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Carlos Ramos Maldonado
Quórum Académico, Vol. 22, Nº 2, Julio - Diciembre 2025, Pp. 63-94
como ya se dijo, algunas veces por imposición bajo amenazas, otras por
autopresión provocada por hostilidades encubiertas y, también, la menor de
las veces, por mera colaboración, afectando la visión del ambiente tangible.
La presión externa individual o grupal perturba la impresión que un sujeto
desprevenido puede denir sobre la realidad5.
Un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH, 2013)
es contundente al respecto: maniesta el poder del paramilitarismo o la
guerrilla en sus respectivas zonas de inuencia por aquellos tiempos, con
“tentáculos” en todas partes, promoviendo entre la gente conversaciones
y actitudes alienadas proclives a la desconanza, sumisión, indiferencia y
desarraigo, por un lado, y, por el otro, exclusión, irrespeto y odio. Peor aún,
algunos programas de emisoras comunitarias que se mantuvieron al aire
con intención de solidaridad a la presencia subversiva armada, replicaban
con sentido coloquial ese lenguaje para legitimar comportamientos que
promovieran anticultura de paz6.
Por su parte, en “Psicología de las masas y análisis del yo”, Freud (2001)
arma que cuando existe ruptura entre la relación poder/individuo y se
genera desconanza entre ambas partes, el individuo tiende a juntarse con
sus pares para establecer causa común, o también puede aislarse de ellos
porque en contraste le generan didencia. En otras palabras, lo colectivo,
que no implica siempre multitud, tiende a disgregarse. Rotos así los lazos
recíprocos, surge un miedo inmenso e insensato, que también se puede volver
colectivo entendiéndose circularmente sin conexión mutua preconcebida.
Por tanto, la crítica situación social de desentendimiento local por sus
diferentes formas discursivas y de comportamiento individual y colectivo,
principalmente, luego de la rma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno
5 Aquí se puede revisar el experimento del pionero en psicología social Salomón Asch (1956), cuyo
objetivo es estudiar las condiciones que inducen a los individuos a permanecer independientes o a
someterse a las presiones de grupo cuando estas son contrarias a la realidad.
6 Sciacca (1957), en “Fenomenología del hombre contemporáneo”, establece un rango signicativo
de cultura: es aquella mediante la cual la persona busca libremente la verdad, que es hija del tiempo
(Veritas lia temporis); por tanto, lo que no es cultura formativa de toda persona en su integridad
es anticultura, que es oscurecimiento profundo de la solidaridad y de los valores humanos, aún bajo
la aparente defensa y promoción de los mismos (corrompiendo en su pragmatismo el concepto
de bienestar, suprimiendo el principio de verdad por el de utilidad, que reduce también la moral,
e instrumentalizando para nes políticos la cultura), porque ha sido suprimida la sensación de lo
espiritual, que es inmanente.