Revista de Ciencias Humanas y Sociales
© 2021. Universidad del Zulia
ISSN 1012-1587/ ISSNe: 2477-9385
Depósito legal pp. 198402ZU45
Portada: Bajo mis eternas cataratas
Artista: Rodrigo Pirela
Medidas: 120 x 160 cm
Técnica: mixta/madera
Año: 2008
Año 37, Regular No.94 (2021): 31-51
ISSN 1012-1587/ISSNe: 2477-9385
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.7466008
Recibido:14-12 2020 Aceptado: 16-03-2021
Economía Conductual: desmitificando al hombre
Armenio Pérez Martínez.
Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil
aperezm@ulvr@edu.ec
Aimara Rodríguez Fernández
Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil
arodriguezf@ulvr.edu.ec
Resumen
El presente ensayo pretende analizar los criterios de la Economía
Conductual que contribuyen a desmitificar la esencia humana y sus
comportamientos nocivos para el desarrollo de la vida en el planeta.
Criterios en torno a la supremacía de la especie, la singularidad y el
género son analizados a partir de los aportes de la Economía Conductual,
promoviendo ideas que eliminen las declaraciones que justifican los
comportamientos nocivos del ser humano. Se contribuye a la concepción
de un ser humano en convivencia armónica con el entorno y con el resto
de la sociedad, sin discriminaciones de género.
Palabras Clave: Evolución, Economía, Economía Conductual,
Comportamiento.
Behavioral Economy: demystifying the human species
Abstract
This article aims to analyze the Behavioral Economy criteria that
contribute to demystifying the human essence and its harmful behaviors
for the development of life on the planet. Criteria around the supremacy
of the species, the singularity and the gender are analyzed from the
contributions of the Behavioral Economy, promoting ideas that eliminate
the statements that justify the harmful behaviors of the human being. It
contributes to the conception of a human being in harmonious
coexistence with the environment and with the rest of society, without
gender discrimination
Keywords: Evolution, Economics, Behavioral Economics,
Behavior.
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1. Introducción
La existencia de la especie humana está en juego. Las condiciones
necesarias para la vida en el planeta Tierra se han deteriorado en tales
proporciones que la posibilidad de que futuras generaciones puedan
gozar de los beneficios de la naturaleza es escasa. El crecimiento
económico impuesto por el capitalismo entre los siglos XIX y XXI poco
a poco fue consumiendo todas las riquezas ambientales (Ávila-García,
2016; Paz, 2016; Ros, 2019).
Unido a esto, se fueron generando un conjunto de condiciones
políticas y sociales para perpetuar el hambre, el analfabetismo, la
insalubridad, la escasez de agua, la mala calidad del aire, la pobreza y la
desigualdad económica, entre otras calamidades. Lastimosamente, las
prácticas humanas asociadas a estos modelos de producción y consumo
perjudiciales han encontrado justificación científica en aras del desarrollo
económico desde múltiples ciencias sociales, particularmente la
Economía. Este hecho es preocupante, ya que no existe una postura
crítica de las prácticas tendientes a excluir las condiciones para la vida en
el planeta (Villalobos, Ramírez y Díaz-Cid, 2019).
La Economía es una ciencia social en pleno auge. Su impulso se
debe al creciente interés por el bienestar humano y la forma de disminuir
las brechas económicas y sociales, generando mejores condiciones de
vida. Desde su surgimiento en el siglo XVIII ha estado presente
acompañando el desarrollo social de la especie humana. Aunque existe
aceptación acerca del surgimiento de la Economía como ciencia en 1776,
por el papel científico y las obras de Adam Smith, las raíces del
pensamiento económico empírico se pierden en los orígenes de la
evolución humana.
La Economía ha desarrollado un cuerpo teórico y metodológico
influenciado por el paradigma dominante en las ciencias, como ha
ocurrido con otras ciencias sociales. Un surgimiento marcadamente
positivista, dio lugar a una diversidad de interpretaciones del objeto de
estudio que investigaban, generando un conocimiento que se construía
desde la pluralidad de experiencias e investigaciones. El estudio de la
producción, distribución, cambio, consumo, escasez, precios, mercado,
entre otras categorías, han marcado esta variedad de enfoques
enriquecedora de la ciencia económica (Etxezarreta, 2015). La postura
defensiva de la racionalidad humana imperaba en todas las escuelas
económicas, desconociendo los avances de las ciencias psicológicas al
estudiar el carácter complejo de las decisiones y la diversidad humana.
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Todos los aportes realizados por la Economía convencional han
posibilitado la construcción de un arquetipo de sujeto, actor, agente u
Homo Economicus, como se le conoce popularmente. Las consideraciones
sobre el funcionamiento de este agente económico han sido generalizadas
a toda la sociedad y sus individuos, creando posiciones académicas
marcadas por el absolutismo, el reduccionismo y la grandilocuencia.
