Revista de Ciencias Humanas y Sociales
© 2023. Universidad del Zulia
ISSN 1012-1587/ ISSNe: 2477-9385
Depósito legal pp. 198402ZU45
Portada: S/T. De la serie “RETORNO”.
Artista: Rodrigo Pirela
Medidas: 60 x 60 cm
Técnica: Mixta/Tela
Año: 2009
Año 39, Regular No.100 (2023): 215-233
ISSN 1012-1587/ISSNe: 2477-9385
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.7637517
Recibido: 25-11-2022 Aceptado: 09-12-2023
Grandes invenciones y revoluciones en la innovación
tecnológica, educativa y comunicativa: Perspectiva
histórica
Hugo Enrique Méndez Urdaneta
Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB),
Venezuela
ORCID: 0000-0002-6292-2604
hugoemendez21@gmail.com
Luis Enrique Romero Neces
Universidad del Zulia (LUZ), Venezuela
ORCID: 0000-0001-7089-8475
luiseromero7@gmail.com
Resumen
Esta investigación reflexiona sobre algunos cambios de importancia
en lo que respecta a las más grandes invenciones y revoluciones en la
innovación tecnológica, educativa y comunicativa. Asumiendo como base
la perspectiva de la investigación cualitativa, se plantean cuatro ideas
fundamentales sobre reflexiones teóricas estrechamente relacionadas con
la cultura oral, quirográfica, tipográfica, y la cultura de los medios
eléctricos y electrónicos. Se concluye que nuestras sociedades se han
convertido en sociedades inescuchantes debido a la vorágine de
información que emana de los diferentes medios de comunicación,
obteniendo así una galaxia electrónica donde comunicar se ha convertido
tecnológicamente fácil, pero psicológicamente difícil.
Palabras clave: Invención; Revolución; Tecnología; Educación;
Comunicación.
Great Inventions and revolutions in technological,
educational and communicative innovation: Historical
Perspective
Abstract
This research reflects on some important changes regarding the
greatest inventions and revolutions in technological, educational and
communicative innovation. Assuming as a basis the perspective of
qualitative research, four fundamental ideas on theoretical reflections
closely related to oral culture, chirographic, typographic, and the culture
of electric and electronic media are put forward. It is concluded that our
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societies have become inattentive societies due to the maelstrom of
information coming from the different media, thus obtaining an
electronic galaxy where communicating has become technologically easy,
but psychologically difficult.
Keywords: Invention; Revolution; Technology; Education;
Communication.
1. INTRODUCCIÓN
El concepto de cultura integral tiene dos acepciones: una subjetiva y la
otra objetiva. La cultura subjetiva son todos los valores, creados por el
ingenio, la inteligencia y creatividad del hombre, y que se integran a su
desarrollo y a su formación; y en este sentido tenemos valores sociales,
políticos, económicos, estéticos, éticos, científicos, etcétera. Todo lo que
forma parte en el desarrollo humano es un valor cultural. Por eso la
educación debe considerarlos todos. Para Camacho (2020) la innovación
y la tecnología a partir del siglo XX transformaron la humanidad por el
impacto y difusión de artefactos, que influyeron en el desenvolvimiento
de empresas, organizaciones y sistemas, entre ellos el educativo,
rompiendo paradigmas en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Desde
entonces hablar de educación es hablar también de tecnología educativa.
La cultura objetiva, a su vez, es el “producto”, el resultado, lo que
queda del proceso subjetivo, ingenioso, creativo e inteligente del
hombre. Ejemplos de este resultado son los libros, la pintura, la música,
los descubrimientos científicos, etcétera. Estos son los bienes culturales.
Por lo tanto, dos maneras sicas de concebir la cultura integral:
cultura objetiva, aquella que puede ser percibida objetivamente, que se
manifiestan en un determinado producto o en un servicio, en cuanto a
usos y costumbres, por ejemplo el cuadro que quedó de proceso estético;
y, cultura subjetiva la que se sitúa en un trasfondo valorativo, afectivo o
filosófico. Por consiguiente, cultura esto todo lo que el hombre hace y
todo lo que hace al hombre. Si existe algún concepto que es sinónimo de
cultura, éste es el concepto de educación.
2. BREVE
EXCURSUS
HISTÓRICO
El homo sapiens sapiens vivió en la Tierra, en la versión s
optimista, hace cincuenta mil años atrás, mientras que el primer ejemplo
documentado de escritura apareció hace sólo seis mil años, es decir, a
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mediados del cuarto milenio antes de Cristo. El crédito por inventar la
escritura es para los sumerios que se habían establecido en
Mesopotamia. La humanidad aguardó 44000 años para ver aparecer la
escritura, que cambió disruptivamente y para siempre la historia.
La historia es historia del pensamiento, es memoria de los objetos, de
las cosas, y con la invención de la escritura el hombre empezó hacer
literalmente historia. Los egipcios inventaron su sistema de escritura
alrededor de 3000 a. C., los chinos en 1500 a. C., los mayas en 50 d. C.,
los aztecas en 1400 d. C.
