Revista de Ciencias Sociales (RCS)

Vol. XXIII, No. 2, Abril-Junio 2017, pp. 68-83

FCES - LUZ ● ISSN 2477-9431


Escuela y trabajo entre jóvenes mexicanos: Factores que explican su ausencia, 2005 y 2015

Román Sánchez, Yuliana Gabriela *

Navarrete, Emma Liliana **


Resumen


Estudiar y trabajar son dos ámbitos atribuibles a los jóvenes; su presencia o ausencia en dichas dimensiones depende de sus características individuales, familiares y de la estructura de oportunidades que les brinde su entorno. El objetivo de este artículo es conocer los factores de corte individual y familiar que inciden en que los jóvenes mexicanos no estudien ni trabajen. Esta investigación se define como cuantitativa de tipo correlacional y comparativa, cuyo método de trabajo es deductivo. Los datos provienen de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, a partir de los cuales se estimó un modelo de regresión logística multinomial. Los resultados muestran que los varones son los que participan menos en no estudiar ni trabajar (95% menor respecto a las mujeres), pero al interior hay diferencias que resaltan: las mujeres, los jóvenes de 15 a 19 años, los de menor nivel educativo y los solteros, son los más expuestos (presentan mayor probabilidad) de ausentarse de la escuela y el trabajo. Finalmente, las características individuales de los jóvenes y las de corte familiar tienen gran influencia en su no participación en el trabajo y la escuela, así como las condiciones económicas, elementos macro estructurales y el momento en que viven.


Palabras clave: México; jóvenes; escuela; trabajo; regresión logística multinomial.


* Doctora en Ciencias Económico Administrativas. Profesora-Investigadora del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población (CIEAP-UAEMEX) de la Universidad Autónoma del Estado de México. E-mail: ygromans@uaemex.mx


** Doctora en Ciencias Sociales con Especialidad en Estudio de Población por El Colegio de México. Profesora –investigadora de El Colegio Mexiquense A.C. E-mail: enavarr@cmq.edu.mx


Recibido: 2016–12-05 · Aceptado: 2017-03-07


Study and work in young people mexicans: Factors that explain his absence, 2005 and 2015


Abstract


Studying and working are two areas attributable to young people; their presence or absence in such

dimensions depends on their individual characteristics, family and the structure of opportunities provided by their environment. The aim of this article is to know the individual and family factors that affect young Mexicans not studying or working. This research is defined as quantitative of correlational and comparative type, whose method of work is deductive. The data come from the National Survey of Occupation and Employment, from which a multinomial logistic regression model was estimated. The results show that males are less involved in not studying or working (95% less in relation to females), but in the interior there are differences that stand out: women, young people aged 15 to 19 years, those with lower education level and singles, are the most exposed (more likely) to absent from school and work. Finally, the individual characteristics of the young and the family have a great influence on their non-participation in work and school, as well as economic conditions, macro structural elements and the moment in which they live.


Keywords: Mexico; young people; school; work; multinomial logistic regression.


Introducción

Estudiar y trabajar son dos de las actividades más representativas de la población joven, ambas permiten que los jóvenes se inserten y participen en la sociedad, por lo que la presencia –o ausencia– en ellas marca, sin duda, su vida y también revela mucho de la sociedad en la que están insertos. Los jóvenes participan en el trabajo y en la escuela de manera diferente, con trayectorias y duraciones distintas; tales divergencias están dadas, por una parte, por rasgos inherentes al joven mismo, pero también por las características de su entorno social y familiar (Vargas y Cruz, 2015) así como por la dinámica económica del contexto en el que están inmersos.

Para mostrar lo anterior, en este artículo se lleva a cabo un acercamiento al universo de la población joven en México dividido en cuatro categorías: 1) los jóvenes que solamente estudian, 2) los que solamente trabajan, 3) los que estudian y trabajan simultáneamente, y 4) los que no estudian ni trabajan. Si bien se separa a la población en estos cuatro subuniversos, el objetivo de este artículo es identificar solamente para la categoría de los jóvenes que no estudian ni trabajan, los factores

de corte individual y familiar que inciden en la ausencia de estas dos actividades, para el caso de México en dos momentos distintos: 2005 y 2015, periodo que más allá de mostrar una distancia de diez años, revela una década marcada por una de las crisis financieras más graves del país: en 2009 el Productor Interno Bruto (PIB) cae a -6 por ciento y el desempleo se eleva a 5.5 por ciento.

La fuente de información fue la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de los segundos trimestres de 2005 y 2015; se realizó un análisis comparativo entre los jóvenes de 15 a 19 años, de 20 a 24 y de 25 a 29 años a partir de una regresión logística multinomial, considerando variables de carácter individual y familiar para analizar el efecto de éstas en la ausencia de los jóvenes en la escuela y en el trabajo.

Para lograr el objetivo, a continuación se realiza una sucinta revisión bibliográfica para mostrar información en torno a los jóvenes y su incursión en la escuela y/o el trabajo en México, particularmente, y en algunos otros países, posteriormente se muestran algunas cifras descriptivas para al final mostrar el modelo, los resultados y algunas conclusiones.



