Revista de Ciencias Humanas y Sociales
© 2021. Universidad del Zulia
ISSN 1012-1587/ ISSNe: 2477-9385
Depósito legal pp. 198402ZU45
Portada: El que casi nada dejó
Artista: Rodrigo Pirela
Medidas: 100 x 160 cm
Técnica: mixta sobre tela
Año: 2009
Año 37, Regular No.95 (2021): 104-124
ISSN 1012-1587/ISSNe: 2477-9385
DOI:
https://doi.org/10.5281/zenodo.7467789
Recibido: 20-07-2021 Aceptado: 30-07-2021
Danza, palabra y Gamero: resistencia posible
Manuel Francisco Arizmendi Bedran
Universidad Distrital “Francisco José de Caldas, Colombia
mfarizmendib@correo.udistrital.edu.co
Resumen
Este artículo tiene como propósito presentar las formas en las que
la Danza de la Conquista en los Gameranos se convierte en un espacio de
etnoconocimiento y el alto riesgo de pérdida del acervo epistémico de la
misma como resultado de la violencia. Para poder dar cuenta de estos dos
aspectos este texto realiza una revisión histórica de los procesos propios
del origen y surgimiento de la danza para luego establecer un paralelo
crítico con esos riesgos que corre el legado cultural de los habitantes de
Gamero tanto por la sombra del conflicto como por el desvanecimiento
del etnoconocimiento.
Palabras clave: etnoconocimiento, danza, Gamero, saberes,
palabra, historia, resistencia.
Dance, word and Gamero: possible resistance
Abstract
The purpose of this article is to present the ways in which the
Dance of Conquest in the Gameranos becomes a space of ethno-
knowledge and the high risk of loss of its epistemic heritage as a result of
violence. In order to account for these two aspects, this text makes a
historical review of the processes of the origin and emergence of dance
to later establish a critical parallel with those risks that the cultural legacy
of the inhabitants of Gamero runs both because of the shadow of the
conflict. as from the fading of ethnoknowledge.
Key words: ethnoknowledge, dance, Gamero, knowledge, word,
history, resistance.
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1. Introducción
La Danza de la Conquista se erige como una manifestación
cultural y a la vez como una forma de etnoconocimiento que viene
cumpliendo la función de preservar el legado ancestral de los Gameranos
al cohesionar sus estructuras sociales y constituirse en un punto de
referencia para la comprensión de las cosmovisiones, modos de
organización de la realidad y memoria de resistencia de Gamero. Sin
embargo, este legado afronta un importante reto dada la desaparición del
lazo dinámico que constituye la tradición, a causa de fenómenos como el
desplazamiento forzado y la desposesión territorial, lo que ha conllevado
a la disolución de los nexos culturales y con ello la posibilidad de que la
danza siga siendo, como lo ha sido siempre, una síntesis de los saberes y
experiencias propios de su difícil trasegar en el tiempo. Así, el valor
histórico atribuible al folclor relacionado con la Danza de la Conquista no
se puede entender únicamente desde el componente propiamente
dancístico e incluso cultural, sino fundamentalmente, en tanto que forma
de etnoconocimiento, en esas condiciones que la danza ofrece para
comprenderse a la vez como movimiento, proceso de saber en
comunidad y espacio de resistencia desde la potencia del cuerpo como
herramienta expresiva, política y social.
En concordancia con este planteamiento, puede decirse que la
danza es entonces la representación que distintos pueblos proyectan en
sus imaginarios y que es expresiva contra toda imposición cultural al ser
el resultado de un diálogo epistémico al interior de los pueblos y por qué
no, en ocasiones, una apuesta paródica ante lo foráneo. Esto se evidencia
con contundencia en una danza como la de los Gameranos, que si bien se
ubica en un momento histórico que forma parte del proyecto
evangelizador y del dominio del Conquistador sobre el nativo americano,
su diseño y concepción no se puede considerar como una imposición
cultural, sino mejor, como una apuesta de síntesis cuyas raíces se
encuentran en la Danza el Moro y del cristiano, introducida en América
por los misioneros dominicos testificándose por la práctica danzaría y
musical de quienes tienen la necesidad de narrar y que se posicionan en
el recuerdo del tópico de conquista. La Danza de la Conquista reflejó así, en
sus inicios, algo de ese imaginario que consistió en reforzar el dominio
del señorazgo y del conquistador sobre los nativos y aún sobre otros
tipos de razas.
Sin embargo, como ejercicio cultural de los pueblos, la
adaptabilidad dada por las poblaciones conlleva la burla y el retorno a la
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razón de ser, a los orígenes y a esa pequeña rebelión en la que los
movimientos ya no se corresponden con la linealidad del señorío, sino
con una especie de geometrización de la rebeldía, en la que la coreografía
se pone a disposición de un ejercicio de resistencia donde antes había la
necesidad narrativa de la Conquista en la visión del conquistador, que se
convierte en parodia en los movimientos del conquistado. En este
sentido, el recurso de la tradición oral ha sido eficaz tanto para resguardar
el folclor, como para preservar otros saberes ancestrales como el uso de
la Medicina Tradicional que ha contribuido por milenios a suplir
necesidades asistenciales y orgánicas, incluyendo la alimentaria y de
indumentaria para la caza y materiales para hacer sus utensilios derivados
del material Etnobotánico. La voz de la danza, es entonces por un lado
libertad encarnada y por otro, vehículo de un conjunto de saberes que se
extienden a través de la oralidad y el legado generacional en ese conjunto
dinámico que conforma el papel cultural del baile y las posibilidades de
interacción e intercambio de conocimiento que se tejen a su alrededor.
