Revista de Ciencias Sociales (RCS)

Vol. XXIII, No. 1, Enero-Marzo 2017, pp. 58-66

FCES - LUZ ● ISSN 2477-9431


Neurociencia: un encuentro posible con la psicología humanística


Resumen

Coelho de López-Henríquez, Fátima Agy *

Marcos en su trabajo titulado neurociencia: Evitar del desengaño (2016) sostiene que las expectativas en cuanto a los logros que pueda conseguir la neurociencia en el estudio de los procesos mentales del hombre no han de ser en extremo ambiciosas. El presente artículo, pretende corroborar las consideraciones de Marcos (2016) en cuanto a las contribuciones de la neurociencia, junto con otras ramas del conocimiento, a resolver los enigmas de existencia humana, y que ésta no podrá sustituir, por completo, de forma solitaria, a las corrientes psicológicas tradicionales en un futuro cercano. Para lo cual se utilizó una investigación documental, basada en los fundamentos de la psicología humanística. Desde el punto de vista de la psicoterapia, aún la neurociencia tiene un terreno por ganar, pues no ha logrado explicar expresiones complejas de la persona como el amor y la consciencia. Al abordar el asunto mente-cuerpo, la metodología y la teoría, se pone en contraste lo que ha logrado la neurociencia y los enfoques humanísticos. En conclusión, se avala la tesis de Marcos (2016), proponiendo una postura interdisciplinaria con respecto al estudio de la conducta y los procesos mentales en la persona.


Palabras clave: Neurociencia; interdisciplinariedad; psicoterapia; psicología humanística; cuerpo-mente.


* Maestría en Psicología. Especialista en comunicación organizacional. Licenciada en Comunicación social. Grupo Financiero 7A Financial Group E-mail: fatimaagycoelho@hotmail.com


Recibido: 2016-07-06 • Aceptado: 2016-11-06


Neuroscience: a possible encounter with humanistic psychology

Abstract

Marcos in his work entitled Neuroscience: Avoiding Disappointment (2016) argues that the expectations as to the achievements that neuroscience can achieve in the study of the mental processes of man should not be extremely ambitious. This article intends to corroborate the considerations of Marcos (2016) regarding the contributions of neuroscience, along with other branches of knowledge, to solve the enigmas of human existence, and that it can not completely replace, in a solitary way, To the traditional psychological currents in the near future. For that we used a documentary research, based on the foundations of humanistic psychology. From the point of view of psychotherapy, even neuroscience has a winning ground, as it has failed to explain complex expressions of the person as love and consciousness. In addressing the mind- body issue, methodology and theory, contrasting neuroscience and humanistic approaches are contrasted. In conclusion, the thesis of Marcos (2016) is endorsed, proposing an interdisciplinary position with respect to the study of the behavior and the mental processes in the person


Keywords: Neuroscience; interdisciplinarity; psychotherapy; humanistic psychology; body-mind.


Introducción

El artículo que lleva por nombre Neurociencia: Evitar el desengaño, escrito por Marcos (2016), tiene como tesis señalar las expectativas exageradas que se han puesto sobre la Neurociencia como único vehículo para dar respuestas a todas las interrogantes de la existencia humana, en cuanto a la conducta y procesos mentales se refiere. El autor para sustentar dicha tesis se basa en fundamentos como lo ocurrido con el proyecto del genoma humano que no consiguió cumplir con todas las esperanzas generadas, además de la atribución reduccionista de todas las actividades del hombre, exclusivamente al órgano cerebral y también la motivación que viene dada muchas veces desde la política y los gobiernos para generar esta esperanza excesiva sobre métodos meramente tecnológicos que resuelvan los misterios de la dinámica humana.

Finalmente, reconoce a la neurociencia como una herramienta valiosa que puede realizar importantes contribuciones a la psicología y trabajar de forma cooperativa con esta, pero difícilmente pueda desplazarla en lo absoluto y quedar en sí misma como única responsable, en el ámbito de la ciencia, de resolver todos los asuntos relacionados con la mente de la persona (Marcos, 2016).