Desde la perspectiva de las invenciones, innovaciones tecnológicas y
comunicativas hay tres ciencias que van de la mano como hermanas y
caminan paralelamente sobre las historia del hombre y lo acompañan en
la aventura maravillosa de la creación, ellas son: las ciencias de las
tecnologías, las ciencias de la educación y las ciencias de la comunicación.
Estas reflexiones nacen de esta trilogía. El propósito de este ensayo es
el de comprender mejor y con claridad de dónde venimos y hasta donde
hemos llegado en la acelerada evolución histórica de las tecnologías de la
comunicación e información y su impacto en la educación y cultura
contemporánea. En la actualidad y según la interpretación de Palomares
(2020), se valora que la intervención educativa debe estar basada en una
metodológica comunicativa multidireccional, abierta, activa, creativa y
flexible que trasborde al alumnado en el desarrollo integral de todas sus
potencialidades.
La historia del hombre, desde el punto de vista de la innovación,
invención tecnológica y comunicativa, ha vivido tres grandes momentos
o revoluciones: la revolución quirográfica o de la escritura, la revolución
gutenberiana o tipográfica y la revolución eléctrica y electrónica.
Los académicos de los problemas relacionados con la esfera de la
tecnología, comunicación desde McLuhan hasta las Ong, desde Innis
hasta Havelock, por citar algunos nombres, han subrayado
unánimemente el hecho de que los “medios” o instrumentos, a través de
los cuales los hombres se comunican, se educan influyen en su lengua
hablada y escrita, en su modo de pensar y también, directa e
indirectamente, en la sociedad en la cual viven.
Por otra parte, Briceño-Alcaraz (2022) refiere que en la actual
sociedad del conocimiento y la información, pero también del consumo,
la desregulación y liberalización de los mercados marcó la pauta de los
comportamientos, las interacciones sociales y los gustos de los
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individuos. En la sociedad moderna del cansancio” los procesos de
globalización y las tecnologías de la comunicación convergieron para
generar una diversidad de escenarios de gran complejidad y riesgos para
las mismas sociedades occidentales y sus democracias.
Según Baldini (1995) si miramos con atención al pasado remoto, en
modo particular el pasado remoto del mundo de la tecnología, educación
y la comunicación, vemos que tres fueron las revoluciones más
importantes durante la historia, a saber: la revolución quirográfica,
después de la invención de la escritura que ocurrió en el cuarto milenio
antes de Cristo; la revolución de Gutenberiana o tipográfica, tras la
invención de la imprenta que tuvo lugar a mediados del siglo XV,
precisamente en 1452; y, la revolución eléctrica y electrónica, luego de la
invención del telégrafo en 1844 y, posteriormente, el teléfono, el cine, la
radio, la televisión y computadoras.
A la luz de las herramientas de las tecnologías de la comunicación que
se han utilizado a lo largo de la historia del hombre, podemos distinguir
al menos cuatro tipos de cultura que surgieron durante los últimos seis
milenios: cultura oral, que utiliza solo la palabra hablada para transmitir
los conocimientos; el manuscrito o la cultura quirográfica, del griego
cheir=mano y graphe=escrito, que adopta, asume la tecnología silenciosa de
la palabra que es la escritura; la cultura tipográfica, que funda la
transmisión del saber en el libro impreso; y, finalmente, la cultura de los
medios eléctricos y electrónicos, en los cuales la información se envía, de
manera siempre rápida y vertiginosa, a través de las nuevas tecnologías de
la comunicación e información (Baldini, 1995).
Sobre este particular Tapia-Carreto et al. (2022) señalan que la
comunicación responsable ofrece a las organizaciones la posibilidad de
un manejo más consciente de sus sistemas comunicativos y de sus
entornos de influencia, lo que les permite establecer un diálogo con los
públicos basado en los rasgos de la perspectiva: honestidad,
transparencia, empatía, interactividad y consistencia, situación que se
extiende hasta sus políticas internas, su cultura y su comportamiento
organizacional.
3. LA ACELERACIÓN DE LA HISTORIA A LA VELOCIDAD
DE LA LUZ
La consecuencia más notable de las revoluciones ha sido la circulación
de información a una velocidad cada vez mayor, ahora volando a la
velocidad de la luz, y a un costo menor. Además, las revoluciones en
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cuestión han transcurrido a lo largo del tiempo con ritmos cada vez más,
y sumamente, cortos y breves.
De hecho, desde la primera invención de la escritura hasta la
invención de la imprenta han pasado aproximadamente unos cinco mil
años, entre la invención de la imprenta hasta la revolución de los medios
eléctricos y electrónicos no transcurrieron ni si quiera cinco siglos. Y
partir de la II guerra mundial este distanciamiento del tiempo se aceleró a
velocidades supersónicas en tan sólo dos décadas.
De hecho, para Isaac Newton (1642-1727) el satélite artificial fue sólo
un sueño. Para Alemania, trescientos años después, fue una realidad: en
plena II guerra mundial, sus científicos diseñaron y armaron el cohete V-
2.