De esta manera, en el contexto de la Danza de la Conquista
emerge con contundencia el etnoconocimiento de la realidad y de
diversos elementos como la medicina tradicional el dominio eficaz de los
entornos ecológicos y el uso de múltiples plantas y recursos que no
solamente protagonizan los cantos, sino que, al organizar la existencia de
los pueblos, se convierten en eje de su saber. Un saber que lejos de
quedarse en la pura empírea, es hoy por hoy objeto incluso de interés de
industrias farmacéutica y biotecnológica, pese a que, si bien el trabajo de
los pueblos se ejerce desde esos conocimientos de frontera, lejos de los
esquemas diciplinares propios la validez y legitimación del objeto de
estudio, es imposible invalidar los modos en los que etnoconocimiento,
etnobotánica y medicina tradicional siguen ofreciendo resultados entre
sus practicantes y moviéndose al mismo ritmo que sus danzas y saberes
expresados en sus cantos. En concordancia con ello, el estudio recogido
en este texto presenta distintos casos a partir de los cuales se hace visible
ese complejo entramado de saberes que se movilizan entre los
Gameranos, sus voces, sus cantos y sus conocimientos.
Para cumplir con los propósitos anteriormente enunciados, este
artículo retoma los antecedentes históricos y culturales de la investigación
“La Danza de la Conquista. Imaginario Social, Prácticas y Resistencias de
los Gameranos”, del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas y el grupo Vivencias de la misma Alma
Mater, cuyo objeto analítico está enfocado en la sub-Región del Canal del
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Dique Costa Atlántica Colombiana, Corregimiento de Gamero y su
Playita (Departamento de Bolívar) (Sáenz & Garza, 2019, p.468), Un
escenario en que la danza y la tradición oral contribuyen con la
actualización de la memoria y el vínculo con los saberes del pasado
ancestral para configurar un proceso de resistencia creativa en el que los
inventarios de sabores, prácticas y plantas de sus cantos, esconden la
riqueza de la medicina tradicional en clave de ejercicio cultural
multidimensional, esto es, etnoconocimiento. Así pues, en este texto, el
análisis ubicará la etnografía y la historia sobre el proceso de conquista en
un vórtice fronterizo desde sus métodos que contribuye a fugarse de vez
en cuando de la versión unilateral de la cultura universal (Guadarrama,
2018, pp. 109-110), para dar cabida definitivamente a ese universo de
significaciones sobre el tópico de conquista desde la reminiscencia de los
vencidos.
Ahora bien, si la perspectiva de lo local, en concordancia con lo
anteriormente planteado, exige esa visión desde el relato no oficial, ¿es
entonces posible pensar la danza como ejercicio de conocimiento e
incluso de resistencia? A decir verdad, si se revisan en detalle los modos
en los que se han ido organizando lenguajes, posturas y conceptos en la
composición de ejercicios coreográficos semejantes al de los Gameranos
y que emergen en los mismos momentos históricos, lo que aparece es una
síntesis de concepciones, saberes y conocimientos que se encarnan en el
folclor y se entrelazan en el juego coreográfico y cultural pero que, al
mismo tiempo, trazan caminos para resistir ante significaciones,
simbologías e iconografías en una especie de batalla de las imágenes en la
que los cuerpos danzantes y sus coreografías geométricas junto con las
cadencias y juegos del lenguaje de los cantos, hace frente a la simetría y el
orden discursivo del opresor.
Este fue, por ejemplo, la respuesta del tipo de Danzas religiosas y
culturales Ibéricas que los misioneros cristianos impusieron su
religiosidad» (Brisset, 1980, p.103), sobre los ritos indígenas, mostrado
como la victoria de la Cultura Castellana frente al moro evidenciaba una
cultura más fuerte frente a la aparentemente débil de los mitos indígenas
(Wachtel 1976, p. 257). Es muestra clave de la contraposición del
imaginario espacial de la Danza entre cristianos y Moros (Brisset, 1988, p.
107), que surge de la victoria contra el enemigo árabe y, a la vez la
imposición de lo impropio sobre las poblaciones nativas de las sociedades
originarias del nuevo mundo para destacar la superioridad de la nueva
cultura (Ricard, 1986, p.11). Por ello, apuestas dancísticas distintas no
solamente pueden comprenderse como bailes o montajes coreográficos,
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sino, en esencia, como posturas de resistencia desde una cosmovisión
distinta, alternativa y que ha convertido el cuerpo y la voz en modos para
comunicar lo diferente, lo propio, esa otra orilla convertida en
movimiento.
En esta medida es entonces que la Danza de la Conquista en el
caso de los Gameranos, integra amplios antecedentes evolutivos que le
permiten superar esa dimensión de superposición de culturas para
situarse en un ejercicio sintético y de una bastedad más allá del reflejo del
contraste entre españoles e indígenas o entre moros y cristianos. Esta
danza, para hacer precisión, ocupa un lugar central en las fiestas
populares de “San Marín Tours”; Municipio de Loba poblado por las
etnias Malibúes, hacen una amarga evocación de la contraviolencia
indígena. Los Malibúes que poblaron a Mompox fueron liberados de la
primera ocupación de Heredia derrotando las fuerzas de Santa Cruz.
Según (Borda 1979, II): Francisco Viena fue enviado a San Martín desde
Santa Marta por el Gobernador García Lerna, los capitanes Céspedes y
Juan de San Martin no resistieron las guasábaras de los Malibúes y se
regresaron a Santa Marta. Regresó mejor armado con Gonzalo Jiménez
de Quesada cuando este iba en expedición al territorio Chibcha. Capturó
al cacique y lo bautizó fray Pedro Zarco con el nombre de Alonso. San
Martín fue comisionado por el río César donde fue recibido por los
caciques de Loba. Esa victoria indígena es narrada por los Malibúes en su
danza de la conquista (p. 37b), esta tradición pertenece a las costumbres
perdidas del Carnaval de Barranquilla. Era parte de la tradición por la que
los indígenas Lobanos, allegaron a su danza, en la Batalla de Flores del
Carnaval (Sinning, 2004).
