Revista
de Ciencias Sociales (RCS)
Vol.
XXVII, No. 4, Octubre - Diciembre 2021. pp.
FCES -
LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Importancia y
desafíos de la educación inicial docente: El rol de las universidades
regionales*
Rodríguez-Ponce, Emilio**
Pedraja-Rejas, Liliana***
Araneda-Guirriman,
Carmen****
Rodríguez, Juan*****
Resumen
La
calidad de los profesores constituye un elemento clave si se pretende que los
procesos educativos mejoren las habilidades y capacidades de las personas para
desempeñarse eficazmente en los ambientes laborales y educativos superiores. En
base a esto, es que el presente ensayo tiene como finalidad resaltar la
importancia, así como los desafíos, que tienen las universidades regionales en
la formación inicial docente. Para lograr este objetivo, se recurrió al
análisis de fuentes secundarias, principalmente estudios empíricos que
entregaran antecedentes sobre las capacidades, habilidades y competencias de
los chilenos, para luego proponer recomendaciones sobre cómo se podría mejorar
la calidad de la formación del profesorado en estas instituciones. Como resultado, se plantea que se
requiere consolidar un cuerpo académico de alta calidad, a lo que deben
añadirse los recursos educativos que permitan una enseñanza pertinente para
estudiantes que son nativo-digitales. De igual manera, se resalta la
importancia de la atracción temprana de estudiantes talentosos y con vocación
docente, la cual debe conjugarse con programas de apoyo a los alumnos durante
su posterior trayectoria universitaria. Finalmente, se concluye que la
educación continua es una tarea importante para las universidades regionales si
quieren alcanzar una actualización permanente del profesorado de una región.
Palabras clave: Formación inicial de profesores; universidades; educación superior; desafíos;
calidad académica.
Importance and challenges of initial teacher education: The role of
regional universities
Abstract
The quality of teachers is a key element if educational processes are to
improve people's skills and abilities to function effectively in higher
educational and work environments. Based on this, the purpose of this essay is
to highlight the importance, as well as the challenges, that regional
universities have in initial teacher training. To achieve this objective, the
analysis of secondary sources was used, mainly empirical studies that provided
background information on the capacities, abilities and competencies of
Chileans, to then propose recommendations on how the quality of teacher
training in these institutions could be improved. As a result, it is proposed
that it is necessary to consolidate a high-quality academic body, to which must
be added educational resources that allow relevant teaching for students who
are native-digital. Similarly, the importance of early attraction of talented
students with a teaching vocation is highlighted, which must be combined with
support programs for students during their subsequent university career.
Finally, it is concluded that continuing education is an important task for
regional universities if they want to achieve a permanent updating of the
teaching staff of a region.
Keywords: Initial teacher training;
universities; higher education; challenges; academic quality.
Introducción
La sociedad actual se caracteriza por la existencia de
procesos de cambio que son rápidos, permanentes e ininterrumpidos. Se suma a lo
anterior, la apertura de las diferentes naciones al mundo global, en ambientes
altamente competitivos y basados en el conocimiento. En este
contexto, la fuente de la ventaja competitiva de los países reside
esencialmente en la formación de personas, puesto que son los seres humanos
quienes en forma individual o colectiva crean, comparten y aplican el
conocimiento necesario para enfrentar los desafíos en la sociedad y en las
organizaciones, en un entorno que, cada vez, se torna más dinámico y complejo.
Desde esta perspectiva, el conocimiento es el motor de
la nueva economía, puesto que éste es un activo intangible e inimitable que es
utilizado como un instrumento competitivo por las organizaciones y países, y en
donde su debida gestión tiene el potencial de mejorar la productividad, la
eficiencia y la calidad, así como crear ventajas competitivas sostenibles (Abbas,
2020; Ode y Ayavoo, 2020; Escorcia y Barros, 2020).
Por tanto, para mejorar los niveles de reputación,
competitividad, riqueza y sostenibilidad, se requiere que las organizaciones,
ciudades, regiones y países gestionen e introduzcan prácticas de capital
intelectual, de manera que las personas cuenten con las capacidades para operar
funcionalmente en la sociedad y para contribuir, desde su lugar específico, en
la creación de valor para la nación y para las organizaciones en las cuales
laboran o realizan sus emprendimientos.
De allí la importancia de la educación para dotar al
país de su capital más importante: Personas con capacidades y conocimiento.