De esta forma, en el presente artículo crítico se pretende corroborar la tesis del autor desde una perspectiva relacionada con la psicología humanística. La existencia humana se muestra demasiado compleja para ser reducida solo a las actividades cerebrales, aunque estas sean de gran influencia en la conducta de las personas, aspecto que también se reconoce y considera necesario tener presente para el avance apropiado de la psicología. El humanismo entonces brinda un marco más amplio en el cual se puede entender lo vasto de la dimensión en la existencia del hombre, en la cual son muchas las aristas que tienen que ser tomadas en cuenta más allá del mecanicismo del funcionamiento neural. Se utilizarán diferentes argumentos promovidos por autores afectos a corrientes humanistas que han encontrado respuestas más satisfactorias en estos abordajes que aquellos limitados solamente a la aplicación de la tecnología, la cual soporta a la neurociencia, como por ejemplo técnicas de neuroimagen: imágenes de resonancias magnéticas, tomografía por emisión de positrones, electroencefalogramas, entre otros (Pastoriza, 2004), para conocer el funcionamiento del cerebro y las redes neurales que se configuran cada vez que el individuo realiza una actividad específica.



El objetivo es buscar un camino conciliador entre los aportes que pueden traer las prácticas mesurables y tecnológicas referidas a la neurociencia con las perspectivas del entendimiento del hombre desde su realidad subjetiva, que puede ser de utilidad para todo aquel que también comparte una visión más cualitativa con respecto a este. Aunque vincular la neurociencias con enfoques humanísticos pudiese parecer una relación sin conexión para muchos, hay propuestas para tratar de tener una visión más holística de ambos caminos y así al final del día avanzar en conocimiento útil para la psicología, con la combinación de los logros alcanzados por las diversas corrientes.


  1. Neurociencia: Un camino que no ha llevado a todas las respuestas

    Apropiadamente como lo señala Alfonzo Mario (Marcos, 2016), a partir de los años 90 del siglo pasado es cuando empieza a despertarse un recurrente interés en el estudio del cerebro humano, no solo desde la perspectiva de conocer sus disfuncionalidades, debido a accidentes y anomalías, sino en sus condiciones normales en individuos sanos. Desde entonces en el mundo ha crecido una considerable expectativa por los aportes que podrían hacer la ciencia y la tecnología al conocimiento de la conducta humana a través del funcionamiento del cerebro.

    Un ejemplo que señala el autor, referido a la expectativa desmedida sobre la solución empírica y tecnológica con respecto a los problemas de la humanidad, estuvo referido al Proyecto del Genoma Humano (PGH) que a pesar de que realizó grandes aportes al conocimiento de diversas enfermedades, no cumplió con la expectativa de ser la panacea en el ámbito médico y filosófico (Marcos, 2016). El proyecto genoma humano no solo tenía altas pretensiones en el ámbito de la medicina, sino también en aspectos conductuales del hombre: “mediante el mapeo del genoma íbamos a poder descifrar el código de la naturaleza humana y, una vez dominado ese código, íbamos a conocer los factores que configuran


    la complexión física y la personalidad, y a ser capaces de intervenir en ellos”; hoy en día gran parte de los científicos serios no tienen problema en asumir el fracaso de tan ambiciosa pretensión (Barrett et al., 2015: 72). Asimismo, el proyecto del cerebro humano (The Human Brain Project) se ha vislumbrado como la nueva apuesta de la época contemporánea que dará respuesta al gran enigma relacionado con la conducta humana; asunto que pese a los avances en la psicología y otras ciencias sociales, así como en el área tecnológica, no se ha logrado resolver del todo; acertadamente se afirma que la conducta mata y los psicólogos no han podido hacer mucho, o al menos lo que se

    espera, para evitarlo (Lipsitt, 1989).

    En este sentido, los esfuerzos por impulsar disciplinas más asertivas que se acerquen a estas respuestas, no dejan de aparecer en el panorama. De esta forma la neurociencia, cuya tarea central es explicar cómo actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para generar la conducta, y a su vez cómo estas células se dejan influir por el medioambiente condicionando el accionar de las personas (Jesell, 1997), busca tener una aproximación más válida hacia el enigma de la conducta humana como se ha mencionado anteriormente.

    Diversas ramas de la neurociencia están vinculadas al conocimiento del comportamiento del hombre; la tecnología aparece entonces como el gran aliado que aporta las herramientas para que este abordaje sea posible: la utilización de tomografías, resonancias magnéticas funcionales, y otras, como también se señaló (Marcos, 2016). Tal es el caso de la neurociencia cognitiva, la cual sostiene que “el cerebro humano está organizado en módulos funcionales discretos, sustentados por la actividad de poblaciones neuronales con localización anatómica específica, que interaccionan entre sí para originar las actividades mentales” (Escera, 2004: 141). Los avances tecnológicos están permitiendo que la Neurociencia sea cada vez más especializada en sus ramas con hallazgos más específicos sobre sus objetos de estudio.



