Reseña Biográfica
Kasmera 48(2):e48232906,
Julio-Diciembre, 2020
ISSN 0075-5222 E-ISSN 2477-9628
https://doi.org/10.5281/zenodo.3962574
José Gregorio
Hernández un microbiólogo en los altares
José
Gregorio Hernández a microbiologist on the altars
Traviezo-Valles Luis Eduardo (Autor de correspondencia). https://orcid.org/0000-0003-4544-6965. Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”, Decanato de Ciencias de la Salud. Sección de Parasitología Médica. Barquisimeto-Lara. Venezuela. Dirección Postal: Urbanización Tierra del Sol 2, Casa A-29 (CP 3023), Cabudare-Lara. Venezuela. Teléfono: (+58)414 5244736. E-mail: luisetraviezo@hotmail.com
Recibido: 29-06-2020 / Aceptado: 24-07-2020 / Publicado: 27-07-2020
Como Citar: Traviezo-Valles LE. 1909. José Gregorio
Hernández un microbiólogo en los altares. Kasmera. 2020;48(2):e48232906.
doi: 10.5281/zenodo.3962574
José
Gregorio Hernández Cisneros nace en la población de Isnotú,
estado Trujillo, Venezuela, el miércoles 26 de octubre de 1864, hijo de Benigno Hernández
Manzaneda y de Josefa Antonia Cisneros Monsilla (el
primogénito de seis hijos). Su madre muere el 18 de agosto de 1872, por lo que,
con apenas 8 años, José Gregorio queda bajo la protección de su tía materna
María Luisa. En Isnotú inicia sus estudios para luego
trasladarse a Caracas (a los 14 años), era un trayecto muy largo y complejo (en
esta época no existía la carretera trasandina), primero se trasportaban en
mulas hasta el puerto de “La Ceiba”, luego por vía lacustre hasta Maracaibo, de
allí en barco hasta Curazao (presentaban pasaporte) para posteriormente trasladarse a La Guaira y seguidamente atravesar el
cerro “Ávila” por el “camino de los españoles” para finalmente llegar a Caracas
(1,2).
Una vez residenciado en
Caracas, empieza sus estudios en el Colegio Villegas, dirigido por Guillermo Tell Villegas (fue presidente interino de Venezuela en tres
oportunidades), en esta institución estudiaría por cinco largos años y sin
retornar a su apacible pueblo. Hernández Cisneros logra graduarse de Bachiller
en Filosofía el 29 de junio de 1884 (1,2).
Originalmente Hernández
quería estudiar Derecho, pero por sugerencias de su padre, lo convence de
iniciar sus estudios de Medicina en la Universidad Central de Venezuela (UCV),
de la cual egresaría en 1888, luego de presentar sus dos disertaciones (tesis)
“La doctrina de Laennec” (Laennec fue el inventor del estetoscopio)
y “La fiebre tifoidea en Caracas”, ambas presentaciones fueron
excelsas, por lo que Hernández se convertiría en el mejor estudiante de su
promoción (1,3,4).
En esta época el título que
confería la UCV, era el de “doctor en Medicina”, este “doctorado” fue otorgado,
directamente, hasta 1946, posterior a esta fecha, los egresados se titularon
como “médicos cirujanos” (1,3,4).
Recién graduado se traslada a
Isnotú, tal que, su primera labor como galeno la
desempeña como médico rural (también en este período visitó los hospitales de
Maracaibo y Curasao). Poco tiempo después le informan que fue seleccionado y
becado para estudiar Microscopía, Bacteriología, Histología y Fisiología
Experimental en Paris. Esta subvención para estudiar en Francia fue gracias a
las recomendaciones de su maestro Calixto González, quien era el médico de
cabecera del presidente de la época, Dr. Rojas Paúl, al cual exhortó para esta
beca (estaría subvencionado desde1889 hasta 1891) (1,3,4).