A partir de entonces se activó la guerra tecnológica entre los imperios
ruso y norteamericano: El 4 de octubre de 1957 Rusia puso en órbita el
Sputnik I, traducción rusa de satélite; tres años después, el de abril de
1960, los Estados Unidos lanzaron el Tiros I, y transcurridos ocho meses
estaba también en órbita el Tiros II. Diez semanas más tarde esta
potencia poseía 20.000 fotografías satelitales del planeta Tierra. Al año
siguiente el mundo vio despegar el Echo I, cuya especialidad era su poder
de reflejar microondas.
Los Estados Unidos superaban a los rusos. El 10 de julio de 1962
orbitaban el Telstar I, el primer satélite de comunicaciones. Se trataba de
un verdadero satélite de comunicaciones, pues no sólo recibía
radioondas, sino que las amplificaba antes de remitirlas. Gracias al Telstar
I y a los numerosos satélites de comunicaciones que siguieron, fue
posible comunicar fácilmente, en cuestión de segundos, a través de los
continentes y de los océanos. Hoy la capacidad de comunicación por este
sistema alcanza al mundo entero, y la Tierra es, a este respecto,
literalmente una “aldea global”.
Creció en el planeta la expectativa por el uso comercial del satélite
comunicacional. No se debió esperar mucho. El 6 de abril de 1965, los
Estados Unidos, entre aplausos, echó a los espacios el Early Bird, pájaro
madrugador, destinado al uso esperado. Era el satélite de la televisión.
Esa cronología nos asombra al decirnos que en apenas dos décadas se
había consumado la revolución técnico-humanística más sobrecogedora
del siglo XX. Se ha comentado exhaustivamente su resultado: la “aldea
global” acuñada por McLuhan. Sin embargo no se ha mencionado la
consecuencia más profunda: la vertiginosa, alucinante, aceleración de la
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historia. Contra la “aldea global" se han levantado los movimientos
regionales (narrowcasting), pero nada se puede hacer contra la velocidad
histórica. Es más: se celebra.
La historia se ha acelerado porque los espacios inmensos se han
resumido. Hoy todo está “ahí”. Desapareció el “allá”. La duración
temporal se ha comprimido en la simultaneidad. La pequeña advertencia
“en vivo” en una esquina de la pantalla de televisión anuncia la unidad
cósmica espacio-temporal. Lo que antes no se sabía nunca hoy se sabe
siempre; lo que se sabía tardíamente hoy es simultáneo. Las Tics han
triplicado ese aceleramiento. Esto acelera de manera vertiginosa la
historia.
Es más y nos asombra sobremanera pensar que desde la creación del
cohete V-2 en plena segunda guerra mundial, la puesta en órbita el
Sputnik I por parte de los rusos en 1957 y el lanzamiento del satélite
Early Bird en 1965 por Estados Unidos, hayan pasado solamente dos
décadas, solamente 20 años, y se haya concretado la revolución técnico-
humanística más sobrecogedora del siglo XX.
Ante esta vorágine acelerada de la historia y el uso de las nuevas
tecnologías y los medios de comunicación productos de las invenciones,
innovaciones a lo largo de la historia dos han sido las actitudes: los
apocalípticos y los integrados.
4. ¿LOS APOCALÍPTICOS O LOS INTEGRADOS?
Cuando ocurría una de las tres revoluciones mencionadas, los
hombres se dividían en dos facciones o ejércitos, uno contra el otro
ejército: por un lado, lo de los apocalípticos y por otro lo de los
integrados. Es decir, se dividieron entre aquellos que creían, que la
introducción de una nueva tecnología en la comunicación, ya sea la
escritura, la impresión o la computadora, solo causaría un daño
irreparable a la sociedad y a los hombres, los apocalípticos, y aquellos
que, por otro lado, afirmaron que sólo se obtendrían beneficios, los
integrados.
Tanto los apocalípticos como los integrados son, como escribe
Postman, “profetas tuertos”; solo ven lo que quieren ver sin darse cuenta
de que “toda tecnología es tanto un daño como una bendición; no es
uno ni lo otro, es lo uno y lo otro” (Postman, 1993, p. 12).
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El primer apocalíptico, después de una revolución en la esfera de la
comunicación, del que hemos recibido noticias es el filósofo griego
Platón. De hecho, fue uno de los primeros, como lo muestra un famoso
pasaje del Fedro, en notar que la escritura cambiaría las mentes de los
hombres. El alfabeto, dice en resumen Platón, dañará la memoria y
creará conocimiento falso. La claridad y la integridad, sigue diciendo, son
características de la oralidad, no de la escritura. Si bien la oralidad
proporciona a los hombres la verdad, la escritura les permite recurrir sólo
a la apariencia de la verdad. La escritura sirve para aquellos que ya saben,
pero para aquellos que deben aprender el camino real, verdadero es el
camino de la oralidad dialéctica, es decir, la enseñanza directa del
maestro.
En su opinión, entre otras cosas, el filósofo nunca debe confiar todo
lo que piensa a la escritura, sino reservar para la oralidad las cosas que
son más importantes, las más importantes para él.
