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Eugenio Sulbarán
Quórum Académico, Vol. 22, Nº 2, Julio - Diciembre 2025, Pp. 13-41
tecnológicos y sensoriales del soporte que condicionan activamente la
producción, la distribución y la recepción de los contenidos: se consideran
esenciales el tamaño y la relación de aspecto, la portabilidad, la ubicación
(pública, doméstica, personal o íntima), el tipo de interfaz (táctil, ratón y
mando/control) y el contexto de uso.
La estética audiovisual está constituida por el sistema de convenciones,
códigos y recursos formales –visuales y sonoros– que se utilizan tanto
para construir sentido, como para afectar perceptual y emocionalmente al
espectador; a causa de ello, esta práctica negocia de manera constante con
las posibilidades y limitaciones impuestas por la materialidad del soporte
(la pantalla). Este proceso de construcción/afectación nos hace pensar en
la presencia constante de un código, que Metz (2002) buscó cimentar al
analizar el lme como una gran sintagmática cinematográca, como un
sistema signicante especíco del medio, que luego deniría y clasicaría
Eco (1986).
En el mismo sentido fílmico, Benet (2004) enfatiza que la estética es
siempre el resultado de una lógica entre la tecnología disponible, las formas
de producción y los contextos de recepción. Esta idea es también actualizada
por Manovich (2005) cuando introduce los principios de ‘modularidad’ y
‘variabilidad’ para describir la nueva estética digital, determinada por la
lógica computacional de su soporte.
Ahora bien, un enfoque decisivo para comprender la estética audiovisual
como un sistema de códigos designados es el propuesto por Zettl (2017),
quien la dene como una ‘estética aplicada’, como la disciplina que estudia
los procedimientos mediante los cuales se congura y articula el material
audiovisual con el n de incidir en la percepción del receptor. Para este
autor, la estética audiovisual no es una reexión losóca abstracta, es el
estudio de cómo las dimensiones estructurales y cualitativas de la imagen
y el sonido (como la luz, el color, el espacio, el movimiento y el sonido)
se manipulan de manera consciente para estructurar la percepción, los
sentimientos del espectador e, incluso, un acontecimiento concreto.
Desde esta perspectiva, este tipo de estética se establece como un
conjunto de herramientas técnicas y narrativas que, condicionadas por la
materialidad de la pantalla, se usan intencionalmente para estructurar la
experiencia sensorial del usuario; en otras palabras, no es un ornamento,