La Economía Conductual, es un área de investigación científica
dentro de las ciencias económicas que rompe con la tradición de concebir
a un ser humano individualista, maximizador de beneficios, capaz de
analizar el entorno y estructurado en sus decisiones. Sus principales
avances científicos se desarrollan a partir de la mitad del siglo XX,
obteniendo reconocimiento por su influencia en la política pública y en el
ámbito académico. Las últimas dos décadas han marcado la mayoría de
edad para la Economía Conductual por varias razones. En primer lugar,
el reconocimiento en el mundo científico como son la obtención de dos
Premios Nobel de Economía. En segundo lugar, el aumento de las
publicaciones académicas en revistas científicas de alto impacto; el acceso
al financiamiento de varios organismos internacionales y Estados; a
como por la aplicación en las políticas públicas y asesoramiento a
importantes decisiones gubernamentales.
Los aportes del conocimiento generado desde la Economía
Conductual tienen que encontrar espacio dentro de otras ciencias
sociales, influyendo sobre la visión y perspectivas del ser humano. El
papel que desempeñan las ideas científicas obtenidas tiene que permear la
concepción del ser humano que impera y que estuvo confirmada por la
Economía convencional. La existencia de las personas y la manera en que
son socialmente reconocidos dependen de su comportamiento y las
decisiones que toman. Siendo esta una verdad de Perogrullo las personas
se encuentran marcadas por sus acciones y las decisiones que las
determinan.
Los mitos y creencias han formado parte de la evolución humana,
al punto de ser una forma válida de comprender el modo de dominar
grandes grupos. Gracias a ellos existió la colaboración y la cooperación
para producir y obtener soluciones a los distintos problemas que enfrentó
la especie humana. Sin embargo, también sirven para justificar
determinadas prácticas nocivas para el desarrollo de la vida de las demás
especies de la naturaleza. El conocimiento científico ha influido
notablemente en los criterios hegemónicos de la especie humana.
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Este ensayo pretende brindar un aporte académico para una
concepción novedosa del ser humano, posibilitando una interpretación
explicativa e integradora desde la Economía, la Psicología y la
Antropología. Amparados en reflexiones realizadas desde la Economía
Conductual, que permiten ofrecer explicaciones académicas para refutar
determinados mitos que existen sobre el ser humano. El objetivo
propuesto es analizar los criterios de la Economía Conductual que
contribuyen a desmitificar la esencia humana y sus comportamientos
nocivos para el desarrollo de la vida en el planeta.
2. Marco Teórico: Acercamiento a la Economía convencional
El funcionamiento de la sociedad es inconcebible sin la aplicación
del conocimiento económico, aun siendo conscientes de que existen
pocos acuerdos y criterios homogéneos; viendo lo parcelado del territorio
que se pretende analizar desde la Economía, lo intrincado y particular de
su objeto de estudio y su diversidad metodológica. Se ha puesto en
evidencia la incapacidad del paradigma económico para dar respuesta a
los problemas sociales derivados del uso y creación de bienes (García-
Andrés, 2016; Pérez y Rodríguez, 2020).
La Economía fue la primera ciencia social que aspiró y consiguió
el reconocimiento de su carácter científico al estar estrechamente
relacionada con la estadística, la matemática, el pensamiento positivista y
el reduccionismo metodológico (Tirole, 2017). La misma enfatizó el
carácter objetivo de sus investigaciones, por lo que la subjetividad de los
individuos y del investigador es suprimida, convirtiéndose en una ciencia
objetiva y neutral, según las pretensiones de sus primeros investigadores.
En 1932, Lionel Robbins publica su obra “Ensayo sobre la
naturaleza y la importancia de la Ciencia Económica”, en la cual aborda
importantes criterios que hoy persisten sobre la Economía. Para este
autor “la Economía es la ciencia que trata de aquel aspecto de la conducta
humana que surge de la escasez de medios para conseguir fines dados.
(…) La Economía es la ciencia que estudia la conducta humana como
una relación entre fines y medios limitados que tienen diversa aplicación”
(Citado en García-Rubio, 2016: 34).
En la Economía convencional se pone de manifiesto una visión
centrada en el hombre, sin interés por el estudio de la naturaleza y el uso
de sus recursos. Este conocimiento aísla al individuo para el análisis del
hecho económico, generando una posición de superioridad y dominio. La
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Economía ha dado un punto de vista de muchos objetos a merced de la
voluntad y las necesidades del hombre, quien dispone de los recursos del
mar, de la tierra, del aire; en muchos casos los transforma para
consumirlos o almacenarlos, pero generando posesión sobre ellos (Sachs,
2008).
Se pueden resumir las principales características de la Economía
convencional a partir de los criterios siguientes: “epistemología
instrumentalista, el individualismo metodológico, una racionalidad
ilimitada y una concepción de la economía centrada en la escasez y los
intercambios” (García-Rubio, 2016: 46). En consecuencia, la ciencia
económica ha proporcionado por más de 250 años conocimiento
suficiente para respaldar los siguientes mitos y creencias:
La capacidad humana de alcanzar siempre el mayor beneficio o
utilidad posible.
