ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

La formación profesional del Trabajador Social en México: una revisión del currículo actual

Verónica Martínez-Flores
Dra. en Filosofía con Orientación en Trabajo Social y Políticas Comparadas de Bienestar Social.
Profesora Investigadora en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México.
Correo electrónico: veronica.martinez@uacj.mx

Elisa Cerros Rodríguez
Dra. en Filosofía con Orientación en Trabajo Social y Políticas Comparadas de Bienestar Social por la UANL.
Profesora Investigadora Titular C en la Universidad de Guadalajara, México.
Correo electrónico: elisacerros@yahoo.com.mx

Resumen

En este artículo se presenta el análisis documental realizado a 11 planes de estudio de escuelas de Trabajo Social en México, con el objetivo de reconocer el tipo de configuración de Trabajo Social que se oferta a los estudiantes. Se reflexiona sobre la formación de los futuros trabajadores sociales y la pertinencia de su formación para la atención de los problemas sociales actuales. Los resultados muestran que se está impulsando un Trabajo Social contemporáneo, lo que es importante y prometedor para la disciplina, pues las realidades locales requieren de profesionales que intervengan en las problemáticas sociales a partir del reconocimiento de la diversidad y los contextos, así como de la historicidad y capacidad de agencia de los actores con los que se interviene.

Palabras clave: formación profesional, Trabajo Social, currículo, configuraciones del Trabajo Social

The professional training of the Social Worker in Mexico: a review of the current curricula

Abstract

This paper presents a documentary analysis of 11 professional education programs from schools of Social Work in Mexico, to identify the type of social work offered to students. The article reflects upon the training of future social workers and its pertinence. The results show the fostering of a contemporary Social Work that is important and promising for the field, as local realities demand professionals that intervene in social problems from an understanding of the diversity of contexts, as well as the historicity and agencies of the actors with which intervention is made.

Key words: professional training, Social Work, curricula, Social Work configurations.

Recibido:17/11/19 Aceptado: 3/12/2020

Introducción

Las escuelas formadoras de trabajadores sociales enfrentan actualmente dos grandes retos: el primero, reflexionar sobre los desafíos que la compleja realidad presenta en las diferentes regiones y países para la formación y posterior ejercicio profesional de sus egresados; y el segundo, actualizar sus planes de estudio a partir de un análisis profundo sobre los conocimientos teóricos-metodológicos que se requieren para la intervención profesional de acuerdo con los diferentes ámbitos de acción, los escenarios emergentes, así como los temas instalados en la agenda global y en las localidades. Estos retos requieren ser atendidos por estas escuelas, ya que la profesión de Trabajo Social enfrenta en el siglo XXI una cuestión social compleja que demanda diversos recursos y perspectivas de la disciplina, donde distinguimos que convergen tradicionales, instrumentales y aquellos paradigmas crítico-sociales (Cifuentes Patiño, 2013). Dada esta realidad, es importante reflexionar sobre la formación de los trabajadores sociales en México, el tipo de profesionales que requiere la realidad nacional, y su papel en la construcción del país.

De igual forma, resulta importante discutir el significado de la función del trabajador social, ya que ésta “tendría que verse reflejada en una proyección del ejercicio profesional acorde al nivel de la formación universitaria” (Flores y Martínez, 2006: 250). Flores y Martínez (2006) establecen que existen tres dimensiones desde las cuales podemos observar la función del trabajador social: la formación del currículo, la inserción laboral y la posición ideológica. En las últimas décadas, la formación de los estudiantes universitarios se ha orientado mayormente a dar respuesta a la demanda laboral y, por lo tanto, a la práctica, dejando de lado la importancia de la teoría. Sin embargo, consideramos que para el desempeño del Trabajo Social es particularmente relevante la formación holística del estudiante; entendida como aquella que considera la práctica fundamentada en la teoría, y derivada de un posicionamiento ético acorde con la realidad actual. En este sentido, en el presente artículo se presenta el análisis documental realizado a 11 planes de estudio de escuelas de Trabajo Social en México, con el fin de reflexionar sobre la formación profesional de los futuros trabajadores sociales, el tipo de trabajo social que se está enseñando en las aulas y su pertinencia para la atención de los problemas sociales contemporáneos.