Naturalmente, no puede perderse de vista que desde sus inicios el rol de la
educación es la formación de personas, lo que implica que los conocimientos,
destrezas y habilidades, sin una sólida preparación en valores, reducen a las
personas a simples factores o medios de producción, o elementos de un proceso
de creación de riqueza económica (Bernasconi y Rodríguez-Ponce, 2017), razón
por la cual la formación de personas debe considerar formar ciudadanos con
virtudes públicas.
Por consiguiente, los países necesitan personas con
eficacia social y funcional, pero que además sean individuos con ética, valores
y respetuosos de los demás, así como con sólidos principios democráticos. De
aquí emerge la relevancia de la educación formal, que es el medio de formación
más importante con que cuentan los países, puesto que tiene el potencial de
promover capital humano con conocimientos, habilidades y competencias, así como
configurar los valores de las generaciones futuras para crear sociedades más
inclusivas, pacíficas, justas y sostenibles (Ogundari y Awokuse, 2018; Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], 2019).
Considerando lo anteriormente expuesto, es que el
presente ensayo tiene como finalidad resaltar la importancia, así como los
desafíos, que tienen las universidades regionales en la formación inicial
docente, entendiendo esta como el proceso de formar a los futuros profesores
que se desempeñarán en la educación parvularia o educación escolar (básica y
media).
Para cumplir este objetivo, se recurrió al análisis de
fuentes secundarias, principalmente a estudios empíricos, que entregaran
antecedentes sobre las capacidades, habilidades y competencias de los chilenos.
Finalmente, y en base a los estudios presentados, se entregan recomendaciones,
desde la opinión y experiencia de los autores, sobre cómo se podría mejorar la
calidad de la formación del profesorado en este tipo de instituciones.
1. La importancia
de la formación inicial docente
La educación constituye un
pilar para el desarrollo de la sociedad porque la formación de las personas en
los distintos niveles, descansa de manera significativa en la estructura
educativa de las naciones. Ahora bien, los docentes son protagonistas de los
procesos educativos; por lo tanto, la formación inicial de profesores es
esencial para el desarrollo del país. En efecto, la calidad de los docentes
constituye un elemento clave cuando se pretende que los procesos educativos
mejoren las habilidades y las capacidades de las personas para desempeñarse
eficazmente en los ambientes laborales y educativos superiores.
Ciertamente, la idoneidad de los
educadores para enseñar en la educación parvularia (Schachter, Gerde y
Hatton-Bowers, 2019); básica (Kim, Shin y Shin, 2020); y media (Lee y Yi,
2019), resulta ser un aspecto crítico para el aprendizaje de los estudiantes y
para desarrollar sus capacidades, en el camino para acceder a la educación
superior con éxito y/o para insertarse satisfactoriamente en el mundo laboral.
En este contexto, los procesos
educativos en los primeros años de vida determinan las opciones de desarrollo
de las personas (Rodríguez-Ponce, Pedraja-Rejas y Ganga-Contreras, 2019). La
evidencia es clara; por ejemplo, en el 2011 el Council for Early Childhood Development descubrió que, durante los
primeros cuatro años de vida de una persona, la sensibilidad del cerebro para
aprender: Números, lenguaje, símbolos, habilidades sociales y control emocional,
logra su máximo potencial; en los años siguientes, dicha sensibilidad disminuye
de manera relevante (Rodríguez-Ponce et al., 2019).
De igual modo, el Centro de
Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard halló que un niño de nivel
social y económico alto emplea cerca de 1.200 palabras a los tres años de edad,
en tanto que un niño de un nivel social y económico bajo, simplemente no llega
a manejar ni siquiera 400 palabras a esta misma edad (Center on the Developing Child
at Harvard University, 2007).
A su vez, siguiendo el trabajo
de Rodríguez-Ponce et al. (2019), se debe colocar de manifiesto la relevancia
de la educación básica; puesto que un estudiante promedio (percentil 50) a los
ocho años de edad puede llegar a ser un estudiante sobresaliente (percentil 90)
a los once años, siempre y cuando sea formado por un profesor de alto
desempeño; en cambio, un estudiante promedio a los ocho años se transforma en
un estudiante deficiente (percentil 37) a los once años, si es formado por un
profesor de bajo desempeño (Barber y Mourshed, 2007).
