Mujeres víctimas de violencia intrafamiliar en el norte de Colombia*
Orozco Aguancha, Katerin**
Jiménez Ruiz, Luz Karine***
Cudris-Torres, Lorena****
Resumen
La violencia intrafamiliar es uno de los flagelos más nocivos que afecta
la sociedad actual, es más frecuente de lo que realmente se reporta,
convirtiéndose en una situación de salud pública que amerita ser estudiada de
forma muy detallada. En este sentido, el objetivo principal de esta investigación
es determinar el perfil sociodemográfico de mujeres víctimas de violencia
intrafamiliar en el Departamento del Cesar, Colombia. Al respecto, se lleva a
cabo un estudio no experimental cuantitativo, de corte longitudinal
retrospectivo y alcance descriptivo, teniendo en cuenta los casos reportados por
el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en cada uno de los
municipios, en los años de 2014 a 2017. Los resultados permitieron identificar que
se presentan hechos de violencia contra la mujer en frecuencias muy elevadas en
comparación a los hombres; en cuanto al tipo de violencia se evidencia que en
el departamento prima la violencia de pareja. En conclusión, los casos de
violencia intrafamiliar se presentan más en el municipio de Valledupar y
Aguachica, siendo los principales actores de estas conductas violentas las
parejas de estas mujeres asociados a situaciones de celos, principalmente los
fines de semana en los cuales se presenta alto consumo de alcohol.
Palabras clave: Violencia; violencia de género; agresión física; agresión psicológica; violencia
intrafamiliar.
Women victims of domestic violence in northern Colombia
Abstract
Intra-family violence is
one of the most harmful scourges that affects today's society, it is more
frequent than is actually reported, becoming a public health situation that
deserves to be studied in detail. In this sense, the main objective of this
research is to determine the sociodemographic profile of women victims of
domestic violence in the Department of Cesar, Colombia. In this regard, a
non-experimental quantitative study is carried out, with a retrospective longitudinal
section and descriptive scope, taking into account the cases reported by the
National Institute of Legal Medicine and Forensic Sciences in each of the
municipalities, in the years of 2014 to 2017. The results made it possible to
identify that acts of violence against women occur at very high frequencies
compared to men; Regarding the type of violence, it is evident that intimate
partner violence prevails in the department. In conclusion, cases of domestic
violence occur more in the municipality of Valledupar and Aguachica, with the
main actors in these violent behaviors being the partners of these women
associated with situations of jealousy, mainly on weekends in which high
consumption occurs alcohol.
Keywords: Violence; gender violence; physical aggression; psychological
aggression; domestic violence.
Introducción
La violencia entre los seres humanos ha existido en todas las épocas;
sin embargo, el problema se ha venido incrementando desde el inicio del siglo
XXI, este flagelo merece que sea atendido adecuadamente por los profesionales
que de una u otra manera se encuentran involucrados en los procesos de atención
(Vera, Loredo, Perea y Trejo, 2002).
Al respecto, la violencia específica contra la mujer, existe desde
tiempo inmemorial y probablemente ningún país se escapa de este estigma. Hay
múltiples formas de agresión, y tanto los médicos como otros actores del sector
de la salud deben considerar la violencia doméstica como uno de los campos de
su responsabilidad profesional. Las diversas formas de agresión, su relación
con el tiempo, así como los factores que participan en esta situación son aquí
analizadas (González, García y Brando, 2014; Cudris, et al., 2019c).
Para los autores Vera, et al.,
(2002), la violencia contra la mujer es difícil de erradicar, puesto que es una
cuestión de aprendizaje que se trasmite de una generación a otra, pues las
personas han sido socializadas en la creencia de que la mujer forma parte de
una categoría secundaria con respecto al hombre, por tanto, no cuenta con los
mismos derechos ni obligaciones; es así que la mujer acaba convirtiéndose en
una mercancía y, en consecuencia, en “algo” que tiene propietario.
En este sentido, se hace necesario estudiar los tipos de violencia, como
lo son la violencia sexual y la intrafamiliar, problemas muy frecuentes con
numerosas consecuencias negativas para la salud mental y física. Los centros de
asalto, como el Centro para la Violencia Sexual y Familiar (CSFV) en los Países
Bajos, se han creado para proporcionar una atención óptima a las víctimas (Flores y González, 2015; Bahamón, Alarcón-Vásquez, Cudris, Trejos-Herrera
y Campo, 2019).