En Europa fue alumno en
Fisiología de Charles Richet (Premio Nobel de Medicina, 1913), Mathias Duval (histológicas y embriología), Isador Strauss en Microbiología (premió a Hernández con una
medalla por ser su mejor alumno). En Berlín estudia Anatomía e Histología
Patológica, luego en Madrid asiste a clases con Santiago Ramón y Cajal (Premio
Nobel de Medicina, 1906) (1,3,4).
Regresa
a Venezuela en 1891, fundando el Laboratorio del Hospital Vargas; el Instituto
de Medicina Experimental; las Cátedras de Bacteriología, Medicina, Fisiología
Experimental, Histología Normal y Patológica (1,3,4).
En su ejercicio profesional en
Caracas, siempre iba caminando a visitar a los enfermos, con paso rígido, la
vista al suelo y siempre rezando. Nunca usó maletín ni estetoscopio (auscultaba
directamente colocando un pañuelo sobre la piel), no se sentaba mientras veía a
sus pacientes y escribía el récipe de pie (1,3,4).
En 1904, gracias a sus méritos académicos, ingresa a la Academia Nacional de Medicina (fue uno de los 35 fundadores) asignándole el sillón XXVIII. Hernández era un catedrático que hablaba inglés, alemán, francés, italiano, portugués y latín; era filósofo, teólogo, músico y poeta (Figura 1) (1,3).
Figura 1. José Gregorio Hernández, a sus distintas edades.
Composición fotográfica del autor.
En 1909 viaja a Italia, ingresando al Monasterio de La
Cartuja (como fray Marcelo) pero por problemas de salud retorna a Caracas ese
mismo año, incorporándose a sus actividades profesionales y académicas. En 1911
se dirige a Roma, ingresando al Seminario, pero lamentablemente tiene que
regresar para recuperarse de la tuberculosis. Una vez recuperado retorna a sus
actividades académicas y asistenciales (1,3-5).
El 1 de octubre de 1912, el ministro de instrucción
pública cierra la Universidad (dictadura de Juan Vicente Gómez), por lo que,
junto al Dr. Inocente Carvallo empieza a dar clases gratuitas de Histología en
el Colegio Villavicencio de Caracas (1914). Las clases oficiales de Medicina se
reactivan en enero de 1916, incorporándose nuevamente como profesor de
Bacteriología y Parasitología en el tercer año de Medicina (1,3-5).
Un año después viaja a las ciudades de Nueva York y
Madrid (1917) para actualizar sus estudios, dejando encargado de sus cátedras
al doctor Domingo Luciani (1).
Las publicaciones científicas del Dr. Hernández fueron
pocas (trece) pero muy significativas, comienza en 1893, en la recién creada
“Gaceta Médica de Caracas” (GMC) (1,4). Entre sus publicaciones están:
Sobre el número de glóbulos rojos (GMC, 1893); Angina
de pecho de naturaleza paludosa (GMC, 1894);
Lecciones de Bacteriología (GMC, 1910); Lesiones anatomopatológicas de la
pulmonía simple o crupal (GMC, 1910); De la nefritis a la fiebre amarilla (GMC,
1910); Renuncia ante la Academia Nacional de Medicina, (GMC, 1913); Nota
preliminar acerca del tratamiento de la tuberculosis por el aceite de Chaulmoogra (GMC, 1918). Los textos: Bacteriología General,
Bacteriología Especial; Elementos de Bacteriología (1896); Elementos de
Fisiología (1912); Obras completas (1,4).
También disertó
un trabajo sobre fiebre amarilla en la Academia Nacional de Medicina (1912);
igualmente intentó relacionar el bacilo de Koch (Mycobacterium tuberculosis) con el bacilo de Hansen (Mycobacterium leprae); estudió la bilharziosis
y su importancia sanitaria; etc. De la misma manera
también publicó obras sobre temas religiosos y artes, tales como: Elementos de Filosofía (1912), El señor
Nicanor Guardia (1893), Visión del arte (1912), En un vagón (1912) y Los
Maitines (1912) (1,3-5).