Dicho de modo claro, sin una
educación de calidad desde la primera infancia, las posibilidades de movilidad
social de las personas se reducirían a su mínima expresión, puesto que la condición
económica y social de los padres determinaría casi completamente el futuro de
los hijos.
De la misma manera, en la
educación media se producen cambios relevantes en la preparación de los
estudiantes, a partir de los cuales surgirán oportunidades o barreras para
acceder a los niveles de educación superior (Murillo, 2017), o para enfrentar
el trabajo en condiciones de eficacia social (Fawaz-Yissi y Vallejos-Cartes,
2020). Además, la educación a través del soporte de los profesores y de los
pares puede ayudar a los estudiantes a lograr mayores niveles de autoeficacia y
satisfacción vital (Jhang, 2019).
En consecuencia, la calidad de
la educación desde sus primeros niveles incide en la preparación intelectual de
las personas y en el desarrollo de habilidades y capacidades necesarias para
desenvolverse en el siglo XXI (Bernate y Vargas, 2020), así como en el posicionamiento
y potencial contribución a la sociedad.
2. Capacidades,
habilidades y competencias de las personas chilenas
El Programa para la Evaluación
Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC) de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en su evaluación vigente,
revela que las competencias cognitivas y relacionadas con el mundo del trabajo
necesarias para que los individuos participen con éxito en la economía del
conocimiento son deficientes en el caso de Chile, puesto que: Un 53,4% de los
adultos califica en el nivel más bajo de comprensión lectora y un 61,9% tiene
el nivel más bajo de competencias matemáticas, ambos resultados se distancian
considerablemente de la media de la OCDE, quedando así la población chilena
evaluada entre aquellas con los peores desempeños relativos (Arroyo y
Valenzuela, 2018).
Pero no sólo la población
adulta muestra niveles insatisfactorios de desarrollo de competencias
cognitivas, sino que algo similar ocurre con los jóvenes de 15 años del país,
quienes rindieron una prueba para el informe del Programme for International
Student Assessment (PISA) 2018 (Agencia de Calidad de la Educación, 2019). Aquí se evidenció que, a pesar
de tener los mejores resultados de América Latina, existen brechas muy
importantes en la preparación intelectual entre ellos, puesto que: El 31,7% de
los estudiantes no es capaz de identificar la idea principal en un texto de
longitud moderada; tampoco puede entender relaciones; ni interpretar el
significado dentro de una parte limitada del texto cuando la información no está
destacada o cuando hay información que distrae.
De igual forma se evidenció,
que el 51,9% de los alumnos no logra los niveles mínimos para formular, emplear
e interpretar la matemática en una variedad de contextos. A su turno, el 35,3%
de los estudiantes no consigue la habilidad mínima de comprender temas
relacionados con la ciencia, así como entender las ideas de ésta, como un
ciudadano reflexivo. De esta manera, los puntajes logrados en todas las pruebas
por Chile, se diferencian negativa y significativamente del promedio de los
países evaluados (Agencia de Calidad de la Educación, 2019).
Esto es ratificado por la
Evaluación Nacional Diagnóstica (END), que fue rendida por un total de 16.562
estudiantes de pedagogía, y cuyos resultados: “Reflejan la necesidad de
potenciar las habilidades de reflexión pedagógica y comunicación escrita de los
docentes en formación, ya que estos aparecen descendidos en la Prueba de
Conocimientos Pedagógicos” (Ministerio de Educación, 2019, p. 1); lo mismo
ocurre con el ámbito de la reflexión pedagógica.
Por su parte, la Evaluación
Docente 2019 permite analizar los resultados de 17.244 profesores de todo el
país, entre los cuales sólo un 9% tiene un nivel destacado, que indica un
desempeño profesional que clara y consistentemente sobresale con respecto a lo
que se espera en el aspecto evaluado. Suele manifestarse por un amplio
repertorio de conductas respecto a lo que se está evaluando, o bien, por la
riqueza pedagógica que se agrega al cumplimiento del aspecto evaluado. Este es
el nivel deseable para enfrentar con éxito las exigencias de la sociedad del
conocimiento, pero sólo lo alcanza una proporción mínima de profesores.
Preocupante es que el 24% de los evaluados logra sólo un nivel básico y el 1%
es simplemente deficiente (Ministerio de Educación, 2020).