Por su parte, Zijlstra, et al. (2017) llevaron a cabo un análisis de
fichas de las víctimas que asistieron al CSFV entre 2013 y 2016. Un total de
121 víctimas ingresaron a esta institución, de estas el 93% de ellas eran
mujeres; el 42% eran víctimas adultas de violencia sexual; el 28% víctimas
menores de violencia sexual y 30% adultas víctimas de violencia familiar. Un
tercio de las víctimas sexuales y dos tercios de las víctimas de violencia
familiar habían sufrido abusos previos. Los servicios psicosociales y
medicación psiquiátrica fueron altos y una discapacidad cognitiva estuvo presente
en el 18% de las víctimas de violencia sexual (Pumarejo, Cudris, Barrios-Núñez,
Bahamón y Uribe, 2019).
Las víctimas de violencia sexual y familiar, comparten características
que indican vulnerabilidad, lo que sugiere que la atención para ambos grupos podría
combinarse mejor en un solo centro de asalto. De esta manera, las víctimas
pueden hacer uso de los mismos servicios y conocimientos de violencia de
género. Uno de los objetivos principales de los centros de asalto es
proporcionar atención psicosocial de seguimiento y facilidades para reportar (Flores
y González, 2015).
Una investigación realizada por Amor, Echeburúa, De Corral, Sarasua y
Zubizarreta (2001), estudió
diferentes variables sociodemográficas y psicopatológicas en una muestra de 250
víctimas de maltrato doméstico en tratamiento psicológico. Asimismo, se compararon
a las víctimas en función del tipo de maltrato sufrido -físico (N=156) y
psicológico (N=94)- en todas las variables estudiadas. Los resultados ponen de
manifiesto la existencia de repercusiones psicopatológicas importantes en el
ámbito de la ansiedad -el trastorno de estrés postraumático especialmente- y de
la depresión, así como en el funcionamiento de la vida diaria, sin que haya
diferencias significativas entre ambos grupos, a pesar de la mayor gravedad de
las conductas implicadas en el grupo del maltrato físico.
Actualmente, el maltrato doméstico es un fenómeno epidémico que ha
crecido a un ritmo más rápido, incluso que los accidentes de coche, las
agresiones sexuales y los robos. En realidad, la familia es el foco de violencia
más destacado de la sociedad. De hecho, según los estudios realizados en EEUU,
entre el 15% y el 30% de las mujeres sufren algún tipo de agresión en la
relación de pareja.
En España, los datos no son menos alarmantes. De hecho, según un informe
del Instituto de la Mujer y para la igualdad de oportunidades (2010), en este
país el 4% de la población femenina adulta (aproximadamente 650.000 mujeres),
han sido maltratadas en el último año. Pero un aspecto destacable de este estudio
es que hay un 12% adicional (aproximadamente 1.865.000 mujeres) que también son
maltratadas y que, sin embargo, no tienen conciencia de serlo (Amor, et al., 2001).
Respecto al caso colombiano, se encontró que históricamente ha sido considerado
un país violento (Angulo y Luque, 2008), esta violencia llega a todos los
sectores y es uno de los principales obstáculos para el desarrollo nacional;
pues si bien es cierto que Colombia ha avanzado en diferentes plataformas
mundiales en los últimos años, no ha logrado aún ser desvinculado de hechos
violentos que se presentan asiduamente y este tipo de situaciones entorpecen de
manera significativa cualquier avance; tal como lo señalan Jimenez, Vera y Gamboa
(2019):
La presencia de diferentes grupos al margen de la ley, (…) hace
que se clasifique como zona roja, es decir, que existen altos índices de violencia.
Al tener esta clasificación es difícil que se disfrute de un desarrollo
sostenible, debido a que son muy pocas las posibilidades de inversión en la
región. (p.188)
Dado lo anterior, esta violencia se ha convertido en parte de cada uno
de los sectores que conforman la nación, diariamente se presentan situaciones
donde se evidencia esta problemática en la sociedad, por ejemplo los conflictos
entre vecinos, trabajadores, estudiantes, familiares, entre otros. Pero es
precisamente en este último círculo donde cada individuo construye y apropia
sus procesos morales de relación, comunicación y valoración (Jaramillo, 2012).