Dr. José Gregorio Hernández,
el microbiólogo
Las dos disertaciones (tesis) que le sirvieron para graduarse
de doctor en Medicina en la UCV (1888), versaban sobre Microbiología
(tuberculosis y fiebre tifoidea), lo
cual demostró su inclinación temprana por la Microbiología, la cual sigue
cultivando como médico rural (iba a caballo entre Isnotú
y Betijoque) donde refería su preocupación por los
abundantes casos de tuberculosis y de disentería aguda (1,3).
Sus estudios en
Bacteriología y Parasitología los especializa en Francia, especialmente cuando
estudio bajo la tutela del Dr. Isidor Straus, uno de los principales colaboradores del Dr.
Louis Pasteur (1,3-5).
A su regreso a Venezuela funda la Catedra de Bacteriología el 6 de noviembre de 1891, la primera en constituirse en América Latina, es por esto que en Venezuela se celebra el 6 de noviembre, de cada año, como el día del microbiólogo. El desarrollo de esta Cátedra fue posible gracias a los equipos traídos desde Europa, especialmente los cuatro microscopios apocromáticos (Figura 2) (1,3,5).
Figura 2. Microscopio con objetivos apocromáticos utilizado por el Dr. Hernández Cisneros
Como docente impartía la Cátedra de Bacteriología y
Parasitología en el tercer año de Medicina, tal que, dictaba clases teóricas
los lunes y viernes, las prácticas los martes y jueves, mientras que los
miércoles instruía sobre manejo del microscopio, métodos del cultivo y técnicas
para disociación de tejidos y su preparación (1,3,4).
De todas las
publicaciones científicas del Dr. Hernández, “Elementos de Bacteriología”
(1896) fue la más importante, ya que representó el primer texto
de Bacteriología producido y editado en Venezuela (194 páginas), el cual fue
usado durante muchos años como texto oficial de la Cátedra de Bacteriología de
la UCV (1-5).
José Gregorio, el ser humano
De niño jugaba con trompos de madera, cometas y
ayudaba trayendo agua de los manantiales para su uso en el hogar. Los juegos
los detenía frecuentemente para visitar a su madre en el cementerio, ya que
había quedado huérfano muy joven. Interesantemente su papá, el Señor Benigno
Hernández, también quedó huérfano de su madre a corta edad (1-7).
Hernández ya adulto era delgado, de 1,60 metros de
estatura, 50 Kg de peso; piel blanca ligeramente bronceada; presentaba una
mirada vivaz, clara y penetrante; ojos oscuros, miraba de frente inspirando
confianza; labios delgados, frente despejada, nariz perfilada, rostro levemente
ovalado, cabeza bien formada; manos suaves, de sonrisa acogedora y acertada (Figura
1) (1-5).
En una oportunidad cuando era médico rural, los
pobladores (insistentemente) lo hicieron bajar del caballo para que se quedara
para las fiestas de noche buena, tal que, esa noche bailó hasta las cuatro de
la mañana, de allí salió a ver pacientes hasta llegar a la ciudad de Mérida,
donde duró cinco días mientras descansaba su caballo, por lo que el presidente
del estado Mérida, lo invita a la fiesta del 31 de diciembre (fin de año) a la
cual se refirió como “...el baile estuvo muy bueno...” (1,3).
En 1902, durante el Gobierno de Cipriano Castro, hubo
un bloqueo naval en el Puerto de La Guaira (Venezuela) por parte de los
ingleses y alemanes, por lo que, se hace un llamado a la defensa de la patria,
llamado al cual Hernández responde inscribiéndose para tomar las armas y salvaguardar
la soberanía (1-5).
Le gustaba vestir de negro y pulcramente, pero a su
regreso de “La cartuja”, extrañamente, cambió a colores más a la moda y zapatos
de dos tonos. También para ocultar sus canas, se pintaba el cabello y el bigote
(historiadores refieren que estos “cambios” quizás fueron como penitencia) (1,5-7).
Dr. José Gregorio Hernández,
el santo
Hernández fue de familia católica, donde su tía María
de Jesús, profesó de Clarisa en Mérida (Venezuela) y fue pariente del Hermano
Miguel, de las Escuelas Cristianas de Ecuador (1-7).
