar tareas que permitan evaluar a los estudiantes
durante el proceso escolar. Al respecto Cejas et al. (2019) manifiestan que:
La formación por
competencia es entendida como un proceso de enseñanza y aprendizaje que está
orientado a que las personas adquieran habilidades, conocimientos y destrezas
empleando procedimientos o actitudes necesarias para mejorar su desempeño y
alcanzar los fines de la organización y/o institución. (p.94)
Otros
autores como Casanova et al. (2018), proponen que las competencias, representan:
Capacidades,
habilidades de las personas, que están en ellas y se desarrollan con ellas, de
acuerdo con las necesidades e influencias del contexto, sus aspiraciones y
motivaciones individuales; por lo tanto, no basta con saber o saber hacer, es
necesario integrar estos saberes con las actitudes favorables para realizarlo, entendidas
como la capacidad potencial que posee el individuo para ejecutar eficientemente
un grupo de acciones similares. (p.116)
Las
posturas referenciadas por los autores mencionados, permite suponer que la formación
escolar basada en competencias traspasa la frontera del desarrollo de
conocimientos, habilidades, destrezas y valores que el estudiante va a aplicar
en entornos concretos de aprendizajes, los cuales serán determinantes para que
pueda ser perspicaz en el ámbito social donde se desenvuelve e interactuar con
los suyos y demás.
En
correspondencia a lo expuesto, significa que las competencias constituyen un
conjunto de conocimientos cuyo propósito fundamental es el procesamiento y la
aplicación de la información, habilidades que se refieren al saber hacer y a
las actitudes coordinadas e integradas para lograr un real y efectivo
aprendizaje.
Esos
planteamientos visualizan escenarios que implican que en la evaluación del
aprendizaje de cada estudiante, se debe propender hacia la focalización de los
conocimientos requeridos que redunden en su formación integral, de esta manera podrá
apropiarse de las competencias que le permitan la comprensión del mundo,
desarrollar actitudes, habilidades de pensamiento; lo que significa a su vez,
formar para actuar de manera oportuna, eficiente y acertadamente; así como,
aprender a enfrentar los conflictos, tomando decisiones asertivas que conlleven
a mediar, haciendo uso de valores y asumiendo una postura crítica responsable que
promueva la interacción armoniosa fundamentada en acciones de solidaridad hacia
el otro.
Por
ello, Roegiers (2016), al igual que la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2021), enfatizan que, en los programas
de formación, es esencial la definición de los perfiles de competencias que ha
de dominar el estudiante en términos de capacidades cognitivas y actitudinales,
las cuales deben ser evaluadas de manera permanente, ante el surgimiento de
nuevos conocimientos basados en procesos de articulación e integración de
saberes, caracterizados por la necesidad de promover el fortalecimiento de las
disposiciones para lograr aprendizajes en distintas áreas formativas. Desde
este precepto es imperante destacar que en las escuelas colombianas se deben
propiciar el desarrollo de competencias para su respectiva concatenación con
los estudios de nivel superior.
Se
deduce, entonces, que la evaluación de aprendizajes por competencias en instituciones
educativas colombianas debe contemplar características a tener presente para su
aplicación efectiva, una de ellas, es la búsqueda constante de información que
se debe registrar y analizar, constituyendo así los criterios establecidos; que
direccionarán dicho proceso, junto a esto, la aplicación de técnicas y
consolidación de juicios que propiciarían en los docentes la asertividad frente
a la toma de decisiones.
Las
consideraciones expresadas, motivan el desarrollo del artículo, el cual tiene
como propósito presentar una discusión teórica sobre la evaluación de los
aprendizajes por competencias. El mismo, contribuye a generar
conceptualizaciones en torno al fenómeno de investigación, además de abordar el
proceso de evaluación de las competencias desde una concepción de integralidad;
lo que despierta el interés para promover en los docentes cambios en su modo de
pensar y actuar, basado en la lógica y la racionalidad, hacia una forma de
razonar con conciencia a fin de poder tener las herramientas cognitivas para
enlazar los saberes; contextualizar el conocimiento; integrar el todo a las
partes y viceversa; hacer propuestas complementarias, así como asumir retos afrontando
los problemas haciendo uso de estrategias adecuadas.
En
ese sentido, el artículo se basa en una investigación documental, que en
opinión de Bautista (2011), permiten conocer a través de
documentos concretos, las diferentes perspectivas para abordar una categoría de
estudio. Para García (2000), es un proceso operativo que permite obtener y registrar
organizadamente la información contenida en libros, revistas, informes
científicos, entre otros.
Se realizó
una revisión de la literatura apropiada, que permitió recabar la información
necesaria y relevante para desarrollar el artículo; en este sentido, se investigó la categoría evaluación de los
aprendizajes por competencias, analizada mediante cuatro sensibilizadores, a
saber: Evaluación de aprendizajes por competencias, características de la
evaluación de aprendizajes por competencias, estrategias evaluativas de los aprendizajes
por competencias; evaluación formativa y sumativa de los aprendizajes por
competencias, y la fundamentación jurídica colombiana que
define el contexto del proceso de evaluación escolar.
1. Fundamentación teórica
1.1. Concepciones
sobre evaluación de los aprendizajes por competencias
Según
Bolívar (2002), “la evaluación es un proceso que forma parte de la enseñanza y
también del aprendizaje, se ha situado en el centro dinamizador de la acción
didáctica” (p.14); ha dejado de considerarse sólo como un elemento más en los
momentos finales del quehacer formativo escolar, para pasar a ser asumido como
un factor sistemático, que coadyuva en el complejo proceso de enseñanza y
aprendizaje.
