Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
relatos con el propósito de detectar los elementos lingüísticos que
permiten la construcción del género, del sexismo, subordinación y
estereotipo cultural femenino diseñado por el mandato patriarcal,
visibilizando el efecto que tiene en el ámbito discursivo como interacción
social para interpretar el contexto en el que se desarrolla la situación de
vida de las académicas, en medio de la pandemia por el Covid-19:
Yo tenía que hacer mi trabajo administrativo, mi trabajo de
docente, ayudar a mi hijo en su escuela, estar embarazada y
limpiar la casa, entonces para mí eso fue lo que al principio
fue muy pesado y muy desafiante ahorita puedo decir que
ya me acostumbré a estar en lo doméstico otra vez pues no
hay más quien lo haga, no le voy a decir que me encanta
limpiar la casa pero ya tenemos ciertos roles pues
obviamente con el nacimiento del nuevo bebe mi esposo
hace unas cosas yo hago otras, pero la de la carga pesada
soy yo. Los momentos que él está conmigo me ayuda, pero
pues de todas formas el lunes regresa a trabajar y todo va a
recaer en mí otra vez y recién tengo días con el nacimiento
del bebé (UANL, 34 años).
Mediante el uso de los verbos de acción (hacer, ayudar, estar ) se
da a conocer esta diferenciación de la que habla LAMAS (2007), cuando
dice que “en todas las culturas, la diferencia sexual aparece como el
fundamento de la subordinación o de la opresión de las mujeres” (2007,
p. 4), pues en este comentario se presenta un juego discursivo en las que
ser hombre se manifiesta como una ventaja (“me ayuda”, “no le
corresponde hacer”) y, por el contrario, ser mujer (rol normalizado “estar
en lo doméstico”), es un rol por ser madre y cuidadora, no importa la
jerarquía que se tenga en lo laboral, la casa es su destino:
Mi marido da por hecho que no trabajo por el hecho de
estar en la casa, o sea, ahora que nos mandaron a trabajar a
la casa, pues él piensa que, porque estoy en la casa, debo
retomar las funciones o el rol que la sociedad y nuestra
cultura, me ha asignado como género […]. Antes ya
teníamos rutinas, él ya me había empezado a respetar, yo
trabajo, tengo un horario, yo llegaba a la casa y juntos
preparábamos algo. Ahora no, ya no, desde el
confinamiento ya no lo hace, el hecho de que me vea en la
casa, para él es como invisibilizar mi actividad como
maestra, llega gritando, quiere que le dé de comer, a veces