José Gregorio fue bautizado por el padre Victoriano
Briceño en Escuque (estado Trujillo) y confirmado en Betijoque por el arzobispo Juan Hilario Boset
(1867), siendo apadrinado por el Sacerdote Francisco de Paula Moreno (1,6,7).
De su madre y su tía María de Jesús, cultivó su
devoción a Nuestra Señora de las Mercedes, san José y La Virgen del Rosario (6,7).
Hernández, un católico franciscano seglar, solicita su
ingreso a “La Cartuja de Farneta” (Italia), a la
Orden de san Bruno, a la que llegó el 16 de julio de 1908, pero por problemas
de salud retorna el 21 de abril de 1909 (1,6,7).
En 1913, nuevamente aspira enrumbarse en los caminos de la
santidad, dirigiéndose al Colegio Pio Latino Americano (Roma), para estudiar el
latín y Teología, pero tiempo después, la tuberculosis lo sorprende nuevamente,
situación que junto al inicio de la Primera Guerra Mundial (28/07/1914), lo
hacen regresar otra vez a Caracas (1,3-7).
Hernández en Caracas, asistía a misa al levantarse, al
mediodía y luego de visitar todos sus enfermos. En la noche dormía en el piso
como penitencia, por lo que, normalmente, no atendía enfermos de noche, decía
que la noche era el momento que él tenía para dedicarse a Dios (1).
En Venezuela, formo parte de la
“Orden Franciscana Seglar de Venezuela”, en la Iglesia Nuestra Señora de la
Merced de los frailes Capuchinos, realizando su profesión como franciscano
seglar.
Esto moldeó su amor por los más necesitados, tal como la haría san Francisco de
Asís, donde se reconoce en el pobre a un Cristo sufriente, sufrimiento que veía
en cada uno de los rostros de sus pacientes (3-7).
Interesantemente (aún vivo Hernández), su foto ya era
colocada en casas y farmacias para lograr su intercesión santa en la salud de
las familias (1,6,7).
La generosidad del Dr. Hernández era muy agradecida por los
más humildes, ya que no acostumbraba cobrarles, más bien les daba dinero para
que compraran las medicinas. Por esto los desposeídos lo empezaron a llamar “el
médico de los pobres”, esto hizo que luego de su muerte la gente le pidiera con
mucha fe para que intercediera ante Dios y así poder lograr la solución de
problemas de salud.
Por la cantidad de milagros concedidos, la Iglesia venezolana
se ve motivada a iniciar en 1949, la causa para su beatificación y
canonización, es así que, el Papa Juan Pablo II, el 16 de enero de 1986, lo
nombra “venerable” y gracias a el milagro de la sanación de una niña, que
humanamente no tenía esperanzas de recuperación (caso clínico bien documentada)
el Vaticano (Papa Francisco) decide el 19 de junio del 2020, confirmar que el
Dr. Hernández Cisneros se encuentra entre los nuevos beatos de la Iglesia
católica (1,6,7).
Los restos mortales del Dr.
Hernández se tiene previsto trasladarlos al ala derecha de la Iglesia de La
Candelaria (Caracas) y el acto formal de su beatificación sería, Dios mediante,
en el primer trimestre del 2021. La iglesia “Virgen de la Candelaria” fue
fundada por españoles canarios que le profesan una gran fe a esta advocación de
la Virgen María. También los canarios le profesan una profunda fe al
“venerable” (Hernández tuvo ascendencia canaria) (1,6,7).
En Isnotú,
estado Trujillo, a 16 km de la ciudad de Valera, se encuentra el Santuario del
doctor José Gregorio Hernández, levantado donde originalmente fuera su casa
materna. Presenta un oratorio, su escultura a cuerpo entero y una exhibición de
cantidad de placas y reliquias, las cuales son evidencias de los milagros
conferidos a través de su intercesión (5-7).
