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Octubre-diciembre 2024
Vol. 14 No. 3
Interacción y Perspectiva. Revista de Trabajo Social Vol. 14 No3 / octubre-diciembre, 2024
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Interacción y Perspectiva Dep. Legal pp 201002Z43506
Revista de Trabajo Social ISSN 2244-808X
Vol. 14 No3 549-5557 pp. Copyright © 2024
Octubre-diciembre
ENSAYO
¿Qué significa la descolonización para el Trabajo social?
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.11148871
Sergio Alejandro Díaz Angarita*, Marcia Paola Márquez Cetina** y
Luis Eduardo Buitrago Rojas***
Resumen
Este artículo pretende responder a la pregunta ¿Qué significa la descolonización para el
Trabajo Social? dado que es imprescindible reflexionar sobre el significado de esta
construcción dentro del trabajo social para superar las tensiones que existen en torno al
pensamiento colonial que si bien ha configurado muchas de sus prácticas, es necesario
tomar conciencia de ellas para romper con estas, reconociendo la necesidad de un
trabajo social situado que atienda las diferentes necesidades del contexto social,
marginal y discriminante en América Latina y el Caribe y que, a su vez, plantee nuevas
posibilidades de inmersión en las comunidades de base y desde allí construir alternativas
de autodesarrollo. Esto en aras de comprender que el trabajo social hoy debe seguir
configurando su construcción de conocimiento disciplinar más allá del análisis, reflexión
y construcción de su praxis profesional desde lo ético y lo político como espacio de
encuentro para la transformación social antihegemónica, incluyente, reflexiva y en
constante cambio.
Palabras clave: Epistemología, descolonización, desigualdad cultural, desigualdad
social, trabajo social.
Abstract
What does decolonization mean for Social Work?
This article aims to delve into the question: “What does decolonization mean for social
work?” Recognizing the urgent need to critically assess the implications of colonial
ideologies entrenched within social work practices, it is imperative to confront and
dismantle these paradigms. This acknowledgement is pivotal in fostering a nuanced
comprehension of social work's role in addressing the multifaceted needs of communities
across Latin America and the Caribbean, characterized by pervasive social
marginalization and discrimination. Advocating for a contextualized approach, the article
emphasizes the importance of engaging with grassroots communities to cultivate
alternative pathways towards self-empowerment. At the core of this endeavour lies the
recognition that contemporary social work must transcend traditional disciplinary
confines, embracing an ethical and political framework that nurtures anti-hegemonic,
inclusive, and reflexive practices, thereby catalysing dynamic social transformation.
Díaz Angarita, Márquez Cetina y Buitrago Rojas / ¿Qué significa la descolonización para el Trabajo Social?
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Keywords: Epistemology, decolonization, cultural inequality, social inequality, social
work.
Recibido: 15/03/2024 Aceptado: 22/04/2024
* Lecturer and researcher at Minuto de Dios University Corporation - UNIMINUTO-, and Corporación Unificada
de Educación Superior –CUN-.E-mail: alejandrodiangarita@gmail.com - sdiazang@uniminuto.edu.co Social
worker, specialist in University Education, Master's Degree in Education and master's degree in
contemporary migration. ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-0886-4802
** Leader of the dialogue and memory research line of the Contemporary Pedagogical Thought Collective.
Support teacher in District Secretary of Education – Bogotá. E-mail: marciapaolamc@gmail.com –
lineadialogoymemoria@gmail.com Social Worker, Master in Educational and Social Development. ORCID
ID: https://orcid.org/0000-0001-9462-5455
*** Researcher at Minuto de Dios University Corporation - UNIMINUTO- E-mail: eduardonline4@gmail.com :
lbuitrago@uniminuto.edu Master of Studies and Development Management and Doctor of Education
from Nova Southeastern University. ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-0689-9320
1. Reflexión inicial
Asumir la decolonialidad como punto central de reflexión implica, en primer lugar,
una evaluación crítica de los rasgos coloniales presentes en las sociedades
latinoamericanas, así como en la conformación de las ciencias sociales y humanas,
incluyendo el Trabajo Social. Según BlackDeer y Beeler (2024), la descolonización en el
trabajo social requiere abordar los efectos de la colonización en las prácticas, la
educación y las comunidades relacionadas. Por otro lado, Buffalo (2022) sostiene que
este proceso va más allá de cambios superficiales y demanda la identificación de
creencias perjudiciales, la recuperación de prácticas y el aprendizaje de los esfuerzos
exitosos de descolonización. En este sentido, la descolonización implica una apuesta
epistemológica de los sectores subalternizados, que se combina con una acción política
transformadora, como destaca Zapata (2017).