El Fedro es un diálogo que nos habla, entre otras cosas, del pálido
reflejo que es la escritura cuando pretende alentar la verdadera memoria,
ha logrado, precisamente, a través de las letras, resistir al tiempo y al
olvido. Con la oralidad la palabra, el pensamiento se sembraron en la
memoria y viajaron por los aires; con la escritura y los manuscritos
germinaron en la piedra, el papiro, el papel y se propagaron por los
mares; con la imprenta florecieron, se perpetuaron, masificaron y
multiplicaron por el mundo; y, con la galaxia electrónica se
universalizaron y viajan por el espacio.
5. CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA ORAL
Durante milenios, el hombre ha transmitido su conocimiento con el
simple instrumento de su voz. La información pasó de boca en boca y
procedió a la velocidad de las tortugas.
El hombre que vive en una cultura oral primaria, es decir, en una
cultura que no conoce la escritura, no tiene documentos, solo tiene
memoria. Él solo sabe aquello que recuerda y para recordar necesita
fórmulas como ayudas mnemotécnicas. Tal hombre tiene una relación
profundamente diferente con palabras muy diferente que la nuestra, él
será más auditivo que visual.
Entre sus sentidos, el oído será considerado el más importante, en
una cultura en la que no hay textos escritos o impresos. Una cultura oral
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tiene características muy especiales que parecen decididamente inusuales
para aquellos que nos hemos formados en la galaxia Gutenberg o
aquellos que vivimos en el mundo de la palabra electrónica.
El hombre de la oralidad primaria tiene con la dimensión histórica y
con la esfera de lo sagrado, con los demás y consigo mismo, con el
lenguaje y con la poesía diferentes relaciones como los de las que tienen
los hombres en la palabra escrita. Para tratar de reconstruir el universo
cultural y comunicativo de las sociedades orales, examinaremos algunas
de sus características básicas, haciendo referencia a estudios de Ong
(1982, pp. 62-63).
a) El oído es el sentido más importante y más usado.
b) La comunicación oral privilegia la parataxis, uso dos elementos
sintácticos del mismo nivel o función, ejemplo “come y calla”. El
génesis bíblico es un ejemplo clásico.
c) La comunicación oral ama la redundancia.
d) El estilo oral privilegia el tono agnóstico.
e) La cultura oral es conservadora y tradicional.
f) La cultura oral es enfática y participativa.
g) La cultura oral es homeostática.
h) El hombre de la oralidad piensa en modo situacional más que en
modo abstracto y analítico.
En fin, las reglas o normas legales en la cultura oral no son
presentadas o formuladas nunca en enunciados universales, en principios
generales, sino a través de la creación de situaciones concretas.
6. LA CULTURA QUIROGRÁFICA O DEL MANUSCRITO
Acotábamos anteriormente que fueron los sumerios quienes a mitad
del IV milenio habían inventado la escritura cuneiforme en
Mesopotamia. Los egipcios inventaron su sistema de escritura alrededor
de 3000 a. C., los chinos en 1500 a. C., los mayas en 50 d. C., los aztecas
en 1400 d. C.
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David Diringer en una de sus famosas obras, El alfabeto en la historia
de la civilización, dijo que el alfabeto fue la invención de un solo
hombre; otros, y ONG se encuentran entre ellos, son de la opinión
opuesta, las culturas orales “no producen pensadores o inventores
individuales como las culturas donde la escritura, y en particular el
alfabeto, han sido profundamente internalizados y han colocado al
individuo en una condición de relativa independencia en relación a la
tribu”(Ong, 1970, p.51).
Independientemente de cómo sucedieron las cosas, es cierto que con
la invención de la escritura, y en particular con el alfabeto, cambia
lentamente la forma de pensar y hablar de los hombres. “La escritura, -
afirma Ong-, ha transformado la mente humana más que cualquier otro
invento” (1986, p. 119).
Mientras que Cohen (1958) ha argumentado que “la invención del
alfabeto parece corresponder a una nueva etapa en las aplicaciones de la
inteligencia del razonamiento” (p. 25).
Las características relevantes de la cultura quirográfica son numerosas,
pero las que más nos interesan aquí pueden ser enumeradas de la
siguiente manera:
a) La memoria se convierte en una reina decaída.
b) El ojo toma lentamente la ventaja sobre el oído. En este sentido
McLuhan afirma que el alfabeto fonético creó, por primera vez en la
historia de la humanidad, una “fractura entre el oído y el ojo” (1976,
p. 53).
c) El léxico inicia a ampliarse. En la cultura manuscrita se prepara el
terreno y se colocan las premisas que permiten pasar, con el
transcurrir de los siglos, de las cinco mil palabras, a lo mejor menos,
de los dialectos orales, a las 450.000 que están contenidas en el
Webster’s Dictionary o las 88.000 del Diccionario de la Real
Academia Española (RAE). Allí donde los hombres de la oralidad ven
eventos, los hombres de la cultura quirográfica aprenden a ver
principios.
d) Nacimiento de la filosofía, la ciencia, la lógica y la ética. Sin la
escritura ni la filosofía, la ciencia, la lógica y la ética no hubiese sido
posible su existencia. En ninguna cultura oral, hasta ahora conocida,
nos hemos encontrado con un proceder, razonar analítico que es
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propio de Platón y Aristóteles. La filosofía puede solamente nacer
después que el hombre haya interiorizado la escritura.