    Sin embargo, entendiendo los límites en los que se mueve la neurociencia, y sus ramas, vale la pena preguntarse ante tanto entusiasmo sobre su alcance: ¿qué pasa con el asunto mente-cuerpo contemplado desde los orígenes filosóficos delapsicología?,¿cuál será entonces la metodología que aborde la neurociencia para el tratamiento de la conducta?, ¿qué pasa con la teoría que esta corriente pretende formular? Y, de gran importancia desde las pretensiones de la psicología, ¿qué ocurre con el abordaje neurocientífico relacionado con aquellos aspectos del hombre que escapan exclusivamente al funcionamiento del cerebro? Se tratará entonces de aproximarnos a estas respuestas, desde una postura humanística que de igual forma ha contemplado con anterioridad, a través de su desarrollo e historia, los aspectos planteados.


  2. El problema mente-cuerpo

    Javier Monserrat en su ensayo Los paradigmas de la neurociencia actual (Montserrat, 2015:19), trata de brindar una definición al término mente cuando sostiene que esta es “el conjunto de estructuras, contenidos y mecanismos físicos, biológicos y psíquicos, conscientes e inconscientes, que están en la base funcional de nuestra actividad psíquica”. Además, el autor señala que para que un cuerpo posea mente, primero debe poseer psique, referida ésta a las entidades que tienen una composición psico-bioquímica, como resultado de los procesos evolutivos del hombre para su pertinente adaptación: primero las células se formaron como estructuras físico-químicas, luego con la evolución comenzaron a contar con atributos como la asociación-percepción, la conciencia, la atención, la memoria, el aprendizaje, el lenguaje, entre otros. De este modo, una piedra, por ejemplo, no posee ni psique ni mente, pero un ser humano sí.

    Lo interesante de esta aproximación es que una vez ingresado el contenido a la mente, a través de la posibilidad que le otorga la condición de la psique, cada individuo construye “su” mente (Montserrat, 2015);


    en el sentido, de que la información que lo compone tiene un tratamiento individual determinado por lo que recibe del ambiente, las condiciones contextuales y el estado particular del individuo, este postulado encuentra entonces un escenario más cómodo en la psicología de corte humanística que tiene a la persona, en su individualidad, como centro (Hergenhaahn, 2009).

    Por otro lado, no se puede dejar de lado que si el sistema nervioso tiene una intervención esencial en procesos como la producción de la sensibilidad-conciencia, las teorías neurológicas tiene una relación estrecha con las teorías de la mente. Pero, por ejemplo, las teorías básicas de un atributo como es la conciencia, que forma parte de los procesos mentales, van a depender de la postura epistemológica sobre los hechos de frente fenomenológico, es decir, los que tienen que ver con la interpretación de la realidad de forma interna por parte del individuo y cómo son considerados por la ciencia. Estos enfoques, cada uno desde su óptica, darán una explicación sobre el sistema nervioso y su relación con la producción de la conducta (Ejemplo.: objetivismo conductista, psicología analítica, psicología cognitiva, psicobiología, neurología, y otras).

    De esta forma se puede encontrar a los afectos de una postura dualista, que entienden la separación del cuerpo y la mente, como entidades individuales con causalidades diferentes también. Tal es el caso de Sherrington a principios del siglo XX y del premio Nobel de la Paz Sir John Eccles (Montserrat, 2015) ¸este último haciendo determinantes consideraciones entre la división de cómo se comporta el cuerpo y las facultades de la mente entendidas solo en un plano humanista. En contra parte, se encuentra la postura monista fisicalista, concibiendo al cuerpo como una unidad que tiene manifestaciones, fundado en los datos objetivos de las ciencias físico- químicas, biológicas-neurológicas y objetivo- conductales (Montserrat, 2015). Incluso luego se puede hablar de la aparición del fisicalismo lógico-computacional referido a que el cerebro humano sería un “complejo computador”



    mecánico que funcionaría en conformidad con los paradigmas neurales físico-químicos de las ciencias naturales.

    De esta forma, y con este panorama esclarecido, queda en evidencia cómo la neurociencia adopta una postura mayoritariamente monista frente al problema cuerpo-mente, mientras que, desde una mirada humanista no se puede reducir la amplitud de la mente a los límites de los procesos físicos neurales que ocurren en el cerebro tendiendo más a posturas dualistas con respecto a dicho asunto. El autor señala en este sentido que las deficiencias de la postura monista fisicalista y monista lógico-computacional son las mismas: el reduccionismo del ámbito mental del hombre a cuestiones mecánicas. Entender a la persona como un “ordenador” ignora por ejemplo, la diferencia ontológica entre ambos: físico-mecánica para el segundo y biológico- sensitivo para el primero (Montserrat, 2015).

