Universidad autónoma
venezolana: Perspectiva gerencial de una organización social
Caira Tovar, Norma M.*
Sánchez Morles, José G.**
Lescher Soto, Isaías S.***
Resumen
El siglo XXI se ha caracterizado
por la tendencia a observar la realidad desde un enfoque integral y humanista,
como parte de la propia evolución del hombre en su relación con el entorno, incluyendo
en esa observación el ámbito organizacional. Considerando este escenario, se
desarrolló una investigación que permitiera revelar el significado
de la universidad autónoma venezolana como organización social desde la perspectiva
de su gerencia (autoridades rectorales), la cual fue enmarcada en el paradigma
interpretativo, siguiendo los pasos del enfoque cualitativo, el método
hermenéutico y el análisis de contenido como técnica de trabajo. Para obtener
la información requerida se consideraron referentes teóricos vinculantes y se
ubicaron documentos institucionales de acceso público relacionados directamente
con siete representantes de las universidades autónomas nacionales, quienes
conformaron las unidades de análisis, emergiendo las categorías autonomía,
compromiso, comunidad, deber, poder de la unidad, universidad y valores,
basando la fiabilidad del estudio en una triangulación de datos y de teoría. Los
hallazgos permitieron concluir que la
universidad autónoma venezolana, a pesar de su complicada
situación actual, puede definirse como una
organización social trascendente, democrática y autónoma, siendo
considerada gerencialmente como la cuna histórica del pensamiento libre y
plural, con capacidad para adaptarse a los cambios.
Palabras clave: Universidad autónoma
venezolana; perspectiva gerencial; organización social; significado; capacidad
de adaptación.
Venezuelan Autonomous University: Managerial
perspective of a social organization
Abstract
The 21st
century has been characterized by the tendency to observe reality from an
integral and humanistic perspective, as part of man's own evolution in his
relationship with the environment, including in that observation the
organizational sphere. Considering this scenario, an investigation was
developed to reveal the meaning of the Venezuelan autonomous university as a
social organization from the perspective of its management (governing
authorities), which was framed in the interpretive paradigm, following the
steps of the qualitative approach, the hermeneutic method and content analysis
as a working technique. In order to obtain the required information, binding
theoretical references were considered and public access institutional
documents related directly to seven representatives of the national autonomous
universities were located, who formed the units of analysis, emerging the
categories: autonomy, commitment, community, duty, power of unit, university
and values, basing the reliability of the study on a triangulation of data and
theory. The findings allowed us to conclude that the Venezuelan autonomous
university, despite its complicated current situation, can be defined as a
transcendent, democratic and autonomous social organization, being considered
managerially as the historical cradle of free and plural thought, with the
capacity to adapt to changes.
Keywords: Venezuelan
Autonomous University; managerial perspective; social organization; meaning;
adaptability.
Introducción
Las
organizaciones universitarias autónomas venezolanas tienen como reto tomar
decisiones para emprender iniciativas, convenios y adecuaciones diversas como vía
para demostrar su capacidad de enfrentar limitaciones propias y lograr dar
cabida al cumplimiento de su misión en un escenario, caracterizado en el siglo
XXI, por la tendencia de observar la realidad desde un enfoque integral y
humanista.
Una tendencia
que invita a una nueva forma de concebir esa realidad a partir de la renovación
de conocimientos, unida a su capacidad de adaptación o promoción de cambios,
incluyendo en sus propósitos mejorías en la calidad de vida del ser humano a
partir de la promoción de los aspectos socio-culturales de cada institución y
de la sociedad donde se inserta, incentivando el reconocimiento de los valores
y saberes del ser humano como vía para lograr el desarrollo y la sostenibilidad
(Bokova, 2010).
Estos aspectos, remiten hacia la adopción
de la direccionalidad requerida para lograr un buen desempeño, puesto que, “dar lo mejor como gerentes es propiciar aprendizajes, encararlos, realizar
trabajos en equipo, con las mejores herramientas, los métodos adecuados” (Torcatt,
2020, p.43-44), una finalidad práctica
que identifica a la organización como un medio para alcanzar un propósito y con
posibilidad de adaptación a su entorno dentro de su complejidad. Una identificación complementada por Drucker (2004),
quien al definir a las universidades como entidades con mayor rigidez y menor
flexibilidad en comparación con las organizaciones empresariales, expresa su predisposición
a adherirse con más fuerza a las conceptualizaciones, postulados y políticas
gerenciales pasadas.
Un contexto que
además es competitivo, mostrando la necesidad de innovar para lograr resultados
económico-sociales, a lo cual se agregan: La preocupación por la calidad, las
marcadas diferencias en el nivel de concentración de conocimientos entre países
desarrollados y menos desarrollados así como la capacidad de aprovechar el
talento propio o absorber personal foráneo, un escenario reiterado entre
organizaciones universitarias de los países de América Latina (García-Guadilla,
2013) y del cual no escapa la compleja realidad de las universidades
autónomas venezolanas.
En este sentido, Albornoz (2013) expone
que estas instituciones han quedado inmersas, desde las elecciones
presidenciales del año 2012, en un estado de relativa paralización ante un
proceso continuo de desatención, acompañado de un creciente retiro de personal,
descuido en la actualización adecuada de los sueldos y planes de seguridad
social, con una libertad académica y una integridad institucional debilitadas,
que ha afectado la moral de sus integrantes, unido esto a reformas de origen tecnológico
y no académico, aspecto que ha incidido en su limitado liderazgo para participar
en el proceso histórico capaz de incorporarlas en la sociedad del conocimiento,
requiriéndose una transformación real que las inserte completamente en el mundo
contemporáneo.
