Revista de Ciencias
Sociales (RCS)
Vol. XXVII, Número
Especial 3, 50-63. pp.
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Dislipidemia y estrés
en estudiantes universitarios: Un enemigo silencioso*
Chinchilla-Giraldo, Natalia***
Bermúdez Vera, Iván Mauricio****
Álvarez Ramírez, Alba Aydee*****
Resumen
Las diversas
actividades a las que se enfrentan los universitarios generan estrés y variación
de los hábitos saludables, produciendo alteraciones como el incremento de
lípidos en sangre, factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades
cardiovasculares. Esta investigación tiene como propósito identificar la
relación del estrés académico y la dislipidemia en estudiantes de la Facultad
de Salud de la Universidad Santiago de Cali, Colombia. Se realizó un estudio
descriptivo, transversal, con muestreo aleatorio simple. La muestra fue de 212 estudiantes,
edad promedio de 21 años, rango entre 16 y 40; a los cuales se les extrajo una
muestra de sangre para cuantificar niveles de lípidos. Asimismo, se aplicó la Escala
General de Apreciación del Estrés. El
análisis estadístico se realizó con el programa R versión 3.5.1. Entre los
resultados, el 26,4% de la población presenta niveles de estrés entre medio,
alto y muy alto, relacionándose con cHDL>40. No se
evidenciaron cambios en colesterol, triglicéridos y cLDL
con el estrés. Se concluye, que existe una baja relación entre el estrés académico
y alteración de lípidos, sin embargo, en niveles bajos de estrés el cHDL fue normal.
Palabras clave: Dislipidemia; estudiantes universitarios; enfermedades cardiovasculares; estrés
académico; salud.
Dyslipidemias and stress in university
students: A silent enemy
Abstract
The various activities that university
students face generate stress and variation in healthy habits, producing
alterations such as an increase in blood lipids, a risk factor for the
development of cardiovascular diseases. The purpose of this research is to
identify the relationship between academic stress and dyslipidemia in students
of the Faculty of Health of the Santiago de Cali University, Colombia. A
descriptive, cross-sectional study was carried out with simple random sampling.
The sample was of 212 students, average age of 21 years, range between 16 and
40; from which a blood sample was extracted to quantify lipid levels. Likewise,
the General Stress Appreciation Scale was applied. The statistical analysis was
carried out with the R program version 3.5.1. Among the results, 26.4% of the
population presents stress levels between medium, high and very high, being
related to HDL-C> 40. There were no changes in cholesterol, triglycerides
and LDL-C with stress. It is concluded that there is a low relationship between
academic stress and lipid alteration, however, at low levels of stress, HDL-C
was normal.
Keywords: Dyslipidemia; University students; cardiovascular diseases; academic stress;
Health.
Introducción
Las elevadas demandas de la sociedad actual se ven
reflejadas en el aumento de la incidencia de las Enfermedades Cardiovasculares
(ECV) en edades cada vez más tempranas, paradójicamente, éstas pueden evitarse
con adecuados hábitos alimenticios y llevando un estilo de vida saludable;
frente a esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011) señala
cómo las ECV son consideradas como una de las que cobran más vidas anualmente, cerca
de 17 millones en el mundo, lo cual representa el 31% de la población mundial. Por otra parte, indica que la cardiopatía
isquémica y el accidente cerebrovascular son apreciados a nivel global como las
primeras dos causas de muerte y estima que al año 2030, aproximadamente 23,6
millones de personas van a morir por alguna ECV (World Health
Organization [WHO], 2020).
Cabe resaltar, que esta patología en Colombia es
considerada la primera causa de muerte por enfermedades no transmisibles (Instituto Nacional de Salud, Observatorio
Nacional de Salud, 2015).
Ante este panorama, el abordaje de los factores de riesgo es primordial, dentro
de los cuales se encuentran los modificables, que se pueden prevenir o tratar como
el estrés, obesidad, tabaquismo, sedentarismo, hiperlipidemia, malos hábitos alimenticios,
abuso del alcohol; y los no modificables como la edad, el sexo, la herencia
genética y la etnia (Claro, Martínez y Viamonte, 2013; Ferreira-Guerrero,
Díaz-Vera y Bonilla-Ibañez, 2017; Saldaña, et al.,
2020).