    Cuando se hace referencia a la postura monista de la neurociencia, también hay que reconocer que no todos los neurólogos la entienden como fisicalista, ya que hacen reconocimiento de una cualidad como la consciencia, por ejemplo, sino que la asumen como una misma realidad que presenta dos caras: la física y la psíquica, también conocida como la teoría de la identidad. En esta misma línea Montserrat (2015) señala que tanto el identismo como el identismoepifenomenalista presentan un serio problema teórico al tener dificultades al explicar por qué causas evolutivas se ha desarrollado la conciencia, por ejemplo, hasta lograr producir el complejo sistema de sentidos que la soporta.


  3. Abordajes metodológicos: un rompecabezas por armar

    Toda corriente psicológica debe estar provista de una metodología que abarque el tratamiento de la persona por un lado y que conlleve a la construcción de sus teorías y/o modelos; si el objetivo de la psicología es el estudio de la conducta y de los procesos mentales, parte de la contribución es ayudar a los individuos a tener las herramientas


    pertinentes con la información correcta para lidiar de la mejor manera con su propia existencia. Si se puede explicar la conducta desde sus causas hasta sus consecuencias, pero no se pueden determinar las herramientas intervencionistas que ayuden al individuo a canalizar dicha conducta, pues el trabajo quedaría a medias y los beneficios de la psicología quedarían reducidos únicamente a la tenencia del conocimiento teórico en sí mismo sin avances en la praxis.

    La neurociencia que tiene como principal inquietud, u objeto de estudio, conocer las redes neurales que participan en la propiciación de la conducta, se apoya en lo ofrecido por las técnicas cognitivistas para el abordaje de la persona desde el punto de vista psicoterapéutico y la utilización de herramientas tecnológicas referidas a la neuroimagen que le permite conocer de forma más detallada el comportamiento de la actividad neural durante una tarea específica. Además de esto entender a la mente como un conjunto de funciones que pueden ser neurológicamente ubicadas también reduce a la misma a la mera operación funcional, dejando por fuera un aspecto tan importante de la razón humana como lo es la especificación de los problemas, habilidad que no es propia de los ordenadores, por ejemplo (Barrettet al., 2015). Otro aspecto a tomar en cuenta en este abordaje Neurocientífico tiene que ver con la degeneración comprendida en los sistemas neurales complejos que refleja que el cerebro nunca repite su estado. De esta manera no tenemos una funcionalidad exacta en todas las tareas como en el caso de las máquinas. Por ejemplo, cada vez que se hace un rastreo del rostro de nuestro vecino aunque la función sea equivalente nos encontramos en un estado diferente. Los investigadores del proyecto interdisciplinar “Mente-cuerpo: Biología y subjetividad en la filosofía y en la neurociencia contemporánea”, de la Universidad de Navarra apuntan lo siguiente: “Junto con la degeneración, la multifuncionalidad socava la condición de posibilidad del funcionalismo, pues ambos hechos muestran claramente que no hay descripciones funcionales finitas que se desprendan de cualquier estructura neural”

    (Gimenez y Murillo, 2007: 627).



    Por otro lado, el humanismo desde la fenomenología tiene un alcance mayor para aproximarse y tratar la conducta en las personas en términos de los aspectos de su dinámica existencial. No en vano uno de los aportes más significativos de la psicología humanista está referido al abordaje de la psicoterapia que trajo grandes avances desde su implementación, con el aporte de sus precursores como lo fue Rogers (1944; citado por Hergenhaahn, 2009) y su propuesta de la Q-Technique para la evaluación de la eficacia de la psicoterapia en sus clientes. Hoy en día movimientos como el de la psicología positiva buscan ocuparse de aspectos tan complejos de la dinámica humana como lo es la felicidad, la resiliencia, la creatividad, y otros.

    Además de todo esto, la metodología propuesta desde el enfoque humanístico permite trabajar no solo con lo que el hombre tiene, sino con lo que el hombre puede ser y hacer, lo cual se traduce en el interés de potenciar la existencia de cada persona. Las propuestas hechas por Maslow (1954; citado por Hergenhaahn, 2009) referidas a la autorrealización, tienen un importante componente relacionado a las potencialidades de las personas que pueden ser alcanzadas en su máxima expresión siempre y cuando las condiciones del entorno colaboren con esto, tal es el caso de a mayor satisfacción de necesidades, mayor autorrealización personal (Hergenhaahn, 2009).