Ya sea para bien o para mal la familia colombiana ha sufrido
significativos cambios en las últimas décadas, se han transformado aspectos
religiosos, económicos, sociales y morales, sin embargo, y aún con todas las
metamorfosis por las que ha atravesado se siguen presentando episodios
violentos entre miembros de esta misma, y lastimosamente la mujer se ha
convertido en el eje central de estos sucesos, como lo referencian los sucesos
entre 2004 y 2008, donde fueron víctimas de violencia de pareja en el país
206.735 mujeres, (representando el 90% de los casos), en su mayoría entre 20 y
34 años) y agredidas en mayor medida por el esposo o compañero permanente (75%
de los casos), de acuerdo con el Informe Masatugó 2004–2008, Colombia (Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses [INMLCF], 2009).
Por otro lado, es importante destacar que la equidad de género debe
comenzar desde la infancia, por tal razón la violencia contra niños, niñas y
adolescentes ingresa dentro de la clasificación de violencia intrafamiliar, de
hecho, Valledupar reporta un alto índice de agresiones contra la infancia, y
aunque estas se presentan tanto en niños como en niñas, aun a esta edad se hace
notable la desigualdad y el maltrato al que son sometidas las mujeres, puesto
que los casos de violencia contra niñas son superiores a los reportados contra
niños, y muestra una diferencia entre la violencia contra las mujeres-niñas de
manera constante en los últimos años (Esmeral, 2014; Villa y Herrera, 2015).
Dentro de la violencia intrafamiliar, uno de los casos más recurrentes
es la violencia de pareja con una participación superior al 70% de los casos, y
es un indicador que muestra la desigualdad en la agresión al interior del
hogar. Durante tres años de medición, la violencia de pareja en Valledupar muestra
una clara tendencia al aumento de las agresiones contra las mujeres, y
superaron los 600 registros en 2010, mientras que la agresión contra los
hombres no supera los 70 casos (Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo
[PNUD], 2012).
La falta de equidad de género se ve reflejada desde las familias,
afectando a los niños, niñas y adolescentes dentro de su formación; buscando
miradas más justas y democráticas acerca de la realidad social que implica la
equidad de género (Lafaurie, 2013), esta situación motiva a encontrar
soluciones concretas que conlleven a superar dificultades en los jóvenes. Es así
que el objetivo de esta investigación es describir el perfil sociodemográfico
de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar en el Departamento del Cesar – Colombia,
durante los últimos años.
Estas situaciones asociadas al género, representan un fenómeno social
que no solo afecta a las niñas, sino también a los niños, que pueden ser
víctimas de violencia física o psicológica, como resultado de estereotipos arraigados
en la familia y la sociedad. De acuerdo con la focalización realizada, la
mayoría de los niños, niñas y adolescentes manifiestan de forma oral que
desconocen qué es equidad de género y consideran es muy poca la información que
les han brindado sobre esté.
Desde la mirada psicológica, Fernández, Farina, Arráiz y Troya (2020), sostienen
que el maltrato
“es toda conducta ejercida en deshonra, descrédito, tratos
humillantes, vejatorios, aislamiento, amenazas y actos que conllevan a
disminuir la autoestima” (p.189), por lo cual, se tiene la firme convicción que esta problemática
social que está en aumento debe ser erradicada, comenzando por el marco del
estereotipo del “machismo”; algunos niños “son retados a probar su hombría, a
veces con consecuencias fatales (…), también se les alienta a esconder sus
emociones, lo que es dañino para su salud mental y física y en sus relaciones
de adulto” (Duarte y García-Horta, 2016, p.123).
El experto mexicano De Keijzer (2011) destacó que, aunque “es muy
reciente el que se analice a los hombres desde la mirada de género”, trabajar
desde esa nueva perspectiva puede contribuir a prevenir “múltiples problemas:
desde distintas formas de violencia hasta los alcances de una paternidad más
cercana, afectiva y comprometida” (p.184).
Como grupo social en el que se establecen complejos vínculos en torno a
la convivencia y la intimidad, la familia mantiene dentro de su dinámica la
presencia del conflicto, debido a los desacuerdos que allí se dan, referentes a
las opiniones o posiciones que ocupan sus miembros. Estos episodios son
inherentes y necesarios por cuanto permiten el cambio así como el desarrollo de
las relaciones interpersonales. En contraste, la violencia intrafamiliar
resulta innecesaria y evitable, en la medida en que implica la destrucción del
otro; es una situación extrema que busca controlar a un ser humano por vía del
maltrato como respuesta a las tensiones no resueltas (Rico, Hurtado y Alonso,
1999; Rico, Delgado y Alonso, 2003; Álvarez, 2006; Paredes, 2006; Jimenez, et
al., 2019; Fernández, et al., 2020). Cuando dichas tensiones no son negociadas
ni toleradas, surge la violencia como forma de mantener un orden e impedir el
cambio.
