Revisión Narrativa por
Invitación
Virología/Salud
Pública
Kasmera 48(1):e48102042020, Enero-Junio, 2020
P-ISSN 0075-5222 E-ISSN 2477-9628
https://doi.org/10.5281/zenodo.3745322
COVID-19: La
nueva pandemia con muchas lecciones y nuevos retos. Revisión
Narrativa
COVID-19:
The new pandemic with many lessons and new challenges. Narrative
Review
Valero-Cedeño
Nereida Josefina (Autor de
correspondencia). https://orcid.org/0000-0003-3496-8848. Universidad Estatal del Sur de
Manabí. Facultad de Ciencias de la Salud. Carrera de
Laboratorio Clínico.
Jipijapa-Manabí. Ecuador. Universidad del Zulia. Facultad de
Medicina.
Instituto de Investigaciones Clínicas Dr. Américo
Negrette. Sección de Virología.
Maracaibo-Zulia. Venezuela. Dirección Postal: Km
1½ Vía Jipijapa-Noboa-Campus
Los Ángeles. CP: 130650. Teléfono: +593963024414.
E-mail: nereida.valero@unesum.edu.ec
Mina-Ortiz Jhon Bryan. https://orcid.org/0000-0002-3455-2503.
Universidad Estatal del Sur de Manabí. Facultad de Ciencias
de la Salud.
Carrera de Laboratorio Clínico. Jipijapa-Manabí.
Ecuador. E-mail: mina-ortiz-bryan@hotmail.com
Veliz-Castro
Teresa Isabel. https://orcid.org/0000-0002-0324-775X. Universidad Estatal del Sur de
Manabí.
Facultad de Ciencias de la Salud. Carrera de Laboratorio
Clínico.
Jipijapa-Manabí. Ecuador. E-mail: teresa.veliz@unesum.edu.ec
Merchán-Villafuerte
Karina Maricela. https://orcid.org/0000-0003-1500-7304.
Universidad Estatal del Sur de Manabí. Facultad de Ciencias
de la Salud.
Carrera de Laboratorio Clínico. Jipijapa-Manabí.
Ecuador. E-mail: karina.merchan@unesum.edu.ec
Perozo-Mena
Armindo José. https://orcid.org/0000-0002-0378-7860. Universidad
del Zulia. Facultad de Medicina. Escuela de Bioanálisis.
Departamento de
Microbiología. Maracaibo-Zulia. Venezuela. E-mail: arperozo@fmed.luz.edu.ve
Resumen
El nuevo
coronavirus (2019-nCoV, SARS-CoV-2 o COVID-19) que hasta el momento ha
afectado
a más de 180 países de casi todos los
continentes, fue declarado por la
Organización Mundial de la Salud como pandemia por su
alcance mundial y hasta
la fecha, ha sobrepasado el millón de casos de infectados,
de los cuales el
5,54% han sido letales. La
emergencia de
esta enfermedad, se ha explicado por el surgimiento de un coronavirus
humano
desconocido con incrementados factores de virulencia. El
número
exponencialmente creciente de casos en el mundo, refleja en parte la
rápida
transmisión del COVID-19, que se traduce en una dura prueba
para los sistemas
de salud de los países más afectados. Los retos
que ha representado esta
pandemia, muchos han tenido sus bases en las lecciones aprendidas de la
pandemia de SARS en 2003 y dado el parecido genómico de esta
nueva cepa de
coronavirus, ha sido designado como SARS-CoV-2.
No obstante, los parecidos, hay muchas preguntas aun por
responder,
especialmente en lo que respecta a los mecanismos de
transmisión. Contar con
datos detallados y precisos permitirá comprender y hacer un
seguimiento del
alcance de esta pandemia y fortalecer los esfuerzos de
prevención y respuesta,
en virtud que hasta el momento los tratamientos son experimentales y la
vacuna
podría estar disponible a mediano o largo plazo.
Palabras
Clave:
COVID-19, pandemias, SARS-CoV-2,
transmisión de enfermedad infecciosa.
Abstract
The new coronavirus (2019-nCoV, SARS-CoV-2 or
COVID-19), which so far has affected more than 180 countries on almost
every
continent, was declared a pandemic by the World Health Organization.
its global
reach and to date, has exceeded one million infected cases, of which
5.54% have
been fatal. The emergence of this disease has been explained by the
presence of
an unknown human coronavirus with increased virulence factors. The
exponentially increasing number of cases in the world reflects in part
the
rapid transmission of COVID-19, which translates into a severe test for
the
health systems of the most affected countries. The challenges that this
pandemic has represented, many have been based on the lessons learned
from the
SARS pandemic in 2003 and given the genomic similarity of this new
strain of
coronavirus, it has been designated as SARS-CoV-2. However, the like,
there are
many questions still to be answered, especially with regard to
transmission
mechanisms. Having detailed and accurate data will make it possible to
understand and monitor the scope of this pandemic and strengthen
prevention and
response efforts, since the treatments are so far experimental and the
vaccine
may be available in the medium or long term.