Diversos autores (Delgado, Pezo
y Vega, 2003; Coronel, et al., 2012; Martínez,
et al., 2012; Galvis, Barona y Cardona, 2016) coinciden en afirmar que el
sedentarismo, la dislipidemia y el estrés son los principales factores de
riesgo para el desarrollo de las ECV. El estrés, se ha relacionado con
enfermedades como el cáncer, problemas digestivos, cardiovasculares, entre
otros, sin embargo, es precaria la investigación enfocada en la incidencia de
éste con la dislipidemia en jóvenes y su impacto en el organismo (Aradillas, et al., 2003; Coronel, et
al., 2012)
Cabe destacar, que el estrés se puede
clasificar acorde al contexto en el que se presente, por tanto, este artículo
va enfocado al estrés académico, definido como
aquel que vivencian los universitarios, el cual se incrementa en los procesos
evaluativos y en los primeros semestres de la carrera (Lazarus, 2006; Martín, 2007;
Duche, et al., 2020).
El estrés académico, no solo dificulta el aprendizaje, la
interacción con los demás y el entorno, sino también repercute en la salud,
bienestar y seguridad de los estudiantes universitarios, trayendo consigo un
bajo rendimiento académico que puede llevar no solo a la deserción escolar sino
al desarrollo de trastornos emocionales. Por lo tanto, el presente artículo
tiene como objetivo identificar la relación del estrés académico y la
dislipidemia en estudiantes de la Facultad de Salud de la Universidad Santiago
de Cali, Colombia; con el fin de generar estrategias de promoción y prevención
oportuna desde el programa universidad saludable, que permita brindar
herramientas para controlar el estrés académico, mejorar los estilos de vida y
en consecuencia disminuir las cifras de enfermedad cardiovascular en esta
población.
En ese sentido, el estrés puede definirse como “un
proceso complejo en el cual el individuo responde a demandas o situaciones
ambientales (estresores) con un patrón de respuestas por parte del organismo
que pueden ser fisiológicas, conductuales, cognitivas, emocionales o una
combinación de ellas” (Hernández y Romero, 2010, p.57), dichas situaciones
pueden percibirse como amenazantes, debido a que desborda los recursos del
individuo, colocando en peligro su bienestar (Lazarus, 2006; Hernández y
Romero, 2010).
El estrés se
desarrolla en tres fases que son: 1) Reacción de alarma, el cuerpo detecta el
agente estresor; 2) la resistencia, se presenta cuando el cuerpo reacciona ante
dicho agente; y, 3) el agotamiento, cuando el cuerpo se encuentra exhausto por
la duración o intensidad del estresor (Selye, 1950). Es por
ello, que Chávez y Peralta (2019), manifiestan que “desde el punto de vista
teórico el estrés se define bajo tres conceptos que lo precisan: Estrés como
estímulo, como respuesta y como relación acontecimiento-reacción” (p.385).
1. Impacto del estrés en el organismo
El estrés en cada una de sus fases, genera un impacto en
diferentes sistemas del organismo, el estado de alarma se origina cuando el
cerebro percibe un factor amenazante que activa el eje Hipotálamo-Pituitaria-Adrenal
(HPA) secretando cortisol e incrementando la producción de glucosa al torrente
sanguíneo (Bravo y Gortari, 2007); cuando
la fase de alarma se prolonga, el individuo trata de seguir enfrentado la
situación desbordando los límites que tiene su capacidad (Naranjo, 2009),
causándole frustración y sufrimiento; inclusive su rendimiento y energía
empiezan a disminuirse. Los síntomas de esta fase son ansiedad, depresión y fatiga;
acompañado de tensión, irritabilidad, ira y nerviosismo (Naranjo, 2009;
Camargo, Castañeda y Segura, 2020).