Al respecto,
Ávila (2008) destaca que la evaluación constituye una necesidad inherente a la
actividad humana, pues, establece el medio a través del cual la persona juzga
el valor efectivo de sus actos y el de su entorno, por lo cual, dentro del
proceso educativo es relevante la evaluación de los aprendizajes, pues, es permanente,
gradual y continuo, que comienza desde el estudio de una situación,
continuándose a través de todo el proceso educativo, culminando con un análisis
sobre el desarrollo intelectual, social y emocional del estudiante o de
cualquier hecho que se requiera evaluar.
En opinión
de Santos (2007), la evaluación es un proceso de acompañamiento del
aprendizaje, debe realizarse a medida que la formación avanza, se considera y
utiliza como actividad que ayuda a comprender, conocer lo que pasa, y por qué;
siendo una acción continua que tiene protagonismo, pues, se refiere al valor de
la información recogida de los hechos formativos, que después será
interpretada, para tomar decisiones de ser necesario, así como de provocar
transformaciones continuas en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Mientras
que, a juicio de Casanova (2007), la evaluación de los aprendizajes consiste en
un proceso sistemático, continuo y riguroso de recolección de información desde
el inicio de la actividad escolar, para conocer el progreso de los
conocimientos de los estudiantes, a fin de tomar decisiones efectivas sobre su
prosecución. Dentro de este marco ha de considerarse que la evaluación de los
aprendizajes busca valorar tanto el proceso como los resultados, con la
intención de orientar y regular la formación que está sujeta a criterios de
referencia; en consecuencia, su función educativa permite al docente mantener
el control de todo el proceso formativo.
Frente a
las anteriores afirmaciones, se deduce que la evaluación es un elemento en sí
regulador, que, de manera sistemática y continua, permite verificar el alcance de
objetivos y metas propuestas, gracias a la recolección de información
suficiente, así como relevante que permite comprender los aciertos o
desaciertos durante el proceso formativo, para emitir juicios valorativos y con
ello, tomar las decisiones pertinentes en pro de una mejor calidad educativa. De
ahí, que Díaz y Hernández (2010),
resaltan seis aspectos esenciales que definen la evaluación de los
aprendizajes:
El primero, relacionado con la demarcación del
objeto, situación o nivel de referencia que se busca evaluar, que debe estar
identificado con los objetivos de evaluación. Esto se refiere, indudablemente,
a qué se quiere evaluar.
Un segundo,
referente al uso de determinados criterios para la realización de la
evaluación, los cuales deben tomar como fuente principal las intenciones
educativas predefinidas en la programación del plan de clase, programa y/o el
currículo en cuestión. Díaz y Hernández (2010), identifican dos tipos de criterios: De realización,
concerniente a los aspectos concretos que se esperan de los estudiantes; y de
resultados, que contempla aspectos como: Pertinencia, precisión, originalidad,
posicionamiento de conocimientos utilizados, entre otros; evidentemente, en
este escenario, lo que interesa conocer es sí, para un contexto de evaluación
dado, se ha alcanzado los conocimientos correspondientes y en qué grado.
El tercer
aspecto, comprende una innegable sistematización mínima necesaria para la obtención
de la información. La sistematización se alcanza mediante la aplicación de
diversas técnicas, procedimientos e instrumentos evaluativos, según sea el caso
y su pertinencia. Es claro que la selección y el uso de los instrumentos
aproxima de lleno a la pregunta, con qué se va a evaluar.
En
referencia al cuarto aspecto, a partir de la recolección de datos y mediante la
aplicación de las técnicas será posible lograr resultados lo más fidedignos
posibles, si se toma en cuenta un mayor número de elementos y fuentes para
construirlas.
El quinto
aspecto, se relaciona con la emisión de juicios, que sobre la base de los
puntos anteriores es posible elaborar un juicio de naturaleza esencialmente
cualitativa sobre lo que se ha evaluado. Tras la confrontación entre los
criterios predefinidos en las intenciones educativas y los indicadores,
emergerá un juicio valorativo que constituye la esencia misma de la evaluación,
pues, permite realizar una interpretación sobre cómo y, qué tanto se ha logrado
satisfacer todos los criterios de evaluación.
Y el sexto
aspecto, se concreta con la toma de decisiones. Esta se realiza a partir del
juicio construido, el cual constituye sin duda alguna el por qué y para qué de
la evaluación de los aprendizajes, donde las decisiones que se toman pueden ser
de carácter estrictamente pedagógico para lograr ajustes y mejoras necesarias
de la situación de aprendizaje y/o con respecto a la enseñanza.
En este
contexto argumental, la evaluación proporciona información sobre la recolección
de datos de una forma integral, continua, actividades realizadas, donde
docentes y estudiantes reflexionan, deciden sobre los posibles cambios o
correcciones a realizar, estrategias a colocar en marcha en el proceso de
aprendizaje; de tal manera, que su objetivo es verificar si se han alcanzado
las metas propuestas.
Ante tal
escenario, es impetuoso consustanciarse con un nuevo enfoque de evaluación de
los aprendizajes, donde prevalezca el carácter formador, en sustitución del
carácter sumativo que casi exclusivamente ha venido guiando la actividad
evaluativa. Por ende, es la evaluación de los aprendizajes por competencias
concebida formativamente, surge como alternativa ante la inconsistencia de la evaluación
para las unidades de los programas académicos, descuidándose aspectos
relevantes como el proceso de aprendizaje, del mismo modo se deben atender los
aspectos cualitativos y cuantitativos.