Trabajo Social y perspectivas globales

El desarrollo que ha mostrado el Trabajo Social en las últimas décadas ha sido significativo, hecho que se constata al observar el incremento de publicaciones especializadas de la disciplina (libros, revistas, páginas web, blogs), en el aumento significativo de maestrías y doctorados alrededor del mundo, y además en la nutrida oferta de encuentros y congresos locales, nacionales e internacionales; los cuales tienen muy buena acogida entre estudiantes y profesionales. Este desarrollo ha tenido un impacto positivo en el incremento de la matrícula de la carrera de Trabajo Social, lo cual compromete a las escuelas a cuidar el proceso formativo de los futuros trabajadores sociales, para que responda a las necesidades sociales y prioridades locales, regionales y nacionales.

La Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social en coordinación con la Federación Internacional de Escuelas de Trabajo Social (organismos comprometidos con la formación académica de los futuros trabajadores sociales) aprobaron en el año 2004 los “Estándares globales para la formación y educación del Trabajo Social”, con el objetivo de que sirvan como un marco de referencia y orientación para el diseño de los planes de estudio, así como para los procesos de evaluación y acreditación a los que se someten las escuelas formadoras. Son nueve los estándares, los cuales se enlistan a continuación:

1.  Estándares sobre el propósito fundamental o la declaración de misión de la escuela.

2.  Estándares relativos a los objetivos y resultados del plan de estudios o programa de formación.

3.  Estándares respecto del currículo del plan de estudios o programa de formación, incluyendo la formación en el campo.

4.  Estándares en relación con los elementos troncales o nucleares del currículo.

5.  Estándares respecto del profesorado profesional.

6.  Estándares respecto a estudiantes de trabajo social.

7.  Estándares respecto a la estructura, administración, gobierno y recursos.

8.  Estándares sobre diversidad cultural y étnica e inclusión de género.

9.  Estándares respecto a los valores y códigos éticos de conducta de la profesión del trabajo social.

Para la discusión de los hallazgos encontrados, centraremos nuestra atención en los estándares respecto del currículo del plan de estudios y en sus elementos principales.

Además de lo anterior, la Agenda Global de Trabajo Social y Desarrollo Social representa un soporte importante para las escuelas formadoras de trabajadores sociales en materia de la práctica de esta profesión; fue propuesta en el año de 2011 por tres organismos internacionales de Trabajo Social: la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social, la Federación Internacional de Trabajadores Sociales y el Consejo Internacional de Bienestar Social, y en ella se plasman cuatro compromisos para la acción:

•   Promoción de la equidad social y económica.

•   Promoción de la dignidad y la valía de las personas.

•   Trabajar hacia la sostenibilidad ambiental.

•   Fortalecimiento del reconocimiento de la importancia de las relaciones humanas.

Las escuelas formadoras de trabajadores sociales deben considerar estos compromisos en la actualización y mejoramiento de sus planes de estudio y adoptar una visión global, pero atendiendo a la realidad local. Es por esto que los retomamos para nuestro análisis y discusión sobre la formación profesional de Trabajo Social que se realiza en México a partir de la revisión de los planes de estudio vigentes; afirmamos que éstos muestran direccionalidad de la profesión, ya sea tradicional o contemporánea, que permiten reconocer hacia dónde se proyecta la profesión a nivel regional y nacional.

Del Trabajo Social Tradicional al contemporáneo

El surgimiento del Trabajo Social responde a las necesidades de una sociedad industrial que crece conforme a la lógica capitalista; su aparición está vinculada a un momento histórico que trae consigo la construcción de una particular cuestión social. Como producto de la modernidad, el Trabajo Social ―como disciplina dirigida a la intervención― se conformó como un canal para atender las problemáticas sociales producidas por los desajustes de sociedades en transición. De acuerdo con Carballeda (2012), la modernidad y su relación con la intervención se puede abordar desde las dimensiones: política, económica, social, cultural y moral. La dimensión política alude a la aparición de los Estado-nación; la económica se vincula con el capitalismo y los individuos como agentes económicos; la social, con las nociones de individuo, ciudadano y opinión pública; la cultural se refiere al surgimiento de nuevas formas de conocimiento; mientras que la moral observa la incorporación de valores “asociados con la idea de bien común, especialmente desde una perspectiva de racionalidad moderna” (Carballeda, 2012: 44).