Por su parte, Pérez y Moreno (2017) recuerdan
que el objetivo de las autoridades universitarias se relaciona con un
cumplimiento de calidad de las funciones básicas de las universidades,
enseñanza, investigación y extensión, las cuales deben también estar
contextualizadas con la problemática social, involucrando en esa tarea la
misión y visión institucional, lo que exterioriza la necesidad de contar con un
liderazgo desafiante ante los procesos de cambio, para permitir la
sostenibilidad de la Universidad del siglo XXI. Puesto
que, tal como lo señalan Bernate y Vargas (2020), “en la educación superior,
existen metas, propósitos y necesidades diferentes en cada siglo o tiempo, como
lo es en el siglo XXI, en el cual los procesos educativos tienen que ser y
hacerse de forma analítica, crítica y reflexiva” (p.142), considerando que, la
educación es un paradigma.
Desde su posición, la transformación de
estas organizaciones requiere un líder agente generador de cambio y adaptación
organizacional, siendo importante contar con la aceptación de ese liderazgo por
parte de sus grupos de interés, sobre todo porque al retomar en su exposición
aspectos de la Carta Universitaria Río 2014, se hace imperativo cumplir con
algunos criterios de eficacia, entre los cuales destacan: (a) Niveles para
satisfacer soluciones a los problemas de la sociedad desde la dimensión
extensión; (b) grado de acreditación nacional e internacional para la dimensión
docencia; (c) grado de incremento del conocimiento en la dimensión
investigación, y, (d) grado de utilización de los recursos en la dimensión
apoyo a la gestión (Pérez y Moreno, 2017).
En el mencionado documento (Carta
Universitaria Río 2014, producto de una Cumbre de Rectores), se recoge la
necesidad de mejorar la gestión y financiamiento de la educación superior en
las instituciones iberoamericanas, acordando el establecimiento de estrategias
referidas a la planificación y análisis de políticas, con la finalidad de
lograr una cooperación entre ellas y los entes vinculados con su funcionamiento
en cada país, un aspecto retomado recientemente por Marín (2020), demostrando su
vigencia.
Al respecto, Marcano (2017) agrega que la transformación universitaria requiere de
dirigentes comprometidos con los cambios paradigmáticos que la humanidad
demanda y que su gerencia esgrima, el conocimiento hacia la construcción y
funcionamiento de un modelo productivo nacional en pro del desarrollo del país,
en un esfuerzo sostenido para concebir y fundar una reforma de pensamiento
conducente a la evolución de la sociedad.
Este escenario conllevó a indagar sobre el
significado de la universidad autónoma venezolana como organización social
desde la perspectiva de su gerencia, con la intención de comprender su
posibilidad de lograr su mantenimiento como institución vinculada al progreso y
desarrollo del país, a pesar de encontrarse ante una compleja realidad generada
a nivel gubernamental, considerando, como expresa Albornoz (2013), que: “Las
autónomas son universidades contemporáneas a pesar de sus deficiencias,
imputables especialmente al escaso apoyo que le ha prestado el Gobierno (...)”
(p.33).
La investigación se desarrolló en el marco
de un paradigma interpretativo, con un enfoque cualitativo, construyendo la
verdad con aproximaciones sucesivas del fenómeno social seleccionado mediante
argumentaciones dialógicas (Corbetta, 2014), a partir de una revisión
documental, con apoyo en el método hermenéutico y el análisis de contenido
(Izcara, 2009), utilizándose la triangulación para la validez y la fiabilidad
del estudio (Álvarez-Gayou, 2003; Taylor, Bogdan y DeVault, 2015).
Las unidades de análisis seleccionadas
estuvieron conformadas por siete representantes de la gerencia universitaria,
pertenecientes a las cinco universidades autónomas venezolanas: La Universidad
Central de Venezuela (UCV), Universidad de Los Andes (ULA), La Universidad del
Zulia (LUZ), Universidad de Carabobo (UC) y la Universidad de Oriente (UDO). La
información recopilada se obtuvo de documentos públicos emitidos por ellos
durante eventos realizados en fechas de relevancia para estas instituciones, como
lo son los actos de grado, aniversarios institucionales y consejos universitarios
extraordinarios, emergiendo de sus contenidos las categorías autonomía,
compromiso, comunidad, deber, poder de la unidad, universidad y valores.
1.
Referentes teóricos
1.1.
Hacia una concepción de organización social
De
acuerdo con Bolman y Deal (1995; 2017); Etkin (2000); Peters (2005); y, Morgan
(2006); las organizaciones sociales representan un sistema complejo, destacando
la convergencia de relaciones humanas e interacción social en un contexto de
incertidumbre, donde los cambios son concebidos como una posibilidad cierta y como
un proceso vinculado con la dinámica organizacional. Al respecto, Runes (2018)
destaca la etimología del término organización, el cual deriva del latín organum y del griego organon, significando instrumento o
máquina, una totalidad estructurada, un sistema unitario dinámico conformado
por varias partes con un objetivo común.
En este sentido, para Morgan (2006) constituyen
fenómenos caracterizados por su complejidad y su paradoja, factibles de
observarse desde diversas perspectivas, en tanto, Lucas, García y Llano (2013)
describen estas instituciones como agrupaciones de personas vinculadas con el funcionamiento
básico de la sociedad, donde se diseñan o asumen modelos que garanticen su
funcionalidad en el contexto donde se desenvuelven.