Keywords: COVID-19,
pandemics, SARS-CoV-2, infectious disease transmission.
Recibido: 02-04-2020 / Aceptado: 05-04-2020 / Publicado:
10-04-2020
Como
Citar:
Valero-Cedeño
NJ, Mina-Ortiz JB, Veliz-Castro
TI, Merchán-Villafuerte
KM, Perozo-Mena AJ. COVID-19:
La nueva pandemia
con muchas lecciones y nuevos retos. Revisión Narrativa.
Kasmera. 2020;48(1):e48102042020.
doi:
10.5281/zenodo.3745322
Desde la alerta epidemiológica sobre el nuevo coronavirus (2019-nCoV, SARS-CoV-2 o COVID-19) publicada el 16 de enero de 2020, hasta la actualidad (marzo 31 de 2020), 180 países de casi todos los continentes excepto la Antártida, han reportado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) casos confirmados de la hoy conocida pandemia como COVID-19, haciendo referencia a la enfermedad causada por el nuevo coronavirus descubierto en el año 2019 y que hasta la fecha, ha causado un aproximado de 859.556 casos confirmados y 42.332 muertes, con 178.300 pacientes recuperados (Figura 1) (1,2).
Figura 1. Mapa
interactivo de casos globales por COVID-19. Fuente: Johns
Hopkins Center for Systems Science
and Engineering.
Durante el siglo XXI China ha sido
lugar de origen de diferentes patógenos potenciales,
especialmente de agentes
virales que han causado emergencia en el mundo. Entre ellos la gripe
aviar en
1997 (3), el
síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en 2003
(4), el
Síndrome de fiebre severa con trombocitopenia (SFTS)
en 2010 (5), el
síndrome respiratorio de oriente medio (MERS)
originado en Arabia Saudita en 2012 (6) y el reciente
virus latente surgido
en el sureste de China en Wuhan, provincia Hubei a lo largo de
diciembre de
2019 (7-9).
La
emergencia de esta enfermedad, se ha
explicado por el surgimiento de un nuevo coronavirus humano con
incrementados
factores de virulencia. El número exponencialmente creciente
de casos en el
mundo, refleja en parte la rápida transmisión del
COVID-19, alcanzando la etapa
de propagación en la comunidad, dada la susceptibilidad del
100% de la
población mundial. Contar con datos detallados y precisos
permitirá comprender
y hacer un seguimiento del alcance de esta pandemia y fortalecer los
esfuerzos
de prevención y respuesta, en virtud que hasta el momento
los tratamientos son
experimentales y la vacuna podría estar disponible a mediano
o largo plazo.
Los coronavirus
(CoV) fueron descritos
por
primera vez en 1966 por Tyrell
y Bynoe
(10), quienes
cultivaron los virus de pacientes con resfriado
común. Los CoV
son agentes patógenos que pueden ser
transmitidos a los animales y al hombre; contienen ARN monocatenario
con
sentido positivo, no segmentado y envuelto. Estos pertenecen a la
subfamilia Orthocoronavirinae,
familia Coronaviridae,
en el orden Nidovirales.
Se clasifican en cuatro géneros: alfa,
beta, gamma
y deltacoronavirus.
Los dos primeros pueden infectar al ser humano (11,12).
El
tamaño del genoma viral oscila entre 26 a 32 kilobases,
el virión está compuesto por una
nucleocápside fosforilada estructurada de ARN
genómico. Además, los CoV
están cubiertos por diferentes
glicoproteínas de espiga, la hemaglutina-esterasa,
la
proteína de membrana y las proteínas localizadas
entre la proteína S, que le
dan la apariencia de corona, de allí su nombre. Hasta la
actualidad se han
identificado otros CoV
que pueden causar enfermedad respiratoria leve o moderada en el humano,
como
son: HCoV-NL63, HCoV229E (alfaCoV),
HCoV-OC43 y
HCoV-HKU1 (beta CoV), MERS-CoV
(beta coronavirus), SARS-CoV
(beta coronavirus) y el nuevo 2019-nCoV,
denominado SARS-CoV-2
(beta coronavirus) (13,14).