En el caso de México, Flores y Martínez (2006) asocian la aparición de éste con la creación y expansión del Estado intervencionista que, al construirse a través de instituciones públicas de asistencia social o bienestar público, demandaban personal especializado. De esta manera, se configura en nuestro país el Trabajo Social Tradicional como aquel que está vinculado a este modo institucional de actuar, dirigido a paliar las necesidades de manera asistencial y lineal.

Sin embargo, hablar del Trabajo Social como un ente homogéneo limita la posibilidad de reflexionar sobre el mismo y de reconocer los procesos de cambio que ha vivido la disciplina. Lo cierto es que, si bien diferentes formas de hacer e intervenir han configurado su práctica, la realidad actual hace necesaria su transformación a una disciplina que construya ciudadanos capaces de impulsar mecanismos de transformación social (Matus, 2003). Por esto, es importante distinguir diversas formas de actuar como lo hace Healy (2001), quien habla de Trabajo Social Tradicional y Trabajo Social Crítico. La autora plantea que, el primero busca que los individuos asuman la culpabilidad de las circunstancias personales y sociales difíciles que enfrentan; mientras que, el crítico dirige la práctica a eliminar las causas estructurales de los problemas que viven los usuarios.

Por su parte, Ornelas y Brain (2015) plantean tres configuraciones del Trabajo Social: tradicional, reconceptualizado y contemporáneo. La configuración tradicional tiene su base en una postura teórica estructural funcionalista, donde los problemas se abordan desde lo individual, por lo que privilegia la atención individualizada, y se lleva a cabo la metodología tradicional de caso, grupo y comunidad, en estrecha vinculación con las instituciones de bienestar, por lo que la formación tiene un carácter instrumental y dirigida a la gestión social. En tanto, la configuración reconceptualizada, sustentada teóricamente por el materialismo dialéctico, concibe al sujeto como partícipe de la transformación de su realidad; la propuesta metodológica utilizada es el método básico. Finalmente, la configuración contemporánea se sustenta en diversos planteamientos teóricos y metodológicos; desde esta perspectiva el Trabajo Social promueve el cambio a partir de la participación activa de los sujetos y a través de la utilización de diversos modelos de intervención. 

Si bien el Trabajo Social tiene como objetivo la intervención que permita el cambio, para lograr esto se requiere comprender la cuestión social a atender y reconocer que ésta se construye en un momento histórico y en un contexto determinado. De acuerdo con Prado Arellano, la cuestión social tiene sus raíces en “los problemas sociales que aquejaban a los países europeos, que estaban siendo impactadas por los procesos de industrialización y mercado, manifestado en la miseria, el hacinamiento urbano, la higiene pública, la delincuencia, la prostitución, el empleo, el sub-empleo, el sindicalismo.” (2008: 59). En el anterior planteamiento se observa claramente que la disciplina en sus inicios tiene como escenario un modelo económico, político y social vinculado a las ideas de modernidad.

En la actualidad se reconoce que la cuestión social es diversa y está compuesta por diferentes actores que demandan atención a necesidades particulares: esto es, se presenta la nueva cuestión social que, de acuerdo con Carballeda (2012), es compleja, pues se vive la fragmentación social, por lo que se requiere de nuevos esquemas que involucren un trabajo interdisciplinario. Ante tal escenario, el Trabajo Social debe atender la cuestión social de comunidades conformadas por identidades y subjetividades que se construyen en contextos particulares a partir de historias políticas y sociales, esquemas económicos regionales, territorios y procesos culturales determinados; se trata de construir nuevas subjetividades, una ciudadanía reflexiva (Matus, 2003). Para Flores-Cisneros et al. (2005, en Flores y Martínez, 2006), el Trabajo Social debe ser un saber que dé énfasis a la dimensión técnico-profesional pero también a la ético-política. En este sentido, es particularmente necesario pensar los fundamentos epistemológicos y ontológicos (Carballeda, 2012; Flores y Martínez, 2006; Prado Arellano, 2008) de la intervención social dentro de la disciplina para realizar una práctica consciente, que permita al trabajador social reflexionar sobre su propia posición de poder a través de una vigilancia epistemológica constante. Esto es, un pensar y repensar el ser tanto como el hacer para proyectar el Trabajo Social (Cifuentes, 2009).