La reflexión constante del saber y la praxis del Trabajo Social además de la cercanía
que este tiene con las prácticas sociales y las discusiones que de allí se desprenden,
contribuyen a enriquecer el quehacer profesional desde el trinomio continuo reflexión-
acción-reflexión, tomando como eje central los conocimientos subalternizados, situados
y colectivamente construidos, trayendo a la superficie, aquellos saberes ignorados por
el positivismo y la modernidad, saberes que, han sido excluidos del sistema capitalista
y de la academia, ya sea porque hacen alusión a temas controversiales como el género
o el credo, o porque surgen de sectores con niveles elevados de pobreza, vulnerabilidad
y marginalidad que en sus prácticas y reflexiones comunitarias controvierte las ideas del
desarrollo.
De allí que, desde la perspectiva decolonial, la construcción epistémica reconoce la
historicidad de los sujetos y su construcción en común-unidad:
La producción de conocimientos en la perspectiva epistémica decolonial se da
en un entramado de sujetos históricos que interactúan entre sí como tales,
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configurándose situaciones y relaciones de intersubjetividad que construyen
un “nosotros” que está muy lejos del “yo” de la modernidad (Martínez y
Agüero, 2018, p. 303).
Reconocer los vínculos entre los diferentes sujetos históricos, introduce un elemento
fundamental dentro del quehacer profesional: el cuerpo colectivo, que para el trabajador
y la trabajadora social, se traduce en un quehacer que reconoce las relaciones
fortalecidas al interior del sistema occidental, es decir, relaciones que se resisten al
proyecto individual promovido por la modernidad, por ello, a partir de la mirada
decolonial se reconoce la existencia de los diferentes actores que conforman la sociedad
y que de una u otra forma han estado rezagados a los dictámenes políticos, económicos
y sociales de ciertos sectores dominantes a nivel nacional e internacional, esto se
evidencia con más claridad, en la construcción de políticas públicas o de desarrollo que
los Estados gestan para controlar las distintas problemáticas sociales desde un carácter
individual, consumista y capitalista al responder a los intereses internacionales
hegemónicos, cuya mirada desconoce el contexto de sus poblaciones objeto e
individualiza a los actores sociales para que busquen sus propios beneficios.
De conformidad con lo anterior, la decolonialidad nos invita a considerar los
contextos, su historia, además de reconocer el conocimiento desde la acción, reflexión
y acción, a comprender los imaginarios y las representaciones sociales y culturales
establecidas, así como los significados que orientan el ejercicio profesional hacia la
reivindicación social desde el diálogo de saberes, y el despertar sentipensante, lo cual,
está en consonancia con las distintas formas de movilización social que gestan procesos
de pensamiento y posición crítica ante las problemáticas sociales de carácter local,
regional, nacional e internacional, lo cual, de entrada evidencia la transformación del
pensamiento colonial–occidental.
Ahora bien, el Trabajo Social, no se escapa de la influencia colonial, que ha estado
presente en su accionar social y en la profesionalización por las teorías euro centristas
y norteamericanas vistas desde el positivismo, la sociología funcionalista, la caridad, la
cuestión y acción social a nivel asistencial.
La construcción epistémica del Trabajo social se ha nutrido de los estudios “de lo
social influenciados por las corrientes cristianas, liberales y marxistas, por escuelas
funcionalistas, positivistas, materialistas y una amplia gama de teorías sociales” (Gómez
y Patiño, 2018, p. 141), que dan cuenta del crisol de conocimientos que han cobijado la
intervención e interacción de la profesión con la sociedad para así pensar, reflexionar y
construir ciencia propia desde los análisis situados y las conversaciones
interdisciplinarias, creando así ciencia y/o teoría práctica.
De allí se desprende la idea fundamental de una descolonización del Trabajo Social,
que como proceso permite que se “interpele al positivismo y su pretensión de
neutralidad, objetividad, ahistoricidad y universalidad,” (Martínez & Agüero, 2018, p.
303) es decir, un Trabajo Social pensado desde la subalternidad y la disidencia, una
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profesión disciplinar ética y política que cuestiona la construcción epistémica de
occidente y comienza a transformar y dar forma, a esa visión de realidad desde el sur,
que, a su vez, dirige su atención a los procesos sociales emancipatorios, donde el
desarrollo endógeno sea la apuesta y en palabras de Borda (2001) Kaziyadu, que
significa el amanecer, el despertar de un pueblo de forma autónoma.