Al referenciar esa concepción con las
universidades, se ubica a Malavé (1999), quien en su momento las caracterizó como
objetos existentes en determinados espacios, definiéndolas “…como procesos:
secuencias de transformaciones y desplazamientos que siguen trayectorias
definidas por situaciones concretas y exigencias prácticas” (p.14), manifestando,
cómo lo hacen Lucas, et al. (2013), la necesidad de estudiarlas desde una
perspectiva basada en procesos: Todo se encadena y da forma a un complejo
entramado.
Por
su parte, Morgan (2006); y, Sansores, et al. (2020); afirman que la
responsabilidad del éxito o fracaso de una organización social recae
básicamente en su gerencia y su equipo directivo, por ser quienes con sus
decisiones dictan las directrices sobre las cuales podrán o no dar alcance a
sus metas. En este sentido, ante los desafíos que las organizaciones pueden
enfrentar, Bolman y Deal (1995; 2017) expresan la necesidad de contar con un
gerente objetivo y un líder sabio, capaz de internalizar una clara visión de la
dirección a seguir, proponiendo analizarlas desde un enfoque que resume su
variedad funcional en cuatro tipos: (a) Racionalista o estructural, (b) de
talento humano, (c) político y (d) simbólico o cultural.
Para
la visión racionalista, el diseño estructural de una organización debe
responder a su propósito y a la demanda del entorno, que además define un esquema
de las acciones esperadas, reflejando tanto las expectativas como la
compensación entre quienes participan o forman parte de una institución. No
existe una manera única de organizarse, sino una adecuación de estrategias,
metas, tecnologías y contexto. Mientras más natural y estable sea el entorno,
mayor será la centralización de la estructura y menor su complejidad. Llegado
el momento de establecer cambios, es común asumir la reestructuración, a pesar
de las perturbaciones que ocasiona (Bolman y Deal, 1995).
En
referencia a ello, Peters (2005) sugiere asumir un modelo racional de
organización con una gerencia global para afrontar esos desafíos. Un modelo
flexible, aplanado e inteligente, donde el pensar del gerente trascienda la
transformación, estimulando de este modo la creatividad. Para las instituciones
universitarias, propone concentrar parte de su labor en las redes, dado que la
actualidad se caracteriza por una economía del conocimiento trasmisible a gran
velocidad, donde las fronteras prácticamente desaparecen ante el dominio
alcanzado por la conectividad, demostrando su capacidad de aprovechar recursos
y fortalezas para prepararse a participar y competir.
Por
otro lado, el enfoque del talento humano destaca la relación organización-personal.
Debe existir una interdependencia entre ambos elementos: Mientras las personas
buscan satisfacer sus requerimientos individuales, económicos y sociales en las
instituciones, las organizaciones necesitan de las competencias y esfuerzos del
personal para ser eficientes, por lo cual se establece una simbiosis que invita
al gerente a diseñar un todo armónico para equilibrar ambas visiones (Bolman y
Deal, 1995), agregando Morgan (2006), que se debe imaginar a la organización
como un organismo que requiere satisfacer sus necesidades sin perder de vista
el entorno, invitando al gerente a direccionar su acción hacia la
participación, flexibilización y la innovación.
El
enfoque político, a su vez, expresa el interés del estudio organizacional desde
el análisis del poder, el conflicto y la distribución de los recursos,
manifestando que la cooperación sólo será lograda si se aprende a negociar.
Tradicionalmente, para la gerencia la creación y el control organizacional
recaen en su autoridad legítima, pero desde la visión política, si bien esa
autoridad puede controlar el poder otorgado por la posición ocupada, ésta constituye
solo una de las opciones de autoridad existentes dentro de una institución,
donde cada integrante tiene sus propias creencias y diferencias.
Bajo
esta perspectiva, las metas, estructuras y políticas organizacionales surgen
del continuum negociador establecido
entre los interesados, sugiriendo que la dinámica del poder, constituye parte
natural de un estado incesante de competitividad. Esta situación permite recordar
que el rol gerencial en la universidad autónoma venezolana, supone regirse por
las decisiones de las autoridades elegidas por un claustro, determinando de
este modo una decisión por mayoría, con la cual se designa a un equipo rectoral
para gestionar el futuro de estas organizaciones, considerando que: “No hay
garantía de que quienes ganen el poder lo usarán con justicia o sabiduría, pero
el poder y la política no siempre serán dañinos y destructivos” (Bolman y Deal,
1995, p.221), y además, que “cambiar una organización es una tarea compleja y
sistémica” (Bolman y Deal, 2017, p.369).
Al
contextualizar esa declaración, se observa la dependencia de la actitud
gerencial del proceso de cambio y la eficacia de la institución que dirige.
Determinar el rol a asumir contempla contar con la cooperación del personal (talento
humano), relaciones a largo plazo, valores y principios, para ganarse la
comprensión de quienes comparten la cotidianidad organizacional, en momentos en
los cuales se requiera endurecer sus acciones o flexibilizar las estrategias. Una
contextualización definida por Morgan (2006) como el conjunto “de intereses, de
conflictos y de juegos potenciales que configuran las actividades
organizacionales…” (p.4), presentando a las instituciones bajo la figura de un
sistema de gobierno, donde se establecen principios legitimadores de una
diversidad reglamentaria y se especifican elementos participantes de su día a
día.
En
cuanto al enfoque simbólico o cultural, es una visión basada en los significados
de las imágenes organizacionales relacionadas con el interior de las mismas. De
acuerdo con Etkin (2000) y Morgan (2006), se las percibe como una morada de ideas,
valores, normativas, rituales y creencias, que muestran una representación de
la realidad social. Sin embargo, debe evitarse que esta realidad aprisione a
los individuos en sus propias ideas, creencias y pensamientos. La organización,
debe ser concebida como una espiral de cambio y transformación, para poder
captar la lógica de su funcionamiento.