Tratar el gran problema de la violencia intrafamiliar remite a indagar
el por qué se origina y la gran interrogante de cómo se pueden desarrollar
acciones para prevenirla, y por otro lado, erradicarla y atender sus recuerdos
en las víctimas de violencia. Es pertinente considerar que ésta última no es
genética, ni hereditaria; ella se transmite de una generación a otra por ser
una conducta aprendida, que afecta a todas las culturas y grupos sociales con
diferentes status socioeconómicos en todo el mundo (Espinosa, Alazales, Madrazao,
Garcia y Presno, 2011).
Patró y Limiñana (2005) piensan que, en la familia como institución, se
ha considerado históricamente un ámbito privado, donde el comportamiento de sus
miembros se situaba fuera del control social. Las creencias y mitos culturales
asociados al sistema patriarcal han legitimado desde tiempos remotos el poder y
la dominación del marido hacia la mujer y los hijos, despojando a éstos de todo
derecho legal, económico o social.
Tradicionalmente, el hombre ejerce
su autoridad, garantizando los recursos materiales, el respeto y la protección
de la familia. Son construcciones sociales que colocan a la mujer en una
condición de vulnerabilidad, en la medida que su relación con el mundo externo
o público, de poder político y económico, es mediado por el hombre fragilizando
frente a este mundo que, a su vez, reproduce y reitera las diferencias sexuales.
Esta condición de género ocasiona que el trabajo femenino se asuma como una complementación
de la renta familiar, de baja remuneración, posición secundaria y discriminada
en el mercado de trabajo (Vaiz
y Spano, 2004).
En este sentido, las
expresiones de violencia están relacionadas con ideas de lo que significa ser
hombre o mujer en cada contexto específico, en nociones que confieren
determinados derechos a unos y a otras, para el ejercicio del poder y en las
consecuencias violentas que el mismo implica. Los hombres como tal, con
identidades de género, se articulan en jerarquías de poder donde no todos son
privilegiados o contra quienes se discrimina de la misma forma, en una
diversidad de elementos culturales, raciales, de clase, entre otros (Pineda y
Otero, 2004).
Echeburúa y De Corral, (1998); Cudris y Barrios (2018); Cudris, Barrios,
Bahamón, Mejía y Pérez (2019a); Cudris, Mejía, Barrios, Bahamón y Alarcón (2019b);
Cudris, Guzmán, González, Silvera y Bolaño (2020), consideran que en la conducta violenta de los
hombres en el contexto familiar, intervienen los siguientes componentes: (a) Una
actitud de hostilidad resultado de estereotipos sexuales machistas; (b) Un
estado emocional de ira, relacionado con recuerdos de situaciones negativas
habidas en la relación o suscitadas directamente por estímulos generadores de
malestar ajenos a la pareja; (c) Unos factores precipitantes directos; (d) Un
repertorio de conductas pobres y trastornos de personalidad; y (e) El
reforzamiento de las conductas violentas previas.
Tomando lo anteriormente expuesto, es importante tener en cuenta lo
expresado por López (2013), quien
argumenta que el tipo de atribución que se hace a las conductas violentas está
determinadas por las creencias arraigadas en los sistemas sociales a los cuales
se pertenece. Por lo tanto, la manera como se explican los casos relacionados
con este fenómeno están determinados por las concepciones que se tengan de la
forma como se representan estos hechos.
1. Metodología
Esta investigación no experimental cuantitativa, es un estudio
longitudinal retrospectivo de alcance descriptivo. El objetivo básicamente es
describir datos relacionados con la caracterización de las víctimas de
violencia contra la mujer y algunos datos relacionados con los hechos violentos
en el Departamento del Cesar, Colombia.
Ésta investigación se realizó teniendo como fuente de información la
referencia de los datos reportados por el Instituto Nacional de Medicina Legal
y Ciencias Forenses (INMLCF)
de la Regional Cesar en Colombia, considerando los casos atendidos durante los
años del 2014 al 2017, por contingencias de violencia intrafamiliar en las
seccionales de Valledupar, Aguachica, Chiriguaná y Agustín Codazzi.
Es importante aclarar que los datos secundarios con los que se
trabaja, son informaciones que ya han sido producidas por otras personas o
instituciones. Esta institución pública es altamente reconocida en el país y
maneja información confiable a disposición del área judicial. Asimismo, se
tomaron los datos reportados en SICLICO, la base de datos en la que consignan
la información los expertos forenses. Es importante anotar que no se tiene
acceso a datos individualizados de las víctimas.