La capacidad humana de analizar objetivamente las condiciones
concretas para el desarrollo de la vida en sociedad.
La capacidad humana de mantener preferencias, elecciones y
comportamientos claros prácticamente inmutables.
La posibilidad permanente del ser humano en satisfacer todas
sus necesidades de manera ilimitada (Principio del carácter
creciente de las necesidades humanas). Considera a la necesidad
humana como motor de las aspiraciones y el desarrollo social.
El uso ilimitado de los recursos naturales.
Los mecanismos económicos cooperativos a la hora de producir
(Principio de la colaboración y la cooperación), pero
individualistas a la hora de distribuir y consumir (Principio del
egoísmo psicológico).
+
Por lo tanto, la postura de Homo Economicus o agente racional, se ha
sustentado a lo largo de la historia del pensamiento económico por
constituir una imagen placentera del hombre en las relaciones
económicas y brindar alternativas metodológicas de importancia para la
teoría (Roncaglia, 2017). Además, ha sido transpolada a toda la existencia
humana, a sus actividades y ha marcado las relaciones del hombre con el
entorno a través del vínculo con los objetos y con otros seres vivos,
incluido el propio hombre.
Existen sociedades que se consideran destinadas a ser superiores a
otras, por obra y gracia de pretenciones injustificadas del razonamiento
económico. Los sistemas educativos se han encargado de transmitir las
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ideas económicas sin un enfoque crítico, ecológico o sustentable la
realidad de la vida del ser humano en el planeta. La acción colectiva de
los grupos en la sociedad reflejan estos criterios justificados desde la
Economía convencional que conciben al ser humano racional, superior y
dueño de todos los recursos que se necesitan para que perdure la
existencia de todos los seres vivos.
La Economía convencional procura evidenciar y cimentar un
conjunto de creencias que distorsionan el verdadero papel del hombre,
no solo hacia la sociedad, sino hacia la naturaleza y todo el entorno que
lo rodea. Urge generar una visión más realista, optimista y comprometida
que fomente la aparición de criterios capaces de desterrar varios mitos de
superioridad y dominio del hombre sobre todo lo que le rodea. Estas
ideas pueden estar relacionadas con:
El entorno del ser humano es heterogéneo e integrado por un
número elevado de elementos, sus propiedades e interrelaciones,
reconociendo el carácter complejo, azaroso e indeterminado del
contexto, así como de la influencia que ejerza el hombre sobre
éste.
Los intereses y deseos que rigen las decisiones económicas de los
individuos, no son totalmente dominados por el interés personal,
el egoísmo y la posesión de recursos.
La capacidad indudablemente superior para procesar la
información, pero continúa siendo limitada e incompleta.
El individuo económico racional y maximizador de beneficios
no es una máquina de tomar buenas decisiones y
comportamientos adecuados.
Las preferencias humanas varían con el tiempo, las situaciones,
tienen un carácter relativo. Por tanto, son estables, aunque no
estáticas.
Desde la perspectiva académica existen condiciones que pueden
apoyar este cambio de perspectiva en el análisis de la situación económica
y de vida de los seres humanos. Algunos de estos escenarios pudieran ser:
Generar un debate teórico sobre el lugar (con un enfoque
estructural) y el papel (desde una perspectiva funcional) que ocupa
el hombre en la sociedad a la luz del conocimiento generado desde
las ciencias económicas con posiciones ajenas al enfoque
convencional.
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Diversificar los enfoques investigativos. La estadística y la
econometría son las herramientas por excelencia para la
investigación en Economía convencional, sin embargo, desde que
Vernon Smith propuso la metodología del valor inducido, ha
tomado fuerza la experimentación en sus dos versiones: de campo
y de laboratorio.
Fomentar el auge de la Economía experimental permite la
evaluación sistemática y controlada de los principales postulados
de la Economía a nivel de campo o de laboratorio. Sin embargo,
no es posible en que materia de investigación social se pueda
confirmar reiteradamente los resultados en contextos y
generaciones que han cambiado.
Actualmente se ha extendido una postura crítica entre los
economistas de los grandes centros académicos. El movimiento por una
Economía post-autista se inició en La Sorbona en el año 2000, cuando un
grupo de estudiantes de Economía de varias universidades francesas
mostraron su inconformidad por la formación que recibían. En el año
2001 decenas de estudiantes de doctorado de la Universidad de
Cambridge se sumaron a la iniciativa y posteriormente s de 700
estudiantes de la propia universidad. En 2004 el movimiento comenzó en
España (Ruíz, 2016). En 2011 un grupo de 70 estudiantes de la
Universidad de Harvard abandonaron sus clases de Teoría Económica,
para expresar su inconformidad con la falta de pluralidad y visión crítica
en la enseñanza y la investigación económica.