  1. Acerca de los jóvenes y su presencia/ ausencia en la escuela y/o el trabajo

    Los jóvenes son un grupo poblacional no homogéneo, incluso el rango etario que podría hasta cierto punto unificarlos, suele ser distinto en cada sociedad1. Sin embargo, hay dos ámbitos que suelen atribuirse a la etapa juvenil: la escuela y el trabajo, pero en qué magnitud y en qué momento los jóvenes incursionan en el mercado, o hasta qué nivel escolar logren avanzar dependerá de sus características individuales, familiares y de la estructura de oportunidades que su entorno les brinde.

    Numerosas investigaciones han estudiado a los jóvenes para conocer su situación en el trabajo y en la escuela. Unos estudios analizan particularmente la inserción al trabajo, otros más se dedican al estudio de los jóvenes en función de su ingreso al sistema educativo, algunos vinculan ambos temas y otros están interesados en la no presencia en el trabajo ni en la escuela.

    Con relación a los jóvenes y el empleo las tasas de participación juveniles reportadas a nivel mundial son de aproximadamente 50 por ciento; sin embargo, hay diferencias según regiones y países: en América Latina y el Caribe la tasa de participación juvenil (cifras proyectadas a 2015) es de 52 por ciento en promedio, mientras que en África del Norte llega a 33 por ciento y en Asia Oriental alcanza 59 por ciento (OIT, 2013).

    Dentro de este grupo de investigaciones interesadas en el vínculo de los jóvenes y el trabajo se ha demostrado de manera general, sobre todo utilizando grandes agregados de datos, que la población joven participa, en la mayoría de los casos, en empleos poco productivos, su participación se vincula con el sector de los servicios, las mujeres registran tasas de participación menores que los varones, sus prestaciones laborales –si tienen– son limitadas y aproximadamente 15 por ciento no recibe remuneración por su trabajo.

    En cuanto a su tipo de contratación, los datos revelan que son más los que no firman un contrato laboral; con relación al desempleo,


    las tasas juveniles duplican o triplican las de los adultos (De Oliveira, 2006; Camarena 2013, OIT, 2013; Chávez Galindo y Lemus, 2013; Pacheco, 2017). En suma, los jóvenes están inmersos en una dinámica de trabajo inestable y precaria en la mayoría de los países y en México específicamente2. Sin embargo, esta no es una situación únicamente mexicana, los jóvenes de muchas naciones se insertan en espacios laborales de baja jerarquía y más del 50 por ciento consiguen sólo empleos en el sector informal (OIT, 2013; Lépore y Álvarez, 2017). La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe sobre juventud, anota que en los países donde no se abata la pobreza, el problema del empleo juvenil se concentrará en la mala calidad y en el incremento del desempleo (OIT, 2013).

    La inclusión de los jóvenes al trabajo también ha sido estudiada como parte de las transiciones a la edad adulta. Por ejemplo, en un interesante artículo escrito por Pérez (2006) se analiza el efecto que tiene el inicio de la vida laboral de los jóvenes en el abandono del hogar paterno. La autora señala que a partir de las experiencias europeas y de los Estados Unidos de Norteamérica, se sabe que existe un vínculo importante entre el inicio de la vida laboral y el abandono del hogar familiar: cuando los jóvenes obtienen un trabajo suelen dejar el hogar paterno.

    En el caso de las sociedades latinas, como es el caso de México, los arraigos familiares son mayores y distintos según el género; además, los hijos suelen contribuir al sostenimiento familiar de forma importante y recurrente (Pérez, 2006). En general Pérez sostiene que en México existe una asociación importante entre el inicio de la vida laboral y la emancipación del hogar de los padres; no obstante este evento no es necesariamente un fenómeno de una sola ocurrencia, sino que existen salidas y retornos, lo que puede estar ligado a las condiciones estructurales del mercado laboral.

    Un estudio para tres ciudades latinoamericanas (Lima, Buenos Aires y Ciudad de México), dentro de la misma propuesta de las transiciones, busca identificar



    los calendarios de entrada al trabajo y de salida de la escuela en función, no sólo de las diferencias de las tres capitales, sino de los estratos sociales de los cuales provienen los jóvenes. La investigación muestra, en el caso de la entrada al mercado de trabajo, que la inserción laboral inicia más temprano en los estratos más desfavorecidos; pero existe un mayor nivel de desigualdad en la Ciudad de México, así: a los 23 años prácticamente todos los jóvenes de hogares pobres de esta ciudad ya habían iniciado la vida laboral

    –97.5 por ciento–, pero sólo lo había hecho uno de cada dos jóvenes del estrato social alto (Solís, et.al. 2008).

    Respecto a las investigaciones que estudian al joven desde el ámbito escolar, todas coinciden en señalar que existe un real incremento del nivel educativo, en donde niños y jóvenes han sido los beneficiarios principales. En el caso de México, a pesar de la ampliación y obligatoriedad de la educación primaria y secundaria todavía quedan jóvenes en condiciones de desigualdad de oportunidades educativas. Sobre esto, Mier y Pederzini (2010) mostraron cómo la diversidad y la inequidad marcan diferencias en la deserción escolar temprana. La localidad de residencia, muestran las autoras, es un factor definitorio: las áreas urbanas ofrecen mayores oportunidades a los niños y jóvenes en comparación con las áreas rurales; por otra parte, se encuentra lo que consideran el clima educativo en el hogar, es decir: el nivel educativo de los padres influye en el logro educativo de los menores.