Más aún, el 88% de los
profesores evaluados considera, en su autoevaluación, que tiene un nivel
destacado como docente; pero sólo el 1% logra ese nivel en el instrumento de
evaluación denominado portafolio (Ministerio de Educación, 2020). El portafolio,
es un instrumento de evaluación muy importante puesto que permite que cada
docente reúna y presente evidencia que dé cuenta de su mejor práctica
pedagógica, para que sea evaluada. Tanto al decidir las prácticas a presentar,
como al responder las preguntas que este instrumento le plantea, los y las
docentes pueden mirar su quehacer pedagógico, y reflexionar sobre sus
fortalezas, así como áreas de mejora (Sistema de Evaluación del Desempeño Profesional
Docente [DocenteMás], 2020).
Todos lo anteriormente
expuesto deja en evidencia que la formación inicial de profesores posee grandes
desafíos, los cuales claramente Chile no ha logrado abordar con éxito.
3. El
rol de las universidades públicas regionales
Chile es uno de los países más
centralizados de América Latina considerando el tamaño de su economía, su
población y su territorio. Por lo anterior, las universidades regionales tienen
como rol mejorar la calidad de la formación inicial docente, lo que implica e
impone una serie de desafíos estratégicos.
Primero, las universidades
regionales deberían constituirse en un centro de alta calidad para la formación
inicial docente. Esto implica superar los niveles actuales de desempeño, por
cuanto un mínimo número de instituciones cuentan con acreditación de excelencia
(6-7 años) en las carreras pedagógicas (Comisión Nacional de Acreditación
[CNA-Chile], 2019). Un requisito esencial para cumplir con lo anterior,
consiste en la consolidación de cuadros académicos de alta calidad, que
dispongan de una preparación a nivel de doctorado, que investiguen en el ámbito
de la educación y que tengan las competencias disciplinarias y pedagógicas para
formar a los estudiantes con los más altos estándares.
Este es un desafío mayor por
cuanto se debe disponer de un cuerpo académico con alta preparación formal a
nivel de Doctorado, con niveles adecuados de diversidad de género, “background”,
con las capacidades para trabajar en ambientes digitales, con una experiencia y
una trayectoria relevante. Ciertamente, estos requerimientos sugieren la
existencia de una brecha entre la realidad actual y las exigencias que emergen
para las universidades regionales respecto de la formación inicial docente en
la sociedad del conocimiento. Sin un cuerpo académico que responda a estas
exigencias difícilmente se podría avanzar de manera decidida en alcanzar
mayores niveles de calidad en la formación de profesores, puesto que tal como
destacan Zhang et al. (2021) en su trabajo, el cuerpo académico no solo tiene
efectos en el aprendizaje de los estudiantes, sino también en el logro de la
excelencia universitaria.
Segundo, las universidades
regionales deberían disponer de los recursos educativos relevantes que sean
necesarios para alcanzar una preparación adecuada de los estudiantes; en virtud
de lo cual, junto con una infraestructura, laboratorios y equipos de alta
calidad, se requiere la incorporación de procesos formativos basados en las
tecnologías de información, en sistemas virtuales (Briceño et al., 2020) y
otras plataformas digitales que hagan sentido a estudiantes que son
nativo-digitales. Sin duda, la actualización permanente de inversiones en
recursos educativos, en sentido amplio, es una exigencia insoslayable; aunque
estos recursos tienen sentido solo en la medida que el cuerpo académico cuente
con las capacidades para su empleo eficaz y eficiente (Acevedo-Duque et al.,
2021).
Tercero, las universidades
regionales deberían desarrollar sistemas tempranos de búsqueda e incorporación
de estudiantes talentosos con vocación docente. La calidad de los alumnos que
ingresan a las pedagogías es un determinante estructural de la calidad de los
futuros profesores. Por lo mismo, atraer talentos tempranamente puede ser una
forma valiosa de conseguir buenos alumnos; a lo que se debe añadir los
esfuerzos por mantener a los estudiantes destacados durante toda su trayectoria
académica. Así, el diseño e implementación de programas que permitan
identificar estudiantes de alto rendimiento con vocación docente durante la
enseñanza media, es vital, junto a lo que deben generarse programas de apoyo,
atracción e interacción, previamente, a su incorporación a la universidad. Una
vez incorporados estos estudiantes en el sistema universitario, se deben
desplegar programas de apoyo para acompañarlos durante su trayectoria
universitaria.