El primero con microscopio, tensiómetro y teléfono
En 1753, Pehr Lofler, un botánico sueco, trajo a Venezuela el primer
microscopio en una expedición de límites territoriales ordenada por el Rey de
España, luego, Louis
Daniel Beauperthuy Desbonnes (26/08/1807–3/09/1871), también traería un microscopio acromático marca “Vincent Chevalier”, el cual usó en sus investigaciones
en Cumaná, pero el Dr. Hernández, fue quien trajo los primeros cuatro
microscopios marca Zeiss (1891) con objetivos apocromáticos (los lentes
apocromáticos tienen una mejor corrección de la aberración cromática y
esférica, mejor que los lentes acromáticas, ya que presentan tres lentes
combinadas, optimizando la eficacia de los sistemas acromáticos que normalmente
utilizaban solo dos lentes). El destino de estos microscopios fue
exclusivamente para la docencia e investigación, por lo que, el profesor
Hernández impartiría las primeras clases de su manejo en estudiantes de
Venezuela (Figura 2) (1,4).
Igualmente, Hernández trajo de Francia, los primeros
cuatro microtomos, aparatos que cortan finamente las muestras biológicas, lo
que permitía montarlas en láminas y observarlas en el microscopio, ya que si
eran muy gruesas la luz no podía atravesar las láminas y no se podría ver nada (1,4).
Antes de Hernández se utilizaba en Venezuela solamente el tensiómetro de Pachón (medía solo la tensión sistólica), pero a su regreso de Francia, introdujo por vez primera el el tensiómetro aneroide Vasquez-Laubry (Henri Vasquez y Charles Laubry), que permitía medir tanto la tensión sistólica, como la tensión diastólica. Tal que Hernández fue el primero en enseñar el manejo de estos tensiómetros modernos en Venezuela (Figura 3) (1,3-5).
Figura 3. Tensiómetro aneroide moderno Vasquez-Laubry traído por el Dr. Hernández
Era tan importante la figura del Dr. Hernández, que
cuando se instaló el primer sistema telefónico de Caracas, la primera línea fue
para él, para que pudiera atender urgencias, de tal manera que se le asignó el
número “1”. Por lo que sería el primer venezolano en hablar por teléfono y el
primer sanitarista que atendería pacientes por telefonía en Venezuela (1,3-5).
El 28 de junio
de 1919 dictaría su última clase en la UCV. Como era su costumbre llegó
puntualmente a las tres de la tarde de un día sábado, explicó la morfología,
coloración, cultivo e inoculación del bacilo de Hansen (lepra) y luego se
refirió a la sintomatología. Antes de marcharse informó que en la próxima clase
hablaría del cocobacilo Pfeiffer (Haemophilus
influenzae) (3-5).
El domingo 29
de junio de 1919 (día de san Pedro y san Pablo), en la parroquia de “La
Pastora”, cuando Hernández venía de comprar los medicamentos de una anciana
(Farmacia de Amadores), específicamente cuando cruzaba la calle, es atropellado
por un auto Hudson Essex, modelo 1918, manejado por Fernando Bustamante (de 27
años) cuando este adelantaba rápidamente a un tranvía. Hernández es trasladado
urgentemente al Hospital Vargas, donde es recibido por los estudiantes ya que
no había médico de guardia, inmediatamente el capellán Tomás García Pompa, al
verlo tan maltratado, le aplicó los santos óleos y le da la absolución (1,8).
El primer
médico en llegar es el Dr. Luis Razetti, quien
certifica la muerte de Hernández, la cual narra que ocurrió por fractura de la
base del cráneo, igualmente presentaba herida y hematoma en la sien derecha,
edemas bajo los párpados, hemorragias por nariz, oídos, boca y en las piernas.
De tal manera que así moría el “Ciervo de Dios” a los 54 años de edad (1,8).
Es un mito
popular cuando el vulgo refiere que el único automóvil de Caracas fue el que
atropelló a Hernández, puesto que ya para 1904, estaban registrados más de 700
vehículos, entre automóviles, autobuses y tranvías (8).