Ocurre con demasiada frecuencia que profesores y
estudiantes de economía son capaces de desarrollar
modelos analíticos abstractos de elevada complejidad o de
optimizar funciones de utilidad, beneficios y/o costes en
relación a actividades económicas concretas; sin embargo,
en términos generales, encuentran serias dificultades para
comprender la dinámica y funcionamiento del sistema
económico actual y sus mecanismos esenciales. Demasiado
a menudo, la lección magistral, tal y como se plantea, no
deja espacio a la reflexión. A pesar de la variedad y
heterogeneidad de corrientes económicas existentes en la
ciencia económica, se presenta exclusivamente una, a la que
se le presupone capaz de explicar cualquier componente de
la realidad según un método puramente axiomático. (Ruíz,
2016: 11)
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La Economía convencional se ha encargado que generar doctrinas
que fomentan un enfoque distorsionado del ser humano. Los límites
entre lo mitológico y la realidad son apenas perceptibles para un
observador con experiencia. Las ideas que rodean al hombre, a sus
hazañas, conquistas y desarrollo nublan la perspectiva de análisis objetivo
de las falencias, carencias y obstáculos. La Economía convencional ha
consolidado un conjunto de creencias que afectan la capacidad del ser
humano para comprender la realidad. Sin embargo, con el paso del
tiempo varias voces y posturas académicas han brindado suficientes
argumentos para revertir esta situación.
3. La Economía Conductual, su ruptura con la Economía
convencional
Cada paso en la historia de la Economía ha sido el camino
seleccionado por los científicos de ese momento frente a una encrucijada,
limitado por los recursos metodológicos y los antecedentes teóricos con
que contaban, más su sabia intuición y conocimientos. La Economía
Conductual es, actualmente, un campo reconocido dentro de la
Economía académica (Angrist y Pischke, 2015).
En la primera mitad del siglo XX comienzan a aparecer un grupo
de cuestionamientos al conocimiento económico tradicional, debido,
principalmente, al enfoque deductivo-axiomático de las herramientas de
análisis aplicadas. Por ejemplo, para Herbert Simon los agentes
económicos no cuentan con la capacidad suficiente para poder procesar
grandes cantidades de información, analizarlas y comprenderlas, y de ahí
surge el término racionalidad limitada. Desde ese momento, un grupo de
posturas teóricas rompen con la Economía clásica imperante hasta
entonces. Dentro de las más significativas se hace referencia a:
Análisis Psicológico de las Decisiones Económicas de George
Katona (1951)
Racionalidad Limitada de Hebert Simon (1955, 1972)
Teoría Prospectiva de Tversky y Kahneman (Kahneman, 2017)
Contabilidad Mental de Richard Thaler (1985)
La Economía Conductual tiene una doble connotación: la
académica, como todo conocimiento científico que aporta a la
explicación de la realidad; y la crítica, rompiendo con criterios
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inamovibles sobre el comportamiento humano, sus capacidades, y sobre
todo, su racionalidad fundamentados por la Economía convencional. Por
lo tanto, no basta con razonar las nuevas categorías y conceptos, es
necesario refutar criterios ya existentes. Se procura la transformación del
problema fundamental de la Economía desde la visión de la Economía
Conductual: la escasez de recursos no es solo materiales, sino escasez
racional (Mullainathan y Sharif, 2013), escasez informativa (Torrealba,
2020), escasez en las preferencias, escasez de certezas (Tyszka, 2015)
frente a las necesidades siempre creciente de la humanidad.
La Economía Conductual posee un carácter interdisciplinario,
reclamado desde el paradigma de la complejidad para el estudio de las
ciencias sociales en general y del comportamiento humano en particular.
Según Bunge (2001: 43): “las ciencias sociales son una, no porque todas
se hayan reducido a una ciencia más básica (…), sino más bien porque, en
virtud de los puentes entre ellas, constituyen un sistema conceptual”. Por
tanto, al aplicar y desarrollar áreas prácticas como las finanzas
conductuales (Rebollo y Vázquez, 2020) o el paternalismo libertario
(Manrique, 2020), se emplean conocimientos integradores de la
Economía con Psicología, Sociología y Antropología.
La Economía Conductual ha logrado ampliar, a través de la
experimentación y observación empírica, los fundamentos de ciertos
axiomas que dificultan entender aún más la Economía. Actualmente sus
investigaciones han tenido una mayor relevancia en la aplicación de estos
nuevos métodos y teorías (Sunstein & Thaler, 2017). No se trata de
sustituir o superar la Economía convencional, sino que pretende
transformar sus bases y principios, sin perder el carácter científico, pero
siendo consecuente con una visión del ser humano diferente y realista de
sus condiciones.