A juicio de
Valverde-Berrocoso,
Revuelta y Fernández (2012), la evaluación
por competencias es un proceso que facilita el desarrollo de las actividades de
aprendizaje, donde se obtienen evidencias y miden el progreso del estudiante.
En tal sentido, la evaluación de los aprendizajes por competencias debe regirse
por un conjunto de criterios de calidad, que requieren la aplicación de
acciones y la de instrumentos que definan claramente los indicadores de logros
respectivos establecidos para cada área, materia o asignatura.
De allí,
que la selección de las competencias en el marco de la evaluación de los
aprendizajes forma parte intrínseca de la enseñanza, convirtiéndose en un
proceso subyacente de la acción didáctica. En correspondencia, es importante
considerar una didáctica de la evaluación, como un proceso amplio de revisión y
consulta del proceso del aprendizaje, de manera permanente. Valverde-Berrocoso et, al. (2012), en relación con la evaluación por competencias
expresan que:
La evaluación por competencias ofrece nuevas oportunidades a los
estudiantes al generar entornos significativos de aprendizaje que acercan sus
experiencias académicas al mundo profesional, y donde pueden desarrollar una
serie de capacidades integradas y orientadas a la acción, con el objetivo de
ser capaces de resolver problemas prácticos o enfrentarse a situaciones
«auténticas». (p.53)
Tal como se
puede apreciar, las competencias en el proceso de evaluación están constituidas
por el conjunto de actitudes, valores, conocimientos, y procedimientos
necesarios, que las instituciones escolares deben cultivar en todos sus
estudiantes, para que logren alcanzar el desarrollo cognitivo en pro de una
calidad formativa.
Al
respecto, Beneitone et al. (2007) afirman que las competencias en el marco del
aprendizaje constituyen una red conceptual amplia, que connota una formación
integral del estudiante, por medio de enfoques como el aprendizaje
significativo en diversas áreas cognoscitivas (saber), psicomotora (saber
hacer, aptitud), afectiva (saber ser, actitudes y valores).
En ese
mismo tenor, Pimienta (2008) declara que evaluar los aprendizajes del estudiante
supone enjuiciar sistemáticamente las competencias adquiridas por él, en un
contexto sociohistórico específico, que le permite resolver los problemas
satisfactoriamente. Por consiguiente, el proceso de la evaluación de los
aprendizajes en el estudiante implica aspectos cognitivos y actitudinales que son
fundamentales para determinar si desarrolla o no las competencias deseadas de
forma satisfactoria; tales como los conocimientos semánticos y procedimentales;
y la atención de saberes relacionados con los contenidos de las asignaturas,
unidades o áreas curriculares.
En
particular para Moreno (2011), la evaluación de los aprendizajes por
competencias implica la verificación y valoración del propio desempeño, control
de la tarea, corrección de errores y distracciones, reconducción del esfuerzo,
rectificación, autorefuerzo y el desarrollo del sentimiento de auto eficacia,
lo que significa el proceso en el cual se construye el conocimiento,
refiriéndose a los procesos psicosociales a través de los cuales, se pueda
transformar estímulos sensoriales en representaciones mentales.
Visto desde
las perspectivas anteriores, la evaluación de los aprendizajes por competencias
es un proceso que busca compilar evidencias que el estudiante ha logrado, a
través del desarrollo de un conjunto de situaciones de aprendizaje, que han
sido fijadas como objetivos al momento de planificar los contenidos de una
asignatura determinada.
Al plantear
las competencias como objeto de evaluación implica, en muchas ocasiones,
modificar la práctica docente, haciendo necesaria que ésta otorgue mayor
énfasis, en la actividad de aprendizaje; de este modo, la concepción del
proceso de evaluación experimenta un cambio sustancial, al tener que priorizar
las competencias sobre los contenidos programáticos.
De ahí que,
las competencias no se limitan a la simple apropiación de conocimientos para
saber hacer, sino que abarca todo un conjunto de capacidades que se
desarrollan, a través de procesos conducente al individuo a ser competente,
para ejecutar diversas y complejas acciones de orden cultural, educativo,
social y afectivo; por las cuales se proyectan y evidencian la capacidad de
resolver un problema determinado en las distintas áreas del conocimiento.
Al
particularizar el contenido de los párrafos preliminares, no cabe duda que las
instituciones educativas colombianas están llamadas a realizar el
replanteamiento y revisión de la evaluación de los aprendizajes; a partir de
enfoques centrados en las competencias, donde el estudiante sea el centro de
este proceso; para que sea capaz de dar sentido a lo que aprende y fortalecer
competencias que le son propias; además, conducente a posicionar experiencias
significativas, en cuyo campo de conocimiento se integran los saberes
conceptuales, procedimentales y actitudinales que comportan las competencias.
1.2. Características
de la evaluación de aprendizajes por competencias
En palabras de Elola y Toranzos (2000), la
evaluación de los aprendizajes comprende cinco características fundamentales,
que amplían el horizonte de su comprensión y aplicación, a saber: La primera,
es la búsqueda de indicios, esto se refiere a la obtención de información, que
constituyen los aspectos visibles de aquellos procesos o elementos más
complejos que son objeto de la evaluación. La segunda, concierne a la forma de
registros y análisis, esta característica permite a través de un conjunto
variado de instrumentos, registrar todos estos referentes; de tal manera, que todos
estos insumos permitirán llevar a cabo la tarea evaluativa.