Esta
panorámica plantea un equilibrio entre la complejidad y ambigüedad de los fenómenos
organizacionales, expresados en símbolos. Por ello, se habla de ritos, ceremonias,
mitos o anécdotas, que forman parte de su cultura, los cuales hacen posible la
comprensión de sus eventos internos. Desde esta visión simbólica de la
organización, las vías de escape asumidas por sus integrantes ante situaciones
de tensión, suelen centrarse en la creatividad y la innovación para enfrentar
el conflicto, la incertidumbre y la ambigüedad, como manifestación de la
esperanza y deseo de superación.
Se
revela a partir de la descripción de esta tipología la complejidad del
entramado organizacional, independientemente del sector donde se desenvuelve o
al cual pertenezca, constituyendo la universidad autónoma venezolana una de sus
representaciones más completas por su estructuración y funcionalidad. Un
criterio complementado por el aporte de otras perspectivas de análisis, que
permiten reconocer la evolución de una organización centrada en la
productividad, a una inmersa en contextos socio-normativos, lo cual ha
conllevado a la transformación de la visión del ser humano como un ente
económico a un enfoque donde se le presenta como un ser social, pasando de los
supuestos teóricos con propósitos de rentabilidad a una revolución del
conocimiento donde se acepta la limitación de la racionalidad (Lucas, et al.,
2013).
De
este modo pueden contemplarse algunos sistemas organizacionales y sus teorías, los
cuales establecen diferencias entre modelos cerrados y abiertos confrontados
con niveles de análisis socio-psicológicos, estructurales y ecológicos. En este
sentido, el primer tipo. corresponde a los modelos racionales cerrados, cuya
gerencia no toma en cuenta la diversidad ni la incertidumbre del entorno;
mientras los componentes estructurales, como la departamentalización y la
jerarquía, son concebidas como herramientas para obtener los resultados
deseados (George y Álvarez, 2005).
El
segundo ejemplo es el modelo natural cerrado, en el cual se busca comprender
los procesos y relaciones individuales, grupales y colectivas, ampliando las
formas de gestión, a pesar de no analizar su contexto. Son defensores de las
relaciones humanas, sugiriendo cambios en la estructura organizacional, que se
percibe más compleja y dinámica, dando a conocer los grupos informales y la
conformación de sistemas interpersonales de poder, por lo cual se realizan
estudios sobre el estatus, la comunicación y las amistades en relación con su
influencia sobre la organización.
En
tercer lugar, se ubica el modelo racional abierto, donde se determina la
gerencia interrelacionada con el entorno, a cuyas demandas responden para aminorar
costos. Con esta propuesta se introducen los datos sistemáticos de diferentes
organizaciones, dejando de trabajar con los departamentos o con una sola
institución. Se analiza la estructura formal (departamentos, jerarquías,
autoridad) como un elemento dependiente, incluyendo además otros aspectos, como
el tamaño, la tecnología y la incertidumbre.
Finalmente,
está la modalidad natural abierta, con la cual se aspira comprender los
procesos y las relaciones de la organización, enfatizando el impacto del
contexto para realizar las estimaciones de estructura, comportamiento u
oportunidades de negociación. Son modelos complementarios de los tipos
racionales. En líneas generales, con los sistemas abiertos se aspira la
aceptación de la teoría de la contingencia o situacional, por facilitar los
procesos de adaptación organizacional ante los retos del entorno, así como la
dependencia gerencial y estructural de la tecnología, el tamaño y su contexto.
De
conformidad con las características de estos enfoques, la universidad autónoma
venezolana puede situarse en un modelo de sistema abierto, analizable desde un
nivel estructural-ecológico o sustentable. Al socializarla, se plasma la
existencia de una interdependencia entre sus partes, una característica básica
de cualquier ente congregado que permanezca en el tiempo, como es el caso de
los grupos, las comunidades o las sociedades (Duncan, 1983; Pratt, 1984).
Al
respecto, Duncan (1983), añade que el término organización hace referencia a un
grupo vinculado con la sociedad, expresando la necesidad de acuerdos,
integración, consenso y armonía sobre la base de procesos diferenciados,
vinculados con un contexto económico-político específico, acciones que a su vez
pueden dar origen a subsistemas formales e informales acordes con la rigidez de
los roles y funciones que las rigen, siendo estos dos tipos de organización los
encargados de enfrentar problemas particulares, mientras se hacen esfuerzos
para conservar la integridad organizacional a partir de la cual sea posible el
alcance de sus objetivos y sus metas (Cohen, 1994).
1.2.
Universidad autónoma venezolana
En
el ámbito organizacional de la universidad autónoma venezolana, ésta es referida
como una institución creadora de conocimientos, lugar de formulación y pruebas teóricas,
que produce información y transfiere saberes sobre problemáticas existentes.
Quedaría por determinar si es una organización social capaz de cumplir una
función adaptativa, es decir, con capacidad para responder ante los retos de su
entorno o si sólo cumple una función de mantenimiento de patrones
preestablecidos, que sigue su marcha en paralelo con los conflictos ocasionados
por la incertidumbre.
Desde
la postura de Rama (2008), la universidad es definida como una organización
social compleja conformada por un sistema donde intervienen aspectos simbólicos
(conocimientos, creencias), sociales (individuos, grupos, partidos políticos) y
diferentes estructuras engranadas, añadiendo que es una institución reactiva
ante las diversas demandas de la sociedad.