    Con relación a la educación media superior y superior, los estudios de Aboites (2013) muestran que persiste todavía un grupo de jóvenes que sigue estando excluido de la escuela; él disecciona el dilema de los exámenes únicos que provocan no sólo un fuerte proceso de exclusión para un grupo importante de población joven, principalmente los de estratos más pobres, sino, incluso desigualdades de género. El autor cuestiona cómo a pesar de que la educación media superior es un derecho constitucional, no todos pueden ingresar a ella.


    Lo que acontece con la educación superior es todavía más evidente cada fin de año escolar, cuando contingentes de jóvenes que no logran ingresar a las universidades públicas visibilizan la poca oferta educativa gratuita que existe en el país. Según cifras mostradas por Guzmán (2013), la tasa de cobertura de educación superior en América Latina para 2011 (considerando jóvenes que realizan estudios de licenciatura, especialidad, maestría y doctorado) fue de 42.3 por ciento en toda la región, en Puerto Rico alcanzó en ese año 86.2 por ciento, mientras que la de México llegó a sólo 28.8 por ciento.

    El vínculo escuela-trabajo también ha sido un tema referente entre los estudiosos de la población juvenil. Esta relación que por años pareció inseparable, tiende a divorciarse dadas –por una parte– las dificultades en la generación de empleos en general y en México en particular, y –por otra– la demanda creciente de jóvenes con escolaridad elevada que intentan insertarse al mercado laboral y que enfrentan problemáticas distintas, en tanto sus opciones laborales suelen no estar acordes –dada su formación educativa– con los puestos que se ofrecen en el mercado (Navarrete, 2013).

    La relación escuela-trabajo desde los procesos de transición a la adultez, ha sido analizada para distintos espacios. Solís, et.al (2008) presenta para Buenos Aires, Lima y la Ciudad de México las diferencias entre el calendario e intensidad de la salida de escuela y la entrada del trabajo entre las ciudades, la investigación revela que si bien los contextos de oportunidades que otorgan las ciudades dan algunas explicaciones, son los estratos económicos y el sexo del joven las variables que desencadenan las mayores diferencias: los estratos más pobres y las mujeres presentan: abandono temprano de la escuela, e inserción laboral limitada o en espacios muy precarios. Continuando con la perspectiva del curso de vida, la transición de abandono escolar ha sido ampliamente estudiado, para México por ejemplo –caso que se analiza en este documento–, Pérez (2012) muestra que son los varones y la población con más recursos la que



    suele permanecer más tiempo en la escuela.

    Otro elemento importante referido cuando se estudia el vínculo de la escolaridad y el empleo es el ingreso percibido que, tal parece, poco tiene que ver con el nivel escolar adquirido. Al respecto, Chávez y Lemus (2013), en su estudio para México, revelan que prácticamente todos los jóvenes que trabajan y han alcanzado estudios de nivel medio superior y superior recibe un ingreso similar al obtenido por los que tienen menor escolaridad.

    Con este breve paso por la literatura, se desea mostrar que el conocimiento e interés en estudiar a los jóvenes en cuanto a su asistencia a la escuela y al trabajo existe; sin embargo, hay un grupo juvenil que tiene que ver con la inactividad laboral y con el abandono escolar: los llamados ninis. Este grupo empezó a analizarse en Gran Bretaña desde la década de los ochenta, aunque hoy se ha convertido en una población de interés en toda la Comunidad Europea y a nivel mundial. Se sabe que no todos los jóvenes entrarán a esta condición, que hay algunos que tendrán más probabilidad de formar parte de este grupo, como los que proceden de hogares de padres o abuelos migrantes, o que han tenido que abandonar la escuela antes del nivel de secundaria o sufren de alguna discapacidad (Eurofound, 2012).

    El estudio de este grupo de jóvenes que no estudia ni trabaja es relevante debido a las condiciones adversas que pueden darse al no cumplirse las etapas básicas de formación, y al no lograr una incorporación en el mercado. Si la escuela y el trabajo son dos de las actividades mediante las cuales los jóvenes logran insertarse a la sociedad, esta doble exclusión que hoy los pone en evidencia, a futuro les cerrará alternativas y los colocará en riesgo para lograr su integración social y para consolidar su ciudadanía (Saraví 2009; Rodríguez, 2012).

    Si bien, el grupo de los ninis está conformado por jóvenes que como rasgo principal no estudian y no trabajan, no es totalmente claro quiénes específicamente lo conforman. Por ejemplo, Bolaños (2016) incluye en este grupo a los que buscan trabajo, cuando según Navarrete et al., (2017) afirman


    que la búsqueda de trabajo –por definición– los incluye en la Población Económicamente Activa, por lo que no deberían conformar el grupo. Intentando ubicar todas las posibles definiciones encontradas en la bibliografía, Navarrete et al., (2017) realizan una clasificación conformada en tres subgrupos: a) los que no estudian, no trabajan pero buscan trabajar; b) los que no estudian, no trabajan, no están discapacitados, no buscan trabajo pero llevan a cabo tareas al interior del hogar (este grupo es el que comúnmente ha sido analizado), y c) los que no estudian, no trabajan, no están discapacitados, no buscan trabajo y no reportan ninguna otra actividad en el ámbito doméstico. Esta propuesta permite desentrañar algunas diferencias entre ellos, pero también posibilita identificar las diferentes estructuras sociales y familiares de su procedencia, distintas entre las tres opciones.