El brote comenzó con un caso de
neumonía de etiología desconocida cuyo epicentro
fue el mercado de animales
salvajes donde se comercializan diferentes especies animales como
murciélagos,
serpientes, erizos, ratas, perros y gatos, entre otros. La mayor parte
de los
trabajadores, desarrollaron neumonía con graves
complicaciones respiratorias de
evolución rápida y disfunción renal,
conduciendo gradualmente a la muerte. El 7
de enero de 2020 fue identificado el nuevo tipo de coronavirus,
designado como
2019-nCoV por el Centro para el Control y Prevención de
Enfermedades (CDC, por
sus siglas en inglés) (8,9). La OMS la
declaró como una emergencia sanitaria internacional y le
denominó Enfermedad por Coronavirus 2019 o COVID-19, antes,
la forma de
referirse a esta enfermedad era "nuevo coronavirus 2019" o 2019-nCoV,
poco despues, el Grupo de Estudio de Coronavirus le asignó
al virus el nombre
de SARS-CoV-2 (15,16).
Los CoV
son una familia de virus, algunos de los cuales causan enfermedad en
las
personas (zoonosis) y otros, como los coronavirus caninos y felinos,
solo
infectan a animales. En raras ocasiones, los CoV
animales
que infectan a los animales pueden evolucionar e infectar a las
personas y
luego propagarse de persona a persona. Se sospecha que esto pudo haber
ocurrido
con el virus que causa el COVID-19 (17).
Desde el 31 de diciembre de 2019 se
han notificado casos de COVID-19 en 180 países y regiones de
África, Asia, América y
Oceanía, incluyendo Australia (1,9). Los tipos
comunes de coronavirus
en humanos se han caracterizado por provocar enfermedades
respiratorias, y los
emergentes en las dos últimas décadas, por tener
mayores repercusiones en la
salud pública mundial, como el caso de SARS, MERS y ahora
COVID-19, sin
embargo, la población china cuenta con el 30 a 60 % de
resultados positivos
para anticuerpos anti-CoV
(9).
En el 2002, surgió un caso
atípico
de neumonía en la provincia de Guangdong
en China,
que causó preocupación a nivel global por la
difusión de la enfermedad a más de
24 países, dicha patología se la
denominó Síndrome
Respiratorio Agudo Severo (SARS, por sus siglas en inglés). La civeta de
palma y los perros mapaches fueron
considerados inicialmente como reservorios sospechosos, sin embargo,
después de
varias investigaciones, consensuaron que los murciélagos
eran los reservorios
naturales, aunque podrían encontrarse en otras especies de animales,
principalmente mapaches (Paguna
larvata). Los individuos
infectados fueron 8.098 personas de
los cuales murieron 774 (7,10,18).
En el 2012 apareció otro betacoronavirus en Jeddah-Arabia
Saudita, proveniente de una muestra de esputo cuyo patógeno
fue denominado
MERS-CoV, su
proliferación fue rápida en corto
tiempo, pero gracias a los esfuerzos médicos se
logró contener y eliminar.
Dicho virus causó 2.494 casos y 858 muertes, la
mayoría en el lugar del brote;
el reservorio natural se presumió que eran los
murciélagos, pero principalmente
la trasmisión fue atribuida a los camellos dromedarios (11).
Ambos virus infectan las células
epiteliales intrapulmonares más que las células
de la vía aérea superior,
Durante el 2002-2004 SARS-CoV
llegó a mutar
optimizando la replicación en células humanas con
mayor virulencia; en
contraste MERS-CoV no ha
mutado para mejorar su
capacidad virulenta desde su aparición
(12-17).
En el 2019, surgió nuevamente un brote de neumonía en Wuhan, con historia de exposición a animales de vida salvaje, cuyo contagio se cree una nueva zoonosis, en un mercado de especies animales salvajes y domesticadas, pero que, hasta la actualidad, no hay evidencias claras del reservorio natural del nuevo betaCoV. Pese a esto, algunas investigaciones suponen que las serpientes son los huéspedes principales; en cambio, otras señalan a los murciélagos; así mismo se encontró evidencia genómica y evolutiva de la ocurrencia de un CoV similar al SARS-CoV-2 (llamado Pangolin-CoV) en pangolines malayos muertos. Pangolin-CoV es 91,02% y 90,55% idénticos a SARS-CoV-2 y BatCoV RaTG13, respectivamente, a nivel de genoma completo. Además de RaTG13, Pangolin-CoV es el CoV más estrechamente relacionado con el SARS-CoV-2. En conclusión, este estudio sugiere que las especies de pangolín son un reservorio natural de CoV similares al SARS-CoV-2. Si es trasmitido directamente de los murciélagos, ayudará a entender que este reservorio sería probablemente el principal, por su similitud con los CoV presentes en dichos mamíferos (16,18,19).