Los cambios conductuales y fisiológicos procedentes del estrés
van a depender del tipo de estímulo, intensidad y duración. Debido a la
activación que se da en la fase de alarma, todos los sistemas se movilizan dependiendo
del tipo de estresor (físico o psicológico), que estimulan neuronas del tallo
cerebral y del sistema límbico (Bravo y Gortari, 2007).
Los estresores físicos, son “estímulos que alteran el
estado fisiológico afectando mecanismos homeostáticos (i. e. frío, ayuno,
hemorragia, hipoxia, estímulos cardiovasculares, inmunes, dolor agudo, etc.)” (Bravo
y Gortari, 2007, p.5), donde los individuos
poseen un sistema de adaptación con diversos mecanismos fisiológicos, biológicos
y conductuales, que lo preparan para sobrevivir en un ambiente percibido como
hostil. Los estresores psicológicos, son aquellos “estímulos que amenazan el
estado actual del individuo” (p.5), dependen
en gran medida de las experiencias previas, el estilo de afrontamiento y la
personalidad.
Por lo tanto, la interacción entre la percepción de
amenaza desde lo psicológico y la respuesta biológica, hace que el estrés genere
un impacto multisistémico en el organismo, afectando la salud física, mental y
emocional del individuo. Por lo que, si el estrés se cronifica, incide en el
desarrollo de enfermedades no transmisibles alterando la calidad de vida de la
persona y su familia.
2. Enfermedad cardiovascular y dislipidemia
Las ECV son de origen multifactorial, por
lo tanto, se debe tener en cuenta la evaluación de todos los factores de riesgo
para su detección temprana y así adecuar las intervenciones terapéuticas para
su prevención (Vega, Guimará y Vega, 2011). Dentro
de los factores de riesgo modificables, la dislipidemia es definida como “trastornos en los lípidos en sangre caracterizados por
un aumento de los niveles de colesterol o hipercolesterolemia, e incremento de
las concentraciones de triglicéridos (TG) o hipertrigliceridemia”
(Miguel, 2009), donde casi siempre su detección se da cuando la
enfermedad se encuentra en una etapa avanzada.
Las dislipidemias, se clasifican en primarias y
secundarias. Las primarias, son de causa genética; y las secundarias, se deben a
factores que se pueden prevenir, como el sedentarismo, consumo de tabaco, alcohol,
estrés, entre otros (Miguel, 2009; Canalizo-Miranda, et al., 2013). El control, análisis y
tratamiento temprano de las dislipidemias, son fundamentales para la prevención
de las ECV, así como para una mejor eficiencia en procesos diagnósticos y
terapéuticos, debido a las graves complicaciones (hipertensión arterial, infarto
agudo de miocardio, accidente cerebrovascular, entre otras), que trae secuelas
y mortalidad que se pueden prever, puesto que éstas enfermedades representan un
deterioro en la calidad de vida y una carga significativa para el sistema de
salud (Ministerio de Salud y Protección Social [Minsalud],
2014).
Una detección temprana de los niveles de lípidos en
sangre es relevante para el diagnóstico oportuno, debido a que estos son un
indicador que se correlaciona con la edad; siendo un pronóstico negativo para
la población joven, a menor edad mayor detrimento sobre la calidad y esperanza
de vida (Álvarez, et al., 2020).
En este sentido, se hace necesario un adecuado abordaje
de las enfermedades cardiovasculares y con ellas
las hiperlipidemias, las cuales deben ser priorizadas en las políticas de salud
pública y en los contextos universitarios, que permitan desarrollar
intervenciones tempranas, dirigidas a promover en los adultos jóvenes hábitos y
estilos de vida saludables.
3. Dislipidemia y estrés académico
En la actualidad, el estrés es considerado como un factor de riesgo de
diversas enfermedades, causando que el cuerpo reaccione a las condiciones que
alteran el equilibrio emocional de la persona, dando como resultado un proceso
fisiológico de lucha o huida, con una respuesta multisistémica. Así mismo, dentro
de las afectaciones del estrés, las concentraciones de lípidos inducen cambios
hormonales que afectan el metabolismo lipídico (Adekunle, 2011).