    Una propuesta interesante para lograr la consolidación holística en la terapia, por ejemplo, puede ser el caso de la neurofenomenología que conformaría la base de lo que se entiende como neurociencia humanística. En este sentido, David Chalmers (1995) proponía la neurofenomenología como posible metodología a lo que él consideraba como el problema duro de la consciencia, que pone en primer plano a la experiencia, y de lo cual se desprenden preguntas como

    ¿por qué son algunos organismos subjetivos ante la experiencia? Y ¿Por qué existe la conciencia sobre experiencia sensible en última instancia? A dichas interrogantes la Neurociencia en su figura tradicional no ha


    logrado darle respuestas satisfactorias. La Neurofenomenología, en cambio, entendida como una ciencia experimental basada en la fenomenología cuenta con mayores recursos para poder trabajar con estas interrogantes (Dean y Gordon, 2016).

    Un aspecto defendido desde la corriente humanista que cobra sentido cuando se analiza la complejidad del hombre es que, como los seres humanos son seres únicos no se pueden estudiar y tratar únicamente desde métodos científicos (Hergenhaahn, 2009). Es aquí cuando una metodología como la fenomenología, puede acceder a esa realidad subjetiva que determina la singularidad en cada individuo. Un ejemplo claro al cual los métodos empíricos no han podido dar una respuesta sólida, está relacionado con la pérdida del autocontrol en la persona, por ejemplo. Si bien este es el origen de muchas adicciones, y para el tratamiento de las mismas las ciencias duras sí han hecho aportes indiscutibles, atacar este origen desde un abordaje médico o científico con un enfoque clásico y riguroso, por su parte, no ha brindado los resultados esperados; es así como Weinberg (2013) propone un tratamiento de corte post-humanístico para resolver las problemática relacionadas con el autocontrol de forma preventiva.

    Desde la época de Galileo hemos heredado la tentadora tendencia a reducir lo psicológico a lo biológico, y finalmente solo a lo físico y a lo químico, por lo cual se hace necesario trascender a lo puramente fisicalista para contemplar toda la complejidad del ser humano, ya que resulta ilógico los abordajes reduccionistas en términos de la conciencia, por ejemplo como se ha señalado (Dean y Gordon, 2016).

    De esta forma la metodología que contempla la neurología entonces no puede acceder a todas las dimensiones que comprende la existencia humana. Si bien el conocimiento que aporta es de gran importancia, para el estudio de la situación y se apoya en métodos interdisciplinares para el avance en sus estudios (Lombo, 2015), el tratamiento, en muchos casos y en los que no hayan implicaciones psiquiátricas excluyentes,



    ameritará el apoyo de otros procesos enfocados en la realidad subjetiva de la persona. En este sentido Day (1994), presidente del Congreso de Cirugía Cerebral, afirmaba que “debemos estar conscientes que la mente y el cuerpo están conectados pero separados y que muchos padecimientos son expresiones del conflicto mental y que ninguna corrección física podrá sanarlos del todo” (Dolan, 2006:8).


  4. Posturas teóricas desde la Neurociencia y los enfoques humanistas

Si queremos remontarnos a la esencia de la metateoría que arropa a la neurociencia, sin duda se tuviese que hacer referencia a una concepción aristotélico-tomista de la realidad. Bajo estos postulados prima la experiencia sensible que permite entrar en sintonía con el método científico (Lombo, 2015). La epistemología centrada en el empirismo concuerda con el trabajo que realiza la neurología al encauzar la explicación de la conducta humana, a través de las redes neurales que la originan y determinan según sus postulados. Esto sin duda es un punto a favor para la neurociencia, ya que le permite de alguna manera labrar caminos más sólidos, en términos empíricos, que apunten hacia la consolidación de teorías, más generales y robustas, sobre la explicación del comportamiento humano en acciones bastantes específicas.

Entendiendo esto, consideramos que la limitante que presenta la neurociencia, en este sentido es que si bien puede tener una aproximación más valida hacia algunos aspectos de la conducta humana, hasta la actualidad hay otras manifestaciones más complejas que no ha logrado explicar como es el caso del amor como un sentimiento. De este modo quizás está dentro de las facultades de la neurociencia describir y explicar las conexiones neurales que se producen cuando identificamos un color con respecto a otros, pero no pueden ofrecer, hasta ahora, una ruta tan detallada del proceso que implica enamorarnos de una persona en particular y no de otra; y es aquí precisamente donde la


validez de los aportes de la neurociencia en el conocimiento del hombre, pero también se evidencia que hasta la actualidad no ha podido dar cuenta de toda la complejidad que implica la existencia de la persona.