Los CoV desde el año 2002
hasta la actualidad, han sido
considerados patógenos emergentes. Las observaciones
histopatológicas de las
lesiones pulmonares provocadas por SARS-CoV
muestran
edema e inflamación por células infiltrantes,
pero también exhibe exfoliación
severa de las células epiteliales alveolares,
ensanchamiento, daño septal
alveolar e infiltración del espacio alveolar, conduciendo a
inflamación,
hiperplasia y necrosis. De hecho, las patologías del SARS-CoV
y MERS-CoV no
están totalmente entendidas, al igual
que la comprensión de la inmunopatogénesis
asociada a
la infección severa. Por ello, es importante en los casos de
neumonía por CoV,
monitorear el control de la producción de citoquinas y
la respuesta inflamatoria, dado que ellos son los responsables de la
acumulación de células y fluidos en los pulmones,
acompañado de síntomas como
fiebre, dolor de cabeza, hemoptisis, mialgia, fallas renales y
reducción de la
capacidad de los pulmones (8,20).
Al igual
que otros virus, el SARS-CoV-2 infecta las células
epiteliales alveolares
pulmonares usando endocitosis mediada por receptor a través
de la enzima
convertidora de angiotensina II (ACE2) como receptor de entrada (21). Estudios de
inteligencia artificial, predicen que los medicamentos asociados con la
proteína quinasa 1 asociada a AP2 (AAK1), uno de los
reguladores conocidos de
la endocitosis. La interrupción de AAK1 podría, a
su vez, interrumpir el paso
del virus a las células y también el ensamblaje
intracelular de partículas de
virus (22,23).
El nuevo
CoV es conocido por
causar diversas infecciones en el
tracto respiratorio en humanos, desde un leve resfriado hasta casos
graves de
neumonía, edema pulmonar, falla multiorgánica y
muerte. El
período de incubación del COVID-19 se ha estimado
de
1 a 14 días después de la exposición.
La edad promedio es de
entre 49 y
56 años, los casos en niños son
menos
frecuentes, es posible que los niños sean menos susceptibles
que los adultos al
nuevo CoV, debido a que
sus células son menos
permisivas al patógeno. Hasta la fecha,
la revisión más grande de niños con
COVID-19 incluyó a 2143 niños en China.
Solo 112 (5,6%) de 2143 niños tenían enfermedad
grave (definida como hipoxia) y
13 niños (0,6%) desarrollaron insuficiencia respiratoria o
multiorgánica o
síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). Al momento
solo se han
reportado dos muertes en niños con resultados positivos para
COVID-19 en China,
y ninguna muerte en Italia. Estas cifras están en marcado
contraste con la tasa
de mortalidad global del 4% en adultos con COVID-19 (23-27).
En cuanto al género, el masculino, ha
resultado ser más afectado. El CDC,
registró que el 51% de los pacientes confirmados eran
hombres y que la tasa de
mortalidad era de 2,8% en los hombres frente al 1,7% de las mujeres (24). Otro estudio
sobre los datos de 99 pacientes infectados con el virus,
reveló que la edad
media era de 55,5 años y que había infectados
tres veces más hombres que
mujeres (25).
Los
pacientes
contagiados con este coronavirus experimentan diversos
síntomas, entre ellos, fiebre,
tos, fatiga y dolor
muscular que persisten durante la etapa
inicial de la enfermedad, mientras que al
paso
de los dias algunos pacientes desarrollan dificultad
para respirar y
neumonía
(8,24,26).
El estudio de la
fisiopatología del
COVID-19, ha mostrado que uno de los principales órganos
afectados son los
pulmones. Durante los primeros días de infección
invade rápidamente las células
pulmonares humanas. En
casos graves, puede haber la aparición de
neumonía con dolor anormal del pecho, hemoptisis, linfopenia
asociada a
complicaciones de síndrome agudo respiratorio, lesiones
cardíacas, fallas de
los riñones y eventualmente la muerte
(24,25).
A medida que
el
daño pulmonar continúa
desarrollándose, puede provocar insuficiencia
respiratoria, y algunos de los pacientes que sobreviven a la
enfermedad,
padecen un daño pulmonar permanente (28).