    Ahora bien, lo que sí ha sido evidente es que este grupo se encuentra presente en todos los países. En América Latina los vemos en varios espacios, pero con magnitudes distintas: en Perú son alrededor de 11 por ciento, mientras que en Honduras, El Salvador o México alcanzan aproximadamente 25 por ciento. Existen tanto en áreas rurales como urbanas, aunque como el índice de urbanización es muy alto en la región, parecieran concentrarse en las ciudades; en general presentan promedios de escolaridad bajos y suelen ser más mujeres (De Hoyos et al., 2016).

    Cabe anotar que esta alta participación femenina se explica porque las actividades al interior del hogar que realizan más mujeres que hombres (trabajo doméstico no remunerado) son catalogadas como económicamente no productivas y al contabilizarlas formen parte de la categoría de “no trabajo”; sin embargo, se trata de actividades fundamentales para la reproducción de los integrantes del hogar y que, de incluirse en las cuentas nacionales, corresponderían –en 2015 al menos– a 24.2 por ciento del PIB en México (INEGI, 2017a). En términos de la estimación de estas tareas, los resultados de la Primera Resolución de la XIX Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET), proponen



    ampliar en las estadísticas mundiales el concepto de trabajo y hacer cuantificables las tareas vinculadas con el trabajo doméstico y el de cuidados (Florez y Pacheco, 2017). México, al haber ratificado el Convenio 160, está obligado a cumplir con los cambios solicitados por la CIET, por lo cual en poco tiempo, al menos en cuanto a su contabilidad, será posible ubicar este trabajo doméstico en la categoría de Trabajo.

    En México diversos textos han revisado la situación de los ninis. Con base en información censal, Pederzini (2011) y Tuirán y Ávila, (2012) han mostrado las diferencias y necesidad de estudiarlos a partir del sexo (mayor proporción de mujeres). Tuirán y Ávila (2012) también han mostrado las diferencias regionales (60 de cada 100 ninis vive en las ciudades) y educativas de esta población (poco más de la cuarta parte de los nini en México no concluyó la educación básica, y poco menos de la mitad la concluyó, algunos incluso han podido incursionar en el nivel medio superior).

    Utilizando modelos logísticos, Arceo y Campos (2011) han señalado con base en diversas bases de datos, que a lo largo del tiempo el porcentaje de los jóvenes en esta condición de no estudio y no trabajo no ha aumentado en el caso mexicano, al contrario, ha disminuido. Estos autores describen que entrar a esta situación de doble inactividad depende del nivel educativo alcanzado por el joven: a menor educación, mayor probabilidad de ser nini. Además, este efecto es mayor para las mujeres que para los hombres. Una de las conclusiones de su investigación es que entre la población femenina joven la decisión de dedicarse a los quehaceres del hogar (por falta de servicios de apoyo para el cuidado de los hijos) es un elemento que juega en la propensión a no estudiar ni trabajar; otro elemento fundamental es la escolaridad del jefe del hogar: a mayor educación del padre, menor probabilidad del joven de entrar a esta condición.

    Otro trabajo que estudia la situación de esta población joven es el de Vargas y Cruz (2015), quienes denominan a estos jóvenes como “completamente inactivos”. Estos


    investigadores analizan a dicho grupo juvenil con información censal de 2000 y 2010 en dos regiones de México: norte y sur. Como parte de sus conclusiones muestran la importancia del factor regional así como el lugar de los jóvenes y sus familias en la estructura socioeconómica. El breve repaso hasta aquí realizado sobre el tema de los jóvenes, la escuela y el trabajo sirve para identificar los factores que inciden en la presencia o ausencia de la población juvenil mexicana en estas dos arenas.


  2. Los cuatro universos juveniles

    La intención de este apartado es tener un panorama general de quiénes son los jóvenes de 15 a 29 años, en cuanto a las cuatro categorías que se han conformado en los dos años del estudio, se identificará cómo transformaron sus actividades y así se acercará al grupo de jóvenes de interés en este documento. En la tabla I se muestran los cambios en 2005 y 2015 de estos cuatro grupos, las diferencias son sustantivas, los cambios más importantes los tuvieron, por un lado, el grupo de los jóvenes que no estudia ni trabaja (que disminuyó 2.4 puntos porcentuales) sumándose a los que si estudian y no trabajan (que aumentó 3.7 puntos porcentuales).

    En cuanto a la variable sexo, las cifras de la ENOE señalan que las diferencias porcentuales entre hombres y mujeres provienen de la participación o no en el trabajo, es decir: cuando los jóvenes no estudian y no trabajan las diferencias entre hombres y mujeres es mayor (al menos 14 puntos porcentuales). En esta categoría las mujeres tienen mayor presencia. El mismo comportamiento se presenta en la categoría de sí estudia y no trabaja aunque la brecha se reduce. Un comportamiento inverso se presenta cuando los jóvenes no estudian pero sí trabajan, en donde los hombres tienen mayor participación. Lo mismo sucede en la categoría sí estudia y sí trabaja, pero la diferencia entre hombres y mujeres es menor a dos puntos porcentuales (ver tabla I).



    A lo largo del tiempo se aprecia que el grupo que presenta la mayor disminución es el de las mujeres que no estudian ni trabajan, ellas, de estar completamente inactivas en 2005, pasan en 2015 –aunque en porcentajes bajos– a insertarse a la escuela. Parece que para la población femenina el ámbito privado, del hogar, tiende a rezagarse y dar paso al ámbito escolar en el lapso de estos diez años. Con una mirada temporal se percibe que para ambos sexos –aunque ligeramente más para los hombres– los jóvenes que entraron a estudiar se incrementaron en mayor medida que aquéllos que se insertaron al mercado laboral. En este sentido, los hombres incrementaron

    2.31 puntos porcentuales en la categoría de sí estudia y no trabaja, mientras que las mujeres sólo lo hicieron en 1.4 puntos porcentuales.