Como
fenómeno social de interés, su complejidad deriva de la diversidad estructural
de su interior, la disparidad estratégica de sus distintos gerentes, la
variedad de las demandas que recibe y la predisposición propia de la extensa
especialidad capaz de ofrecer. Por esta razón, Rama (2008) plantea que esta naturaleza
disminuye su capacidad de adaptación ante los cambios, a causa de la
ralentización de procesos originados por la distorsión de las decisiones
gerenciales; retomándose de Etkin (2000), que se le puede definir igualmente
como una forma de asociación creada a partir de un entramado legislativo que dictamina
su normativa organizativa y de funcionamiento.
En
referencia a este aspecto, el artículo 9 de la Ley de Universidades de 1970
(Congreso Nacional de Venezuela, 1970), aún vigente(1), las define
como entidades con “autonomía económica y financiera, para organizar y administrar
su patrimonio”, una característica sustentada igualmente en la Constitución Nacional de la República Bolivariana de
Venezuela de 1999 (Asamblea Constituyente de Venezuela, 1999). En sus primeros seis artículos, la
legislación de 1970, define a la universidad como una parte integral de un
sistema educativo, una comunidad de intereses que busca la verdad y el
afianzamiento de valores y que debe estar al servicio de la nación, con una
misión rectora centrada en la educación, cultura y ciencia, mediante un proceso
de investigación-enseñanza inspirado en la democracia, la justicia social y la
solidaridad humana.
La
reglamentación universitaria venezolana las distingue como públicas y privadas,
diferenciando a las primeras entre no experimentales y experimentales, gozando
estas últimas de menor autonomía. Al respecto, Albornoz (2013) enuncia que las
universidades públicas nacionales no experimentales, han sido reconocidas como
organizaciones convencionales o autónomas, siendo esta última acepción la
alternativa adoptada en este estudio: Universidades autónomas venezolanas (UCV,
ULA, LUZ, UC y UDO).
Considerando
el basamento legal que las regula (Ley de Universidades de 1970), se definen
las universidades autónomas venezolanas como organizaciones sociales públicas no
experimentales, cuya estructura gerencial contempla diferentes niveles
jerárquicos repartidos entre las diversas Facultades, Escuelas, Institutos y
Centros de Investigación que las conforman, acordes con su disciplina de
formación, siendo institucionalmente complejas, porque su tamaño, la variedad
de programas académicos, el sistema colegiado de decisiones, la cantidad de
pasos y consultas que conlleva cada proyecto en la escala jerárquica y el número
de servicios ofrecidos, las convierten en entes conformados por un complicado
entramado administrativo y funcional (Congreso Nacional de
Venezuela, 1970).
2.
Resultados y discusión
La revelación del
significado de la universidad autónoma venezolana, desde la perspectiva de sus gerentes
destaca la necesidad de mantener abierta la institución a partir de la defensa
de su autonomía y del respeto a los derechos de la comunidad que hace vida en
ella. Las unidades de análisis coinciden en su compromiso cívico-moral ante el
futuro, motivados por la satisfacción de sus egresados y el deber de contribuir
con la reconstrucción del país, sin obviar el servicio a brindar en su entorno
regional, detectándose similitudes en los contenidos de los documentos
revisados.
Para las autoridades
rectorales consideradas, la Universidad es descrita como una organización
social, cuna histórica del pensamiento libre y plural, catalogándola igualmente
como democrática y autónoma. Al enaltecer sus valores institucionales, destacan
el rol que ha asumido históricamente ante las circunstancias de dificultad
vivenciadas, así como su capacidad de adaptación ante los cambios, definiendo
su transcendencia, su papel orientador y la promoción de sus principios y
valores.
En este sentido, se
ratifica el planteamiento de Runes (2018), al definir una organización como una
totalidad estructurada de varias partes con un objetivo común. De igual manera,
se confirma la exposición de Bolman y Deal (1995;
2017); Etkin (2000); Peters (2005); y, Morgan (2006); al describir la
organización como un sistema complejo de relaciones humanas e interacción
social en un contexto de incertidumbre, donde los cambios constituyen parte de
la dinámica organizacional.
Se coincide también con la teorización de Lucas, et al. (2013), para quienes la organización
social es una agrupación de personas vinculadas con el funcionamiento básico de
la sociedad, en este caso educativo, donde se diseñan o asumen modelos que
garanticen su funcionamiento, una visión complementada por Malavé (1999),
cuando expone la necesidad de observarla como un complejo entramado.
2.1. Autonomía
Respecto a la primera
categoría emergente, la “autonomía”,
las autoridades rectorales destacan la lucha justa, pacífica y contundente, que
debe realizarse para mantener esta característica de la universidad autónoma
venezolana, manifestando además, la necesidad de extender esa lucha hacia la
defensa de la Constitución Nacional, en pro del derecho y el respeto de unas
elecciones que esperan sean tanto libres como democráticas, por el bienestar de
la ciudadanía en general.
Exponen cómo la
sostenida asfixia financiera que impone el gobierno nacional ha afectado el
desempeño de la universidad, vulnerando derechos laborales, la progresividad de
la composición del salario, el respeto por el escalafón del personal y la violación
de la autonomía administrativa de esta institución. Estos hallazgos, señalan un
incumplimiento de lo estipulado sobre la autonomía universitaria en la Constitución
de 1999, donde las modificaciones realizadas presentan a un Estado docente
fortalecido, al igual que la autonomía de las universidades y la gratuidad de
la formación, lo cual teóricamente significa ajustar el presupuesto de estas
instituciones de conformidad con sus necesidades, un elemento contrario al
planteamiento de las unidades de análisis.