La versión gamerana incorporó el personaje de “La Guillermina”;
además de los ritmos y movimientos previos a sus experiencias africanas
en el proceso de mestizaje. El vínculo que existe entre la Danza y las
Fiestas del Once de Noviembre de la ciudad de Cartagena, ha tomado
cierto impacto en la historiografía de la región con motivo de la
publicación sobre “la celebración del primer centenario de la
independencia de la provincia de Cartagena en 1911” (Acevedo, 2011, p.
1,2).
La pervivencia del recuerdo individual y colectivo es testificado
por el folclor en la danza de la conquista tanto en actores directos como
indirectos quienes poseen una riqueza inmaterial derivada de su
etnoconocimiento sobre el tópico de conquista que pasa de una
generación a otra a partir de la tradición oral y las representaciones
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danzarías entre actores que se posicionan desde sus necesidades de
quienes narran abiertamente a partir de otros códigos semánticos que no
encontrarían resonancia en un sistema de significaciones de
pensamiento lógico deductivo; dado que su estructura flexible se actualiza
a partir de un proceso inductivo. Para poder analizar estas cuestiones es
necesario avanzar críticamente a un ejercicio sobre el tópico de la
conquista que identifique los sectores comunes que se derivan de la
historia de la conquista y la colonización desde la versión de los pueblos
ancestrales ya sea como imposición cultural o desposesión territorial
(Borda, 1979, I, p. 21B) que surgió de la relación entre religión y poder
que generó una violencia generalizada y un proceso de desposesión
territorial al que se sumó la pérdida de identidad cultural. Por ello se dio,
en consecuencia, un proceso de superposición de una estructura social
extraña sobre otra cultura. Así, al hablarse de esos tópicos centrales en el
ejercicio dancístico, es preciso entonces pensar en un espacio en el que la
danza y la música actúan como elemento de cohesión social en el que se
constituye en un lugar común en las mentalidades. en la medida que su
contenido es testimonio, un folclor que actualiza los recuerdos
profundamente inscritos en sus estructuras mentales como una verdadera
huella del pasado en el presente y que persiste en la memoria colectiva
para ser testificado (Wachtel, 1976, p. 63).
2. Metodología de los Casos de Estudios
El objetivo del ejercicio analítico aquí planteado consiste
precisamente en la búsqueda de esos lugares espacios del saber sobre el
recuerdo de la imagen que se repite cargada de tiempo casi al punto de
estallar una saturación de factores que convergen en la práctica de la
danza, con el propósito de identificar tanto el modo en el que se
constituye no solo como expresión de los cuerpos sino como dinámica
social compleja, que interculturalmente integra lazos entre cultura, folclor
y rebeldía. Esto pues, la danza aparece en las relaciones sociales y festivas,
en la variedad de simbologías y cosmovisiones que son parte la dinámica
psico social que cambia y muta. Las danzas y los rituales manifiestan así
el ciclo de la vida de las comunidades y permiten observar fugas,
transformaciones y temáticas profundas que subyacen en la Conquista y
se proyectan en las diferentes etapas de la vida social. Otros códigos
semíticos y saberes se encuentran en los relatos, las narrativas articuladas
a través de fuentes sonoras y piezas musicales (estructura musical),
coreografías y parlamentos que narran los encuentros bélicos, la
imposición cultural, la desposesión territorial. Aspectos que imprimen a
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la imagen danzaría una suerte de estremecimiento que evidencia su
relación con la memoria histórica. De este modo, la imagen que subyace
en la Danza de la Conquista impone una espera larga y la exigencia de un
ejercicio de observación volcando hacia una extrema movilidad imagen
cargada de tiempo casi al punto de estallar, una saturación cairológica que
le imprime una suerte de estremecimiento que evidencia su relación con
los recuerdos, pero, en el fondo con lo profundo de los saberes,
etnoconocimiento hecho movimiento.
La Danza de la Conquista es entonces muestra clave de la
contraposición del imaginario espacial de la Danza entre cristianos y
Moros que surge de la victoria contra el enemigo árabe y, a la vez la
imposición de lo impropio sobre las poblaciones nativas de las sociedades
originarias del nuevo mundo para destacar la superioridad de la nueva
cultura. Se expresa en reglas, pasos ritmos, giros, presencias y ausencias,
subsistiendo diversos personajes: indios, descendientes de africanos
(N´gom, 2015, p. 9), castellanos y castas criollas. Actores centrales son la
Guillermina, los Soldados, las Cachacas que se identifican con fuentes
sonoras, estructuras musicales y coreografías relacionadas con distintos
niveles de significación más profundos cuyo contenido es más que
reinterpretación porque constituyen la profunda trasformación del tópico
de la Conquista, en la medida que permiten fugas temáticas que le dan
vida a un universo de simbologías y cosmovisiones interculturalmente
integradas en el relato danzario y las narrativas de lo oral. Todo ello,
contiene su propio universo de significación, códigos ontológicos
semánticos y simbólicos, cuya estructura ha sufrido en el caso de la
comunidad gamerana una adaptabilidad significativa, en tanto, esta
comunidad adapto la danza de la Conquista de las etnias Malibúes de San
Martin de Loba e íntegro a ella las cosmovisiones africanas y mestizas
para referirse al mundo de la vida. Estos códigos profundos están
insertos en la reflexión íntima de la cultura india y en el mestizaje que
surge posteriormente, cuyo contenido entrevemos, pero no conocemos,
dado que sólo nos es posible ir comprendiendo poco a poco más no
pensar como el nativo originario.
Por otro lado, la danza es una manifestación social que expresa la
cosmovisión que persigue substraerse del dominio cultural, mediante el
rechazo del imaginario autoimpuesto, de lo extraño para retrotraer lo
olvidado y permear su dinámica psico-social, a través de la libertad de
expresión de cada protagonista, del afloramiento simbólico mediante
contacto y des-contacto rítmico corporal, en busca de una
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intencionalidad que induce la rebeldía y burla
(Scott, 2004, p. 239), en
contraposición al tipo de Danzas religiosas y culturales Ibéricas que los
misioneros cristianos en el conflictivo proceso de evangelización
impusieron sobre los ritos indígenas, mostrado como la victoria de la
Cultura Castellana frente al moro evidenciaba una cultura s fuerte
frente a la débil de los mitos indígenas.
