Leiva, J. Revista de Filosofía, Vol. 41, Nº107, 2024-1, (Ene-Mar) pp. 128-161 154
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela. ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
“En esos tiempos históricos ancestros e hubieron diferentes razas en la
humanidad y desde esos tiempos nosotros somos semejanza de Dios eso es lo
primero ah como seres humanos lo otro es que también ancestralmente
nuestros antepasados fueron verdaderas personas vivieron en esta tierra a
donde ellos estuvieron eh fueron parte convivieron con nuestra madre tierra,
con todos sus recursos, con todo lo visible y lo invisible de que Dios dejo en esta
tierra entonces ellos nos han, nos enseñaron a cuidar a defender a aprovechar
y porque no decir también a, a pensar va en que es única la tierra y que único
sus recursos y no crece más ya está y mientras que la humanidad a cada día
nos multiplicamos.” L2-SIV, 2:49 (11:11)
“Significa algo muy, muy grande verdad porque una que no nos acomodamos
esa palabra lenca nos lleva muy nos llena de muchos ánimos de mucha energía
porque lenca verdad es nuestra, nuestra raza, nuestra sangre verdad, así
como mm lo dicen mucho sí lo creemos nosotros es la sangre más más valiente
verdad que soportamos lo que sea enfermedades y todas las dificultades que
se nos presentan en la vida.” L1-SIV, 1:6 (9:9)
“Como siempre somos los mismos, no puedo decir no, porque como siempre
soy del nacimiento lenca no puedo cambiar, entonces verdad eso es algo que
nosotros nos sentimos verdad de esa manera.” L4-SIV, 7:2 (31:31)
En contraparte, se observa por el lado de los ladinos que esta construcción de la
alteridad no fructifica, ya que no han surgido con el pueblo lenca relaciones basadas en
criterios de igualdad, sino que se han fundamentado en un marco de poder, control y
autoritarismo propio de la cultura occidental, donde ven de menos al diferente, al
desposeído. La visión dominante de la cultura ladina, que proviene de una mezcla de
culturas europeas e indígenas, ha llevado a una actitud de superioridad hacia los lencas. Esta
actitud de menosprecio y desprecio hacia los diferentes y desposeídos se ha manifestado a
través de la discriminación, la marginación y la exclusión de los lencas de la sociedad
hondureña.
Es así como esta falta de reconocimiento y respeto hacia la alteridad de los lencas ha
generado un profundo descontento y malestar en la comunidad indígena. Se sienten
desfavorecidos, desposeídos y subyugados por la cultura ladina y el sistema de poder que los
excluye y los margina. A pesar de su valiosa contribución a la diversidad cultural de
Honduras, los lencas son tratados como ciudadanos de segunda clase, lo que ha generado
un sentimiento de injusticia y desigualdad en su contra.
“Nosotros hemos conocido que, a ellos a los ladinos, lo que les arruina la mente
es ese Dios que se han agarrado del dinero, no conocen eh lo que es la parte,
parte que la humanidad, la parte de derecho y todos esos principios humanos
porque si, si se cumpliera la voluntad de Jesús se practicará, son humanos
igual que nosotros.” L2 -SIV, 2:37 (53:53)
Respecto al encuentro entre lo propio y lo otro, los lencas de San Isidro del Volcán
consideran que existe una diferencia entre ellos y los ladinos, principalmente en lo
relacionado con sus creencias y modos de vida. Para los lencas, el sufrimiento va implícito
por ser de campo. Empero, para los ladinos, al ser de ciudad, sus condiciones de vida
mejoran y se sienten más felices. A pesar de esta diferencia, los lencas se sienten agradecidos
de ser como son y vivir rodeados de la naturaleza.