Según Camerer y Loewenstein (2004) la Economía Conductual
pretende generar mejores teorías, realizar mejores predicciones y
presentar mejores recomendaciones de políticas. El primer espacio donde
esta rama de las ciencias económicas se ha impuesto es en la práctica, en
la explicación del comportamiento humano en la vida cotidiana. La
Economía Conductual ha ganado espacios dentro del conocimiento al
contestar algunas preguntas referentes al comportamiento de individuos y
grupos que no podían ser explicadas utilizando el cuerpo teórico existente
hasta el momento en las ciencias económicas.
La explicación de las desviaciones o anomalías frente patrones de
conducta esperada ha sido un logro significativo y ha generado un
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espacio para mostrar sus aportes. Lo importante es que mantiene el
interés y la importancia del mercado, ya que justifica el funcionamiento
desajustado de algunos de sus componentes. Al explicar el
comportamiento del consumidor utilizando las heurísticas y los sesgos;
así como el comportamiento del vendedor y comprador a la hora de
optimizar los precios.
Vernon Smith sentó las bases de los experimentos económicos
estandarizados. Si bien los experimentos de laboratorio fueron
predominantes al inicio de la Economía Conductual, los experimentos de
campo se han vuelto cada vez más importantes (DellaVigna, 2009). Este
es otro elemento que ha marcado distancia entre la Economía
Conductual y la Economía Convencional es: la unión a la Economía
experimental, con experimento de campo y de laboratorio para obtener
hallazgos investigativos que contribuyan al desarrollo teórico y
metodológico de la disciplina.
Este énfasis en la experimentación, a partir de la importancia de
modelar pautas de conducta abre posturas para la investigación científica
amparada en los siguientes criterios:
1. El comportamiento humano no es racional todo el tiempo.
2. En cuanto a las utilidades y beneficios, las pérdidas se sienten
más que las ganancias ha
3. El presente importa más que el futuro para las actividades
económicas.
4. Todas las decisiones se enmarcan en un contexto creado por la
influencia de otros sujetos.
La Teoría Económica desarrolla en su modelo de mercado la
condición de ceteris paribus, que significa sin la influencia de otras variables
porque todo lo demás se mantiene constante. En la Economía
Conductual es una ilusión. El comportamiento humano, ya sea del
consumidor, del vendedor, o de cualquier sujeto en rol de agente
económico, se encuentra influenciado por una gran cantidad de variables
y determinado por importantes contenidos integrados de naturaleza
subjetiva. La Economía Conductual ha ofrecido suficiente conocimiento
para refutar este criterio vigente en toda la teoría económica, teoría del
mercado y microeconomía.
Dentro de los elementos más reconocidos dentro de la Economía
Conductual se encuentran las heurísticas y los sesgos. Los más llamativos
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para los investigadores, según el criterio de Sunstein & Thaler (2017) han
sido:
El efecto anclaje, es la disposición a calcular las decisiones según
un punto de referencia previamente establecido, asumido o
impuesto.
La disponibilidad: es la disposición a calcular con la información
a la mano y visible y que suele estar influenciada por eventos
recientes o experiencias previas.
La representatividad: es la disposición a tomar decisiones
basadas en la semejanza de la situación con prejuicios o ideas
fundadas en sesgos de mayorías o percepciones sobre otras
situaciones aparentemente similares.
El optimismo y exceso de confianza: es la sobreestimación
común de las habilidades y probabilidades propias de lograr
algunas tareas; supone la percepción personal de calcularse
siempre por encima de la media.
La sobreestimación de las pérdidas y la subestimación de las
ganancias: es la distancia en el valor que las personas les dan a
pérdidas y ganancias, en tanto “es dos veces mayor la desgracia de
perder algo que la alegría de ganar eso mismo” (Sunstein & Thaler,
2017: 51).
El enmarcado o framing: es la influencia que el marco de
referencia con el que se presenta una situación tiene sobre las
decisiones que toman las personas.
A continuación, se exponen tres ejemplos de mitos y creencias
humanas que demuestran el comportamiento amparado, en cierta
medida, en el conocimiento de la Economía convencional. La existencia
humana, vista desde la Antropología, estaba desprovista, en un inicio, de
justificaciones a estas prácticas sustentadas en criterios de supremacías,
ideologías y divisiones dentro de la especie. La Economía Conductual
fundamenta, con sus avances científicos, criterios que causan debate en
torno a las prácticas humanas, sus decisiones y su potencial cognitivo.
4. Desmitificando al hombre: la ilusión de la hegemonía o
antropocentrismo
El Homo Sapiens es un ente devenido de la evolución de las
especies, como se justifica en la Teoría de la Evolución de Charles
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Darwin (Otálora-Luna, Aldana y Viloria, 2017; Martínez, 2017). Su
surgimiento natural se debe a condiciones evolutivas circunstanciales, que
contribuyeron a la aparición de la especie. Hace 25 000 años
aproximadamente el Homo Sapiens habitaba el planeta como cualquier otra
especie. Las creencias sobre la capacidad de adaptación, la fortaleza, el
carácter social no son propias de este momento inicial de la evolución del
hombre (Noah, 2018).