El recurso de argumentativo que subyace en la versión folclórica
del tópico de la Conquista tiene entonces no una función refleja, sino
mejor, una cuestión interrogativa: interroga en el discurso del
movimiento y en las letras de los cantares acerca de quiénes son las
palabras, pues ya no tienen dueño, sino que, como tradición multivocal,
dan cuenta de la variedad de simbologías que admite muchos contenidos
frente a los que no bastaría con utilizar un argumento teleológico en
clave sistémica; ni tampoco sería suficiente ir a buscar un argumento
cuya estructura lógica sea la del condicional simple y utilizar uno
bincondicional. Haría falta un consenso común aceptado por las
comunidades y ese lugar es precisamente la imagen del tópico de
conquista cuyo código semántico es actualizado con la practica danzaría y
musical validándose en este caso, en la práctica ancestral, en la imagen de
sus recuerdos renovada con la geometría precisa de la coreografía. Pero la
función de la danza, como se ha visto, no es solamente la de la memoria
o la reconstrucción histórica, sino que se convierte en la de la
consolidación de una posibilidad de reflejar saberes, condiciones en las
que incluso aparecen conocimientos aparentemente distantes como el de
la medicina pero que se entretejen con la vitalidad del canto a la
naturaleza, a las plantas, a esos frutos que son centrales en el arte de la
curación y el equilibrio con el lugar que se habita, una forma de resistir en
la conexión con lo natural, en esa danza que nace como parodia al
opresor pero que conjura el saber médico de los ancestros.
3. La función social del Etnoconocimiento y la Tradición Oral en
la Medicina Tradicional
En la perspectiva según la cual en la danza se apuesta a la síntesis
del saber, ¿cuál es pues el valor que se le puede atribuir al
etnoconocimiento? Lo primero que habría que decir es que dicho
término admite muchos contenidos, puesto que su relevancia en el
territorio contribuye con los valores culturales, en tanto que, como
conjunto complejo de saberes, permite apreciar los sucesos del
inconsciente social latente y vivaz que desea evadirse hacia un mejor
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destino destacando el encadenamiento social de la rebeldía de los sujetos
colectivos, cuyas huellas siguen aún presentes en una historia oculta sin
fin pero no olvidada, donde el papel de la historia en tiempos de
memoria. Las danzas y los rituales manifiestan el ciclo de la vida de las
comunidades y permiten observar fugas, trasformaciones y temáticas
profundas que subyacen en la Conquista y se proyectan en las diferentes
etapas de la vida social.
Otros códigos semánticos y saberes se encuentran en los relatos,
las narrativas articuladas a través de fuentes sonoras y piezas musicales
(estructura musical), coreografías y parlamentos que narran los
encuentros bélicos, la imposición cultural, la desposesión territorial y la
transformación del territorio colombiano impone pensar, en la manera en
que el movimiento de personas ha implicado de igual forma un
movimiento de personas y cultural entonces realizar una arqueología
parea dar con el sustrato que recoge esa sabiduría ancestral sobre el
tópico de conquista, termina siendo más problemático; especialmente
cuando ese tópico encierra otras respuestas a preguntas no resueltas
sobre el valor epistemológico del etnoconocimiento y la tradición oral.
Es así que, el valor histórico que se le pueda atribuir al folclor en clave
de otros saberes y epistemes no encuentra desde lugares comunes
distintos a la memoria histórica como refrendar su objeto de
conocimiento toda vez que este enunciado admite muchos contenidos y
posiciones refractarias; aun desde el campo de las ciencias sociales que
cataloguen al objeto del etnoconocimiento como un expediente vaporoso
o difuso (Serna, 2004, p. 15); en lugar de ello hay estudios basados en
ensayos experimentales desde las ciencias que valoran el recurso de la
tradición oral.
La tradición oral sustenta la medicina tradicional en la medida que
su saber se resguarda entre generaciones con este recurso; este saber
contiene un sustrato económicamente valorado por la industria
biotecnológica y farmacéutica, la cual ha estado desarrollado proyectos y
estrategias para combatir las enfermedades con el uso de la biodiversidad
a partir de los insumos que provienen de los entornos ecológicos, como
plantas, flores y hasta componentes micro organísmicos. La dinámica que
subyace en terreno de las comunidades entre estas grandes corporaciones
y las comunidades genera la posibilidad de pensar si de hecho esta
industria con toda su tecnología y sus comunidades científicas le
reconocen algún grado de importancia a la relación entre medicina
tradicional y los usos que le han dado a las plantas, floras y
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microrganismos para satisfacer sus necesidades de salud; entonces es
probable que por defecto, también se esté reconociendo el
etnoconocimiento; no solo frente al campo de acción farmacéutico; sino
que su importancia emerge en buena hora para ser revisada en el campo
de las ciencias humanas ya que desde este estadio del conocimiento las
comunidades académicas suelen ser refractarias al considerar su objeto
difuso, pero que, por ello mismo, implica no solo un conjunto de saberes
transmitidos por tradición oral de medicina tradicional, sino también un
reflejo de la resistencia en el cantar acerca de una planta o un fruto
mientras se trazan figuras geométricas o se mueve a lo lejos la
Guillermina.