Metodología

El enfoque cualitativo de investigación permite una comprensión profunda de los fenómenos sociales; se fundamenta en el paradigma interpretativo (Tarrés, 2008). En este caso, se presenta un estudio exploratorio y descriptivo, de corte cualitativo, de los planes de estudios, ya que es una primera aproximación a los mismos y, por lo tanto, una primera reflexión sobre la formación de los trabajadores sociales en México. Como método se utiliza el análisis documental, procedimiento sistemático que posibilita conocer los significados de un texto (Bowen, 2009) mediante preguntas a los documentos, mismas que se construyen a partir de un objetivo de investigación claro. En este caso, las preguntas realizadas fueron: ¿se incorporan los niveles de intervención como un todo?, ¿se observan materias de epistemología del Trabajo Social, ciencias sociales e investigación cuantitativa y cualitativa?, y ¿existen materias para la atención de problemáticas/necesidades locales?

La muestra fue por conveniencia, dada la disponibilidad de la información y el momento en el que se encuentra la investigación (Hernández Sampieri et al., 2006; Miles & Huberman, 1994 en Creswell, 2007). A partir de estos preceptos, se seleccionaron 11 planes de estudio conforme los siguientes parámetros:

1.  Escuelas de Trabajo Social pertenecientes a universidades públicas: debido a que interesó realizar un diagnóstico preliminar sobre las configuraciones de Trabajo Social que permean en la formación de los futuros trabajadores sociales, siendo principalmente instancias públicas las que realizan esta tarea.

2.  Regionalizadas: a fin de contar con una muestra representativa de las escuelas formadoras por región que nos permita identificar la existencia o no de particularidades en la instrucción para la atención de problemas locales/regionales. Por ello, fueron cuatro escuelas de la región Norte de México, cuatro de la región Centro y tres de la región Sur.

3.  Disponibilidad de la información.

A continuación, presentamos resultados preliminares sobre la formación profesional de los trabajadores sociales en México, análisis que se organiza a partir de las configuraciones de Trabajo Social propuestas por Ornelas y Brian (2015): 1) Tradicional, y 2) Contemporánea (revisados en el apartado teórico). Cuando los documentos analizados no evidenciaron información clara o suficiente para ubicarlas en una determinada configuración, las clasificamos como 3) Sin información.

Se reconoce el esfuerzo de las escuelas de Trabajo Social como agencias formadoras de trabajadores sociales para incidir sobre la realidad actual mexicana. Sin embargo, se plantea la necesidad de sistematizar las especificidades para lograr la construcción teórica de áreas de intervención emergentes, en tanto un significativo número de escuelas se encuentran actualizando sus planes de estudios y están reflexionando sobre el tipo de profesionales que están formando, haciendo relevante repensar la disciplina, reconociendo los desafíos y posibilidades que la realidad y su complejidad nos proporcionan. De ahí la importancia de realizar este tipo de análisis documentales.

Análisis

Escenarios de intervención

Los cambios políticos, sociales, económicos, culturales y tecnológicos que tienen lugar en el marco de la globalización plantean nuevos escenarios de intervención profesional para los trabajadores sociales. Estos cambios deben ser incorporados en los procesos de actualización de los planes de estudio y, en consecuencia, en los espacios de enseñanza-aprendizaje. Ante este contexto, las escuelas formadoras de trabajadores sociales deben reflejar en sus planes de estudio un posicionamiento crítico ante la realidad (Brain y Ornelas, 2011), a fin de promover en los estudiantes conocimientos, habilidades y actitudes que les permitan una intervención consciente y autónoma, así como el adecuado desempeño profesional en consonancia con las demandas de la población con la que trabaja. Es necesario, entonces, “promover la relación entre teoría-práctica, buscando para esto espacios curriculares de integración y metodologías de enseñanza y aprendizaje que propicien un acercamiento a la realidad profesional como vía para conseguir un aprendizaje profundo y constructivo, que permita a los estudiantes y a docentes seguir aprendiendo de manera permanente” (Brain y Ornelas 2011: 553).

En suma, el estudiante de Trabajo Social debe ser formado con bases para la práctica y con fundamentos teóricos y metodológicos sólidos fundamentados en una ética transformadora, dirigida a la construcción de ciudadanía. Bajo esta lógica, al analizar los planes de estudio, retomamos la propuesta de Ornelas y Brain (2015), quienes reconocen tres configuraciones del Trabajo Social: tradicional, reconceptualizado y contemporáneo.