Dependiendo del contexto, el estrés puede ser laboral o académico, este
último se refiere a dichas reacciones y mecanismos de adaptación a las demandas
del medio que se originan en un entorno educativo (Pulido,
et al., 2011). El estrés que presentan los estudiantes, no solo es
generador de diversas patologías como hipertensión, ECV, gastritis, dislipidemia y alteraciones en el sistema inmune, sino
también, está asociado a depresión, ansiedad y bajo rendimiento académico (Pulido,
et al., 2011; Berrio y Mazo, 2011; Iorga, Dondas y Zugun-Eloae, 2018), es decir,
que las áreas cognitivas, conductuales y fisiológicas estarían comprometidas de
alguna manera.
Así pues, dichas alteraciones repercutirán de manera negativa en la
persona, afectando su desempeño escolar, el cual se puede evidenciar desde lo cognitivo
en procesos como: Atención, aprendizaje, razonamiento y memoria, causando disminución
en las calificaciones, y en otras ocasiones, llevando a la deserción
estudiantil (Román, Ortiz y Hernández, 2008; Duche, et al., 2020). Desde
lo conductual se presenta: Llanto, irritabilidad, incremento en el uso de
sustancias psicoactivas; a nivel fisiológico:
Pérdida o ganancia de peso, dolores en el cuerpo, insomnio, dolor de cabeza,
sudoración (Misra, et al., 2000). De acuerdo a lo anterior, se evidencian las múltiples
consecuencias que desencadena el estrés en el área académica alterando las relaciones interpersonales, el
tiempo de ocio y el autocuidado (Chávez y Peralta, 2019).
El estrés se incrementa debido al estilo de vida poco saludable de los
estudiantes, a las inadecuadas estrategias de afrontamiento, lo que impacta en
la salud física, produciendo alteraciones en los niveles de triglicéridos,
glucagón, cortisol y catecolaminas, los cuales aumentan la insulina, generando
riesgo de padecer diversas enfermedades como hipertensión y diabetes mellitus
tipo 2 (McCann, Warnick y Knopp, 1990; Aradillas, et al., 2003; Salposky, 2019).
Al igual que el estrés, la dislipidemia también
se relaciona con hábitos de vida inadecuados como el consumo de alcohol, dietas
hipercalóricas y escasa actividad física que originan el incremento del peso
corporal que puede llevar a la obesidad (Canalizo-Miranda, et al., 2013).
Cabe destacar, que el consumo de bebidas
alcohólicas es una práctica social aceptada a nivel global, estimada por la OMS
como un problema de salud pública, que afecta a la población adulta joven
de manera creciente (Betancourth,
Tácan y Córdoba, 2017). El
consumo de alcohol excesivo acelera la biosíntesis de los lípidos en el hígado,
aumentando la captación de ácidos grasos y la secreción hepática de las
lipoproteínas (c-HDL, colesterol total) (Rosoff, et
al., 2019; Yang, et al., 2019). Además, se ha evidenciado una estrecha relación
entre la ingesta de alcohol y la elevación de la tensión arterial (Yang, et
al., 2019).
Así mismo, las dietas hipercalóricas, los patrones socioculturales
y el ritmo acelerado de vida, junto con otros aspectos, han generado un aumento
en la ingesta de alimentos altamente energéticos, ricos en grasas saturadas y proteínas
de origen animal (Betancourth, et al., 2017).
Otras investigaciones (Pulido,
et al., 2011; Coronel, et al., 2012) concuerdan
en afirmar que el estilo de vida poco saludable, es un factor de riesgo
desencadenante para la aparición temprana de enfermedades; se observa que el
53,8% de los estudiantes entre los 20 y 28 años de edad refieren estar
sometidos a elevados niveles de estrés, lo cual trae como consecuencia la
aparición acelerada de enfermedades que se pueden prevenir.