Las condiciones de vida determinaron las particularidades en la
evolución del hombre; con el paso del tiempo, la ciencia y el
conocimiento se han encargado de explicar y justificar las conductas que,
de manera paulatina, iban apareciendo y perpetuaron la existencia de la
especie. Las necesidades y demandas sociales fueron generando en el
hombre de la capacidad de crear símbolos para comunicarse y utilizar
herramientas artificiales lo cual permitió el desarrollo del cerebro.
Comienzan a construirse los mitos de superioridad, dominio y hegemonía
sobre el resto de la vida en el planeta.
La Economía convencional generó en el ser humano una visión de
poderío sobre los recursos naturales, olvidándose que el propio hombre,
como especie, es un elemento de la naturaleza, y como individuo, es una
parte activa de la sociedad (Barrientos, 2012). El Homo Sapiens dejó de ser
autárquico, para convertirse en una entidad privilegiada y depredadora de
recursos: el Homo Economicus. La presumida superioridad del ser humano
favorece la aparición de determinados comportamientos que avalan la
fundamentación de la racionalidad de las decisiones. Esto hace que sea
aceptado la domesticación y el sacrificio de animales para alimentarse,
como forma de diversión u ofrenda a dioses, siendo esto uno de los
mayores crímenes de la historia (Noah, 2014). El hecho de domesticar, la
forma de subsistencia del ser humano se estableció hace
aproximadamente 12 000 años.
La Economía convencional ha legado la explicación del éxito del
desarrollo humano, basada en el mantenimiento de un mayor número de
personas en peores condiciones de vida (Villalobos, 2001). El aparente
éxito evolutivo (gran cantidad de personas) ha sido a costa de sufrimiento
individual (personas que apenas pueden sobrevivir en precarias
condiciones de extrema pobreza y desigualdad económica). Basta con
analizar la realidad de continentes como África y América para
comprender esta verdad.
Por lo tanto, los criterios sobre la superioridad humana sobre el
resto de las especies han sido fertilizados con las afirmaciones realizadas
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desde el conocimiento científico, extendido a través del conocimiento
empírico y la puesta en práctica de estas ideas. El lenguaje permitió la
coordinación y colaboración a gran escala para producir, pero posibilitó
la trasmisión de creencias sobre una organización natural jerarquizada y
presidida por el hombre, organizada en imperios y religiones (Noah,
2014). Los mitos aumentaron la capacidad de cooperar y cohesionaron a
la especie humana frente al entorno que le rodeaba.
La Economía Conductual explica que la conducta racional es solo
un tipo de comportamiento del ser humano; no es una categoría superior
de este, sino una singularidad donde se emplean las potencialidades
cognitivas y se implica toda la esfera afectiva y volitiva del individuo en
una decisión o elección. Por lo tanto, el punto de funcionamiento óptimo
no es, necesariamente, donde actúe la racionalidad humana; sino donde
exista una implicación de su personalidad que comprometa sus esfuerzos
y garantice el control de sus acciones futuras. Este elemento echa por
tierra el carácter ilimitado de la racionalidad humana que ha sido
entendido como un elemento de superioridad sobre los demás seres
vivos.
Con el descubrimiento de la presencia de heurísticas y sesgos
(Kahneman, 2017) se ilustra que el ser humano presenta múltiples
limitaciones cognitivas a la hora de procesar la información. Se pone de
manifiesto la existencia de determinadas trampas cognitivas que guían el
funcionamiento de un sistema intuitivo para las decisiones humanas. Por
ejemplo, se presenta inconsistencia en las preferencias a lo largo del
tiempo, aversión a la pérdida, influencias sociales, entre otras
peculiaridades en el funcionamiento cognitivo del hombre.
Por lo tanto, existe evidencia irrefutable del carácter limitado de la
racionalidad humana, que aleja la idea de ser máquinas pensantes. Los
seres humanos pueden afectar con su conducta al resto de los seres vivos,
incluso al propio hombre; comete errores de manera sistemática y con
poca capacidad de crítica; su actuación depende de la información que
reciba de su entorno y la forma en que ésta sea procesada y realiza
valoraciones influenciada por elementos emocionales y subjetivos que lo
alejan de la objetividad y racionalidad pura. Estas evidencias de la
Economía Conductual contribuyen a desmitificar la supuesta
superioridad y hegemonía del ser humano sobre todo lo que le rodea.
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5. La ilusión de la singularidad: el individualismo
En la Antigüedad el ser humano vivía en una verdadera
comunidad. Prácticamente no tenía posesiones y la convivencia era
armoniosa y despreocupada. Cuando comienza a habitar en cuevas y
casas, éstas eran de un solo ambiente, solo paredes y techos, sin
divisiones internas. No existían dominios sobre el agua, los bosques, sus
frutos y los animales (Noah, 2016). Por tanto, se afirma que existía una
condición para el desarrollo de la vida en la colectividad y el uso común
de los recursos naturales.