Ahora bien, es fundamental reconocer que la decolonialidad se articula con los
pensamientos de acción, y las teorías participativas, tales como la educación popular, la
teología de la liberación, la investigación acción, la investigación acción participativa, la
filosofía de liberación, la sistematización de experiencias entre otros, para reivindicar las
luchas ante las distintas problemáticas sociales que sufren los hombres, jóvenes,
mujeres, niños, niñas y adolescentes y demás miembros de comunidades en relación a
la educación, la salud, la vivienda, el reconocimiento de las diversidades de género y
sexuales, la violación de los derechos sociales, culturales, políticos y económicos.
En este sentido es importante ver lo social más allá de la construcción de realidad,
se trata de reconocer cómo se incrementan los vínculos y las formas en que la población
se desarrolla e interactúa entre sí desde lo socio histórico. En contraposición a lo que lo
colonial ha demostrado como una brecha enmarcada entre las desigualdades y las
oportunidades entre estos actores, según Quijano (1995) –la desigualdad– es un
principio no solo biológico, sino también subjetivo e intersubjetivo que se ha desarrollado
en américa latina y el caribe por copiar los modelos de desarrollo de los países
desarrollados –europeos y américa del norte–.
Esta copia de modelos de desarrollo euro centristas y norte americanos –
occidentales-, ha contribuido a que la sociedad latinoamericana y caribeña haya
desarrollado enormes índices de desigualdad, pobreza, exclusión y marginalidad, es por
eso que la perspectiva decolonial contribuye a su reflexión, análisis y transformación,
que vista desde la praxis del Trabajo social, plantea una mirada crítica frente al
conocimiento, las relaciones que este construye entre los diferentes actores sociales y
como son un reflejo de la sociedad contemporánea en que vivimos.
Donde se deben articular las transformaciones sociales y la relación con los Estados,
desde los procesos sociales participativos y democráticos, de tal manera que, se
reconoce la multiculturalidad, las nuevas ciudadanías y la convergencia de los saberes
propios, haciendo del Trabajo Social, una profesión contextual que pone su mirada en la
idea de una comunidad con experiencias diversas que se desarrolla en un territorio
determinado, reconociendo la influencia de condicionantes internos como el modo de
vida, las costumbres y el conocimiento de un grupo social, que a la vez es permeado por
una serie de condiciones externas.
Dicho lo anterior, el buen vivir nos acerca a reconocer la existencia de esos
condicionantes internos “sin atropellar la diferencia, buscando que la alteridad y la
interculturalidad nos instruyan y constituyan” (Gómez y Patiño, 2018, p. 141), esta
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mirada desde la alteridad se enmarca en la propuesta filosófica de Adela Cortina (2013)
con la ética del cuidado, que implica cuidar de sí mismo y cuidar de los otros.
Promoviendo la relación con los otros e impulsando una cultura del cuidado tanto de lo
humano como del planeta, de manera que intente “forjarse un buen carácter, que
aumenta la probabilidad de ser felices y justos, al ayudar a estimar los mejores valores
y optar por ellos” (p. 13).
Ahora bien, es fundamental tener presente que “la decolonialidad no consiste en un
nuevo universal, que se presenta como el verdadero, superando todos los previamente
existentes; se trata más bien de otra opción” (Martínez & Agüero, 2018, p. 302), es ese
caminar y transitar donde profesionales, estudiantes y docentes pueden gestar espacios
para conversar tanto de la realidad social y su construcción, como del análisis de los
fenómenos sociales que afectan el desarrollo de los distintos actores sociales, además
de comprender lo que sucede con las estructuras de poder y el relacionamiento social
dentro del contexto del sistema capitalista.
Dado que son múltiples los escenarios para intervenir –social, cultural, político,
educativo, salud, económico, – desde el quehacer del trabajo social, los cuales se
construyen en la cotidianidad mirando lo subjetivo e intersubjetivo tanto en “la forma
de concebir y ejercer el derecho, la autoridad, la participación, y la democracia” (Patiño,
2015, p. 56). La descolonización para el trabajo social significa volver a esos principios
ético políticos que han enmarcado a la profesión en su desarrollo con la visión de
Latinoamérica y el caribe para así “trabajar por las transformaciones necesarias para
construir relaciones basadas en la equidad, respeto a la diversidad, y a la no
discriminación” (Molina, 2004, p. 4). Mirando una vez más el proceso histórico que nos
precede y nos insta a volver a los compromisos profesionales que hemos aprendido y
hemos descuidado por la permeada visión del sistema moderno.