Por otro lado, el humanismo con una base filosófica más arraigada en los principios Platónicos, entiende la realidad dentro del mundo subjetivo de cada individuo. Si bien los métodos científicos pueden encontrar cierto desinterés en estas aproximaciones, ya que se contemplan cuestiones cuya medición resulta complicada en muchos de los casos, e imposible en otros (Bunge, 2009), una óptica humanística de los asuntos del hombre permite llegar a estudiar y tratar de resolver temas de gran complejidad en el desarrollo de la persona. Asimismo, por esta naturaleza racionalista la mayoría de sus postulados derivan a una teorización intrínseca y dependiente a cada individuo, mientras que se aleja de la medición cuantitativa tan defendida por las ciencias duras. Escoger un abordaje u otro al final del día deberá depender no de quien tiene un método más rígido, sino de quien tiene una aproximación más asertiva y que ofrezca más soluciones a las problemáticas del hombre (Barnett, 2010). Del mismo modo Dolan (2006:) señala que la unificación de lo científico y lo humanístico se da cuando los individuos en su profesión se dan cuenta de los límites de su conocimiento, haciendo referencia a la honestidad que debe existir en las diferentes ramas del saber sobre lo que pueden y lo que no pueden abordar.


Conclusiones

En primer lugar, se quiere dejar claro el reconocimiento del gran aporte que ha hecho la neurociencia al avance de la psicología en términos de las explicaciones apropiadas que se han brindados con respecto a la conducta del hombre en algunos aspectos, asimismo también se considera que su colaboración con otras corrientes de la psicología como es el caso de la psicología cognitiva por ejemplo, brindará un futuro con herramientas muy eficaces para que el hombre encauce



sus respuestas conductuales a su bienestar en situaciones determinadas. Se cree firmemente en la vigencia de los avances neurocientíficos y estamos seguros de que seguirán hallando más caminos certeros en el conocimiento del hombre en algunos aspectos.

Sin embargo, se resalta la idea de Alfredo Marcos referida a que la utilidad de la neurociencia estará en su trabajo colaborativo y no en su funcionamiento aislado y divorciado de otras corrientes en el ámbito psicológico de enfoque más cualitativo. En este sentido, por ejemplo se insiste en que los mecanismos de sincronía neural son necesarios para la generación de estados subjetivos, pero no dan cuenta de cómo estos se manifiestan en cada uno de nosotros. Se rescatan entonces con los argumentos expuestos de manera sustentada, que hasta la actualidad la neurociencia no ha podido dar cuenta de todos los aspectos de la conducta y la mente del hombre, por lo que su trabajo tendrá que seguir siendo de apoyo a otros enfoques.

La buena noticia es que la neurociencia, en su carácter de conectar diferentes disciplinas para su progreso, se ha comenzado a plantear cuestiones referidas a quién es el hombre en un sentido más profundo, abriendo paso al trabajo colaborativo con ciencias no experimentales como pueden ser las corrientes de corte humanista. Es entonces cuando la tesis, y avalando lo propuesto por Alfredo Marcos de un trabajo mancomunado entre lo que ha desarrollado la psicología hasta ahora con los avances neurocientíficos, es el modo en que se conseguirán aciertos más satisfactorios en el camino de la búsqueda de la verdad del hombre.

Reducir a la persona al órgano cerebral únicamente o la mente a lo que “el cerebro hace”, deja por fuera muchas de las actividades y facultades que hacen de los seres humanos una especie única. Si partimos de la premisa de que el cerebro no es el que “piensa”, y en este se centra el estudio de la neurociencia, ¿cómo entonces podrá dar respuesta a este proceso en todas sus dimensiones? Quizás una respuesta cercana a este dilema sea la consolidación de la propuesta Neuropsicológica, tal como ya


lo asomaba Mario Bunge décadas atrás, en la cual el elemento de la interdisciplinaridad tome más protagonismo que el trabajo aislado de cada una de las ciencias; o incluso de una neuropsicología humanística como se promovió a lo largo de este artículo.


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Vol. XXII, No. 1


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en marzo del 2016, por la Universidad del Zulia, Vicerrectorado Académico, Serbiluz - Fondo editorial,

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