Cuarto, las Facultades o
Escuelas de Educación de las universidades regionales deberían constituirse en
centros de formación continua para la actualización profesional de los
profesores que ejercen en el sistema educativo. Dicha educación continua,
debería albergar también las opciones de continuidad en el nivel del postgrado
considerando tanto el Magíster profesional y académico e incluso de Doctorado.
La preparación de líderes
educativos tiene efectos significativos en la calidad de la educación en
diferentes niveles: Parvularia, básica y media (Mockler, 2005; Martin et al.,
2020). Por lo que, junto con disponer de una oferta de cursos de actualización,
especialización, diplomados, las universidades regionales deberían generar las
posibilidades de fortalecer el liderazgo educativo. A lo anterior, debería
sumarse, en cada región del país, programas de Magíster profesional o académico
debidamente acreditados. Pero, además, en cada zona del país: Norte, centro y
sur, se deberían gestar las alianzas estratégicas por parte de las
universidades regionales, que permitieran el dictado de programas de Doctorado.
En definitiva, todas y cada
una de las dimensiones planteadas configuran los elementos y desafíos críticos
que deberían asumir las universidades regionales para responder a su rol en la
sociedad. Cada aspecto es un desafío en sí mismo; sin embargo, el reto
primordial estriba en abordar los elementos anteriores en su conjunto, de
manera integrada, generando las sinergias que son requeridas.
Conclusiones
La formación de personas es
fundamental para el desarrollo de un país. Sin profesores idóneos, en todos los
niveles (parvularia, básica y media), tanto los jóvenes como la población
adulta no tendrán las capacidades que les permitan desempeñarse con eficacia en
la sociedad y economía del conocimiento. Por consiguiente, la formación inicial
de profesores constituye una piedra angular para el desarrollo de un país, en
todas y cada una de las regiones que configuran una nación.
En el caso de Chile, las
brechas de calidad en la preparación de la población son significativas al
comparar con los países de referencia. Especial preocupación constituye la
medición de las competencias cognitivas y relacionadas con el mundo del trabajo,
necesarias para que los individuos participen con éxito en la economía del
conocimiento, las cuales son escasas, mostrando grados altos de analfabetismo
funcional. Por lo tanto, mejorar la calidad del profesorado, en todos los
niveles, parece ser un desafío principal.
Las universidades regionales
tienen un rol fundamental para mejorar la formación inicial docente en cada
región de Chile. Para cumplir con esta importante labor se requiere consolidar
un cuerpo académico de alta calidad, a lo que deben añadirse los recursos
educativos que permitan una enseñanza pertinente para estudiantes que son
nativo-digitales. La atracción temprana de estudiantes talentosos y con
vocación docente, por parte de las universidades regionales, es una tarea
fundamental que debe conjugarse con programas de apoyo de los alumnos durante
su posterior trayectoria universitaria.
Finalmente, la vinculación con
el medio a través de la educación continua, es una tarea relevante para las
universidades regionales puesto que les permitiría alcanzar una actualización
permanente del profesorado de una región. Especial atención debe considerarse
en la preparación y formación de líderes educativos para fortalecer la
educación en todos sus niveles. Asimismo, en cada región del país deberían
existir opciones para realizar estudios de postgrado al menos a nivel de Magíster;
generándose, complementariamente, las alianzas para concebir opciones
doctorales en macro regiones.
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* Los autores agradecen a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo,
ANID en Chile, por el patrocinio recibido mediante la ejecución del proyecto
Fondecyt 1180484, de cuyos resultados emerge el presente artículo.
** Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales. Doctor en Educación. Profesor Titular del Instituto de Alta Investigación, de la Universidad de Tarapacá, Chile. E-mail: erodriguez@uta.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4861-002X
*** Doctora en Administración y Dirección de Empresas. Doctora en Ciencias
de la Educación. Profesora Titular del Departamento de Ingeniería Industrial y
de Sistemas de la Facultad de Ingeniería en la Universidad de Tarapacá, Chile. E-mail: lpedraja@uta.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7732-4183
**** Doctora en
Educación. Profesora del Departamento de Ingeniería
Industrial y de Sistemas de la Facultad de Ingeniería en la Universidad de Tarapacá, Chile.
E-mail: caraneda@uta.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2096-7839
***** Doctor(c) en
Administración y Dirección de Empresas. Profesional en la Universidad de
Tarapacá, Chile. E-mail: jrodrigup@uta.cl
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3926-907X
Recibido: 2021-06-16 ·
Aceptado: 2021-08-31