La tercera contempla los criterios, este es uno
de los elementos de más dificultosa construcción metodológica y a la vez más
objetable en los procesos de evaluación. Por una parte, se corre el riesgo que
se plantea inicialmente en reducir toda la evaluación a una acción de carácter
normativo, en el cual solo se intenta establecer el grado de satisfacción o
insatisfacción de determinadas normas. Por otra parte, se puede caer en la
tentación de eludir la búsqueda o construcción de criterios con lo cual toda
acción de evaluación resulta estéril puesto que solo es posible hacer una
descripción más o menos completa del objeto de estudio, pero no resulta
factible realizar un análisis comparativo.
Con respecto a la cuarta característica
contentiva al juicio de valor, vinculado con la anterior, constituye el
componente distintivo de todo proceso de evaluación, donde se encuentra la
acción de juzgar y discernir; este es el elemento que diferencia la evaluación
de una descripción detallada, o de una propuesta de investigación que no
necesariamente debe contar con estos.
La quinta característica, está centrada en la
toma de decisiones como un componente inherente al proceso de evaluación y, que
lo diferencia de otro tipo de indagación sistemática. De allí, que las acciones
evaluativas cobran sentido en tanto soporte la toma de decisiones.
No obstante, Castillo (2002) subraya otras
características implícitas en la evaluación de los aprendizajes orientadas en
avanzar en el proceso de aprender, comprobar y hacer balance de los conocimientos
adquiridos. Asimismo, destaca que el evaluar el proceso de aprendizaje se trata
de comprobar los conocimientos que el estudiante ha adquirido, en relación con
el logro de los objetivos de la planificación educativa.
La evaluación de los aprendizajes está llamada
a desempeñar un papel determinante en el clima y contenido del encuentro
didáctico, que debe orientar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Ésta se ha
convertido en la clave que facilita la comunicación entre el docente y el
estudiante; es decir, en el vehículo para la aproximación progresiva de las
representaciones que tienen éstos sobre los contenidos que se abordan.
En el mismo tenor, Raven (2018), estable tres
características importantes que deben tener una evaluación por competencias: Énfasis
en los resultados, donde cada uno de éstos deben ser cuantificados y evaluados
de forma individual y grupal; los resultados deben ser interpretados de forma
clara, así como transparente, y la evaluación debe basarse únicamente en el
perfil académico del estudiante.
Tal como se puede apreciar, las características que delimitan la
evaluación de los aprendizajes por competencias, se puede definir en
términos pedagógicos, como una
actividad cuyo objetivo es la valoración del proceso y resultados del
aprendizaje de los estudiantes, a efectos fundamentales de orientar, regular la
enseñanza y contribuir al logro de las finalidades formativas, destacando las
estrategias evaluativas, las cuales juegan un papel significativo en el
fortalecimiento de dichos aprendizajes.
2. Estrategias
evaluativas de los aprendizajes por competencias
La evaluación de los
aprendizajes, comprende una serie de estrategias teóricas y metodológicas que
la configuran, pero ese proceso necesita de un generador que lo dinamice desde
la dimensión teórica hasta su puesta en práctica, donde el cómo se va a
materializar esa evaluación es el punto neurálgico para entenderla, o, mejor
dicho, vivenciarla en el aula y su aplicabilidad. De ahí, que las estrategias
de evaluación de los aprendizajes por competencias que utilizan los docentes
sirven como agente para establecer las conexiones en ese entramado de
relaciones intra, inter, multi y transdisciplinaria, que generan o propician
nuevos esquemas evaluativos.
En opinión de
Rodríguez, Mendoza y Cargua (2019), las estrategias de evaluación de
aprendizajes, deben ser intencionadas y planificadas por los docentes, con un
carácter integral debe provocar acciones consientes, consecuentes y
sistemáticas de un trabajo metódico, direccionado al fortalecimiento de
competencias mediante ambientes formativos que interrelacionen la teoría con la
práctica y la interacción con el estudiante, que permite desarrollar múltiples capacidades
cognitivas, socioemocionales e investigativas que contribuyen a la formación
integral.
Fundamentalmente, la
evaluación de saberes connota un carácter integral que presupone, la ejecución
de estrategias metodológicas y estrategias integracionistas, aplicables en los
diferentes niveles de estudios, gestándose las condiciones para la formación de
estudiantes indagadores, investigadores, creativos, innovadores, entre otros,
en ambientes de aprendizajes retadores, tal como lo demanda el sistema
educativo colombiano.
En correspondencia con
lo manifestado, es
importante destacar el papel de la práctica pedagógica de los maestros como un
elemento primordial que redunda en el trabajo que éstos realizan para atender a
las múltiples situaciones donde se lleva a cabo el trabajo escolar, desde esta
premisa, Ripoll, Palencia y Cohen (2021), sostienen que: “Dentro de la
formación docente, la práctica pedagógica implica la puesta en marcha de un
conjunto de conocimiento sobre el accionar docente, que se manifiesta a partir
de competencias ajustadas a un currículo” (p.353), y a partir de allí, de
acuerdo con González (2008), considerar la posibilidad de producir teorías que
fortalezcan las funciones del profesorado.
Para Ripoll et al.
(2021), de acuerdo con el planteamiento de González (2008), lo interpretan como:
“La trayectoria del pensamiento pedagógico reproduce el ejercicio de la praxis
social, ordenando e interpretando la realidad con el expreso propósito de
operar sobre ella” (p.353). Es decir que la práctica educativa,
obligatoriamente está ceñida al conocimiento que tiene el docente y del
currículo que se le proporcione, para el caso de Colombia, el Ministerio de
Educación otorga elementos curriculares que deben trabajarse en todas las
instituciones del país, por supuesto pueden ser adaptados al contexto, por
ende, esta combinación es la que permite que se desplieguen todo lo
concerniente a los aprendizajes y la evaluación de éstos.