2. Resultados
Al hacer el análisis de los datos
es importante tener en cuenta que la información reportada es de los años
2014-2017. En ese sentido, la Tabla 1 evidencia los casos atendidos por
concepto de violencia en el Departamento del Cesar, Colombia. Se observa que,
entre los años 2014 al 2017, el mayor número de casos se reportó en 2014 con 1.661
y el año que menor reporta es el 2015 con 1.354 reportes, esta información no
discrimina sexo de las personas atendidas. Teniendo en cuenta el sexo se
evidencia que la tipología que mayor presenta casos de violencia es la de
pareja, seguida de violencia entre otros familiares y violencia a niñas y
adolescentes. Si bien es cierto, se observa un decremento de casos contra la
mujer en el año 2014, este ha venido aumentando en los tres últimos años de
manera progresiva. El grupo que menos reporta casos de violencia es el de
adulto mayor (ver Tabla 1).
Tabla 1
Reporte de
casos de violencia atendidos por el INMLCF
TIPO DE VIOLENCIA |
2014 |
Total 2014 |
2015 |
Total 2015 |
2016 |
Total 2016 |
2017 |
Total 2017 |
||||
Hombre |
Mujer |
Hombre |
Mujer |
Hombre |
Mujer |
Hombre |
Mujer |
|||||
Violencia a niños, niñas y adolescentes |
70 |
81 |
151 |
57 |
53 |
110 |
49 |
52 |
101 |
52 |
65 |
117 |
Violencia al adulto mayor |
16 |
14 |
30 |
14 |
8 |
22 |
11 |
9 |
20 |
14 |
12 |
26 |
Violencia de pareja |
86 |
1.069 |
1.155 |
86 |
859 |
945 |
91 |
969 |
1.060 |
105 |
963 |
143 |
Violencia entre otros familiares |
121 |
204 |
325 |
89 |
188 |
277 |
86 |
152 |
238 |
94 |
198 |
292 |
Total |
293 |
1.368 |
1.661 |
246 |
1.108 |
1.354 |
237 |
1.182 |
1.419 |
265 |
1.238 |
1.503 |
Fuente: INMLCF Regional Nororiente, 2019. Base: SICLICO, 2018.
En cuanto a la violencia contra
niñas y adolescentes en el periodo 2016 y 2017, se aprecia que el 67,5% de los
casos se encuentran en edades comprendidas entre 10 y 17 años de edad, evidenciando
que las adolescentes son las más vulneradas, una de ellas reportó que tiene
orientación homosexual. La información muestra un caso que pertenece al grupo
étnico indígena y otro al afro descendiente. Las niñas y adolescentes, son
agredidas principalmente en el mes de marzo los días domingo, lunes y martes,
entre las 12:00 a.m. y las 9:00 p.m. En el 53,4% de los casos el agresor fue la
madre y el padre biológico, en los sitios de residencia de las menores. Las
causas de la violencia fue la intolerancia seguida del abuso de alcohol.
La tipología de violencia a mujeres
adultas mayores, reporta que en el año 2015 no se presentaron casos al respecto,
pero en el año 2016 se reportaron 9 casos y en 2017, 12 casos, de los cuales
todos se reconocían como heterosexuales. En cuanto a la variable del grupo
étnico, se evidencia un caso perteneciente al grupo indígena y uno de población
afro descendiente. La mayoría de las mujeres son viudas amas de casa, que
reportaron tener un nivel de estudio hasta bachillerato completo. Fueron
agredidas en diferentes horas del día, principalmente por hijos, nietos, sobrinos
y yernos, en sus viviendas. No se reportaron casos de violencia los días
domingo en el periodo 2015-2017. En el 92% de los casos las causas fueron
intolerancia.
Con respecto a los casos de violencia a mujeres de la tipología entre
otros familiares, durante los años 2016 y 2017 se muestran 6 casos pertenecientes
a grupos indígenas, y 5 a la población afro descendiente, el 46% tiene
escolaridad de bachillerato completo y primer año de estudios técnicos. Asimismo,
el 36% de los casos presentaban ocupaciones de ama de casa, el 14% estudiantes
y el 20% trabajaban en labores de oficios varios. Entre las 12:00 a.m. y las
9:00 p.m. se presentaron el 54% de los casos. Los cuñados, hermanos, primos,
hijos y yernos, son los principales agresores, el lugar con más prevalencia
para las mismas, son la calle y el lugar de residencia de la víctima. El mayor
número de casos se presenta los días domingo y la principal causa es la
intolerancia.