En Colombia, se evidencia un panorama de riesgo en la
población joven, debido al aumento en las tasas de morbilidad cardiovascular, éstas
se manifiestan en la vida adulta como resultado de estilos de vida no
saludables. Encontrándose otros factores asociados, tales como el estrés, el sedentarismo,
seguido de niveles elevados de lípidos séricos (Martínez, et al., 2019).
Lo anterior denota como el estrés provoca un
desequilibrio homeostático que activa mecanismos adaptativos, que sumado a agentes
genéticos se catalogan como factores de riesgo que provocan cambios en los
niveles de la insulina y lípidos, produciendo desequilibrios metabólicos, así
como alteraciones en la esfera conductual y emocional del individuo. Por lo
tanto, es importante realizar este tipo de estudios que generen nuevos aportes
en este campo, puesto que en el país se evidencia baja investigación acerca de
la prevalencia de dislipidemias y estrés en la población adolescente y adulta
joven.
4. Metodología
Este estudio empleó un diseño descriptivo
transversal durante el 2018 (Polit y Hungler, 2002; Institute for
Health Metrics and Evaluation, 2018), el cual incluyó una muestra de 212
estudiantes, entre los 16 y 40 años de edad, de
los semestres I al IX de la Facultad de Salud de la Universidad Santiago de Cali,
Colombia, garantizando un nivel de confianza del 95% y un margen de error del
7% como se indica en la ecuación (1).
(1)
Donde: Z: Nivel de Confianza
(correspondiente con tabla de valores de Z); e: Error de estimación máximo
aceptado; N: Total de estudiantes matriculados en la Facultad de Salud; y, P:
Porcentaje de la población que tiene el atributo deseado.
La selección de la muestra, se realizó a través
de un muestreo aleatorio simple (Institute for Health Metrics
and Evaluation, 2018), teniendo como marco
muestral el listado de estudiantes matriculados en los programas académicos de la Facultad de
salud, los cuales tuvieron como criterios de inclusión ser estudiante activo.
Para la investigación, se contó con el aval del Comité de Ética y
Bioética de la Facultad de Salud de la Universidad. Los participantes
previamente firmaron el consentimiento informado, parental y asentimiento
informado, siguiendo las disposiciones éticas en investigación. Posteriormente,
a los mismos se les realizó una extracción de sangre para evaluar sus niveles
de lípidos (HDL, LDL, colesterol total y triglicéridos) y respondieron la Escala General de Apreciación del Estrés (EAE-G).
Para evaluar el
estrés se utilizó la Escala General de Apreciación del Estrés (EAE-G) (Fernández-Seara y Mielgo, 1992), la cual tiene como objetivo observar
la incidencia de las diferentes situaciones generadoras de estrés, estas se
dividen en tres categorías: Presencia (Sí) o Ausencia (No) del acontecimiento
estresante; la intensidad con la que se vivió o vive el suceso (0 1 2 3); y la
vigencia, si ha dejado de afectarle (P), o si aún le afecta (A). Consta de 53 ítems
que a su vez se dividen en cuatro temáticas: La salud, relaciones humanas,
estilo de vida y asuntos laborales y económicos; teniendo un tiempo de
aplicación de 20 a 30 minutos. Los coeficientes de fiabilidad de la EAE para la
EAE-G variaron entre 0,65 y 0,74. Las puntuaciones centil de esta prueba se
interpretan de acuerdo a estos rangos: ↓ 40=baja; entre 40 y 60=promedio; ↑
60=altas y, ↑ 70=muy alta.
El análisis de los datos, se realizó con el programa R versión 3.5.1,
presentando las principales estadísticas descriptivas, frecuencias y
porcentajes, para las variables cualitativas; indicadores como la media y
desviación estándar, para las variables cuantitativas. Posteriormente, se
evaluó el comportamiento de los parámetros del perfil lipídico en los
diferentes niveles de estrés, para lo cual y ante el incumplimiento del
supuesto de normalidad, se utilizó la prueba de Kruskal Wallis.
Finalmente, haciendo uso de los Odd Ratio
se evaluó el riesgo de presentar Estrés en factores como el sexo, el grupo
etario y el presentar hiperlipidemia o no. Para todas las pruebas realizadas se
consideró un nivel de significancia del 5% (valor de p<0.05).