Este aspecto ratifica el planteamiento de Bolman
y Deal (1995; 2017), al manifestar que la forma estructural de una organización
depende de factores como tamaño, tecnología clave e informacional, contexto,
estrategias y perfil del talento humano, cuya combinación manifiesta su nivel
de formalidad, la posibilidad de establecer trabajo en equipo, asignación de
roles, funciones, unidades y tipo de comunicación o coordinación (vertical u
horizontal), resaltando la diversidad de adecuaciones estratégicas, de metas,
tecnologías y contextos posibles de concretarse.
2.2. Compromiso
Una segunda
categoría detectada es el “compromiso”.
Según las unidades de análisis se debe estar comprometido con el futuro que se
espera construir, considerando como elemento motivador del espíritu de lucha la
satisfacción y esperanza sentida por los padres, docentes y estudiantes,
formados en la Universidad. De ese modo, se mantiene presente el deber de
reconstruir el país para tener oportunidad de ofrecer una base a los jóvenes
egresados para edificar su vida, desarrollar su profesión y levantar una
familia.
Complementan esta
visión, al enfatizar el tamaño del compromiso cívico y moral de los
universitarios ante la ausencia de comportamientos democráticos y de cambios en
la orientación política en la conducción de las instituciones del Estado. Con este
aporte, señalan la convicción de poder mantener abierta la Universidad y
dispuesta a acompañar a la población del país en la lucha por el rescate de la
democracia y la defensa integral de los derechos políticos, económicos y
sociales de todos los venezolanos, agregando que a pesar de las circunstancias
actuales se renueva con fuerza el gran orgullo y compromiso que sienten como
universitarios, al mostrar lo inagotable de la voluntad humana, la visión de
futuro y el tesón de los primeros académicos de las universidades, quienes
lucharon sin descanso por una institución libre, democrática, plural, autónoma
y al servicio tanto de la región donde se ubican como de todo el país.
A esta percepción añaden
la adaptabilidad de la comunidad universitaria ante las dificultades y la
continuidad del compromiso de mantener abierta la universidad como demostración
de espacio democrático y libertad frente al totalitarismo, enfatizando el rol
protagónico de la Universidad en busca de salidas o respuestas democráticas dentro
y fuera de su recinto como base de entendimiento y gobernabilidad, lo cual coincide
con el artículo 4 de la Ley
de Universidades de 1970, donde se estipula que la formación universitaria debe
inspirarse en la democracia, la justicia social y la solidaridad humana, con
espacio para todas las corrientes del pensamiento en un marco de cientificidad (Congreso
Nacional de Venezuela, 1970).
2.3. Comunidad
La revelación de esta
tercera categoría, la “comunidad”,
se relaciona con las personas que hacen vida dentro de las universidades
autónomas venezolanas, pero también en su entorno, perspectiva manifestada por sus
gerentes, cuando manifiestan su orgullo por la unidad de la comunidad
universitaria, la cual se reafirma en sus valores democráticos y de libertad,
así como en su visión de un mejor futuro, aspectos que coinciden con el enfoque
de Duncan (1983) y Pratt (1984), al
caracterizar a la organización como un sistema social, conformada por
diferentes roles, tareas, valores, normativas, creencias, subgrupos e
instituciones, que al ser socializada manifiesta la interdependencia entre sus
partes, un elemento básico de entes congregados que permanecen en el tiempo.
2.4. Deber
De acuerdo con la
exposición de las unidades de análisis, el “deber” consiste en defender los conceptos de democracia, liderazgo
y ciudadanía, con el fin de estar en posición de reclamar el derecho a elegir;
agregando que queda en manos de cada miembro de esta comunidad, la
responsabilidad de difundir la historia para evitar repetir el error que casi
conduce a la desaparición de la patria, resaltando además la satisfacción del
deber cumplido al formar a los profesionales que contribuirán con el progreso
de la nación.
Para los gerentes
universitarios, el deber se relaciona con una de las funciones básicas de la
universidad autónoma venezolana: La docencia, la formación, lo cual se vincula
con los acuerdos contemplados en la Carta Universitaria Río 2014 (Pérez y
Moreno, 2017), donde se recoge la necesidad de mejorar
la gestión y financiamiento de la educación superior en las instituciones
iberoamericanas, acordando el establecimiento de estrategias referidas a la
planificación y análisis de políticas, con la finalidad de lograr una
cooperación entre ellas y los entes vinculados con su funcionamiento en cada
uno de sus países, un aspecto que debería considerarse igualmente en el caso
venezolano para estar en capacidad de competir a nivel internacional con
organizaciones similares.
Parte de esos acuerdos se relacionan con
el alcance de cuatro criterios de eficacia: (a) Niveles para satisfacer
soluciones a los problemas de la sociedad desde la dimensión extensión, (b)
grado de acreditación nacional e internacional para la dimensión docencia, (c)
grado de incremento del conocimiento en la dimensión investigación, y (d) grado
de utilización de los recursos en la dimensión apoyo a la gestión, todos
vinculados con las funciones básicas de las universidades autónomas
venezolanas, los cuales a su vez pueden ser de utilidad para diseñar
indicadores de logro (Pérez y Moreno, 2017).
2.5. Poder de la unidad
Una quinta categoría
que emergió en la documentación hace referencia al “poder de la unidad”. Como manifiestan las autoridades rectorales,
es fundamental asumir la urgencia de ejercer desde la ciudadanía el poder que
otorga la confluencia, lo cual es requerido para sacar a flote la capacidad de
cada integrante en beneficio de un proyecto común, pensado, diseñado y
construido entre todos, para recuperar la Universidad como institución pública
de referencia nacional e internacional.