De igual manera en relación a la violencia de pareja, ésta representa el
65,9% de los casos de violencia reportados entre el año 2014 y 2017, en este
periodo fueron acarreadas 3.860 agresiones contra las mujeres. En este sentido,
el Gráfico I muestra que las mujeres víctima de violencia de pareja entre los
años 2016 y 2017 se encuentran agrupadas en su gran mayoría en los rangos de
edades entre 20 y 30 años así como entre 30 y 40 años. Generalmente son mujeres
jóvenes expuestas a estas contingencias.
Fuente: INMLCF Regional Nororiente, 2019. Base: SICLICO, 2018.
Gráfico I: Edades de mujeres víctima de violencia doméstica
Entre el 2016 y el 2017, tres casos
reportaron tener orientación sexual homosexual, 37 de los informados, pertenecientes
al grupo poblacional indígena y 20 sucesos corresponden a población afro
descendiente. Los solteros, divorciados y separados agrupan el 34% de los
casos, los legalmente casados solo reportan el 8%, mientras que las parejas que
se encuentran en unión libre el 57,5% de los casos. El 35% de éstos reportan
tener nivel de estudio bachiller, que es donde mayor se encuentra la frecuencia
de datos.
En cuanto a la ocupación de la
víctima, se observa que las amas de casa representan el 47,4% y el 19,4%
mujeres que ejercen labores en oficios varios, es decir, que el 66,8% de las
mujeres se encuentran agrupadas en estas ocupaciones. Además, se amplía el rango
de tiempo en el cual son víctimas de violencia, encontrándose un tiempo
predominante de casos entre las 9: 00 a.m. y las 12:00 de la media noche de los
días sábados y domingo.
De igual manera, la Tabla 2 muestra
que el presunto agresor en los casos de violencia de pareja, resulta ser el
esposo o compañero permanente, o el excompañero sentimental, encontrándose en
estas categorías el 93,4% de los casos registrados.
Tabla 2
Presunto
agresor de casos de violencia de pareja
PRESUNTO AGRESOR |
2016 |
2017 |
Amante |
2 |
4 |
Esposo o compañero permanente |
462 |
467 |
Examante |
1 |
0 |
Excompañero (a) sentimental |
441 |
436 |
Exesposo (a) |
16 |
13 |
Exnovio (a) |
33 |
33 |
Novio
(a) |
14 |
10 |
Total |
969 |
963 |
Fuente: INMLCF Regional Nororiente, 2019. Base: SICLICO, 2018.
Los lugares en los que más frecuentemente se presenta este tipo de
violencia son la vivienda de la víctima, la calle, lugares de esparcimiento
donde se consume alcohol, otros tipos de vivienda y la vía pública. Las causas
de esta tipología, están relacionadas en el 51% por celotipia, el 33% por intolerancia,
el 12% por consumo de alcohol y en menor frecuencia se encuentra consumo de
sustancias psicoactivas y machismo.
3. Discusión
La violencia de pareja sigue teniendo una alta incidencia
en el Cesar, así lo destacó el Informe Forensis 2016, Datos para la vida,
publicación que analizó detalladamente la información estadística sobre
violencia en Colombia durante ese año, del Instituto Nacional de Medicina Legal
y Ciencias Forenses (INMLCF, 2017); este tipo de violencia se manifiesta a
través de agresiones psicológicas, físicas y sexuales o de otra índole, llevadas a
cabo de manera reiterada por la pareja, y que causan daño físico o psicológico
y vulneran la libertad de otra persona (habitualmente la mujer), hechos que coinciden
con los estudios de Cudris y Barrios (2018); Jimenez, et al. (2019); Cudris, et
al. (2020) y Fernández, et al. (2020).
Al respecto, el sistema médico legal colombiano
ha reportado desde el año 2007 al 2016, unos 527.284 casos atendidos en el
contexto de violencia de pareja. El mayor número de episodios se registró en el
2009 (61.131), con una tasa por 100.000 habitantes de 168, mostrando un
descenso hasta el 2013, año que registró el menor número de casos. La violencia
de pareja presentó un aumento del 7% en el 2016, con una tasa de 126 por cada
100.000 habitantes. El 86% fue por violencia contra la mujer con una tasa de
213 por 100.000 habitantes. El grupo de edad más comprometido fue el de 25 a 29
años (22,18%), seguido de los de 20 a 24 años (20,99%).
