Mansilla, J., Bravo, N., Estay, J. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 724 - 735 735
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integración política, social, cultural y económica y la cohesión de sociedades culturalmente
diversas. Fomenta la igualdad, la dignidad humana y un sentido de propósito común. Tiene
como objetivo desarrollar una comprensión más profunda de diversas visiones y prácticas
del mundo, para aumentar la cooperación y participación (o la libertad de tomar decisiones),
para permitir el crecimiento personal y transformación, y promover la aceptación de la
otredad, superando el constructo de la tolerancia promovido por las perspectivas
multiculturalistas y pluriculturalistas. En síntesis, tal como se ha dicho insistentemente en
este manuscrito, el diálogo intercultural es, esencialmente, el intercambio de puntos de vista
y significados subjetivos construidos por las personas a partir del mundo de la vida que le
tocado vivir. A diferencia del multiculturalismo, donde la atención se centra en la
preservación de culturas separadas, donde co-existir es el foco por sobre el con-vivir,
entonces el diálogo intercultural busca establecer vínculos y puntos en común entre
diferentes culturas, comunidades y personas, promoviendo la comprensión y la interacción
humana, cuestión difícil en esta era denominada “Antropoceno”. La aceptación de la
diversidad cultural es una disposición caracterial que se adquiere y construye
progresivamente, no se nutre en la mera empatía, ni se basa en la semejanza. Entonces,
quien no comprende esta cuestión condiciona el diálogo a la aceptación de lo propio.
Amparado en el insostenible argumento de que no comparte sus valores, excluye al otro –
por ser otro- de la deliberación política y del diálogo interpersonal. Lo contrario a lo que
plantearía el filósofo lituano Emmanuel Levinas, quien escribe al Otro siempre con una O
mayúscula. Nos dice que el Otro soy yo, y que yo siempre debo estar para el Otro con la
expresión “Heme aquí para ti”, una máxima dialógica vital para esa convivencia que
necesitamos. En ese sentido, también adquiere especial actualidad esa notable autocrítica
de máxima humanidad escrita por Fiodor Dostoievski en Los hermanos karamazov: “Todos
somos culpables, por todo, ante todos, y yo más que todos”
.
Finalmente, compartimos la necesidad de escribir respecto a la complejidad del dolor
y el despojo, junto a las expoliaciones que ha sido sujeta y expuesta la gente del Wajmapu.
Con esta desgarradora historia se interconectan los conceptos mapuches de kuxanzuam
(traducible como trauma) y kuxanzuamkülen (estar traumado, estar en el trauma), nociones
estrechamente vinculadas con las vivencias de desgarros y fracturas de las personas
mapuches en espacios occidentales, tales como la escuela, el fundo, la misión, la escuela
parroquial, el hospital, la panadería, la casa patronal, la cárcel, principalmente.