Ahora bien, es preciso antes de seguir, dejar claro que la alusión a
las corporaciones y la biotecnología aquí planteada, parte principalmente
a partir del análisis del etnoconocimiento como un corpus fácilmente
apropiable por el esquema económico industrial, en el que antes que
recurrir al laboratorio, se hace s sencillo poder acercarse a los
inventarios que se cantan al son de tambores y que dan cuenta de una
relación orgánica entre sujetos y naturaleza en el que antes de la relación
hipótesis comprobación, lo que se encuentra es justamente un saber
milenario y eficaz curando ciertas enfermedades. Así, junto con la
cuestión económica aparece pues el etnoconocimiento como fuente que
produce un mayor grado de confianza en la medida que la medicina
tradicional ha demostrado durante siglos poseer un importante grado de
eficacia sobre el uso de los principios activos que se extraen de las
moléculas orgánicas y que han contribuido como primera asistencia para
la salud de los pueblos (Massó, 1992, p. 41).
Entonces la industria ahorra tiempo y recursos si sus estudios y
proyectos parten de un lugar de enunciación común cuya llave está en la
sabiduría de los pueblos sobre el uso de las plantas y microrganismos. A
partir de ahí, el estudio fitoquímico de las muestras obtenidas, estarían
reforzadas por una base de etnoconocimiento- etnobotánica y medicina
tradicional; guardada en la memoria histórica de las comunidades.
La información que poseen las comunidades ancestrales como
parte de su valor cultural constata con la exigencia metodológica del
análisis de muestras que necesitan los laboratorios para acceder con
extractos de plantas medicinales y compuestos orgánicos con suficiente
acervo que valide la experticia, dada la dificultades de acceso a su
recolección la cantidad es poca frente a la nutridas información que debe
desprender de unas muestras con mayor cantidad de compuestos, debido
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a eso el método de prospección que se venía utilizando tampoco
alcanzaba una eficacia mayor que el solo hecho de acudir al saber
ancestral para su recolección; evitando de paso que si no es
suficientemente representativa no se genere sesgos de selección.
El valor agregado que le otorga el etnoconocimiento a la industria
farmacéutica es una cuestión de cifras es matemáticas en tanto sus cifras
por las ventas en comparación con el descenso en la investigación
muestran su tendencia exponencial en la agenda prospectiva de
investigaciones desarrollo tecnológico para la cadena productiva de
plantas aromáticas, medicinales, condimentarías y afines con énfasis en
ingredientes naturales para la industria cosmética en Colombia, esto viene
otorgando una apreciación económica que ha alcanzado resonancia en la
industria, tal vez, sin pesar que por defecto, ese atributo al
etnoconocimiento botánico que surge de la medicina tradicional está
siendo legitimado en tanto saber ancestral. La industria biotecnológica y
farmacéutica en la obtención de nuevos fármacos de origen vegetal
(Massó, 1992, p. 41), con la sola recolección en la bioprospección gana
mucho terreno al ahorrarse investigaciones previas para la síntesis de una
molécula artificialmente, pero recolectarla del entorno natural recabando
en la medicina tradicional sus usos, ahorra tiempo y dinero en
investigaciones dado que parte de una estructura orgánica de base animal
o vegetal que conoce:
A pesar de que los científicos propenden por enfocar sus buenas
prácticas evidenciadas en algunos informes que resaltan la urgente
necesidad de reunir esfuerzos para evitar la pérdida del etnoconocimiento
sobre plantas medicinales no solo como parte de la herencia cultural, sino
también para registrar, catalogar, y sistematizar la información sobre
estas especies útiles para el desarrollo de medicamentos; en la medida que
la cultura es un factor de cohesión y esta práctica ancestral se ha venido
perdiendo en la medida que las nuevas generaciones tienen diferentes
intereses; si a ello se le agrega lo que pasa en Colombia y que viene
afectando a las comunidades, que son desplazadas; generando un
movimiento cultural que está trasformando el territorio, premisa con
incidencia y prevalencia política dado que como muestra la película
Siembra muestra que el vínculo que existe entre cultura y guerra puede
ser múltiple, toda vez que no solamente destruye cuerpos y bienes
materiales, también se trasgreden los relatos de vida, las identidades, los
valores, el sentido de la vida; si se considera que la cultura es lo que ha
permitido por milenios orientarse, incluso como referente de sentido para
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realizar juicios sobre la guerra. Esta transformación de las personas, sus
culturas y el territorio, también afecta el etnoconocimiento en su
dimensión botánica y folclórica, si se parte de la premisa que tiene un
valor histórico sobre el tópico de conquista.
4. Legitimidad y Eficacia del Etnoconocimiento
Aunque este artículo no pretende ser un estudio exhaustivo de la
industria biotecnológica, sino mejor de esa relación entre la industria y el
etnoconocimiento, si resulta evidente una conexión entre los saberes
ancestrales sintetizados en el son de negros de Gamero y los modos en
los que puede proceder la industria basándose en estos conocimientos, en
una práctica que no es ajena al acercamiento que se podría llegar a tener
sobre cualquier corpus de prácticas medicinales a partir de su eficacia
comprobada. El saber ancestral es un patrimonio de las comunidades; la
industria farmacéutica se acercó, buscando biodiversidad en la flora. Así,
si bien los métodos de prospección al azar de la industria, siguen
teniendo relevancia para encontrar compuestos activos, si se puede
ahorrar tiempo es mejor para el presupuesto de las investigaciones por lo
que en los últimos años enfocó sus intereses en la información
etnobotánica, y realizar una selección de las muestras de la plantas de
manera eficaz que permita encontrar compuestos con «actividad
biológica»
1
(Cox y Balick, 1994; Voeks, 1996; Khafagi y Dewedar, 2000)
2
.
Disipándose en las actuales generaciones el conocimiento de las plantas
medicinales, aunque existen registros de la Organización Mundial de la
Salud OMS que más del 80% de la población mundial recurre en su vida
rutinaria la medicina tradicional.