    Por grupo de edad, la tabla I revela algunas consideraciones importantes con respecto a los tres grupos etarios analizados


    (15-19, 20-24 y 25-29), las cifras indican que cuando aparece la posición de sí estudia, la edad del joven juega en sentido inverso: se evidencia lo esperado, a mayor edad, menor involucramiento en la escuela (sin considerar si trabajan o no lo hacen).

    Durante la década analizada, por grupos de edad se observa un aumento en las edades de 15 a 19 años de los jóvenes que sólo trabajan en detrimento de aquellos que sólo estudian; mientras que en los otros grupos de edades (20-24 y 25 -29) se presenta un comportamiento inverso, es decir, aumentó la proporción de los jóvenes que sólo estudian en disminución de los que sólo trabajan. Con esta revisión descriptiva, se observa que los cambios porcentuales de 2005 a 2015 ocurren principalmente para los grupos de mayor edad y para las categorías que involucran la inserción en el empleo.

    Tabla I

    Distribución de los jóvenes según categoría y características sociodemográficas,

    2005 y 2015


    2005 2015

    Edad quinquenal

    Sexo

    Variable



    Total

    No trabajan No trabajan Sí trabajan Sí trabajan

    5,696,587 6,852,447 12,295,225 2,093,793 26,938,052

    No trabajan No trabajan Sí trabajan Sí trabajan

    5,642,011 8,760,946 13,325,014 2,368,209 30,096,180


    21.10%

    25.40%

    45.60%

    7.80%

    100.00%

    18.70%

    29.10%

    44.30%

    7.90%

    100.00%

    Hombres

    2.4%

    11.80%

    28.70%

    4.70%

    47.70%

    2.21%

    14.11%

    28.58%

    4.79%

    49.68%

    Mujeres

    18.70%

    13.60%

    16.90%

    3.00%

    52.30%

    16.54%

    15.00%

    15.69%

    3.08%

    50.32%

    15-19

    6.0%

    19.20%

    9.90%

    4.00%

    39.30%

    4.69%

    21.56%

    7.3%

    3.60%

    37.18%

    20-24

    7.40%

    5.40%

    16.90%

    2.70%

    32.40%

    7.01%

    6.47%

    17.1%

    3.01%

    33.56%

    25-29

    7.70%

    0.80%

    18.80%

    1.00%

    28.40%

    7.05%

    1.07%

    19.9%

    1.26%

    29.27%

    Unión libre

    4.6%

    0.2%

    5.7%

    0.1%

    10.7%

    6.37%

    0.45%

    9.03%

    0.32%

    16.18%

    Separado(a)

    0.3%

    0.0%

    0.9%

    0.0%

    1.3%

    0.29%

    0.04%

    1.02%

    0.07%

    1.42%

    Divorciado(a)

    0.0%

    0.0%

    0.2%

    0.0%

    0.3%

    0.03%

    0.01%

    0.15%

    0.01%

    0.20%

    Viudo(a)

    0.0%

    0.0%

    0.1%

    0.0%

    0.1%

    0.03%

    0.00%

    0.08%

    0.00%

    0.12%

    Casado(a)

    8.7%

    0.4%

    11.6%

    0.5%

    21.1%

    5.75%

    0.34%

    8.45%

    0.34%

    14.89%

    Soltero(a)

    7.5%

    24.8%

    27.1%

    7.1%

    66.5%

    6.27%

    28.27%

    25.53%

    7.12%

    67.19%

    Sin escolaridad

    1.20%

    0.00%

    1.10%

    0.00%

    2.40%

    0.47%

    0.03%

    0.45%

    0.01%

    0.96%

    Primaria

    7.2%

    0.90%

    11.50%

    0.50%

    20.00%

    3.39%

    0.68%

    6.17%

    0.21%

    10.45%

    Secundaria

    8.10%

    10.10%

    17.00%

    2.20%

    37.40%

    8.78%

    11.06%

    16.40%

    1.83%

    38.08%

    Medio Superior

    3.80%

    9.60%

    10.70%

    2.80%

    27.00%

    4.96%

    6.09%

    13.69%

    2.87%

    27.61%

    Superior y posgrado

    0.80%

    4.80%

    5.30%

    2.30%

    13.20%

    1.16%

    6.09%

    7.57%

    2.94%

    17.75%

    No estudian y Sí estudian y No estudian y Sí estudian y

    Total No estudian y Sí estudian y No estudian y Sí estudian y


    Total



    Nivel escolaridad

    Estado conyugal

    Fuente: Elaboración propia con base en ENOE, 2005 y 2015.