Los Departamentos con mayor número de casos de
violencia de pareja fueron Bogotá, (12.888); Antioquia (5.101), Cundinamarca
(4.235), Valle del Cauca (3.502), y Atlántico (2.506). Este fenómeno también se
presenta en España, como se dijo anteriormente, de acuerdo con el informe del Instituto
de la Mujer y para la igualdad de oportunidades (2010), evidenciando que las
mujeres y en especial las adultas han sido fuertemente maltratadas en ese año,
destacando además que un pequeño porcentaje adicional que también son maltratadas
y sin embargo, no tienen conciencia de tal violencia (Amor, et al., 2001).
En el Cesar durante 2016, se tienen registro de
1.061 casos (129 por cada 100.000 habitantes), las mujeres fueron vulneradas
967 y hombres, 94. Los municipios con mayores hechos se presentaron en: Valledupar
(627, de ellos 568 son mujeres); Aguachica (195, de los cuales 174 mujeres);
Agustín Codazzi (68, siendo mujeres 66); San Alberto (23 y 20 son mujeres). Lo
antes expuesto indica que, el maltrato doméstico es un fenómeno epidémico en
crecimiento, siendo la familia el foco de violencia más destacado de la
sociedad. Hecho que contrasta con estudios realizados en EEUU, donde se
encuentra que entre el 15% y el 30% de las mujeres sufren algún tipo de
agresión en la relación de pareja (Flores y González, 2015).
Según Medicina Legal, en 2016 la violencia de
pareja se presenta tanto en hombres como en mujeres, en ciclo vital que va
desde la juventud a la madurez, en una relación de convivencia de unión libre,
con un nivel educativo de básica secundaria/secundaria baja. Los factores que
desencadenan la violencia estaban relacionados con la intolerancia, machismo,
celos, desconfianza e infidelidad, presentándose dentro de la vivienda y en
espacio público (Montoya, 2017). En ese sentido, aun cuando en los últimos años
la familia colombiana ha experimentado cambios, a diversos niveles, no obstante,
y a pesar de los mismos siguen presentándose incidentes violentos entre los miembros
que la conforman, representando la mujer en el eje central de estos sucesos,
como lo referencia los acontecimientos entre 2004 y 2008 (INMLCF, 2009).
Por otro lado, el estudio muestra que, en cuanto
a la violencia contra niñas y adolescentes, la situación es preocupante a nivel
histórico en el Departamento, reportes del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar Regional Cesar, reveló que entre enero y abril
de 2014, los centros zonales que tiene esta entidad en Valledupar, Chiriguaná,
Codazzi y Aguachica, se han presentado 161 casos de peores formas de trabajo
infantil, 126 correspondientes a maltrato físico, 96 situaciones de violencia
sexual y 95 hechos de negligencia (Esmeral, 2014), considerando que estas
denuncias son las de mayor relevancia. De igual manera existe una gran
diversidad de otra clase de abusos en menor proporción.
Es de anotar que tomando como referente lo
indicado por Villa y Herrera (2015), la equidad de género debe comenzar desde
la infancia, por tal razón la violencia contra niños, niñas y adolescentes
ingresa dentro de la clasificación de violencia intrafamiliar, de hecho,
Valledupar reporta un alto índice de agresiones contra la infancia, y aunque
estas se presentan tanto en niños como en niñas, aun a esta edad se hace notable
la desigualdad y el maltrato al que son sometidas las mujeres, puesto que los
casos de violencia contra niñas son superiores a los reportados contra niños, y
muestra una diferencia entre la violencia contra las mujeres-niñas de manera
constante en los últimos tres años.
Según las fuentes consultadas, la violencia
psicológica y moral en los niños y niñas es ejercida más que todo por las
madres y trae consecuencias devastadoras en la autoestima y entorno social de
los mismos, lo que abre la puerta a la deserción escolar, comportamientos en
los adolescentes, y tendencia al suicidio en el peor de los casos (Cudris, et al., 2020; Fernández, et al., 2020).
Las estadísticas son más preocupantes, el Instituto
de Medicina Legal en los últimos cinco informes forenses, ha caracterizado la
violencia de niñas, niños y adolescentes, concluyendo que los más afectados por
la violencia son los que están en edades entre los 10 y los 14 años, con 34,5%,
seguido por el rango entre los 15 y los 17 años con 25%.