El virus puede penetrar
fácilmente en todo tipo de células, los
investigadores consideran que el
SARS-CoV-2 podría usar el mismo receptor que el SARS y
encontrar en los
pulmones y en el intestino delgado, sitios de replicación,
causando diarrea
después de
la colonización del virus en el revestimiento epitelial del
tracto
gastrointestinal
(29). El nuevo
coronavirus podría actuar principalmente sobre los
linfocitos, especialmente
los linfocitos T (30). Las citoquinas
median un proceso inflamatorio severo, que conlleva a fallas
sistémicas en
múltiples órganos (31).
El COVID-19 podría
infectar
directamente el hígado, replicando y dañando las
células, o esas células pueden
constituirse en daños colaterales, dado que la respuesta
inmunitaria antiviral
desencadena una reacción inflamatoria severa en el
hígado.
A medida que los riñones van filtrando sangre continuamente,
las células
tubulares pueden atrapar el virus y causar una lesión
transitoria o más leve,
aunque podría ser letal si el virus penetra en las
células y se replica (21,32).
No
se conoce exactamente la forma
de trasmisión del virus por su similitud con otros miembros
de su familia como MERS
y SARS, aunque puede estar mediada de animales a humanos y de humanos a
humanos, principalmente por gotas provenientes de la vía
respiratoria como
también otras fuentes como sangre, heces, orina, saliva,
semen, entre otros. Todavía
no se sabe cómo o cuándo
el virus se volvió infeccioso para las personas, pero
sí se sabe que el virus
se transmite de persona a persona, es decir, una persona enferma puede
contagiar a los demás. Es por eso que se recomienda que
estos pacientes sean
aislados en un hospital o en su hogar (dependiendo de la gravedad)
hasta que
mejoren y no representen un riesgo de infección para el
resto de susceptibles (33,34).
Los
casos de COVID-19 incluyen:
Casos importados en viajeros, casos entre contactos cercanos de un caso
conocido y casos adquiridos en la comunidad donde se desconoce la
fuente de la
infección.
Asimismo, el
SARS-CoV-2 no
se ha detectado en el agua potable. Los métodos
convencionales de tratamiento
de agua que usan filtración y desinfección, como
los de la mayoría de los
sistemas municipales de agua potable, deben eliminar o inactivar el
virus que
causa COVID-19 (33,35);
No obstante,
este virus es estable durante varias horas o días en
aerosoles y en
superficies, según un nuevo estudio reportado por van
Doremalen
y col. (35),
quienes
descubrieron que el SARS-CoV-2 era detectable en aerosoles durante
hasta tres
horas, hasta cuatro horas en cobre, hasta 24 horas en cartón
y hasta dos o tres
días en plástico y acero inoxidable. Los
resultados proporcionan información
clave sobre la estabilidad del SARS-CoV-2, que causa la enfermedad
COVID-19, y
sugiere que las personas pueden adquirir el virus a través
del aire y después
de tocar objetos contaminados.
El
medio ambiente afecta al
SARS-CoV-2 y al SARS-CoV-1, que causa el SARS. El SARS-CoV-1 fue
erradicado por
el rastreo intensivo de contactos y medidas de aislamiento de casos y
no se han
detectado casos desde 2004. SARS-CoV-1 es el coronavirus humano
más relacionado
con el SARS-CoV-2. En el estudio de estabilidad, los dos virus se
comportaron
de manera similar, lo que desafortunadamente no explica por
qué COVID-19 se ha
convertido en un brote mucho más grande (35).
A
diferencia del SARS-CoV-1, la
mayoría de los casos secundarios de transmisión
del virus del SARS-CoV-2
parecen estar ocurriendo en entornos comunitarios en lugar de entornos
de
atención médica. Sin embargo, los entornos
sanitarios también son vulnerables a
la introducción y propagación del SARS-CoV-2, y
la estabilidad del SARS-CoV-2
en aerosoles y en superficies, probablemente contribuya a la
transmisión del
virus en estos ambientes (36).
El
virus SARS-CoV-2,
se ha detectado en las heces
de algunos pacientes diagnosticados. Se desconoce la cantidad que puede
ser
liberada en las heces, cuánto tiempo se expulsa y si el
virus en las heces es
infeccioso. También se desconoce el riesgo de
transmisión de COVID-19 desde las
heces de una persona infectada. Sin embargo, se espera que el riesgo
sea bajo
según los datos de brotes previos de coronavirus
relacionados, como el SARS y
MERS. No ha habido informes de transmisión fecal-oral de
COVID-19 hasta la
fecha (37).