En otras palabras la ciencia y la filosofía nacieron cuando el ojo
comenzó a tener ventaja sobre el oído, cuando la escritura hizo posible la
separación entre sujeto y objeto del conocimiento.
7. LA CULTURA TIPOGRÁFICA O GUTENBERIANA
Johan Gensfleisch, mejor conocido como Gutenberg, un orfebre
disruptivo, ingenioso y tenaz, de un pequeño pueblo renano, Maguncia,
de poco más de 3000 habitantes inició en la mitad del cuatrocientos,
1440-1450, la revolución silenciosa de la imprenta.
El belga George Sarton (1913), otro referente histórico de la ciencia,
definió los caracteres tipo móviles como la más grande invención del
Renacimiento.
Según McLuhan (1976), la invención de la imprenta concluye aquel
proceso de la destribalización que comen con la creación del
alfabeto. La fase tipográfica de la cultura alfabética está marcada por la
uniformidad, continuidad, repetitividad y homogeneidad. En esta fase,
los rasgos característicos de la cultura quirográfica experimentan una
acentuación notable y, a estos, se le añaden otros nuevos.
La imprenta favorece aún más la concisión, la analiticidad, la
objetividad, el pensamiento abstracto. Se acentúan los fenómenos de la
creatividad. La imprenta favorece la vista sobre todos los demás sentidos
y, por lo tanto, determina la victoria del ojo sobre el oído.
La escritura y aún más la imprenta acostumbra al hombre a mirar de
manera diferente, le enseñan a no usar ojos como órganos de tacto que
exploran las imágenes de una pieza a la vez, sino que le enseña a
enfocarse en una visión general de conjunto.
La imprenta transformó la memoria colectiva, debilitando aún más las
capacidades mnemotécnicas, pero sobre todo tuvo efectos disruptivos
sobre el idioma. En primer lugar, la imprenta contribuyó a purificar el
latín porque “ponía una comparación visual directa con los estilos de la
antigüedad en toda la rigidez” (McLuhan, 1976, p. 302).
Esto favoreció y privilegió el uso de ese estilo particular conocido
como “ciceronianismo”, que posteriormente condujo a la eliminación de
solecismos y sobre todo los “barbarismos tradicionales, que obligaban a
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los escritores a utilizar perífrasis vergonzosas para expresar una idea o
describir un nuevo objeto” (Febvre y Martin, 1992, p. 369). De esta
manera, desvió a los escritores del uso del latín provocando su muerte.
En segundo lugar, la imprenta favoreció el desarrollo de las lenguas
nacionales, pero a costa de su cristalización. Los editores, de hecho, por
motivos económicos y comerciales aumentaron la impresión de obras en
el idioma nacional, y esto se debió a que el público de las librerías era
cada vez más un público de laicos que no estaban familiarizados con el
latín sino con las lenguas vernáculas.
Antes de la imprenta, las diferencias entre el lenguaje hablado y
escrito eran mucho menos marcadas y el idioma estaba en un estado más
magmático, mas compenetrado. La imprenta, como escriben Febvre y
Martin (1992),
…desempeñó un papel esencial en la formación y normalización
de los idiomas. Hasta principios del siglo XVI, las lenguas
nacionales, que en diferentes fechas se habían impuesto en
Europa occidental como lenguas escritas y habían servido como
lenguas comunes, habían seguido evolucionando, siguiendo de
cerca la lengua hablada [...]. Después del siglo XVI, comienza a
dejar de ser así. En el siglo XVII, las lenguas nacionales se
cristalizaron un poco por todas partes. (pp. 367-68).
Además, la imprenta fue fuerza implacable de homogeneización para
la lengua. Ayudó a normalizar la ortografía, eliminando las fantasías
ortográficas de los amanuenses, así como los caprichos de los
compositores. La tipografía hizo menos fluidos los cambios a nivel
lingüísticos, pero enriqueció el léxico, valorizó las lenguas vernáculas,
pero también mató a algunas de ellas. Con la imprenta, el plagio se
convirtió en un crimen, la palabra en una mercancía y el público el nuevo
mecenas; además, la lectura se hizo silenciosa y extensa y se convirtió en
un evento privado y, con el tiempo, masivo.
Finalmente, el libro impreso favoreció el nacimiento del
individualismo y el nacionalismo y cambió la forma de estudiar y
enseñar. Los mercados, de hecho, fueron invadidos por una serie de
manuales, los más diversos, que permitieron, por ejemplo, el nacimiento
de la figura autodidacta.
En fin, la presencia de muchas copias de un mismo manual
contribuyó a la homogeneización y estandarización de los programas y
métodos educativos. “El libro portátil y uniforme, -señala McLuhan
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(1976, p. 328)-, creó el examen uniforme y centralizado”. El aprendizaje
a través de la lectura se convirtió en un elemento central del proceso
educativo de tal manera que pasó de un aprendizaje haciendo pasamos a
un aprendizaje leyendo.