5.
Resultados y discusión
Los principales hallazgos de los estudiantes
participantes en el estudio se observan en la Tabla 1, en la cual se puede
evidenciar que la mayoría (80%) de la población total fueron mujeres, con una
media de edad de 21 años, el grupo etario adulto joven (64%), solteros (92%) y
un nivel socioeconómico medio (53%).
Tabla 1
Características generales de
la población
Variable |
N |
% |
Sexo |
||
Femenino |
169 |
80% |
Masculino |
43 |
20% |
Grupo Etario |
||
Adolescente (16 a 19 años) |
77 |
36% |
Adulto Joven (20 a 40 años) |
135 |
64% |
Nivel Socioeconómico |
||
Bajo |
69 |
33% |
Medio |
112 |
53% |
Alto |
31 |
14% |
Estado Civil |
||
Soltero |
194 |
92% |
Casado |
6 |
3% |
Unión Libre |
12 |
6% |
Fuente: Elaboración propia, 2020.
Respecto al nivel de estrés de la población de estudiantes, se observa en el
Gráfico I que un alto porcentaje 73,6% presentan un nivel bajo de estrés,
mientras que un 13,2% muestra un nivel promedio, seguidos por un 7,5% que exhiben
niveles altos y un 5,7% muy altos. En general, el 26,4%
de la población presenta niveles de estrés entre medio y muy alto.
Fuente: Elaboración propia, 2020.
Gráfico
I: Distribución
de estudiantes por nivel de estrés
En este sentido, diversos autores (Berrio y Mazo, 2011; Pozos-Radillo, et
al., 2014; Banu, et al., 2015; Duche, et al., 2020) coinciden en afirmar que algunas de
las causas generadoras de estrés académico son: El mal manejo del tiempo, un
ambiente inadecuado, procesos de evaluación, diversas responsabilidades,
masificación de las aulas, largas horas de clases, sobrecarga académica, entre
otros.
Algunas de las consecuencias que conllevan los altos
niveles de estrés pueden ir desde estados depresivos, insomnio, irritabilidad,
hasta úlceras gástricas, Accidente Cerebrovascular (ACV) e hipertensión (Caldera, Pulido y Martínez, 2007; Pulido, et al.,
2011); igualmente, afecta las concentraciones lipídicas debido a que éste
induce cambios hormonales que alteran el metabolismo lipídico (Adekunle, 2011; Martínez, et al., 2019).
Respecto
a los niveles de lípidos, se encontró que la media de Triglicéridos (TG) fue
105,4 mg/dl, para el colesterol total fue 173,3 mg/dl, para el colesterol HDL
51,7 mg/dl y para el colesterol LDL fue 99 mg/dl, como se muestra en la Tabla 2.
Se pudo observar que los participantes tienen un elevado consumo de
carbohidratos y azúcares, donde los fritos, las grasas y las bebidas
embriagantes tuvieron un alto porcentaje.
Tabla
2
Indicadores descriptivos del perfil lipídico
Variable |
Promedio |
Desviación
Estándar |
Coeficiente
de Variación |
Mínimo |
Máximo |
Edad |
21 |
4,1 |
19% |
16 |
40 |
Peso |
64,6 |
13,2 |
20% |
41 |
115 |
Col. Total |
173,3 |
33,8 |
20% |
105 |
298 |
Triglicéridos (TG) |
105,4 |
73,2 |
69% |
11 |
658 |
HDL |
51,7 |
12,7 |
25% |
24,3 |
108 |
LDL |
99,0 |
28,0 |
28% |
0 |
181,6 |
Fuente: Elaboración propia, 2020.
En la Tabla 3, se presentan los resultados de las pruebas
de significancia realizadas. Ante el incumplimiento del supuesto de normalidad
para cada una de las variables, se implementó la prueba de Kruskal Wallis.
Se encontró
que, para ninguno de los parámetros lipídicos, existen diferencias
significativas (p-valor > 0.05).