Se cree que
el riesgo de transmisión del virus a través de
las aguas residuales pudiera ser
posible, hasta la fecha no hay evidencia de que esto haya ocurrido. El
SARS, se
ha detectado en aguas residuales no tratadas hasta por 2 a 14
días. En el brote
del 2003, hubo transmisión documentada asociada con
aerosoles de aguas
residuales. Los datos sugieren que las prácticas
estándar de cloración del
sistema de aguas residuales municipales pueden ser suficientes para
inactivar
los CoV, siempre y
cuando se controle el cloro
disponible durante el tratamiento, para asegurarse de que no se haya
agotado (38).
Aún no se conoce con
certeza si el
clima y la temperatura inciden en la propagación del
COVID-19. Algunos virus, como
los del resfriado común o de la influenza, se propagan
más durante los meses
fríos, pero eso no descarta la posibilidad de enfermarse a
causa de uno de esos
virus durante otros meses. Todavía se desconoce si la
propagación del COVID-19
se reducirá con la llegada de temperaturas más
cálidas. Por lo general, los CoV
sobreviven por periodos más breves en temperaturas
más
elevadas y condiciones de mayor humedad que en entornos más
fríos o secos (33,36).
Actualmente
no hay evidencia que respalde la transmisión del COVID-19
asociada a los
alimentos. En general se deben usar prácticas
estándar y precauciones básicas
de higiene. Siempre, antes de preparar o de consumir alimentos es
importante
lavarse las manos con agua y jabón por 20 segundos para
preservar la seguridad
de los alimentos en general. Durante el transcurso del día,
hay que lavarse las
manos después de sonarse la nariz, toser o estornudar y
después de ir al baño (39).
De igual
forma, se desconoce si las mujeres embarazadas corren un mayor riesgo
de
enfermarse con el COVID-19 que otros grupos poblacionales, ni si tienen
más
probabilidades de enfermarse gravemente como resultado. Un estudio
reciente realizado en 5 mujeres embarazadas, sugiere que es probable que
las mujeres embarazadas diagnosticadas
con COVID-19 no tengan fiebre antes del parto. Las manifestaciones
iniciales
primarias fueron simplemente fiebre posparto de bajo grado o
síntomas
respiratorios leves. Por lo tanto, las medidas de protección
son necesarias al
ingreso; la tomografía computarizada instantánea
y el ensayo de reacción en
cadena de la polimerasa con transcripción inversa (RT-PCR),
en tiempo real,
deberían ser útiles en el diagnóstico
temprano y evitar complicaciones en este
grupo (40).
Los
especímenes recomendados por la OMS son: muestras
respiratorias
(nasofaríngea, orofaríngea, esputo, aspirado
endotraqueal, lavado bronco
alveolar en pacientes con enfermedades respiratorias severas. Biopsias
del tejido
pulmonar, sangre, orina y suero en pacientes convalecientes (2-4
semanas
después de la fase aguda) (41).
En
cuanto los
tipos de muestras respiratorias óptimas para el
diagnóstico, los hisopados o
barridos nasofaríngeos y orofaríngeos, aseguran
mayor viabilidad en la
detección del virus, dado que la positividad puede
mantenerse a partir del
cuarto día del periodo de incubación.
Independientemente cual sea el tipo de
muestra, deberán ser transportadas a 4°C al
laboratorio de referencia de cada
país, asegurando la cadena de frio y el óptimo
transporte
(26,41).
Los
exámenes
realizados de forma rutinaria en pacientes, han permitido observar, en
la
mayoría de los pacientes, linfopenia, trombocitopenia,
aumento de la proteína C
reactiva, creatinina y la enzima lactato deshidrogenasa
(42).
Corman
et al., (43)
presentaron el
establecimiento y la validación, de un flujo de trabajo de
diagnóstico para el
cribado 2019-nCoV y confirmación específica,
diseñado, dada la ausencia de
protocolos disponibles para el diagnóstico de aislados de
virus o muestras
originales de pacientes. Los diseños fueron habilitados por
la estrecha relación
genética con el SARS-CoV
2003, y consistentes con el
uso de técnicas de biología molecular, como la
RT-PCR en tiempo real, que ha
permitido la identificación de aislados del virus en
células epiteliales, la
amplificación y la detección de la secuencia del
virus, así como el análisis
por bioinformática incluyendo el árbol
filogenético para distinguir las
características del 2019-nCoV, de otros coronavirus (44).
Actualmente
el
virus no tiene un medicamento específico para contrarrestar
la virulencia, pero
lo recomendado por el CDC y la OMS, es apaciguar los
síntomas ocasionados por
la enfermedad y para casos severos el tratamiento debe incluir cuidados
y
soporte vital de órganos. Sin embargo, se mantienen
investigaciones con el
empleo de antirretrovirales de amplio espectro como remdesivir
un inhibidor del ARN polimerasa, lopinavir/ritonavir e interferones, los
cuales mostraron resultados
positivos contra MERS-CoV
en animales de prueba, y
estos antirretrovirales están siendo probados actualmente
contra SARS-CoV-2
(45,46).