2.1. Estrategias metodológicas bajo el enfoque por
competencias
Para Teppa (2006), las estrategias
metodológicas son procedimientos, técnicas o recursos utilizados por el docente
para promover y evaluar los aprendizajes en atención a las competencias que
muestran los estudiantes. Esto declara que las estrategias son procedimientos
flexibles conducentes al logro de evaluar aprendizajes como base del proceso enseñanza
aprendizaje, crecimiento y formación académica.
Dentro de este contexto, Teppa (2006); así como,
Díaz y Hernández (2010), de
manera coincidente expresan que existen diversas estrategias metodológicas, por
ello, la presente investigación asume las clasificaciones agrupadas de manera
equivalente de los teóricos citados, entre ellas:
a. Estrategias de recirculación: Según Díaz y Hernández (2010),
las estrategias son utilizadas para conseguir que un aprendizaje sea evaluado
al pie de la letra de la información; por ello, se aplican cuando se requiere
aprendizajes repetitivos o memorísticos, pues la información recircula una y
otra vez por la memoria hasta ser fijada en ella, corriéndose el riesgo de
aprender contenidos de escaso significado lógico e inclusive psicológico; ésta
estrategia es muy tradicional, pues solo se mide como competencia la repetición
al caletre de contenidos.
De acuerdo con Teppa (2006), las estrategias de
recirculación de contenidos también denominadas de repetición son definidas como
aquellas donde el procedimiento básico es el repaso, el cual consiste en
recircular o repetir, una y otra vez la información, que ha de evaluar los
contenidos grabados en la memoria tal como aparecen en los textos. De allí, que
se habla, que dichas estrategias son las más primitivas.
b.
Estrategias de elaboración: Tobón, Pimienta y García (2007), refiere que las estrategias de elaboración se aplican
para plasmar los conocimientos adquiridos durante el proceso de aprendizajes,
por ejemplo, el manejo de mapas mentales, utilizados como procedimientos
textual y gráficos, que articula imágenes, palabras clave, ideas, figuras, con
el objeto de facilitar la adquisición y evaluación de contenidos.
c.
Estrategias de organización: Para Teppa
(2006), las estrategias para organizar la información que se ha de evaluar,
permiten dar mayor contexto organizativo a la información nueva al representar
de forma gráfica o escrita, permite que el aprendizaje logre ser más
significativo en los estudiantes. Mientras, Díaz y
Hernández (2010), destacan que dichas estrategias
permiten hacer una reorganización constructiva de los contenidos que ha de
evaluarse, logrando organizar, agrupar o clasificarla, con el propósito de
permitir una representación correcta de ésta.
Desde esta perspectiva, las estrategias de
organización, además de organizar la evaluación, permite descubrir y construir
significados, encontrándole sentido a los contenidos, pudiendo ser utilizada en
los distintos momentos del proceso de enseñanza aprendizaje. Por ende, los
estudiantes tienen la posibilidad de presentar, explorar y relacionar las
competencias desarrolladas con lo que se busca aprender.
d. Las
estrategias de recuperación: A juicio de Tobón
et al. (2007), son procedimientos que permiten recuperar información para ser
evaluados de manera oportuna y eficiente, donde no se trata solo de evaluar
conocimientos específicos, sino también la aplicación de instrumentos de
carácter afectivos, motivacionales, cognitivos, procedimentales y estratégicos,
con el fin de colocarlos en acción que pueden ser utilizados en cualquier
momento de la vida.
Entre tanto, Teppa (2006), expone que las
estrategias de recuperación constituyen el conjunto de procedimientos que
permite evaluar el aprendizaje que el estudiante almacena en la memoria a largo
plazo. Por consiguiente, dichas estrategias afianzan la interacción de sus
conocimientos, pudiéndose reflejar en la elaboración de resúmenes, mapas
conceptuales y mentales, cuadros comparativos, entre otros.
En atención a las posturas teóricas expresadas,
es necesaria que las estrategias de recuperación sean percibidas como un
procedimiento flexible, secuencial, dinámico y abierto, pues, connota
oportunidades evaluativas que comporta la asignación de significados de acuerdo
con las competencias que deben evidenciar los estudiantes; por
ejemplo, la habilidad para usar la información de manera apropiada y saber
aplicarla.
e. Estrategias de
integración: Desde la opinión de Martínez y Zea (2004),
las estrategias de integración para la evaluación de los aprendizajes son
procedimientos que el docente promociona y utiliza en forma reflexiva y flexible
para promover el desarrollo de competencias en los estudiantes. Así, la
estrategia es un conjunto de actividades con fines específicos, en una situación
particular de aprendizaje, para facilitar la evaluación de conocimientos.
Las estrategias son las grandes herramientas del
pensamiento puestas en marcha por el docente para impulsar el aprendizaje de
los estudiantes, donde los contenidos requieren ser evaluados mediante
herramientas, procedimientos y recursos, para activar los conocimientos
y/o crear una apropiada situación de motivación para la evaluación por
competencias, lo cual es esencial para que logren
una construcción cognitiva de mayor solidez.
A
criterio de Montenegro (2013), la evaluación de aprendizajes es un proceso
integral para concretar el desarrollo de competencias cognitivas,
comunicativas, de liderazgo, creativas, innovadoras, entre otras; por lo que,
supremamente se debe hacer uso de estrategias que logren una sistematización de
aptitudes y actitudes de los estudiantes, con la intención de favorecer su
formación.