Entre la práctica y la teoría

La riqueza que ofrece la disciplina del Trabajo Social es justamente el análisis y abordaje de la realidad social a la luz de diversos paradigmas, enfoques y métodos. Y es que:

“En una intervención directa, los trabajadores sociales se enfrentan a gran parte de los problemas que abordan las ciencias sociales; basta con que tengamos la posibilidad de traspasar lo evidente para descubrir todo un mundo de significados complejos que necesitan de un entendimiento y de una confrontación para poder ser comprendidos. Interrogarnos sobre por qué el otro se comporta de una determinada manera, qué significa para él dicha actuación, qué significa para nosotros..., nos coloca en la tesitura de estructurar un conocimiento autónomo” (Vázquez, 1998: 285).

En el siguiente cuadro consignamos los planes de estudio según la visión a que responden a partir del análisis de las asignaturas de metodologías y prácticas de intervención.

Cuadro 1
Visión Integral de la Intervención

ZONA
TRADICIONAL
CONTEMPORÁNEA
S/I
Norte
2
2
0
Centro
0
3
1
Sur
2
1
0

Fuente: Elaboración propia

Materias prácticas y tradicionales en el Trabajo Social como caso, grupo y comunidad, consideradas en algunos de los planes de estudio que analizamos, los posicionan en la configuración tradicional; pero la mayoría de los currículos estudiados responden a una configuración contemporánea, al evidenciar una visión más holística de la cuestión social por contar con asignaturas que integran los niveles de intervención.

Por otra parte, observamos que seis planes curriculares tienen una fuerte carga práctica, pero ausencia de materias que fundamenten epistemológicamente la intervención profesional. En ellos se encuentra ausente epistemología del Trabajo Social, por lo que consideramos que responden a la configuración tradicional, en tanto otorgan mayor relevancia a la técnica que a la práctica reflexiva. Esta situación no es extraña, ya que al nacer el Trabajo Social como un saber práctico (Zamanillo, 1991), ha sido difícil de superar la tradición del “hacer”, y se refleja en la dificultad que tienen los estudiantes para realizar análisis a profundidad de la realidad social mediante herramientas teóricas y metodológicas que le den solidez a su desempeño profesional.

Cuadro 2
Epistemología del Trabajo Social

ZONA
TRADICIONAL
CONTEMPORÁNEA
S/I
Norte
2
2
0
Centro
2
2
0
Sur
2
1
0

Fuente: Elaboración propia

En este punto, es importante destacar como un imperativo la necesidad de procurar el equilibrio entre el hacer y la reflexión en torno al Trabajo Social, ya que posibilita el desarrollo de esta profesión. Como señala Vázquez cuando plantea que “recurrir a las ciencias sociales es una de las vías posibles para construir la disciplina” (1998: 274).

Es importante que quienes elaboran los planes de estudio de la carrera de Trabajo Social consideren la posición de su quehacer frente a las ciencias sociales: sus paradigmas, enfoques y métodos. Porque, entre las principales características que deben poseer los currículos de la profesión está su carácter dinámico, en concordancia con la compleja y cambiante realidad, estar sustentados en el avance científico, tecnológico, social y económico de la sociedad involucrada, y seguir un orden y una estructura lógica de los elementos que inciden en la formación profesional e integral de los estudiantes (Roldán, 2004).

Las ciencias sociales y la investigación en TS

La complejidad de nuestra realidad requiere una aproximación integral a los fenómenos actuales y su abordaje exige estar a tono con los contextos donde se presentan. De ahí la pertinencia de reflexionar sobre la formación del futuro trabajador social y los currículos actuales que permitan “tomar distancia de los currículos de base metodológica” (Cifuentes Patiño, 2013: 172), así como de fomentar en los estudiantes la pasión por la generación de conocimiento científico. Reflexionar sobre la forma cómo se construye el conocimiento es imprescindible en un momento en que el Trabajo Social debe edificar su práctica desde una perspectiva crítica de la realidad ante la necesidad de consolidarla como disciplina social (Cifuentes Patiño, 2013).