En
ausencia de
un tratamiento específico para este virus, existe una
necesidad urgente de
aprender de la experiencia y las lecciones en China, Irán,
Italia y España y
más recientemente Estados Unidos de América. Para
reducir la tasa de letalidad
entre los pacientes con COVID-19, es importante tomar en cuenta las
complicaciones, como ARNaemia,
síndrome de dificultad
respiratoria aguda y disfunción orgánica
múltiple. Para ayudar a comprender las
ventajas y limitaciones de los tratamientos diferenciales, se han dado
evidencias y se discuten hoy día las complicaciones y los
tratamientos
principales correspondientes, especialmente los controvertidos, como la
terapia
antiviral, con cloroquina, azitromicina, con glucocorticoides, soporte
extracorpóreo que incluye un sistema hepático
artificial, oxigenación por
membrana extracorpórea, según la evidencia
disponible. Como conclusión a esta
avalancha de investigaciones, se ha sugerido que la terapia antiviral y
el
soporte de la función del órgano son vitales para
reducir la mortalidad para
pacientes leves y pacientes críticos, respectivamente (47).
Algunos
esfuerzos actuales se centran en el desarrollo de medicamentos
antivirales
específicos. Los anticuerpos neutralizantes
terapéuticos (NAb)
contra el SARS-CoV-2 podrían asomarse como agentes
terapéuticos muy importantes
para el tratamiento de la enfermedad por COVID-19. Con conocimiento que
la
respuesta inmunitaria del huésped contra el SARS-CoV,
proporcionan implicaciones para el desarrollo de NAb y
para comprender las intervenciones clínicas contra el
SARS-CoV-2 (48).
Al no
existir medicamentos que frenen la velocidad de diseminación
del 2019-nCoV estaríamos en gran
desventaja, por la fácil replicación del virus en
los humanos, pese a los
intentos de las autoridades gubernamentales para evitar la
propagación a otros
países. En tales circunstancias, la voracidad del
patógeno contra el sistema
inmune de los infectados, ha ocasionado, de manera súbita,
casos severos de
neumonía acompañados de disfunción
renal, especialmente en pacientes seniles
con enfermedades concomitantes como diabetes, Parkinson y alteraciones
cardiovasculares. Por ello es importante establecer medidas estrictas
de
protección del personal médico y las
instituciones donde yacen los pacientes
infectados, especialmente en países con sistemas de salud
deficientes, con el
objetivo de lograr contener la proliferación del virus a las
naciones
restantes.
Ha comenzado un
ensayo clínico de fase 1 que evalúa una vacuna en
investigación diseñada para
proteger contra la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19). El
ensayo
abierto inscribirá a 45 voluntarios adultos sanos de entre
18 y 55 años durante
aproximadamente 6 semanas. El primer participante recibió la
vacuna en
investigación recientemente. Se evaluarán
diferentes dosis de la vacuna
experimental para la seguridad y su capacidad para inducir una
respuesta inmune
en los participantes. Este es el primero de múltiples pasos
en el proceso de
ensayo clínico para evaluar el beneficio potencial de la
vacuna llamada
ARNm-1273, vacuna candidata para el ensayo clínico de Fase 1
(49,50).
La OMS y los CDC, han recomendado
medidas generales que han ido variando de acuerdo al conocimiento que
se ha
generado en estos meses de pandemia, sin embargo, al revisarlas son
medidas
básicas de contención de cualquier otro
patógeno, con algunas particularidades,
estas son: lavado de manos frecuentemente con jabón y agua
durante 20 segundos,
especialmente después de salir del baño, antes de
comer y después de estornudar
y toser. En caso de no existir jabón, se deberá
utilizar alcohol al 60%; evitar
contacto de los ojos, nariz y boca con las manos sucias; evitar
contacto
cercano con personas enfermas; limpiar y desinfectar frecuentemente los
objetos
y superficies que son habitualmente tocadas y en caso de viajes a
países con
antecedente epidemiológico y se presenten
síntomas como fiebre, tos o
dificultad para respirar en 14 días, se deberá
buscar atención médica
inmediata, siguiendo las directrices de las autoridades sanitarias de
cada país
(9,45).