En el terreno los científicos, biólogos, botánicos, químicos,
realizan al azar un muestreo con el método de prospección, pero el saber
que buscan lo tienen los médicos tradicionales, entonces ese objeto de
conocimiento, es trasferido de una generación otra, luego es probable que
si funcione la tradición oral para la preservación del etnoconocimiento,
no solo el que está relacionado con la botánica y su biodiversa, también
es posible que la tradición oral funciones en la preservación de la
memoria histórica de un modo más eficiente del esperado. Además, es
por defecto una legitimación de su objeto de conocimiento.
La búsqueda de los elementos de la etnobotánica en las selvas,
requiere de una aproximación que valida la memoria histórica que ha
1
Cfr. (Cox y Balick, 1994; Voeks, 1996; Khafagi y Dewedar, 2000) EN Oliveira , Velázquez y
Bermúdez (2005)
2
Cfr. Oliveira, M. , Velázquez, D. y Bermúdez, A. (2005)
116
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pasado de una generación a otra por los médicos tradicionales del pasado
y presente de la cultura. Sin desconocer «la biopiratería de los recursos de
la medicina indígena tradicional» (Alarcón, 2011, p. 151), se propone
mostrar que como se puede explicar que la industria valore el
etnoconocimiento y sus recursos en la medicina tradicional y
paradójicamente el objeto de la memoria histórica es considerado difuso
y con un expediente muy vaporoso, que buscan deslegitimar este recurso
y su objeto.
El etnoconocimiento (etnobotánica y medicina tradicional,) es un
patrimonio de los pueblos indígenas y afroamericanos; pero está siendo
incorporado a los procesos de investigación de la industria farmacéutica y
biotecnológica valorada económicamente por la posibilidad real de
encontrar en la abundante diversidad biológica soluciones para esa
industria. Por milenios estas comunidades se cohesionaron tejieron
saberes y conocimientos tradicionales sobre el arte de aprender y servir;
cuidando a las personas, curando enfermedades a partir de terapéuticas
tradicionales: parteras, curanderos/ as de mordedura de animales,
sobadores o compone huesos, asisten a sus comunidades con prácticas
medicinales que curtan sus enfermedades, sus casusas, síntomas.
La industria farmacéutica y biotecnológica clasifica y enriquece sus
bases de datos. Luego la información que usurpan en sus vistas al terreno
de estas comunidades; asegurada en procesos legales con el registro de
marcas y patentes (Alarcón, 2011, p.154). La biomasa y el patrimonio
inmaterial es reciclado sintetizando nuevas moléculas con las proteínas,
genes naturales; mejorando su eficacia a partir de la síntesis de proteínas
de platas, animales, que luego son empleadas en el campo de la salud, la
industria de agroquímicos y hasta misma alimentación. Sin retribución o
contraprestación económica para estas comunidades procesan sus
patentes y generan grandes utilidades. El problema bioético y biomédico,
ni siquiera es sancionado administrativamente y menos judicialmente,
especialmente cuando es ampliamente reconocido que esa industria
genera grandes utilidades con la salud, la estética, alimentación y la
producción de insumos agroquímicos, agropecuarios y pesticidas.
Ahora bien, este conocimiento se revela, en el caso de la danza de
los Gameranos como forma de saber y de resistencia si se tiene en cuenta
el modo en el que la cultura se constituye como parte fundamental del
trabajo dancístico y que opera ya no solo en clave de la reconstrucción de
la narrativa de la Conquista o de la lucha ante la opresión sintetizadas en
la Guillermina, sino que, en la alusión a plantas, cultivos y frutos de la
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tierra, transmite un conocimiento ancestral susceptible de ser explotado
como saber por parte de la lógica de las industrias, pero que, en su origen,
contaba con la fuerza de plantearse como el ejercicio de resistir al contar
con danza y música la naturaleza constitutiva de la identidad y ese
equilibrio entre el saber médico ancestral y la cotidianidad de las gentes.
Así, en concordancia con la función social de la cultura analizada por las
tradiciones sociológica (Durkheim, 1987, p. 425) y antropológica
(Malinowski, 1981, p.57), es visible que la problemática ya no es solo la
relación entre vencedores y vencidos, sino la estrategia de camuflaje del
saber. Con ello, las canciones y sus letras alegres y sus bailes geométricos,
muestran entonces la filiación entre cultura, costumbre, norma, y
educación, que emergen cuando se asume que este «fenómeno objetivo
llamado cultura» ( Bauman, 2002, p. 14), necesita para ser operativo y
eficaz de otros mecanismos artificiales como la educación y la norma
consiguiendo su pervivencia en las futuras generaciones y en este caso,
el recurso es danzar la palabra, hacer resistencia en el baile ante la
Conquista y transmitir el saber en el canto.
Así, en el proceso del son de negros, se encuentra un elemento
central de síntesis del conocimiento y por tanto de satisfacciones de
necesidades, pues si según (Malinowski, 1988) la cultura tiene la función
de «satisfacer las necesidades orgánicas, psicológicas y sociales» y a su
vez, necesita de mecanismos para sancionar la costumbre, las normas:
éticas legales, mediante procesos de cooperación y mecanismos
educativos (p. 95) y que, en el caso de los Gameranos, se escribe con la
lógica organizacional de la danza. Pero el orden, entiéndase, no es un
capricho coreográfico, es también organización de la realidad y
construcción de simbologías, de modo que la función social de los
símbolos, verbigracia, la disposición geométrica de los danzantes,
presenta una dimensión normativo-estructural (Turner, 1980, p. 51), en la
cultura tiene la función de reproducirse, conservarse y administrarse a
partir de un conjunto de códigos que pasan a la estructura cultural de
una generación a otra pero cuyo paso no es inocente: esconde los signos
de la historia, la memoria y el saber, es la resistencia en movimiento, la
que resiste con la fuerza del conocimiento. Así, reglas, normas y valores
se trasmiten en forma consuetudinaria (Malinowski, 1981, p. 57). De
manera que la tradicion oral se erige en la danza como método de
resguardar ese saber ancestral denominado etnoconocimiento.