Ante lo insoslayable de la tarea mencionada, analizamos la función que tiene la investigación para la intervención social y el papel las ciencias sociales en la formación de los futuros especialistas de Trabajo Social. Partimos de la premisa de que es importante que los alumnos conozcan y reconozcan el desarrollo de la profesión en el marco de las ciencias sociales; es decir, se trata de orillarlos a repensar la propia gestación del Trabajo Social como disciplina y las formas en las que desarrolla conocimiento como ciencia moderna. Por eso recalcamos la necesidad de que el currículo incluya una línea que inicie al estudiante en la investigación y en los fundamentos del conocimiento científico. El Cuadro 3 muestra que hay una resistencia a la asignatura de Epistemología de las Ciencias Sociales, ya que apenas cuatro de los once planes revisados la incluyen, los cuales ubicamos en la configuración contemporánea.

Cuadro 3
 Asignaturas Epistemología de Ciencias Sociales

ZONA
TRADICIONAL
CONTEMPORÁNEA
S/I
Norte
2
2
0
Centro
2
2
0
Sur
3
0
0

Fuente: Elaboración propia

Cifuentes Patiño también plantea como supuesto que “la investigación es un eje para el fortalecimiento del Trabajo Social” (2013: 167), por nuestra parte consideramos que en la actualidad es algo ineludible. Una intervención sustentada en la realidad, que a su vez ha sido aprehendida sistemáticamente a través de un “conocimiento crítico de lo social” (Cifuentes Patiño, 2013: 167) es necesaria para realizar un efectivo Trabajo Social en la actualidad. En el Cuadro 4 ubicamos en la configuración contemporánea las siete escuelas de nuestra muestra que incluyen en sus planes de estudios materias de investigación cuantitativa y cualitativa, lo que patentiza una tendencia a fundamentar la intervención con un entendimiento profundo y sistemático de la realidad social, brindado por el conocimiento de las diversas metodologías de investigación.

Cuadro 4
Asignaturas de investigación cuantitativa y cualitativa

ZONA
TRADICIONAL
CONTEMPORÁNEA
S/I
Norte
1
3
0
Centro
2
2
0
Sur
1
2
0

Fuente: Elaboración propia.

Para construir teoría propia del Trabajo Social es necesario realizar investigación de manera sistemática con un amplio reconocimiento de sus enfoques, de esta manera la construcción de conocimiento sobre la realidad social desde la disciplina no se constriñe a una única aproximación. La diversidad de la cuestión social demanda a la disciplina saberes metodológicos tanto cuantitativos como cualitativos.

Tradicionalmente las escuelas de Trabajo Social privilegiaban la enseñanza del enfoque cuantitativo, ya que la disciplina, como construcción de la modernidad, requería de “esquemas objetivos” para aprehender la realidad social. En su carácter de especialistas para la intervención social, a los trabajadores sociales se les formaba para hacer un ejercicio de distanciamiento que les permitiera eliminar subjetividades y posibilitara la intervención objetiva desde una posición de poder. En la actualidad, y a partir del Trabajo Social crítico, se plantea la importancia del reconocimiento de las necesidades sociales desde y con la comunidad, y los actores con los que se trabaja; de ahí la relevancia de introducir el enfoque cualitativo en el currículo para la formación de las nuevas generaciones de trabajadores sociales.

Esta perspectiva posibilita un ejercicio horizontal, una construcción compartida de la realidad intervenida, y una intervención comprometida. Es decir, permite reconocer la importancia de impulsar la horizontalidad en la construcción del conocimiento que se logra incorporando a los otros en el entendimiento de los problemas que los aquejan, así como en sus soluciones. Conocer ambos enfoques de investigación permitirá al trabajador social recoger la información necesaria no sólo durante el diagnóstico, sino durante todo el proceso de intervención y le será útil en la sistematización de la práctica y para hacer una lectura de la realidad a partir de sus contextos, a partir de lo local.

Acercamiento a lo local

Uno de los compromisos que impulsa la Agenda Global es el fortalecimiento de las comunidades locales a fin de promover el bienestar sostenible y el respeto a la identidad cultural a través del empoderamiento de las comunidades locales. Los futuros trabajadores sociales, entonces, deben estar preparados para atender los problemas partiendo de sus contextos, abordándolos desde el análisis de los entornos político, social, cultural y económico, esto es, desde su muy particular desarrollo histórico. Así lo muestran intervenciones como la de Cordero Ramos y Muñoz Bellerín (2016), quienes describen una intervención realizada con un colectivo de personas sin hogar en España. En el caso de los planes de estudio revisados, encontramos una tendencia a incorporar fenómenos locales para su estudio y posterior atención, lo que nos habla de una formación profesional contemporánea, ya que se requieren diversos sustentos teóricos y esquemas de intervención para atender un problema social desde su contexto y la historia de las personas que son impactadas por él (Ver cuadro 5).