El
COVID-19 está suponiendo una dura prueba para los sistemas
de salud de los
países más afectados por la epidemia,
seguramente, será todavía más duro
para
Latinoamérica. Los retos que ha representado esta pandemia,
muchos han tenido sus
bases en las lecciones aprendidas de la pandemia de SARS en 2003 y dado
el
parecido genómico de esta nueva cepa de CoV con el
causante de la misma, ha sido designado como SARS-CoV-2. No obstante, los
parecidos, hay muchas
preguntas aun por responder, especialmente en lo que respecta a los
mecanismos
de transmisión. La
similitud y
viabilidad no responden ¿porque el CoV-2
ha resultado en
miles de veces más contagios? La evidencia emergente sugiere que las
personas
infectadas con SARS-CoV-2 podrían estar propagando el virus
sin reconocer o
antes de reconocer los síntomas. Esto haría que
las medidas de control que
fueron efectivas contra el SARS-CoV-1 sean menos efectivas contra este
sucesor.
Si la
presencia del virus en otros fluidos biológicos representa
un riesgo potencial,
porque la preferencia de grupo etario y género,
así como el peligro a grupos
vulnerables, como embarazadas e inmunodeprimidos, está por
verse, lo mismo que
las diferencias en mortalidad en algunos países de acuerdo a
las características
propias de cada población y la fortuna de que la morbilidad
severa en niños es
mucho menor que la de los adultos. Así, la tasa de
mortalidad de Alemania es de
casi 0,4%, mientras que la de Italia llegó al 9,2%. Una de
las claves de la
baja mortalidad podría ser la identificación
temprana de los portadores del
virus, lo que frena la expansión de la enfermedad. Una
premisa de los
directivos de la OMS, es que no se puede combatir el virus si no se
sabe dónde
está, y eso es precisamente es lo que se logra cuando se
realiza el diagnóstico
oportunamente.
Aunque
el virus pudo haber empezado a contagiarse en un mercado, el flujo de
movilidad
de esa población fue lo que posiblemente
desencadenó su rápida propagación. Wuhan es la
séptima ciudad más grande de China con una
población de 11 millones de personas en una de las
metrópolis más conectadas de
ese país. Por qué no se tomaron medidas de
contención, sino muchas semanas
después del inicio de la epidemia, es una razón
que sería interesante conocer.
Un reto de esta pandemia, aunque se supone con lecciones aprendidas de
otras
anteriores como el SARS y el MERS, la respuesta oportuna no es
evidente, tanto,
que hoy día, tres meses después del inicio, la
morbimortalidad sigue en
ascenso; entonces surgen incógnitas como: ¿dónde
está la
preparación y los sistemas de alerta temprana, que, con
tanta tecnología, aun
no funcionan para salvaguardar la salud pública mundial?, ¿porque las
regulaciones y control efectivo no llegan al manejo de posibles focos
desencadenantes? ¿Por
qué los comités de vigilancia no cuentan con
sistemas proactivos si ya han emergido otros patógenos
relacionados taxonómica
y filogenéticamente parecidos?
Por otro
lado, este virus ha presentado amenazas importantes para la salud
internacional
y la economía. El diseño y validación
de técnicas de diagnóstico, la
búsqueda
de tratamientos efectivos y de candidatos a vacunas, la cuarentena y
medidas de
contención de millones de personas en el mundo, ha implicado
priorizar gastos
públicos, descenso en el capital de los países y
la toma de medidas de
emergencia, no solo en la salud, sino también en lo
económico, cuyas
consecuencias aún están por verse.
Qué
implicaciones tiene que un porcentaje de los pacientes, que
después de haber
dado negativo en la prueba, ¿han vuelto a
dar positivo se traduce
en una inmunidad parcial?
O es
que en general este coronavirus inmuniza a la
población, ¿pero la
respuesta inmunitaria es débil? ¿Es una
reinfección o un repunte del virus? Hay mucho más
que aprender acerca de la transmisibilidad, gravedad y otras
características
asociadas al COVID-19, mientras, las investigaciones están
en curso.
Los
autores declaran no
presentar conflictos de intereses.
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Académico
Contribución
de los Autores:
VCNJ, MOJB,
MVKM: conceptualización,
metodología, validación, análisis
formal,
investigación, curación de datos,
redacción-preparación del borrador original,
redacción-revisión y edición. PMAJ:
validación, análisis formal,
investigación, curación de datos,
redacción-revisión y edición,
visualización.
©2020. Los Autores. Kasmera. Publicación del
Departamento de Enfermedades
Infecciosas y Tropicales de la Facultad de Medicina. Universidad del
Zulia.
Maracaibo-Venezuela. Este es un
artículo de acceso abierto
distribuido bajo los términos de la licencia Creative
Commons
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