QUÓRUM ACADÉMICO

Vol. 14 Nº 1, Enero-Junio 2017. Pp. 185-188

Universidad del Zulia


Foucault, Michel (1998). Historia de la sexualidad (tres volúmenes), Siglo veintiuno de España editores, s.a.

Madrid


Esta obra de Michel Foucault, editada por Siglo XXI y cuyo título original es Histoire de la sexualité, consta de tres tomos: l. La voluntad de saber (1. La volonté de savoir, 1976); 2. El uso de los

placeres (L’usage des plaisirs, 1976); y 3. La inquietud de sí (Le souci de soi, 1984).

Foucault utiliza métodos arqueológicos y genealógicos para develar las relaciones entre el poder, el discurso y la sexualidad. La relación con ésta última constituye el tema de la obra reseñada.

En los siglos anteriores al XVIII, “los códigos de lo grosero, de lo obsceno y de lo indecente… eran muy laxos”. Ese siglo dio comienzo a una era de represión en la práctica de la sexualidad. En la Voluntad de saber (vol. 1), el autor analiza cómo, la moral victoriana impuesta por la burguesía en el siglo XIX, “la sexualidad es cuidadosamente encerrada. Se muda. La familia conyugal se confisca”. Se impone la censura,

Durante la Edad Media, a partir del Concilio de Trento (1545-1563), la Iglesia Católica, --reafirmando que Cristo instituyó principalmente el Sacramento de la Penitencia después de Su Resurrección, un milagro mayor que el de sanar a los enfermos-- tomó control de la sexualidad por el mecanismo de la confesión, práctica que se extiende hasta nuestros días y que fuera reforzada por la Contrarreforma que induce a los fieles a la confesión anual. Según Foucault, esa práctica de implantación perversa, está dirigida desde el confesionario al logro de una sexualidad económicamente útil y políticamente conservadora. La confesión (una forma de poder) incita


a las personas a "decir la verdad" (producir conocimiento) sobre sus deseos sexuales, emociones y disposiciones. El psicoanálisis también usa esta práctica como terapia.

La historia de la sexualidad, dice Foucault, supone dos rupturas: la primera durante el siglo XVIII: “nacimiento de las grandes prohibiciones, valoración de la sexualidad adulta y matrimonial únicamente, imperativos de decencia, evitación obligatoria del cuerpo, silencios y pudores imperativos del lenguaje”. La segunda, en el siglo XX: “ …los mecanismos de presión habrían comenzado a aflojarse; se habría pasado de las prohibiciones sexuales apremiantes, a una tolerancia relativa respecto a las relaciones prenupciales o extramatrimoniales…”

El autor introduce en este tomo el concepto de biopoder, para referirse a “la práctica de los estados modernos de "explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población". Ese biopoder, señala, fue “un elemento esencial para el desarrollo del capitalismo, y facilitó la gobernabilidad” del cuerpo social. Este concepto propuesto por Foucault, es el "arte de gobernar", no simplemente a nivel de la política estatal, sino el gobierno de una amplia gama de objetos y personas, como poblaciones enteras en términos abstractos.

En el capítulo de introducción del segundo tomo de la trilogía, El Uso de los Placeres, Foucault advierte que el propósito de esta obra no es la reconstrucción de las conductas y prácticas sexuales. El proyecto, dice, era “el de una historia de la sexualidad como experiencia –si entendemos por experiencia la correlación, dentro de una cultura, entre campos del saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad”.

Para comprender cómo “el individuo moderno puede hacer la experiencia de sí mismo, como objeto de una “sexualidad”, era indispensable despejar antes la forma en que, a través de los siglos, el hombre occidental se vio llevado a reconocerse como sujeto de deseo”. En esta búsqueda, el filósofo nos remite a la antigüedad griega y greco-latina, hasta los primeros siglos del cristianismo. El Uso de los Placeres está enfocado en la forma en que la actividad sexual fue problematizada por los filósofos y los médicos en la cultura griega a partir del siglo IV a.C.. En esa época, el acto sexual estaba asociado a connotaciones positivas; el cristianismo lo asoció al pecado, la caída y la muerte.