    Con relación al estado conyugal de los jóvenes se evidencia que durante los años del análisis disminuyeron los matrimonios y aumentaron las uniones libres, pero también se aprecia que en 2005 la presencia de jóvenes casados duplica a la de los de unión libre en la categoría de no estudia y sí trabaja; mientras que para estos últimos, los de unión libre, aumentaron su presencia en la de no estudia y no trabaja, situación que se invirtió diez años después; no obstante, para el año 2015 el comportamiento se invierte, aunque la diferencia es menor; en otras palabras, los jóvenes en unión libre tuvieron mayor presencia en la categoría no estudia y sí trabaja; lo anterior hace pensar que la formalidad o institucionalidad en las relaciones conyugales no implica necesariamente mayor presencia de los jóvenes en el mercado de trabajo (tabla I). En cuanto a los solteros, en 2005, ellos tuvieron más presencia en la categoría de sólo trabaja, situación que cambió en 2015, donde se observa que los jóvenes sin compromisos derivados de la unión se dedican más a estudiar. De tal manera que la información indica que la mayor proporción de los solteros sólo realizan una actividad: estudiar o trabajar, en otras palabras, cuando los jóvenes sólo estudian (categoría sí estudia y no trabaja) su participación asciende a 28.2 por ciento; mientras que cuando sólo trabajan (categoría no estudia y sí trabaja) la presencia es uno de cada cuatro, cifras para el año 2015.

    Al revisar de manera general el nivel escolar de los jóvenes de 15 a 29 años los estudios de secundaria (9 años de escolaridad) es en donde los jóvenes tienen mayor presencia; pero en tan solo diez años, los que alcanzaron el nivel superior y posgrado se incrementaron. Con respecto a las cuatro categorías de análisis resalta que, entre los que sólo trabajan, la escolaridad es más elevada en 2015 que en 2005, lo que parece sugerir que abandonaron más tarde la escuela, y entre los que no estudian ni trabajan se percibe, por un lado, que los que sólo obtuvieron estudios de nivel primaria disminuyeron en el tiempo, pero aumentaron los jóvenes que tienen mayor escolaridad. En otras palabras, durante la


    década 2005-2015 aumentó la proporción de jóvenes con mayor escolaridad tanto en la categoría no estudia y sí trabaja como en la de no estudia y no trabaja, pero el aumento fue más pronunciado para el primer grupo (tabla I). En la condición de no trabaja ni tampoco estudia, los datos sugieren que abandonaron (o concluyeron) la escuela con niveles mayores de escolaridad (nivel superior o posgrado).

    Hasta aquí se ha visto a los jóvenes de las cuatro categorías en función de algunas características individuales y cómo van cambiando en la década analizada. En el siguiente apartado, con la estimación de un modelo de regresión logística multinomial, se analiza a los jóvenes que ni estudian ni trabajan para ambos años de análisis. La intención, como se mencionó al inicio, es estudiar a este universo de población en doble desventaja, es decir que no están insertos en ninguno de los medios de socialización y participación juveniles más importantes: la escuela y/o el trabajo.


  3. Estrategia metodológica

Esta investigación se define como cuantitativa de tipo correlacional y comparativa, cuyo método de trabajo es deductivo. Los datos provienen de la ENOE a partir de los cuales se estimó un modelo de regresión logística multinomial cuyo tamaño de muestra asciende a 84,114 casos de 26,938,052 jóvenes mexicanos en 2005 y 101,145 de 30,096,180 personas de 15 a 29 años para el año 2015.

En el modelo de regresión logística multinomial la variable dependiente (Y) constituye el universo de los jóvenes por medio de una variable de escala nominal con cuatro categorías, mismas que son mutuamente excluyentes: 0 cuando la población joven solo trabaja, 1 cuando la población joven ni estudia ni trabaja. 2 cuando la población joven estudia y no trabaja y 3 cuando la población joven estudia y trabaja. Mientras que las variables independientes fueron: el sexo, la edad, la escolaridad, el estado civil del joven; así como el tipo de jefatura del hogar, la escolaridad



del jefe, su edad, el sector económico donde se ubica su trabajo, la posición y la jornada laboral. El modelo de regresión logística multinomial tiene la siguiente expresión matemática.


;


Para toda categoría m=0 hasta J. En este caso J=3.


Cabe resaltar que el modelo de regresión logística se estimó en Stata versión

133. Se revisan en adelante los resultados de la regresión logística multinomial relativos a la categoría de no estudian y no trabajan, teniendo como referencia a los jóvenes que sólo trabajan para finalizar con algunas conclusiones que vinculen las diferencias entre ambos.


  1. Factores determinantes para no estudiar y no trabajar


    Trabajar o no trabajar, dedicarse a estudiar o abandonar la escuela son elementos que suponen una indudable rentabilidad económica a largo plazo (Medina et al., 2013), mismos que tienen mucho que ver, en un inicio, con los entornos individuales y familiares. En este documento se parte de que al interior de las familias es donde ocurre la reproducción de la mano de obra, por lo que es ahí donde se busca paliar el deterioro de las condiciones de bienestar.

    En este entendido, las características de cada unidad serán elementos clave para las actividades de sus integrantes. Así, en la presente investigación se asume que los factores que influyen en la participación laboral y en la permanencia en la escuela pueden clasificarse en individuales y familiares. La interacción de éstos da pautas que colocarán al joven en condiciones diferentes. Variables como el sexo, la edad, la escolaridad, el estado civil del joven; junto con variables


    de corte familiar como el tipo de jefatura del hogar, la escolaridad del jefe, su edad, el sector económico donde se ubica su trabajo, la posición y la jornada laboral son variables que aumentarán o inhibirán la presencia de los jóvenes en el trabajo o en la escuela, todo en función de las características macro del espacio en el que habitan, que generan o limitan oportunidades. Los casos en donde los jóvenes fungían como jefes de hogar fueron eliminados, la decisión, aunque representa un sesgo, permitió determinar el efecto de las variables individuales y familiares de manera separada. En esta situación se encontraron a dos de cada diez, con una ligera reducción para el año 2015.