Si reflexionamos sobre el hecho de que en la práctica la industria
farmacológica y biotecnológica cuando se enfoca y va al terreno a
compartir y a buscar los conocimientos ancestrales que poseen estas
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Danza, palabra y Gamero: resistencia posible
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
tradiciones; es porque hay un reconocimiento tácito sobre el objeto y el
método que han empleado estas comunidades basadas en la tracción oral,
la memoria histórica, y el objeto de la etnobotánica en la medicina
tradicional. Entonces porque ha resultado tan refractario su
determinación y declaración en ciertos ámbitos académicos de las ciencias
sociales y las humanidades que desconocen el estatuto epistemológico de
la tradición oral y la memoria histórica; su importancia para el análisis de
la historia y la cultura. (Serna, 2004, pp, 15, 16). La tópica y la teórica
desde la antigüedad fue una práctica ampliamente difundido en las artes.
Luego las tendencias s liberales desde el renacimiento explorarían su
utilidad en los tratados de la argumentación que se vinculaban a la lógica
formal, una especie de nueva retorica; con tópicos que todavía hoy tienen
alta resonancia en las disciplinas jurídicas (Perelman, 2015, p, 226).
Las culturas ancestrales que preservan sus memorias y sus
mentalidades, en la tradición oral, no tienen documentos y archivos que
pueda ser utilizado por los historiadores cuando este investiga el devenir
de las sociedades, reconstruyendo su pasado a partir de su revisión; que
otras generaciones dejaron de tras sí. (Wachtel, 1976, p. 25). La cultura
oral, utiliza el mito, la leyenda, la danza. El oficio del etnógrafo que
trabaja con memoria histórica, no es «difuso» su objeto como aclaro.
(Serna, 2004, pp, 15, 16). Este debe ir al terreno buscar su objeto en
sociedades que no cuentan con textos escritos; restituirles la palabra a los
vencidos, invirtiendo el papel del protagonista; entendiendo que son
sociedades vivientes o supervivientes pero que en la actualidad
resguardan ese pasado (memoria histórica). La diferencia entre historia y
etnografía, es comprendida como si se «trata de diferentes cortes de una
misma realidad. Se trata de relacionar esa polifonía de voces, en un
mismo ir y venir, porque no podemos aprender simultáneamente la
originalidad de lo vivido y la generalidad de la abstracción» (Wachtel,
1976, p. 26). En su trabajo: Los vencidos. Los indios del Perú frente a la
conquista española (1530-1570) ( p. 63)
3
, tuvo como objetivo restituirles a
los incas su palabra. Encontró que el trauma de la conquista en el siglo
XX se avizoraba «profundamente inscrito en sus estructuras mentales,
una verdadera huella del pasado en el presente».
3
Nathan Wachtel (1976): “Los vencidos”. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-
1570. Colección `Alianza Editorial`, 157. Wachtel, Nathan 1935- . Versión. Del Francés De Antonio
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Con Los Gobiernos. Historia. Perú. Historia. 1522 - 1548. ISBN: 84 - 206 - 2157 - 9
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Opción, Año 37, Regular No.95 (2021): 104-124
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Según Wacthel (1976), por ejemplo, en Bolivia representaban, la
tragedia de Atahualpa. En Guatemala la manifestación folclórica de la
Danza de la Conquista también era importante, igualmente en México la
Danza de la Pluma. Wacthel se preguntó: ¿Qué valor histórico debían
atribuirle a ese folclor? La Danza, en su relación Cultura y Folclor
permite apreciar, los sucesos del inconsciente social latente y vivaz que
desea evadirse hacia un mejor destino destacando el encadenamiento
social de la rebeldía de los sujetos colectivos. El objetivo de este artículo,
constituye un estudio social importante cuyo sentido es brindar un aporte
evaluativo a partir del imaginario que fue sustituido por los nuevos
cristianos (castellanos, árabes y judíos) a partir del Siglo XVI, cuyas
huellas siguen aún presentes en una historia oculta sin fin, pero no
olvidada. Según Wachtel el folclor que revisada estaba compuesto por un
«material ecléctico impregnado de influencias españolas. Con todo es
probable que la Danza de la Conquista en sentido amplio se remonte a
los acontecimientos, pues el tema esta ejemplificado por el teatro
indígenas desde el siglo XVI.
Por su parte, Dee Brow (1970) en su Bets Sellers:“Enterrad mi
corazón en Wounded Knee”, relato la historia del Oeste americano
narrado a partir de los testimonios y bibliografias de las víctimas de la
colonización. Su novela empieza con la extensa marcha de los navajos
(1860), hasta los acontecimientos de la masacre de los sioux en Wounded
Knee (Dakota del Sur); sucesos del periodo colonial en que el indio
americano fue despojado de sus tierras por el hombre blanco. Por
defecto Wachtel, sugiere que hay una especie de “espíritu del tiempo”;
que estaría confirmando que el historiador recibe las “determinaciones de
su época y su presente”; los problemas del indio en la historia del Perú
fueron actualizados por figuras intelectuales, artísticas y literarias del
movimiento indigenista conformadas por mestizos y blancos que
hablarían en nombre del indio. Esa corriente ideológica se originó en la
revolución mexicana de 1910. Busco diferenciar América Latina de su
tradicional vínculo con Europa blanca, y católica, manifestando que en
estos pueblos existía una especificidad que está en su origen mismo.
Emulando el método de restitución de la palabra a los vencidos en
la danza de la conquista del Perú frente a sus miradas e imaginarios;
mentalidades descubiertas al subir el telón a la mirada eurocéntrica y
bajárselo a la mirada indígena y afrocolombiana se palpa de que las
palabras n o deben ser solo de una cara de la moneda ( Wacthel, 1976).