Reseñas bibliográficas

Quórum Académico, Vol. 14, Nº 1, Enero-Junio 2017, Pp. PP 187


Foucault recurre a los clásicos griegos, Aristóteles, Platón, Jenofonte, Diógenes Laercio, Aristóteles, entre otros, para exponer el control de la sexualidad y el poder sobre si.. Advierte que entre los griegos no hay un concepto equivalente al de la sexualidad moderna. El término aphrodisia se refiere a una experiencia moral distinta de la de la carne. En el uso de los placeres, no se trata de lo que está permitido y lo que no lo está, sino en la prudencia, la reflexión y el cálculo en la forma en que se distribuyen y en que se controlan los actos sexuales. La dietética, ligada a la medicina, comprende entre los griegos la dieta de los placeres. Se entrelazan las recomendaciones sobre la alimentación, el ejercicio y la práctica sexual. Se atribuye a Hipócrates la asociación del placer sexual con una epilepsia menor.

En el aparte la sabiduría del matrimonio, Foucault examina el papel de los dos miembros de la pareja en la sociedad griega. La mujer está bajo el poder del hombre, debe darle hijos, su actividad sexual debe estar únicamente ligada a su marido y éste debe ser su compañero exclusivo. Por su parte, al hombre sólo se le prohíbe contraer otro matrimonio; es libre de tener una aventura, frecuentar a las prostitutas, puede ser amante de un muchacho, sin contar los esclavos de los que dispone, hombres o mujeres. “El matrimonio de un hombre no lo liga sexualmente”.

La pederastria entre los griegos se aceptaba entre un hombre y un adolescente ya entrado en la pubertad y no un niño. Era una práctica libre, permitida por la ley y admitida por la opinión. Se tenía como una relación “privilegiada”, en la que el hombre mayor, de formación intelectual acabada se relaciona con el más joven que necesita ayuda, consejos y apoyo. No obstante esa práctica que hoy resulta repulsiva, textos griegos del siglo IV y principios del siglo III a.C. apelan, por el lado del hombre, a cierta forma de moderación sexual.

El tercer tomo, dedicado a La Inquietud de Sí, Foucault remite a la antigüedad griega el análisis de los sueños u onirocrítica, retomada en el siglo XX por el psicoanálisis. Artemidoro, autor de La Clave de los Sueños, afirma que no ha tenido “ninguna otra actividad” sino ocuparse “sin cesar, noche y día” de la interpretación de los sueños. Este autor griego, señala Foucault, establece un paralelo entre esta técnica y la adivinatoria de los oráculos y los sacrificadores.


El matrimonio es un acto privado, dependiente de la familia y no exigía en Grecia ni en Roma la intervención de los poderes públicos. Sin embargo, en el mundo helenístico, el matrimonio va avanzando hacia el interior de la esfera pública. En este período, la reflexión sobre el uso de los placeres está ligada a la estrecha relación entre los tres dominios: sobre uno mismo, sobre la casa y sobre los demás. Los textos de la época se refieren al régimen de los placeres y recuerdan las recomendaciones de Aristóteles y Platón: “… el acto sexual, en su finalidad procreadora (que es la principal) exige muchos cuidados y una preparación meticulosa” para lograr una buena progenie. Se hacen prescripciones sobre la edad apropiada, el momento favorable y el trabajo del alma.

El alma se deja arrastrar por representaciones que le son propias y que no tienen correspondencia con el organismo. Rufo de Éfeso, médico, propone la fórmula “someter el alma y hacerla obedecer al cuerpo”.

La medicina griega y la latina tuvieron una influencia inequívoca en la época del gran desarrollo de la patología del sexo en el siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX

La naturalidad del matrimonio se fundamenta en: el encuentro para la procreación, la necesidad de prolongar el lazo para asegurar la educación de la progenie y la formulación de la familia como base para la ciudad. El hombre es conyugal y social a la vez, la relación dual y la relación plural están ligadas. El matrimonio es uno de esos deberes por los cuales la existencia particular toma valor para todos. El placer debe estar subordinado a las obligaciones conyugales y a las ciudadanas.

Éste trabajo de Foucault es una de esas obras satisfactorias que dejan al lector insatisfecho e inducen una segunda o tercera lectura.

Ana Irene Méndez


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en junio de 2017, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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