Esta exposición
coincide con la representación propuesta por Runes (2018), al definir la
organización como una unidad caracterizada por el dinamismo, conformada por diversas
partes y un objetivo compartido. De igual manera, armoniza con la visión organizacional
de Bolman y Deal (1995; 2017); Morgan (2006); Etkin (2000); y, Peters (2005);
como un sistema complejo desarrollado en un ambiente de incertidumbre. En este caso, se comprende que la organización es la
universidad con sus divisiones departamentales naturales y su objetivo común de
seguir adelante enfrentando retos.
Se observa de este modo una vinculación
con el enfoque político de las organizaciones explicado por Bolman y Deal
(1995), según el cual la cooperación se logra si se aprende a negociar, permitiendo
de igual manera percibir la importancia de la misión institucional como garante de la legitimidad
de la acción gerencial, debido a que en ella se incluyen detalles políticos
referidos a la toma de decisiones, asumibles en consenso, sobre la base de
acuerdos y congruentes con los intereses específicos de sus dirigentes.
2.6. Universidad
En sexto lugar emergió la categoría “universidad”. Para las unidades de
análisis, es la cuna histórica y vibrante de las más arduas batallas por
preservar el libre pensamiento, complementando su planteamiento al manifestar
que estas instituciones dan un gran paso al hacer confluir a la comunidad en
pleno para iniciar un trabajo que conduzca hacia una Venezuela distinta, la que
todos se merecen, señalando a los universitarios como fiel reflejo del país y
de ella misma, que ha de perdurar eternamente como cuna de cultura, luz y paz,
siendo libre, plural, democrática y por siempre autónoma.
Desde esa perspectiva gerencial, se ha procurado mantener
el rol de la Universidad como institución orientadora, promoviendo con el mayor
esmero los principios y valores a los cuales se deben, exhortando a la
ciudadanía a organizarse en torno a la idea de un mejor país, donde con
esfuerzo, trabajo y honestidad, hay cabida para todos y con un buen vivir,
promoviendo de esta manera una unidad basada en la diversidad de pensamientos,
en beneficio de un fin común: La Universidad como institución autónoma.
Retoman la idea referida a la importancia de la educación
como único camino hacia el avance y el desarrollo que clama la nación, así como
su temor respecto a la calidad característica de las universidades venezolanas,
factible de desaparecer si los mejores profesores continúan abandonando sus
espacios y si el atraso tecnológico se perpetúa. Con este sentir, manifiestan
la necesidad de unión de la comunidad universitaria, recordando que desde el
momento en el cual esta institución abrió sus puertas devolvió los bríos a la
ciudad, al estado y a la región donde se estableció como centro del saber.
Bajo
este contexto, se ratifica el pensamiento de Rama (2008), para quien la
complejidad de la universidad proviene de la diversidad estructural de su
interior, la discrepancia estratégica de sus distintos gerentes, la pluralidad
de las demandas que recibe y la tendencia de las disciplinas que imparte. Visualizaciones
que corroboran la concepción original de estas instituciones, entendidas como
una totalidad, adoptada igualmente
por Etkin (2000), al presentarla como una forma de asociación
creada a partir de un entramado legislativo que dicta su normativa organizativa
y funcional.
La
exposición de las unidades de análisis,
respalda el contenido de los artículos 1 y 2 de la Ley de Universidades de 1970,
en los cuales se define a la universidad como una comunidad que une esfuerzos
para buscar la verdad y reforzar
los valores del ser humano, completando esta definición al agregar que están al
servicio del país, con la responsabilidad de orientar la vida de la nación y
esclarecer sus diversos problemas (Congreso Nacional de
Venezuela, 1970).
2.7. Valores
Finalmente y como séptima categoría, surgieron los “valores”. De acuerdo con las unidades de análisis, cuando se alza la
voz de un estudiante, un profesor o un trabajador universitario, se están
construyendo las bases para un mañana, se están sembrando valores y se defiende
un espacio, colocando de manifiesto que hay lugar para todos y expresando su
percepción de considerar a los venezolanos como un solo individuo.
Desde la perspectiva de estos gerentes, resulta moral y
virtualmente inocultable el perjuicio ocasionado al país durante los 20 años
del gobierno presente; a pesar de ello, resaltan que no han podido acabar con
la esperanza y la firmeza de una sociedad aferrada a sus valores para seguir
adelante, conscientes de conformar la semilla de un futuro próspero. Recuerdan
en este sentido, que durante dos décadas de intento de adoctrinamiento, se han
mantenido firmes, defendiendo los valores y principios que los caracterizan;
una defensa con la cual se ha conseguido la iluminación necesaria para
sobrevivir ante la embriaguez causada por el populismo y el resentimiento.
En su exposición dejan claro que la esperanza trasciende,
facilitando el inicio de cada nuevo día. La experiencia ha fortalecido a la
sociedad venezolana. Destacan cómo a pesar de haber sido despojados de
elementos estimados, se ha aprendido a vivir sin ellos, descubriendo sus fortalezas
y la robustez de su voluntad, logrando tener la certeza de mantener incólume la
esperanza y el derecho a ser felices. Esta vivencia, ha posibilitado valorar la
democracia y entender la necesidad de los contrastes para apreciar más cuanto
se tiene y se puede recuperar.
Revisando estos hallazgos, se detecta la inclusión de esta
categoría en el artículo 1 de la Ley de Universidades de 1970, donde se define
a la universidad como una comunidad donde convergen docentes y estudiantes con
intereses espirituales encaminados a la búsqueda de la verdad y al
afianzamiento de valores (Congreso Nacional de
Venezuela, 1970). De igual manera, las
expresiones de las unidades de análisis
permiten retomar la descripción que Bolman y Deal (1995; 2017) realizan sobre
las organizaciones centradas en el talento humano, cuando expresan que
institucionalmente éstas deben ser coherentes con las necesidades y habilidades
de su comunidad, a través de sus roles e interacciones.
