90 Natalia Hipólito Ruiz et al.
Opción, Año 37, Regular No.95 (2021): 87-103
Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
145). En definitiva, una de las claves de la educación será responder a
diversas necesidades, reconociendo perspectivas diferentes, en las que
también los estudiantes de Educación Superior desarrollen habilidades
para encontrar un sentido a lo que pasa a su alrededor, que reconozcan
interpretaciones y puntos de vista múltiples (Brown, 2015) y que estén
preparados para resistir y reformar enfoques tradicionales del desarrollo
(Downes, 2016) adaptados a los retos de la sociedad actual.
En base a los conceptos clásicos y contemporáneos de ED
recogidos por los principales autores (Argibay et al., 1997; Boni, 2014;
CONGDE, 2004; Celorio et al., 2012; Mesa, 2010; Ortega, 2008; Pérez-
Pérez, 2016; Preciado y Chacón, 2016) se llega a la conclusión que la ED
es concebida, por lo general, como un acto educativo que recorre (desde
todos los ámbitos) procesos pedagógicos encaminados, por un lado, a
comprender las interrelaciones políticas, sociales y culturales, la
interdependencia entre el Norte y el Sur y la comprensión de las relaciones
de correlación que existen entre lo local y lo global. Por otro lado, se define
la ED como aquella que busca el compromiso y la participación activa de
los sujetos y está encaminada a la concienciación sobre desigualdades
sociales y planetarias y a la lucha por la transformación y el cambio social
en la construcción de la Ciudadanía Global. Se basa en principios
fundamentales como la igualdad y la justicia social.
La ED de quinta generación en su camino hacia la Ciudadanía
Global, la Educación para la Ciudadanía Global (ECG), manifiesta su
trabajo en torno a diferentes dimensiones. Diversos autores (Boni, 2014;
Boni y León, 2013; Ortega, 2008; Solano, 2012; Agencia de Naciones
Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo [UNRWA],
s.f.) establecen dimensiones de ED que, lejos de ser departamentos
estancos, se consideran interrelacionadas en un proceso continuo a largo
plazo. Estas dimensiones tomando como referencia a Ortega (2008), se
concretan en: sensibilización, educación-formación para el desarrollo,
investigación para el desarrollo e incidencia política y movilización social.
La ECG, inmersa en los actuales procesos de globalización supone
entender la educación desde una perspectiva amplia que cuestione, analice
y critique los procesos de mundialización de las desigualdades sociales, de
la pobreza y de los modelos de desarrollo dinamitantes de las posibilidades
y las capacidades de los sujetos y colectivos como agentes de
transformación social, como protagonistas del cambio hacia la justicia
social. Como plantean Alcaide y Martínez-Usarralde (2017: 24), las
prácticas educativas en relación a la ECG se dirigen a desarrollar “el