Tabla 3
Comparación
medias de parámetros lipídicos por nivel de estrés
Parámetros Lipídicos |
Promedio por Nivel de Estrés |
Estadístico de Prueba () |
P-valor |
|||
Bajo |
Promedio |
Alto |
Muy Alto |
|||
Colesterol
Total |
173,9 |
167,0 |
168,9 |
185,4 |
2,12 |
0,5456 |
Colesterol
HDL |
52,1 |
49,1 |
57,8 |
47,9 |
7,19 |
0,0660 |
Colesterol
LDL |
98,3 |
97,5 |
101,8 |
107,9 |
0,95 |
0,8137 |
Triglicéridos |
107,5 |
101,6 |
96,0 |
98,8 |
0,13 |
0,9878 |
Fuente: Elaboración propia, 2020.
En el presente estudio no se
encontró alteración en los niveles de colesterol total, LDL y triglicéridos, a
diferencia con otras investigaciones, que informan que el estrés está
relacionado con los cambios en los niveles plasmáticos de lípidos de forma
negativa (Stoney, 2007; Molina-Jiménez, et al.,
2008; Vega, et al., 2011; Mohammed y Yahya, 2019). La ausencia de cambios metabólicos en estos lípidos en la presente
investigación, probablemente esté relacionada con el momento del semestre en
que se realizó el estudio o la falta de compromiso al responder el cuestionario
de estrés por parte de los estudiantes.
En contraste, los resultados de
McCann, et al. (1990) evidenciaron
que en los niveles de estrés promedio y muy alto se observa una alteración de cHDL (<40) en los participantes, lo cual se podría
explicar debido a que la percepción de una elevada carga académica durante
largos periodos se relaciona con un aumento de colesterol en sangre, debido al
incremento en la ingesta de alimentos hipercalóricos y la producción de lípidos;
por lo tanto, se podría decir, que los estudiantes universitarios están en
riesgo de desarrollar ECV (Mohammed y Yahya, 2019).
En Colombia, se presenta una
creciente transición epidemiológica resultado de la modificación de los estilos
de vida (Molina-Jiménez, et al.,
2008; Vega, et al.,
2011), lo que indica un panorama de riesgo para la población joven por el
incremento de la prevalencia de patologías cardiovasculares a temprana edad,
que están posicionadas como la primera causa de morbimortalidad a nivel
nacional.
5.1. Relación entre nivel de
estrés y factores de estudio
La Tabla 4, presenta la relación entre el nivel de estrés
y los diferentes factores evaluados como el presentar hiperlipidemia, el sexo y
la edad. Para valorar esta asociación se estimó el indicador de Odds Ratio (OR). A partir de la información
obtenida, se puede observar que no existen relaciones significativas a un nivel
de significancia del 5%.
Tabla 4
Asociación
entre factores de estudio y niveles de estrés
Evento de Interés: Estrés |
OR |
IC (95%) |
|
LI |
LS |
||
Presentar
Hiperlipidemia vs No presentar. |
1,27 |
0,54 |
2,96 |
Mujeres
vs Hombres |
1,61 |
0,53 |
4,93 |
Adulto
Joven vs Adolescentes |
1,03 |
0,45 |
2,36 |
Fuente: Elaboración propia, 2021.
En relación
con la edad, no se evidencian diferencias significativas, sin embargo, abre la
incógnita para plantear las razones que las explican, viéndose la necesidad de
realizar no solo estudios comparativos con otros programas, sino también poder efectuar
un análisis detallado de las posibles causas que originan aproximaciones o
discrepancias en los resultados.
Por otra
parte, se ha evidenciado que las
mujeres se encuentran académicamente más estresadas que los hombres, debido a
las múltiples responsabilidades, así pues, pueden llegar a desarrollar un
estrés crónico u otras enfermedades (Pozos-Radillo, et al.,
2014; Banu, et al., 2015). En esta
línea, otros autores (McCann, et al.,1990; Yoo y Franke, 2011), evidenciaron
una alta prevalencia de hipercolesterolemia en mujeres estresadas en
comparación con población femenina general. Además, se encontró que personas
con alteraciones en el estado de ánimo, ansiedad y depresión, presentaron
incremento en cortisol basal, en los niveles de colesterol, LDL, triglicéridos
y disminución del HDL (Vogelzangs, et al., 2007; Veen, et al., 2009).
