El claroscuro del lenguaje inclusivo 276
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
Como puede observarse, el uso del lenguaje inclusivo busca
visibilizar a esta parte de la población considerada la más susceptible o
vulnerable. Propuesta que sin duda ha sido difundida en gran medida por
el uso de la internet y de las redes sociales.
2.2. PERSPECTIVA EN CONTRA DEL LENGUAJE
INCLUSIVO
Este grupo argumenta que hay una confusión por parte de los que
promueven el uso del lenguaje inclusivo, dado que la concepción del
género gramatical y el sexo biológico de las personas son dos cosas
distintas e independientes. La gramática no observa el sexo del referente,
y aunque en muchos casos empata, este empalme no es correlativo.
El género gramatical es un rasgo formal dentro de la lengua, es
decir, es un rasgo morfológico de tipo flexivo que se establece de manera
arbitraria, el sol, masculino; la red, femenino. Este es independiente del sexo
biológico del referente, así que quienes dicen que el lenguaje es sexista lo
hace partiendo de la equiparación incorrecta, entre el género gramatical,
femenino-masculino, y la distinción conceptual hombre-mujer, varón-
hembra. “Cuando la gramtica se entiende en sus justos términos, no hay
nada de machista o discriminatorio en este uso” (ESCANDELL-VIDAL,
2019).
Par entenderlo mejor, el sexo biológico es una propiedad
conceptual de los hablantes, no de la gramatica. En otras palabras,
prototípicamente, el hablante atribuye el género femenino a todas las
palabras que terminan en -a y el género masculino a lo acabado con -o,
pero esto no quiere decir que esos morfemas sean exclusivos de estos
géneros; obsérvese que en español hay palabras que terminan en -a y
portan género masculino como mapa, tema, morfema, día, aroma, dogma, clima,
etc.; así como palabras que terminan en -o y son femeninas, mano, libido; o
incluso otras que terminan en -e, -i, -u, y toman género masculino o
femenino, el roce, la fuente, el alhel, la metrpoli, el mpetu, la tribu
(ESCANDELL-VIDAL 2019, MENDÍVIL 2020). As, “Si la -o (alumno)
evoca un concepto masculino es por los estereotipos culturales que se
permean en la lengua, no por la terminación del sustantivo. Debe
entenderse que la grafía -o no es un morfema de género masculino”
(ROCA 2005 en MORENO, s.f.: 8), sino que, según MENDÍVIL (2020)
la -o se asigna a todo nombre que no tiene definido el género en el léxico,
de ahí que no haga referencia al sexo del referente.