En síntesis, las estrategias descritas, constituyen
herramientas metodológicas e integracionistas de conocimientos, que conforman
un andamiaje para la evaluación de los aprendizajes por competencias, pues, en
ellas subyace el desarrollo de saberes, habilidades, aptitudes, actitudes y
destrezas, que facilita el reconocimiento en los estudiantes, la calidad de su
proceso formativo.
3. Evaluación formativa y sumativa de los aprendizajes por
competencia
En el marco de la
formación educativa, la UNESCO (2021), refiere que la evaluación formativa son
actividades formales e informales de evaluación que conducen los docentes durante
el proceso de enseñanza-aprendizaje para modificar las estrategias pedagógicas
en aras de mejorar el logro de los alumnos. Ésta se realiza durante todas las
etapas educativas, enfocándose en el proceso y de la continua interacción entre
el estudiante y el profesor, generando información que permite retroalimentar
las estrategias de aprendizaje y enseñanza.
En el informe de este
organismo se plantea que, en época de pandemia, como la suscitada en el ámbito
mundial, la evaluación formativa se convierte en una herramienta eficaz para la
interacción docente - estudiante, permitiendo retroalimentación del proceso de
enseñanza y aprendizaje.
A criterio de Santos
(2007), la evaluación formativa es el proceso de obtener, sintetizar e
interpretar información, al objeto de facilitar la retroalimentación del
estudiante; es decir, para modificar y mejorar el aprendizaje durante el
período de enseñanza. Se caracteriza por no tener calificaciones cuantitativas,
sino una apreciación de la calidad del trabajo académico realizado, es la que
permite determinar en cada segmento los resultados obtenidos, a fin de realizar
los ajustes y adecuaciones pertinentes.
En el informe de la
UNESCO (2021), se señala que la situación de pandemia, producida por el COVID-19,
ha venido a cambiar la relación docente-alumno observándose una mayor
responsabilidad de los estudiantes hacia su propio aprendizaje. Consecuente a
esta premisa expresa que:
La relación entre docentes y estudiantes se
vuelve así más horizontal: hay más confianza para pedir ayuda y reconocer los
errores cuando el docente ya no tiene el rol de juzgar cuánto saben, sino de
apoyarlos en su camino de aprendizaje. Esa confianza sería importante para que
los estudiantes quieran aprender, como un objetivo en sí mismo y no a cambio de
una calificación. (p.10)
Así, la evaluación
formativa posibilita un proceso de doble retroalimentación; por un lado, guía
en el estudiante su ambiente formativo respecto en las etapas de iniciación y
culminación, desde un proceso de aprendizaje determinado; y, por otra parte,
indica al docente cómo se desarrolla este, exponiéndose los logros y
dificultades de lo que aprenden para que sean significativos.
En lo concerniente a la
evaluación sumativa, también llamada de resultados, de acuerdo con Santos
(2007), se realiza al final de la aplicación de la intervención y se usa para
emitir juicios valorativos. Esta evaluación es un proceso de medición de los
conocimientos evaluados como cierre de un proceso de aprendizaje sobre un tema,
asignatura o área determinada.
Las pruebas sumativas,
son usadas en promover al estudiante, de un curso a otro, o calificar algún
periodo escolar extenso para certificar determinados estudios, o comunicar el
rendimiento académico a todos los participantes en el proceso de
enseñanza-aprendizaje: Estudiantes, docentes, directivos, padres y
representantes. Dentro de este contexto, cualquier evaluación no puede ser un
fin en sí mismo, sino que debe promover nuevos aprendizajes.
La evaluación sumativa
engloba todos los contenidos abordados, los cuales deben analizarse para
realizar la evaluación final, tomando las evaluaciones ejecutadas durante el
proceso de aprendizaje, integrándolas, haciéndose un balance para focalizar si
las competencias se han logrado en su totalidad. Permite estimar el nivel de
logro de los aprendizajes, luego de completado un período determinado del plan
curricular. Tiene por objetivo certificar, generalmente mediante una
calificación, los aprendizajes logrados por los estudiantes, aplicación permanente,
de y por objetivos.
Por otra parte, es
importante destacar que también está la evaluación diferenciada que incluye
tanto la formativa como la sumativa. Se aplica a aquellos estudiantes con
necesidades educativas especiales (NEE), para valorar adecuadamente los
aprendizajes en una determinada área. El tiempo de aplicación será temporal o
permanente, sustentado con un informe emitido por otro profesional idóneo en el
área y de acuerdo con lo establecido en las normas específicas en la educación
especial.
Cabe resaltar que,
dentro del contexto de la evaluación formativa y sumativa, se desarrollan las
evaluaciones, conducentes a realizar: La heteroevaluación efectuada por un
evaluador distinto de la persona que aprende (profesor); la coevaluación por su
par; y la autoevaluación que es desarrollada por el mismo.
Para
Gimeno y Pérez (2007), la competencia corresponde a la movilización en la
acción de un cierto número de saberes que se combinan de manera específica, en
función de un escenario perceptual de una situación, la cual construye el actor
individual o colectivo, al entenderse como un saber hacer en un contexto
determinado.
Es
significativo situar el aprendizaje por competencias en el proceso evaluativo,
por cuanto están constituidas por el conjunto de actitudes, valores,
conocimientos, y procedimientos necesarios, que la institución educativa debe
cultivar en sus estudiantes, con el objeto de alcanzar un desarrollo integral
en pro de una mejor calidad formativa.