También, es necesario ver el papel que hoy juega la universidad en plena cuarta
revolución industrial, dado que si esta tiene muchos desafíos, uno de ellos es entender
y dar respuesta a la idea de “que la diversidad del pasado ya no puede garantizar la
diversidad del futuro” (De Sousa santos, 2021, p. 225) ya que debe responder a las
tendencias, tensiones del presente y en saber utilizar las tecnologías de la información
y comunicación –TIC–, las tecnologías para el aprendizaje y el conocimiento –TAC– para
responder a estas demandas, las cuales están dentro de la dominación moderna, donde
seguimos repitiendo patrones del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, y se prima
la legitimidad de los discursos, la exclusión y la necesidad de ser avalados dentro de los
ranking internacionales para la financiación, como para la articulación política, religiosa
y social del contexto. Negando la construcción de las Tecnologías del empoderamiento y
la participación –TEP– las cuales desarrolladas en los contextos dan una nueva visión de
comunidad, identidad y desarrollo.
Es por esto que la universidad en general como la docencia debe pensarse en la
descolonización del saber lo cual es un proceso histórico, largo que acaba de comenzar
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que en palabras de Maldonado-Torres (2016), se basa en la lógica, metafísica, ontología
y matriz de poder para iniciar dichos procesos, para romper los “patrones teóricos y
metodológicos heredados del proyecto colonial” (De Sousa Santos, 2021, p. 239). Que
al momento de hablar de acceso a la educación superior es necesario hacer “cambios
cualitativos y cuantitativos con respecto al cuerpo docente y los planes de estudio,
resulta en que se transmita a los estudiantes un conocimiento estandarizado que está
lejos de sus realidades y de los problemas a los que se enfrentan” (Menses, 2016, p.
347).
Por eso descolonizar la docencia universitaria en Trabajo social es pensar en trabajar
en conjunto, en y con la comunidad, adicional a los grupos sociales de base bajo las
premisas de acceso a la universidad tanto para estudiantes en su formación, como para
los docentes y sus carreras profesionales a nivel universitaria, así mismo fortalecer los
procesos de investigación formativa e interacción contextual –superando la dicotomía
del objeto sujeto–, gestar nodos disciplinares del conocimientos y hacer círculos de
trabajo interdisciplinario a nivel territorial donde los métodos de enseñanza y
aprendizaje se articulen con la agencia en los contextos, la estructura institucional y la
gobernanza universitaria ante las necesidades de la sociedad en general.
Dicho lo anterior, profundizar en la descolonización del saber dentro del Trabajo
social es reconocer el proceso socio histórico que este ha tenido dentro de la
universidad, donde los estudiantes y los docentes con su experiencia formalizan y
acompañan los distintos procesos sociales, que procuran la no repetición del
conocimiento extractivo sino más bien en la apropiación de los saberes, las vivencias y
experiencias que se promueve desde las prácticas participativas a nivel local, regional,
nacional e internacional desde la investigación acción, educación popular, teología de
liberación, sistematización de experiencias, medios de comunicación alternativa entre
otros.
Adicional a ello, hablamos de la descolonización epistemológica, que tiene como eje
de reflexión la relación epistemológica, teórica, analítica y metodológica desde los
contextos subalternos, en palabras de De Sousa Santos (2021) se habla de contextos
descolonizados, de los procesos cognitivos que son el resultado de las necesidades
endógenas u orgánicas, y de la dimensión epistémica vista desde la violencia política, la
invasión, el saqueo y la destrucción, por el otro. Es decir, es ver la distinción entre los
tipos de conocimientos tanto desde su eliminación, su refundación, su reconfiguración y
su reconstrucción de tal manera que puedan servir a las luchas anticapitalistas,
anticoloniales y antipatriarcales, de las tradiciones occidentales en la construcción e
intervención del conocimiento en las poblaciones sur norte.
Es saber que, tanto en las ciencias sociales y humanas como en el Trabajo social,
debemos considerar las dimensiones positivas y negativas vistas desde la epistemología
del sur, donde se relaciona con develar las raíces eurocéntricas de las ciencias sociales
y se sustenta en la construcción del conocimiento práctico científico comprometido con
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las luchas y resistencias sociales tanto a nivel ambiental, ecológica, político, cultural y
educativo desde los contextos tradicionalmente excluidos.