8. LA CULTURA DE LOS MEDIOS ELÉCTRICOS Y
ELECTRÓNICOS
A mediados del siglo XIX, se produjo una nueva y profunda
revolución en el mundo de la tecnología, educación y
comunicación. Nos movimos lenta pero inexorablemente, de la cultura
de la tipografía a la cultura de los medios eléctricos y, posteriormente,
electrónicos. Hasta entonces, la noticia se había movido a la velocidad
del mensajero, es decir, a la velocidad de las piernas del hombre o del
caballo, de la corriente de los ríos o del viento. Todos los intentos de
transmisión instantánea de mensajes habían fracasado.
Esta realidad cambió radicalmente con el descubrimiento del telégrafo
eléctrico, debido al ingenio de un artista estadounidense Samuel Finley
Breese Morse. Precisamente en 1835, gracias a los 30000 dólares
proporcionados por el Congreso, Morse inauguró un enlace telegráfico
entre Washington y Baltimore. Y esta puede asumirse como la fecha de
inicio de la cultura de los medios eléctricos, desde esa cultura hasta la
nuestra, la tipografía ha visto fracasar su monopolio en el mundo de la
comunicación.
Fue sólo, acota McLuhan (1967),
con el advenimiento del telégrafo los mensajes pudieron viajar
más rápido que el mensajero. Antes había una estrecha relación
entre las calles y la palabra escrita. Con el telégrafo, la
información se separó de los materiales sólidos, como la piedra y
el papiro, de la misma manera que el dinero se había separado,
anteriormente, de las pieles, de los lingotes y de los metales para
convertirse en papel. El término comunicación se había utilizado
ampliamente con referencia a las carreteras, puentes, rutas
navales, ríos y los canales, antes de transformarse con la era
electrónica en movimiento de información. (p. 95).
Con el telégrafo el hombre entró sin darse cuenta en una
nueva cultura, la de los medios eléctricos y electrónicos. Ingresó en un
“mundo nuevo repentinamente hecho de instantaneidad”, un mundo
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donde “«el tiempo» ha cesado, el «espacio» se ha desvanecido. Nosotros
vivimos, ahora, en una aldea global” (McLuhan y Fiore, 1968, p. 63).
Precisamente gracias a la electricidad y a la electrónica, la Tierra se ha
convertido en una “aldea planetaria” y los sentidos del hombre se han
visto obligados a reorientarse, pasando nuevamente por el ojo, demasiado
lento para ser efectivo, al oído, pasamos del espacio visual al espacio
acústico.
Los medios de comunicación eléctricos y electrónicos han cambiado
los tiempos y las características del entretenimiento, han remodelado lo
sensorial y tienden, entre otras cosas, a modificar los procesos educativos
que habían adoptado los hombres en siglos anteriores. De hecho,
mientras el mundo de la palabra “se centra en la lógica, las relaciones de
sucesión, la historia, la exposición, la objetividad, el desapego y la
disciplina”, el mundo de la televisión, contrariamente, gira entorno “a la
fantasía, la narración, la contemporaneidad, la simultaneidad, la intimidad,
la gráfica inmediata y la rápida respuesta emocional” (Postman, 1993;
22).
En la cultura quirográfica, la lectura fue una competencia en parte
visual, ya que en privado también se leía en voz alta. Para leer había que
tener no sólo buenos ojos, sino también un excelente oído.
San Agustín en las Confesiones cita como un hecho decididamente
inusual que San Ambrosio era capaz de leer en silencio. En la
antigüedad, así como en la Edad Media, escribe Jean Leclercq, “las
personas leían no como hoy, principalmente con sus ojos, sino con sus
labios, pronunciando aquello que los ojos veían, y con los oídos
escuchando las palabras pronunciadas, oyendo lo que se denominó «las
voces de las páginas». Se trata de una verdadera y propia lectura acústica:
leer quiere decir al mismo tiempo escuchar” (Leclercq, 1957: 36).
Así como el canto, por lo tanto, la lectura requería, exigía “la
participación de todo el cuerpo y de toda la mente. En la antigüedad, los
médicos, de vez en cuando, aconsejaban a los pacientes que leyeran como
ejercicio físico a la par que el caminar, correr o jugar a la pelota”
(Leclercq, 1957, 37).
Los lectores de la cultura manuscrita procedían a la velocidad de
peatones en los caminos de la lectura por muchas razones. En primer
lugar, dado que los libros escritos a mano no fueron escritos para los
lectores, sino para los amanuenses, es decir, estaban llenos de
abreviaturas para aliviar la fatiga de los escribas. Además, la separación
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entre palabras era prácticamente desconocida, había muy pocos signos de
puntuación, la ortografía no era fija y la precisión gramatical no se tenía
mucho en cuenta. El hombre de la antigüedad y de la Edad Media, por lo
tanto, cuando leía, siendo un texto carente de elementos visuales que lo
ayudasen en la lectura, continuamente pedía ayuda a los oídos, como lo
hacemos nosotros ocasionalmente cuando nos encontramos en la lectura
de un párrafo y no podemos comprender el significado. Leer, en
resumen, fue una actividad escolar agotadora y ruidosa.