La cohesión en las comunidades todavía persiste a pesar de otros
diagnósticos. La ruptura del territorio y el movimiento cultural ha sido
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resistido en el propio terreno; preservándose la practica ancestral de la
danza de la conquista en Gamero. También el dado la Organización
Mundial de la Salud (OMS); que evidencio que el 80 % de la población
utiliza la medicina tradicional para satisfacer sus necesidades. La
plasticidad de la memoria, y el de la tradición oral, configuran fragmentos
del ir, venir y devolver; ayudada por el anonimato.
Para (James Scott 2004):
«En la cultura oral el anonimato es posible debido a que,
por ser hablada y representada solo aparece en formas
fugases, cada actualización es, por lo tanto, única en lo que
se refiere al momento, el lugar y el público. Todas las
actualizaciones son diferentes entre sí. Como el chisme o el
rumor, la canción popular es recogida o interpretada según
el gusto de su público, y, a la larga, su origen termina por
perderse. Resulta imposible recuperar la versión original
modificada por todas las subsiguientes. En otras palabras,
en la cultura popular no hay ortodoxia, ni centro, ya que no
existe un texto primario que sirva de medida a la herejía. El
resultado concreto es que la cultura popular logra el
anonimato de la propiedad colectiva gracias a un constante
proceso de adaptación, revisión, refundición o, para el caso
omisión. » (pp. 193,194)
La plasticidad de la tradición oral actualiza su «devenir» (Deleuze,
2013, p. 91), también su anonimato contribuye a preservar la tradición.
Así, ante una aproximación metodológica como la aq propuesta,
realizada por tópicos y en el entendido de la relación entre danza
memoria cultura, se encuentra que la propuesta del son de negros no
solo cumple la función de satisfacer las necesidades orgánicas,
psicosociales, desde que el medico tradicional utiliza su conocimiento
para atender las necesidades de salud de su localidad. También el folclor
cohesiona la sociedad alrededor de su memoria y cultura (Durkheim
1897p. 322). La validez, eficacia y legitimidad de la memoria, la tradición
oral se revelan como parte del proceso social, como el alma latente en los
cantos y la base de una danza que no solamente está dada por una acción
de resistencia y rebeldía ante el conquistador, sino como la síntesis de esa
capacidad de organizar los saberes en la música, a tal nivel que esos
mismos conocimientos pueden ser la fuente de industrias como la
farmacéutica y en donde en la tradición oral Lobana y Gamerana se
reproduce por medio del relato: mitos, rituales, supersticiones como la
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creencia del Hombre Caimán y La Guillermina que relacionan el
entorno natural con factores psicosociales que consiguen «sobreponer lo
geográfico con lo histórico, lo social y lo económico» (Borda, 1976, p.
21B). Leyendas de personajes que han dado orígenes a actos danzario
como el de “La Guillermina” y “El Son de Negros en la Danza de la
Conquista Gamerana”.
El punto de inflexión aparece, en torno a la reflexión sobre la
historia recuperada en la memoria de los Gameranos y en la riqueza de
sus danzas como configuración cultural, huella de los saberes y muestra
del etnoconocimiento que se sintetiza en el movimiento, tal cual se ha
visto en el recorrido de este artículo, en el riesgo de la perdida de esos
saberes por efecto colateral de las tensiones entre el juego dancístico, el
etnoconocimiento y los intereses de las multinacionales, las farmacéuticas
y las crecientes violencias que azotan hoy el territorio. Cuestiones que han
generado un intenso movimiento cultural en el que se corre un riesgo
muy alto que consiste en la pérdida de cualquier posibilidad de seguir
renovando los saberes que se han tejido desde los tiempos ancestrales,
saber por el que es preciso dar la lucha necesaria por retomar ese espíritu
rebelde, crítico y creativo que subyace en la fuerza de la danza de los
Gameranos, la danza de la conquista, la danza de la resistencia. Esto
pues, cuando se trata de la fuerza de la danza, la cuestión ya no está en
que se cuenta con el movimiento, sino en ese danzar de la palabra, el
vaivén entre la cultura y sus símbolos, los saberes de los cantos y los
modos de resistir que cobran vida al ser un mecanismo de tradición oral
no convencional, sino que, bajo la piel del camuflaje, muestra que se
puede resistir con música, con el poder del conocimiento que antes de
morir por el olvido sobrevive entre los signos de los tiempos con la
fuerza del saber ancestral que no solo es inventario de nombres y
leyendas, sino conocimiento puro hecho canción y geometría dancística,
son de resistencia, voz de la sabiduría y la imagen de la danza como
potencia de la lucha por la memoria.
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BIODATA
Doctorando en Estudios Sociales (DES): Grupo Vivencias- Línea
de Investigación Poder, Política y Sujetos Colectivos Avance Proyecto de
Investigación Doctoral (DES)- Grupo Vivencias - Liena Poder, Política
y Sujetos Colectivos-, Facultad de Ciencias y Educación- Universidad
Distrital Fráncico José de Caldas. Nombre del proyecto. “La Danza de la
Conquista: Imaginario Social, Prácticas y Resistencias de los Gameranos.
Abogado Universidad de la Sabana- Intensificación en Derecho
Económico y Financiero, Magister en Derecho Universidad Nacional de
Colombia Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, sede
Bogotá. Doctorando en Estudios Sociales (DES): Grupo Vivencias-
Línea de Investigación Poder, Política y Sujetos Colectivos Avance
Proyecto de Investigación Doctoral (DES)- Grupo Vivencias - Liena
Poder, Política y Sujetos Colectivos, Terminado y aprobado 8 Semestre
(Trabajo de Tesis). Docente Facultad de Ingeniería Especializaciones en
Proyectos de Ingeniera asignatura Contratación e interventoría y
Especialización de Bioingeniería- Bioética y Legislación Biomédica.
Correo: mfarizmendib@correo.udistrital.edu.co /
AbogadoAsesorIndustriaBiomédica-Litigante,
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Revista de Ciencias Humanas y Sociales
Año 37, N° 95 (2021)
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