2. Discusión y conclusiones
La descolonización del Trabajo Social es un proceso esencial y urgente que nos invita
a reflexionar profundamente sobre los legados coloniales que aún persisten en nuestras
sociedades y en la configuración de las ciencias sociales y humanas. Este proceso implica
reconocer y desafiar las creencias dañinas que han arraigado en la profesión del Trabajo
Social, producto del impacto de la colonización en sus prácticas. Por consiguiente, la
descolonización dentro del trabajo social comienza desde el reconocimiento de aquellos
procesos históricos que dan cuenta de la formación profesional y disciplinar desde el
aula, ya que más que seguir una tradición de transmisión de conocimiento en el proceso
de enseñanza y aprendizaje este espacio debe pensarse desde las diferentes
metodologías de enseñanza y aprendizaje (a. Aprendizaje basado en proyectos. b.
Aprendizaje cooperativo. c. Aprendizaje basado en el pensamiento crítico. d.
Aprendizaje basado en el juego. e. Enseñanza personalizada. f. Aprendizaje autónomo.)
para desarrollar procedimientos reflexivos y contextuales en la construcción disciplinar
dentro del marco de las ciencias sociales y humanas, además de ello, generar praxis
profesional dentro del trabajo de agencia con actores territoriales que cuestionen las
estructuras de poder y su relacionamiento.
Desde una perspectiva decolonial, la construcción del conocimiento en Trabajo Social
debe reconocer las historias y experiencias únicas de las personas y sus interacciones
como comunidad. Es crucial promover una visión ética y política que cuestione la
construcción epistémica occidental, reconociendo la voz de los oprimidos y disidentes.
El objetivo es transformar y dar forma a una visión integral de Sur a Norte, desde las
propias experiencias y conocimientos de nuestras comunidades.
La descolonización del Trabajo Social también implica repensar el papel de la
universidad en el contexto actual de la cuarta revolución industrial. Esto requiere una
reevaluación de la enseñanza universitaria, promoviendo un diálogo de saberes y una
conexión profunda con los contextos sociales y comunitarios. Es esencial superar la
visión eurocéntrica del conocimiento y cultivar una práctica profesional comprometida
con las luchas y resistencias sociales en todas sus dimensiones.
De esta manera, podemos humanizar el Trabajo Social y hacerlo más relevante y
significativo para las comunidades a las que sirve. Porque es pensarse de forma
autónoma donde convergen el pensamiento crítico anti-colonial como el pensamiento
anti-patriarcal, siendo este un proceso formativo y reflexivo ante el capitalismo radical,
trabajando en el empoderamiento a los sujetos y sujetas colectivas que hoy se llaman
pueblos en movimiento.
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Por eso la visión ética y política del trabajo social rompe con el postulado de Walsh,
(2013) que dice que “nos educaron para alcanzar el éxito y en consecuencia
garantizarnos un futuro próspero distante de cualquier atisbo de inseguridad que
colocara en riesgo la única posibilidad de vida” (p. 448), y desarrolla ese proceso de
descolonización, ya que no solo piensa en la educación como forma sino como un
instrumento para construir procesos de transformación y desarrollo, reconociendo la
multiplicidad de actores sociales y dando sentido a su trabajo en el mejoramiento de las
problemáticas sociales que los aquejan.
Igualmente, García (2020) platica sobre el papel del docente para promover la
modificación de los paradigmas que posee para descolonizar sus saberes y así construir
deliberaciones que se reflejen en su práctica pedagógica, lo cual le suma al desarrollo
de la posición crítica del profesional de Trabajo social ante las problemáticas sociales y
sus posibles soluciones.
A lo cual citando a Freire (1970) este desarrolla que el docente debe reconocer como
una práctica democrática el preguntar, de forma constante y este da su concepción del
acto de enseñar y el acto de aprender en simultaneidad, ya que no es un acto de
transmitir conocimientos sino de enseñar haciendo.
Así mismo, Solano (2015) dice que el proceso de descolonizar la educación y la labor
que ocurre dentro del aula es producir estrategias que contribuirán a dar una nueva
visión de mundo, más humana, más solidaria y más crítica, dando así una mirada al
territorio con el reto de asumirlo como sujetos históricos que dan sentido a su existencia
al momento de romper la sujeción ideológica de los marcos epistémicos, culturales,
axiológicos y ontológicos occidentales.
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