Del resto en la Regla de San Benito, leemos en el capítulo 48:
“Después de la sexta hora, una vez levantados de la mesa, descansen en
sus camas en perfecto silencio; y si alguien quiere leer solo, que lea en
modo tal que no moleste a los demás” (como se citó en McLuhan, 1976,
p. 136).
Además, los libros en la cultura manuscrita eran objetos raros, a veces
únicos. La lectura era, por lo tanto, para el lector, un privilegio, un una
actividad que se llevaría a cabo en medio de tantas atenciones, porque
esos textos raros cada vez que se usaban veían reducir, por el uso, su
propia preciosa existencia. Fue sólo con la imprenta que la lectura se
convirtió, poco a poco, en un fenómeno masivo en un hecho silencioso,
individualista, disperso y diferenciado, por ejemplo, nacieron la literatura
infantil y femenina (Steinberg, 1982: 180).
A fines del siglo XVIII, finalmente, pasamos de la lectura intensiva a
la lectura extensiva. De hecho, hasta mediados del siglo XVIII en general,
los hombres tenían muy pocos libros: la Biblia, algunos almanaques y
algunas operetas devocionales. Ellos practicaban una lectura atenta,
respetuosa, reverente e interactiva. Se trataba de una continua lectura de
los mismos textos. Pero hacia el siglo XIX este escenario cambió y los
hombres, todos los hombres, tuvieron a disposición un número creciente
de textos impresos, la lectura se hizo de esta manera extensa, desinhibida
e irreverente.
Finalmente, en el siglo XX, el lector nómada hizo su aparición, el
lector furtivo, el lector que procede probando, que ya no lee los textos en
su totalidad, sino por ensayo.
Además, con la entrada de la tecnología de la información en el
mundo de la comunicación y educación, con la creación en 1966 de la
WEB
1
, World Wide Web, o www, la forma de leer y escribir ha cambiado
1
WEB es un conjunto de documentos (webs) interconectados por enlaces de hipertexto, disponibles
en Internet que se pueden comunicar a través de la tecnología digital.
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porque la forma de los textos ha cambiado. De hecho, hemos pasado no
solo del texto físico, el libro impreso, al texto virtual de la computadora,
en el que la información se almacena en códigos electrónicos en lugar de
en signos físicos colocados en una superficie física, sino también, y sobre
todo, del texto al hipertexto
2
. Y con el hipertexto, han venido a faltar
algunas características esenciales de los textos de la cultura tipográfica.
De hecho, el libro impreso se caracteriza por la estabilidad espacial, la
fijación en el diseño, la linealidad, la unilateralidad, de un inicio y un fin
muy precisos e inmutables: eso define con precisión qué está «adentro» y
qué está «afuera», en resumen, se caracteriza por una fundamental
separación y monologicidad. Por el contario, el hipertexto presenta un
mayor dinamismo, interactividad, fluidez que el libro impreso.
En primer lugar, el hipertexto anatomiza y fragmenta los textos, es
decir, destruye la idea de un texto unitario y estable; además, debilita los
límites entre los diversos textos, fomenta entre los libros la integración
más que la autosuficiencia. Con el hipertexto, en resumen, se pierde la
estabilidad y el aislamiento físico de la tecnología del libro. El hipertexto
difumina los confines entre lo que está «adentro» y lo qué está «afuera».
El hipertexto es, de hecho, una red de textos, de los cuales no hay
centro ni periferia, ya que le permite al lector infinitas operaciones de
descentralización y re-centrado de acuerdo con sus intereses
momentáneos. Como escribe Landow (1993): “En el hipertexto la
centralidad, como la belleza y la importancia, reside en la mente del
observador” (p. 85). El hipertexto se centra más en el lector que en el
autor.
En resumen, y para ir finalizando, qué impacto han tenido estas tres
grandes invenciones, estas tres grandes revoluciones sobre nuestra
manera de pensar, de hablar, de ver el mundo? Qué implicaciones tienen
sobre nuestra cultura contemporánea?
Uno de los grandes pilares ha sido formado desde la revolución
digital. Chamba (2020) señala que además de mejorar las condiciones de
vida en una determinada sociedad también afecta el modo de percibir el
mundo; es así como el ser humano ha ido perdiendo la capacidad de
contemplar, admirar y por ende, cuestionar todo aquello que lo rodea,
2
Se entiende por “hipertexto” la mezcla de textos, gráficos y archivos de todo tipo, en un mismo
documento. El hipertexto hace su entrada triunfal, a través del internet en el cyber espacio de la
información, fundamentas en el uso de la web 1.0, 2.0, 3.0 y ahora la web 4.0.
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pues cree encontrar las soluciones a sus problemas presionando
únicamente un botón.
9. CONCLUSIÓN
En la galaxia electrónica comunicar se ha convertido
tecnológicamente fácil, pero, al mismo tiempo, también se ha vuelto
psicológicamente difícil. Nuestra cultura es una cultura en la que los
hombres están sumergidos en un diluvio de información, rumor y ruido,
es una cultura desprovista, faltantes de verdaderos espacios de silencio,
tanto que el hombre se ha convertido, para expresarlo con palabras del
escritor suizo, Max Picard, en un simple “apéndice del ruido”.