    En la tabla II se muestran los resultados de los modelos de regresión estimados (2005 y 2015), exclusivamente para la población joven que no estudia ni trabaja, los que a grosso modo, permiten señalar una primera tendencia antes de pasar a la discusión. A partir de los cocientes de riesgo relativo sobre las características individuales de los jóvenes y las características del jefe del hogar se aprecia que:


    Características individuales




    Tabla II

    Cocientes de riesgo relativo de la Regresión logística multinomial, 2005 y 2015


    Variable

    No estudian y

    2005

    No trabajan

    2015

    No estudia y sí trabaja+

    Características ind


    ividuales


    Jóvenes hombres

    Jóvenes de 15-19 años+

    0.05*

    0.09*

    Jóvenes de 20-24 años

    0.42*

    0.41*

    Jóvenes de 25-29 años

    0.29*

    0.24*

    Jóvenes con estudios de hasta primaria+



    Jóvenes con estudios de secundaria

    0.80*

    0.87*

    Jóvenes con estudios del nivel medio superior

    0.68*

    0.73*

    Jóvenes con estudios de nivel superior y posgrado

    0.32*

    0.27*

    Jovenes solteros+



    Jóvenes alguna vez unidos

    1.27*

    3.69*

    Jóvenes casados

    0.30*

    0.85*

    Características de los Jefes de hogar

    Jefes de hogar hombres+

    1.96*

    2.06*

    Jefes de hogar con estudios de hasta primaria+



    Jefes de hogar con estudios de secundaria

    1.39*

    1.45*

    Jefes de hogar con estudios del nivel medio superior

    1.78*

    1.16*

    Jefes de hogar con estudios de nivel superior y posgrado

    2.19*

    1.23*

    Edad del jefe de hogar

    1.01*

    1.04*

    Jefes de hogar solteros+



    Jefes de hogar alguna vez unidos

    0.69*

    0.77*

    Jefes de hogar casados

    0.58*

    0.61*

    Jefes de hogar empleados en la agricultura+



    Jefes de hogar empleados en la construcción

    1.83

    1.23

    Jefes de hogar empleados en el comercio

    1.19

    1.11

    Jefes de hogar empleados en los servicios

    1.43

    3.41

    Jefes de hogar empleados en la manufactura

    1.21

    2.01

    Jefes de hogar que laboran menos de 35 hrs.+



    Jefes de hogar que laboran de 35-48 hrs.

    0.74

    0.91

    Jefes de hogar que laboran más de 48 hrs.

    0.89

    1.56

    Jefes de hogar que laboran sin pago+



    Jefes de hogar que laboran por cuenta propia.

    0.64

    0.95

    Jefes de hogar que laboran como asalariados

    4.47

    1.58

    Jefes de hogar que laboran como empleadores

    1.73

    1.87

    +Categoría de referencia.

    *Nivel de confianza al 95 por ciento.


    Fuente: Elaboración propia con base en ENOE, 2005 y 2015.



  2. Resultados y discusión

Tal como se mostró en los resultados antes descritos, en la condición de la doble inactividad (educativa y laboral) influyen tanto factores individuales como familiares, algunos intervienen de manera negativa mientras que otros lo hacen de forma positiva. En general, los resultados fueron los esperados y concuerdan con el análisis sobre el tema. Aquellos jóvenes de mayor edad, que están unidos o casados y que tienen mayor escolaridad son los que registran menores posibilidades de estar en la categoría de nini.

En este sentido, las cifras claramente evidencian que la edad es una variable que tiene un efecto positivo para la reducción de la presencia de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Lo anterior hace imaginar que hablar de ninis parece referirse a una suerte de enfermedad que se cura con la edad, lo cierto es que tiene que ver con las responsabilidades que están directamente relacionadas con la edad, como la unión, la reproducción y la propia emancipación.

Asimismo, los datos con respecto a la unión de los jóvenes permiten inferir que la formalización de las relaciones junto con las responsabilidades que tienen, repercute de forma positiva en disminuir la posibilidad de no estudiar y no trabajar. Aunque en 2005 se ve un efecto mayor que en 2015, se considera que esto cobra sentido si se ubica a los jóvenes a partir del contexto en el que se encuentran. Los deseos y responsabilidades juveniles existen, pero se concretan positivamente cuando hay espacios de oportunidad para llevarlas a cabo (como un mercado laboral dinámico y oportunidades educativas).

El contexto familiar en el modelo de regresión estimado permite corroborar que, como se mencionó al inicio, la vida familiar del joven tiene una influencia importante en las actividades desarrolladas por él o ella. Se puede deducir que los hogares de los jóvenes que son jefaturados por varones proveen de apoyos que pueden sostenerlos y permitirles, por un periodo, participar en la categoría de no estudian ni trabajan antes que encontrarlos sólo


trabajando; en tanto en los hogares jefaturados por mujeres, las exigencias de estas familias obligan a sus hijos a realizar alguna actividad, en otras palabras, tener menor posibilidad de no estudiar ni trabajar antes que sólo trabajar en aras de apoyar al sostenimiento del espacio familiar. De igual forma, la escolaridad de los padres tiene efectos en la participación en la escuela o el trabajo de los hijos. Tal parece que los padres más escolarizados aportaban a sus hogares y a sus hijos la posibilidad de que los jóvenes pudiesen tener un compás de inactividad, situación que para 2015 se redujo. En este último año analizado, los jóvenes – aun en condiciones de poca generación de empleos–, se insertan al mercado laboral y/o no abandonan la escuela.