Actualmente las familias destinan una habitación para cada
persona. En esa habitación reproducen, prácticamente, lo mismo de la
casa: baño sanitario, TV, equipos de audio, etc. Las habitaciones se
convierten en hogares en miniatura, tienen puerta, ventanas, iluminación
y climatización independientes. Este hecho refuerza el individualismo ya
que las personas no se preocupan por los demás, sino que tratan de
mejorar su entorno de vida. El auge del individualismo ha llegado a tal
punto que las personas priorizan el uso de bienes individuales antes de
los colectivos (Sachs, 2008). Prevalece el uso del transporte personal,
cada persona debe tener un ambiente de trabajo individual con su PC,
teléfonos, impresora, fax, etc. Cada oficina debe contar con su baño
personal.
La Economía convencional ha aportado a la concepción del
individualismo humano al reconocer el principio del egoísmo psicológico.
Se comparte el criterio donde se manifiesta que:
El egoísmo humano se ha convertido en la principal base
argumental de la teoría económica convencional.
Expresado como la natural propensión humana a
maximizar constantemente su propio beneficio y
convertido en axioma fundamental de la teoría durante los
siglos XIX y XX, en tanto idea autoevidente que no
requiere comprobación, éste permite reducir toda la
realidad comportamental del agente económico y, por
consiguiente, prever todos sus movimientos y las
consecuencias intencionadas o no de sus acciones. (Calvo,
2018: 103)
El enfoque de Homo Economicus propuesto por la Economía
convencional es ideal y reduccionista. Las categorías de agente
económico y mercado son algunos de sus mecanismos y unidades de
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análisis más importantes. En ambos casos, se trata de reducir las
características de los grupos humanos hasta homogeneizarlas y
convertirlas en elementos particulares. El concepto de individuo es
empleado como forma de concreción y reducción para facilitar el estudio,
sin reconocer la individualidad como elemento de diversidad que
contribuye a la interpretación de las prácticas humanas.
La Economía convencional reconoce la existencia de una
singularidad basada en la igualdad y semejanza, donde se concibe la
estructuración del contenido subjetivo a la hora de regular la conducta y
tomar decisiones de manera uniforme en todos los seres humanos; por lo
que las determinantes de la conducta estarán influenciada por la
combinación particular de las condiciones externas e internas, asumiendo
las características propias para el procesamiento de la información y la
toma de decisiones.
La Economía Conductual brinda una perspectiva de análisis
distinta y favorecida con el criterio acerca de la existencia de sesgos
relacionados con las preferencias sociales. En las decisiones el individuo
se preocupa por el criterio que se formen los demás de él, así como se ve
impulsado a tomar en consideración la conducta de otros individuos
significativos ante situaciones similares. Desde la Economía Conductual
no se desestima el papel del grupo, ni se reduce a características que
permitan su generalización, más bien se fomenta el reconocimiento de las
diferencias a la hora de decidir y la influencia de los demás en la elección
que realizan los sujetos. Estos argumentos permiten reconsiderar los
criterios que proponen la existencia singular y egoísta de los seres
humanos, impulsados por el beneficio propio, aportando elementos que
contribuyen a considerar la diversidad y particularidad del ser humano y
sus decisiones, siendo importante la influencia de su conducta en los
demás componentes sociales y naturales que le rodean.
6. Las creencias sobre el género y las diferencias sexuales
El sexo, como categoría biológica, es quien divide a los machos de
las hembras, con sus características hormonales y órganos sexuales,
ajenos a la voluntad de los individuos. Es el enfoque de género quien
asume el rol cultural de asignar a cada persona la definición según la
orientación que desee. Un ejemplo ilustrativo sobre este fenómeno
ocurre en la medicina y sus distintas especialidades. Los pediatras no se
diferencian por el sexo ni género de los niños; el cardiólogo es capaz de
operar el corazón de hombres y mujeres por igual, el ortopédico analiza
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sistema óseo sin importar el sexo. Solo existen dos especialidades
separadas por el sexo: el ginecólogo (atiende el sistema reproductor
femenino: útero, vagina y ovarios) y el urólogo (se especializa el sistema
reproductor masculino, aunque también analiza las patologías del sistema
renal de ambos sexos)
A pesar de los elementos biológicos que confirman que son dos
clases de individuos de la misma especie (por tanto, comparten el genoma
y muchas características más, aunque de sexos diferentes), múltiples
investigaciones psicológicas establecen diferenciación entre
competencias, habilidades, capacidades, afectos, etc., de cada uno de
ellos. La manifestación de este hecho depende más de lo histórico,
cultural y social, que de condiciones psicológicas y biológicas de los
individuos.
La educación, asumida como el proceso cultural de socialización y
formación de la personalidad, delimita claramente las características de
cada género, enseña el comportamiento de mujeres y hombres, instruye
los roles, funciones, características, deberes y derechos y todos los demás
mitos asociados con el género. El papel asignado al género es trasmitido y
debe ser interiorizado; la sociedad valora el desempeño del individuo
dentro del rol de género que le corresponde, creando las condiciones para
el funcionamiento del arquetipo asociado al género.