Se
enfatiza de esta forma la relación e interdependencia organización-personal: Mientras
las personas buscan satisfacer sus requerimientos individuales, económicos y
sociales en esas entidades, éstas requieren las competencias y esfuerzos del
personal para ser eficientes, estableciéndose una simbiosis que invita al
gerente a diseñar un todo armónico para equilibrar ambas visiones, en este caso
vinculado con el entorno universitario, fortaleciendo igualmente
conceptualizarlas como un sistema social.
Desde
la visión de Duncan (1983) y Pratt (1984), la interdependencia es una
característica de ese constructo, cuyos aspectos distintivos son: (a) Ser un
sistema abierto, (b) concebir propósitos o funciones requeridas para integrar y
coordinar, (c) mostrar dinamismo en la interacción de sus subsistemas y su
contexto, (d) incluir subsistemas interdependientes, y (e) presentar poca
claridad en sus fronteras dadas las relaciones establecidas entre la
organización social y su ambiente.
Conclusiones
Desde la perspectiva de las autoridades
rectorales, en las universidades autónomas venezolanas se une el
compromiso con el deber, lo cual dan a conocer cuando resaltan
aspectos como la lucha justa, pacífica pero contundente, extensible hasta la
defensa de la carta magna, con dos finalidades esenciales para ellas: El
mantenimiento de la autonomía universitaria y la recuperación de su desempeño
en mejores condiciones.
Una lucha respaldada por el compromiso de
cumplir sus funciones y responsabilidades ante la sociedad venezolana a través
de su capacidad de adaptación, factor contribuyente en su propósito de lograr
la sustentabilidad de una institución universitaria libre, democrática, plural,
dispuesta a conseguir que esas organizaciones sociales continúen al servicio de
la región donde se han establecido y del país en general. De igual manera, colocan
de manifiesto la importancia de la unidad y el orgullo de pertenencia
institucional de la comunidad universitaria, reafirmando la valoración que dan
tanto a la democracia como a la libertad, a la vez de reconocer su deber de
defenderlas, conjuntamente con su concepción de ciudadanía y liderazgo.
La revelación del significado de la
universidad autónoma venezolana como organización social desde la perspectiva
de su gerencia, permite definirla como una organización social trascendente, democrática y autónoma,
considerada la cuna histórica del pensamiento libre y plural, con capacidad
para adaptarse a los cambios que se vayan presentando mientras cumple simultáneamente
su papel formativo. Con este basamento, debe recordar hacer buen uso de su
carácter autonómico para poder enfrentar su conflicto con el gobierno y evitar
seguir debilitándose por las limitaciones impuestas a través de su política de
financiamiento.
De forma simultánea,
debe tener presente su compromiso ético social y mostrarse ante su comunidad
interna y externa como ejemplo de espacio democrático cuando defienda sus
derechos políticos, económicos y sociales. Necesita manifestarse como una organización
unida dentro de su complejidad, para recuperar su poder como institución, capaz
de superar los límites de sus espacios en beneficio del avance requerido por la
sociedad, demostrando los valores que le han permitido mantenerse firme, como
cuna de la libertad y de las ideas, ante las intenciones de politizarla.
Se concibe de este
modo a la Universidad como una institución que supera los límites de sus
edificaciones o de su historia. De igual manera, se le vincula con la educación
como única vía para lograr el avance y el desarrollo solicitado por el país,
para lo cual debe mantener la calidad de su formación, su excelencia,
demostrando que tiene capacidad para continuar siendo el centro del saber,
adaptándose a los cambios mediante respuestas proactivas de sus gerentes, la
creatividad de sus docentes, la empatía de sus empleados, de sus obreros y el
esfuerzo estudiantil.
Puede concluirse, de
conformidad con los hallazgos del estudio, que las universidades autónomas
venezolanas, cuentan con las herramientas necesarias para superar la crisis
experimentada en la actualidad, pero también ha de considerarse su deber el
fortalecimiento de las comunicaciones con la comunidad interna y externa a
ellas, para lograr, como se expresa en los referentes teóricos revisados, que
fluya horizontalmente la información capaz de presentar su accionar de forma
más transparente, a fin de lograr sin dudas el apoyo y la unificación de
voluntades para recuperar el prestigio de estas organizaciones y del país.
Notas
[1] En
diciembre de 2010 fue aprobada por la Asamblea Nacional una nueva Ley de
Universidades, la cual fue “...regresada en enero de 2011 sin el ejecútese de
rigor por el propio presidente de la república, haciendo uso este del veto
presidencial” (Albornoz, 2013, p.218).
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* Doctora en Gerencia. Magister en Gerencia de Empresas. Sociólogo. Docente-Investigadora de la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. E-mail: normacaira@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7629-8216
** Doctor en Ciencias Gerenciales. Magister en Gerencia de Recursos Humanos. Magister en Gerencia de Proyectos I+D. Licenciado en Administración en Gerencia Industrial. Docente-Investigador de la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín, Maracaibo, Venezuela. E-mail: jgsanchezmorles@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4619-6542
***
Doctor en Ciencias de la Educación. Magister en Desarrollo Social. Sociólogo.
Docente-Investigador. De la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela.
E-mail: lescher77@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4916-0131
Recibido: 2020-09-11 · Aceptado: 2020-11-28