Oquendo, L. Revista de Filosofía, Vol. 41, Nº Especial 2024, pp. 79-103 102
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela. ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Para una posible conclusión
Por razones de espacio he omitido algunos temas, la ampliación de la razón pura,
que corresponde a la parte final de la primera parte de la Dialéctica, habida cuenta que esta
esta forma parte de una pieza del organon de la teología kantiana.
En cuanto a la fe me permitiré finalizar con una crítica a las referencias de catalogar
a la filosofía moral kantiana como una deontología racionalista y rigorista, añadiéndole un
tal supuesto maniqueísmo psicológico expuesto en la Metafísica de las Costumbres.
Considero que no solo es injusta, sino con vista corta, al no poder percibir que el
planteamiento kantiano de la virtud como deber es jobiano. Téngase en cuenta que Job es
un “personaje” contradictorio como la dialéctica misma. Job aparece en la prosa como un
ser paciente. En los diálogos Job es el “personaje” rebelde e impaciente. Pero la
perseverancia del justo que representa Job acaso es un deber, el deber como virtud. La
moral kantiana es la puesta en práctica de la vida de Job.
La determinación del concepto de bien supremo se ha dicho que constituye el tema
principal del segundo capítulo de la Crítica de la razón práctica, aunque si se despeja este
concepto, empero su exposición, al igual que el análisis de sus conceptos, no es más que
una manera de elaborar el expositio de la dialéctica y su objeto es presentar en que consiste
la dialéctica. Kant recurre a la filosofía griega, los estoicos y epicúreos, para mostrar que el
error de ellos fue tratar los términos virtud y felicidad y, dirimir sobre cómo los
concibieron, pues según Kant la labor de estos filósofos se diluyó por no saber construir
entre otro de los asuntos, la relación entre Libertad y Conciencia de la Libertad cómo
instrumentos de la ley moral y dirección del alcance del bien supremo.
El bien supremo es un concepto que está incluido en cada una de las categorías con
las cuales Kant examina y hace discurso de exposición en la Dialéctica de la razón pura
práctica. En la ley moral reside el bien supremo. La ley moral es abstracta y se muestra en
las máximas, específicamente en el imperativo categórico que está construido por el deber.
Mediante este, el ser racional puede acercarse al bien supremo y, sí lo logra alcanzar será
en el vínculo de la virtud con la felicidad. Siendo este último término condicionado por la
virtud, que encuentra en el hombre, que ha seguido la ley moral. El alcance de los
constituyentes de la ley moral, el hombre lo logra a través del discernimiento de sus actos y
acciones. En este planteamiento subyace la relación entre lenguaje y pensamiento y de
cómo hay un orden en los conceptos, es decir, un “organon” que es lo que constituye la
dialéctica.
En la CRPr hay toda una apuesta de la relación lenguaje y pensamiento planeada
desde la razón especulativa como actora del lenguaje, y, la RPpr como directora del debate
para alcanzar articular las categorías, Voluntad Moral, ética y bien supremo. En este
sentido, la analítica es la síntesis del deber moral y, la dialéctica es la exposición del deber
moral mediante la ley moral en el bien supremo los cuales hacen su presentación a través
del lenguaje. La moral y otros términos que se producen desde el mismo concepto de moral
se forman mediante sus enlaces conceptuales. La moral kantiana es la puesta en práctica