Por lo tanto, los resultados muestran que la situación de no estudio y no trabajo entre los jóvenes depende de un complejo entramado de factores, que no se reducen solamente a decisiones personales. Por una parte los factores individuales (edad, sexo, estado conyugal y nivel de escolaridad) asociados a la inactividad educativa y laboral encontrados en esta investigación coinciden con otros análisis (Arceo y Campos, 2011; Pederzini, 2011; Vargas y Cruz, 2015); pero también hay evidencias de los otros factores intervinientes: el nivel socioeconómico de las familias y las características del jefe de hogar (sobre todo la escolaridad del(a) padre/madre) influyen en la inactividad de los jóvenes como también se ha mostrado en otros textos (Arceo y Campos, 2011; Pederzini, 2011; Vargas y Cruz, 2015).

Junto con esta heterogeneidad mostrada en su ausencia en el trabajo y escuela de este universo juvenil, y en función de las características propias y de las de sus familias, se observa que los cambios en el tiempo son fundamentales, pues al considerar las mismas variables en dos momentos diferentes, los resultados se transforman.

Lo anterior sugiere que los jóvenes se enfrentan a una serie de desafíos, no siempre por decisión propia, que los coloca en una situación de desventaja y vulnerabilidad en lo que se refiere a la asistencia a la escuela y el campo laboral, que trasciende más allá de la



vida personal y familiar y que tiene que ver con el contexto macro estructural del país en el que se mueven.


Conclusiones

Este documento enmarca diferentes problemáticas que enfrenta la población mexicana joven. La intención ha sido, por una parte, evidenciar la heterogeneidad de los jóvenes en México y la necesidad de cuantificarlos en función de estos dos elementos fundamentales en su trayectoria de vida: el estudio y el trabajo; y por otra, reconocer la influencia de las variables individuales, familiares y del momento en que viven en relación a su ausencia en la escuela y el trabajo.

Dentro de los hallazgos específicos se destaca la relevancia de las características de carácter individual, en particular el sexo y el nivel escolar. Mientras que de las variables de corte familiar hay tres que resultaron fundamentales: el tipo de jefatura del hogar, la edad del jefe de familia y su nivel de escolaridad. En suma, este análisis ha mostrado la influencia de diversas variables en la condición de no estudiar y no trabajar enfatizando que los aspectos personales de los jóvenes no son las únicas que intervienen sino que hay cuestiones familiares y elementos macro estructurales.

Cuando el entorno cambia, la situación de los jóvenes y las tareas realizadas se transforman, así se evidenció en el transcurso de diez años. La problemática de los jóvenes de 2015 es distinta a las de los de 2005. En el año más reciente aun los escolarizados se insertan en las filas de los que no estudian y no trabajan, y cada vez los rasgos de cobijo familiar pesan menos en la entrada a esta situación.

Es importante recalcar que este estudio analizó los factores que intervienen cuando los jóvenes no asisten a la escuela o no trabajan solo en dos momentos distintos (2005 y 2015); por lo tanto, esta situación se toma como momentánea y no como una condición permanente o estable. Se recomienda para futuros estudios analizar esta situación en


tiempo continuo, con el objeto de conocer si esta problemática juvenil es una condición transitoria o permanente. Así como incluir otras variables como el parentesco con el jefe, su posición en la familia así como el nivel socioeconómico del hogar, por ejemplo el quintil de ingreso.


Notas

1 Por ejemplo, en México el rango de juventud va de los 12 a los 29 años de edad; en El Salvador de los 15 a los 29; en Colombia es la población que tiene entre 14 y 26 años; en Costa Rica son las personas entre 12 y 35 años; en Honduras la que tiene de 12 a 30 años (Cámbara, 2016; Navarrete et al., 2017).

2 México ha pasado por procesos de ajuste y reestructuración económica sin muchos logros. Este nuevo siglo inicia con un PIB del 6.6 por ciento, para bajar a -0.2 en 2001 y a -6.1 por ciento en 2009. Su tasa de desempleo en 2000 fue de 2.2, en 2010 de

5.4 por ciento y en 2015 de 4.4 por ciento. La tasa de participación económica en 2014 fue de 60.2 por ciento, y casi seis de cada diez trabajadores laboraba en el sector informal (INEGI, 2017).

3 Se verificó el supuesto de independencia de alterativas irrelevantes. Asimismo, se comprobó que los coeficientes de las variables fueran estadísticamente significativos al 95 por ciento del nivel de confianza. También se analizó la significancia de dos variables simultáneamente y se comprobó estadísticamente si el efecto de dos coeficientes era el mismo. Los resultados permiten afirmar que el modelo de regresión logística multinomial es apropiado para los datos. El test de correlación entre las variables independientes incluidas en el modelo en donde los jóvenes eran jefes de hogar no se estimó debido a que dichos casos fueron eliminados del modelo de regresión.



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UNIVERSIDAD

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Vol. XXII, No. 2


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en abril del 2017, por la Universidad del Zulia, Vicerrectorado Académico, Serbiluz - Fondo editorial,

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