Los agresores en un 90% son familiares y los
hechos ocurren en los mismos hogares, situación que también se presenta en esta
misma población pero que son víctimas del conflicto armado y cuyos hogares
desquebrajados son disfuncionales y se exhibe violencia de alguno de los progenitores
o ambos, hacia los niños y adolescentes, dejando en evidencia la baja cohesión
familiar, poca adaptabilidad, familias desligadas, que no se interesan por
promover la autonomía de sus miembros tampoco en apoyar las metas de los mismos,
de tal manera que no las perciben como metas familiares, afectando la salud
mental en esta población (Cudris, et al., 2019a; Cudris, et al., 2019b; Jimenez,
et al., 2019).
En cuanto a la violencia intrafamiliar, Medicina
Legal reportó que de 44.228 casos en 2014 se incrementó a 49.712 en 2016,
siendo las niñas entre 0 y 18 años las víctimas que han venido en aumento. Asimismo,
las mujeres entre 20 y 29 años aparecen como aquellas que más riesgos presentan
de ser víctimas de este tipo de violencia.
Conclusiones
En los últimos cuatro años se han presentado 5.937 casos de violencia
contra la mujer; de estos el 5% corresponde a casos de violencia contra niñas y
adolescentes, 1% violencia contra mujeres pertenecientes a la tercera edad, 79%
representado en violencia contra la pareja y el 15% a la de entre otros
familiares.
El mayor número de casos reportados se presenta en el Municipio de
Valledupar capital del Departamento del Cesar, esta ciudad es la que mayor
número de habitantes tiene 473.232
personas, seguido de Aguachica que se encuentra en segundo lugar. Las estadísticas reportan la más alta tasa de
casos de violencia contra la mujer en el año 2014 y la más baja en el año 2015,
sin embargo, los datos evidencia un aumento progresivo desde el año 2015 al año
2017.
Teniendo en cuenta los altos niveles de violencia en el ámbito familiar,
el rol que se le ha otorgado a las mujeres y el mayor índice de victimización,
los contextos donde se presentan estos hechos, el estado conyugal, el tipo de
escolaridad, el tipo de violencia y el tipo de agresor; se considera necesario
destacar la importancia de desarrollar investigación e intervenciones,
específicamente en temas de violencia intrafamiliar, con el fin de generar
diagnósticos que brinden información relevante para el establecimiento de
políticas públicas, que busquen mitigar y disminuir casos con este flagelo.
Es pertinente mejorar las estrategias de información, educación y
comunicación con la ciudadanía, sobre la violencia intrafamiliar, sus
generalidades y la ruta de atención a las víctimas. En ese sentido, se deben
desarrollar estrategias de promoción teniendo en cuenta la opinión pública del
país y el apartado que dictamina el Art. 5, 42 y 43 de la Constitución Política
de Colombia.
Asimismo, las entidades encargadas de recepción y atender llamados de
reportes de violencia intrafamiliar, deben mejorar la capacidad de respuesta y
atención, así como, garantizar la protección a las víctimas. Por lo tanto, es
necesario fortalecer el diseño de programas de monitoreo y seguimiento de los
casos presentados, así como la verificación del cumplimiento oportuno y eficaz
de la normatividad vigente en el país, que protege a las víctimas de violencia
intrafamiliar; para ello es indispensable el trabajo interdisciplinario e
interinstitucional de quienes reciben y atienden casos de violencia
intrafamiliar.
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* Trabajo investigativo
realizado con información suministrada por el Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses, así como por investigadores de la Fundación Universitaria
del Área Andina, Colombia.
** Psicóloga. Terapeuta
en Psicología del Instituto de Rehabilitación Integral Samuel (IRIS). Joven Investigador
de Colciencias. E-mail: kaorozco3@areandina.edu.co
*** Doctora en
Gestión de la Innovación. Magíster en Gerencia del Talento Humano. Especialista
en Gerencia del Talento Humano. Especialista en Salud Ocupacional. Psicóloga. Docente
de la Fundación Universitaria del Área Andina, Colombia. Investigador Asociado
Colciencias. E-mail: ljimenez43@areandina.edu.co
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9187-1693
**** Doctora en
Ciencias de la Educación. Magíster en Psicología. Especialista en Pedagogía
para la Docencia Universitaria. Especialista en Gerencia Pública. Psicóloga.
Docente de la Fundación Universitaria del Área Andina, Colombia. Investigador Asociado
de Colciencias. E-mail: lcudris@areandina.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3120-4757
Recibido: 2019-11-26 · Aceptado:
2020-02-11