Cuadro 5
Asignaturas que atienden problemáticas locales

ZONA
TRADICIONAL
CONTEMPORÁNEA
S/I
Norte
1
3
0
Centro
2
2
0
Sur
0
3
0

Fuente: Elaboración propia

Además, trabajar desde lo local permite incorporar a individuos y comunidades en el desarrollo de sus regiones, promoviendo así la valía de las personas e impulsando intervenciones surgidas desde los actores sociales y sus recursos locales. Por esto, tal como se hizo para la construcción de esta categoría, es importante considerar los aspectos socioculturales de las regiones, así como sus vocaciones económicas.

El análisis realizado a los 11 currículos seleccionados para este estudio, arrojó como resultado que en la formación profesional del Trabajo Social se encuentran presentes las configuraciones tradicional y contemporánea, con prevalencia de esta última. Consideramos que esta tendencia es favorable para el desarrollo de la disciplina, pues da cuenta de los esfuerzos que se realizan en algunas universidades para brindar una formación equilibrada entre la práctica y la teoría al incorporar la perspectiva de Trabajo Social contemporáneo. Este escenario nos permite registrar una transición de lo tradicional a lo contemporáneo en el Trabajo Social en México.

Conclusiones

El debilitamiento de los esquemas de bienestar ha afectado las dinámicas del mercado laboral donde se insertan los trabajadores sociales, estableciendo cambios en el ámbito público y privado, así como en la prestación de los servicios sociales y en la gestión para el abordaje de la cuestión social. Estas transformaciones del mundo laboral han mostrado la imperiosa necesidad de que las escuelas formadoras de trabajadores sociales actualicen sus planes de estudio a partir de reflexiones críticas de los nuevos escenarios en los que se desenvuelven profesionalmente, de los procesos formativos generados en las aulas y en las prácticas de campo, de la imprescindible vinculación teoría-práctica, así como de su desarrollo personal y profesional, con el fin de que cuenten con mayores conocimientos, habilidades y destrezas para incidir favorablemente en su entorno.

En el desarrollo de nuestro estudio, observamos que algunos planes de estudio carecen de materias que posibiliten a los estudiantes realizar análisis holísticos de los problemas sociales, lo que consideramos una debilidad en la formación de los profesionales del área. Se requieren materias de investigación social y epistemologías que posibiliten una comprensión y abordaje más profundos y complejos de la realidad, y no saturar a los estudiantes con materias de fuerte inclinación al trabajo de campo.

En ese sentido, Aquín plantea la relevancia de que exista un equilibrio teórico-práctico: “una comprensión de los problemas macro debe ir necesariamente acompañada del análisis del campo profesional en términos estrictos” (2006: 137);  evitando una aproximación profesional donde sólo se atiendan las demandas de la población dejando de lado la problematización y comprensión profunda, para lo cual se requiere un bagaje teórico y metodológico que permita desnaturalizar los problemas sociales a partir de una intervención profesional crítica y autónoma. Ante esto, se requiere desarrollar nuevas habilidades en el trabajador social: una de ellas es capacitarlo para la investigación; sin embargo, como plantea Cifuentes Patiño (2013), no es suficiente incorporar cursos en este rubro, sino formar trabajadores sociales capaces de realizar su intervención con bases teóricas fundamentadas.

Este análisis documental se planteó como una primera aproximación a la discusión de la formación de los Trabajadores Sociales en México. Un análisis más puntual de los contenidos de las materias y experiencias del personal docente y los egresados permitirá afinar los hallazgos aquí anunciados. Por lo pronto, consideramos importante reconocer que en los últimos años se han dado avances relevantes en los currículos, de lo cual dejamos constancia en estas páginas, y que la formación de los estudiantes del área en la actualidad apunta a un Trabajo Social contemporáneo que, confiamos, dará frutos a mediano plazo con profesionales que desde sus distintos espacios laborales participen activamente en la construcción de una sociedad más justa y democrática.

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