Dentro de los mitos que la Economía convencional se ha
encargado de consolidar relacionado al género se encuentra el hecho de
asociar el poder al género. Ésta justificó las diferencias entre hombres y
mujeres desde varias posturas. Una de ellas, quizás la más visible para
todos es el papel del hombre al frente de las grandes instituciones y el
dominio de las enormes fortunas mundiales. Resulta muy frecuente
encontrar a hombres dirigiendo la mayoría de las instituciones
internacionales, los gobiernos de la mayoría de los países, los destinos de
los organismos económicos multilaterales. Se ha trasmitido el criterio
desde la Economía convencional, de que los hombres tienen mejores
resultados en funciones de dirección y administración que las mujeres.
También la Economía convencional justificó y defiende aun la diferencia
de salarios entre hombres y mujeres (Cabezas, 2018; Jabbaz, Samper-Gras
y Díaz, 2019; Vargas y Huertas, 2019).
Otro elemento ilustrativo de este fenómeno es la ausencia de
investigadoras mujeres dentro de los libros clásicos de Economía, no
aparecen en los manuales ni dentro de las referencias bibliográficas de los
libros de textos de Introducción a la Economía. La escasez de mujeres
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reconocidas en la Economía por el aporte de su intelecto, es un elemento
significativo que llama la atención de los estudiantes, ya que la
desproporción es muy grande. El pensamiento económico construido
por las mujeres ha sido marginado dentro de los grandes centros de
generación de conocimiento económico.
Unido a ello se aprecia el hecho de la poca representatividad de las
mujeres en los Premios Nobel de Economía. Solo dos mujeres han
recibido este reconocimiento, siempre acompañada de hombres: la
estadounidense Elinor Ostrom en 2009 y la francesa Esther Duflo en
2019 (Roux, 2006; Almansa, 2020). Esta cantidad representa el 2,4% del
total de Premios Nobel de Economía entregados a lo largo de la historia.
Sin dudas, otra evidencia de la diferencia entre hombres y mujeres dentro
de la Economía.
La Economía Conductual no considera al hombre más racional
que la mujer, o viceversa; es más supone la capacidad de todos los seres
humanos de decidir bajo la influencia de las heurísticas y los sesgos. En
ninguna de las explicaciones a las distintas conductas lo hace enfocado en
el género, demostrando que las capacidades y habilidades entre hombres
y mujeres no son posibles de diferenciar de manera estandarizada. Estas
ideas contribuyen a derrumbar la hegemónica posición del hombre frente
a la mujer, presente en la mayoría de las culturas caracterizadas por el
machismo y que la Economía convencional se encargó de fomentar.
7. Conclusiones
El mundo tiene que ser explicado desde la ciencia; y corresponde a
las ciencias sociales analizar el comportamiento del ser humano y sus
impactos. La única manera en que la vida pueda continuar en el planeta
es a partir de la modificación de múltiples prácticas humanas. La solución
a los principales problemas que enfrenta la humanidad se encuentra en el
cambio de la conciencia y conducta del ser humano. La existencia de
mitos y creencias justifican comportamientos humanos que deterioran las
condiciones de vida y las relaciones sociales entre los hombres.
La evolución de la especie humana ha estado acompañada por el
conocimiento económico. Este ha permitido justificar el uso irracional de
los recursos, la desigual distribución de la riqueza y el desproporcionado
crecimiento y desarrollo económico en determinadas regiones. También
ha contribuido a la formación de mitos sobre la superioridad y
hegemonía del ser humano y de sus capacidades cognitivas.
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La Economía convencional favoreció la idea de un ser humano
hegemónico sobre los demás seres vivos, individualista dentro de su
propia sociedad y diferenciado entre hombres y mujeres, siendo estos
últimos considerado superior. Ha sido puesto en evidencia posturas
teóricas que justifican el uso indiscriminado de los recursos naturales, el
manejo de las distintas especies de animales a su antojo, el egoísmo
psicológico presente en las decisiones humanas, el pago de salarios
diferenciados entre hombres y mujeres. Todo esto amparado en la
concepción de Homo Economicus, que enfatiza en la racionalidad ilimitada
del ser humano.
Frente a esta posición de la Economía convencional, surge una
perspectiva más integradora, práctica, sensible y realista. La Economía
Conductual se encarga de demostrar que la racionalidad es limitada, la
información se percibe de manera parcial, se analiza de modo incompleto
y las decisiones están influenciadas por las heurísticas y los sesgos,
además de las emociones y estados de ánimo de las personas. El sentido
que encierra esta idea hace que se comiencen a cuestionar varios mitos
sobre el ser humano, su influencia sobre los demás seres vivos y su
relación con otros seres humanos.
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