Lo explicitado
anteriormente, permite advertir que el aprendizaje por competencias es un
proceso activo y constructivo, por cuanto busca recopilar evidencias sobre
logros alcanzados por el estudiante, tal como el desarrollo de conocimientos propuestos
y delimitados en los objetivos o desempeños de aprendizaje en la planificación
de los contenidos propios de una asignatura, donde el docente debe sistematizar
las diversas acciones pedagógicas y didácticas que garantizarán una evaluación
efectiva conforme a las bases legales establecidas para
la educación colombiana.
4.
Fundamentación jurídica colombiana que definen el contexto del proceso de
evaluación escolar
La sustentación legal que define el deber ser
del contexto evaluativo en el quehacer educativo, es el soporte que otorga el
reconocimiento normativo, para fortalecer la gestión de calidad de la
educación. En concordancia, la evaluación es un proceso esencial para la
calidad educativa, pues, arroja información muy diversa y valiosa por cuanto
permite tomar decisiones con relación al proceso enseñanza y aprendizaje. Así,
la Constitución Política de Colombia de 1991 (Asamblea Nacional Constituyente
de Colombia, 1991), en su artículo 67 reza que:
La educación es un
derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social: con
ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los
demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el
respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica
del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico,
tecnológico y para la protección del ambiente.
Esta disposición constitucional constituye una
condición sobre la cual está cimentada la responsabilidad suprema de las
instituciones educativas colombianas, asumiendo el gran reto de propiciar
espacios formativos, donde la evaluación es el área trascendental para valorar
el aprendizaje de los estudiantes y el desenvolvimiento en el contexto escolar
en el que se encuentra inmerso. Desde esta perspectiva, en Colombia, en el
ámbito educativo se han evidenciado ajustes que obedecen a lo contemplado por
dicha constitución, así como las exigencias de organizaciones internacionales
para tal fin.
De igual forma, la Ley General de Educación
(Ley 115 de 1994) del Ministerio de Educación Nacional (MEN) (Congreso de la
República de Colombia, 1994), instituye que el proceso de formación escolar
debe tomar aspectos cualitativos, desarrollo de habilidades, destrezas y
actitudes de los estudiantes, al momento de evaluar, dando lugar posteriormente
a la evaluación por competencias. Ésta, en estos últimos años es abordada como
un elemento crucial en la ejecución del ejercicio pedagógico del docente y del
estudiante en cuanto a su desenvolvimiento.
Según el decreto 1290 del año 2009, el artículo
2, del MEN, establece que uno de los propósitos de la evaluación es
proporcionar información básica para consolidar o reorientar los procesos
educativos relacionados con el desarrollo integral del estudiante. Este aspecto
de referencia legal insta a comprender los alcances y analizar el significado
del proceso de evaluar los aprendizajes, sobre la base de competencias, donde
el estudiante sea capaz de mostrar conocimientos cimentados de manera efectiva.
Consecuentemente el Ministerio de Educación Nacional,
compila reflexiones y experiencias de ocho años apuntando a la Revolución
Educativa, iniciada en el 2002 por el gobierno de turno, cuyo objetivo estuvo
centrado en crear las condiciones que permitieran ofrecer a todos los
colombianos una educación de calidad, como un factor para el progreso y la
modernización del país.
Se formaliza la evaluación por competencias en
los estudiantes, como factor relevante para acceder a la calidad educativa,
significando la reorientación de los fines de la educación colombiana, resultando
importante acotar que el MEN trabaja con instituciones públicas, siendo una de
ellas el Instituto Colombiano de Fomento para la Educación Superior (ICFES),
descentralizada por la Ley 1324 de 2009 (Congreso de Colombia, 2009), apoyando
al proceso evaluativo en todos los niveles educativos. Esta institución
responde a lineamientos del Ministerio de Educación, esencialmente en la
aplicación de las pruebas Saber, atendiendo a los cambios curriculares
vigentes, en atención a la valoración de competencias a nivel estudiantil.
En función de lo planteado, el MEN (2002)
expide el decreto 230, el cual fue vigente hasta inicios del 2009, ratificando
en sus objetivos: “Valorar el alcance y la obtención de logros, competencias y
conocimientos por parte de los educandos”; sin embargo, luego fue derogado por
cuanto presentó una situación adversa, debido a que dentro de las disposiciones
del ministerio estaba la promoción automática del 90% de los estudiantes, bajo
la premisa de disminuir la deserción y ausentismo; en consecuencia, hubo la
formulación de un nuevo decreto, el 1290 promulgado el 16 de abril de 2009,
enfatizando su contenido hacia el desarrollo de competencias de los
estudiantes, reorientando los procesos educativos relacionados con su formación
integral.
De acuerdo con los propósitos del decreto 1290,
la evaluación que aplica el ICFES, actualmente, está orientada por el Modelo
Basado en Evidencias o Diseño Centrado en Evidencias (DCE), cuyo propósito es
diseñar estrategias de mejoramiento de las competencias en el aula; asimismo,
incentivar el uso de los niveles de desempeño como herramienta para fortalecer
la formación escolar.
El ICFES (2018), impulsa una serie de prácticas
que definen los procesos de diseño, desarrollo y uso de instrumentos de
evaluación en términos valorativos, relacionados lógicamente con el modelo de
aprendizajes centrado en el dominio de conocimientos, habilidades y otras
destrezas como elementos significativos en el desarrollo de competencias, pues
al existir una articulación con el dominio cognitivo y actitudinal, es
significativo en el proceso evaluativo de los estudiantes.
