Vivanco, L. Revista de Filosofía, Vol. 41, Nº Especial 2024, pp. 60-67 63
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela. ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Estado pequeño, periférico y alejado del resto de Alemania y sobre todo del centro de la
misma, era un territorio vulnerable, sobre todo ante las ambiciones de vecinos importantes,
como el reino de Polonia o el imperio ruso. Federico el Grande empleó ese ejército como
instrumento militar, y con gran maestría convirtió a Prusia, de ser un Estado aledaño y
secundario, en el reino más poderoso de Alemania y uno de los más fuertes de Europa.
Las victorias de Federico el Grande no fueron solo en cuestiones militares. Trató de
llevar el progreso y los avances técnicos modernos a todos los rincones de su reino, así como
al resto de los Estados alemanes que eran sus aliados. Fue el modelo emblemático del
Despotismo Ilustrado. Mientras en Francia la monarquía languidecía y era inerte frente a
las grandes y graves necesidades del país, y en Gran Bretaña los reyes poco alentaban una
de las revoluciones mayores, más importantes y sobre todo benéficas (cosa que, en general,
las revoluciones no suelen ser) como lo fue la revolución industrial que empezaba a
transformar esa nación, en Prusia, Federico el Grande invitaba a sabios y emprendedores
para que difundieran el espíritu moderno de desarrollo industrial, técnico y cultural. Es
verdad que Prusia seguía siendo un Estado un tanto autoritario y de libertades medidas y
limitadas (no olvidemos que, a pesar de ser ilustrado, seguía siendo un despotismo), pero lo
era menos que otros reinos y Estados de Europa o del resto del mundo si es por eso.
4. LA FILOSOFÍA EN ALEMANIA
En lo que se ha escrito en líneas anteriores ya tenemos varias claves para entender
mejor el contexto de Kant y para entender mejor a Kant mismo. Pero desde luego, faltan
algunos factores, de tipo cultural y académico y de tipo personal y familiar. No creo que
podamos entender del todo a Kant como ser humano, porque no es posible entender bien a
nadie así, ni siquiera a nosotros mismos, pero hay ideas, y muchas y muy buenas, que nos
ayudan a construir interpretaciones útiles en cuanto a lo que pretenden: entrar, contactar,
imaginar la circunstancia de Kant: la circunstancia histórica de Europa y Alemania. Todo lo
que nos ayude, en ese sentido, es provechoso.
Ahora bien, en cuanto a la filosofía como tal, en Alemania había habido pensadores
filosóficos importantes antes de 1650, aunque eran pocos y algo aislados. Pero en el siglo
XVII surgió un gigante: Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716). Podríamos pensar que con
Leibniz empezaba Alemania a mostrar lo excelente, lo magistral, lo potente, lo alta que podía
ser en reflexión filosófica. Pero creo que pensar eso sería equivocado porque, de hecho,
Leibniz y sus ideas fueron poco conocidas en su tiempo y menos en Alemania. Ello en parte
fue debido a su modestia. Alcanzó ideas importantísimas en matemáticas, pero no se dio
mucho a la tarea de publicarlas. Otra cuestión fue que él era un hombre múltiple. Si
hubiésemos preguntado en su época, entre las pocas gentes que le conocían, acerca de él,
nos habrían dicho que era decididamente un gran político y experto diplomático, un
aristócrata de primera, con inmensa capacidad de trabajo, y quizá poco más. (Fontenelle
dijo de él: “Hay varios grandes hombres en Leibniz”, pues, aparte de lo nombrado, fue
historiador, matemático, lógico, metafísico, apologista, moralista y jurista) Sobre todo, era
Leibniz flexible y conciliador, todo lo opuesto a una mente fanática o maniática, que es lo
contrario a lo que debe ser un pensar filosófico digno de tal nombre.
Hay que decir otra cosa: para el siglo XVII va a suceder un proceso curioso en lo que
podríamos denominar con una expresión que personalmente detesto, aborrezco y abomino,
que es “producción de conocimiento”. La “producción de conocimiento”, al menos de
conocimiento científico y filosófico, conocimiento formal e intelectual, de sabiduría