La nuestra es una sociedad, viéndolo bien, en la que todos hablan y
nadie escucha. De hecho, que no nos escuchemos, en nuestra condición
de seres “inescuchantes”, es también una forma de auto defensa. No
escuchas, o escuchas a medias para no sentirte abrumado por lo miles de
mensajes que nos inundan, desbordan y llegan continuamente de los
diferentes medios de comunicación.
Al enfrentar una tal inundación o un tal desbordamiento de
información, no deseada, la mayoría de las personas tienden a no
participar en un trabajo agotador de selección, por lo que terminan sin
escuchar ni a los mensajes banales, ni a los pocos que podrían ser
interesantes y vitales.
Pero también hay otra razón por la que no eres escuchado o
“inescuchado”. De hecho, los mensajes que nos llegan no sólo son
diluviales, sino que con frecuencia son también construidos con palabras
vacuas, fracasadas y fantasmagóricas, es decir, son “mermeladas
verbales”. De allí, que el desamor por escuchar también puede ser
alimentado por un lenguaje despreocupado, un lenguaje que sólo puede
ser padecido, soportado en la indiferencia, en la desatención.
Sobre esa vorágine de información se necesita educar al individuo
sobre las nuevas formas de comunicación que avanzan como un tsunami
indetenible para la especie humana. De allí que deben afianzarse procesos
que puedan adaptar a las sociedades a los constantes cambios que se
generan en las distintas esferas de la cotidianidad. Al respecto Martínez
Heredia et al. (2016) señalan lo siguiente:
Las transformaciones en el ámbito educativo, político y
comunicativo son de larga duración, y que no son inducibles por
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vía de la consciencia, o del discurso dirigido a la consciencia, sino
que se haría necesario generar unas condiciones de reproducción
material y cultural de los individuos, lo cual implicaría en las
Instituciones Estatales transformaciones en la interacción de las
mismas como actores políticos y en función de los sujetos que las
componen, generando innumerables expectativas…(p. 191)
La apreciación de Heredia et al. dan cuenta de la complejidad donde
se encuentran actualmente sumergidos los procesos de análisis de la
información que provienen de los diferentes entramados
comunicacionales que forman parte del día a día de los seres humanos.
Por otra parte, se hace perentorio mencionar a Maurice Merleau-
Ponty, un filósofo existencialista francés, llamado, quien ha afirmado que
hay dos tipos diferentes de palabras: palabras habladas y palabras
hablantes. Las palabras habladas, pronunciadas son las palabras del
rumor, del chisme son, para decirlo con el polaco Stanislaw Jerczy Lec,
sólo “obituarios de pensamiento”. Las palabras que hablan, por otro
lado, son las palabras que se pueden escuchar, las palabras primaverales,
festivas, preñadas de buenos deseos, luminosas, brillantes.
Como decíamos al principio, con la oralidad tanto la palabra como el
pensamiento se sembraron en la memoria y viajaron por los aires; con la
escritura y los manuscritos germinaron en la piedra, el papiro, el papel y
se propagaron por los mares; con la imprenta florecieron, se
perpetuaron, masificaron y multiplicaron por el mundo; y, con la galaxia
electrónica sus frutos se universalizaron y viajan por el espacio.
10. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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educativa. LiminaR. Estudios sociales y humanísticos, vol. XX (2),
doi.org/10.29043/liminar.v20i2.913
BIODATA DE AUTORES
Hugo Méndez Urdaneta. Personal administrativo ordinario de la
Universidad “Rafael María Baralt” (UNERMB), profesional nivel XIV.
Cursante del último semestre del Doctorado de Educación de la
UNERMB. Máster en Comunicación Social. Especialización en Manager
televisivo. Licenciado en Ciencias de la comunicación. Especializado en
Grandes Invenciones y Revoluciones en la Innovación Tecnológica, Educativa y
Comunicativa: Perspectiva Histórica
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todos los procesos de Desarrollo de Proyectos comunicacionales.
Profesor de pre y posgrado, doctorado y conferencista en materia
ambientalista.
Luis Romero Neces. Universidad del Zulia. Maracaibo. Licenciado en
Educación, Mención Idiomas modernos. Magíster Scientiarum en
Lingüística y Enseñanza del Lenguaje. Doctor en Ciencias Humanas.
Abogado. Diplomatura de e-mediador en AVA. Certificación de
competencia de e-mediador en AVA. Profesor titular de la Universidad
del Zulia. Director del Departamento de Ciencias Humanas. Profesor en
el área de Comunicación y Lenguaje de las Licenciaturas de la Facultad
Experimental de Ciencias. Profesor de Inglés a nivel de Postgrado
(maestrías y doctorados). Profesor en el área de la Antropolingüística en
la Maestría de Antropología Social y Cultural de la Facultad Experimental
de Ciencias. Profesor de UNAD, Florida.
UNIVERSIDAD
DEL ZULIA
Revista de Ciencias Humanas y Sociales
Año 39, N° 100 (2023)
Esta revista fue editada en formato digital por el personal de la Oficina de
Publicaciones Científicas de la Facultad Experimental de Ciencias, Universidad del
Zulia. Maracaibo - Venezuela
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