Finalmente, las políticas educativas
colombianas se han ido ajustando y adaptando a las exigencias internacionales,
con la finalidad de propiciar mejores espacios de enseñanza aprendizaje frente
a las demandas de un mundo globalizado para atender y dar respuestas a los
desafíos sociales, económicos, culturales, tecnológicos, científicos y
educativos, por cuanto cada día se requiere de estudiantes competentes para una
profesionalización de calidad.
En resumen, los argumentos expuestos ofrecen un
cúmulo de contenidos que permiten valorar la trascendencia de la evaluación de
los aprendizajes por competencias en los estudiantes, lo cual abre una nueva
senda pedagógica para fortalecer el quehacer escolar colombiano.
Conclusiones
La evaluación de los
aprendizajes por competencias constituye un enfoque que más allá de propiciar
elementos que puedan preparar a los estudiantes en el contexto escolar, conlleva
el desafío de acondicionar a toda niño o joven para que pueda responder de
forma adecuada a todas las situaciones que debe afrontar en su entorno familiar
y social. Hoy día desde el contexto de pandemia ocasionada por el COVID-19, es
imperioso hacer modificaciones en el proceso evaluativo que obedezcan a
factores emergentes y todos aquellos inherentes al individuo. En ese sentido,
se requiere que los aprendizajes sean significativos para que el estudiante
pueda integrar diversos conocimientos y seleccionar elementos clave para dar
respuesta a interrogantes y problemas cotidianos.
Las instituciones
educativas colombianas frente al complejo proceso de evaluar debe establecer
elementos diferenciadores que permitan contextualizar y alinear la evaluación de
los aprendizajes por competencias con la planeación, didáctica, metodología,
para que de esta forma se pueda tener resultados positivos y pertinentes en lo
referente a las pruebas Saber que evalúa el MEN con apoyo del ICFES.
Desde las cinco
subcategorías abordadas en este artículo es importante precisar que existe una
densa información concerniente a la categoría evaluación por competencias, que,
abordar cada una de ellas o en su conjunto acarrea obligatoriamente que todo
docente necesite conocerlas para que de esta forma pueda hacerla parte de su
praxis pedagógica, de lo contrario sería simplemente hacer uso de la evaluación
desde un concepto técnico que no generaría resultados satisfactorios que puedan
redundar con los propósitos institucionales y metas educativas del plan decenal
de educación. De ahí, la necesidad de abrir espacios para formar a los maestros
a cimentar en ellos las competencias básicas para que pueda trasladar éstas a
la evaluación de los aprendizajes.
Se recomienda que en
los próximos trabajos investigativos de tipo documental se explore sobre la
importancia del enfoque por competencias en la evaluación de aprendizajes,
frente a la situación de emergencia sanitaria ocasionada por el COVID-19,
indagar sobre qué competencias se deben propender de cara a los desafíos
científicos y tecnológicos pilares en el contexto actual. Del mismo modo,
formular líneas de investigación donde se pueda recabar acerca de cómo se
desarrolló la evaluación de los aprendizajes por competencias partiendo de las
múltiples problemáticas que acarreó el trabajo remoto o desde casa.
Si bien es cierto que
el enfoque por competencias se originó como necesidad de promover una sociedad
del aprendizaje y conocimiento, según la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la gran
mayoría de investigaciones se han realizado en el contexto educación superior; sin
embargo, es primordial acotar que se urge trabajar la evaluación de los
aprendizajes por competencias desde niveles precedentes a los universitarios,
que favorecerá en la formación de ciudadanos responsables que puedan
desenvolverse de manera asertiva y responder a las demandas globales.
En Colombia la puesta en práctica de la evaluación de los
aprendizajes por competencias a nivel de básica primaria y secundaria es de
reciente data. Así, se plantea la
necesidad de velar por una formación escolar de calidad, donde el estudiante
desarrolle conocimientos, destrezas, habilidades, actitudes y aptitudes, que
requieren ser evaluadas de manera permanente y donde el docente
tiene la responsabilidad de construir los mejores espacios y condiciones
pedagógicas para que éste logre ser evaluado de
manera integral.
Por consiguiente, este
artículo es de especial pertinencia por cuanto la evaluación de los aprendizajes
por competencias es quizás el área de mayor impacto en la formación, pues en
ella subyace la cualificación de conocimientos en los estudiantes. Y, por otra
parte, se hace una advertencia a los docentes para elevar al máximo el proceso
evaluativo, y mostrar capacidad para utilizar diversas modalidades didácticas,
adecuadas a las diferentes realidades del entorno escolar.
De ahí, que evaluar los
aprendizajes conlleva a privilegiar y fortalecer la disposición formativa del
docente, para que repercuta positivamente en el estudiante como una exigencia
urgente en pro de privilegiar la transformación y con ello priorizar la
consecución de una educación de calidad, tal como lo establece la Constitución
Nacional colombiana.
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51-62. https://doi.org/10.35362/rie600443
* Cursante
del Doctorado en Educación en la Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y
Tecnología (UMECIT), Panamá. Magíster en Educación mención
Gerencia de Organizaciones Educativas. Especialista en Planeación Educativa y
Planes de Desarrollo. Licenciada en Biología y Química. E-mail: nerita0219@hotmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0117-2619
** Postdoctora en Ciencias de la
Educación Superior. Doctora en Ciencias Gerenciales. Magíster en Gerencia de
Empresas. Economista. Profesora jubilada Emérita de la Universidad del Zulia,
Venezuela. Directora de Tesis en la Universidad Metropolitana de Educación,
Ciencia y Tecnología (UMECIT), Panamá. E-mail: caterinaclemenza@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0065-8171
Recibido: 2021-08-20 · Aceptado:
2021-11-08