En los 23 años
que ejerció la docencia, el profesor Hernández dictó clases a 32 cursos,
transmitiendo su vocación científica y humanidad a los 694 estudiantes de
Medicina que pasaron por sus manos, lo cual sería su principal legado académico
(3-5).
Hernández fue llevado en los hombros del pueblo hasta el cementerio. Los historiadores señalan la gran cantidad de personas, que al unísono gritaban “El Dr. Hernández es nuestro” (Figura 4) (6,7).
Con la muerte de Hernández Cisneros, Venezuela perdía
un médico, un docente, microbiólogo, parasitólogo, investigador, científico,
artista, filósofo, políglota, un extraordinario ser humano.
En honor al Dr. José Gregorio Hernández (JGH), cantidad de
instituciones lo han convertido en su epónimo, tales como: La Universidad JGH
(Maracaibo, estado Zulia); seis grandes hospitales de Venezuela, a saber, el
Hospital JGH de la Ciudad de Trujillo (estado Trujillo), Hospital JGH de Puerto
Ayacucho (estado Amazonas), Hospital JGH de Caracas (Los Magallanes de Catia), Hospital Cardiológico JGH (San José, Caracas), Hospital Materno
Infantil JGH (Acarigua, estado Portuguesa), Hospital Pediátrico JGH (San Diego,
estado Carabobo); igualmente la Policlínica
JGH (Porlamar, estado Nueva Esparta); Clínica JGH (Guanare, estado Portuguesa);
Unidad Urológica JGH (Guatire, estado
Miranda); Consultorio Médico Popular JGH (San Carlos, estado Cojedes), Centro
Ambulatorio JGH (San Félix, estado Bolívar), el Instituto de Medicina
Experimental JGH de la Facultad de Medicina (UCV); cantidad de Centros Médicos; también la Escuela JGH de Barquisimeto,
estado Lara (107 años de fundada); Colegio JGH de Maracaibo (estado Zulia); Unidad Educativa Nacional JGH (Los Teques, estado Miranda); Unidad
Educativa JGH (municipio Maldonado, estado Táchira); Laboratorios Clínicos y Microbiológicos JGH, en Caracas, Carora, Boconó, Trujillo, Barquisimeto, etc.; el Barrio JGH (Maracaibo, estado Zulia), Barrio JGH (Barquisimeto,
estado Lara), Barrio JGH (Los Teques, estado Miranda), Barrio JGH (Maracay,
estado Aragua), Barrio JGH (San Cristóbal, estado Táchira) y muchas más
instituciones y comunidades, que se enorgullecen de que su nombre los acompañe (1,3-8).
Conclusión
El Dr. Hernández Cisneros
fue un ejemplo de la ciencia médica aplicada con humanidad cristiana y con su
beatificación colocan a la Microbiología como la única ciencia en el mundo
favorecida con poseer un interlocutor directo entre Dios y los hombres. José
Gregorio siempre será recordado por su solidaridad con los más necesitados y
por su generosidad, caridad, rectitud y servicio con los pobres.
Agradecimientos
Al Dr. Louis Pasteur que enseñó tan magistralmente a
su mejor discípulo y colaborador, el Dr. Isidor Straus,
quien a su vez cubrió de conocimientos en Bacteriología y Parasitología a su
mejor estudiante el Dr. Hernández Cisneros, conocimientos que transmitiría a
los 694 estudiantes que pasaron por sus manos y de estos, especialmente, a su
mejor pupilo, el Dr. José Francisco Torrealba, quien a su vez sería uno de los
principales guías en investigación parasitológica del Dr. José Vicente Scorza
(su mejor aprendiz), quien resultaría ser uno de los principales mentores de
postgrado del autor del presente artículo. Lo cual demuestra que, en la
academia, las buenas obras se extienden hasta lugares inimaginables.
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©2020. Los Autores. Kasmera. Publicación del Departamento de Enfermedades Infecciosas y Tropicales
de la Facultad de Medicina. Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela. Este es
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