Contrario a
esto, un estudio realizado por Bedoya, Perea y Ormeño (2006) reporta que los
hombres son los que presentan más estrés académico teniendo prevalencia sobre
las manifestaciones físicas, psicológicas y comportamentales. Así mismo,
algunos autores como Caldera, et al. (2007); y, Fernández y
Luévano (2018) refieren no haber encontrado diferencias
significativas entre el sexo masculino y el femenino y el grado de estrés
académico.
En Colombia,
se evidencia que son precarias las investigaciones respecto al estrés académico
y dislipidemia en la población estudiantil, siendo éstos enemigos silenciosos
que se pueden prevenir y tratar. De igual manera, los resultados indican un
alto consumo hipercalórico y estilo de vida poco saludable que los
universitarios llevan, y con lo cual según estudios previos (Pulido, et al.,
2011; Coronel, et al., 2012), señalan el impacto que tienen en la salud.
En países
como Reino Unido, Turquía y Estados Unidos, existe una estrecha relación entre
el estrés académico y la baja autoestima, ansiedad, depresión e ideas suicidas,
evidenciando, la necesidad de intervenir en la salud mental para prevenir la
aparición de trastornos físicos y emocionales (Banu,
et al., 2015).
Este
fenómeno señala la urgencia de diseñar programas que faciliten un adecuado
manejo del tiempo, técnicas de estudio y expresión de las emociones, que a su
vez reduzcan los efectos adversos que pueden tener el estrés sobre los
estudiantes y así poderlos atender oportunamente; otra manera de hacerle frente
a esta problemática (Jaimes, et al., 2016). De allí, que el docente en su quehacer diario debe
propiciar la indagación, reflexión y crítica tanto en las áreas académicas como
en sus estilos de vida y comportamientos saludables (Ganga, et al., 2016).
Conclusiones
Esta investigación pretende ser un
punto de partida para futuros estudios en los cuales se abarquen temas como la
prevalencia del estrés y la dislipidemia en Colombia, enfocados en la
importancia de la actividad física, el consumo de dietas saludables en las
instituciones educativas y el adecuado manejo del estrés.
Se resalta la importancia del
cuidado de la salud mental en los jóvenes mediante el desarrollo de hábitos de
vida saludables, que ayuden a un mejor manejo del estrés, favoreciendo el
aumento del HDL, disminuyendo los triglicéridos y reduciendo factores de riesgo
como la diabetes y la hipertensión arterial.
Una posible limitación en este
estudio fue la carencia de un seguimiento detallado de la población durante la
prueba de estrés. Así como la comprensión de algunas de las preguntas del
cuestionario. Se sugiere para futuras investigaciones la comparación con otras
facultades, realizando en lo posible tomas en dos momentos diferentes del
semestre.
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* Financiado por la Dirección General de
Investigaciones de la Universidad Santiago de Cali, Colombia. Agradecimientos a Bienestar Universitario de
la Universidad Santiago de Cali
** Magister
en Psicología Cognitiva. Psicóloga. Profesora de
Psicología en la Universidad Santiago de Cali, Colombia. E-mail: jessica.lopez02@usc.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6529-9160
*** Psicóloga. Profesora
de la Universidad Santiago de Cali, Colombia. E-mail: natalia.chinchilla01@usc.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9303-0564
**** Magister en Ingeniería. Estadístico. Profesor de
Estadística en la Universidad Santiago de Cali, Colombia. E-mail: ivan.bermudez00@usc.edu.co ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-6590-4938
***** Magister en Educación Superior. Microbióloga.
Profesora de Microbiología en la Universidad Santiago de Cali, Colombia. E-mail: alba.alvarez00@usc.edu.co ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-3569-4626
Recibido: 2021-02-21 · Aceptado: 2021-05-11